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    ¿Es el Islam una religión «pacífica», de «amor» y «tolerancia»?

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    ¿Es el Islam una religión «pacífica», de «amor» y «tolerancia»? Empty ¿Es el Islam una religión «pacífica», de «amor» y «tolerancia»?

    Mensaje por Enver19 Jue Sep 20, 2018 11:39 am

    ¿Es el Islam una religión «pacífica», de «amor» y «tolerancia»?


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    «El yihadismo contemporáneo da la oportunidad perfecta a la burguesía de reforzar la idea de que la democracia burguesa ocupa un lugar intermedio entre los «extremismos» y «totalitarismos». Se nos ofrece como el baluarte del sistema político-económico más democrático de la humanidad, en el cual se promueve y financia –incluso con ayuda estatal– la religiosidad en la cultura sin complejo alguno bajo la excusa de la «diversidad cultural y de atender las necesidades de los creyentes» –como si la religión fuese una «necesidad» para una persona–, se expone y se anima la diversidad religiosa como un ejemplo de «progresismo» manifiesto de una sociedad. Una gran pantomima.

    Estos días los medios de comunicación en España –salvo los más fascistoides como 13TV o Intereconomía– han dado voz a ideólogos liberales que defienden la religión musulmana y califican el yihadismo y el Daesh, como «una mala interpretación del islam». Estos comentarios ya han venido abundando y propagándose desde los primeros brotes de atentados yihadistas en Europa:

    «Son los primeros que no siguen los preceptos; entre otras cosas, las muertes», reprocha Javier Rosón, analista del islam en Europa de Casa Árabe. Sin embargo, los terroristas del grupo «Estado Islámico» (EI) invocan el nombre de Dios al cometer atentados y pretenden erigirse como principales valedores del islam. Por culpa de ello, comunidades musulmanas de todo el mundo se ven obligadas a recordar que no los representan. Así, «el Corán tiene una ciencia aprobada mundialmente por todos los científicos. Lo que los terroristas hacen es un corta y pega al gusto», lamenta Abdelaziz Hammaoui, uno de los mayores estudiosos del islam en España: imán, teólogo musulmán, profesor de la Cátedra de las Tres Religiones en la Universidad de Valencia y presidente del Centro Cultural Islámico de Valencia... (...) «El islam es una religión de paz. Lo primero y principal es no matar a otro», subraya Javier Rosón. (...) Otro referente en España es Mounir Benjelloun, presidente de la Comisión Islámica de España y de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas: «Someter el islam a interpretaciones literales del Corán, sería injusto y equivocado». (...) Las excepciones en las que el Corán sí justifica matar a otra persona se resumen en una motivación por defensa propia. Se producen en el contexto histórico bélico en los inicios del islam y hoy sólo podrían ser aplicables si lo ordenase una autoridad estatal, coinciden todos los expertos consultados». (El español; Estado Islámico contra el Corán: las pruebas de que no tiene nada que ver con el islam, 14 de diciembre de 2015)

    Aquí hay que hacer un alto.

    Primero: cuando aquí se habla que hay individuos de la comunidad científica que aprueban el islam, entendemos que se refiere a los mismos filósofos, teósofos, científicos y demás personalidades que a lo largo de la historia han intentado mezclar religión y ciencia, que son como el agua y el aceite. Un bluf a todas luces:

