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    A propósito de la muerte de Kim Jong Il: el reforzamiento del discurso hegemónico de EEUU

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    Mensaje por polo Sáb Feb 25, 2012 3:42 pm

    La muerte de Kim Jong Il ha servido para reforzar el discurso hegemónico de los EEUU, en el cual, al machacar la histeria contra el Eje del Mal, se refuerza por oposición, que existe un Eje del Bien por antonomasia, liderado por ellos. Este artículo pretende desmitificar ciertos elementos del discurso dominante sobre Corea del Norte, mostrar el carácter selectivo e hipócrita de la crítica de EEUU y sus aliados en contra de este país (mientras silencian cosas mucho peores que ocurren en su "zona de influencia") y demostrar que el régimen norcoreano se sustenta en una situación de crisis y emergencia permanente en la cual la presencia de los EEUU en la península coreana es clave. Aún cuando sea difícil defender el modelo norcoreano desde una perspectiva socialista, es el resultado histórico de fuerzas sociales y políticas que operan en la región, fuerzas que es necesario conocer y comprender. La transmisión de mando ahora entre los Kim es un momento clave en las luchas por la hegemonía en el área Asia-Pacífico que se libran entre China y los EEUU. En ese sentido este artículo no pretende evaluar al régimen en cuanto tal, sino que entender el complejo equilibrio en el cual se sustenta y evidenciar el uso ideológico que de éste hace el sistema imperial de los EEUU


    A propósito de la muerte de Kim Jong Il: el reforzamiento del discurso hegemónico de EEUU


    La República Popular Democrática de Corea, más conocida como Corea del Norte, ha recibido una inusitada atención de la prensa internacional debido al reciente fallecimiento de Kim Jong Il, líder de ese país, hijo y sucesor de su fundador, Kim Il Sung. Hemos escuchado, a raíz de la “cobertura” de esta noticia, toda clase de especulaciones y los tradicionales epítetos con que los medios describen la compleja realidad norcoreana: país “paranoico”, “beligerante”, “cerrado”, con un liderazgo “impredecible” cuyo “culto a la personalidad” sería alimentado por una serie de fábulas grotescas. Creo necesario escarbar un poco en el discurso dominante de la prensa occidental, el cual no es ni objetivo ni neutral. Los discursos que maneja el grueso de estos medios sobre Corea del Norte son, invariablemente, manufacturados por los servicios de inteligencia coreanos y el Departamento de Estado de los EEUU. Dos fuentes que no pueden tener nada de objetivas por una sencilla razón: técnicamente, son dos países que aún mantienen una guerra desde 1950 con la RPDC.


    ¿No sabemos nada de Corea del Norte?

    Lo primero que llama la atención en esta cobertura es que, por una parte, se nos diga que Corea del Norte es un lugar del que no se sabe nada, un “Reino Ermitaño” (Hermit Kingdom es la expresión tradicionalmente usada en inglés), cerrado, pero por otra, los mismos medios que insisten en ese supuesto secretismo, nos han sorprendido durante semanas con una buena cantidad de notas sensacionalistas (y bastante poco fiables) sobre los más insignificantes detalles de la vida de Kim Jong Il –desde sus películas, tragos, cigarrillos o deportes favoritos, hasta cuántas botellas de vino y zapatos supuestamente poseía, pasando por sus supuestas fobias personales[1]. La percepción de los medios internacionales (controlados por cadenas como CNN y Fox) no dejan de hacerme recordar la película de “Borat” y la caricaturizada visión de países “periféricos” por parte de las metrópolis, que en ella se ridiculiza. Más aún cuando hay cosas que se saben de este país que los medios norteamericanos jamás se han molestado en difundir, pero que podrían matizar nuestra comprensión del régimen: un estudio de la CIA de los ‘80 (publicado en 1999) describía –de mala gana- a la RPDC como una sociedad en la cual se trata a la infancia con compasión, donde la mujer goza de una posición radicalmente superior a otros países asiáticos (la universidad tiene más estudiantes mujeres que hombres, por ejemplo), donde la vivienda es un derecho universal, la medicina preventiva universal es de un nivel bastante aceptable, hay poca corrupción y una esperanza de vida semejante a la de los países desarrollados (que se vino abajo, al mismo nivel de otros países asiáticos, con la crisis de los ‘90)[2]. Nada de esto, pese a ser de conocimiento público, aparece en los medios que siguen entregando esa extraña mezcla de anécdotas triviales, mientras afirman que en realidad no sabemos nada de ellos (Uno de los principales académicos norteamericanos sobre temas coreanos, Bruce Cumings, se mofa de esta obsesión diciendo que este es un país al cual los norteamericanos tienen “problemas en espiar y vigilar ¡qué aterrador!”[3]).

