¡Contra los despidos, los recortes y la ofensiva anti proletaria de la burguesía!
Los meses pasados han supuestos un recrudecimiento generalizado de las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora y de todas las "clases" subalternas.
Cualquier trabajador conoce perfectamente el panorama que se sufre en los puestos de trabajo y el escenario que se prepara para la "necesaria salida a la crisis" desde todas las instancias de decisión y ejecución laboral, desde todos los organismos encargados de gestionar el desarrollo de la economía y del mismo mercado de trabajo, a nivel nacional, local y empresarial: una parte importante de los trabajadores se encuentra en paro (con míseras ayudas por desempleo o directamente sin ayuda ni ingreso alguno) y los que tienen trabajo, en casi cualquier sector, tanto público como privado, se enfrentan a medidas cada vez más duras: represión, despidos selectivos, despidos a dedo de carácter represivo contra los trabajadores más activos en la lucha por nuestras condiciones de trabajo; despidos masivos por cese de actividad, cierres de fábrica con despidos y deslocalizaciones de producción (a los países emergentes donde la mano de obra se pueda comprar más barata), o despidos asociados a cualquier "otra razón económica" como la "mejor gestión de los recursos". Despidos de todas las maneras, legales e "ilegales": despidos directos (con carta de despido o expedientes de regulación extintivos, con partes y sanciones muchas veces falsos y forzados por la empresa para justificar sus despidos) y despidos indirectos (por la acumulación de sanciones, por la eliminación de "puestos de trabajo", por la no renovación de contratos "por tiempo y obra", por la reducción masiva de interinos o trabajadores en prácticas, etc...). Despidos directos como los miles de obreros despedidos en las obras por cese de actividad, quiebra de la constructora (de la estructura empresarial correspondiente, que nunca quiebra el bolsillo del burgués), cese de actividad en los servicios, y despidos indirectos como los centenares de funcionarios interinos que han engrosado las listas del paro en las Comunidades de Madrid, Castilla La Mancha, Cataluña, Navarra o Galiza y deberán pasar "el año en blanco".
La situación en el España es idéntica a la que nos encontramos en la mayor parte de los países europeos, si bien en cada caso el desarrollo de la crisis y las condiciones económicas propias determinan el nivel de paro (mayor en España), despidos (idéntico en España, Grecia, Francia, Portugal...), deudas públicas (mayor en Grecia o Portugal). etc. Pero que nadie se lleve a engaño, la situación actual es solo el anuncio de los tiempos que vendrán.
La crisis capitalista que azota al mundo desde hace ya casi cuatro años y que en España se ha visto recrudecida por la especial volubilidad del sistema económico nacional (sumamente expuesto a las perturbaciones financieras internacionales, levantado sobre una estructura productiva estacional y muy poco capaz de hacer frente a graves desequilibrios como el que se vive actualmente) ha hecho que la burguesía de todos los países coloque entre sus prioridades más inmediatas, de cara a poder salvar el rumbo desastroso que sus negocios toman en los últimos tiempos, la llamada reestructuración del mercado laboral, destinada a lograr aminorar los costes derivados del empleo de mano de obra (bajada de los salarios, recorte de los salarios indirectos como la Seguridad Social, etc.) y del mismo despido de esta mano de obra cuando ya no es necesaria (contratación temporal, abaratamiento del despido). Las últimas reformas laborales, basadas en la legalización del encadenamiento de contratos temporales y en la rebaja de la indemnización por despido de 30 a 25 días por año trabajado, son la concreción legal de unas necesidades que la burguesía aún no ha visto del todo satisfechas.
