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    Síndrome tóxico: envenenar a la población para desviar la atención de armamento químico prohibido

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    Mensaje por nunca Mar Jun 05, 2012 1:39 pm

    Síndrome tóxico: envenenar a la población para desviar la atención de armamento químico prohibido


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    1981 era una fecha clave para la incorporación de España en la OTAN y una fuga de armamento químico (cuyo uso estaba prohibido por la legislación internacional), en la base militar de Torrejón, hubiera puesto en serias dificultades dicho propósito. Esto era algo que el gobierno estadounidense no se podía permitir, deseoso como estaba de instalar bases militares de la Alianza Atlántica en un enclave estratégicamente tan importante como era, y es, España, por lo que desviar la atención de la base torrejonera era primordial. A continuación reproducimos un extracto del artículo “El síndrome de la colza: entre la distancia y la mentira” de Teresa Galeote, en el que explica cómo, fumigando una plantación de tomates con los mismos gases tóxicos que se escaparon de Torrejón, y culpando del síndrome tóxico a un aceite adulterado (que algunos de los afectados nunca tomaron), se consiguió desviar la atención de la base militar madrileña.
    En el capítulo dedicado al “Síndrome Toxico”, el envenenamiento que afectó a veinte mil personas y que causó la muerte a dos mil quinientas no fue cómo nos lo contaron. Según Pérez Escolar todo fue una trama política con intereses muy concretos; la entrada de España en la OTAN. En ese sentido, un escape de gases tóxicos de la base en Torrejón era un gran inconveniente para la incorporación de nuestro país a la Alianza Militar y desviar la atención de la polémica base torrejonera era importante.

    El doctor Muro contradijo los resultados dados por el laboratorio de Atlanta, ubicado en EE.UU., centro de investigación al que llevaron los datos que contenían los primeros síntomas de los afectados de la intoxicación. El prestigioso investigador no encontró en las anilinas del aceite de colza la causa del envenenamiento, sino en una partida de tomates; concretamente en los organofosforados. Dicho compuesto se sintetizó como gas bélico durante la segunda guerra mundial y producía los mismos síntomas que los intoxicados estaban padeciendo. Muro había presenciado la autopsia de uno de los afectados y constató que el veneno se había introducido por vía digestiva y no por el aire como decían las autoridades del momento. El persistente disenso del doctor Muro y el cese como director del Hospital del Rey fue todo uno; allí realizaba sus investigaciones con un exhaustivo seguimiento de los pacientes intoxicados. Le cortaron las alas y con ello la posibilidad de que a los enfermos se les diese el tratamiento adecuado. Se ocultó, premeditadamente, que un centenar de militares de la base también sufrieron el “síndrome” y que fueron trasladados inmediatamente a hospitales de EE.UU. y de Alemania.


    Un accidente de esas características en la base militar, cuando la opinión pública y los partidos de la oposición de izquierdas estaban en contra de dichas instalaciones, ponía en peligro el ingreso de nuestro país en la OTAN. Para tan eficaces estrategas, era necesario desviar la atención y estudiar la fórmula más efectiva de hacerlo; el mortal gas reconvertido en insecticida-pesticida llegó a cierta plantación de tomates de Roquetas de Mar, en Almería. La distribución posterior hizo el resto.
    NO sólo fue el doctor Muro el que marcó las distancias con las tesis oficiales sino que otros investigadores, el doctor Francisco Martínez Ruiz y la doctora Maria Jesús Clavera, entre otros, también discreparon de la versión oficial ofrecida. Después, un muro de silencio y complicidad se alzó para dar cobertura a unos planes muy bien trazados desde las cloacas del poder. No importaban las víctimas. La entrada de España en la OTAN estaba en juego y lo demás poco importaba para los mal llamados Intereses de Estado.
    Para más información os recomendamos la lectura del libro “La CIA en España“ de Alfredo Grimaldos, donde dedica un capítulo entero a este trágico hecho.