    Pareciera que por su sensacionalismo los medios están más interesados en entretener como en una especie de Reality Show político, que en informar críticamente de los acontecimientos. Pero la propaganda que se hace pasar por periodismo sobre Corea del Norte, es menos frívola de lo que parece. Cumings, no ahorra críticas sobre la imagen mediática de la RPDC:

    “Prominentes norteamericanos pierden todo sentido de la vergüenza o de la autoconciencia sobre complejos y espinosos temas, tales como la diferencia racial o la alteridad, cuando se trata de Corea del Norte y sus líderes. Recientemente Greta van Sustern abrió un programa de Fox News sobre Kim Jong Il de la siguiente manera: ‘¿es diabólico o está simplemente demente?’ (…) Las agencias de seguridad de Corea del Sur y sus aliados estadounidenses son los autores de este parcial claroscuro; han conseguido que por décadas los estadounidenses tengan su mirada vacía fija en un solo lado del conflicto civil coreano (…) Examinar la historia del conflicto coreano (…) requiere tiempo. Es más fácil fiarse de las palabras de los funcionarios de EEUU. (…) Richard Solomon, experto en temas chinos de las administraciones de Nixon y Bush, dijo lo siguiente: ‘Una manera práctica para explicar todo esto, es ver lo que pasó en la crisis de Waco, Texas, donde tenías una pequeña comunidad ideológica, armada hasta los dientes y muy aislada’ [ie., referencia a la secta “Davidians” que se enfrentaron a muerte con el Estado, muriendo todos en el enfrentamiento]. El perro loco de Kim Il Sung [ie., padre de Kim Jong Il] se convierte según esta versión en David Koresh [ie, el líder de la secta] y esto es perfectamente creíble. Cuando uno trata con gente loca, cualquier cosa es posible. Corea del Norte es como una pizarra en blanco para EEUU, donde lo que sea que uno escriba en ella tiene credibilidad –siempre y cuando sea negativo”[4]

    De esta manera, envuelto en juicios morales absolutos, sin referencia al contexto, se pretende presentar a Corea del Norte como un punto sin historia, y por lo mismo, sin destino -salvo ser eventualmente fagocitado por Corea del Sur, consumando así la derrota militar que EEUU no pudo obtener en 1953 por las armas y que pacientemente sigue buscando más de medio siglo después. Vaciar a Corea del Norte de historia, presentarla como una sencilla anomalía antropológica, un fósil de la Guerra Fría que sobrevive por razones desconocidas, que escapa inexplicablemente al curso “real” del progreso (cuyo apogeo es, naturalmente, el sistema político-económico norteamericano) es una mirada con fuerte tufillo al discurso neoconservador del “fin de la historia” que oficialmente ya nadie cree, pero que dejó una profunda marca en la manera en que los opinólogos observan al mundo. En ese punto, en la mirada (dis)funcionalista y ahistórica hacia Corea, como si fuera un mero capricho de la naturaleza, es donde se dan la mano los liberales tanto de izquierda como de derecha.


    Si se quiere matar a un perro, primero hay que decir que está loco…

    Otro elemento destacado en el discurso mediático, es la supuesta impredicibilidad e irracionalidad de la RPDC. Al respecto, afirma Cumings que:

    “Predecir el comportamiento de personas dementes es por definición imposible, y los funcionarios norteamericanos constantemente argumentan la imprevisibilidad de Pyongyang. Yo digo que, por el contrario, el comportamiento de Corea del Norte ha sido bastante predecible y que los medios irresponsables de los EEUU, casi por completo carentes de buenos periodistas investigativos, frecuentemente (pero no siempre) azuzados por funcionarios de gobierno, obscurecen la naturaleza real del conflicto de EEUU y Corea.”[5]

    La supuesta “irracionalidad” de la RPDC es, en realidad, un elemento clave dentro del discurso de hegemonía mundial de los EEUU. Por una parte, la “irracionalidad” norcoreana, de la cual supuestamente se derivarían unívocamente todos sus males, se expresa en el “fracaso” de este país de adoptar la apertura económica, las políticas neoliberales del libre mercado que una política “racional” habría dictado tras el término formal de la Guerra Fría. Así, el discurso de la “irracionalidad” norcoreana sirve como una advertencia a todo el mundo sobre los efectos de no alinearse con las políticas económicas patrocinadas por los EEUU, potencia que desde 1990 no ha tenido contrapesos significativos en su hegemonía mundial. ¿Se necesita más prueba de la “irracionalidad” de un país que osar enfrentarse al autoproclamado “líder del mundo libre”, los EEUU?

