SOBRE LA POSIBILIDAD DE LA REVOLUCIÓN
Carta de un lector de la revista Revolución... y respuesta del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (año 2007)
publicado en el Foro en dos mensajes
---mensaje nº 1---
Hace poco Revolución recibió esta carta de un lector:
Estimado Revolución,
Leí con mucho interés el número especial del periódico, “La encrucijada que se nos plantea; la dirección que necesitamos” (Revolución #84, 8 de abril de 2007). Me pareció muy refrescante y me hizo reflexionar, especialmente el hecho de que aborda con seriedad y de una manera poco común hoy en día el tema de la revolución, la naturaleza de la revolución y la dirección que se necesita para hacer esa revolución. Una parte en particular me llamó la atención y es sobre eso que les escribo: la sección sobre “los interrogantes difíciles” de la revolución. Específicamente, me refiero a la parte que habla del hecho de que “La opinión común dice que la revolución es imposible en un país como Estados Unidos”; continúa:
“No tiene sentido negar que así pudiera parecer. Pero si la revolución es necesaria—y lo es—entonces hay que ver cómo concretarla en los hechos, por difícil que parezca”. (p. 2)
Pero ese número especial no habla más sobre el tema de “cómo concretarla en los hechos”, además de subrayar el principio crucial de que “Dicha revolución, para que sea una revolución de veras, tiene que ser la obra consciente y resuelta de millones” y que “Solo se puede hacer cuando el sistema esté en una crisis profunda y las masas estén convencidas de que no hay otra alternativa”. (p. 2)
Entiendo que el propósito de este número especial no fue hablar sobre ese tema detalladamente; y en unidad con la orientación que subraya el número especial, de que ese es un tema que hay que abordar con seriedad, he leído otros escritos y charlas que tratan sus ideas sobre eso. A base de eso, creo que un resumen fiel de la posición básica que presentan sobre cómo se podría hacer la revolución en un país como Estados Unidos es lo siguiente:
En términos generales, hay dos tipos de países diferentes en el mundo—una pequeña cantidad de países imperialistas, como Estados Unidos, y una gran cantidad de países oprimidos del tercer mundo—y hay dos caminos a la revolución correspondientes:
La guerra popular prolongada en los países del tercer mundo, donde la guerra es la forma de lucha principal más o menos desde el comienzo y durante todo el proceso revolucionario, y donde tal guerra, por parte de los revolucionarios, empieza en pequeña escala y acumula fuerzas poco a poco, con la fuerza concentrada en las zonas rurales, y cada vez más rodea el bastión de poder del viejo sistema, en las ciudades, y luego, cuando surjan las condiciones necesarias, libra las luchas finales, centradas en las zonas urbanas, para derrotar decisivamente al viejo gobierno; y lo que se ha llamado el “camino de octubre” en los países imperialistas. (Esto, según tengo entendido, se basa en el hecho de que la primera revolución victoriosa que resultó en el establecimiento de un estado socialista duradero ocurrió en octubre de 1917 en Rusia, con la dirección de Lenin y los bolcheviques, y creó la Unión Soviética). Ese modelo del “camino de octubre” comprende un período relativamente largo de lucha política (esencialmente no militar), en el que la meta es, como lo dijo Lenin, preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución; y solo cuando se haya dado un cambio mayor y cualitativo en la situación objetiva, de tal manera que toda la sociedad esté sumida en una crisis profunda y grandes cantidades de personas hayan llegado al punto de estar listas para luchar y morir por un cambio radical—solo en tal situación se podría iniciar una lucha armada sobre una base correcta y con posibilidades de salir victoriosa. Además, cuando se iniciara esa lucha armada, en tales circunstancias revolucionarias, consistiría, primero, de insurrecciones populares, que se dieran simultáneamente, en varias zonas urbanas, y las fuerzas revolucionarias que surgieran tomarían y se mantendrían a la ofensiva con el objetivo de derrotar rápidamente a las fuerzas del viejo orden y establecer un nuevo gobierno revolucionario en la mayor cantidad de territorio posible. Luego, ante la muy gran posibilidad de que las clases dominantes tumbadas, y otras fuerzas reaccionarias, se reorganizaran y desataran una embestida armada contra el nuevo gobierno revolucionario, ese gobierno tendría que librar una guerra civil para derrotar completa y decisivamente a esas fuerzas reaccionarias tumbadas.
