Bueno, algo he encontrado, pero son fuentes indirectas. Lo ideal sería obtener las actas de las sesiones del VIIº Congreso de la Internacional Comunista para ver en detalle ciertos aspectos importantes.
En cualquier caso, en ese famoso Congreso en el que se aprueban la estrategia de los frentes populares se fijaron en qué condiciones teóricas concretas deberían participar los comunistas en esos gobiernos, que se podrían resumir en lo siguiente: estar en una situación que podría calificárse de víspera de la revolución socialista, en el sentido estrecho del término, es decir, el momento anterior al salto revolucionario, la toma del poder político. Tales condiciones, en opinión de los dirigentes de la IC, no se daban ni en España ni en Francia, por lo que los comunistas apoyarían los gobiernos de frente popular que se formasen -tras ganar los correspondientes procesos electorales, por supuesto-, pero lo harían en los parlamentos y desde la calle, desde el ministerio de las masas, como dijo un diputado comunista francés en 1935, es decir, un año antes de la victoria electoral.
Resumiendo: ni los comunistas franceses ni los españoles tuvieron que discutir nada sobre esta cuestión -ni en febrero en España ni en mayo en Francia-, porque la decisión ya estaba tomada desde 1935: dadas las condiciones de la época, y sin perder de vista que el objetivo fundamental de la creación de los Frentes Populares consistía en parar el auge y la implantanción del fascismo en ambos países, no se consideró necesaria la incorporación de los comunistas a los dos gobiernos. Pero cualquiera tiene derecho a preguntarse esto: ¿Seguro que no era necesaria? La pregunta es pertinente porque todos sabemos cómo acabó esa experiencia en los dos países: en una derrota sin paliativos de la clase obrera.
Ahora bien, Maurice Thorez, en aquellas fechas secretario general del PCF y dirigente comunista que ya había tenido algún roce anteriormente con la dirección de la IC, afirma en su libro de memorias Fils du Peuple que él sí fue partidario de que los comunistas entrasen en el gobierno francés de frente popular. Pero lo hace, según Annie Kriegel (ojo, que ésta es ex comunista desde los años 50 y ya se me entiende) en la segunda edición del libro, por lo que debe entenderse que en la versión original Thorez no lo dice. Sin embargo, esta historiadora reconoce que otros dirigentes del PCF, como Frachon, sí defendieron esa posición. Y esto significa lo que significa: que la cúpula dirigente del PCF sí discutió, con los resultados electorales en la mano, la conveniencia o no de entrar en el gobierno; y a su vez esto significa también que el asunto fue planteado en la dirección de la IC. Según Thorez, en Moscú se ratificó la posición del Congreso y, por lo tanto, los comunistas franceses se sometieron a la disciplina de la Kommintern.
El argumento público que esgrimió el PCF para no formar parte del gobierno fue el de no asustar a las clases medias e impedir que cayesen electoralmente en las manos del fascismo. Por otra parte también quedaría por saber qué opinión merecía una cosa así en los medios socialistas y radical-socialistas, los otros dos grandes socios de la coalición electoral. En cualquier caso, la coyuntura parecía favorable. Al igual que en España, en el país vecino planeaba sobre las conciencias la idea de fusionar a comunistas y socialistas en un gran partido obrero para avanzar hacia el socialismo. Y más importante aún: el PCF había adelantado a la SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera, es decir, socialistas) en número de afiliados, por lo que, en caso de fusión, la corriente revolucionaria tendría mayoría orgánica sobre la reformista, al menos teóricamente.
Enfin, en cualquier caso, dado que el PCF jamás planteó a sus socios electorales pasar a formar parte del gobierno en el momento más favorable para ello, es decir, tras el gran triunfo electoral de 1936, conocer la opinión de los socialistas y radical-socialistas al respecto sólo tiene interés en la medida en que esto fuese realizable. En los medios socialistas, con un ala izquierda muy potente, aunque posiblemente no tanto como en España, se habría producido una corriente muy favorable a la inclusión de ministros comunistas en el primer gobierno Blum. Los radical-socialistas se habrían opuesto por principio, pero en caso de no apoyar esa fórmula habrían provocado una crisis política de consecuencias impredecibles, además de funestas para ellos mismos, ya que habían perdido medio millón de votos en las elecciones del 36. En cualquier caso, los radical-socialistas -que salían de una combinación ministerial con el derechista Laval- eran los árbitros de la situación, al menos en el parlamento.
Pero el fenómeno de la victora del Frente Popular se vio acompañado de una oleada de huelgas impresionantes al mes siguiente. Si en esas circunstancias los radical-socialistas hubiesen abandonado el Frente Popular para formar un gobierno con la derecha (esa combinación era posible con los resultados electorales en la mano), la situación se habría vuelto incontrolable y habría adquirido tintes insurreccionales. Así pues, es muy probable que no les hubiese quedado más remedio que admitir la presencia de ministros comunistas para evitar males mayores.
Lo importante, visto desde el punto de vista de España, es que si hubiese habido ministros comunistas en el gobierno francés cuando se produce la intentona golpista de Franco, la no-intervención lo habría tenido mucho más difícil para prosperar e incluso Hitler se lo habría pensado dos veces antes de apoyar a Franco si hubiese sentido una postura firme por parte de Francia a favor de la República Española. Porque una cosa sí está clara: una presencia comunista en el gobierno de Francia habría reforzado -y mucho- la alianza franco-soviética y aunque el propio PCF hubiese tenido que hacer concesiones sociales a la patronal francesa, si ello se hacía en nombre de la defensa contra el enemigo común y, por encima de todo, en nombre de la defensa de la Patria del Socialismo, entonces le habría resultado mucho más fácil explicar su línea de actuación y pedirle a la clase obrera francesa ese sacrificio. De hecho, ya se lo había pedido a finales de 1934 cuando, al suscribirse el acuerdo militar de ayuda mutua franco-soviética, por vez primer los comunistas votaron a favor de los presupuestos militares (antes habían votado siempre sistemáticamente en contra).
Enfin, espero que esto ayude a comprender mejor este acontecimiento histórico que, por supuesto, tiene derivaciones importantes que van más allá del caso concreto que estamos analizando.
Pero, ni se debe meter a toda Francia en el mismo saco (como han hecho algunos en este hilo en una visión tan simplista como nacionalista, es decir, a-clasista de la realidad social y política de Francia, como si Thorez, Blum o Daladier representasen exactamente lo mismo) ni hacer juicios de valor condenatorios del PCF basados en el desconocimiento de los hechos históricos (aunque luego se venga a reconocer que se ha incurrido en un error cronológico pero sin cambiar de juicio de valor).