    Pero también el discurso de la “irracionalidad” cumple otro rol que es el de fomentar el discurso de la RPDC como una anomalía que se explica por sí sola, cuyos males son completamente autoinflingidos por una “tiranía caprichosa” que no se ajusta al “curso de la historia”. Pero la realidad de la RPDC no se explica por sí sola. No se puede entender a este país sin entender su historia de lucha anticolonial, revolución, liberación nacional, una guerra devastadora y post-guerra. No puede tampoco entenderse la RPDC, sin entender a la República de Corea (Corea del Sur). En palabras del académico coreano-estadounidense Han S. Park, profundo conocedor de la realidad de las dos Coreas: “No puede discutirse sobre Corea del Norte sin entender que hay también una Corea del Sur la cual es vista por el Norte como una amenaza a su seguridad nacional y aún a su misma supervivencia (…)Ningún país puede darse el lujo de ignorar su seguridad nacional, por lo cual Corea del Norte se ha orientado más hacia la seguridad y se ha vuelto más militarizado, y ahora es un Estado nuclear de facto.”[6] A lo cual hay que agregar la persistente presencia e interferencia de los EEUU en los asuntos de la península coreana y tenemos el cuadro casi completo.

    Así, el discurso de la “irracionalidad” norcoreana sirve para que los EEUU puedan lavarse las manos de su propia responsabilidad en los sufrimientos del pueblo coreano y en la perpetuación del status quo.

    Se nos dirá que la Guerra de Corea ocurrió hace más de medio siglo[7]. Pero un sabio proverbio haitiano dice que quien da el golpe olvida, el que recibe recuerda. Más allá del enorme trauma causado por una guerra brutal en la cual murieron al menos 3 millones de coreanos (masacrados vilmente, bombardeados con napalm, roceados con gasolina y quemados vivos), no estamos ante un capítulo cerrado para el pueblo norcoreano: como hemos dicho, técnicamente, la RPDC sigue en guerra con los EEUU y con Corea del Sur. Esto tiene implicancias prácticas: desde 1950 EEUU mantiene un embargo sobre la economía coreana (Decreto de Comercio con el Enemigo), el cual ha endurecido con cuatro decretos más en las décadas de 1970 y 1980, más las recientes sanciones por el programa nuclear.

    Podrá decirse que el sistema norcoreano, en constante movilización militar, es un sistema bastante anómalo; pero en realidad es el producto de una de las situaciones más anómalas imaginables, fruto de una situación de estado de sitio permanente. En este sentido, la anomalía no aparece como algo irracional, sino como una respuesta a situaciones perfectamente lógicas y comprensibles en su contexto.

    Al presentar a la RPDC como algo “irracional”, por último, se justifica la carrera armamentista norteamericana y el mantenimiento constante del pie de fuerza en esa región (así como el eventual uso de esta fuerza). Esta región ha tenido una importancia geoestratégica crucial para los EEUU en su control del Pacífico: durante la Guerra Fría como un punto de control a la expansión de la “China comunista”, y ahora, con la emergencia de China como una potencia global que juega las mismas cartas de los EEUU y que le disputa su hegemonía en su mismo terreno. Para entender la importancia de la península coreana para la historia de la emergencia de los EEUU como una potencia bélica, basta recordar las brutalmente honestas palabras de Winston Churchill en Julio de 1953, cuando se firmó el cese al fuego: “Corea en realidad no importa. Jamás había oído de ese maldito lugar, sino hasta que cumplí 74 años. Su importancia radica en haber conducido al rearme de los EEUU”[8]. Durante 1950, al comienzo de la guerra, el gasto militar norteamericano se cuadruplicó y fue entonces cuando “los EEUU se convirtieron en el gendarme del mundo”[9].

    El profesor Park pone las palabras de Churchill en perspectiva: "La razón por la cual los EEUU necesitan mantener la imagen de una Corea del Norte diabólica es para justificar su industria militar. Debes tener en cuenta que Corea del Sur es, actualmente, el mayor importador de armamento norteamericano, y la industria militar es de gran importancia para la economía de los EEUU. Los EEUU y Corea del Sur siguen justificando, con Corea del Norte, su continuo gasto militar, particularmente en el área de sistemas de misiles de defensa."


    Hipocresía y selectividad: una vara para la RPDC, otra para los amigos…

    Este discurso selectivo, no está, por lo demás, exento de una dosis importante de hipocresía, y es quizás este factor el más irritante de todos[10]:

    Se nos habla de un régimen paranoico y militarizado, pero no se menciona que el 90% de las tropas surcoreanas están apostadas en la frontera o que los EEUU tienen al menos 30.000 tropas estacionadas en el Sur. Estas acusaciones son por lo demás bastante cínicas viniendo de un país como los EEUU que tiene una red de espionaje de alcance global, con más de 700 bases militares y oficinas de la CIA en todo el mundo, y que ahora último ha comenzado a investigar cuentas de redes sociales por internet.