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    Mensaje por nunca Mar Jun 05, 2012 1:58 pm



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    --> [EL LADO OSCURO DE LA "COLZA"]

    ...El día 1 de mayo de 1981 hace su aparición oficial una enfermedad, calificada de "nueva y desconocida", que se inicia en la periferia de madrid y se extiende luego en dirección norte y noroeste. Posteriormente también se registran casos aislados de la misma patología en el sur y el este de la penínsua. La enfermedad es bautizada inicialmente como "neumonía atípica! y finalmente "síndrome tóxico del aceite de colza". Esta variedad de aceite es la que va a cargar con el sambenito del envenenamiento masivo.

    + La oficina para Europa de la OMS emitió un informe en el que reconocía no haber podido reproducir la enfermedad en el laboratorio a partir de las muestras del aceite supuestamente tóxico. Pero desde el principio, a tesis de la colza no se sostenía. Los datos más fiables apuntaban en una dirección muy distinta. Distintos doctores, de la comisión de investigación epidemiológica se muestran encontra de la tesis oficial.

    + La Base de Torrejón de Ardoz en Madrid zona norteamericana es el centro de la onda epidémica. La Unión sovietica apunta a la instalación militar norteamericana como epicentro de un accidente con armamento biológico. La URSS invita a que EEUU demuestre si ha destruido sus reservas de armas bacteriológicas, de acuerdo con la convención internacional firmada en 1972.
    Estamos apuntando que el origen de la enfermedad puede afectar a los intereses políticos de la potencia que está al frente del imperio, que se juega el ingreso de España en la OTAN.

    + Hay que ocultar a toda costa el origen de la enfermedad. Pero una vez establecido que el aparato digestivo es la única vía posible de extensión de la patología, comienza la frenética búsqueda de un nuevo chivo expiatorio que cargue con las culpas. Se descubre la existencia en el mercado español de aceites comestibles de colza importados como excedentes de la produccion comunitaria, con destino a la producción de acero, que han sido desviados para el consumo humano, y por ahí, empieza a encaminarse la construcción de una nueva coartada.
    Acabarán criminalizados meros estafadores que estaban beneficiándose ilegalmente de unas tasas arancelarias bajas.

    + "...A mí me encargaron la defensa de los aceiteros catalanes procesados, y lo primero que mis clientes me dijeron es que el mismo aceite al que acusaban de provocar la enfermedad lo habían vendido también en Cataluña, y por allí no había ni un solo caso de síndrome tóxico".... abogado Jesús Castrillo.

    + Todo indica que no se desconoce el origen de la enfermedad, sino que se trata de ocultar por todos los medios. Si el aceite es el causante de la epidemia, parece inevitable que los demás parientes de las víctimas sufran también los efectos de la toxidad. Sin embargo, la mitad de todos los enfermos del síndrome tóxico son un caso único en su grupo familiar. Algo insólito, porque el paciente, al resultar afectado y dada la agresividad aguda del tóxico, es traladado de inmediato al hospital, alejándolo así del factor que presuntamente le ha atacado. Mientras tanto, sus familiares continúan consumiendo el aceite, sin que nadie más resulte afectado, al menos otros cuarenta días. Hasta que el 10 de junio se dice públicamente que esa es la causa de la enfermedad. Y el grupo familiar es, genéticamente, el más homogéneo. La versión oficial no tiene ningún sentido.

    + Las quejas y las protestas de la mayoría de los afectados se anega en miles de millones de pesetas invertidos como indemnizaiciones. Para cobrar ese dinero público es imprescindible ser enfermo de "la colza". A quienes manifiestan que nunca han comprado ese tipo de aceite, se les "convence" de que habrán contraido la enfermedad comiendo un magdalena, un churro o un aperitivo en un bar.
    Se emplea un argumento insoslayable: usted tiene que padecer "neumonía atípica", y como consecuencia del consumo de aceite de colza. Si no cumple este requisito, no tiene derecho a indemnización.
    Al frente de ese gran carusel de millones se pone, como presidente del Plan Nacional de Síndrome Tóxico, Carmen Salanueva, funcionaria que será juzgada y encarcelada años después por sus estafas al erario público cuando ejerce de directora del BOE.

    + Rafael Pérez Escolar, que dedica un documentado y contundente capítulo de sus memorias al sindrome tóxico, relata una ilustriva anécdota...

