30 años de la legalización del PCE. Enterrar a los muertos y reconstruir la izquierda anticapitalista
texto de Ángeles Maestro publicado en La Haine en diciembre de 2007
Los intentos de reconstruir el PCE y CC.OO desde dentro se han saldado con el fracaso más rotundo en la lucha contra unos aparatos capaces de todo tipo de tropelías antidemocráticas.
El PCE fue durante la dictadura franquista el máximo exponente a nivel estatal de la lucha obrera, nacional y popular de los pueblos del Estado español. Sin menospreciar el papel de otras organizaciones, la creación de las Comisiones Obreras como organización unitaria, plural, asamblearia y de base, y su apuesta por la vinculación de la lucha de clase y la nacional, en el marco de un programa de ruptura democrática, le permitió construir una potente organización y erigirse como máxima representación política de la oposición al franquismo. Para las generaciones más jóvenes es preciso recordar que el PSOE y la UGT no existían.
Para comprender cómo fue posible que, con una potencia organizativa y política de la clase obrera y de las clases populares como la que se dio entonces, se produjera un proceso de disolución e integración en los aparatos del Estado que se ha saldado en la enorme debilidad política y sindical de la izquierda española, de la que la aniquilación del PCE es clave de bóveda, hace falta mucho más espacio del que puedo utilizar aquí. Sólo planteo que, en la geoestrategia del imperialismo y en la recomposición de la oligarquía española, frente a un pueblo organizado y consciente – construído sobre la memoria del monumental esfuerzo histórico de intentar liquidar el poder oligárquico y fascista que supuso la Guerra Civil y la lucha contra la Dictadura- , la Transición fue, efectivamente, un trascendental trabajo de ingeniería política de las clases dominantes,imposible de realizar sin la complicidad del aparato del PCE. El PCE aunaba dos elementos claves: la profunda inserción de la organización el el movimiento obrero y popular y una estructura jerárquica, con reminiscencias estalinistas y de culto al líder, que garantizaron la eficacia de las negociaciones con la cúpula.
Los Pactos de la Moncloa, suscritos por CC.OO., que incluyeron aspectos poco conocidos y determinantes para entender la quiebra de un movimiento obrero potente y organizado, como el contrato de empleo juvenil con despido libre o la anulación de la obligación de readmitir al despedido de forma improcedente, y la Ley de Amnistía, votada por el Grupo Parlamentario Comunista, la más importante ley de punto final y de impunidad que se recuerda, fueron el principio de la liquidación de los principios que habían sostenido la lucha de nuestros pueblos. A continuación se implantó la Ley Antiterrorista que pretendía legitimar el terrorismo de Estado contra quienes no aceptaran el marco de la Constitución.
El papel de la dirección del PCE fue clave en el desmoronamiento político y sindical, dada su influencia decisiva en Comisiones Obreras.
Empezó entonces un proceso demoledor de compra e integración de dirigentes políticos y sindicales, que no hubiera sido posible si no se hubiera propiciado y producido el desmoronamiento del proyecto histórico de ruptura con la Dictadura y de transformación social..
La liquidación de derechos sociales, laborales y políticos que el capitalismo en crisis ha sido capaz de llevar a cabo – en dimensiones mucho más demoledoras en el Estado español que en otros países de Europa – ha sido posible por la desvertebración política e ideológica que aquí ha tenido lugar.
Tras el intento contradictorio y fracasado de la IU de la etapa de Julio Anguita de construir una izquierda no supeditada la PSOE, las luchas internas del aparato del PCE contra Llamazares no son más que patéticas disputas por el reparto de las migajas económicas de la tarta institucional.
Corriente Roja surge de la constatación de que en ese ámbito no hay nada que esperar. Ante cualquier colectivo o persona coherente de la izquierda se plantea de forma ineludible la necesidad de asumir la tarea dura y laboriosa de construir otro ámbito político que niegue y denuncie la corrupción que sustenta burocracias muertas que solo sirven para legitimar desde supuestas posiciones de izquierda un orden político que machaca a la inmensa mayoría de los trabajadores y de los pueblos.
La ruptura con el régimen de la Transición y por la III República, el trabajo unitario para la reconstrucción de la nueva clase obrera precaria e inmigrante, la reanudación los vínculos con la lucha de izquierda independentista de las diferentes nacionalidades, la articulación de las luchas antifascistas, universitarias, feministas, ecologistas y vecinales, en un nuevo proyecto histórico es nuestra tarea inmediata.
Los intentos de reconstruir el PCE y CC.OO desde dentro, como intentamos con el "PC vivo" o el "sector crítico" de CC.OO, se han saldado con el fracaso más rotundo en la lucha contra unos aparatos capaces de todo tipo de tropelías antidemocráticas.