Frente a esta ofensiva, que responde a la misma naturaleza del sistema capitalista, basado en la extracción de plusvalía, es decir, en la explotación necesariamente cada vez mayor de los proletarios, las organizaciones sindicales amarillas, grandes y pequeñas, han realizado únicamente un trabajo serio en el sentido de la desorganización y la desmoralización de los proletarios. Con la convocatoria de una huelga general, con meses de preaviso y reducida a un único día han mostrado que luchar, para el proletariado, es algo inútil y limitado al aspecto meramente simbólico de la protesta democrática. Con la persistente ausencia en los puestos de trabajo, con las negativas a reivindicar a los patrones ni aún los aspectos más básicos de la supervivencia frente a la degradación de las condiciones de trabajo que se imponen en todas las empresas, abandonan de hecho a los proletarios a las garras de la patronal. Ante esta situación en la que los sindicatos amarillos organizan prácticamente la derrota aún antes de luchar de los proletarios, la burguesía logra imponer sistemáticamente todas sus necesidades encaminadas a la reanudación de la obtención de beneficios siempre a costa de más explotación, de despidos, de rebajas salariales…
Incluso en el hasta ahora intocable sector público, en la enseñanza, la sanidad, etc. se desarrolla esta ofensiva destinada a cargar sobre los hombros del proletariado el peso de la crisis capitalista. Los "recortes" son despidos, directos e indirectos, se mire como se mire. Y la lucha contra los despidos, de cualquier tipo, es la primera medida evidente de la solidaridad de clase. El proletariado debe oponerse activamente a todos los despidos, incluso a aquellos "despidos indirectos" que aparecen encubiertos y que sufren las capas más débiles del proletariado en forma de contratos por obra y servicio, temporales, etc.
Los beneficios empresariales han bajado en lo más hondo de la crisis (del 2009 a hoy), pero siguen siendo beneficios. Y todo a costa de los trabajadores explotados cada día más, como pasas secadas al sol de la represión laboral, y de los recortes de salarios y despidos generalizados. La única vía que tiene el proletariado para remontar esta situación es la de la reanudación de la lucha de clase en defensa de sus condiciones de existencia. La lucha con medios y métodos de clase que no atiendan a las necesidades de la Empresa, de la economía nacional, del país ni a ninguna exigencia que no sea la de la misma imposición de las necesidades proletarias. Para ello es necesaria la organización clasista que luche contra la política oportunista del sindicalismo amarillo, que reorganice las fuerzas proletarias en el sentido de la lucha exclusiva por los intereses de clase.
Proletarios:
¡Contra los despidos en el sector público o en el privado!
¡Por la unidad proletaria al margen de las divisiones que la burguesía impone!
¡Por la reanudación de la lucha de clases!
Partido Comunista Internacional
6 de noviembre de 2011
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Los meses pasados han supuestos un recrudecimiento generalizado de las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora y de todas las "clases" subalternas.
Cualquier trabajador conoce perfectamente el panorama que se sufre en los puestos de trabajo y el escenario que se prepara para la "necesaria salida a la crisis" desde todas las instancias de decisión y ejecución laboral, desde todos los organismos encargados de gestionar el desarrollo de la economía y del mismo mercado de trabajo, a nivel nacional, local y empresarial: una parte importante de los trabajadores se encuentra en paro (con míseras ayudas por desempleo o directamente sin ayuda ni ingreso alguno) y los que tienen trabajo, en casi cualquier sector, tanto público como privado, se enfrentan a medidas cada vez más duras: represión, despidos selectivos, despidos a dedo de carácter represivo contra los trabajadores más activos en la lucha por nuestras condiciones de trabajo; despidos masivos por cese de actividad, cierres de fábrica con despidos y deslocalizaciones de producción (a los países emergentes donde la mano de obra se pueda comprar más barata), o despidos asociados a cualquier "otra razón económica" como la "mejor gestión de los recursos". Despidos de todas las maneras, legales e "ilegales": despidos directos (con carta de despido o expedientes de regulación extintivos, con partes y sanciones muchas veces falsos y forzados por la empresa para justificar sus despidos) y despidos indirectos (por la acumulación de sanciones, por la eliminación de "puestos de trabajo", por la no renovación de contratos "por tiempo y obra", por la reducción masiva de interinos o trabajadores en prácticas, etc...). Despidos directos como los miles de obreros despedidos en las obras por cese de actividad, quiebra de la constructora (de la estructura empresarial correspondiente, que nunca quiebra el bolsillo del burgués), cese de actividad en los servicios, y despidos indirectos como los centenares de funcionarios interinos que han engrosado las listas del paro en las Comunidades de Madrid, Castilla La Mancha, Cataluña, Navarra o Galiza y deberán pasar "el año en blanco".
