Otra entrevista a Centella. Esta vez en La Marea.
MADRID // El secretario federal del Partido Comunista de España (PCE), José Luis Centella, llega al XIX Congreso del partido con la tranquilidad de una reelección asegurada. Sin pujas por el cargo, el debate se centra en las ideas. Como el PSOE hace una semana, pero sin los recursos, el marketing y los “grandes medios” de su parte, critica Centella. Entre las novedades, el Congreso propondrá que los líderes políticos puedan ser revocados por la ciudadanía (presidentes, alcaldes, concejales…) o por su militancia, si no cumplen con sus promesas.
Con la reelección asegurada, ¿qué espera del congreso del PCE de este fin de semana?
Vamos a hacer un congreso más de propuestas que de personas. La mayoría social trabajadora de España necesita que se le diga cómo salir de la crisis. El gobierno le dice que espere dos años a que se recuperen para crear empleo, pero la respuesta es que la crisis no tiene solución. No se trata de gestionar mejor el capitalismo, sino de superar el capitalismo.
¿Qué líneas de trabajo habrá en el XIX Congreso?
Plantearemos una salida anticapitalista y democrática de la crisis. En sentido contrario de lo que plantea la Troika, que plantea avanzar por el camino del neoliberalismo. Hay que poner la economía al servicio de la gente y, para eso, hace falta una planificación democrática de la economía, un sector público potente para que los intereses de la mayoría sean defendidos desde el Estado y propuestas que creen empleo directamente.
La banca privada no es una ONG. Su objetivo es ganar dinero y no se le puede pedir que, en momentos de crisis, cree empleo. Por eso planteamos una banca pública y que los sectores estratégicos de la economía, como son la industria o las comunicaciones, en lugar de avanzar hacia la privatización, estén en manos del sector público.
¿Hay que poner también patas arriba el modelo económico?
El sector especulativo no puede ser el eje de la economía, sino el productivo, el que genera riqueza. El trabajo es la fuente de toda riqueza y legitimidad social. Lo que genera riqueza no son lo que llaman, con cierto eufemismo, “emprendedores”, sino los trabajadores.
También hay que fortalecer los partidos políticos, no acabar con ellos: hay que hacerlos más democráticos y transparentes. Al congreso vamos a llevar propuestas como la de poder revocar a cargos y partidos: que a mitad de mandato, si la ciudadanía no está de acuerdo con un concejal, un alcalde o un presidente del Gobierno lo pueda revocar. Que haya que rendir cuentas anualmente. Pero también la militancia respecto a los responsables de los partidos. Queremos que haya un control público de los programas electorales: no pueden ser cartas a los reyes magos.
¿Y quién decidiría si está cumpliendo o no?
Queremos hacer un gran debate sobre esto.
¿Qué otras propuestas afectarían a los partidos políticos?
Las campañas electorales no pueden ser un elemento de marketing, sino de debate: hay que disminuir los gastos y potenciar los elementos de debate y discusión. Medidas contra la corrupción: que no sea legal la donación más allá de la cuota de empresarios o personas privadas. En política, como en la vida, quien paga, manda. Si alguien hace un donativo de 100.000 euros a un partido, no es gratis. Y queremos una legislación que permita recuperar el dinero estafado y revertirlo en lo público.
Y esto, hacerlo a través de un proceso constituyente, donde se ponga en cuestión el modelo de Estado, donde los españoles decidan entre monarquía o república. Se ha generado una gran mentira: la votación de 1978 no legitimó en las urnas a la monarquía: se votó una monarquía con las leyes fundamentales del franquismo o una monarquía constitucional. Si hubiese salido el “no”, no habría habido república, sino otro tipo de monarquía. Es el momento de que haya un referéndum sobre el modelo de Estado.
El PSOE dice haberse redefinido este fin de semana en su Conferencia Política. ¿En qué se diferencia IU del nuevo PSOE? ¿Encaja esa renovación en un hipotético pacto de gobierno?