    «Ese daño generalizado que causa la religión nace de ese «sentido común» que en gran medida está determinado por lo que la sociedad entiende como bueno o malo, es decir, del dualismo religioso que coloniza el pensamiento y que intoxica los procesos del razonamiento desde edades tempranas. De hecho, esta influencia es la que explica en última instancia el porqué sujetos con una gran preparación educativa, que les hace disponer de los elementos para cuestionar los dogmas religiosos, siguen atrapados por los mismos. (...) Las religiones se basan en la negación de la razón en favor de la supremacía de la fe –el dogma que todo lo explica sin explicar absolutamente nada–, la religión asienta sus pies sobre el idealismo filosófico, en especial se ha valido del relativismo, el subjetivismo o el escepticismo para negar la posibilidad de conocer –pues esto suponía poder poner en riesgo los débiles pilares de sus creencias–. Recordemos que las religiones en general, son formas de dominación cuya lógica discurre inversamente al materialismo histórico, o lo que es lo mismo, su «lógica» –por decirlo de alguna manera– es que la realidad material fluye desde el ideal –dios–; que al ser aceptada como una cuestión inobjetable se acepta implícitamente que somos esclavos de un orden superior que desconocemos y al que está subordinada la materia; entiéndase que «la relación con dios» fue determinada por sociedades esclavistas de la edad de piedra y esa es la razón última de que esa relación sea en condiciones de amo-siervo, amo-esclavo. Además, la forma en que entienden discurre la realidad hace que la misma no pueda ser estudiada, entendida, explicada, transformada o revolucionada; para esta lógica deísta la material es insustancial, carente de procesos activos y condicionales. He allí la gran utilidad de la fe para los poderosos». (Equipo de Bitácora (M-L); Materialismo dialéctico y religión; el conflicto permanente, 7 de diciembre de 2011)

    Como dijo un gran materialista:

    «Donde la moral se funda en la teología y el derecho en la institución divina, se pueden justificar y fundamentar las cosas más inmorales, injustas e improbas». (Ludwig Feuerbach; La esencia del cristianismo, 1848)

    No por casualidad en Europa de la Edad Media cuando los monjes cristianos monopolizaron la filosofía y otros campos se causó uno de los mayores atrasos en la historia del conocimiento y el saber científico, por todos es sabido que los dogmas de San Agustín y Tomás de Aquino que daban una explicación religiosa al mundo fueron tomados como interpretación oficial de la iglesia hasta hace bien poco, y de hecho hoy siguen utilizándolos a baja escala; este mismo retroceso fue causado por el islam a otros pueblos, adaptándose en sus zonas unos Estados teocráticos, adoptando algunos de los avances de otras culturas y difundiéndolas sin duda, pero a la vez inundando cada vez más del irracionalismo y el dogma religioso a las investigaciones científicas y a la filosofía en general:

    «Este debate de la Europa del siglo XVII se había producido en el islamismo ya en el siglo XI. Lo resolvió al-Ghazali, pero a favor de la religión y no de la razón. A partir de este momento, las investigaciones filosóficas en el marco de la teología musulmana debían llevarse a cabo según el Corán, la ley del islam, que era considerada como «la ciencia de las ciencias» y todo debía relacionarse con ella y no con la razón y según la razón. La ley coránica no puede ser objeto de enmienda ni mejora alguna. Es la perfección misma, es la palabra de Alá. La religión, pues, asume la misión de perfeccionar la humanidad. Las tesis de Algazel son: «El Islam es lo absoluto, lo divino y lo racional». «Dios en su omnipotencia ha creado el mundo. Ser o no ser depende de su voluntad». (Enver Hoxha; El glorioso pasado de los pueblos no puede ser ignorado, 1983)

    El segundo argumento: es que por la situación del nacimiento del islam y el Corán se alojaron expresiones belicistas para defenderse del resto de religiones, lo que viene a reconocer que como otras religiones mundiales, se ha tenido que extender a base de guerrear y pasar por encima de otros. El islam como tal, no propagaba la intolerancia y el belicismo religioso por «necesidad histórica defensiva», sino por vocación ofensiva y por cuestiones de índole meramente religiosas, basando todo en cuestión de «creyentes versus infieles», como el cristianismo mismamente. Este último siempre hizo gala de un intento de justificar parte de sus crímenes como el sometimiento de pueblos y otras religiones recordando el calvario de los cristianos que eran perseguidos durante el periodo del Imperio Romano, dando a entender, que los pobres cristianos solo se defendían de lo mismo que el infiel, el pagano, había hecho con ellos, y que si no se actuaba así, se acabaría por teñir de nuevo la tierra con sangre cristiana.

