CIUDAD DE MEXICO -- Uno de los primeros actos de Fidel Castro al llegar al poder fue deshacerse de los campos de golf de Cuba, buscando acabar totalmente con un deporte que él y otros revolucionarios veían como el epítome del exceso burgués. Ahora, 50 años más tarde, urbanizadores extranjeros dicen que el gobierno cubano ha dado un giro casi en la dirección opuesta, habiendo dado su aprobación preliminar en semanas recientes para cuatro grandes centros turísticos con campos de golf en la isla, el primero en lo que se prevé que sea una ola de más de una docena, del cual el gobierno anticipa que atraiga a turistas de alto consumo a una nación hambrienta de dinero en efectivo.
Los primeros cuatro proyectos totalizan más de $1,500 millones, en tanto el porcentaje de las ganancias para el gobierno será de aproximadamente la mitad. Entre los planes para el desarrollo están residencias que se permitirá comprar a extranjeros, una inusual oportunidad viniendo de un gobierno que prácticamente prohibió la propiedad privada en su impulso por la igualdad social.
Fidel Castro y su camarada de armas Ernesto Che Guevara —quien trabajó como cadi en su juventud en Argentina— fueron fotografiados jugando con uniformes militares varias décadas atrás, en lo que algunos han interpretado como un esfuerzo por burlarse ya sea del deporte o del presidente estadounidense de la época que amaba el golf, Dwight D. Eisenhower, o ambas.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien mantiene estrechos vínculos con Cuba, también ha atacado este pasatiempo en años recientes, poniendo en duda por qué, en vista de las barriadas y carencias de vivienda, deberían extenderse los campos sobre valiosa tierra “sólo para que un grupito de burgueses y pequeños burgueses puedan ir a jugar golf”.
Sin embargo, el deterioro de la economía cubana y el ascenso en la popularidad del deporte, particularmente entre viajeros que gastan fuertes sumas de dinero y llevan sus palos a cualquier lugar que visitan, ha suavizado la opinión del gobierno, comentaron inversionistas. Funcionarios cubanos no respondieron a peticiones para comentar al respecto, pero Manuel Marrero, el ministro de turismo, declaró en una conferencia en Europa este mes que el gobierno anticipa seguir adelante con empresas conjuntas para la construcción de centros de golf en el futuro cercano.
Durante los últimos tres años, el único campo de 18 hoyos en Cuba, en una extensión perteneciente al gobierno en el área vacacional de Playa Varadero, incluso fue sede de un torneo. Ya dejó de ser un juego de los ricos, argumentaron sus promotores.
“Nos dijeron que esta incursión es la máxima prioridad en inversión”, comentó Graham Cooke, arquitecto canadiense de campos de golf que diseñó un proyecto de $410 millones en Playa Guardalavaca, a lo largo de la costa norte de la isla, aproximadamente a 800 km de La Habana, para un consorcio de indígenas canadienses. La empresa, Standing Feather International, alega que firmó un memorando de acuerdo con el gobierno cubano a finales de abril y será el primero en comenzar la construcción, en septiembre.
Andrew Macdonald, el director ejecutivo del Grupo Esencia con sede en Londres, el cual contribuye a patrocinar el torneo de golf en Cuba y planea un club campestre de $300 millones en Varadero, afirmó: “Este es un hito fundamental para tener un sector turístico más ecléctico”.
Se espera que los desarrollos incluyan al menos uno de los tres propuestos por Leisure Canadá, empresa con sede en Vancouver que anunció hace poco un acuerdo de licencia con la Asociación de Golfistas Profesionales para los centros turísticos que planea en Cuba, así como un centro turístico diseñado por Foster & Partners de Londres.
Los proyectos van enfocados principalmente a turistas canadienses, europeos y asiáticos; no se permite que los estadounidenses inviertan dinero en la isla, bajo el embargo comercial de la era de la Guerra Fría, a menos que cuenten con una licencia del Departamento de Tesoro.