Nosotros no estamos en política con una vara de medir respecto al PSOE. Tenemos un perfil propio. La izquierda significa mayor reparto de la riqueza, pero también confrontar con un modelo productivo diseñado desde Maastricht y la Europa del euro, que es contrario al desarrollo de la economía española. Y seguimos apostando por la república y la democracia participativa. Si alguien encuentra algún punto de encuentro con lo que ha salido del encuentro de este fin de semana del PSOE…
Al igual que el PSOE, ¿el PCE también necesita una mano de pintura?
Nosotros, el PCE, tenemos cedida nuestra representación institucional en Izquierda Unida. Por tanto, no tenemos que tener una operación de marketing. El problema de las operaciones de marketing en política es que tienen un recorrido. Para marketing, ni tenemos voluntad, ni medios. El marketing tiene problemas al conectarlo con la realidad: alguien confió en Zapatero y se encontró después con la realidad de Zapatero.
¿Qué debería corregir el PCE?
Nosotros hemos pasado una etapa complicada, pero estamos mejor que hace cuatro años. Vamos a debatir sobre cómo organizarnos mejor. Hemos tenido una estructura muy territorial desde la Transición. Queremos avanzar hacia una más sectorial, que es la que tenía el Partido Comunista cuando luchaba contra la dictadura, más implicado en los sectores. Con más protagonismo en la Educación, en la Sanidad, en los centros de trabajo, la Universidad… Siempre se ha dicho que el oro del PCE era la militancia. Nosotros no buscamos subir dos puntos en las encuestas del CIS, sino formar un gran bloque con la gente que está afectada por la crisis para crear una alternativa, otro modelo de sociedad.
Hay sectores de la población a los que la palabra “comunista” le sigue infundiendo miedo. ¿La derecha les ha ganado la batalla de la propaganda?
Sí. La derecha ha ganado alguna batalla, pero no la guerra. Ha ganado hegemonía cultural. Intenta plantear que el comunismo es lo antiguo y el liberalismo, lo nuevo. Hay una hegemonía potenciada por los grandes medios de comunicación. Pero el liberalismo es más antiguo. Incluso la monarquía es más antigua que la república. La explotación del hombre es más antigua que lo que plantea el comunismo.
¿El abandono de la cultura fue uno de los errores del comunismo en el siglo XX?
Sí. De la izquierda en general… y del partido comunista de forma muy especial. Es cierto que hubo un abandono por parte de la izquierda de la batalla cultural, pero también una ofensiva por parte del sistema, con subvenciones de por medio, para acaparar. El problema fue creerse que la batalla era ganar un diputado más o un concejal más. La gran derrota de la izquierda en el siglo XXI, no sólo la comunista, viene de derrotas culturales en el siglo XX.
La izquierda no apostó por la cultura, por defender a los intelectuales. Y no hemos sido capaces de defender los medios de comunicación críticos. Y eso se está pagando en el siglo XXI con el dominio de la derecha ideológica y económica, que tiene un control terrible sobre los medios de comunicación.
Los controles económicos sobre los medios de comunicación son tremendos. Y en la cultura… el que se mueve no sale en la subvención de Felipe González, Aznar, Zapatero, Rajoy, las comunidades o los ayuntamientos. Esto hace difícil plantear una cultura crítica. Pero la hay. Lo importante es plantear una batalla contra el pensamiento único. Responde al intento del capital de plantear un pensamiento único. Todo lo que no sea liberalismo económico e individualismo, no existe. Es marginado o condenado a que es algo viejo y rancio.
¿Qué otros errores cometió el comunismo en el siglo XX?
La izquierda en el siglo XX, y el Partido Comunista dentro de esa izquierda, hubo un momento en el que no fue capaz de plantear una alternativa. Frente a lo que era la socialdemocracia, que planteaba que gestionando bien el capital se podía llegar a resolver los problemas de la gente, mediante lo que se llamó el Estado del Bienestar, parecía que no había necesidad de cambiar el sistema. Si el sistema capitalista te da la pensión, te da la posibilidad de tener una vivienda, sanidad, educación… todo gratis. ¿Para qué iba uno a querer cambiar el sistema capitalista? La izquierda y el PC no plantearon un sistema alternativo. ¿Pero qué pasó? Que al capitalismo no se le ha podido domesticar. Ahora vemos el capitalismo ya sin careta. Y nos encontramos con que el capitalismo ya no asegura la sanidad, la educación, ni cualquier tipo de bienestar. Ese no era el objetivo del capitalismo.