    Así pues, las religiones como estas proponen una política de expansión:

    «El musulmanismo como ideología de choque comenzó ya en vida de Mahoma, quién con algunas expediciones de escasa envergadura rebasó el marco del desierto de la Península Arábiga. Las verdaderas ofensivas y conquistas llegarían después de la muerte de Mahoma, de manos de los califas o vicarios suyos, los weqil, jefes o guías de las comunidades musulmanas. De modo que en el período de los califas Abú Bakr, Omar, Othman, Muawiyya y Walid fueron conquistados Irak, la Palestina Bizantina, Siria, Jerusalén, Mesopotamia, Egipto y Cirenaica, Chipre, Persia Oriental, la isla de Rodas y Esmirna, España, y se emprendió el ataque en dirección a la Galia, al Oriente Transoxiano, a la India, etc. Todo aquel espacio y los pueblos de los países que comprende fueron conquistados en el siglo siguiente a la muerte del Profeta». (Enver Hoxha; El glorioso pasado de los pueblos no puede ser ignorado, 1983)

    Tercero. El Corán está repleto como la Biblia de frases contradictorias que por un lado muestran caridad, piedad, y pacifismo, y en otros párrafos dan muestras de lo contrario, siendo por tanto incoherentes:

    «De ahí la «tolerancia», el relativo consentimiento del islamismo hacia las otras religiones. Pero esta «tolerancia» era solamente relativa, ya que por principio los suras del Corán hablan de la guerra (chihad) contra los infieles, se entiende contra aquellos que no admiten o rechazan la religión islámica». (Enver Hoxha; El glorioso pasado de los pueblos no puede ser ignorado, 1983)

    ¿Pero es cierto por tanto todo esto que se dice del islam en líneas generales estos días en la televisión, prensa y radio? Para nada, y es menester desglosarlo con los propios textos del Corán para abrir los ojos a la gente.

    a) Dicen que «el islam es una religión de paz»:

    «Cuando vuestro Señor inspiró a los ángeles: «Yo estoy con vosotros. ¡Confirmad, pues, a los que creen! Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean. ¡Cortadles del cuello, pegadles en todos los dedos!». (Corán; 8:12)

    Justifica precisamente las matanzas diciendo a sus feligreses que esas acciones en verdad no las cometen ellos sino que es obra y voluntad de Dios:

    «No erais vosotros quienes les mataban, era Alá Quien les mataba. Cuando tirabas, no eras tú quien tiraba, era Alá Quien tiraba, para hacer experimentar a los creyentes un favor venido de Él. Alá todo lo oye, todo lo sabe». (El Corán; 8:17)

    b) El islam promueve la tolerancia y el entendimiento entre diferentes pueblos y religiones:

    «¡Creyentes! ¡No toméis como amigos a los judíos y a los cristianos! Son amigos unos de otros. Quien de vosotros trabe amistad con ellos, se hace uno de ellos. Alá no guía al pueblo impío». (Corán; 5:51)

    Es más el Corán prohíbe tajantemente el entablar amistad con ellos so pena de castigo eterno:

    «Los hijos de Israel que no creyeron fueron maldecidos por boca de David y de Jesús, hijo de María, por haber desobedecido y violado la ley... (...) Ves a muchos de ellos que traban amistad con los que no creen. Lo que han hecho antes está tan mal que Alá está irritado con ellos y tendrán un castigo eterno». (Corán: 5:78 y 80)

    c) «El islam no busca el sometimiento por medio de la coacción»:

    «A quienes no crean en Nuestros signos les arrojaremos a un Fuego. Siempre que se les consuma la piel, se la repondremos, para que gusten el castigo. Alá es poderoso, sabio». (Corán; 4:56)

    d) «El islam no es misógino ni promueve el golpear a las mujeres»:

    «Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Alá manda que cuiden. ¡Amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen, no os metáis más con ellas. Alá es excelso, grande». (Corán; 4:34)

    e) «El islam no promueve las guerras ni religiosas ni de ningún tipo»:

