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    La corriente trotskista adversaria de la Revolución cubana - Albert Escusa

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     La corriente trotskista adversaria de la Revolución cubana - Albert Escusa  Empty La corriente trotskista adversaria de la Revolución cubana - Albert Escusa

    Mensaje por Platon Vie Jul 20, 2012 8:26 pm

    La corriente trotskista adversaria de la Revolución cubana: cuando la extrema izquierda se equivoca de enemigo
    Albert Escusa

    (Noviembre de 2010)
    (publicado en el sitio Kaos en la Red)

    1.Introducción

    La heroica lucha que sostiene el pueblo cubano y sus dirigentes revolucionarios para elevar el nivel de vida del pueblo, perfeccionar la Revolución y hacerla estratégicamente viable, no sólo está enfrentando a Cuba con las fuerzas del imperialismo y la ultraderecha, sino también con una parte de la extrema izquierda de carácter trotskista, decidida a converger con la obra de acoso y derribo contra la Revolución. Esta convergencia se sustenta en la repetición, por parte de la extrema izquierda adversaria de la Revolución, de los mismos mensajes de la prensa imperialista. Para ello, frecuentemente recurre a mentiras, tergiversaciones y estudios manipulados a su antojo, como se verá más adelante. Todos estos mensajes están empaquetados convenientemente con un formato de aspecto radical e izquierdista con el objetivo de confundir a la izquierda internacionalista y solidaria con la Revolución, aprovechando las reformas económicas impulsadas por el gobierno cubano. Su objetivo es que la Revolución cubana y, más allá, otros procesos revolucionarios y de cambio en curso fundamentalmente en América Latina –aunque también en otras latitudes- dejen de ser un ejemplo positivo para los pueblos oprimidos y para amplios sectores de la izquierda internacional no integrados en el sistema.

    De esta corriente trotskista adversaria de la Revolución cubana destacan pequeños grupos políticos activos en internet, como la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) (1), la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional (FT-CI) (2), e intelectuales a título individual, como Claudio Testa (3), o Guillermo Almeyra (4). Esta extrema izquierda se esfuerza en presentar a Cuba como el reino del capitalismo salvaje, de la explotación laboral más siniestra, un país acaparado por unos dirigentes revolucionarios (calificados como «burócratas», aunque la gran mayoría tiene un nivel de vida notablemente inferior que sus críticos izquierdistas y comparte las penalidades del pueblo cubano) que buscan aprovecharse de los trabajadores. Normalmente un lenguaje sectario y estridente repleto de insultos y descalificaciones, y se auto consideran los defensores de los trabajadores cubanos desde el exterior dándose golpes en el pecho. Pero las corrientes de extrema izquierda adversarias de la Revolución tienen una influencia mínima o inexistente entre la clase obrera cubana, principalmente porque sus análisis están completamente divorciados de la realidad interna del país. Ello se debe a que subestiman la fortaleza del pueblo cubano y de sus dirigentes revolucionarios, al igual que mucho antes también habían subestimado al pueblo ruso: un pueblo al que creían incapaz de llevar a buen término la revolución soviética y construir el socialismo y, por lo tanto, un pueblo que en su acción política debía supeditarse a las revoluciones protagonizadas por los obreros occidentales, aunque éstas acabaran fracasando allá donde se intentaron. En este sentido, la extrema izquierda anticubana se nutre de una variedad adulterada del marxismo, un “marxismo” dogmático y eurocentrista, descendiente en línea directa con una II Internacional socialdemócrata partidaria del colonialismo. Empapada de este “marxismo eurocentrista”, la extrema izquierda anticubana desconfía permanentemente de las capacidades revolucionarias de los pueblos “atrasados” y por ello se arroga el “derecho de injerencia” perpetuo en todos los procesos revolucionarios habidos y por haber.
    Las organizaciones e intelectuales trotskistas anticubanos, en su guerra obsesiva contra la Revolución, se convierten en amplificadores de los mensajes emitidos por los sectores de la extrema derecha anticubana y los medios de prensa imperialistas, al repetir sus acusaciones y responsabilizar exclusivamente al gobierno cubano y a los dirigentes revolucionarios (los «burócratas») por la difícil situación que atraviesa el país. La corriente trotskista enemiga de la Revolución cubana sigue un patrón similar sustentado en los siguientes argumentos:

    a)El problema de la Revolución no es de origen externo (el fin de la URSS, las amenazas militares yanquis, el bloqueo, los huracanes o la crisis mundial) sino interno (la «incompetencia de la burocracia»). Para ello, siempre ocultan o minimizan las multimillonarias pérdidas producidas por el bloqueo y otros graves factores adversos que han impedido la construcción de una economía más eficiente y productiva.

    b)La «burocracia» (Fidel, Raúl y todos los demás dirigentes políticos y sindicales) constituye una capa o clase social corrupta que está instaurando el capitalismo o ya lo ha hecho, explotando a los trabajadores. Para “demostrarlo” la extrema izquierda anticubana lanza impunemente acusaciones gratuitas sin ofrecer ninguna prueba o dato concreto: no se dice quienes son los supuestos explotadores o corruptos con nombres, apellidos y datos comprobables, ni los hechos delictivos que se le imputan, ni sobre cómo se produce la explotación a los trabajadores, ni a cuánto asciende el valor de esta supuesta explotación y a qué bolsillos va a parar. Confunden intencionadamente el robo y la corrupción que puedan cometer determinadas personas concretas con la explotación generalizada de los obreros, para dar la impresión de que los trabajadores cubanos están siendo tan explotados o más que en cualquier país capitalista.

    c)No existe democracia en Cuba; el pueblo y los trabajadores no deciden nada, «la burocracia no rinde cuentas a nadie» y le impone al pueblo sus decisiones por la fuerza, es decir, existe una «dictadura» tal y como plantea el imperialismo. Para “demostrar” este argumento, los trotskistas anticubanos nunca hablan de las consultas electorales periódicas en Cuba con una participación popular masiva, ni de las asambleas laborales, votaciones en los centros de trabajo, rendición de cuentas y otros procesos similares caracterizados por la participación directa y masiva de la población.