Y eso va ligado también a que, cuando desaparece la Unión Soviética, desaparece el referente. Y todo era en función de ese referente. Hacía falta que cada Partido Comunista plantease una alternativa en su propio país, independientemente de lo que ocurriese en otros países. Nadie cuestiona el capitalismo porque salga mal en África o en Asia. Había demasiada dependencia de un país. La caída del muro de Berlín fue un motivo de desconcierto. ¿Y qué ha ocurrido? Han pasado bastantes años y hemos comprobado que el problema no estaba al otro lado del muro, sino en éste. La idea comunista está por encima de los momentos históricos. Hoy, es más fácil explicarlo que hace 15 años.
En nombre del comunismo se han cometido errores. Barbaridades. Pero también en el nombre del cristianismo. Y nadie piensa que por la Inquisición se tiene que acabar con el cristianismo. En nombre de la revolución francesa se cometieron también muchas barbaridades, pero nadie piensa que la democracia que surgió después sea inútil por lo que se hizo en otra época.
Si se puede atacar al comunismo pero a otros no, es echarle mucha cara. Nadie puede negarle al Partido Comunista que ha luchado por la democracia y la libertad en este país. El congreso de este fin de semana es de recuperación de nuestro orgullo. El del comunismo es el mejor ideal por el que uno puede dar su vida.
Pero el capitalismo parece resistir…
El mundo ha demostrado que el capitalismo no resuelve los problemas de la humanidad. El capitalismo siempre necesita un enemigo contra el que combatir. Porque, entre otras cosas, se basa en la industria del armamento. Pero hoy no tiene la excusa de que existen dos bloques. Ahora aparece de una forma difusa el terrorismo. Pero la clave es que hoy hay más pobreza, más miseria y más gente que muere por enfermedades curables que hace 25 años, cuando cayó el muro. Cuando planteamos que había que construir una sociedad diferente al capitalismo, algo de razón teníamos.
¿Se le exige más al comunismo?
Siempre. Porque el capital tiene medios y hegemonía. Si lo que ha estallado estos días sobre el espionaje hubiese sido por parte de Cuba, en lugar de EEUU… el tratamiento habría sido diferente.
¿Qué diferencias hay entre el comunismo del siglo XX y el del XXI?
Ninguna revolución puede copiar a otra. Revolución significa cambiar, no reformar. Y yo quiero cambiar este sistema, no reformarlo. Porque este sistema no tiene capacidad de reforma. Y a esto me refiero cuando digo la palabra revolución. ¿Qué diferencia hay? En el siglo XIX y, sobre todo, en el XX, la revolución era tomar el poder. Lenin tomó el poder y, desde ahí, consiguió el apoyo de las masas para hacer la revolución. Fidel Castro desembarcó del Granma, llegó a la Habana en 1959 y, desde ahí, hizo la revolución.
Hoy, los procesos revolucionarios nacen antes, con la acumulación de fuerzas. La revolución tiene que ser de mayorías. El proceso no es tomar el poder, sino construir el poder. Y lo estamos viendo en América Latina. Cuando Evo Morales llegó al poder en Bolivia, por ejemplo, tenía cientos de cooperativas detrás y gremios unidos. Es el poder popular lo que le hizo ganar las elecciones. Hay que aprender de todas las revoluciones, pero hay que preparar la revolución del s.XXI, que es la revolución de la mayoría.
Nosotros estamos creando y apoyando la creación de una Red de Solidaridad Popular, en la que los trabajadores tengan formas de autodefensa, a través de cooperativas de autoconsumo, de trabajo… que generen mecanismos de autodefensa frente a un sistema que cada vez va a dar menos derechos y menos protección. Va generando islas de poder popular dentro del mar del capitalismo. Quiero que, cuando podamos llegar a la Zarzuela, ya haya muchas islas. Es mucho más profundo que crear cuatro leyes. Pero hay que cambiar la mentalidad y la forma de vida de la gente.
