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    El 15M, Auschwitz y la poesía

    JovenRojo
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    El 15M, Auschwitz y la poesía Empty El 15M, Auschwitz y la poesía

    Mensaje por JovenRojo Miér Mayo 09, 2012 12:02 am


    El 15M, Auschwitz y la poesía Transfuga-acampada-sol-perroflauta-fuente

    Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie. Theodor Adorno

    Casi un año después de que estallara el fenómeno es momento de hacer balances, de ajustar cuentas, de pasar lista. Para algunos la panacea, para otros el más reciente e interesante movimiento de masas que deslegitima al poder y para Santiago Alba Rico un movimiento anticapitalista*, pero ni es la panacea, ni ha desgastado al Poder y Santiago Alba Rico sorprendió a muchos con sus polémicas posiciones en torno a las intervenciones humanitarias de carácter atlantista en los países árabes.

    Las filas del 15M han acogido todo tipo de fauna ideológica, desde ortodoxos del marxismo-leninismo más intransigente hasta socialdemócratas convencidos, pasando por reptilianos-illuminatis que opinan que la familia Rockefeller, Obama y nuestro campechano cazador de elefantes, son en realidad lagartos de otro planeta que pretenden imponer el Nuevo Orden Mundial. Yo sé que esto da risa y que la mayoría de analistas serios optan por obviar este tipo de frikadas y excentricidades en sus análisis y disertaciones, pero yo no soy serio y obviar lo que no resulta comprensible es hacer trampa y de alguna manera cercenar la realidad objetiva y sus vergüenzas en aras de llevárnosla a nuestro terreno. Cualquiera que se haya pasado por una plaza es consciente (si no se engaña a sí mismo) de que las comisiones de reiki o de yoga, las pirámides invertidas illuminati y los talleres de malabares, convivían codo con codo con las propuestas teóricas serias y las acciones políticas concretas, que la lucha por el «sentido común» es dura y en ocasiones profundamente dolorosa: la última propuesta extravagante fue un ataque mental masivo contra la bolsa, consistente «en que todo el mundo a la vez parará a una hora determinada para hacer un ataque psíquico contra las bolsas de todo el mundo, pues está garantizado que así desaparecerán**». Insisto en que sé que esto es incómodo y que la mayoría de analistas prefieren hacer como si no ocurriera pero sería un análisis sesgado y profundamente parcial, probablemente Alba Rico no va a perder el tiempo ni su bella prosa en argumentar por qué un ataque psíquico masivo contra la bolsa no va a funcionar, pero la propuesta está ahí y con ella debemos bregar y convivir. Por supuesto que se han producido propuestas legítimas, sensatas y ciertamente anticapitalistas, sea la eliminación de los paraísos fiscales, sea la imposición de una banca pública o sea una mayor participación ciudadana en la vida pública y política, pero negar la cara freak del 15M es negarlo en sí mismo: el 15M tiene elementos freak porque nuestra sociedad (yo el primero) tiene multitud de adoradores de Star Wars, la meditación trascendental y los ovnis. Partiendo de esa base, es decir, partiendo de que el 15M puede ser capaz de lo mejor y de lo peor al mismo tiempo, debemos orientar nuestro análisis y nuestras posiciones y propuestas.

    Nunca un movimiento social generó tantas posiciones encontradas, diversas u opuestas, ello es debido fundamentalmente a la magnitud de su tamaño y alcance mediático. Tenemos al militante radical que se desespera porque el movimiento es profundamente light y desclasado (entre los que me incluyo), el mismo que esperaba que por convulsión espontánea las masas tomaran Sol de forma disciplinada y un mar de banderas rojas con hoces y martillos recorriera el estado de punta a punta, olvidando que las masas aspiran en el mejor de los casos a una conciencia trade-unionista, que la conciencia de clase y comunista no brota como la hierba en el jardín, hay que inculcarla. Pero claro, para eso hay que ejercer de vanguardia y es un trabajo de hormiga que no es especialmente agradable y ameno, más bien desesperante y muy sufrido, mejor decir que el 15M es un nido de vil revisionismo y seguir marcando paquete en Facebook o Twitter, donde todas mis amistades están convencidas. Proviene generalmente de un hogar fordista, escucha Non Servium o Los Chikos del Maíz y se mueve por Vallecas.