De lo que he visto, en ese modelo de la revolución que se ha teorizado en cuanto a los países imperialistas, la lucha por conquistar el poder—que seguiría todo un período caracterizado por trabajo ideológico, político y organizativo—se ha descrito con la formulación ia/gc (o sea, insurrección armada, seguida por guerra civil).
Estoy firmemente de acuerdo con el énfasis que ese modelo da al hecho de que, para salir victoriosa una revolución en un país imperialista, y especialmente en una gran potencia imperialista, se necesitaría una situación revolucionaria, no solo problemas, y ni siquiera problemas serios, para la clase dominante sino una crisis profunda, que afectara a toda la sociedad y todas las instituciones gobernantes, entre ellas la maquinaria de represión de la clase dominante, y que llevara a una resistencia militante de parte de grandes cantidades de personas del fondo de la sociedad y de otras capas también. No cabe duda de que sería incorrecto y hasta suicida tratar de librar una lucha revolucionaria por el poder, o siquiera iniciar alguna clase de acciones militares de menor escala, sin tales condiciones.
Pero para mí el problema es que, incluso con tales condiciones, ese modelo de ia/gc no parece realista. En particular, no me parece de ninguna manera probable que las insurrecciones urbanas, incluso si participaran enormes cantidades de personas y si ocurriesen simultáneamente en varias ciudades, saldrían victoriosas aun en la lucha contra una parte relativamente pequeña de las fuerzas militares del viejo orden, que casi seguramente seguirían muy fuertes, organizadas, entrenadas y equipadas. Por su naturaleza, las insurrecciones revolucionarias tendrían que derrotar y desintegrar esas fuerzas poderosas del viejo orden en un plazo muy corto, lo que requeriría entrar en combates decisivos y de gran escala más o menos desde el comienzo. Sin embargo, por definición, las fuerzas revolucionarias tendrían que empezar, en efecto, “desde una salida parada” y sin tiempo o experiencia para forjar la clase de fuerzas que tendrían la posibilidad de ganar tales combates. Lo que es más, aun si de alguna manera las fuerzas revolucionarias salieran victoriosas en esas insurrecciones iniciales, parece que cualquier gobierno que establecieran sería muy vulnerable al poder concentrado de las fuerzas de la violencia reaccionaria que quedaran y que se hubieran reorganizado. En esas circunstancias, ¿cómo sería posible mantener el nuevo gobierno revolucionario, defender su territorio y satisfacer las necesidades de la población y los requisitos de las nuevas fuerzas de defensa del estado revolucionario? Una vez más, que fuera posible hacer todo eso parecería muy poco probable y, al contrario, ese nuevo gobierno revolucionario sería derrotado y sus fuerzas serían pulverizadas muy rápidamente.
Me parece que esos son serios problemas, con respecto a lo que entiendo es el modelo del “camino de octubre” para hacer la revolución en los países imperialistas. Los planteo en vista de (y porque aprecio) el hecho de que la revolución es un tema sumamente serio y hay que abordarla con mucha seriedad, con el mismo espíritu con que el número especial de Revolución (#84, 8 de abril de 2007) dice que “si la revolución es necesaria—y lo es—entonces hay que ver cómo concretarla en los hechos, por difícil que parezca”. Así que el interrogante queda pendiente: incluso en las mejores circunstancias posibles, en un país imperialista poderoso como Estados Unidos, ¿sería posible hacer la revolución, y si sería, cómo?
RESPUESTA del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos
No cabe duda de que las cuestiones que plantea esta carta son sumamente importantes. La clase de problemas que señala se presentarían muy agudamente, en realidad, al punto de librar una lucha revolucionaria por el poder en un país imperialista. Son problemas relacionados con la cuestión fundamental de si la clase de lucha revolucionaria de la que habla esta carta podría salir victoriosa. Son problemas que destacan la necesidad de una concepción estratégica—o en aspectos importantes una reconcepción—como parte de desarrollar la orientación básica que, en la esfera de la teoría y el enfoque estratégico, podría arrojar luz sobre el camino a una revolución exitosa.