    "...Pedro Sabando, consejero de Sanidad cuando Joaquín leguina presidía la comunidad de madrid, mantenía una estrecha amistad con el doctor Muro y, cuando éste se encontraba a punto de fallecer, el consejero socialista le hizo una visita. El moribundo, obsesionado por el "síndrome tóxico" y sus trágicas consecuencias, le reprochó la actitud fraudulenta del gobierno al atribuir la apidemia al aceite de colza. Y el socialista le dijo con sinceridad: "Déjalo, Antonio, no le des más vueltas, este asunto es la CIA y el KGB juntos...."
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    Síndrome tóxico: envenenar a la población para desviar la atención de armamento químico prohibido  Empty Re: Síndrome tóxico: envenenar a la población para desviar la atención de armamento químico prohibido

    Mensaje por nunca Miér Abr 15, 2015 8:59 pm

    Tres años y medio después de que se iniciara la tragedia atribuida al aceite de colza adulterado, que causó la muerte a 352 personas y ha producido lesiones irreversibles a otras 24.000, los resultados de nuevas investigaciones científicas sostienen que no fue el aceite el culpable. El «Nemacur», un producto de la firma Bayer que se usa en agricultura para matar gusanos, aparece en estos informes como desencadenante del llamado «síndrome tóxico».

    Según nuevas investigaciones científicas
    Un producto Bayer envenenó España.


    El 9 de noviembre pasado, Luís Frontela Carreras, catedrático de Medicina Legal y director del Instituto de Ciencias Forenses de la Universidad de Sevilla, en un informe reservado, afirmaba: «No existe la más mínima base científica para atribuir al consumo de aceite de colza desnaturalizado mediante anilinas la causa directa del "síndrome tóxico"».

    El documento de Frontela, producto de dos años de trabajo, en el que participó todo su equipo de colaboradores de la Universidad de Sevilla, echaba por tierra las tesis oficiales elaboradas durante el Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo, que atribuían al aceite de colza adulterado la causa del envenenamiento masivo sufrido en varias provincias del país durante la primavera y el verano de 1981.

    Frontela Carreras, uno de los más prestigiosos médicos del país, famoso por sus investigaciones forenses sobre el crimen de Los Galindos, no sólo descarta que la colza fuera el agente desencadenante de la epidemia que vistió de luto a 352 familias españolas, sino que afirma tajantemente que las anilinas, unas sustancias colorantes utilizadas para desnaturalizar el aceite, no provocan el cuadro clínico observado en los afectados por la «neumonía atípica».

    «En consecuencia -advierte el doctor Frontela en su trabajo-, estimamos que los tóxicos fundamentales que ocasionaron el "síndrome tóxico" no son las anilinas, sino otras sustancias, que pudieron no ser detectadas en los análisis efectuados por los organismos oficiales encargados de invesrtigar el caso».

    El doctor Frontela efectuó su trabajo científico utilizando técnicas matemáticas y estadísticas, y experimentos de laboratorio, a petición del abogado José Merino Ruiz, cuya esposa, María Concepción Navarro Hernández, había fallecido en Madrid durante el verano de 1981, presentando un cuadro clínico similar al de los supuestos envenenados por el aceite de colza.

    A pesar de que esta mujer había contraído la enfermedad meses antes de que se detectara el primer fallecimiento atribuido a la «neumonia atípica», Frontela sentencia: «Los hallazgos macroscópicos de autopsia y los análisis de vísceras de María Concepción Navarro Hernández son coincidentes con los de otros fallecidos por el llamado "síndrome tóxico"».

    Este descubrimiento, junto con la sintomatología que presentaban los enfermos de la «neumonía atípica», lleva al doctor Frontela a sospechar que el causante del enevenenamiento que llevó a la tumba a 352 personas, según las estadísticas oficiales -más de 500, según otras fuentes-, y produjo lesiones graves e irreversibles en otros 24.000 individuos, no era el aceite de colza.

    Nemacur.Frontela probó entonces a investigar con insecticidas organofosforados y sustancias similares, habitualmente utilizados como plaguicidas por los agricultores, logrando un sorprendente descubrimiento: el Nemacur, un producto químico fabricado por la Bayer para matar los parásitos que se fijan a las raíces de las plantas, podría ser el origen de la desconocida enfermedad.