El concepto de comunismo tiene diferentes connotaciones para cada persona. ¿Qué es el comunismo para usted?
Es un ideal y una organización. Si no se mezclan las dos cosas, no tiene sentido. Es un ideal que plantea una alternativa al sistema actual, al capitalismo, en una sociedad en la que la explotación, la plusvalía no vaya a manos privadas, sino a la colectividad. Si el valor añadido de un zapato es del 70%, no tiene que ir al bolsillo de un empresario, sino a la Sanidad, la Educación… Eso es un ideal. Un ideal donde, además, la cultura no busque que uno consuma, sino que cada uno desarrolle sus cualidades.
Luego, tiene que haber una organización que haga que ese ideal se lleve a la realidad. Por lo tanto, no hay comunismo sin Partido Comunista, que es la fuerza política. Y tiene que hacerlo con la mayoría, con la clase trabajadora.
¿Cree usted en el proceso constituyente?
No es una cuestión de fe, es una constatación. Hay una máxima marxista que dice que las constituciones no son fotos fijas: son fruto de la acumulación de fuerzas en un momento determinado. Si esa acumulación es de derechas, la constitución irá hacia ese lado. Y, desde que se aprobó la Constitución [de 1978], la derecha comenzó un proceso constituyente de vaciar de contenido con lo que le interesa: la Sanidad, la vivienda, la Educación… mientras que el derecho o la posibilidad de crear colegios privados se potencia. La derecha está en un proceso constituyente. Nos han cambiado el artículo 135 para priorizar los pagos a la banca antes que el derecho a la Sanidad o la Educación. La derecha mantiene la fachada de la Constitución, pero la está desmontando por detrás.
Queremos que, en la constitución, los derechos sociales no sean una carta a los reyes magos, sino que estén garantizados por ley: una vivienda o educación pública, gratuita y de calidad, por ejemplo. Significa una constitución diferente, más social, republicana y federal. Y eso tiene que ver con un concepto de democracia participativa, donde el ciudadano no sea un mero extra en la política, un ente que pasa por ahí un día, vota y, si te he visto, no me acuerdo.
Tenemos que cambiar el Parlamento y las instituciones, muy en línea con lo que plantea el 15-M. El 15-M puso en valor cosas que nosotros decíamos hace 20 años… pero en los papeles. El 15-M lo sacó a las calles.
No puede valer más la tierra, el territorio, que las personas. Hace falta un proceso constituyente y la derecha lo está haciendo: la Constitución de hoy no tiene nada que ver con la de hace 10 años. Y menos todavía con la de 1978. La derecha lo está haciendo de forma camuflada, sin consultar a la población. La modificación del artículo 135 es radical: significa que uno puede cerrar escuelas y hospitales, pero no puede dejar de pagar a la banca. Hay decenas de miles de millones para pagar a la banca que nadie discute.
¿Ve igual de convencido a Cayo Lara con el proceso constituyente?
Sí. Aunque cada uno tiene su forma de hablar y pone el acento donde lo quiere poner. Sobre el proceso constituyente, en IU no hay diferencias, más allá de que somos una fuerza plural. Cada uno puede poner más énfasis en el federalismo, en un concepto más clásico de lucha de clases o en el proceso democrático.
Últimamente les reprochan que Erico Berlinguer, secretario general del Partido Comunista de Italia, fue uno de los promotores del concepto de austeridad como elemento de avance de la vida pública.
Sí, pero Berlinguer no planteaba la austeridad como los recortes, sino en sentido contrario: no poner el consumismo como elemento fundamental, sino la riqueza individual como persona. Ser austero no es recortar en Sanidad, Educación, Democracia… Es que no haya diferencias entre los de arriba y los de abajo. Lo de la UE no es austeridad, sino austericidio. Gastar menos en gastos superfluos es austeridad; hacerlo en Sanidad y Educación es austericidio.