    «¡Id a la guerra, tanto si os es fácil como si os es difícil! ¡Luchad por Alá con vuestra hacienda y vuestras personas! ». (Corán; 9:41)

    f) «El islam respeta a los ateos o a elementos de otra religión»:

    «¡Que no crean los infieles que van a escapar! ¡No podrán! ¡Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería que podáis para amedrentar al enemigo de Alá y vuestro y a otros fuera de ellos, que no conocéis pero que Alá conoce! Cualquier cosa que gastéis por la causa de Alá os será devuelta, sin que seáis tratados injustamente». (Corán; 8; 59 y 60)

    g) «El islam no discrimina a nadie ni les impone medidas especiales»:

    «¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la escritura, no creen en Alá ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y su enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!». (Corán; 9:29)

    h) «El islam no persigue a los que considera infieles»:

    «Quien no cree en Alá y en su enviado. Hemos preparado para los infieles fuego de gehena». (Corán; 8;59 y 60)

    Se llega al punto en que se afirma que Dios ha enviado a Mahoma para directamente hacer predominar el islam sobre las otras religiones:

    «Él es quien ha mandado a su enviado con la dirección y con la religión verdadera para que, a despecho de los asociadores, prevalezca sobre toda otra religión». (Corán; 9:33)

    Es más, el islam promueve el romper con tu familia como cualquier otra secta si tus familiares cercanos no son creyentes:

    «¡Creyentes! No toméis como amigos a vuestros padres y a vuestros hermanos si prefieren la incredulidad a la fe. Quienes de vosotros les consideran amigos, ésos son los impíos». (Corán; 9:23)

    Queda demostrado de sobra que quien afirma que el islam es paz, concordia, misericordia y tolerancia es el mayor de los mentirosos o el mayor de los ignorantes. Que un imán suelte estas necedades es normal, al igual que el párroco católico, tiene que lavarle la cara a su retardataria religión, y a sus párrafos reaccionarios, de otra forma su religión es indigerible para una persona progresista.

    En resumidas cuentas que se trata de un religión sustentada en el «idealismo filosófico» que tiene por objetivo, como toda religión, sujetar el pensamiento individual y colectivo, y mantenerlo sometido según los intereses de la clase dominante. El islam, hace parte pues de todas esas creencias que las masas trabajadoras necesitan vencer en el camino que va al socialismo. Tan simple como eso.

    A ejemplo de lo que produce el islam, reproduzcamos lo que dentro de un intercambio de opiniones relataba uno de nuestros jóvenes lectores habituales sobre la influencia de la religión musulmana en su familia y el desarrollo de sus comportamientos y pensares:

    «Camaradas pondré mismamente el ejemplo de mi madre, pues alguna que otra vez, ella me comenta a mí –o a ciertos miembros de mi familia que no solemos rezar debido a nuestro ateísmo algunos y, otros, por ser creyentes pero no practicantes– cosas similares como: «yo no debería comer junto a vosotros puesto que no rezáis». Pero aún así y con todo ello, se salta a la torera esa «regla», y de igual manera, acaba comiendo con nosotros con total regularidad.

    Pero es curioso, porque luego se contradice a ella misma también de nuevo, cuando, últimamente, me dice tanto a mí como a mis hermanos –con cierta frecuencia– que deberíamos reunirnos o juntarnos todos los hermanos –o los miembros familiares que nos encontramos en la casa en ese momento– cuando llega la hora de la comida, cena, etc.

    Así, pues hay muchos ejemplos y situaciones podría exponer acerca de las miles de contradicciones de detalles, tanto de menor o mayor peso, en las que mi madre y todo musulmán, llega a incurrir por la pesada carga religiosa que se les echa encima.

    Por ello, se puede decir que mi madre, como musulmana super devota de «su» religión islámica –y al igual que el resto de musulmanes que sean más o menos devotos–, pues es un buen ejemplo de lo que comentas en tu publicación acerca de las mil y una contradicciones que presentan las religiones, así como los religiosos.