El año pasado, en la charla “Forjar otro camino” (que Revolución acaba de publicar como serie y que se encuentra en revcom.us), Bob Avakian llama la atención al hecho de que hay “‘dos cosas que no sabemos hacer’—es decir, responder a la represión y ganar cuando se presente el momento… Lo digo para recalcar la necesidad de esforzarnos en esto—de una manera apropiada y no de maneras poco apropiadas”.
Continúa, hablando del tema de ganar cuando llegue la hora:
“Tenemos que abordar la cuestión de ganar de una manera muy seria y no infantil, y no de una manera que ayude a la reacción, con su concentración de poder [encarnada en la clase dominante imperialista], a aplastar todo intento de crear un mundo nuevo”.
Para subrayar más esa orientación, Avakian incluye en “Forjar otro camino” una declaración publicada en Revolución titulada “Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”, que empieza así:
“La revolución es un asunto sumamente serio y hay que abordarla de manera seria y científica, y no con expresiones subjetivas e individualistas de frustración, alardes, poses y acciones que van en contra del desarrollo de un movimiento revolucionario de masas cuya meta es un mundo radicalmente diferente y mucho mejor, y cuyos medios coinciden fundamentalmente con esa meta y sirven para plasmarla en realidad. La revolución, y especialmente la revolución comunista, es y tiene que ser la acción de las masas populares, organizadas y dirigidas para librar una lucha cada vez más consciente para abolir todos los sistemas y las relaciones de explotación y opresión, y llevar a la humanidad a trascenderlas”. (Volvemos a publicar “Puntos esenciales” en este número de Revolución).
Conforme a esa orientación, en “Forjar otro camino” y sobre la base de lo que se dice en “Puntos esenciales”, Avakian llama a estudiar y bregar en la esfera de la teoría y concepción respecto al problema de ganar cuando surja el momento. Como dice:
“En charlas previas he hablado de que hay dos pistas en relación con el problema de ganar, en relación con la conquista del poder cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones. En vista de lo que acabo de leer (el texto completo de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución’), y con esto como plantilla y fundación—y desde un punto de vista estratégico y no inmediato—, debemos entender el papel y la relación dialéctica de estas dos pistas. Son pistas separadas, y solo con un cambio cualitativo de la situación (como explica lo que acabo de leer de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria’) podrán confluir. Hasta ese entonces, solo se pueden desarrollar correctamente—y hay que desarrollarlas—como pistas separadas.
“La primera pista, que es el principal enfoque y contenido ahora, es el trabajo político, ideológico y organizativo, guiado por la orientación estratégica del frente único bajo la dirección del proletariado, con la meta de hacer preparativos políticos para cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario en una escala masiva. Esto es lo que quiere decir ‘acelerar mientras se aguarda’ el desarrollo de una situación revolucionaria.
“La segunda pista se refiere al desarrollo de la teoría y la orientación estratégica para poder responder y ganar cuando las dos pistas puedan y deban confluir, con un cambio cualitativo del terreno político objetivo con el surgimiento de una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario (como he explicado aquí y se presenta en forma concentrada en ‘Puntos esenciales’). Lo apropiado ahora es prestarle atención a la esfera de la teoría, el pensamiento y el conocimiento estratégicos, y aprender de una manera profunda y global de toda clase de experiencia. Es necesario estudiar todas esas diversas experiencias y sintetizarlas desde una perspectiva estratégica correcta, para acumular los conocimientos y así profundizar la comprensión teórica y la concepción estratégica”.
Y, ampliando un punto que señaló Mao Tsetung, Avakian ha destacado la orientación fundamental de que es sumamente importante no dejarse restringir por la superstición y la convención—ni tampoco por lo que, hasta este momento, se ha considerado cierto—, sino que hay que abordar todos los problemas con el pensamiento crítico y creativo, basado en los principios y métodos científicos.