    d)La «burocracia es incapaz de alimentar a su pueblo» y debe adquirir en el exterior una gran cantidad de alimentos. Este argumento se basa en ocultar el hecho de que la mitad de la tierra en Cuba es muy poco productiva porque está afectada por la erosión, alta salinidad, baja tasa de humedad y de materia orgánica (5), además de fenómenos atmosféricos como la desertificación –que alcanzó el 70% del territorio en la provincia de Las Tunas– y sequías prolongadas asociadas al cambio climático mundial. En el año 2003, una investigadora de la Agencia Cubana del Medio Ambiente señalaba que el 76% del suelo cultivable estaba parcial o totalmente dañado, aunque graciasa los programas del gobierno se estaban recuperando gradualmente (6).

    e)El patrón por el que se mide el comportamiento de la Revolución cubana y otros procesos revolucionarios y de cambio es la ideología y la práctica de Trotski –personaje transformado en un icono divino y fuente de verdades sagradas para toda la eternidad– realizada hace casi un siglo en las condiciones de la Rusia soviética de la época. De esta manera, como los dirigentes cubanos no siguen los mismos pasos que lo estipulado por la imagen idealizada de Trotski, los trotskistas anticubanos denuncian que éstos están «traicionando el socialismo». Para ello inventan una imagen idealizada, antihistórica y deformada de la Rusia soviética de los primeros años revolucionarios y silencian los textos y actuaciones más reprobables del “maestro”.

    2.La historia de Rusia que los trotskistas anticubanos ocultan

    Empezaremos por analizar el punto e) referido a la historia de la Revolución rusa y el comportamiento de Trotski. La extrema izquierda anticubana ha creado una leyenda sobre los considerados “años de oro” de una idealizada Rusia (1917-1924) para apoyar su campaña contra Cuba y contra otros procesos revolucionarios que se desvíen del dogma sagrado. Pero para los que no creen en leyendas, sino en la ciencia histórica sustentada en datos objetivos, se muestra la evidencia de que todo proceso revolucionario no se desarrolla en una línea recta, sino en una serie continua de avances y retrocesos, alianzas y conflictos, victorias y derrotas…

    En los primeros años de la Revolución bolchevique -venerada religiosamente por los críticos de la Revolución cubana, pero cuyas experiencias históricas han sido desechadas por ellos-, ante la catástrofe social y económica de Rusia, los dirigentes comunistas tuvieron que hacer concesiones al capitalismo y defender medidas que afectaron duramente a la clase obrera, para poder salvar lo esencial: el futuro de la Revolución bolchevique. En 1921, la mayoría de delegados asistentes al X Congreso del Partido Comunista Ruso (entre los que se encontraban Lenin y Trotski) ratificaron el fin del “comunismo de guerra” y el paso a la llamada Nueva Política Económica (NPE), que consistía básicamente en el fin de las requisas forzadas a los campesinos y la instauración de un impuesto en especie, la apertura al capital privado, tanto nacional como extranjero (en forma de concesiones extranjeras en la minería y la energía, atacado hoy como “modelo extractivista”), la posibilidad de contratar y explotar trabajadores por parte de capitalistas nacionales o extranjeros y, finalmente, la racionalización económica en las empresas estatales con la reducción drástica de plantillas para aumentar la productividad y reducir los costes.

    La NPE, una de cuyas esencias era la relación entre la ciudad y el campo a través de relaciones de mercado, fue definida por Lenin -quien no se amedrentaba por prejuicios o por griteríos escandalosos de los minoritarios sectores de la extrema izquierda- con el término de “capitalismo de Estado”, en asociación con otras formas socioeconómicas como el pequeño capitalismo individual y el socialismo. Anteriormente, durante el período del “comunismo de guerra”, cuando la oleada anarquizante desatada tras la Revolución de Octubre hizo florecer los “consejos de fábrica” en Rusia, tanto mencheviques como comunistas –por razones distintas- criticaron duramente un modelo de relaciones laborales que privilegiaba el beneficio inmediato de los trabajadores en perjuicio de su conciencia de clase. Los trotskistas que defienden la “autogestión” y que se escandalizan hoy de las palabras de Raúl Castro sobre la posibilidad de vivir sin trabajar en Cuba y la baja productividad del trabajo, deberían saber que Trotsky había atacado duramente en los primeros años de la Revolución a los obreros de «mente estrecha» que habían elegido un sistema autogestionario y anarquizante que les garantizaba un máximo de compensación a cambio de un mínimo de trabajo y que hacía impracticable la dirección central de la economía. Se les criticaba que fueran completamente indiferentes al capitalismo o al socialismo, a la democracia o a la dictadura, a sindicatos dependientes o independientes, y que buscaran únicamente alternativas que les resolvieran sus intereses materiales inmediatos (7). Trotski, asimismo, había luchado por imponer soluciones dictatoriales entre 1920 y 1921 para resolver el problema del trabajo y de la catástrofe económica, defendiendo la implantación de las medidas más autoritarias a través un Estado totalitario:

    «El Estado obrero se considera con el derecho de enviar a todo trabajador allá donde su trabajo sea necesario. Y ningún socialista serio negará al Estado obrero su derecho a castigar al trabajador que rechaza el trabajo que le ha sido asignado. (…) El Estado, antes de desaparecer, asume la forma de la dictadura del proletariado, es decir, la forma más despiadada de Estado, que abarca autoritariamente la vida de los ciudadanos en todos sus aspectos» (Trotski: Terrorismo y Comunismo) ( 8 ).

    Asimismo, Trotski se había situado frente a Lenin y otros dirigentes cuando apostó por la militarización de los sindicatos y por «el establecimiento de un régimen en el que cada obrero se sienta soldado del trabajo, que no pueda disponer de sí mismo libremente; si se le da la orden de trasladarse debe cumplirla; si no la cumple, será un desertor a quien se le castiga» (9).