“Cuba se dio cuenta de que la oferta usual de sol y salsa playera no iba a ser sustentable”, comentó Chris Nicholas, director administrativo de Standing Feather, que negoció durante ocho años con la empresa paraestatal de turismo en Cuba. “Necesitaban más facetas del turismo y decidieron que el golf era una excelente vía a seguir”.
Quienes encabezan el desarrollo dijeron que era importante poner casas en los complejos para volverlos más atractivos para turistas e inversionistas, así como para incrementar ganancias.
De cualquier forma, John Kavulich, prominente asesor del Consejo EEUU-Cuba de Comercio y Economía, señaló que Cuba tenía antecedentes de retirarse de lo que percibía como grandes pasos hacia una empresa más libre y pudiera tener dificultades para explicar cómo era que complejos tan costosos, en dólares, pudieran coexistir con vivienda frecuentemente dilapidada para todos los demás.
“¿Permitirá Cuba a los ciudadano cubanos que sean miembros, que jueguen?”, se preguntó. “¿Cómo funcionará eso? Para el gobierno, permitir que alguien trabaje allá y permitir que alguien prospere allá es una gran diferencia”. Sin embargo, Macdonald indicó que los temas políticos eran debatibles, dado que Cuba ya había aceptado varios centros vacacionales de playa cerca de La Habana que suelen atraer a viajeros extranjeros de clase media.
“Para ellos eso no es un problema”, destacó. “Es turismo. Son personas viniendo a visitar el país”.
Si los proyectos se construyen como se imagina, los turistas gozarán no solo de modernísimos campos y la oportunidad de una segunda residencia en Cuba, sino de centros comerciales, spas y otras ventajas de lujo. Standing Feather, que se refiere a su complejo como Estancias de Golf Lima Linda, promete 1,200 villas, búngalos, dúplex y apartamentos dispuestos a lo largo de 210 hectáreas enmarcadas por montañas y playa.
Se espera que el costo de las residencias promedie $600,000 y que las 170 habitaciones hoteleras incluidas en el complejo cuesten aproximadamente $200 por noche, lo cual es un marcado contraste en un país donde los salarios promedian $20 mensuales. La empresa Standing Feather expresó que a fin de fomentar un sentido de comunidad y suministrar las comodidades de casa ente sus clientes, su complejo incluirá su propio centro comercial, donde se venderán productos norteamericanos bajo laxas normas aduanales.
“Está en el área de donde es Castro, en la provincia de Holguín”, agregó Cooke.
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Los primeros cuatro proyectos totalizan más de $1,500 millones, en tanto el porcentaje de las ganancias para el gobierno será de aproximadamente la mitad. Entre los planes para el desarrollo están residencias que se permitirá comprar a extranjeros, una inusual oportunidad viniendo de un gobierno que prácticamente prohibió la propiedad privada en su impulso por la igualdad social.
Fidel Castro y su camarada de armas Ernesto Che Guevara —quien trabajó como cadi en su juventud en Argentina— fueron fotografiados jugando con uniformes militares varias décadas atrás, en lo que algunos han interpretado como un esfuerzo por burlarse ya sea del deporte o del presidente estadounidense de la época que amaba el golf, Dwight D. Eisenhower, o ambas.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien mantiene estrechos vínculos con Cuba, también ha atacado este pasatiempo en años recientes, poniendo en duda por qué, en vista de las barriadas y carencias de vivienda, deberían extenderse los campos sobre valiosa tierra “sólo para que un grupito de burgueses y pequeños burgueses puedan ir a jugar golf”.
Sin embargo, el deterioro de la economía cubana y el ascenso en la popularidad del deporte, particularmente entre viajeros que gastan fuertes sumas de dinero y llevan sus palos a cualquier lugar que visitan, ha suavizado la opinión del gobierno, comentaron inversionistas. Funcionarios cubanos no respondieron a peticiones para comentar al respecto, pero Manuel Marrero, el ministro de turismo, declaró en una conferencia en Europa este mes que el gobierno anticipa seguir adelante con empresas conjuntas para la construcción de centros de golf en el futuro cercano.