    Tenemos también al Katheder-sozialisten, aquel que suscitaba la ira y las mofas de Kautsky o Rosa Luxemburgo, es decir, el marxista de cátedra. Vinculado al mundo académico, ya sea porque ejerce de docente, ya sea porque cursa el enésimo máster, habla tres idiomas y tiene dos carreras pero, o no trabaja ni ha conocido el mundo del trabajo, o si lo hace es de camarero o de teleoperador. Heredero avanzado del Marxismo Occidental (el que abandonó las estructuras económicas como puntos de interés teórico y abrazó la teoría cultural y el mundo de la estética), este nuevo sujeto vuelca su ira o justifica la no fructificación del movimiento en los sindicatos y partidos políticos tradicionales. Los sindicatos, terriblemente fordistas y anclados únicamente en sus afiliados, no han sabido adaptarse a la nueva composición del trabajo y a la terciarización de nuestras sociedades post-industriales. Quizá es que este nuevo sujeto no asume su condición de clase obrera porque (y como es comprensible) tiene dos carreras y habla tres idiomas y el trabajo de teleoperador obviamente es eventual y circunstancial: visita la clase obrera casi como turista. ¿Para qué voy a sindicarme si en realidad aspiro a ser profesor o a trabajar en un despacho? Proviene generalmente de un hogar postfordista de profesiones liberales, es de los de la «generación más preparada de la historia» (o perdida), escucha La pegatina o Vetusta Morla y se mueve por Lavapiés o La Latina.

    Por último tenemos al inclasificable, el inacotable anónimo que por primera vez en su vida y gracias al 15M, se moviliza. Es el más permeable e influenciable, el que mejor digiere el discurso mediático, el que más fácilmente sucumbe a la espiral de silencio de Neumann, el que es víctima de la opinión pública como forma de control social, percibiendo casi instintivamente, las opiniones de quienes le rodean, adaptando su comportamiento a las actitudes predominantes. Puede escuchar a Sabina o a David Bisbal y se mueve por cualquier parte. No nos engañemos, este último sujeto es la materia prima de la transformación social, él es que ha hecho que el 15M no sea un gueto ideológico de fordistas leninistas o un elitista paraíso cerrado de cuatro académicos con fotos de Zizek en la carpeta. De ahí la complejidad, tensiones y desencuentros que han generado el 15M y los indignados entre analistas, militantes y la izquierda en general.

    El 15M es como la puta entrañable de buen corazón a la que todos quieren sacar de la calle, pero ella se niega y se niega y sigue esperando la llegada de su verdadero príncipe azul. Muchos lo intentaron pero todos fracasaron en su propósito; IU (con mejores resultados), UPyD (con resultados catastróficos), un sector que pretendió formar un partido político, los ultraliberales de DRY que se escindieron y formaron una asociación, ahora un PSOE en la oposición que gira a la izquierda (discursivamente) y también pretende pescar en río revuelto lo que perdió en aguas tranquilas... Todos le piden la mano pero ella se niega una y otra vez a abandonar su soltería promiscua, su vaivenes obscenos, y cuan Penélope moderna, continúa tejiendo de día el sudario que deshace por las noches. El problema es que de tanto danzar con unos y con otros, a nuestra dama se le está pasando el arroz y se va a quedar para vestir santos.

