El gran engaño del “Eurocomunismo”: La liquidación de la naturaleza revolucionaria de los comunistas y su conversión a la socialdemocracia
De un artículo de Héctor Siluchi publicado en el blog el hilo rojo en agosto de 2009
tomado de la web hernanmontecinos.com en octubre de 2009
De un artículo de Héctor Siluchi publicado en el blog el hilo rojo en agosto de 2009
tomado de la web hernanmontecinos.com en octubre de 2009
Ha venido a verme un colega a casa y me ha encontrado tirado en el suelo, llorando desconsoladamente, maldiciendo en arameo y arrancándome los pelos de la barba. ¿Qué te pasa?, me pregunta mientras intenta animarme. Y es que mirad lo que he leído a un buen amigo del PC.(pcpunto***), a propósito de Santiago Carrillo:
“Tengo en la estantería su libro “Eurocomunismo y estado” (1977) […] y lo sigo encontrando plenamente vigente. ¿El PCE necesita un manifiesto programa?. Yo fotocopiaría ese libro y lo repartiría entre la militancia quitando alguna cosa aquí y allá. A veces ojeo algún capítulo y me sorprendo al ver lo que se parece al programa de Izquierda Unida.”
Esas líneas me han dejado tan dolido que no puedo entrar a considerar la figura de Santiago Carrillo por parecerme un tema secundario al lado de esto.
Al “Eurocomunismo” puedo concederle, como hacía el camarada Manuel Sacristán, tres aciertos: una crítica sana a los errores de la tradición comunista, una voluntad de analizar las novedades de la estructura social, y una percepción acertada de la difícil viabilidad de un horizonte revolucionario cercano en esta Europa en la que vivimos.
Y, junto a eso, tiene el “Eurocomunismo” un vicio gigantesco que da al traste con los aciertos que pudiera tener: la liquidación de la naturaleza revolucionaria de los comunistas, la conversión de éstos en socialdemócratas.
Ya que no vamos a lograr que la gente salga en masa a plantar unas barricadas en la Gran Vía madrileña, ya que la revolución es aquí y ahora algo que se presenta como irrealizable, el “Eurocomunismo” opta por orientar la labor de los comunistas hacia una lucha parlamentaria en la que lograríamos ser hegemónicos.
La desmantelación del Partido Comunista de España como organización de cuadros y sectorializada hacia una estructura “de masas” organizada electoralmente, no es algo que surgió de la nada: es parte esencial de la teoría eurocomunista, se infiere directamente de su doctrina.
El “Eurocomunismo” no plantea ninguna “vía al socialismo”: es una justificación de la conversión de organizaciones de naturaleza revolucionaria en organizaciones electoralistas.
Se da la ironía de que la organización a la que mi amigo del pcpunto alaba en su entrada, el Partido Comunista de Portugal (PCP), es un Partido que no sufrió el “Eurocomunismo”, y que por tanto nunca llegó a aceptar resignadamente el limitar su lucha al juego parlamentario. El “Eurocomunismo” disfraza esa resignación de “vía gradual al socialismo”. Por eso no puede servirnos como “Manifiesto-Programa”: porque no propone nada, se limita a justificar la actuación posibilista en estos tiempos difíciles en los que vivimos.
El “Eurocomunismo” es una teoría mentirosa: dice tener un plan cuando en realidad no tiene ninguno. No es una teoría honesta. Así fue que en 1982 nos pegamos tal hostiazo en las elecciones que el “Eurocomunismo” quedó herido de muerte: supuestamente íbamos a cambiar el mundo desde las instituciones de las democracias occidentales, íbamos a evitar el choque directo, íbamos a dirigirnos “en paz y libertad” gradualmente al socialismo, íbamos a lograr la hegemonía desde el Parlamento …y resulta que nuestro gran plan cosecha el 4,02% de los votos. El plan no era tal plan.
El PCP fue fiel a lo mejor de la tradición comunista: trabajar desde el Parlamento, pero siendo conscientes de que no es desde ahí desde donde lograremos la hegemonía social. Que no podamos hacer ahora grandes cosas no significa que tengamos que convertirnos en lo que no somos, como pretende el “Eurocomunismo”. En ese error nunca cayó el PCP, de ahí que disfruten de una organización fuerte a pesar de la debilidad generalizada de la izquierda en Europa.
No creo que el “Eurocomunismo” se parezca al programa de Izquierda Unida: nuestro programa no miente, el “Eurocomunismo” sí. No pretendemos engañar a nadie: queremos llegar al socialismo, pero no disfrazamos nuestra debilidad presente de “plan para una transición gradual al socialismo” como lo hacía el “Eurocomunismo”.
Pretendemos que nuestra práctica cotidiana sea lo más útil posible a la sociedad con las escasas fuerzas que disponemos; pero no nos hacemos trampas al solitario, ni creo que se las hagamos a los demás; desde los tiempos de Santiago Carrillo nadie ha intentado vender la moto de que ésta era la senda que nos llevaría hacia la hegemonía: admitimos que la receta no la tenemos.
En Izquierda Unida somos infinitamente más humildes y más sinceros de lo que lo era el “Eurocomunismo”. Y seguramente ahí estará nuestra salvación: creo que hay un gran número de personas en IU que somos conscientes de que por ésta vía no lograremos mucho más, que hay que explorar otros caminos, que algo nuevo tendremos que hacer. La honestidad es lo que diferencia al programa de IU de la teoría Eurocomunista.