Durante los últimos tres años, el único campo de 18 hoyos en Cuba, en una extensión perteneciente al gobierno en el área vacacional de Playa Varadero, incluso fue sede de un torneo. Ya dejó de ser un juego de los ricos, argumentaron sus promotores.
“Nos dijeron que esta incursión es la máxima prioridad en inversión”, comentó Graham Cooke, arquitecto canadiense de campos de golf que diseñó un proyecto de $410 millones en Playa Guardalavaca, a lo largo de la costa norte de la isla, aproximadamente a 800 km de La Habana, para un consorcio de indígenas canadienses. La empresa, Standing Feather International, alega que firmó un memorando de acuerdo con el gobierno cubano a finales de abril y será el primero en comenzar la construcción, en septiembre.
Andrew Macdonald, el director ejecutivo del Grupo Esencia con sede en Londres, el cual contribuye a patrocinar el torneo de golf en Cuba y planea un club campestre de $300 millones en Varadero, afirmó: “Este es un hito fundamental para tener un sector turístico más ecléctico”.
Se espera que los desarrollos incluyan al menos uno de los tres propuestos por Leisure Canadá, empresa con sede en Vancouver que anunció hace poco un acuerdo de licencia con la Asociación de Golfistas Profesionales para los centros turísticos que planea en Cuba, así como un centro turístico diseñado por Foster & Partners de Londres.
Los proyectos van enfocados principalmente a turistas canadienses, europeos y asiáticos; no se permite que los estadounidenses inviertan dinero en la isla, bajo el embargo comercial de la era de la Guerra Fría, a menos que cuenten con una licencia del Departamento de Tesoro.
“Cuba se dio cuenta de que la oferta usual de sol y salsa playera no iba a ser sustentable”, comentó Chris Nicholas, director administrativo de Standing Feather, que negoció durante ocho años con la empresa paraestatal de turismo en Cuba. “Necesitaban más facetas del turismo y decidieron que el golf era una excelente vía a seguir”.
Quienes encabezan el desarrollo dijeron que era importante poner casas en los complejos para volverlos más atractivos para turistas e inversionistas, así como para incrementar ganancias.
De cualquier forma, John Kavulich, prominente asesor del Consejo EEUU-Cuba de Comercio y Economía, señaló que Cuba tenía antecedentes de retirarse de lo que percibía como grandes pasos hacia una empresa más libre y pudiera tener dificultades para explicar cómo era que complejos tan costosos, en dólares, pudieran coexistir con vivienda frecuentemente dilapidada para todos los demás.
“¿Permitirá Cuba a los ciudadano cubanos que sean miembros, que jueguen?”, se preguntó. “¿Cómo funcionará eso? Para el gobierno, permitir que alguien trabaje allá y permitir que alguien prospere allá es una gran diferencia”. Sin embargo, Macdonald indicó que los temas políticos eran debatibles, dado que Cuba ya había aceptado varios centros vacacionales de playa cerca de La Habana que suelen atraer a viajeros extranjeros de clase media.
“Para ellos eso no es un problema”, destacó. “Es turismo. Son personas viniendo a visitar el país”.
Si los proyectos se construyen como se imagina, los turistas gozarán no solo de modernísimos campos y la oportunidad de una segunda residencia en Cuba, sino de centros comerciales, spas y otras ventajas de lujo. Standing Feather, que se refiere a su complejo como Estancias de Golf Lima Linda, promete 1,200 villas, búngalos, dúplex y apartamentos dispuestos a lo largo de 210 hectáreas enmarcadas por montañas y playa.
Se espera que el costo de las residencias promedie $600,000 y que las 170 habitaciones hoteleras incluidas en el complejo cuesten aproximadamente $200 por noche, lo cual es un marcado contraste en un país donde los salarios promedian $20 mensuales. La empresa Standing Feather expresó que a fin de fomentar un sentido de comunidad y suministrar las comodidades de casa ente sus clientes, su complejo incluirá su propio centro comercial, donde se venderán productos norteamericanos bajo laxas normas aduanales.
“Está en el área de donde es Castro, en la provincia de Holguín”, agregó Cooke.
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