    Se nos habla de un régimen belicoso, pero no se menciona la permanencia de una situación de guerra y las constantes agresiones de agentes surcoreanos de divisiones especializadas en operaciones de sabotaje en el Norte (al menos 5.000 agentes han muerto desde los ’60 en operaciones de sabotaje en la RPDC[11]).

    Se insiste que este país es una amenaza global, pero el cinismo de estas acusaciones se evidencia proviniendo de un país como EEUU que sin contar sus atrocidades en Centroamérica, África y Asia en décadas pasadas, en el último tiempo ha invadido y ocupado, con un costo humano que se calcula en millones de víctimas, Irak y Afganistán, mientras ha patrocinado golpes de Estado en Haití, Honduras y Libia.

    Se nos habla de la amenaza nuclear, pero no se dice que EEUU es el único país que ha utilizado alguna vez bombas nucleares y que posee suficientes como para destruir ocho veces al planeta. Tampoco se dice que el programa nuclear de Corea del Norte nace de las constantes amenazas nucleares que EEUU ha hecho contra este país de hace décadas.

    Los medios internacionales ridiculizan el término “Querido Líder” con el que hay que referirse al líder norcoreano, pero los mismos medios prestan inusual deferencia y respeto a líderes cuyos títulos son no menos ridículos como “Su Majestad”, “Alteza”, para los reyes que desangran el erario de países como Bélgica, Noruega, España, Mónaco o Inglaterra (cuya reina es además, máxima autoridad civil y religiosa), por nombrar algunos. Tampoco les parece exagerado llamar “Su Excelencia” a los presidentes de las “democracias” occidentales como parte del protocolo. Ni que se llame ridículamente en la prensa norteamericana “líder del mundo libre” al presidente de EEUU.

    Se denuncia el carácter autoritario de la "dinastía Kim", pero se brinda apoyo irrestricto a las tiranías dinásticas de Jordania, de los Emiratos, de Marruecos, de Tailandia, de Arabia Saudita, etc., para no mencionar las dinastías empresariales que son las que verdaderamente tiene las riendas del poder en las sociedades occidentales-capitalistas, o las cuatro familias oligárquicas que se reparten el poder en Centroamérica o Colombia.

    Se habla de la hambruna norcoreana en los ’90, y se exageran las cifras[12], derramando lágrimas de cocodrilo ante los “pobres norcoreanos”, pero no se menciona el rol de los EEUU en causarla debido al bloqueo y las constantes sanciones económicas impuestas al régimen. Ni mucho menos se dice que en el peor de los momentos, la mortandad por causas relacionadas a la desnutrición no sobrepasó la de muchos países asiáticos y africanos que son considerados países “ejemplares” en su desempeño económico por las instituciones financieras internacionales. Obviamente, para las víctimas del capitalismo neoliberal no hay indignación ni lágrimas de cocodrilo, antes bien felicitaciones por la aplicación de medidas “maduras” en vez de sucumbir al “populismo”, En palabras de Cumings: “No se dice que en el peor momento de la hambruna, [Corea del Norte] apenas comenzó a aproximarse al promedio anual (proporcionalmente hablando) de mortandad infantil y muertes por desnutrición e inanición de la India, detalle que creo necesario mencionar debido al hábito adquirido por los medios de retratar a Kim Jong Il como si estuviera regocijándose en medio de pilas de cadáveres hambreados”[13]. Desde luego, nunca hemos escuchado a los medios condenar al clan Ghandi por la cantidad de gente muerta por desnutrición, hambre, pese a que la India no está sometida a ninguna sanción, ni bloqueo, ni tiene traba alguna para comerciar con cualquier país.