    Pero todo ésto, ya no sólo lo es aplicable, claramente, al dogma del islam, así como a los musulmanes, sino también lo es extensivo a las demás dogmas mitológicas abrahámicas, etc., en general. (...) El islam al ser una religión tan apegada y penetrada increíblemente en las mentes de aquellos pueblos que la profesan, da como resultado que los hijos de esas familias por lo general que sean ateos o agnósticos, se ven presionados a no reconocer o manifestar abiertamente sus pensamientos a sus padres, o también ocurre que los hijos ocultan durante mucho sus inclinaciones hasta que pudiesen llegar a reconocer o compartir con su entorno tales posiciones –allegados familiares, amigos o conocidos mas cercanos–. De hecho salvo mis hermanos los casos de personas del Magreb de mi entorno que reconozcan su ateísmo o agnosticismo es escaso por el temor comentado». (Yusef, lector de Bitácora (M-L); Comentarios al respecto de un debate, 25 de agosto de 2017)

    La importancia de la cuestión cultural y en ella la religión no solo debe ser denunciada porque los marxistas militen bajo la cosmovisión del ateísmo científico, sino para defender la situación de opresión diaria que sufren todas las personas progresistas por parte de la religión.

    9) Como apunte decir que el Corán es el documento de las «religiones abrahámicas» que menos referencias hace al uso de la violencia, y aún así vemos como lleva al ejercicio primitivo de la misma, es además una expresión nacionalista-chovinista-patriarcal como todas las religiones abrahámicas. Además, debido a que su contenido no tiene orden cronológico, a que tampoco intenta explicar hechos históricos, sino que es más bien una suerte de monólogo, una suerte de «flujo de ideas» escritos en un estilo de tipo poético –de hecho Corán se traduce como recitación–: estos elementos complica la comprensión del creyente y se presta fácilmente a dar interpretaciones dispares tanto como se quiera, esto se agrava por el hecho de que hay un nutrido grupo de comunidades islámicas sumidas en el analfabetismo absoluto y relativo. El Islam destaca sobre el resto de religiones monoteístas por su celo respecto a su libro sagrado:

    «Ya sea en forma de un papado o una Iglesia infalibles, como en el catolicismo, o de una Biblia, como en el protestantismo, todas las religiones reveladas han tendido siempre a buscar una autoridad externa absoluta y una garantía oracular de la verdad. Pero en ninguna de ellas se ha manifestado tan claramente esta tendencia como en el Islam, que es primaria y esencialmente la religión de un libro sagrado, el Corán, al que se considera mensaje divino que Dios dictó en árabe, de una «tableta conservada en el cielo», al profeta Mahoma (Corán, XCVI 1-5). (...) La fuerza y la debilidad del Islam ha sido siempre su intenso conservadurismo. Es esencialmente la Religión del Libro, del Corán, transcrito de una tableta conservada en el cielo y revelado al Profeta, en ocasión única y definitiva, como Palabra literal de Dios. Siguen en importancia al libro sagrado los hadices, tradiciones que, una vez debidamente autenticadas, se convierten prácticamente en artículos de fe y bases de la ley y la práctica. Es cierto que hay musulmanes partidarios de someter los hadices a una investigación crítica semejante a la que el cristianismo aplica hoy a sus escrituras, y que en el pasado el islamismo ha mostrado una notable capacidad de adaptación a diferentes climas de pensamiento. Pero las fuerzas reaccionarias están firmemente atrincheradas, y es innegable que la estabilidad de la civilización islámica a través de los siglos ha sido fruto de su adhesión inquebrantable a su doctrina fundamental de sumisión incondicional a la voluntad y a los preceptos de Alá tal como su profeta Mahoma los reveló». (E. O. James; Historia de las religiones, 1975)

    10) Sigamos con apuntes históricos sobre esto que nos da una oportunidad de abordar algunos aspectos sobre las tres religiones abrahámicas, el Islam en concreto. Lo primero que hay que observar es que todas nacen en la marginalidad, dando respuestas y esperanzas a los colectivos más pobres dentro de una funcionalidad en la que impera la desigualdad también cimentada en la religión como principio, aunque de carácter politeísta; de hecho el islam es la única de las tres religiones abrahámicas que tiene un contenido político de tipología hasta cierto punto emancipadora en el sentido que defiende la liberación de los esclavos bajo circunstancias concretas.