    Acerca de la política industrial y laboral, hubieron fuertes controversias acerca de la “organización científica del trabajo” (cadenas de producción, ritmos elevados, trabajo a destajo). El propio Trotski tuvo la iniciativa en enero de 1921 de organizar una conferencia de ingenieros de Toda Rusia para debatir sobre aumento de eficiencia y productividad, y allí se impuso la visión de los ingenieros tayloristas, es decir, los partidarios de aumentar la productividad de los obreros mediante racionalización, destajos y ritmos de trabajo. Los efectos inmediatos de la NPE sobre la clase obrera rusa fueron muy duros: si el 1º de enero de 1922 se contabilizaron 160.000 obreros desempleados, el 1º de enero de 1923 había 641.000, y a principios de 1924, había 1.240.000 obreros desempleados (cifra que representaba el 13.8% de todos los miembros afiliados a los sindicatos), en las duras condiciones sociales de la Rusia devastada por la guerra y el hambre. Las primeras estadísticas de huelgas, del año 1922, indican que ese año se registraron 446 huelgas que afectaron a 192.000 obreros. Durante los años veinte los conflictos colectivos y las disputas entre los sindicatos y las direcciones de las empresas sobre ritmos de trabajo, salarios, jornadas, etc., se hicieron habituales, y el partido comunista tuvo que mediar frecuentemente para tratar de resolver los conflictos (10).

    3.La perspectiva histórica de las reformas en la Rusia bolchevique y en la Cuba actual

    ¿Se debería condenar a los dirigentes soviéticos por haber implantado tales medidas «ensuciando en nombre del socialismo», como sostienen ciertos trotskistas para el caso de Cuba? Desde el punto de vista del economicismo primitivo y demagógico, tales medidas -defendidas entre otros por Lenin y Trotski-, afectaron duramente a la clase obrera de forma inmediata. Pero si entendemos que el socialismo no se construye en un día, sino que es un proceso histórico a largo plazo realizado en las condiciones particulares de la Rusia de la época, sometida a un entorno internacional muy agresivo, es indudable que tales medidas crearon las condiciones para que la URSS pudiera sobrevivir a medio plazo y que pudiera más adelante construir una sociedad que elevó el nivel de vida de su población, tanto material como cultural, y creó un consenso social alrededor del régimen soviético, proporcionándole los medios materiales y humanos para defenderse con éxito de futuras invasiones y guerras de agresión. Esta es la perspectiva histórica en la que hay que juzgar los duros ajustes generados por la implantación de la NPE.

    Es preciso recordar en este lugar, a esta extrema izquierda obsesionada con la política interna de Cuba, cuál es la perspectiva histórica en la que nace y se desarrolla la Revolución cubana, y los hechos objetivos y tangibles determinantes, para que no se pierda la perspectiva en el análisis: hace más de medio siglo, gracias a la Revolución, el pueblo cubano se ha liberado de un pasado colonial de 500 años de vergüenza y explotación caracterizado por el subdesarrollo económico, la dependencia extranjera y la miseria de una gran parte de la población, el reinado de las mafias, los monopolios yanquis, los latifundios, la mortalidad infantil, el analfabetismo, el hambre, etc., y ha conquistado una serie de derechos sociales y democráticos –educación y salud gratuitas y de calidad, democracia popular y participativa, pleno empleo, cultura universal, etc.- desconocidos en la inmensa mayoría de países del entorno de Cuba, oprimidos y dominados por las potencias imperialistas.

    Evidentemente, las vicisitudes históricas por las que ha atravesado la Revolución unidas al efecto del bloqueo económico, los esfuerzos internacionalistas, la devastación de los ciclones, las amenazas militares imperialistas y también errores de concepción y de gestión surgidos de las entrañas de la propia Revolución -inevitables en todo proceso de bruscos cambios sociales-, han conspirado para impedir que el proyecto revolucionario se desarrollara de forma plena y liberara todas sus energías para crear una sociedad mucho más avanzada y eficiente que la Cuba actual. La inserción en el antiguo bloque soviético, aunque no pudo mitigar completamente los efectos del bloqueo, proporcionó un alivio frente al imperialismo al recibir créditos blandos, petróleo, equipamiento militar, tecnología industrial, y un marco de intercambio comercial considerado por los propios dirigentes cubanos como equitativo y altamente favorable para Cuba, y que satisfacía en gran parte las necesidades de la población.

    Ese marco de desarrollo y de integración iniciado desde 1960 y cortado bruscamente en 1991, implicó la pérdida del 80% del comercio exterior de Cuba y una caída del Producto Interior Bruto (PIB) de un 35%, empobreciendo bruscamente a la población y paralizando en seco el desarrollo económico del país, mientras que las amenazas yanquis de invasión se multiplicaban. Excepto la Unión Soviética, Vietnam y Corea Democrática, no hay otros países en el mundo que hayan podido salir de una crisis tan gigantesca manteniendo un elevado consenso social alrededor de la Revolución. Son datos que evidentemente prefieren no tener en cuenta los críticos de la extrema izquierda anticubana, pero que conocen bien todos los internacionalistas y solidarios con el pueblo cubano y su revolución.

    Ahora, a todas las deficiencias y problemas acumulados en el transcurso de su historia se le une la reciente crisis económica mundial, que ha provocado la bancarrota de algunos países desarrollados y que está golpeando duramente también a Cuba. La política de reformas que impulsa el gobierno cubano y que incluyen determinados elementos de pequeño capitalismo y mercado –controlados por el Estado–, no significa una traición al proyecto revolucionario iniciado en 1959, sino una necesidad de realizar concesiones para tratar de salvar lo esencial de las conquistas sociales y garantizar la viabilidad de la Revolución en un futuro que se prevé cada vez más conflictivo y militarizado.

