No merece la pena hablar de cifras, los analistas de toda estirpe ya le han sacado todo el jugo al resultado de las elecciones en el aspecto numérico. Ya sabemos que la Ley Electoral es injusta y que por ello el reparto de los escaños no es el que debería ser. También sabemos que el PP ha ganado con tan sólo medio millón de votos más que cuando perdió en 2008. Medio millón de votos es una subida insignificante frente a los 4 millones de votantes que ha perdido el PSOE, de los cuales se han beneficiados otros partidos minoritarios (IU, UPyD, entre otros...) y otros tantos se han abstenido. Con lo que la derecha obtiene la mayoría absoluta prácticamente con el mismo número de votos con las que perdió las anteriores de 2008 y con poco más de las de 2004. El PP obtiene con menos del 45% de los votos más del 53% de los escaños. Y esto sin tener en cuenta el 30% de abstención. Todo un ejemplo de democracia. Pero no es esto lo que queremos analizar ni el mensaje que queremos transmitir, porque esto ya es sabido por todos.
Desde el punto de vista de clase, y teniendo en cuenta que esta "democracia" es un mecanismo diseñado por la burguesía y para servir a ésta, las elecciones del 20-N dejan a un claro perdedor: la clase trabajadora y sus intereses. Y no por el resultado final ni el reparto de escaños, sino porque más de 20 millones de españoles, trabajadores casi en su totalidad, votaron al neoliberalismo más cruel y más contrario a los intereses de la clase obrera y otros pocos votaron a otras opciones reformistas o alternativas con el fin de al menos autocomplacerse de no alimentar a los grandes.
Desde la transición de 1975 venimos cambiando el gobierno, de manera prácticamente alternante, siempre con una esperanza de cambio, y aquí llegan unos y se van otros y nuestra situación no hace más que empeorar. Está demostrado que nadie va a venir a sacarnos las castañas del fuego, pues ya llevamos cerca de 40 años probando. ¿Hasta cuándo?
Ahora los resultados electorales del 20-N, después de 8 años, devuelven el poder político al Partido Peligroso (PP), y con él a toda su casta reaccionaria, a los que redujeron el poder adquisitivo de los españoles en más de un 4% y que les encantan los contratos temporales basura, los salvajes del neoliberalismo que vendieron Telefónica, Endesa, Aceralia, Argentaria, Tabacalera, Repsol y Gas Natural, entre otras muchas más empresas públicas al sector privado para reducir la deuda pública en un miserable 5% (del 68% al 63%), dejándonos sin más ingresos para las arcas públicas que el de los impuestos; vuelven los que nos recortaron en un 10% la protección social (educación, pensiones, sanidad pública, seguridad ciudadana...), vuelven los que liberalizaron el suelo y elevaron el precio de la vivienda en más de un 30% en tan sólo 4 años, los que niegan el calentamiento global, no creen en el cambio climático antropogénico e incumplieron el Protocolo de Kioto; los coleguitas de Bush que nos culminaron la integración en la OTAN y nos llevaron a Afganistán y a Irak a que matáramos y nos mataran; vuelven los que intentaron un Golpe de Estado en Venezuela, los mentirosos que quisieron engañarnos sobre el Yak-42 y los atentados del 11-M y describían el Desastre del Prestige como "unos finos hilitos de plastilina"; vuelven los xenófobos, los racistas, los homófobos, los corruptos de la Gürtel y otras tramas judiciales, los ultraconservadores, los fascistas, los del Nacional-Catolicismo... vuelven los herederos del franquismo.
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Desde el punto de vista de clase, y teniendo en cuenta que esta "democracia" es un mecanismo diseñado por la burguesía y para servir a ésta, las elecciones del 20-N dejan a un claro perdedor: la clase trabajadora y sus intereses. Y no por el resultado final ni el reparto de escaños, sino porque más de 20 millones de españoles, trabajadores casi en su totalidad, votaron al neoliberalismo más cruel y más contrario a los intereses de la clase obrera y otros pocos votaron a otras opciones reformistas o alternativas con el fin de al menos autocomplacerse de no alimentar a los grandes.
Desde la transición de 1975 venimos cambiando el gobierno, de manera prácticamente alternante, siempre con una esperanza de cambio, y aquí llegan unos y se van otros y nuestra situación no hace más que empeorar. Está demostrado que nadie va a venir a sacarnos las castañas del fuego, pues ya llevamos cerca de 40 años probando. ¿Hasta cuándo?
Ahora los resultados electorales del 20-N, después de 8 años, devuelven el poder político al Partido Peligroso (PP), y con él a toda su casta reaccionaria, a los que redujeron el poder adquisitivo de los españoles en más de un 4% y que les encantan los contratos temporales basura, los salvajes del neoliberalismo que vendieron Telefónica, Endesa, Aceralia, Argentaria, Tabacalera, Repsol y Gas Natural, entre otras muchas más empresas públicas al sector privado para reducir la deuda pública en un miserable 5% (del 68% al 63%), dejándonos sin más ingresos para las arcas públicas que el de los impuestos; vuelven los que nos recortaron en un 10% la protección social (educación, pensiones, sanidad pública, seguridad ciudadana...), vuelven los que liberalizaron el suelo y elevaron el precio de la vivienda en más de un 30% en tan sólo 4 años, los que niegan el calentamiento global, no creen en el cambio climático antropogénico e incumplieron el Protocolo de Kioto; los coleguitas de Bush que nos culminaron la integración en la OTAN y nos llevaron a Afganistán y a Irak a que matáramos y nos mataran; vuelven los que intentaron un Golpe de Estado en Venezuela, los mentirosos que quisieron engañarnos sobre el Yak-42 y los atentados del 11-M y describían el Desastre del Prestige como "unos finos hilitos de plastilina"; vuelven los xenófobos, los racistas, los homófobos, los corruptos de la Gürtel y otras tramas judiciales, los ultraconservadores, los fascistas, los del Nacional-Catolicismo... vuelven los herederos del franquismo.
¡ES HORA DE QUE LA CLASE OBRERA SE ORGANICE Y LUCHE POR SUS INTERESES!
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