    Este nematicida, que se fabrica en la planta que la multinacional Bayer tiene en Quart de Poblet, a pocos kilómetros de Valencia, al ser absorbido por las plantas en determinado periodo de crecimiento, podría dejar residuos tóxicos en los frutos y provocar el envenenamiento de cuantos individuos consumieran el producto, sostiene el informe del doctor Frontela.

    «Las series de ratas intoxicadas directamente con Nemacur y con pimientos tratados con Nemacur dos semanas antes de la recolección -afirma concluyentemente el forense sevillano en su informe- presentan similares lesiones microscópicas que las que se observan en los fallecidos por el síndrome o neumonía tóxica».

    Bayer.A similares conclusiones había llegado dos años antes el doctor Antonio Muro Fernández Cavada, ex director del hospital del Rey, de Madrid, quien, en un voluminoso trabajo de investigación epidemiológica, establece que la epidemia detectada en España el 1 de mayo de 1981, cuando en Torrejon de Ardoz moría el niño Carlos Vaquero, de ocho años de edad, víctima de una desconocida neumonía pulmonar, estaba provocada por una partida de tomates que habían sido tratados con el nematicida fabricado por la Bayer en Quart de Poblet (Valencia).

    El doctor Muro, un «médico maldito» por haberse enfrentado a las tesis oficiales que relacionaban el aceite de colza desnaturalizado a la extraña enfermedad, acabó apartado de la comisión gubernamental que investigaba las causas de la «neumonía atípica».

    Rodeado de un estrecho grupo de colaboradores, Muro se lanzó a investigar por su cuenta. Entrevistó personalmente a más de 4.000 afectados por la enfermedad, viajó de una a otra punta del país y, seis meses después, tenía elaborado el mapa de la enfermedad en todo el territorio estatal.

    De esta manera, el médico heterodoxo y su equipo lograban obtener un primer descubrimiento: gran parte de los afectados por el llamado «síndrome tóxico» no habían consumido aceite de colza desnaturalizado y, por el contrario, todos ellos incluían en su dieta alimenticia una determinada variedad de tomate que sólo se cultiva en escasas zonas del Estado español.

    Con estos datos, el doctor Muro se dedica a visitar mercados, se entrevista con asentores de frutas y verduras, con transportistas e intermediarios y semanas más tarde consigue averiguar que el tomate sospechoso procede de una huerta de la localidad almeriense de Roquetas del Mar.

    Sus investigaciones le permiten determinar, incluso, la cantidad de tomate que pudo haber producido el envenenamiento masivo conocido como «síndrome tóxico»: una partida de unos ochenta y cinco mil kilos cosechada durante los meses de abril, mayo y junio de 1981 y dedicada al consumo interior por su escasa calidad.

    «Este tomate, de la variedad Lucy -señala a CAMBIO16 Antonio Muro-, se consumió principalmente en los cinturones periféricos de las grandes ciudades, lo que coincide con el perfil sociológico de los afectados, todos ellos personas pertenecientes a un estrato social medio-bajo».

    Mientras la comisión gubernamental del «síndrome tóxico» seguía manteniendo la teoría del aceite de colza desnaturalizado como el vehículo propagador de la epidemia, Muro centra su trabajo en los insecticidas utilizados por los agricultores para combatir las plagas y descubre que un producto de la Bayer, el Nemacur, produce en las cobayas similares efectos a los detectados en los pacientes afectados por la «neumonía atípica».

    Cuando se administra oralmente Nemacur 10 a las cobayas -afirma el doctor Muro en el folio OJ 6342507 vuelto del sumario de la colza-, éstas mueren al sexto día. Si, en cambio, se les alimenta con un pedazo pequeño de pimiento tratado con este nematicida, la cobaya muere al segundo día, de donde se desprende que, al ser asimilado por la planta, el Nemacur 10 se convierte en un tóxico más potente que en su preparación original».