En la Comunidad de Madrid se acaba de incluir en su reglamento interno sanciones para los militantes que critiquen en público a los coordinadores. ¿No es poco democrático?
Es un debate sobredimensionado. IU es la fuerza más plural, que menos ha utilizado los estatutos para solucionar las discrepancias. Si alguien conoce a militantes de IU que estén sancionados por sus ideas, que lo ponga encima de la mesa. En Extremadura, IU está permitiendo un gobierno del PP; en Andalucía, gobernando con el PSOE; en Asturias, había un acuerdo con el PSOE… Y no hay sanciones. Quien plantee que en IU hay sanciones contra el discrepante, tiene maldad.
Pero que se incluya esta sanción en la Comunidad de Madrid, ahora que están enfrentados el 51% contra el 49% de IU-CM es sospechoso. ¿No?
Yo no milito en Madrid y soy respetuoso con lo que allí se decida. De todos modos, esa sanción no es novedad porque ya existe en otros sitios. Desde el PCE queremos plantear una reflexión, pero en positivo, dentro de la coherencia. Si hay un sitio donde hay debate de ideas y confrontación, es en Madrid. Y no tengo constancia de que haya habido sanciones contra voces discrepantes… y en los últimos 20 años ha habido muchas. IU es la fuerza más abierta, democrática y participativa que ha habido en la historia de la democracia en España.
A usted le definen como un equilibrista en IU, que se lleva bien con todo el mundo, y valoran su diplomacia. En Madrid, el coordinador general, Eddy Sánchez, dijo hace unas semanas que pone la mano en el fuego por Moral Santín, imputado por el caso Bankia, y por cualquiera de sus compañeros. ¿Usted también la pone?
Yo no pongo la mano en el fuego por nadie. Y soy contrario a la práctica que Moral Santín ha hecho en Caja Madrid. Él ya no pertenece a IU, no tiene ninguna relación con IU. Y no comparto cómo se ha actuado.
¿Y qué le parece que el coordinador general de IU-CM sí lo haga?
No opino sobre mis compañeros.
¿Las aspiraciones del PCE son gobernar algún día España o ser un think tank dentro de IU?
Las aspiraciones son que haya una república comunista. Las inmediatas, solucionar la crisis. Hay un elemento de lucha social, pero también otra institucional. Estamos muy cómodos dentro de IU y esperamos que llegue al gobierno. Pero llegar al gobierno sin hacer un trabajo social previo, sería la muerte de IU. Si tuviésemos 170 diputados, pero no tuviésemos en las calles a dos millones de personas organizadas en colectivos sociales de vivienda, sanidad, cooperativas de consumo… en dos días estaríamos fuera. El cambio electoral tiene que ser consecuencia del cambio social.
¿Y respecto a los que propugnan por sacar el PCE de IU e iniciar una marcha en solitario?
Esa batalla la ganamos hace cuatro años, cuando ese debate era arriesgado e IU apenas tenía el 3% de los votos. Seguir apostando por IU tenía algo de valentía. Hoy en día, con IU consolidada y a la ofensiva, es más fácil. Nadie en el Partido Comunista, ni una sola persona, ha planteado salirse de IU.
La hegemonía actual del PCE dentro de IU no tiene nada que ver con la etapa de Gaspar Llamazares. Este ascenso del PCE incomoda a algunas corrientes y familias dentro de IU.
El 30% de los militantes de IU son del PCE, no somos mayoría. Si alguien del PCE tiene un cargo dentro de IU es porque la gente de IU le ha votado. En IU no hay cuotas. Si Cayo Lara es el coordinador general es porque la gente le ha votado, no porque sea del PCE. Trabajamos para que haya pluralidad y respeto.
¿El ascenso en las encuestas de IU es mérito de suyo o demérito del PSOE?