    Mahoma nace dentro de un clan de la tribu de los «Quraish», tribu politeísta que dominaba la Meca por entonces, aunque se sabe que en esta ciudad estas creencias convivían con comunidades judías y cristianas; a temprana edad se queda huérfano lo que lo convierte prácticamente en un «paria», pero Mahoma era un sujeto ambicioso, y luego de casarse con una mujer rica, Jadiya, y ya convertido en un mercader más o mano exitoso bajo el prestigio de ser honesto, empieza a hablar de sus encuentros con «Alá» y en contra de las religiones dominantes del momento dando lugar al nacimiento de «Mahoma el profeta», entonces todo su discurso se basa en exclusiva en una suerte de directriz moral que pretendía apuntalar la «fe», el discurso es simple y hace hincapié en un dios único y misericordioso, además de la obligatoriedad de la caridad, de la protección al desvalido en una suerte de discurso asistencial-populista, este pues resulta atractivo para un pueblo no acostumbrado a esos manejos.

    Rápidamente el discurso atrae a más creyentes hasta convertirse en un factor dominante en la Meca lo que lo pone en el punto de mira de los jefes de la tribu dominante a la que pertenencia, a causa de esto huye a «Yazrib», luego llamada Medina. La comunidad dirigida por Mahoma se fortalece en esta ciudad, y Mahoma es nombrado jefe, en este periodo vemos como los «dictados» que decía recibir de dios van cambiando en contenido, y pasan de cuestiones estrictamente relacionados con la adoración a un dios único, morales, convivencia, pacifismo hasta cierto punto, búsqueda del conocimiento, etc., a cuestiones de tipo legislativo acorde al nuevo estatus de Mahoma, sencillamente ya no hablaba como profeta para una pequeña comunidad, sino como jefe de Estado, esto deja claramente que sus profecías estaban a medida de sus ambiciones. Vale apuntar que en esta ciudad tuvo la pretensión de ser reconocido como profeta del judaísmo por la comunidad judía local, esta no lo hizo, posterior a lo cual demarca que las comunidades abrahámicas pueden convivir pero judíos y cristianos deben de pagar un tributo a cambio; y este es el momento en que nace la comunidad musulmana propiamente.

    Con posterioridad empiezan las hostilidades de la Meca que llevan a la guerra, entonces nuevamente se observa un nuevo cambio en los presuntos versos revelados por dios a Mahoma, y aparecen lo que se ha denominado «versos de la espada» que en su contenido están los que dan sustento al yihadismo como doctrina ofensiva, estos «en apariencia» se basan en la respuesta, en la defensa y en la proporcionalidad ante una ataque enemigo; el problema surge en que, como toda doctrina religiosa, pueden ser adaptadas a la coyuntura, así puede ser argumentada como defensa una situación de respuesta a una agresión pero también una situación ofensiva de tipo imperialista por ejemplo bajo la excusa de la defensa del islam como hicieron los otomanos y otros imperios islámicos.

    Como es evidente con Mahoma solo fue formulando el marco teórico que sustentara la supervivencia de sus dominios y creencias bajo sus intereses.