    Frente a las teorías de los doctores Muro y Frontela, el resto de la comunidad científica -el Centro de Nutrición y Alimentación de Majalahonda, el Instituto Nacional de Toxicología y un sector del Consejo Superior de Investigaciones Científicas- sigue considerando que el envenenamiento masivo que afectó a 14 provincias españolas a comienzos del verano de 1981 se debió a un tóxico que se encontraba en una partida de aceite de colza desnaturalizado.

    La tesis del aceite de colza, cada vez más débil. La del Nemacur gana terreno.
    La tesis del aceite de colza, cada vez más débil. La del Nemacur gana terreno.

    Los investigadores oficiales fundamentan su hipótesis en que el 97 por 100 de los enfermos del llamado «síndrome tóxico» habían consumido aceite de colza adulterado y vendido clandestinamente y en el hecho de que a partir del 30 de junio de 1981, fecha en que el Gobierno procedió a retirar masivamente este aceite, la curva de afectados descendió vertiginosamente.

    Sin embargo, los intentos de reproducir en laboratorio los efectos del síndrome inoculando el supuesto aceite envenenado a todo tipo de cobayas, han resultado vanos hasta la fecha. «En los laboratorios de la Fundación Jiménez Díaz -cuenta a CAMBIO16 un biólogo- hicimos pruebas con grupos de diez ratas de quinientos gramos cada una, a las que les dábamos tres miligramos de aceite de colza de todas las formas imaginables (frito, en ensalada, crudo, etcétera), y ninguna de las cobayas reprodujo el síndrome. Simplemente, engordaban».

    En el Instituto Nacional de Toxicología y en el Centro de Nutrición y Alimentación de Majalahonda, dos de las instituciones científicas de mayor prestigio del país, los experimentos dieron parecidos resultados. «La administración de muchas muestras de aceite a babuinos, monos, cobayas y hamsters han dado resultados negativos», concluye la Organización Mundial de la Salud en un informe elaborado en 1983 y dado a conocer este año.

    World Health Organization (WHO).La OMS, que desde que se descubrió el «síndrome tóxico» hasta la fecha ha enviado a 14 equipos científicos internacionales a nuestro país para estudiar la sintomatología y los orígenes del envenenamiento masivo, en un informe de 96 páginas, reconoce la impotencia de la comunidad científica internacional para determinar las verdaderas causas de la epidemia.

    «Las pruebas de que las anilidas de ácidos grasos fueron la causa de la enfermedad siguen siendo poco convincentes -asegura en su informe la OMS- (...) Mientras la toxina exacta del aceite siga sin identificarse, todas las pruebas de aceite confiscadas deberían conmservarse almacenadas, ya que mientras siga sin descubrirse la causa precisa, no puede tenerse la seguridad de que esta enfermedad no volverá a presentarse en España u en otros países».

    La ausencia de datos concluyentes en las investigaciones de laboratorio sobre muestras de aceite de colza desnaturalizado ha hecho que muchos científicos españoles y extrangeros estén en la actualidad utilizando otras hipótesis de trabajo y que la propia Organización Mundial de la Salud, en un informe confidencial remitido al Gobierno español, recomienda no descartar ninguna otra posibilidad de investigación que pueda arrojar luz sobre el origen del agente tóxico. Es el caso de los doctores Francisco Javier Martínez Ruíz y María Jesús Clavera Ortiz, antiguos miembros de la Comisión Epidemiológica del Síndrome Tóxico, quienes han llegado a la conclusión de que el agente causante del envenenamiento masivo que produjo las «neumonías atípicas» del verano del año 1981 no estaban en el aceite de colza desnaturalizado, sino, por el contrario, en las ensaladas.

    Doctores Javier Martínez Ruíz y María Jesús Clavera: 'El aceite no es el culpable'.
    Doctores Javier Martínez Ruíz y María Jesús Clavera: «El aceite no es el culpable».

    «Tras muchos meses de trabajo en el Plan Nacional del Síndrome Tóxico -dice Francisco Javier Martínez a CAMBIO16- hemos podido comprobar que el tóxico no fue el aceite, ya que sólo tres de cada mil personas que consumieron la colza supuestamente envenenada han resultado afectados. Además, no es excato que la epidemia cesara el treinta de junio de mil novecientos ochenta y uno, cuando se mandó retirar el aceite. En contra de la versión oficial, está estadísticamente comprobado que el llamado "síndrome tóxico" había comenzado a remitir dos semanas antes».

