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Unos mil incondicionales al dictador y genocida Augusto Pinochet han llegado hasta el teatro Caupolicán de Santiago de Chile para rendirle homenaje, pese a que en los días previos una decena de organizaciones civiles y políticas solicitaron al Gobierno que prohibiera el acto de enaltecimiento al dictador. “Gracias, gracias Pinochet, con las manos y con los pies”, gritaban los asistentes del evento, organizado por la Corporación 11 de Septiembre y la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional, dos agrupaciones pequeñas y poco conocidas de fieles al militar fallecido en 2006. “Estamos felices porque estuvimos 20 años callados escuchándolos tergiversar la historia”, ha dicho Juan González, uno de los organizadores del encuentro, que niega las violaciones de los derechos humanos cometidas durante el régimen.
Paralelamente, cientos de manifestantes se han reunido en una plaza cercana para repudiar el acto. “Dictador, traidor, asesino y siempre ladrón”, se leía en las pancartas de los protestantes. Tras impedir el avance hasta el teatro, la policía empezó a cargar, mientras un centenar de manifestantes se ha enfrentado durante horas con ellos. Los enfrentamientos se han saldado con un balance provisional de 22 heridos y 64 detenidos.
“Las actuales autoridades han resuelto estar con la derecha golpista y genocida y por eso nos reprimen”, ha dicho Lorena Pizarro, presidente de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD).
El acto del teatro Caupolicán, donde según los asistentes se podía percibir el efecto de las bombas lacrimógenas del exterior, ha arrancado con un discurso de uno de los nietos del dictador, Augusto Pinochet Molina. Luego han subido al escenario los invitados internacionales, entre ellos el español Jaime Alonso, uno de los abogados que presentó la querella contra el juez Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo. “Estoy convencido de que en Chile hay muchos garzones que hay que desenmascarar”, ha dicho el jurista, según consignaron los medios locales. También se ha informado de la presencia de Miguel Menéndez Piñar, nieto del ultraderechista español Blas Piñar, y de Joseph Torres, presidente de la juventud cubana en el exilio.
Para asistir al acto había que pagar una entrada que costaba entre 6 y 24 euros. En la sala se ha proyectado por primera vez en el país el documental Pinochet, del realizador Ignacio Zegers, que ensalza la figura del militar y sus 17 años de permanencia en el poder. “Entérese de la verdad, sin odio ni venganza, con profundo rigor histórico”, rezaba el cartel que publicitaba el evento. El filme, sin embargo, comenzó a desatar la polémica antes de su estreno ya que el cineasta chileno Miguel Littin ha denunciado que, sin su autorización, se habían utilizado imágenes suyas que datan de 1971.
El homenaje a Pinochet ha generado un debate profundo en la sociedad chilena sobre los límites de la libertad de expresión. La AFDD interpuso sin éxito una demanda ante la justicia para que se prohibiera el acto. Los principales dirigentes de los partidos de oposición también solicitaron al Gobierno que lo suspendiera. La Administración del presidente Sebastián Piñera, sin embargo, no impidió el acto del teatro Caupolicán, argumentando que en Chile “existe el legítimo derecho a expresarse”. Eran las palabras del portavoz del Ejecutivo, el ministro Andrés Chadwick, que ha entonado un mea culpa público sobre su posición política durante la dictadura: “Me arrepiento de haber respaldado un Gobierno que violó los derechos humanos”.
De acuerdo con informes oficiales, bajo la dictadura de Pinochet hubo 3.225 muertos y desaparecidos, además de casi 40.000 víctimas de prisión y tortura. Un total de 76 agentes de las fuerzas de seguridad fueron condenados por violaciones a los derechos humanos en Chile. De ellos, 67 han sido encarcelados, según un estudio de la Universidad Diego Portales difundido este fin de semana.