    11) Es preciso recordar que el islam, al igual que el cristianismo y antes el judaísmo son religiones con aportes originales pero que la mayor parte del cuerpo central de sus creencias son un calco de las religiones anteriores y coetáneas de su época: en este caso estas tres religiones comparten el haber adaptado el zoroastrismo como leyes fundamentales de cada una de ellas, así como se nota la influencia del hinduismo, la antigua religión greco-romana o el budismo:

    «La doctrina islámica de las postrimerías es una elaboración de las escatologías judía, zoroástrica y cristiana. Después de la muerte, el alma de los elegidos va a un paraíso. El ideado sobre el modelo de la existencia terrenal para gozar de sus deleites, que comprenden banquetes, música y el disfrute de hermosas mujeres, así como la contemplación del rostro de Dios de día y de noche. Como lugar de castigo eterno se le contrapone el infierno, con siete divisiones asignadas a los musulmanes infieles, los judíos, los cristianos, los sabeos, los magos, los idólatras y los hipócritas, respectivamente. El destino humano está prefijado y escrito en las tablas eternas de la fe. Los profetas y los mártires van derechos al paraíso, y por lo tanto no conocerán el Día del Juicio, en el que al arcángel Israfil hará sonar por tres veces la trompeta. Los signos que precederán al juicio están tomados del Talmud y los midrashim judíos, y el puente que habrá que cruzar, angosto como el filo de una navaja, procede del zoroastrismo (cf. el capítulo 5, págs. 130 y ss.). Las acciones buenas y malas hechas en la tierra serán pesadas en la balanza por el arcángel, y el registro se entregará en la mano derecha a los justificados y se les atará a la espalda a los condenados. Seguidamente unos y otros procederán a sus respectivos puntos de destino pasando el puente. Los destinados al paraíso lo cruzarán sin daño, pero los predestinados al infierno caerán a un pozo que se abre debajo. Jesús, acompañado del imán Mahdi y de la bestia de la tierra, proclamará el Islam como religión mundial, y en último término todos los que hayan confesado su fe en el Profeta serán liberados del infierno y disfrutarán de los goces del paraíso». (E. O. James; Historia de las religiones, 1975)

    Sus cinco pilares principales: la profesión de fe, ayuno en época de ramadán, peregrinar a la Meca una vez en la vida, orar cinco veces al día, dar limosna en forma de tributo, no presentan rasgos esencialmente muy diferenciadores de los que podemos ver en las religiones ya citadas o en otras orientales.

    De hecho el Islam no rechaza sino que toma como suya parte de los relatos y profetas del cristianismo y del judaísmo, pero siempre a un nivel inferior del rol que ejerce Mahoma:

    «Mahoma mantuvo siempre que su revelación confirmaba la de las escrituras hebreas y cristianas, aunque, como demuestra el Corán, su conocimiento del contenido de las mismas era muy confuso y procedía de fuentes aprócrifas tardías y de los midrashim rabínicos. En el Corán se incluyeron leyendas talmúdicas, como la de la negativa de Satanás a adorar a Adán o la del cuervo que arañó la tierra para mostrar a Caín cómo deshacerse del cuerpo de Abel (V 30-35). De un targum judío ficticio procede la historia de que Abraham, a quien se considera fundador del Islam a través de Ismael, antepasado del pueblo árabe (II 1 2 2 ss.), fue arrojado a una hoguera por negarse a adorar ídolos (X X X V II 95, X X I 68-70). El que se le atribuyera la construcción de la Ka’ba, el santuario de La Meca cuyos guardianes eran los Quraysh y que custodiaba la piedra negra que se decía había caído del cielo en tiempos de Adán, no ha de extrañar dada la santidad del lugar. Había sido centro de peregrinación desde mucho antes de Mahoma, y su asociación con la figura de Abraham, el «primer musulmán», venía dada por una tradición según la cual él la había reconstruido e instalado en ella la piedra negra. Cerca estaba el pozo de Hagar, del que se creía que habían brotado las aguas para salvar la vida de Ismael (II 148 s.). El santuario central aparecía, pues, envuelto en una aureola de leyenda hebraica». (E. O. James; Historia de las religiones, 1975)

    ¿Qué indica todo esto? Lo que demuestra que la religión es producto del hombre y de las condiciones materiales del momento.

