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El 16 de octubre recordamos que tal día como hoy en el año 1973 la caravana de la muerte pinochetista acabó con la vida de don Jorge Peña.
Desde el momento en que don Jorge Peña decide llevar la música clásica hasta personas y lugares a los que nadie sospechaba que podría llegar ya se estaba ganando enemigos de muy diversa índole.
Tal aniversario supongo que dará lugar a un merecido recuerdo tanto dentro como fuera de las que fueron sus ciudades. Si tras su asesinato nos limitamos a más o menos citar su nombre en actos institucionales o a mencionar ciertos aspectos de su vida de forma protocolaria ignorando la música y su compromiso político y moral no estaremos haciéndole justicia. Escuchar música clásica sin complejos y actuar orientados por una crítica autorreflexiva que desenmascare la dominación social que se oculta tras la exclusión de "lo bello" en aras de "lo necesario" es el más adecuado homenaje que le podemos y debemos tributar.
Le hubiese resultado más cómodo y lucrativo ahondar en el “carácter afirmativo de la cultura” - en terminología de Marcuse- garantizando así la hegemonía de clase pero en lugar de encerrarse en ninguna torre de marfil prefirió salir a la calle para hacer públicas las claves del potencial liberador de la música no alienante así como las de su propia felicidad.
Lo dicho por el poeta don Gabriel Celaya con respecto a la poesía es igualmente válido para la música:
“La poesía es un arma cargada de futuro”. Descanse en paz don Jorge Peña.
Desde el momento en que don Jorge Peña decide llevar la música clásica hasta personas y lugares a los que nadie sospechaba que podría llegar ya se estaba ganando enemigos de muy diversa índole.
Tal aniversario supongo que dará lugar a un merecido recuerdo tanto dentro como fuera de las que fueron sus ciudades. Si tras su asesinato nos limitamos a más o menos citar su nombre en actos institucionales o a mencionar ciertos aspectos de su vida de forma protocolaria ignorando la música y su compromiso político y moral no estaremos haciéndole justicia. Escuchar música clásica sin complejos y actuar orientados por una crítica autorreflexiva que desenmascare la dominación social que se oculta tras la exclusión de "lo bello" en aras de "lo necesario" es el más adecuado homenaje que le podemos y debemos tributar.
Le hubiese resultado más cómodo y lucrativo ahondar en el “carácter afirmativo de la cultura” - en terminología de Marcuse- garantizando así la hegemonía de clase pero en lugar de encerrarse en ninguna torre de marfil prefirió salir a la calle para hacer públicas las claves del potencial liberador de la música no alienante así como las de su propia felicidad.
Lo dicho por el poeta don Gabriel Celaya con respecto a la poesía es igualmente válido para la música:
“La poesía es un arma cargada de futuro”. Descanse en paz don Jorge Peña.