    4.La esencia de las reformas en Cuba

    La respuesta de los países capitalistas a la crisis económica mundial y a la caída de los beneficios de las elites que controlan el planeta (los grandes grupos financieros, las multinacionales, las fuerzas ocultas tras las instituciones de los Estados) ha sido invariablemente la misma: drásticos programas de recortes sociales, baja de salarios, despidos masivos, desindustrialización, aumento de la edad de jubilación… La miseria y el hambre, que anteriormente era “patrimonio” de los parias del sistema (países africanos, asiáticos y latinoamericanos), ha regresado a la rica Europa y está arrasando los Estados Unidos. En muchos lugares como Francia, España, Grecia, Portugal, Italia, etc., la clase obrera trata de frenar los golpes con masivas manifestaciones ante los recortes sociales y la pobreza, mientras que en Cuba –desmintiendo los pronósticos de los trotskistas adversarios de la Revolución- los trabajadores mantienen un elevado grado de consenso en torno a las medidas y no se prevén protestas. ¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno cubano ante la crisis? Los movimientos del gobierno cubano ante el deterioro de la situación internacional y de los problemas económicos acumulados en Cuba consisten en un programa de reconversión económica que comporta la eliminación o reconversión de medio millón de puestos de trabajo estatales considerados excedentes, la reestructuración de las ayudas sociales de carácter universal, y la creación de nuevas cooperativas y de pequeñas empresas que podrán contratar personal asalariado. Los trotskistas anticubanos interpretan tales medias como una agresión a los trabajadores en beneficio de una «burocracia corrompida y explotadora» y del capitalismo internacional.

    Como ejemplo del mecanismo ideológico del trotskismo anticubano, analizaremos el último artículo de la LIT, Cuba: En nombre del “socialismo” despiden 500.000 empleados estatales, cuyo título es toda una declaración de intenciones contra la Revolución. Muchos de sus argumentos, con pequeñas matizaciones, están presentes en todos los adversarios trotskistas de Cuba, por lo que este artículo nos servirá para conocer la metodología utilizada en su guerra contra la Revolución.

    La LIT parte de la base de considerar que Cuba es un país tan capitalista como pueda serlo Marruecos, Colombia, Honduras o Rumanía y califica la política de reestructuración económica promovida por el gobierno cubano como «ajuste capitalista». A la LIT y otros similares –en su afán desesperado de acusar a los dirigentes revolucionarios de «restaurar el capitalismo»- no le interesa que se conozca el complejo entorno que afecta a un pequeño y frágil país como Cuba: la crisis económica (que ha provocado la brusca caída del comercio exterior y la dificultad de acceso a créditos), los efectos de la pérdida del 20% del PIB por los huracanes del año 2008 (10.000 millones de dólares y medio millón de viviendas afectadas, de las cuales 90.000 completamente arrasadas), y el persistente bloqueo (que hasta la fecha ha provocado pérdidas por decenas de miles de millones de dólares). En esas condiciones, la precariedad de la vida cotidiana de los trabajadores cubanos se ha agudizado inevitablemente, y el Estado no dispone de recursos –que requieren fuertes inversiones– para resolver muchas de las necesidades de la población y paliar la escasez de artículos de todo tipo. En este sentido, si la LIT y otras organizaciones de la extrema izquierda anticubana se hubieran dedicado a promover la solidaridad internacionalista en lugar de convertirse en el eco de la propaganda imperialista y obcecarse con la mitológica «burocracia», quizás la situación del pueblo cubano podría haber sido un poco mejor.

    Las reformas en Cuba no implican abandonar los principios que han regido la economía de la isla hasta ahora, ni la implantación de un capitalismo salvaje, como los demagogos extremistas sostienen: los documentos presentados a la discusión del pueblo en vistas al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba hablan claramente de que la propiedad socialista «será determinante», en la esfera privada «no se permitirá la concentración de la propiedad», «el sistema de planificación socialista continuará siendo la vía principal para la dirección de la economía nacional» y abarcará «no solo el sistema empresarial estatal y las empresas cubanas de capital mixto, sino que regulará también las formas no estatales que se apliquen» (11). Como vemos, todo el escándalo organizado por la extrema izquierda anticubana acerca de la liquidación de los elementos socialistas en Cuba, no constituye más que demagogia: el objetivo es confundir toda propiedad privada con capitalismo, cuando todo régimen socioeconómico (entre ellos el socialismo) está formado por un conjunto de formas de propiedad entre las que pueden aparecer –como se vio en el caso de la Rusia de Lenin – pequeñas y medianas empresas privadas, la propiedad cooperativa y los elementos de mercado–, algunos de los cuales también estuvieron presentes en la URSS de Stalin, como la ley del valor –aunque modificada por la planificación central–, la red de tiendas del Estado, los mercados campesinos y las cooperativas agrícolas.

    5.Las mentiras sobre las «medidas neoliberales», el fin de las conquistas sociales y la reestructuración económica

    La evolución negativa del entorno internacional y la frágil situación económica interna ha empujado al gobierno cubano a optar por una reforma amplia con el objetivo de fomentar cuanto antes el desarrollo de las fuerzas productivas, recurriendo para ello al sector privado –tradicionalmente muy desarrollado en el sector agrícola-, aunque estrechamente controlado por el Estado. La extrema izquierda anticubana pretende que se trata de medidas neoliberales y capitalistas aplicadas contra los trabajadores cubanos.
    Es preciso aclarar que, para garantizar las políticas redistributivas y el principio de que quién más tenga más aporte a la sociedad, se va a implantar el pago de impuestos, los cuales, según el periódico Granma, serán los siguientes: el impuesto sobre los ingresos personales para los ingresos de más de 5.000 pesos anuales, que será progresivo; los impuestos sobre las ventas o los servicios públicos, que serán impuestos mensuales del 10% sobre los ingresos obtenidos; y el impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo, «que se determina por la aplicación del 25% de las remuneraciones que se paguen al personal contratado. Para el cálculo de este impuesto se considera como remuneración mínima 1,5 veces el salario medio de la provincia donde se ejerce la actividad teniendo en cuenta los datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística correspondientes al año anterior» (12).