    Siempre se asegura que Corea del Norte es un gigantesco “gulag”: según diversas organizaciones, en la RPDC hay alrededor de 150.000 presos[14], los cuales son frecuentemente referidos como políticos, por motivos puramente propagandísticos ya que esta cifra es el total de presos en ese país (que tiene entre 23 ó 25 millones de habitantes). Esto basta para que los EEUU ponga el grito en el cielo, un grito por lo demás hipócrita ya que los EEUU son el país del mundo con la mayor cantidad de prisioneros per cápita del mundo. En el 2002 1 de cada 142 ciudadanos estadounidenses estaba en la cárcel según información oficial del gobierno[15]. Hacia el 2009 esta cifra se incrementó hasta alcanzar 1 de cada 134 ciudadanos estadounidenses están tras las rejas y la tendencia es a que esta cifra siga creciendo[16]. Hoy la cifra está por encima de los 2,3 millones de presos, siendo el complejo carcelario norteamericano muy superior al de ciertas “tiranías” que tanto critican[17]. De estos, alrededor de 24.000 son menores de edad[18]. Obviamente, a los presos norteamericanos nadie osaría llamarlos “políticos” aún cuando éstos sean la clara expresión del “American Way of Life”, una sociedad anómica y caníbal. Estas cifras son todas más escandalosas si discriminamos la población carcelaria de Afroamericanos: 1 de cada 21 afroamericanos están en la cárcel según cifras oficiales (4.749 por cada 100.000)[19] y si hablamos solamente de los jóvenes (entre 18 y 29 años), el 10% de los afroamericanos jóvenes están tras las rejas[20].

    Con esto, obviamente, no pretendo decir que la RPDC sea un paraíso democrático (cosa que claramente no es), sino que muchos de quienes critican a la ligera a este país, desde un puesto de supuesta superioridad moral, harían bien primero en ver la viga en su propio ojo, antes que ver la paja en el ajeno. Claramente, la supuesta “particularidad” norcoreana sirve para reforzar la imagen de que vivimos en un “mundo libre”. Cuando se machaca el discurso del “Eje del Mal”, donde ciertos países, al margen de procesos históricos, políticos, de contextos sociales y económicos, definen al Mal absoluto, por oposición se define al Bien absoluto, el cual, lógicamente, está encarnado por el autoproclamado “excelentísimo líder del mundo libre”, los EEUU, y sus amigos.


    Culto a la personalidad y las raíces del sistema

    El culto a la personalidad en Corea del Norte es uno de los aspectos en los cuales los medios más han concentrado sus críticas (mediante la ridiculización y la trivialización), como si ésta fuera la prueba irrefutable del carácter demoníaco del régimen. Es interesante que los mismos medios que critican el culto a la personalidad en Corea del Norte lo practican a diario fomentando toda una farándula de celebridades vanas o convirtiendo a Steve Jobs, el multimillonario fundador de Apple, en la encarnación de la bondad (cuando fue sencillamente un empresario motivado por el lucro personal), generando un luto internacional de los medios, precisamente porque él representaba los valores de la sociedad capitalista e individualista en la cual vivimos. Estos mismos medios idiotizan a las masas con ridículas y costosas bodas reales en Inglaterra, o España, parásitos reales que ni siquiera cumplen un rol administrativo en el Estado. Parasitan y punto.

    El culto a la personalidad en Corea del Norte es, empero, tratado de manera extraordinariamente superficial en los medios, ocultando así los elementos que permitirían un análisis crítico y una comprensión de la naturaleza real del sistema. Un ejemplo de la manera inadecuada en que se entiende esta política en los medios, es la forma en la que se mencionan todos los supuestos fenómenos naturales ocurridos con la muerte de un Kim (según un comunicado oficial “hasta las montañas, los ríos, las plantas y los árboles parecían tristes”[21]), sin entender que se trata de un lenguaje hiperbólico y figurativo, que ningún norcoreano entendería de manera literal. Este lenguaje, como el “Mandato del Cielo” de los Kim, tiene más relación con el lenguaje tradicional de la cultura confucianista coreana que con el de los regímenes marxistas leninistas del siglo XX. Un diplomático soviético una vez dijo que Kim Il Sung tenía bastantes conocimientos de Confucio, y algunas nociones de Marx y Lenin –una anécdota bastante reveladora[22]. Un análisis serio de discurso y del culto a Kim permitiría comprender mejor la compleja formación ideológica y social del Estado norcoreano.

