El pasado 17 de diciembre murió el camarada Kim Jong Il, secretario general del
Partido de los Trabajadores de Corea y líder de la República Popular Democrática de
Corea.
Kim Jong Il tuvo que hacerse con las riendas del país en condiciones
extremadamente complicadas. La URSS había desaparecido y con ella, prácticamente
todos los aliados y amigos socialistas de la RPD de Corea. El imperialismo
norteamericano aprovechó estas circunstancias para estrechar su cerco sobre la Corea
socialista. Consecuencia de todo ello fue la durísima crisis económica que sufrió la
RPD de Corea a lo largo de la década de los 90. En estas circunstancias, Kim Jong Il, al
frente del Partido de los Trabajadores de Corea y del país, tuvo que liderar lo que allí
se conoció como “Marcha Ardua”. Una marcha ardua por mantener viva la revolución
coreana en un momento en que el imperialismo campaba a sus anchas y triunfante por
todo el mundo tras el derrumbe del campo socialista.
Y esto es lo que realmente molesta al imperialismo. Al igual que Cuba, Corea no
se ha rendido. Y por eso no han faltado las sucesivas provocaciones políticas y militares
contra este pequeño país socialista asiático.
Pero no pensemos que todo se reduce a un individuo. El camarada Kim no fue
ningún dios ni tampoco ninguna especie de superhombre. Simplemente fue, como
líder político, la expresión de la voluntad colectiva del Partido de los Trabajadores y
del pueblo trabajador de Corea de continuar y profundizar su revolución socialista. Por
eso, pese a su muerte, sabemos que las masas populares coreanas no desistirán en su
lucha contra el imperialismo y por el socialismo.
Por ello, rendimos homenaje a este camarada fallecido que tuvo el valor de
liderar una revolución socialista en el peor momento posible, en el mundo post-Guerra
Fría.
Por ello, damos nuestras condolencias al Partido de los Trabajadores, a la
República Popular Democrática y al pueblo trabajador de Corea por la pérdida de este
camarada irreemplazable.
Unión de Jóvenes Comunistas de Madrid (UJC-Madrid)
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Partido de los Trabajadores de Corea y líder de la República Popular Democrática de
Corea.
Kim Jong Il tuvo que hacerse con las riendas del país en condiciones
extremadamente complicadas. La URSS había desaparecido y con ella, prácticamente
todos los aliados y amigos socialistas de la RPD de Corea. El imperialismo
norteamericano aprovechó estas circunstancias para estrechar su cerco sobre la Corea
socialista. Consecuencia de todo ello fue la durísima crisis económica que sufrió la
RPD de Corea a lo largo de la década de los 90. En estas circunstancias, Kim Jong Il, al
frente del Partido de los Trabajadores de Corea y del país, tuvo que liderar lo que allí
se conoció como “Marcha Ardua”. Una marcha ardua por mantener viva la revolución
coreana en un momento en que el imperialismo campaba a sus anchas y triunfante por
todo el mundo tras el derrumbe del campo socialista.
Y esto es lo que realmente molesta al imperialismo. Al igual que Cuba, Corea no
se ha rendido. Y por eso no han faltado las sucesivas provocaciones políticas y militares
contra este pequeño país socialista asiático.
Pero no pensemos que todo se reduce a un individuo. El camarada Kim no fue
ningún dios ni tampoco ninguna especie de superhombre. Simplemente fue, como
líder político, la expresión de la voluntad colectiva del Partido de los Trabajadores y
del pueblo trabajador de Corea de continuar y profundizar su revolución socialista. Por
eso, pese a su muerte, sabemos que las masas populares coreanas no desistirán en su
lucha contra el imperialismo y por el socialismo.
Por ello, rendimos homenaje a este camarada fallecido que tuvo el valor de
liderar una revolución socialista en el peor momento posible, en el mundo post-Guerra
Fría.
Por ello, damos nuestras condolencias al Partido de los Trabajadores, a la
República Popular Democrática y al pueblo trabajador de Corea por la pérdida de este
camarada irreemplazable.
Unión de Jóvenes Comunistas de Madrid (UJC-Madrid)
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