En resumen, considero que eso es lo que ha supuesto el “Eurocomunismo”: tres aciertos con los que no hemos logrado avanzar gran cosa, y un error tan grave que sigue amenazando con liquidarnos de manera definitiva.
*** pcpunto (PC.) es el primer nombre que tuvo el actual PCPE.“Tengo en la estantería su libro “Eurocomunismo y estado” (1977) […] y lo sigo encontrando plenamente vigente. ¿El PCE necesita un manifiesto programa?. Yo fotocopiaría ese libro y lo repartiría entre la militancia quitando alguna cosa aquí y allá. A veces ojeo algún capítulo y me sorprendo al ver lo que se parece al programa de Izquierda Unida.”
Esas líneas me han dejado tan dolido que no puedo entrar a considerar la figura de Santiago Carrillo por parecerme un tema secundario al lado de esto.
Al “Eurocomunismo” puedo concederle, como hacía el camarada Manuel Sacristán, tres aciertos: una crítica sana a los errores de la tradición comunista, una voluntad de analizar las novedades de la estructura social, y una percepción acertada de la difícil viabilidad de un horizonte revolucionario cercano en esta Europa en la que vivimos.
Y, junto a eso, tiene el “Eurocomunismo” un vicio gigantesco que da al traste con los aciertos que pudiera tener: la liquidación de la naturaleza revolucionaria de los comunistas, la conversión de éstos en socialdemócratas.
Ya que no vamos a lograr que la gente salga en masa a plantar unas barricadas en la Gran Vía madrileña, ya que la revolución es aquí y ahora algo que se presenta como irrealizable, el “Eurocomunismo” opta por orientar la labor de los comunistas hacia una lucha parlamentaria en la que lograríamos ser hegemónicos.
La desmantelación del Partido Comunista de España como organización de cuadros y sectorializada hacia una estructura “de masas” organizada electoralmente, no es algo que surgió de la nada: es parte esencial de la teoría eurocomunista, se infiere directamente de su doctrina.
El “Eurocomunismo” no plantea ninguna “vía al socialismo”: es una justificación de la conversión de organizaciones de naturaleza revolucionaria en organizaciones electoralistas.
Se da la ironía de que la organización a la que mi amigo del pcpunto alaba en su entrada, el Partido Comunista de Portugal (PCP), es un Partido que no sufrió el “Eurocomunismo”, y que por tanto nunca llegó a aceptar resignadamente el limitar su lucha al juego parlamentario. El “Eurocomunismo” disfraza esa resignación de “vía gradual al socialismo”. Por eso no puede servirnos como “Manifiesto-Programa”: porque no propone nada, se limita a justificar la actuación posibilista en estos tiempos difíciles en los que vivimos.
El “Eurocomunismo” es una teoría mentirosa: dice tener un plan cuando en realidad no tiene ninguno. No es una teoría honesta. Así fue que en 1982 nos pegamos tal hostiazo en las elecciones que el “Eurocomunismo” quedó herido de muerte: supuestamente íbamos a cambiar el mundo desde las instituciones de las democracias occidentales, íbamos a evitar el choque directo, íbamos a dirigirnos “en paz y libertad” gradualmente al socialismo, íbamos a lograr la hegemonía desde el Parlamento …y resulta que nuestro gran plan cosecha el 4,02% de los votos. El plan no era tal plan.
El PCP fue fiel a lo mejor de la tradición comunista: trabajar desde el Parlamento, pero siendo conscientes de que no es desde ahí desde donde lograremos la hegemonía social. Que no podamos hacer ahora grandes cosas no significa que tengamos que convertirnos en lo que no somos, como pretende el “Eurocomunismo”. En ese error nunca cayó el PCP, de ahí que disfruten de una organización fuerte a pesar de la debilidad generalizada de la izquierda en Europa.
No creo que el “Eurocomunismo” se parezca al programa de Izquierda Unida: nuestro programa no miente, el “Eurocomunismo” sí. No pretendemos engañar a nadie: queremos llegar al socialismo, pero no disfrazamos nuestra debilidad presente de “plan para una transición gradual al socialismo” como lo hacía el “Eurocomunismo”.
Pretendemos que nuestra práctica cotidiana sea lo más útil posible a la sociedad con las escasas fuerzas que disponemos; pero no nos hacemos trampas al solitario, ni creo que se las hagamos a los demás; desde los tiempos de Santiago Carrillo nadie ha intentado vender la moto de que ésta era la senda que nos llevaría hacia la hegemonía: admitimos que la receta no la tenemos.
En Izquierda Unida somos infinitamente más humildes y más sinceros de lo que lo era el “Eurocomunismo”. Y seguramente ahí estará nuestra salvación: creo que hay un gran número de personas en IU que somos conscientes de que por ésta vía no lograremos mucho más, que hay que explorar otros caminos, que algo nuevo tendremos que hacer. La honestidad es lo que diferencia al programa de IU de la teoría Eurocomunista.
En resumen, considero que eso es lo que ha supuesto el “Eurocomunismo”: tres aciertos con los que no hemos logrado avanzar gran cosa, y un error tan grave que sigue amenazando con liquidarnos de manera definitiva.