Es acierto. Cuando nosotros dijimos que Maastricht era un engaño, que nos llevaba a la ruina de España, a la Europa antidemocrática vendida al capital, hubo quien no lo entendió. Cuando dijimos que la Constitución europea era mala y promovimos el “No”, cuando dijimos que la burbuja inmobiliaria era un boom que nos lleva a la ruina, que el trabajo había que repartirlo porque, si no trabajamos todos menos, era imposible que pudiésemos trabajar todos… la gente nos miraba como extraños. La gente nos decía: “¿Y yo para qué quiero banca pública, si voy a la caja de ahorros de la esquina y el director me abre la puerta, me regala cosas y, cuando le pido 3.000 euros para un coche, me da 5.000?”. Ahora, ese director te persigue para quitarte la casa. Es tu enemigo. Hace cinco años, hablar de banca pública era difícil. Pero hemos tenido un discurso acertado y lo hemos mantenido. Lo fácil habría sido rebajar el discurso. A Julio Anguita le decían que era de otro planeta, otro mundo. Hoy, ese otro mundo lo tenemos aquí.
En las encuestas, su ascenso se está frenando. ¿Tienen fuerzas ustedes para aguantar el tirón del PSOE?
Nosotros tenemos una capacidad mediática que tiene un límite. El PSOE, no. Cuesta más trabajo porque para llegar a un 30% te tienen que conocer en cualquier pueblo de España. Y eso se consigue a través de la televisión, que es quien decide quién llega o no llega. Agradecemos el espacio de la prensa alternativa porque da oportunidades de que el discurso sea plural, pero en los grandes medios de comunicación hay una apuesta por el bipartidismo. Y esto hace que el crecimiento, a partir del 12% o el 13% sea más complicado.
No me preocupa el PSOE, sino que nosotros seamos capaces de romper el bloqueo mediático. La Conferencia del PSOE ha reafirmado el acuerdo bipartidista que tiene la Corona. Y el bipartidismo va a reaccionar. Y nos va a tratar de ocultar. Aunque la prensa alternativa tiene cada vez más potencia. Lo que se va a decidir en los próximos años es la batalla entre el bipartidismo monárquico y los que planteamos que hay que cambiar el sistema. Vamos a luchar contra el bipartidismo. Tenemos un claro convencimiento de que vamos a superar ese cerco mediático con la apuesta de la unidad de la izquierda, con el bloque social. Como pasó en Galicia. Somos capaces de romper y no tenemos que mirar al PSOE.
¿Quiere decir que el futuro de la monarquía depende de la presencia de IU en telediarios y tertulias?
Depende de que el pacto del PSOE se mantenga y de que la sociedad recupere el debate sobre la monarquía. La gente ha visto que lo que había detrás del juancarlismo era una fachada. Más cosas oscuras que realidad. Necesita el apoyo mediático y hay una ofensiva para sostener a una monarquía cada vez más cuestionada por la gente joven. Entre los menores de 45 años, la república está más valorada que la monarquía. Y ésa es la encuesta que a mí me vale para dentro de cinco o diez años. La monarquía es imposible que se sustente con los mayores de 55 años, como ocurre ahora.
¿Le da cinco o diez años a la monarquía, entonces?
Me gustaría que fuesen menos, pero no es un mal horizonte.
El PSOE tiene al menos cinco posibles candidatos (Madina, Chacón, Patxi López, Rubalcaba, Page…). ¿Qué planteamiento tienen ustedes? ¿Repetirá Cayo Lara?
Nosotros tenemos dificultades de comunicación. Cayo Lara fue elegido en una asamblea donde más del 30% de los votantes no eran militantes de IU. Eso lo sabe poca gente y hay que ponerlo en valor. De cara al futuro, Cayo Lara es el mejor candidato que puede tener IU. Y no sólo IU, sino la izquierda en este país. Lo ha demostrado en su tarea social y parlamentaria. Cayo Lara se ha consolidado como un buen parlamentario y un buen dirigente político. Es el mejor candidato de toda la izquierda… pero ya veremos los mecanismos. Queda mucho.