    El 15M es una marca, un símbolo, una moda pasajera que, al igual que las americanas con hombreras y las permenentes en los años ochenta, conoció tiempos mejores. Una marca caduca que se diluye en la mayoría absoluta y totalitaria del Partido Popular y su brutal ofensiva contra las clases populares a las órdenes de los mercados, la Merkel, la Troika o como usted tenga a bien llamar. Las últimas elecciones generales y la barra libre que supuso la victoria de Mariano Rajoy, hicieron envejecer a nuestra dama treinta años de golpe. Renqueante y con artrosis, se mira pero ya no se refleja en el espejo, se busca pero no se encuentra. Nuestra dama, dada su heterogeneidad tan sublimemente heterodoxa en la que hay sitio para todos sin importar el origen social, si se es mosso de escuadra o si se está en posesión de los medios de producción (somos el 99%), se dejó seducir por los cantos de sirena del «todos los políticos son iguales» (por ello se abucheó a Cayo Lara presente en un desahucio), del «todos los sindicatos son iguales y unos vividores» (por ello vamos a la huelga como bloque crítico), del «todos los medios de comunicación son iguales» (por ello increpamos a Telesur, el único medio internacional que estaba cubriendo el intento de toma del congreso), del «no somos ni de derechas de ni de izquierdas» (y se abuchearon banderas rojas o republicanas y nos acerca a posiciones Joseantonianas o Maria-lepenistas y peligrosamente a la extrema derecha fascista) y un largo etcétera. Pero todos estos tenebrosos elementos, —en el fondo una victoria aplastante de la ideología dominante del no te metas en política que ya lo hago yo— normalmente son obviados, ya sea Alba Rico, Ramonet o Sami Nair (porque no han visto una plaza de cerca) ya sea los analistas de La Tuerka porque, en un masoquista ejercicio de optimismo trágico, prefieren hacer como que no ocurre y quedarse exclusivamente con lo positivo, sin caer en la cuenta que quizá si el movimiento no avanza o la respuesta a la ofensiva neoliberal es tan tibia, es debido en gran medida a toda esa morralla que desde el inicio pulula en el corazón del 15M. Obviar esa cara B y quedarnos con lo que nos interesa sería hacer política-ficción. Es lo que hay, repiten al unísono, pero asumir sin concesiones que es lo que hay, conduce a un inmovilismo peligroso. Claro que es lo que hay, por eso debemos cambiarlo.

    Siendo realistas sólo nos queda reconocer que el único que ha sabido bailar con nuestra dama y le ha sacado todo el rédito posible ha sido el Partido Popular, el verdadero príncipe azul que —más azul que nunca— se aprovechó de la confusión y sedujo a la moza mientras la izquierda discutíamos qué canción debía sonar en la verbena. Era de cajón que el no les votes o el nuestros sueños no caben en sus urnas iban a ser el pilar que sustentaría la mayoría absoluta, la barra libre para la motosierra en lo social. La derecha siempre vota, en bloque, al unísono, disciplinadamente, no importa cuales sean las circunstancias. La derecha eterna, mucho menos promiscua (al menos de puertas para fuera), nunca cambia de pareja y la fidelidad puede ser muy aburrida pero es profundamente práctica a la hora de acumular poder. En realidad esto no es más que el ABC de la política española pero algunos se dejaron llevar por la euforia y no se pusieron en alerta cuando personajes de pasado tan siniestro como Eduardo Punset acudían a las plazas a arengar y a congratular con los acampados o cuando individuos como Julio Iglesias declaraban en prensa que «le gustan los indignados porque hay motivos***» Y me dirán y con razón que Eduardo Galeano también se pasó a mostrar todo su apoyo y yo responderé que claro, es lo normal, lo obvio, lo que era de esperar, lo natural. ¿Alguien concibe esa solidaridad por parte de la derecha reconocida en el movimiento contra la OTAN, contra la LOU o Bolonia o en la cumbre antiglobalización en Génova? No ¿verdad? Ahí reside la dualidad del 15M y su tragedia: hay algo que no termina de encajar, está en posesión de un algo oscuro que aunque lejano, amenaza con subir a la superficie, es un sí pero no... Un eterno «pero» a su naturaleza y composición, una cara B, un reverso tenebroso de la fuerza que no encontrábamos en los anteriores movimientos sociales o políticos que alcanzaron la categoría «de masas» o una envergadura considerable. Y claro, eso nos tiene a todos descolocados.