    La «yihad moderna» es una recapitulación de la lectura fundamental de «El Corán» hecha por «Muhammad Ibn Abd-al-Wahhab» en la que destaca la estricta aplicación de la «sharia» –leyes de la religión musulmana– así como una reinterpretación de la «yihad» para el islam en decadencia del siglo XVIII, y no hubiese sido más que una interpretación marginal en el gran mosaico del islam sino hubiese sido por la intervención de «Muhammad bin Saud», fundador de la dinastía de los Saud y del primer Estado Saudí, este suscribió con el primero el «Pacto de Al-Diriyya» que establecía que Saud se encargaría de los asuntos económico-políticos y Wahhab del tema religioso y su cumplimiento a excepción de los relacionados con las tributaciones de los ciudadanos para con el jefe tribal y posterior monarca; ese pacto está vigente en la actual Arabia Saudí; ambas fuerzas: monarquía y wahabistas, forman lo que se ha dado en llamar «islam político» que también se ha expresado en otro Estado bajo otras condiciones y actores: Irán por ejemplo que es una república. Esto no es una desviación del islam como tal, sino la cultura que se ha interpretado de sus ambiguas escrituras, ya que lo fundamental no es la forma de gobierno sino la aplicación de las leyes religiosas:

    «Ni el Corán, ni Mahoma han trazado ninguna forma particular de gobierno, de administración. La mejor estructura de gobierno que deben elegir los musulmanes es la que permite y hace necesaria la aplicación de la ley de Dios, el Corán. El califa, aún considerándose el sucesor del Profeta, no puede hacer enmiendas ni adiciones a la ley de Alá, el Corán, que fue revelada al Profeta por mediación de Gebrail. (...) Como se señaló más arriba, después de la muerte de Mahoma, la cuestión del poder temporal y espiritual creó rupturas sangrientas y provocó cismas en el seno del islam. El Corán no contenía directriz alguna que señalara cómo debía organizarse la umma. Esto resulta extraño desde la óptica filosófico-social del islamismo. Sólo tres siglos después de la muerte del Profeta, a través de cismas, guerras entre personas, clanes y dinastías, se llegó a crear una forma administrativa e institucional del poder temporal, éste, por supuesto, ligado estrechamente al dogma espiritual, a la religión. El califato, como sistema derivado de la ló­gica del islamismo, no ha sido considerado por los musulmanes como un dogma fundamental de la creencia religiosa. Mahoma designó a Abú Bakr solamente para dirigir las oraciones del conjunto de la comunidad, de la umma. Pero dada la mentalidad de los compañeros del Profeta y por analogía con la figura del imán, que dirige la oración común y al mismo tiempo es dirigente político de la comunidad, también a él le llamaron califa con todas sus atribuciones. Resulta, pues, que el Estado y la comunidad religiosa desempeñaban una misma función, una función común. En teoría, el califa era o bien elegido por el pueblo como Abú Bakr, o designado por su predecesor como el califa Omar. El sistema califal, sus prerrogativas materiales, religiosas, evolucionaron, se modificaron debido a las interpretacio­nes de las escuelas filosóficas dogmáticas, que acabaron transformándolo en una monarquía». (Enver Hoxha; El glorioso pasado de los pueblos no puede ser ignorado, 1983)

    Pero los países musulmanes no son los únicos lugares donde la política y la religión se ven de forma clara unificadas en un ente. En Nicaragua la Constitución de 1987 declara al país un Estado Laico y así podría pasar a priori si no se supiera más del país, pero las sucesivas reformas han incluido párrafos en que se establece la preservación de los «valores» de la cultura católica en una suerte de unión iglesia-Estado en apariencia más blanda pero igual de perjudicial para las masas explotadas que son sumidas en la ignorancia, introduciendo en el ideal colectivo como también propagaba el islam, que los poderosos deben dar limosna a los pobres, y que los pobres deben resignarse a esta vida terrenal que les ha tocado en pro de obtener una vida en el más allá más provechosa». (Equipo de Bitácora (M-L); Aclaraciones pertinentes sobre el atentado terrorista en Barcelona [Recopilación documental], 26 de enero de 2017)


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