    Con esta política impositiva se quiere garantizar que una parte de los beneficios obtenidos por particulares y pequeñas empresas revierta en políticas redistributivas favorables a los sectores más necesitados o en riesgo. Además, una parte de los impuestos a los trabajadores por cuenta propia se quedarán en los municipios para fomentar el desarrollo local y la autonomía económica de los municipios.

    ¿Se pagará la salud y la educación?

    La LIT especula sobre recientes medidas en materia de ayudas estatales a diferentes colectivos con medias verdades y con mentiras descaradas que constituyen un insulto a la inteligencia del lector. La LIT alborota sobre el «fin de los comedores obreros» como una pérdida de derechos de los trabajadores, pero omite convenientemente que esta fue una medida para evitar el robo de recursos públicos y que se está dando a cambio una compensación monetaria a los obreros afectados (que en muchos casos supera el valor de los alimentos en dichos comedores).

    Pero esta organización trotskista, que nunca se da por satisfecha, anunció además a todo el mundo el fin de la gratuidad de la educación y salud en Cuba. Vale la pena detenerse en este punto, para que el lector compruebe la clase de armas que utiliza la LIT en su guerra de desinformación contra la solidaridad internacional con Cuba: algunos medios de prensa internacional publicaron noticias inventadas sobre el fin de la gratuidad de la salud y la educación en Cuba: así, el periódico argentino Clarín sostenía –tras haber manipulado una entrevista de Juventud Rebelde a la directora en Cuba de Asistencia Social, Yusimí Campos- que el gobierno cubano hará pagar en adelante los hasta ahora gratuitos servicios de salud y educación. La LIT, impaciente por desarrollar su labor de difamación de la Revolución cubana, se apresuró a reproducir las mentiras de Clarín y otros medios, aunque tal noticia había sido rápidamente desmentida por los medios cubanos y por la solidaridad internacional (13); la LIT, en cambio –que sólo se nutre de los medios de prensa anticubanos-, prefirió seguir mintiendo sin ninguna vergüenza para intensificar su particular cruzada contra el pueblo cubano: «la educación y la salud púbicas dejarán de ser universalmente gratuitas y va a comenzar a aplicarse "un pago total o parcial" de dichos servicios. Al igual que otros gobiernos capitalistas de todo el mundo, tratan de dorar la píldora y dicen que "sólo pagarán los sectores de mayores ingresos", un argumento que ya sabemos como acaba, por la experiencia de otros países» repetía la organización trotskista, feliz por la gran mentira.
    La directora de Asistencia Social en ningún momento mencionó el pago de la salud y la educación universales, sino de algunos servicios sociales como hogares de ancianos, de impedidos físicos y mentales, entrega de módulos de aseo, alimentación, medicamentos, prótesis, etc., que hasta ahora eran gratuitos y de carácter universal –accesible a los más pobres y a los que tienen más ingresos-, y cuya gratuidad total o parcial deberá ser evaluada en función de los ingresos del núcleo familiar (14). En una sociedad en la que aparecerán diferencias sociales más marcadas y grupos con un mayor poder adquisitivo, es inevitable que el gobierno busque aplicar el principio de justicia social. Este elemental principio revolucionario, que además permitirá financiar las ayudas a los más desfavorecidos, al parecer le produce ronchas en la piel a la LIT.

    ¿Despidos masivos o reestructuración?

    La LIT reconvierte el programa de reforma económica integral en el eslogan demagógico de «despidos masivos» y «política neoliberal» –reproduciendo la propaganda imperialista–, y sostiene que el objetivo del gobierno cubano es crear un «ejército industrial de reserva» para que la clase obrera pueda ser explotada por el capital privado, nacional o internacional. La LIT y la corriente trotskista anticubana pretenden que los 500.000 trabajadores afectados van a engrosar las filas de desempleados, y que el desempleo afectará pronto al 20% de la población activa cubana, una tasa que situaría a Cuba ligeramente por debajo de la tasa de desempleo en España. Además, sostiene que la mayoría deberán ejercer en actividades privadas o en cooperativas que, según pronostica nuevamente a partir del diario Clarín –al parecer, la única fuente de información de esta organización trotskista-, «quebrarían antes de fin de año», es decir, en poco más de un mes de tiempo.

    Es indiscutible que un proceso de tal magnitud como el emprendido en la reconversión económica cubana puede generar incertidumbre y situaciones familiares preocupantes y difíciles de resolver. Pero la realidad hasta el momento no es de despidos masivos, ni de crecimiento desmesurado del desempleo, ni de abandono de los trabajadores a su suerte. La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) señaló que una parte de los trabajadores podrán ser reubicados en el sectores estatales históricamente deficitarios en fuerza de trabajo: «agricultura, la construcción, maestros, policías, obreros industriales y otros». Además, la CTC sostiene que se están creando nuevas fuentes de trabajo a partir de las inversiones estatales «en el petróleo, la construcción, la biotecnología, la industria farmacéutica y el turismo, asimismo se impulsan otras producciones de bienes y se ampliará la exportación de servicios, lo que también generará fuentes de empleo» (15). Es de sobra conocido que en la educación, la construcción y otras ramas hay muchas vacantes. En este sentido, y como ejemplo del reordenamiento laboral, el periódico Juventud Rebelde informaba que en el Polo Petroquímico de Cienfuegos existía una demanda de más de 14.000 trabajadores, y que ésta debía ser cubierta con «constructores procedentes del MICONS, así como otros provenientes de diversos organismos tras el reordenamiento laboral, desmovilizados de las FAR y contratados de varias provincias» (16).