    Lo verdaderamente terrible no es que muchos se hayan dejado caer en los cómodos brazos del optimismo y hayan obviado una y otra vez, ese reverso tenebroso de la fuerza, lo verdaderamente trágico es que mientras lees el enésimo artículo que pretende explicar o dar salida a nuestra dama insolente, los inmigrantes sin papeles perderán su tarjeta sanitaria y dejarán de recibir atención médica. Muchos de ellos morirán: enfermos de cáncer, de SIDA, diabéticos, dependientes en general... y antes de que termines de leer el artículo miles de hijos de la clase trabajadora renunciarán a cursar estudios universitarios porque sus padres sencillamente no podrán pagar el aumento de las tasas en la educación superior. La movilidad social se estancará y el sistema de clases (¿por qué no decir de castas?) se reproducirá sobre sí mismo sin la menor de las resistencias y nos dirigiremos (como afirma el sociólogo Ulrich Beck) hacia una brasileñización de Occidente. Un nuevo mundo feliz en el que la clase media habrá cuasi desaparecido, una enorme masa de desarrapados sencillamente se dedicará a sobrevivir y una reducida clase alta vivirá rodeada de alambradas de espino, playas privadas vigiladas de las miradas hambrientas y sofisticados sistemas de seguridad. Por supuesto y como en la premiada Tropa de elite, no faltarán hijos de papá que pretendan lavar su conciencia ayudando a los más desfavorecidos; la caridad y la solidaridad de cartón piedra son moneda común en nuestras sociedades avanzadas y buque insignia de la cultura pop. El único trabajo estable al que aspirarán los jóvenes desarrapados se encontrará en las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, sea como carne de cañón para saquear los recursos de algún país de nombre impronunciable, sea para reprimir la cada vez más brutal pero esporádica, espontánea y desideologizada, disidencia interna (disturbios de los consumistas frustrados de Londres). En definitiva, sostener el sistema que lo oprime a él y a los suyos, llevan haciéndolo siglos...

    ¿Esperanza? Claro que la hay, como dice Alba Rico, el 15M ha cambiado la composición del aire, de alguna manera ha mutado el imaginario colectivo en pos de la movilización, ha normalizado la protesta: protestar ya no es un comportamiento exclusivo de melenudos que fuman porros, es una baza que debemos jugar. El 15M es una marca caduca, una etiqueta obsoleta, una prostituta desdentada de la cual debemos aprovechar el poso que nos ha dejado y que cobra forma en la marea verde, en el movimiento contra los desahucios, en los estudiantes del instituto Lluís Vives, en el YO no pago o en los encierros en hospitales y ambulatorios. Movimientos muy válidos y vacíos de las gilipolleces innatas al 15M (conspiranoicos, zeigeist, reptilianos o espiritistas toca-timbales que no son ni de derechas ni de izquierdas). La movilización social de toda la vida, la que no tiene reverso tenebroso de la fuerza, la que encaja completamente, la que no suscita sospechas en los viejos militantes, la que no despierta la solidaridad de Punset o Julio Iglesias ni es tratada por el enemigo (los grandes medios) de forma paternalista y condescendiente. De la misma forma que las acampadas se convirtieron en un lastre y urgía que la movilización saltara a los barrios y a las asambleas, urge también deshacernos de la marca/etiqueta 15M y que la movilización tome cuerpo en los distintos frentes abiertos mencionados.