En los últimos años, les han crecido los enanos alrededor de IU: Equo, Compromís, CUP, Cañamero…
A nosotros no nos crecen los enanos: nos crecen las flores en el jardín de la izquierda. Estamos intentando crear un proyecto común. Un ejemplo es Valencia, donde crece Compromís, pero también la IU del País Valenciano. Si algo hemos aprendido en el PCE es que la izquierda es plural, no puede haber tabiques. No hay un espacio único en la izquierda. Es un espacio plural para compartir. El futuro de la izquierda es mucho más unida que de diferencias.
Habla de Valencia y de Compromís. ¿Ya han hecho las paces y se puede pensar en un tripartit?
Son dos proyectos distintos que están creciendo. Las relaciones se marcan en el ámbito valenciano. Y, respecto al gobierno, será algo para después de las elecciones. Dependerá de los programas electorales, de la capacidad que dé el electorado a cada grupo político… Pero lo que tenemos claro es que en Valencia no va a volver a gobernar el PP. Si es apoyando a un presidente o formando gobierno, lo decidirán los compañeros de Valencia.
¿El problema para crear una Syriza española, como bloque de izquierdas, son los nacionalismos?
La Syriza griega se construye, en parte tras una ruptura del PASOK, algo que no ocurre en España con el PSOE. Respecto a la unidad de la izquierda, hoy incluye a todos los nacionalismos. A diferencia de otros países europeos, hay componentes de la izquierda nacionalista que no se entienden en Italia, Francia, Grecia… es algo diferente, pero no un impedimento. Nosotros estamos trabajando muy a gusto, por ejemplo, con Anova [Galicia], con ICV [Cataluña], con CHA [Aragón]… La izquierda nacionalista no es el problema para la unidad de la izquierda.
Pero, de cara a las elecciones europeas de 2014, podría haber cinco propuestas a la izquierda del PSOE. ¿Esto es un fracaso del intento de unir a la izquierda?
No. Es la situación de la que veníamos hace cuatro años. Y el grupo de IU, como se llame, tendrá un gran avance. Tiene mucho que ver con lo partidos europeos. Que Equo se presente separado de IU tiene que ver con que el Partido Verde Europeo quiere tener candidatura en España. También existe otro grupo de los nacionalistas. Eso no es un fracaso, sino una realidad que existe. Y eso es más fácil superarlo en las generales que en las europeas. Yo antepongo la alianza española a las relaciones europeas, pero no todos lo ven así. ICV compite en Cataluña con ERC y es difícil pensar que vayan a ir a las europeas juntos. En Galicia, AGE compite con el BNG. Unificar eso es más complicado.
La izquierda tiene un proceso de unidad complicado. La derecha se pone de acuerdo en torno a la economía y los intereses. Lo importante es que avancemos porque hemos estado muchos años retrocediendo, desde los años 90 hasta los primeros años de la década de 2000, retrocedimos. Ahora estamos avanzando. Si alguien cree que en cuatro años se puede conseguir la unidad de la izquierda en España, es un iluso o tiene maldad y busca poner después la palabra “fracaso”.
Pero en la década de 1930 se consiguió.
Se consiguió en el Frente Popular después de años de confrontación. Se consiguió la unidad de parte de la izquierda.
¿Ponemos un candidato para las europeas?
Yo no estoy en primera línea, no sé. Lo importante es plantear un buen programa que confronte con las reformas de PSOE y PP. Y una buena política de alianzas, que en la candidatura haya el mayor número posible de integrantes. Los nombres, lo último. Quien quiera anteponer los nombres a todo lo demás se sale de lo que para mí es IU: pensar en el colectivo y huir de personalismos, que debe de ser lo último.
En los distintos territorios del Estado, el PCE no tiene los mismos planteamientos. ¿El partido se ha convertido en una franquicia?
El PCE está viviendo una etapa de normalidad que no la hemos vivido en muchos años. No tenemos diferencias. Defendemos un modelo federal y un estado español, que no es uniforme. Esto ya lo dijo el PCE, en los años 50. Frente a la propuesta de Wert de españolizar Cataluña, nosotros apostamos por los territorios. Pero tiene que haber una caja única de la Seguridad Social, por ejemplo. No hay diferencias dentro del PCE como puede haber con otros partidos hermanos en Cataluña o Galicia.