    6.Las mentiras sobre las inversiones extranjeras y el carácter «semicolonial» de Cuba

    Para la LIT, Cuba sería un «país semicolonial» como por ejemplo Haití o Camerún, lo que contrasta con las evidencias más básicas: solamente en el área de biotecnología, Cuba cuenta con un polo científico compuesto de 40 instituciones y 7.000 científicos que producen biofármacos y vacunas que se exportan a más de 40 países siendo titular de más de 900 patentes en el exterior. Existen 100.000 profesores universitarios y más de 35.000 trabajadores científicos están empleados en 700 instituciones en todo el país (17).

    La LIT, desesperada porque el gobierno cubano consiguió agrietar el bloqueo y atraer ciertas inversiones extranjeras, vuelve a especular esta vez sobre determinadas inversiones en las ramas del turismo o la extracción de níquel y otros metales. La LIT pretende, tomando tres o cuatro ejemplos aislados, que la economía cubana está en manos de las multinacionales extranjeras y Cuba tiene «una dinámica semicolonial», aunque el año 2009 había activos en Cuba solamente 258 negocios conjuntos con capital extranjero, según informó Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera (18). ¿Es cierto que estos negocios conjuntos perjudican la soberanía de Cuba como afirma la organización trotskista? En la inmensa mayoría de los casos, el Estado cubano mantiene la propiedad (mínimo 51%) y en otros, como en el turismo, aunque controle el 100% de la propiedad contrata la gerencia de algunos establecimientos hoteleros a empresas turísticas extranjeras por un tiempo limitado.

    Tomemos por ejemplo el caso del sector minero como el níquel para conocer el grado de manipulación de la LIT: en 1991 el gobierno ruso suspendió unilateralmente la compra de níquel cubano, cuyo procesamiento se realizaba con tecnologías obsoletas que eran altamente contaminantes, y que derrochaban grandes cantidades de petróleo y de residuo mineral (como el cobalto, desechado como escoria mineral). Cuba había perdido así una importante fuente de ingresos en medio de la crisis más importante en su período revolucionario. Gracias a la creación de la empresa conjunta Pedro Sotto Alba Moa-Nickel SA, realizada con la canadiense Sherrit International, Cuba pudo modernizar a fondo la explotación y refinamiento de níquel y contó con mercados seguros y estables manteniendo un 51% de la propiedad. Otro dato que esconde la LIT para poder calificar a Cuba como «neocolonia» de Canadá es que en el convenio con la empresa canadiense, Cuba constituyó simultáneamente dos empresas mixtas en el extranjero: The Cobalt Refinery Co. Inc. en Canadá, para la refinación del mineral, y la International Cobalt Company Inc. con sede en Bahamas para las actividades de comercialización: así pues, es falso que la empresa canadiense controle el níquel cubano. Otro proyecto del año 2005 preveía la constitución de una empresa mixta chino-cubana en el níquel, con una inversión de 500 millones de dólares por el grupo chino Minmetals y la participación de 51% por Cuba y 49% por China (19). Estos son los ejemplos del «control imperialista» que la LIT “denuncia” con tanta pasión, terriblemente decepcionada porque Cuba pudo volver a comerciar el níquel en condiciones favorables.

    Por otra parte, Cuba está siguiendo un proceso de internacionalización recíproca, no sólo recibiendo capital extranjero, sino también contribuyendo en forma de empresas mixtas en otros países. Según el periódico La Jornada, el año 2009 Cuba tenía 46 negocios conjuntos en otros países, básicamente «coinversiones en producción de medicamentos en Brasil, China, India e Irán; en hospitales en Argelia y China; en obras de construcción en Angola y Vietnam; en un hotel en China; en la industria petrolera en Angola y en Venezuela y en otras numerosas empresas en el país sudamericano» (20). Veamos hasta qué punto resulta grotesca la falsificación de la LIT: si nos guiáramos por la lógica de la organización trotskista, Cuba no está realizando una política de cooperación económica mutua con otros países, sino que se estaría explotando de forma semicolonial a Canadá, Brasil, China, India, Venezuela y Argelia entre otros. Pronto veremos instalarse bases militares cubanas en todos estos países para proteger las inversiones de la «burocracia»… Sería para morirse de risa si detrás de toda la vergonzosa argumentación de la LIT no se encontrara la mano oculta del imperialismo.

    Finalmente, la LIT en su obsesión por esconder los efectos del bloqueo, utiliza el hecho de que Estados Unidos se convirtió durante un tiempo en el quinto socio comercial de Cuba para justificar que la política genocida yanqui contra Cuba no tiene un impacto real sobre la economía cubana –repitiendo los argumentos de la ultraderecha de Miami- cuando es para todos evidente que Estados unidos no tiene ni un dólar invertido en la isla y las únicas relaciones existentes son la compra-venta de alimentos pagados religiosamente al contado por Cuba. Sólo entre abril de 2009 y abril de 2010 la prensa cubana denunció pérdidas de 61 millones de dólares por los efectos del bloqueo (21), que incluyen el incremento de precios por transporte, prohibición de acceso a créditos, prohibición de comprar mercancías con tecnología norteamericana en todo el mundo, etc.

    Al imperialismo norteamericano le duele que Cuba realice negocios conjuntos con otros países –sin renunciar a la soberanía- para poder sobrevivir y desarrollarse, y la LIT acude en su ayuda con su discurso manipulador sobre el «dominio del imperialismo en ramas centrales como el turismo y el comercio, con una dinámica cada vez más semicolonial». La LIT se erige al mismo tiempo en portavoz de la burguesía yanqui que ve perder sus oportunidades de inversión en Cuba en beneficio de otros competidores.