    Por otras parte, el personal científico del Laboratorio Central de Aduanas, que dirige el doctor Bolaños, que fue el primer centro investigador del país que aisló las anilinas de los aceites de colza desnaturalizados, tienen serias dudas acerca de que este tóxico fuera el único causante de la epidemia.

    «Después de haber estudiado detenidamente la sintomatología de los enfermos -señaló un alto cargo del organismo a CAMBIO16-, estamos convencidos de que entre las sustancias que provocaron las "neumonías atípicas" tenía que haber obligatoriamente compuestos fosforados».

    A esta misma conclusión llegaba, en el verano de 1981, el médico militar Luis Sánchez Monge, una de las personas que más años ha dedicado al estudio de la acción de los gases tóxicos.

    El doctor Sánchez Monge, experto en armas químicas y bacteriológicas, en un informe reservado hecho llegar a las autoridades sanitarias del país, aseguraba la coincidencia entre los efectos del «síndrome tóxico» descubiertos en los afectados y determinadas fases de la guerra química, donde suelen emplearse compuestos fosforados en estado gaseoso.

    En uno y otro caso, el cuadro clínico era similar: insuficiencias respiratorias graves con disnea y tos, náuseas y vómitos, dolores musculares, dolores de cabeza, diarrea y exantema pruriginoso.

    Todas estas experiencias apoyan los descubrimientos de los doctores Muro y Frontela, quienes, trabajando cada uno por su lado, llegaron a la conclusión de que el posible tóxico determinante de la epidemia era el Nemacur, un nematicida que se elabora en la planta de Cuart de Poblet, en Valencia, por la multinacional alemana Bayer. El Nemacur se emplea como plaguicida desde 1972 en el Estado español y lleva fósforo en su composición.

    «Según mis investigaciones y las de mi equipo de colaboradores -asegura el doctor Luis Frontela Carreras a CAMBIO16-, el Nemacur es con mucha probabilidad el agente causante del envenenamiento masivo conocido como "síndrome tóxico"».

    El doctor Frontela, que recibió a esta revista en su domicilio de Sevilla, en la avenida de la República Argentina, asegura también que su trabajo no son especulaciones gratuitas. «Un equipo interdisciplinario de quince personas llevamos dos años investigando en el tema, hemos hecho centenares de ensayos con todo tipo de plaguicidas y todos los datos señalan que la epidemia pudo producirse por una incorrecta utilización de este organofosforado».

    Según el Servicio de Defensa contra Plagas e Inspección Fitopatológica del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el Nemacur cuando se emplea en su versión líquida, que posee una alta concentración de organofosforados, es un producto altamente tóxico, letal para las personas, los animales terrestres y la fauna acuícola, por lo que debe administrarse a las plantas entre sesenta y noventa días antes de la recolección, para dar tiempo a la planta a eliminar los posibles residuos de veneno que puedan acumularse en tallo, hojas y frutos.

    «Yo utilicé el Nemacur -se ratifica Frontela ante CAMBIO16- en plantaciones de pimientos dos semanas antes de la recolección. Administrados a lotes de ratas, reproducían fielmente la sintomatología de los afectados por las "neumonías atípicas" de mayo-junio de mil novecientos ochenta y uno, y morían a los pocos días».

    Informes confidenciales de los servicios secretos, a los que ha tenido acceso CAMBIO16, señalan que F.M., el agricultor de Roquetas de Mar, empleó Nemacur -varios bidones de cinco litros de Nemacur en su versión líquida, es decir, la más tóxica- para exterminar una plaga de fusario -un hongo que afecta a las raíces- que estaba a punto de arruinar su cosecha de tomates.

    «Fue una mala cosecha -cuenta F.M. a CAMBIO16, confirmando los datos en poder de los servicios de inteligencia-. En un invernadero de dos hectáreas sólo logré salvar ochenta y un mil quilos de tomates, de la variedad Lucy, que vendí entre doce y dos pesetas el kilo y quese destinaron en su integridad al mercado nacional».

