Fecha de publicación: 01/11/12
El conflicto interno armado en Siria, motorizado por las grandes potencias, traspasó las fronteras de esta nación árabe y generó tensiones con países vecinos. El intercambio de disparos entre Siria y Turquía que provocó la muerte de cinco civiles turcos derivó en el secuestro de un avión civil por parte de las autoridades de Ankara y la movilización militar de tropas de Líbano y Jordania hacia las fronteras sirias.
El 10 de octubre el secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, anunció el envío de asesores militares a Jordania para controlar los arsenales sirios, mejorar las capacidades militares y “responder a posibles consecuencias de lo que está ocurriendo” en el vecino país árabe. Agregó que Washington trabaja también con Turquía, otro de los vecinos de Siria, para dar “cualquier asistencia” que el gobierno “necesite para afrontar los problemas que está encontrando”.
Estas declaraciones se produjeron durante los días de mayor tensión entre Siria y Turquía. Damasco negó su responsabilidad en los disparos de obuses que provocaron la muerte de cinco civiles, pero el Estado Mayor turco respondió con artillería durante una semana y advirtió que la respuesta será “más dura” si siguen cayendo obuses. La Otan se puso a disposición del Gobierno: “Turquía puede confiar en la solidaridad de la Otan. Tenemos preparados todos los planes necesarios para proteger y defender a Turquía si es necesario”, señaló el secretario general de la alianza atlántica, Anders Fogh Rasmussen.
Pero el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, acusó a Turquía de usar a la Otan para intervenir en Siria. “A Turquía no la amenaza nada. Se comporta con insolencia, como si fuese su responsabilidad resolver los problemas de Siria en vez de la del pueblo sirio”, declaró.
El mismo 10 de octubre, Turquía obligó a aterrizar a un avión civil procedente de Rusia rumbo a Siria y denunció que la aeronave transportaba armamento militar. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo que “el material lo envía una institución rusa, una empresa que exporta armas y munición” y que “el receptor del material es el Ministerio de Defensa sirio”. El gobierno de Ankara puso en alerta máxima a sus fuerzas armadas, reforzó sus sistemas de defensa antiaérea, colocó unos 250 tanques y artillería a lo largo de 900 kilómetros de frontera, y agregó 25 aviones de combate a una base ubicada en el Sur del país.
Erdogan criticó al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por no tener una “política eficaz” frente a la crisis siria, al señalar que “el Consejo de Seguridad está perdiendo rápidamente su legitimidad entre quienes sufren y están oprimidos en otras partes del mundo”.
También el Ejército libanés desplegó militares en una zona fronteriza, al dar crédito a habitantes del lugar que denunciaron movimientos de tropas sirias en su lucha contra los rebeldes alzados en armas.
Siria denunció ante la ONU que la presencia de milicianos extranjeros en su territorio intenta fragmentar la región y satisfacer los intereses estratégicos y de seguridad de Estados Unidos e Israel. “El objetivo de este plan no es la reforma política ni la democracia, sino transformar los países de Oriente Medio en entidades de conflicto”, afirmó el embajador sirio, Faisal Al-Hamwi, ante el organismo internacional.
El conflicto interno armado en Siria, motorizado por las grandes potencias, traspasó las fronteras de esta nación árabe y generó tensiones con países vecinos. El intercambio de disparos entre Siria y Turquía que provocó la muerte de cinco civiles turcos derivó en el secuestro de un avión civil por parte de las autoridades de Ankara y la movilización militar de tropas de Líbano y Jordania hacia las fronteras sirias.
El 10 de octubre el secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, anunció el envío de asesores militares a Jordania para controlar los arsenales sirios, mejorar las capacidades militares y “responder a posibles consecuencias de lo que está ocurriendo” en el vecino país árabe. Agregó que Washington trabaja también con Turquía, otro de los vecinos de Siria, para dar “cualquier asistencia” que el gobierno “necesite para afrontar los problemas que está encontrando”.
Estas declaraciones se produjeron durante los días de mayor tensión entre Siria y Turquía. Damasco negó su responsabilidad en los disparos de obuses que provocaron la muerte de cinco civiles, pero el Estado Mayor turco respondió con artillería durante una semana y advirtió que la respuesta será “más dura” si siguen cayendo obuses. La Otan se puso a disposición del Gobierno: “Turquía puede confiar en la solidaridad de la Otan. Tenemos preparados todos los planes necesarios para proteger y defender a Turquía si es necesario”, señaló el secretario general de la alianza atlántica, Anders Fogh Rasmussen.
Pero el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, acusó a Turquía de usar a la Otan para intervenir en Siria. “A Turquía no la amenaza nada. Se comporta con insolencia, como si fuese su responsabilidad resolver los problemas de Siria en vez de la del pueblo sirio”, declaró.
El mismo 10 de octubre, Turquía obligó a aterrizar a un avión civil procedente de Rusia rumbo a Siria y denunció que la aeronave transportaba armamento militar. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo que “el material lo envía una institución rusa, una empresa que exporta armas y munición” y que “el receptor del material es el Ministerio de Defensa sirio”. El gobierno de Ankara puso en alerta máxima a sus fuerzas armadas, reforzó sus sistemas de defensa antiaérea, colocó unos 250 tanques y artillería a lo largo de 900 kilómetros de frontera, y agregó 25 aviones de combate a una base ubicada en el Sur del país.
Erdogan criticó al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por no tener una “política eficaz” frente a la crisis siria, al señalar que “el Consejo de Seguridad está perdiendo rápidamente su legitimidad entre quienes sufren y están oprimidos en otras partes del mundo”.
También el Ejército libanés desplegó militares en una zona fronteriza, al dar crédito a habitantes del lugar que denunciaron movimientos de tropas sirias en su lucha contra los rebeldes alzados en armas.
Siria denunció ante la ONU que la presencia de milicianos extranjeros en su territorio intenta fragmentar la región y satisfacer los intereses estratégicos y de seguridad de Estados Unidos e Israel. “El objetivo de este plan no es la reforma política ni la democracia, sino transformar los países de Oriente Medio en entidades de conflicto”, afirmó el embajador sirio, Faisal Al-Hamwi, ante el organismo internacional.