    7.Las mentiras respecto al «salario de los 10 dólares»

    La LIT vuelve a mentir descaradamente con el problema del salario, que es el que se presta a mayores dosis de demagogia porque con él se manipula uno de los mayores problemas que tienen los trabajadores cubanos. Así, la LIT vuelve a hurgar en el desgastado tema del «salario de 10 dólares» como si en un país como Cuba, con un mercado interno desconectado en gran parte del mercado mundial y con doble moneda (peso/peso convertible) fuera posible hacer una conversión automática peso/dólar. Además, es obvio que existe un salario directo –la nómina- y un salario indirecto –servicios sociales, transportes, electricidad, etc., altamente subvencionados por el Estado-, y que el gran problema de la economía cubana ha sido que en muchos sectores subsidiados la baja productividad no permitía el pago de salarios más elevados. Precisamente, uno de los objetivos de las reformas es la elevación de los salarios en el sector estatal y de las pensiones, tal y como anunció el ministro cubano de Economía y Planificación, Marino Murillo (22). Por otra parte, otro dato que oculta la LIT, es que el nuevo sistema de pago por resultados, implementado el 2008, para tratar de vincular salarios y productividad, elimina los topes salariales vigentes y permite recibir mayores salarios.

    Para justificar que el gobierno cubano pretende empobrecer a su pueblo, la LIT cita a un economista, profesor de la Universidad de La Habana, Omar Everleny Pérez Villanueva, quien sostiene que el salario real promedio cayó hasta un 24% desde 1989. Es innegable que el salario perdió gran parte de su poder adquisitivo desde 1989 por la desaparición del bloque soviético y el aumento brusco de los precios en los productos básicos, siendo claramente insuficiente para proporcionar un nivel de vida adecuado a la mayoría de las familias cubanas. Pero la LIT ha necesitado amputar el estudio de Pérez Villanueva para sus propósitos demagógicos: según el economista cubano «la evolución del ingreso nominal muestra una tendencia al crecimiento, que se explica por los incrementos salariales a ciertos sectores que dependen del presupuesto estatal (presupuestados), además de la mejora de algunas actividades productivas y el ingreso de remesas, entre otros factores». Según este economista, efectivamente el salario real promedio representaba sólo un 24% respecto al 1989 en el año 2008. Pero esto sólo es una minúscula parte de la verdad, puesto que en su estudio reconoce los esfuerzos del gobierno por aumentar los salarios –cosa que la LIT evidentemente se calla– y expone que el salario real ha ascendido de forma sostenida desde 1993 –cuando cayó hasta sólo un 10% de su valor respecto a 1989– hasta el año 2008, en el que se alcanzó un 24% (22). Otro economista, Pavel Vidal Alejandro, investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana, en un detallado estudio sobre salarios e inflación en Cuba, coincide en estos valores pero añade que en el cálculo del salario real «no se están contemplando los “estímulos” que recibe un creciente número de trabajadores tanto en pesos cubanos como en pesos convertibles y que pueden ser vistos como parte del salario» con lo cual el salario real para muchos trabajadores (en cooperativas y empresas estatales) sería todavía mucho mayor (23). Es preciso recordar nuevamente a los demagogos del «salario de los 10 dólares», que en el cálculo del salario real no se computan los servicios y productos subvencionados por el Estado muy por debajo de su valor real, tanto los de salud y educación, como la electricidad, transportes públicos y otros.

    8.Las reformas económicas: un ejemplo de participación directa y democracia obrera

    Hay que mencionar que el reordenamiento laboral no constituye un ajuste traumático de estilo neoliberal, sino un proceso gradual y pacientemente estudiado en cada empresa con la participación directa de todos los trabajadores. La LIT se guarda muy bien de explicar cómo se realiza el proceso de reducción de plantillas en cada centro laboral, porque éste se atiene a las normas de democracia directa que caracterizan a la Revolución cubana. Veamos lo que la LIT no quiere que el lector conozca: el organismo principal en el proceso de reordenamiento laboral corre a cargo de un nuevo organismo, el Comité de Expertos, creado en cada centro laboral con el objetivo de asesorar a la dirección del centro mediante el principio de mantener a los más idóneos para cada puesto de trabajo y atender las reclamaciones de los trabajadores. Dicho organismo tiene de cinco a siete miembros, de los que uno representa a la dirección de la empresa –excluyendo los miembros que deben tomar las decisiones sobre los trabajadores-, otro miembro del sindicato, y los restantes son elegidos directamente por la asamblea de los trabajadores de cada centro en votación abierta. El Comité de Expertos valora quiénes son los trabajadores más idóneos para permanecer en la entidad a partir de un conjunto de características de cada trabajador y por una mayoría de votos transmite sus recomendaciones a la dirección de la empresa para su decisión final (24). Como vemos, cualquier parecido con los despidos masivos y los ajustes neoliberales propios del capitalismo salvaje –donde los trabajadores están excluidos por principio de cualquier consulta o decisión– son pura coincidencia.

    Recordemos que todo este conjunto de medidas implantadas por el gobierno cubano proceden del análisis de las propuestas que la población dirigió al gobierno, quien recibió más de un millón de propuestas, críticas y sugerencias desde la base respondiendo al llamado de Raúl Castro el año 2007. Asimismo, la reforma de la seguridad social y el incremento de la edad de jubilación fueron debatidas en asambleas laborales por todos los trabajadores cubanos. La LIT y otros similares, haciendo gala de una prepotencia neocolonial e injerencista, desprecian todas estas formas de democracia directa siguiendo la línea trazada por el imperialismo.

    9.Conclusión: una parte de la extrema izquierda trotskista al servicio del imperialismo


    Los problemas a los que se enfrentan las revoluciones en un entorno de acoso imperialista son duros de afrontar, y conducen a situaciones de descontento social. Las reformas defendidas entre otros por Lenin, Trotski y la mayoría del partido comunista ruso en 1921 –racionalización de empresas públicas, libertad para crear pequeñas y medianas empresas privadas con asalariados, propiedad privada en el campo, apertura a las inversiones extranjeras en los sectores energético y minero y libertad de comercio- provocaron el aumento del desempleo y protestas y huelgas de los obreros, una situación que no pudo revertirse hasta 1929, cuando empezó la industrialización masiva del país. Pero tales medidas posibilitaron garantizar el futuro de la revolución soviética.