    En realidad, el culto a la personalidad, como fenómeno político, debe ser analizado comprendiendo las fuerzas sociales que lo alimentan –en el caso coreano no puede entenderse si se ignora la historia de resistencia anti-colonial a los japoneses de la cual emana originalmente la reverencia por Kim Il Sung, debido a su participación destacada en las unidades guerrilleras que en Manchuria enfrentaron duramente al Imperio Japonés, con enormes dosis de heroísmo. Tampoco éste puede comprenderse sin considerar las múltiples influencias ideológicas del régimen, el cual no es un mero régimen marxista leninista, como lo pretenden ciertos críticos: el propio Kim Jong Il afirmó que tanto la idea de Juche (autosuficiencia[23]) así como la ideología de Kim Il Sung (el kimilsungismo), que están en la base misma del sistema coreano, no pueden ser “explicados según el marco del marxismo-leninismo” pese a derivarse en parte de ella. Ni tampoco puede explicarse “la idea de Juche según el marco de la dialéctica materialista”[24] –de hecho, el kimilsungismo y la idea Juche se basan en un humanismo antropocéntrico y un voluntarismo extremos. El régimen incorporó de manera incluyente y eficaz (desde el punto de vista de su estabilidad), el legado teológico de movimientos como el chendoísmo, el confucianismo y el cristianismo (Kim Il Sung mismo era de familia cristiana), el nacionalismo (propio de la resistencia anti-colonial, de la guerra contra el imperialismo y de la post-guerra marcada por la división de la península), así como elementos socialistas, principalmente en su variante estalinista, pero también se encuentran influencias incluso de pensadores como el anarquista Shin Chae Ho (fundamentalmente en su concepción histórica y nacional[25]) y la influencia práctica de un colectivismo indígena de carácter pragmático que se inició con ocupaciones de tierra y fábricas durante la caída del Imperio Japonés en 1945[26]. En realidad, la RPDC fue el régimen que llevó la premisa del “socialismo con características nacionales” más lejos que ningún otro, lo cual se reforzó cuando en los ‘60 se establece la ideología Juche la cual, como hemos visto, marca un progresivo abandono del marxismo leninismo como ideología para justificar el ejercicio del poder.

    La resonancia de elementos de la cultura tradicional coreana, fuertemente confucianista, con un marcado énfasis por la autoridad y la familia, explican en gran medida el carácter familiar asumido por el Estado (no solamente por el liderazgo de los Kim, sino en el discurso que caracteriza la relación Estado-sociedad civil), así como el peso que se da al “líder” en la dirección del conjunto de la sociedad. Hay quienes incluso que argumentan que la importancia de la relación madre-hijo en la cultura tradicional coreana se expresa en que, aunque el líder tiende a ser referido en términos masculinos, el Estado y el Partido tienden a ser referidos con metáforas femeninas. Incluso el fundador de la RPDC, Kim Il Sung, era ocasionalmente llamado ŏbŏi, término que se refiere indistintamente a madre y padre. La influencia de la cultura tradicional en la estructura política del Estado también se refleja en el título con el que se denominó a Kim Il Sung por más de dos décadas, suryŏng (traducido frecuentemente como “Supremo Líder”), un término de profundas raíces en la historia coreana cuyos orígenes se encuentran en el reino de Koguryŏ desde antes de nuestra era.

    La transmisión del mando de padre a hijo, coherente con este Estado fundado en una visión familiar (literal y simbólicamente), se justifica en el caso de la RPDC no en un derecho adquirido por sangre, como en las monarquías tradicionales sino que en dar continuidad al trabajo del líder. Dada la importancia del “líder” en la ideología norcoreana, centro gravitante de la actividad revolucionaria del Partido y del Estado, el tema de la sucesión es de suma importancia: Kim Jong Il se convirtió en el líder porque “estuvo junto al líder desde la infancia y adquirió así su método de liderazgo”[27]. De ahí que el término “dinastía” sea un tanto inexacto, aunque evidentemente el sistema de transmisión de mando en la familia asuma ese carácter, porque no basta con “ser hijo de”, sino que se debe demostrar con méritos y aportes propios que se ha adquirido la estirpe del líder. En palabras del profesor coreano-estadounidense Han S. Park: “Cuando Kim Il Sung murió, el liderazgo de Kim Jong Il recibió un importante grado de legitimidad al presentarlo como alguien que desarrollaría la ideología de Juche. De hecho, él hizo una contribución, con el componente de la política de supremacía de lo militar. Yo esperaría que la dirigencia de y en torno a Kim Jong Un necesite alguna base de orden ideológico para justificar su liderazgo”[28].

    La historia de las “democracias populares” de la Europa del Este demuestran que el culto a la personalidad no puede ser sencillamente impuesto, y que no ocurren en cualquier momento de manera aleatoria. Al respecto, Charles K. Armstrong complejiza comparando diversos regímenes y experiencias de culto a la personalidad con el caso norcoreano:

    “Ninguno de los más prominentes cultos a la personalidad del siglo XX fueron meras imposiciones contra la voluntad de una población; todos ellos fueron eficaces porque interactuaban con, o se basaban en, valores y creencias pre-existentes (…) La principal diferencia entre el culto a Kim en Corea del Norte y otros cultos similares (…) es que el culto en Corea del Norte no surgió independiente, o en oposición, a la autoridad burocrática del partido dominante. En ese sentido, el culto a Kim, por lo menos después de la Guerra de Corea, ha sido más rutinario y aparentemente más benevolente, y no una reacción temporal a una crisis, ni por consiguiente un culto realmente ‘carismático’ en el sentido weberiano de la palabra. Por otra parte, el mantenimiento de este culto se ha visto justificado en parte por la mentalidad de sitio en que vive Corea del Norte, con un enfoque defensivo en la unidad en contra de la constante amenaza de subversión imperialista durante casi medio siglo”
    [29].