La situación en el España es idéntica a la que nos encontramos en la mayor parte de los países europeos, si bien en cada caso el desarrollo de la crisis y las condiciones económicas propias determinan el nivel de paro (mayor en España), despidos (idéntico en España, Grecia, Francia, Portugal...), deudas públicas (mayor en Grecia o Portugal). etc. Pero que nadie se lleve a engaño, la situación actual es solo el anuncio de los tiempos que vendrán.
La crisis capitalista que azota al mundo desde hace ya casi cuatro años y que en España se ha visto recrudecida por la especial volubilidad del sistema económico nacional (sumamente expuesto a las perturbaciones financieras internacionales, levantado sobre una estructura productiva estacional y muy poco capaz de hacer frente a graves desequilibrios como el que se vive actualmente) ha hecho que la burguesía de todos los países coloque entre sus prioridades más inmediatas, de cara a poder salvar el rumbo desastroso que sus negocios toman en los últimos tiempos, la llamada reestructuración del mercado laboral, destinada a lograr aminorar los costes derivados del empleo de mano de obra (bajada de los salarios, recorte de los salarios indirectos como la Seguridad Social, etc.) y del mismo despido de esta mano de obra cuando ya no es necesaria (contratación temporal, abaratamiento del despido). Las últimas reformas laborales, basadas en la legalización del encadenamiento de contratos temporales y en la rebaja de la indemnización por despido de 30 a 25 días por año trabajado, son la concreción legal de unas necesidades que la burguesía aún no ha visto del todo satisfechas.
Frente a esta ofensiva, que responde a la misma naturaleza del sistema capitalista, basado en la extracción de plusvalía, es decir, en la explotación necesariamente cada vez mayor de los proletarios, las organizaciones sindicales amarillas, grandes y pequeñas, han realizado únicamente un trabajo serio en el sentido de la desorganización y la desmoralización de los proletarios. Con la convocatoria de una huelga general, con meses de preaviso y reducida a un único día han mostrado que luchar, para el proletariado, es algo inútil y limitado al aspecto meramente simbólico de la protesta democrática. Con la persistente ausencia en los puestos de trabajo, con las negativas a reivindicar a los patrones ni aún los aspectos más básicos de la supervivencia frente a la degradación de las condiciones de trabajo que se imponen en todas las empresas, abandonan de hecho a los proletarios a las garras de la patronal. Ante esta situación en la que los sindicatos amarillos organizan prácticamente la derrota aún antes de luchar de los proletarios, la burguesía logra imponer sistemáticamente todas sus necesidades encaminadas a la reanudación de la obtención de beneficios siempre a costa de más explotación, de despidos, de rebajas salariales…
Incluso en el hasta ahora intocable sector público, en la enseñanza, la sanidad, etc. se desarrolla esta ofensiva destinada a cargar sobre los hombros del proletariado el peso de la crisis capitalista. Los "recortes" son despidos, directos e indirectos, se mire como se mire. Y la lucha contra los despidos, de cualquier tipo, es la primera medida evidente de la solidaridad de clase. El proletariado debe oponerse activamente a todos los despidos, incluso a aquellos "despidos indirectos" que aparecen encubiertos y que sufren las capas más débiles del proletariado en forma de contratos por obra y servicio, temporales, etc.
Los beneficios empresariales han bajado en lo más hondo de la crisis (del 2009 a hoy), pero siguen siendo beneficios. Y todo a costa de los trabajadores explotados cada día más, como pasas secadas al sol de la represión laboral, y de los recortes de salarios y despidos generalizados. La única vía que tiene el proletariado para remontar esta situación es la de la reanudación de la lucha de clase en defensa de sus condiciones de existencia. La lucha con medios y métodos de clase que no atiendan a las necesidades de la Empresa, de la economía nacional, del país ni a ninguna exigencia que no sea la de la misma imposición de las necesidades proletarias. Para ello es necesaria la organización clasista que luche contra la política oportunista del sindicalismo amarillo, que reorganice las fuerzas proletarias en el sentido de la lucha exclusiva por los intereses de clase.
Proletarios:
¡Contra los despidos en el sector público o en el privado!
¡Por la unidad proletaria al margen de las divisiones que la burguesía impone!
¡Por la reanudación de la lucha de clases!
Partido Comunista Internacional
6 de noviembre de 2011
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]