    Cuba, en cambio, es un país muy pequeño que no dispone de los casi inagotables recursos naturales de la Rusia soviética, y que a duras penas ha conseguido insertarse en el mercado mundial para sobrevivir. La revolución cubana se encuentra en un momento muy complejo y en un entorno internacional muy incierto, donde el imperialismo ha demostrado que no piensa ceder en su política genocida y militarista contra la Revolución cubana y otros procesos revolucionarios y de cambio en América Latina y el resto del mundo: Honduras es el ejemplo más palpable de la voluntad imperialista de recolonizar el continente.

    Ninguna revolución tiene garantizada su supervivencia, y siempre existe el peligro de que puedan actuar fuerzas inversas que restauren el antiguo régimen. No obstante, el pueblo cubano, a pesar de haber sido erosionado en estos heroicos años de duras pruebas y de resistencia patriótica y revolucionaria, ha dado muestras de estar sólidamente unido a la dirigencia revolucionaria: eso es lo que hace de la Revolución un régimen verdaderamente popular. Los internacionalistas partimos de la convicción de la plena capacidad del pueblo cubano –y de otros pueblos- en superar las crisis y avanzar hacia el futuro; los trotskistas enemigos de la Revolución, al no ver en el pueblo cubano un sujeto revolucionario sino una masa amorfa engañada y oprimida por la «burocracia» -tal y como habían percibido décadas antes al pueblo ruso–, se desesperan por la vitalidad de la Revolución y buscan la explicación de los problemas en fantasmas y no en hechos reales y procesos históricos. Pero el hecho determinante en la crisis que afecta hoy a Cuba no es la contradicción entre una «burocracia explotadora» y un «pueblo oprimido» por ésta, sino entre el débil desarrollo de las fuerzas productivas –motivado fundamentalmente por factores externos a lo largo de medio siglo, como el bloqueo- y unas relaciones de producción que en las condiciones de acoso imperialista y de crisis económica mundial, se habían convertido en un freno peligroso para el desarrollo de las fuerzas productivas.

    La LIT y otros sectores extremistas –utilizando las mentiras y la manipulación– quieren explotar el sentimiento primario, economicista, entre los trabajadores occidentales a los que se dirigen para ensuciar entre ellos el ejemplo de Cuba, ya que es consciente que la los trabajadores cubanos tienen un arraigado sentimiento patriótico y revolucionario, y entienden en su mayoría que las medidas tomadas tendrán beneficios a medio y largo plazo para ellos mismos y para la consolidación de la Revolución.

    El colmo del cinismo viene cuando la LIT, que pretende hacerse pasar por defensora de «las conquistas sociales» en Cuba, toma la defensa –en nombre de la democracia burguesa e imperialista– de aquellas fuerzas sociales que pretenden implantar un régimen en el que tales conquistas serían suprimidas: así, acusa demagógicamente a los dirigentes revolucionarios (los «burócratas») de restaurar el capitalismo en Cuba y eliminar los derechos sociales, pero en cambio promociona en su página web a los héroes del imperialismo como Yoani Sánchez, Orlando Zapata, Guillermo Fariñas y todos los mercenarios y delincuentes encarcelados por la justicia revolucionaria en un acto de autodefensa, personajes que defienden un sistema de capitalismo neoliberal y neocolonial que barrería en un día todos los derechos sociales conquistados con la Revolución.

    El marxismo dogmático de los trotskistas anticubanos es en realidad una adulteración preparada como vehículo de una ideología eurocentrista, injerencista y neocolonial al servicio de los enemigos de los procesos de cambio y revolucionarios en América Latina. La LIT y otros grupos, escondiendo como en el caso de Cuba los crueles efectos del imperialismo sobre los procesos revolucionarios, acusan invariablemente a todos los dirigentes –hoy por hoy, reconocidos como tales por sus pueblos– de «traicionar» las revoluciones y los procesos de cambio: Fidel y Raúl Castro en Cuba, Daniel Ortega en Nicaragua, Hugo Chávez en Venezuela, Manuel Zelaya en Honduras, y así sucesivamente. El objetivo que persiguen es confundir a algunos sectores de izquierda para erosionar el apoyo externo a los procesos de cambio y promover la injerencia interna con un lenguaje “izquierdista”, obviando las etapas que debe recorrer cada revolución.

    En la época actual, caracterizada por el aumento de las contradicciones entre el imperialismo y los pueblos no es posible mantenerse cómodamente al margen criticando a todos por igual: cada uno debe escoger su lugar. La LIT y otros trotskistas anticubanos han escogido su lugar; los internacionalistas que rechazamos que el marxismo sea manipulado y utilizado como mecanismo del eurocentrismo y de la injerencia neocolonial al servicio del imperialismo, hemos escogido estar al lado de los pueblos y de sus dirigentes, que han demostrado sobrada capacidad para remontar las situaciones históricas más adversas.

    Cuba ya no avanza sola, sus ideas se han extendido y el ALBA está creciendo como bloque de integración solidaria atrayendo a otros pueblos del continente y del mundo. El pueblo cubano y los demás pueblos latinoamericanos que luchan por la liberación y el progreso social tendrán siempre el apoyo solidario de otros pueblos a pesar de que pueda haber derrotas y retrocesos.

    Notas

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    (2) [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

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    (7) Lewis H. Siegelbaum: Making workers soviet. Cornell University Press, Londres, 1994, p.166.

    ( 8 ) [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    (9) Trotsky, citado por E. H. Carr, La Revolución Bolchevique (1917-1923). Alianza Editorial, Madrid, 1974, T.2, p. 225.

    (10) Lewis H. Siegelbaum: Soviet State and Society between revolutions, 1918-1929. Cambridge Soviet Paperbacks, 8. Cambridge University Press, Cambridge 1992, pp.104-111.

    (11) [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

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    (24) Gaceta Oficial de la República de Cuba, 8 de octubre de 2010.
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     La corriente trotskista adversaria de la Revolución cubana - Albert Escusa  Empty Re: La corriente trotskista adversaria de la Revolución cubana - Albert Escusa

    Mensaje por pedrocasca Sáb Jul 21, 2012 12:35 pm

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