Defender unos principios básicos
En vista de eso, a continuación se presentan unos puntos esenciales de orientación subrayados por más estudio y conceptualización teórica.
* El análisis de, y la distinción entre, los dos tipos de países y los dos enfoques (caminos) estratégicos a la revolución correspondientes, que menciona la carta del lector, siguen siendo válidos e importantes en lo esencial. Por otro lado, unos cambios importantes que se han dado en el mundo, y en los países del tercer mundo en particular—lo que incluye especialmente la enorme migración de campesinos de las zonas rurales a las urbanas, que continúa, y el enorme crecimiento de las barriadas urbanas en muchos de estos países—apuntan a la necesidad de hacer más trabajo teórico para forjar un conocimiento más profundo de esos sucesos importantes, del proceso y las dinámicas generales de que forman una parte y las implicaciones de esto para la lucha revolucionaria, incluso donde, en los países del tercer mundo, la concepción y el enfoque (camino) estratégicos básicos seguirían siendo iguales en lo fundamental: es decir, la guerra popular prolongada, para rodear las ciudades desde el campo, y luego finalmente derrotar el poder de las clases dominantes reaccionarias, concentrado en las ciudades.
* En cuanto a los países imperialistas (y las cuestiones que plantea esta carta de un lector se enfocan en ese tipo de país), sigue siendo cierto, y un punto de orientación decisivo, que para que exista la base para librar una lucha seria por el poder revolucionario, y la posibilidad de ganar tal lucha, tiene que haber un cambio mayor y cualitativo en la situación objetiva, y como parte de esto en los sentimientos políticos, el estado de ánimo y las acciones de las masas. Como dice “Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”:
“Este sistema se basa en la explotación, aquí y por todo el mundo. Carece completamente de valor y nada podrá mejorar fundamentalmente hasta derrocarlo…
“En un país como Estados Unidos, solo se puede hacer una revolución para tumbar este sistema cuando se dé un cambio mayor y cualitativo en la situación objetiva, de modo que toda la sociedad esté en una profunda crisis, debido fundamentalmente a la naturaleza y al funcionamiento del sistema, y cuando junto con eso surja un pueblo revolucionario, de millones y millones de personas, consciente de la necesidad de un cambio revolucionario y resuelto a luchar por él. En tal lucha, el pueblo revolucionario y quienes lo dirigen tendrán que enfrentar la fuerza represiva violenta de la maquinaria del estado que encarna e impone el sistema de explotación y opresión, y para triunfar, la lucha revolucionaria tendrá que enfrentar y derrotar esa fuerza represiva violenta del viejo orden de explotación y opresión.
“Antes del desarrollo de una situación revolucionaria—y como la clave para hacer surgir un pueblo revolucionario en un país como Estados Unidos—, quienes ven la necesidad de una revolución y quieren contribuir a ella tienen que concentrar sus esfuerzos en elevar la conciencia política e ideológica de las masas y en forjar una gran resistencia política a las principales maneras en las que la naturaleza explotadora y opresiva de este sistema se concentra en las medidas y acciones de la clase dominante y sus instituciones y dependencias—todo esto con el objetivo de habilitar a más y más gente a captar la necesidad y la posibilidad de la revolución, cuando surjan las condiciones necesarias por medio del desenvolvimiento de las contradicciones del sistema, así como del trabajo político e ideológico de los revolucionarios”.
Nuevas e importantes conclusiones
Por otro lado, el estudio y la conceptualización teórica también apuntan en nuevas e importantes direcciones:
* Aun con una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario, es casi seguro que no se podría resolver la clase de problemas que plantea y subraya la carta con la estrategia de insurrecciones urbanas simultáneas que conducirían rápidamente al establecimiento de un gobierno revolucionario y luego, probablemente, a una guerra civil para derrotar decisivamente a las fuerzas que quedaran de la clase dominante tumbada y las demás fuerzas reaccionarias. Es casi seguro que un enfoque estratégico distinto para esta cuestión sería necesario, una vez que las condiciones necesarias se habrían presentado, en la forma de una crisis revolucionaria en la sociedad y el surgimiento de un pueblo revolucionario (una vez más, ver “Puntos esenciales”).
