En nuestra última publicación acerca de la breve polémica suscitada por la última huelga general que convocó la burocracia sindical de CC.OO. y UGT en España, decíamos nosotros que:
<<Gentes como Toxo y Méndez, son conscientes de ser el eslabón más débil en la cadena de opresión política que mantiene a los asalariados sujetos a este sistema de vida. Saben que su compromiso primordial es con la burguesía que les mantiene y pasa por no impedir lo que la Ley general del valor económico exige que se cumpla en cada crisis, es decir: paro masivo y miseria entre la clase asalariada. Tal es su misión primordial por la cuenta que les trae con la patronal en la etapa tardía del capitalismo.>>
El problema para ellos es que, desde los orígenes del movimiento obrero, también tienen formalmente contraído un compromiso con el proletariado, que pasa por encabezar la lucha en defensa de sus condiciones de vida y de trabajo; premisa esta última supeditada a la anterior que, por tal causa, estos burócratas no pueden ir más allá de aparentar cumplirla. Como resultado de semejante contradicción, a medida que la crisis se profundiza y ante cualquier asalariado consciente salta a la vista que estos señores están representando una farsa nauseabunda, las bases sindicales no dejan de apremiarles para que asuman su responsabilidad como dirigentes del movimiento. Pero por otro lado sienten la decisiva presión proveniente de la patronal, cuya representación a nivel estatal son los políticos profesionales que les amenazan con dejar de subvencionarles. Y este es el polo de la contradicción que finalmente determina su comportamiento.
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<<Gentes como Toxo y Méndez, son conscientes de ser el eslabón más débil en la cadena de opresión política que mantiene a los asalariados sujetos a este sistema de vida. Saben que su compromiso primordial es con la burguesía que les mantiene y pasa por no impedir lo que la Ley general del valor económico exige que se cumpla en cada crisis, es decir: paro masivo y miseria entre la clase asalariada. Tal es su misión primordial por la cuenta que les trae con la patronal en la etapa tardía del capitalismo.>>
El problema para ellos es que, desde los orígenes del movimiento obrero, también tienen formalmente contraído un compromiso con el proletariado, que pasa por encabezar la lucha en defensa de sus condiciones de vida y de trabajo; premisa esta última supeditada a la anterior que, por tal causa, estos burócratas no pueden ir más allá de aparentar cumplirla. Como resultado de semejante contradicción, a medida que la crisis se profundiza y ante cualquier asalariado consciente salta a la vista que estos señores están representando una farsa nauseabunda, las bases sindicales no dejan de apremiarles para que asuman su responsabilidad como dirigentes del movimiento. Pero por otro lado sienten la decisiva presión proveniente de la patronal, cuya representación a nivel estatal son los políticos profesionales que les amenazan con dejar de subvencionarles. Y este es el polo de la contradicción que finalmente determina su comportamiento.
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