    El culto a la personalidad (contrario por su propia naturaleza a un régimen verdaderamente socialista o siquiera democrático) entonces no aparece como un dato curioso de un país anómalo y difícil de entender, sino como un rasgo compartido con otros países asiáticos, con profundas raíces en la cultura coreana y que se refuerza mediante la existencia de una situación de amenaza y tensión constante muy real, no basada en una paranoia, sino en la presencia de miles de tropas surcoreanas y norteamericanas apostadas en la frontera, que ha alimentado un estado de excepción permanente como modo de vida en Corea del Norte.


    Una transición predecible en un escenario político impredecible

    Nadie se sorprendió, por las razones ya mencionadas, que Kim Jong Un formalmente asumiera el mando del Partido y del Ejército el día 30 de Diciembre. Este sistema de transmisión de mando de padre a hijo ha garantizado una continuidad excepcional del régimen en condiciones de crisis permanente. Los medios, especulan respecto a la edad y la inexperiencia del joven Kim Jong Un (su padre, en comparación, tuvo cerca de tres décadas para consolidar su dirigencia hasta asumir el poder en 1995), pero la verdad es que él no es un gobernante absoluto –tendrá el respaldo del Estado Mayor del Ejército (que es el aparato dominante dentro del Estado norcoreano, por sobre el partido, cuya primacía se estableció gracias a Kim Jong Il a mediados de los ’90 con no pocos conflictos internos) y del círculo familiar que acompañó en la dirigencia a su padre.

    La apuesta del régimen es, desde luego, la continuidad de los aspectos esenciales del régimen y no hay señales de que tenga ninguna clase de contrapeso significativo en el plano interno. Han S. Park afirmó hace poco menos de un año que “si Kim Jong Il muriera, el régimen no colapsaría. Un sistema político colapsa solamente cuando experimenta una crisis de legitimidad, y la legitimidad tiene su orígen en el apoyo popular. Es posible afirmar que, por diversos factores, sean de carácter político, por la educación, por el adoctrinamiento, por lo que sea, los líderes de Corea del Norte gozan de un apoyo sustancial del pueblo.”[30]

    Pero también tendrá que haber ciertos cambios: Kim Jong Un tendrá que justificar su ascenso al poder con alguna clase de aporte sobre la ideología dominante norcoreana. También tendrá que consolidar los objetivos de crecimientos económico impuestos por su padre con miras al centenario del nacimiento de Kim Il Sung, que se celebrará en Abril de este año –“están tratando de desarrollar una economía cualitativamente diferente a la del Sur, enfatizando el desarrollo sustentable, por lo cual tienen varios proyectos para desarrollar energía eólica y solar, y otros por el estilo. Están tratando de construir complejos de viviendas con un enfoque sustentable, y esto los ha llevado a interesarse cada vez más por los países de la Europa septentrional, como Suecia, Dinamarca y otros”[31]. Los desafíos son formidables dada la adversidad que enfrenta el país. Pero tal vez la muerte de Kim Jong Il refuerza el nexo con China, que tratará de apoyar el nuevo liderazgo a fin de garantizar la estabilidad de un régimen que ve crecientemente como estratégico para sus propios intereses.

    Particularmente ahora que Obama, ganador alguna vez del más espurio premio Nóbel de la Paz del que se tenga memoria, ha decidido implementar para el 2012 lo que algunos opinólogos han llamado la “Doctrina Obama”[32] -una estrategia de contención contra China, tanto en el plano económico (acuerdos de cooperación con los países asiáticos del Pacífico que colindan con China) como militar (envío de 2.500 marines a Australia, reforzamiento de los lazos militares con Japón y Corea del Sur). La Secretaria de Estado de EEUU Hilary Clinton ha llamado a este siglo el “Siglo del Pacífico Americano” [ie., estadounidense], dando a entender que la estrategia de Washington será recomponer a toda costa su hegemonía en Asia y el área del Pacífico (conseguida tras la derrota de Japón en 1945), minando así la hegemonía que China ha logrado en años de progreso ascendente. Esta apuesta agresiva representa un peligro inminente para la humanidad: aún cuando China y EEUU dependen el uno del otro, la arrogancia imperial de EEUU busca, en medio del declive, imponer su hegemonía a las buenas o a las malas. A falta de una economía saludable, EEUU todavía tiene muchas bombas. Y China lo sabe: por eso está reforzando su aparato militar, modernizándolo y ampliándolo. En ese contexto de creciente tensión y confrontación, la RPDC jugará un rol nada despreciable, más allá de su rol tradicional como “tapón” entre China y la presencia norteamericana en Corea del Sur.