    La tarea (difícil y titánica) consiste en articular todas esas pequeñas luchas bajo un mismo frente. La Europa continental puede no convertirse en Brasil como predice Beck, aquí sí que cuenta el cuanto peor, mejor (para la lucha). Ya sabemos que en Burundi se mueren de hambre y no hay una revolución en marcha pero Europa está en posesión de una tradición de lucha que carecen otros rincones del mundo, tradición que no va a permitir que nuestros muertos llenen de nuevo las cunetas, esta vez de inanición, enfermedad o abandono.

    ¿Eurocentrista? Probablemente, pero Europa y su hija bastarda la Ilustración, al igual que el 15M, es capaz de lo mejor y de lo peor. Se trata de huir de esa racionalidad técnica que desembocó en Auschwitz y como dijo Adorno, asesinó para siempre a la poesía, razón no le faltaba: nos sobran técnicos y nos faltan poetas. La Troika nos conduce a un nuevo Auschwitz —velado, simbólico y mucho más difícil de acotar— que se va a extender en el tiempo y el espacio y no arroja contra la cámara de gas en función de la ideología, la raza o la creencia religiosa, sino en función del nivel de ingresos: los que no puedan pagar la factura serán abandonados a su suerte en los nuevos guetos de Varsovia que se van extendiendo por todo el continente (parados de larga duración, jóvenes precarios, familias desahuciadas, jubilados ahogados en recetas médicas...) Las elecciones griegas demuestran los paralelismos entre la europa de los años treinta y lo que se avecina. El futuro apocalíptico está llegando, las distopías futuristas de Orwell o Huxley tienen ya mucho de ciencia y cada vez menos de ficción. Por todo ello urge cambiar la mirada y poner el foco en el Sur. Urge un colonialismo a la inversa (del Sur al Norte) que despeje el camino de maleza y de malabaristas del conocimiento hijos de lo relativo, la fragmentación y la incertidumbre. Necesitamos respuestas, no retozar en nuestro propio océano de dudas, mierda y lodo. La modernidad, ese bello proyecto interrumpido primero por el fascismo en los años treinta y que se detuvo de nuevo gracias al freno del tándem Reagan-Thatcher, una socialdemocracia canalla y la colaboración bien pagada de los Lyotard y los Baudrillard (y también los Negri), se ha puesto de nuevo en marcha, pero esta vez ha sido el sur el que ha engrasado sus mecanismos. Es el momento de construir nuestro nuevo gran relato: el colonialista tiene que aprender a mirar con los ojos del colonizado y grabarse a fuego que, las revoluciones deben ser pacíficas pero armadas, que en la calle debemos ser pacifistas pero no pacíficos, que las banderas si son del color adecuado pueden cambiar el curso de la Historia, que el liderazgo ahorra muchas tardes de asambleas eternas, que el leninismo si es amable, es una poderosa herramienta de concienciación y movilización, que el petróleo es argentino pero Repsol no es española, que las flores, aunque cargadas de simbolismo, en realidad sólo sirven para decorar jardines o para inspirar a los poetas.

    Quizá por todo ello en Latinoamérica la poesía goza de tan buena salud: sólo después de la tormenta puedes sentarte a mirar una flor.
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    * http://www.rebelion.org/noticia.php?id=148330

    ** http://madrid.tomalaplaza.net/2011/09/13/miles-de-ideas-de-accion-para-el-15-de-octubre/ Entre otras propuestas para el 15 de Octubre se podía encontrar también, pintar la leyenda Game Over en los billetes, besos con labios multicolores o terminar las marchas con fiestas y poemas.

    *** http://www.publico.es/389700/me-gustan-los-indignados-porque-hay-motivos

    El autor escribió este artículo para la edición de mayo de la revista mexicana Refundación pero por necesidades de la lucha ideológica tuvo que ser reproducido antes.

    Fuente: http://revolutioninspain.blogspot.com.es/2012/05/el-15m-auschwitz-y-la-poesia.html

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