La lucha por la reconstrucción de la izquierda anticapitalista, política y sindical sólo es posible, porque el orden al que nos enfrentamos se erige sobre el intento de aniquilar cualquier conciencia de clase, si la realizamos desde fuera de sus estructuras de poder, de su capacidad para comprar dirigentes y organizaciones, desde un poder de clase y popular alternativo.
texto de Ángeles Maestro publicado en La Haine en diciembre de 2007
Los intentos de reconstruir el PCE y CC.OO desde dentro se han saldado con el fracaso más rotundo en la lucha contra unos aparatos capaces de todo tipo de tropelías antidemocráticas.
El PCE fue durante la dictadura franquista el máximo exponente a nivel estatal de la lucha obrera, nacional y popular de los pueblos del Estado español. Sin menospreciar el papel de otras organizaciones, la creación de las Comisiones Obreras como organización unitaria, plural, asamblearia y de base, y su apuesta por la vinculación de la lucha de clase y la nacional, en el marco de un programa de ruptura democrática, le permitió construir una potente organización y erigirse como máxima representación política de la oposición al franquismo. Para las generaciones más jóvenes es preciso recordar que el PSOE y la UGT no existían.
Para comprender cómo fue posible que, con una potencia organizativa y política de la clase obrera y de las clases populares como la que se dio entonces, se produjera un proceso de disolución e integración en los aparatos del Estado que se ha saldado en la enorme debilidad política y sindical de la izquierda española, de la que la aniquilación del PCE es clave de bóveda, hace falta mucho más espacio del que puedo utilizar aquí. Sólo planteo que, en la geoestrategia del imperialismo y en la recomposición de la oligarquía española, frente a un pueblo organizado y consciente – construído sobre la memoria del monumental esfuerzo histórico de intentar liquidar el poder oligárquico y fascista que supuso la Guerra Civil y la lucha contra la Dictadura- , la Transición fue, efectivamente, un trascendental trabajo de ingeniería política de las clases dominantes,imposible de realizar sin la complicidad del aparato del PCE. El PCE aunaba dos elementos claves: la profunda inserción de la organización el el movimiento obrero y popular y una estructura jerárquica, con reminiscencias estalinistas y de culto al líder, que garantizaron la eficacia de las negociaciones con la cúpula.
Los Pactos de la Moncloa, suscritos por CC.OO., que incluyeron aspectos poco conocidos y determinantes para entender la quiebra de un movimiento obrero potente y organizado, como el contrato de empleo juvenil con despido libre o la anulación de la obligación de readmitir al despedido de forma improcedente, y la Ley de Amnistía, votada por el Grupo Parlamentario Comunista, la más importante ley de punto final y de impunidad que se recuerda, fueron el principio de la liquidación de los principios que habían sostenido la lucha de nuestros pueblos. A continuación se implantó la Ley Antiterrorista que pretendía legitimar el terrorismo de Estado contra quienes no aceptaran el marco de la Constitución.
El papel de la dirección del PCE fue clave en el desmoronamiento político y sindical, dada su influencia decisiva en Comisiones Obreras.
Empezó entonces un proceso demoledor de compra e integración de dirigentes políticos y sindicales, que no hubiera sido posible si no se hubiera propiciado y producido el desmoronamiento del proyecto histórico de ruptura con la Dictadura y de transformación social..
La liquidación de derechos sociales, laborales y políticos que el capitalismo en crisis ha sido capaz de llevar a cabo – en dimensiones mucho más demoledoras en el Estado español que en otros países de Europa – ha sido posible por la desvertebración política e ideológica que aquí ha tenido lugar.
Tras el intento contradictorio y fracasado de la IU de la etapa de Julio Anguita de construir una izquierda no supeditada la PSOE, las luchas internas del aparato del PCE contra Llamazares no son más que patéticas disputas por el reparto de las migajas económicas de la tarta institucional.
Corriente Roja surge de la constatación de que en ese ámbito no hay nada que esperar. Ante cualquier colectivo o persona coherente de la izquierda se plantea de forma ineludible la necesidad de asumir la tarea dura y laboriosa de construir otro ámbito político que niegue y denuncie la corrupción que sustenta burocracias muertas que solo sirven para legitimar desde supuestas posiciones de izquierda un orden político que machaca a la inmensa mayoría de los trabajadores y de los pueblos.
La ruptura con el régimen de la Transición y por la III República, el trabajo unitario para la reconstrucción de la nueva clase obrera precaria e inmigrante, la reanudación los vínculos con la lucha de izquierda independentista de las diferentes nacionalidades, la articulación de las luchas antifascistas, universitarias, feministas, ecologistas y vecinales, en un nuevo proyecto histórico es nuestra tarea inmediata.
Los intentos de reconstruir el PCE y CC.OO desde dentro, como intentamos con el "PC vivo" o el "sector crítico" de CC.OO, se han saldado con el fracaso más rotundo en la lucha contra unos aparatos capaces de todo tipo de tropelías antidemocráticas.
La lucha por la reconstrucción de la izquierda anticapitalista, política y sindical sólo es posible, porque el orden al que nos enfrentamos se erige sobre el intento de aniquilar cualquier conciencia de clase, si la realizamos desde fuera de sus estructuras de poder, de su capacidad para comprar dirigentes y organizaciones, desde un poder de clase y popular alternativo.