    Ante todo su rol en este escenario será político. Los EEUU lo saben y ven que su guerra de baja intensidad contra la RPDC tiene repercusiones en su batalla por la hegemonía con China, que la presencia de la RPDC es una piedra en el zapato para su geoestrategia de contención, y que su desarrollo de arsenal nuclear hace que cualquier decisión al respecto se dificulte al punto de la parálisis. Por eso debemos esperar que la propaganda norteamericana ante la RPDC siga obscureciendo lo que realmente está en juego y siga reforzando el discurso hegemónico de los EEUUU, precisamente porque la península coreana es un punto en el que su hegemonía global está en disputa: la sola existencia de la RPDC es un recordatorio de que el poderío militar-industrial norteamericano tiene límites. Y eso es algo que ningún imperio puede tolerar, menos cuando está en crisis.

    José Antonio Gutiérrez D.
    29 de Diciembre, 2011

    [1] Para botón de muestra, puede revisarse el siguiente artículo en inglés [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [2] Hunter, Helen-Louise, “Kim Il-Song’s North Korea”, Greenwood Press, 1999, pp.26-27.
    [3] Cumings, Bruce, “North Korea, Another Country”, The New Press, 2004, p.194
    [4] Ibid, pp.49-50
    [5] Ibid pp.47-48
    [6] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [7] Argumento que demuestra el uso manipulador y selectivo de la historia por parte de la “comunidad internacional”, porque al Estado de Israel se le siguen justificando sus atrocidades en base a un supuesto derecho adquirido a ocupar al pueblo palestino debido a las acciones de la Alemania Nazi en la década de los ’30.
    [8] Halliday, John & Bruce Cumings “Korea, the unknown war” Ed. Viking, 1988, pp.203-204.
    [9] Cumings, Bruce, “The Korean War”, Ed. Modern Library, 2010, p.243.
    [10] La mayoría de los datos de esta sección se encuentran debidamente citados en un artículo previo “La nueva vieja crisis en la península coreana: el largo camino a Yeonpyeong” [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [11] Cumings, “North Korea”, p.56
    [12] Se habla por parte de los medios de tres millones, hasta de seis millones de personas muertas a causa de desnutrición. Las cifras más realistas ponen la cifra, para todo el período de los ’90, entre 200.000 (oficial) y poco menos de 500.000 (Banco Asiático para el Desarrollo).
    [13] Cumings, “North Korea”, p.198
    [14] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [15] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [16] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [17] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [18] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [19] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [20] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [21] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [22] Esta anécdota es citada por Don Oberdorfer en “The Two Koreas”, Ed. Warner Books, 1999, p.19.
    [23] En realidad, el término es mucho más complejo que autosuficiencia aunque así sea frecuentemente traducido. Es un término con matices ideológicos, políticos, culturales, social y hasta económicos que engloban el conjunto de la cosmovisión norcoreana.
    [24] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [25] Sobre las ideas anarquistas de Shin Chae Ho puede leerse una breve biografía de él en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y su “manifiesto” en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] También puede leerse un documento suyo sobre la historia desde una perspectiva coreana (en inglés), documento en el cual más se evidencia su influencia sobre el nacionalismo de la RPDC [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Cabe destacar que Shin Chae Ho es reverenciado como figura política de tipo emblemático en las dos Coreas. Ambas, por cierto, se cuidan de no enfatizar su anarquismo, limitándolo a un héroe nacional. Henry Em pronto lanzará un libro sobre el nacionalismo coreano que tratará de manera rigurosa y extensa con las ideas políticas de Shin Chae Ho. Además, Hwang Dongyoun, está preparando un libro sobre el anarquismo coreano que esperamos vea luz en los próximos meses.
    [26] Sobre la compleja formación ideological del regimen, el libro de Charles K. Armstrong “The North Korean Revolution, 1945-1950” Cornell University Press, 2003, entrega una base insuperable de análisis del proceso histórico en el crucial primer lustro del régimen.
    [27] Mikheev, Vasily “Politics and Ideology in the Post-Cold War Era”, en Han S. Park “North Korea, Ideology, Politics, Economy” Ed. Prentice Hall, 1996, p.90. Un debate interesante sobre las características del liderazgo de Kim Il Sung y el culto a su liderazgo, se encuentra en el capítulo 8 de Charles K. Armstrong “The North Korean Revolution, 1945-1950”.
    [28] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [29] Armstrong, Charles K., p.225.
    [30] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [31] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    [32] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


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