    El descubrimiento de este agricultor, que confiesa haber recolectado su cosecha semanas antes de que se detectara los primeros casos atribuidos a un tóxico desconocido, parece confirmar las hipótesis del doctor Antonio Muro y su equipo de colaboradores que, a través de un amplio estudio sociológico, cuya documentación ocupa varios armarios de su antiguo despacho del Hospital del Rey, determinó en 1981 que los supuestos tomates a los que él achacaba el origen de la epidemia se habían producido en la provincia de Almería.

    Sin embargo, la empresa fabricante del producto plagicida, la multinacional Bayer, la primera empresa química del mundo que creó una sección destinada a la conservación de la naturaleza, rechaza cualquier posible vinculación del Nemacur con el envenenamiento masivo de mayo-junio de 1981.

    «Incluso en caso de una mala aplicación del Nemacur, en un plazo breve por descuido o intencionadamente, no se presentaría ningún tipo de enfermedad del tipo de "síndrome tóxico", ya que está demostrado que nuestro producto no es neurotóxico y, en cambio, los afectados por la "neumonía atípica" han padecido en su mayoría procesos neurotóxicos», manifestó el jefe de la división fitosanitaria de Bayer en el Estado español, J. Costa (véase apartado).

    Estos argumentos no convencen al catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Sevilla, Luis Frontela Carreras, quien afirma a esta revista que existen efectos poco conocidos, pero altamente peligrosos, en los nematicidas. «Estos efectos -asegura- se producen a largo plazo e incluso en personas que no han consumido grandes cantidades de tóxico y no vienen indicados en los folletos de los plaguicidas normalmente, por lo que se suele escapar al conocimiento de los especialistas e incluso de un sector de la comunidad científica».

    Pero no es sólo la Bayer quien pone en duda los informes de los doctores Muro y Frontela. «Si son rigurosamente serios -asegura Carmen Salanueva, coordinadora deñ Plan Nacional del Síndrome Tóxico- que vengan y los expongan, que aquí a nadie se le cierran las puertas».

    Por otra parte, el Gobierno, que sigue con evidente preocupación las investigaciones de Antonio Muro y Luis Frontela, por el temor de que una mala utilización del tema puede perjudicar al sector agrícola español en un momento clave de nuestra integración en la Comunidad Económica Europea, va a invitar a ambos científicos a que expongan sus teorías ante los foros científicos estatales e interestatales, para evitar, de una vez por todas, que se siga especulando con un tema que afecta dolorosamente a numerosas familias del país.

    Independientemente de las declaraciones del Gobierno y de los responsables a nivel asistencial de los afectados por el «síndrome tóxico», el catedrático de Medicina Legal de Sevilla, Luis Frontela, está convencido de que su trabajo está en el buen camino. «Dentro de dos semanas, cuando hayamos concluido los últimos ensayos, la verdad se abrirá paso por sí sola».
    El síndrome de la muerte.
    El síndrome tóxico, también llamado «neumonía atípica», fue detectado en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz el 1 de mayo de 1981, al morir por insuficiencia pulmonar aguda el niño de ocho años Carlos Vaquero. Posteriormente, seis de los ocho miembros de su familia contraerían la extraña enfermedad.

    En pocos días, la epidemia alcanzó a otras trece provincias españolas, todas ellas situadas en el noroeste de la Península, salvo Galicia y Cantabria, y afectó sobre todo a personas de clase media-baja residentes en las zonas periféricas de las ciudades.

    La epidemia alcanzó su punto máximo a mediados de junio, fecha en que se nregistraron hasta 600 ingresos en los hospitales de todo el país, y se atendía a más de cuatro mil enfermos. Durante este periodo se realizaron los primeros estudios epidemiológicos, que permitieron establecer que la enfremedad no afectaba a lactantes y que la epidemia incidia más en la población femenina.

    El primer dato permitió establecer que la «neumonía atípica» tiene su origen en un envenenamiento masivo por ingestión de alimentos. Encuestas posteriores demostraron que la mayoría de los afectados habían consumido aceite de colza desnaturalizado con anilinas. A pesar de que la mayoría de los afectados habían consumido también tomates y otros alimentos de consumo generalizado, el hallazgo de las anilinas en el aceite de colza y las circunstancias políticas que vivía el partido del Gobierno, la Unión de Centro Democrático, hizo que toda la investigación oficial se centrara en «la colza».