Una posible excepción a esa conclusión sería el desarrollo de una situación parecida en lo esencial a lo que pasó en la “Revolución de Octubre” en Rusia. En esa situación, entre los factores básicos que llevaron al éxito de la insurrección figuraron:
la realidad de que Rusia, aunque era una potencia imperialista con un imperio extenso, al mismo tiempo era un país muy atrasado con un nivel de desarrollo industrial mucho menor que el de los demás países imperialistas y con relaciones feudales generalizadas, especialmente en el inmenso campo, donde la mayoría de la sociedad todavía vivía y donde sufría enormemente;
una situación de intensa explotación y pobreza de la gran mayoría de la población y un gobierno autocrático sumamente represivo que detentaba el poder (encabezado por un monarca absoluto, el zar);
además, la intensificación de todo esto, y la miseria y angustia aun más extrema de las masas, como resultado de la participación de Rusia durante varios años en la I Guerra Mundial, y las enormes consecuencias de eso para la población de Rusia y para los soldados rasos del ejército ruso;
el hecho de que un levantamiento popular tumbó al gobierno del zar, junto con la intriga burguesa e imperialista, a comienzos de 1917 (la revolución de febrero) y que el nuevo gobierno burgués que llegó al poder como consecuencia de la revolución de febrero no estaba dispuesto a retirarse de la guerra, y fundamentalmente no lo podía hacer, a pesar del amplio y creciente descontento con la guerra y la creciente demanda popular de que Rusia saliera de la guerra.
En tales circunstancias, a base de fortalecer los lazos y raíces con los trabajadores explotados (proletarios) en los principales centros urbanos de Rusia—y como el nuevo gobierno burgués estaba cada vez más vulnerable (por las razones que señalamos aquí) y sectores de su ejército se pusieron del lado de la revolución—Lenin y los bolcheviques (comunistas rusos) pudieron dirigir insurrecciones populares que tumbaron al gobierno burgués y lo remplazaron con un estado proletario (gobierno soviético) muy rápidamente y con una lucha militar relativamente pequeña. Fue una revolución auténtica, en la que las masas participaron en una insurrección—y no un mero golpe de estado realizado por un puñado de conspiradores—, pero en las circunstancias que reinaban en Rusia en aquella época (que resumimos aquí brevemente, en algunos de sus aspectos esenciales), el gobierno burgués, cuyos cimientos eran débiles y cada día más podridos, en un sentido fundamental no pudo movilizar una fuerza significativa para suprimir la insurrección en las primeras etapas, y el viejo gobierno cayó relativamente fácil y rápidamente.
En resumen, se produjo una combinación excepcional de circunstancias que llevó a la victoria de esta Revolución de Octubre, en la forma de insurrecciones urbanas populares más o menos simultáneas.
Por supuesto, si un pueblo revolucionario y su dirección se encontraran en una situación muy parecida a la que se produjo en Rusia en 1917, entonces parecería tonto, y de hecho criminal, no aprovecharla para tumbar rápidamente al viejo orden podrido y establecer un nuevo poder revolucionario, muy posiblemente por medio de insurrecciones urbanas populares, como sucedió en Rusia. Pero es importante tener presente que sería poco probable que se volvieran a surgir circunstancias muy parecidas en un país imperialista, en particular en un país imperialista altamente desarrollado y poderoso. Además, es importante tener presente que, aunque esos sucesos de octubre de 1917 en Rusia llevaron a la victoria rápida de la revolución socialista, en la etapa muy inicial, después el nuevo gobierno revolucionario tuvo que librar una guerra civil de varios años contra las fuerzas reaccionarias reorganizadas, especialmente unos oficiales y soldados del viejo ejército reaccionario que contaban con el apoyo de varios países imperialistas, algunos de los cuales invadieron el territorio de la nueva república soviétiva en el curso de la guerra civil.
En pocas palabras, todo esto apunta a la conclusión de que, en el futuro, sería muy poco probable que las revoluciones en los países imperialistas salieran victoriosas, una vez que la lucha por el poder llegara a ser el orden del día, si intentaran seguir el curso de los levantamientos insurreccionales de la Revolución de Octubre en Rusia.