    Datos oficiales estiman que unas sesenta mil personas estuvieron sometidas a los efectos del tóxico, de las cuales resultaron directamente afectadas 24.000 y murieron 352. Sin embargo, datos extraoficiales sigieren que la población expuesta al veneno fue muy superior y que el número de muertos asciende en la actualidad a más de quinientas personas, 150 de las cuales no son reconocidas oficialmente, por haber contraído el «envenenamiento» antes o después de que estuviera en circulación la partida de aceite de colza a que se atribuye la intoxicación.
    Un insecticida altamente tóxico.
    El Nemacur es un compuesto químico que se emplea por los agricultores como nematicida, para combatir las plagas que afectan a las raíces de las plantas.

    Fabricado y patentado por la multinacional alemana Bayer, se sintetizó por primera vez en 1963 y se viene comercializando en el Estado español desde 1972. Su materia activa son los Fenamifos (etil-p-metiltio-m-tolil-isopropil fosforoamidato), un producto fosforado que actúa como plaguicida por contacto y es soluble en las grasas.

    Se vende libremente en 19 países, especialmente en los tropicales, y en el Estado español se comercializa en dos versiones: una, líquida, y otra, granulada.

    El producto líquido, conocido por Nemacur 40, posee una elevada concentración de Fenaminos y es altamente tóxico. De acuerdo con las normas del Ministerio de Agricultura el consumidor debe consignar en un libro de registro la utilización que le va a dar y no se puede aplicar a las cosechas sesenta días antes de su recolección.

    El Nemacur granulado o Nemacur 10 es bastante menos tóxico y no necesita, legalmente, un plazo de seguridad para ser administrado a las plantas.

    Los organismos internacionales encargados de la salud (Organización Mundial de la Salud, Organización de Alimentación y Agricultura, etc.), permiten en el caso del Nemacur un límite de residuos que oscila entre los 0,05 y 0,2 miligramos de plaguicida por kilo de vegetal, según el tipo de cultivo.

    El «codex» alimentario de la FAO, por su parte, establece que el IDA (Ingestión Diaria Admisible) de Fenamifos en el ser humano no debe superar el 0,0006 miligramos por día y kilo de peso de la persona que absorbe el tóxico.

    La Bayer se defiende.
    La aplicación correcta del Nemacur no tiene ningún riesgo para la salud, porque los residuos máximos, tanto del preparado como de sus metabolitos, están, después del plazo de espera, por debajo de la tolerancia aceptada por la OMS, informa la Bayer a CAMBIO16.

    Saliendo al paso de los informes de los doctores Muro y Frontela, la multinacional alemana asegura que en los estudios efectuados por el Instituto Nacional de Toxicología efectuados en mayo de 1981, cuando surgió el «síndrome tóxico», no aparecieron restos de organofosforados, compuesto que constituye el principio activo del Nemacur.

    Señalan también que han vendido su producto en grandes cantidades en el Estado español desde 1972 hasta la fecha sin que se hayan presentado envenenamientos debido a que su acción sobre las plantas es muy pequeña.

    Bayer España destaca el hecho de que, a pesar de haberse utilizado masivamente su nematicida en Canarias, Baleares, Alicante, Almería, Murcia y Valencia, en estas zonas no se han presentado casos de enfermedades con sintomatología parecida a la «neumonía atípica». «Por el contrario -dicen-, las regiones más afectadas por el "síndrome" han resultado ser aquellas en que la aplicación del Nemacur es mínima».

    En contra de las hipótesis de los doctores Frontela y Muro, la multinacional alemana pone de relieve que a pesar de ser el tomate y los pimientos productos de mucha exportación, en ningún país del mundo se ha detectado el «síndrome tóxico». El Nemacur se emplea en la actualidad en otros 19 países, desde Estados Unidos a Camerún, como nematicida. «En ninguno de ellos se han producido enfermedades similares a la «neumonía atípica» registrada en el Estado español en 1981», afirma la Bayer.

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