* Con respecto al “camino de octubre” en conjunto, hay unos aspectos esenciales que sí tienen vigencia todavía, y otros aspectos importantes que casi seguramente no la tendrían, y que no se podrían aplicar en una lucha victoriosa por el poder.
Lo que todavía tiene vigencia, en el sentido básico, es que el camino revolucionario en los países imperialistas requiere todo un período de trabajo político, ideológico y organizativo para preparar el terreno para el surgimiento, con el tiempo, de una crisis revolucionaria profunda y un pueblo revolucionario (preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución, como lo dijo Lenin).
Nadie puede predecir, de antemano, precisamente cuánto tiempo duraría tal período (y, por supuesto, variaría de un país a otro). Pero, como subraya “Forjar otro camino” (y otras obras), el papel de los revolucionarios no es simplemente esperar, pasivamente, hasta que surja casi por arte de magia una situación revolucionaria, sino “acelerar mientras se aguarda” el desarrollo de tal situación. Tienen que llevar a cabo el trabajo ideológico y político general para repolarizar la sociedad, lo máximo posible, en una dirección que, desde el punto de vista estratégico, sea más favorable para la revolución y preparar las filas del pueblo en crecimiento, en la base de la sociedad y de otras capas, así como preparar el partido de vanguardia mismo, para cuando surja una situación revolucionaria.
Por otro lado, tal situación revolucionaria no es algo que los revolucionarios pueden “mandar surgir” por su voluntad o únicamente con sus esfuerzos. Como “Puntos esenciales” deja bien sentado, esto ocurre “por medio del desenvolvimiento de las contradicciones del sistema, así como del trabajo político e ideológico de los revolucionarios”. Por un lado, y esto es muy importante, sería incorrecto y en realidad dañino para la revolución, tener e imponer a la realidad una “fórmula” estereotipada de cómo se desarrolla una situación revolucionaria y de cómo es cuando surja. Por otro lado, es cierto que tal situación revolucionaria se caracterizará por ciertos rasgos y características específicos que no son fundamentalmente las impresiones subjetivas de la vanguardia revolucionaria, sino que son las expresiones objetivas de la profunda agudización de las contradicciones de la sociedad y del mundo entero.
Esto se relaciona al hecho de que, en términos básicos, los criterios que formuló Lenin, en el período de la Revolución Rusa, de lo que caracteriza una situación revolucionaria y de las condiciones necesarias y esenciales para librar una lucha para conquistar el poder en los países como Rusia (es decir, en términos generales, los países imperialistas) siguen siendo válidos y todavía se aplicarían. Lenin dijo que en una situación revolucionaria:
la clase dominante está enredada en una crisis profunda, entre cuyas características figuran serios conflictos en el seno de la clase dominante misma, así que cada vez más no puede gobernar como hasta entonces;
estas grietas y fisuras en el seno de la clase dominante ofrecen más posibilidades para que irrumpe la indignación suprimida de las masas populares y, por estas y otras razones, las masas no están dispuestas a vivir como hasta entonces sino que están dispuestas a cambiar la sociedad de una manera radical;
Carta de un lector de la revista Revolución... y respuesta del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (año 2007)
publicado en el Foro en dos mensajes
---mensaje nº 1---
Hace poco Revolución recibió esta carta de un lector:
Estimado Revolución,
Leí con mucho interés el número especial del periódico, “La encrucijada que se nos plantea; la dirección que necesitamos” (Revolución #84, 8 de abril de 2007). Me pareció muy refrescante y me hizo reflexionar, especialmente el hecho de que aborda con seriedad y de una manera poco común hoy en día el tema de la revolución, la naturaleza de la revolución y la dirección que se necesita para hacer esa revolución. Una parte en particular me llamó la atención y es sobre eso que les escribo: la sección sobre “los interrogantes difíciles” de la revolución. Específicamente, me refiero a la parte que habla del hecho de que “La opinión común dice que la revolución es imposible en un país como Estados Unidos”; continúa:
“No tiene sentido negar que así pudiera parecer. Pero si la revolución es necesaria—y lo es—entonces hay que ver cómo concretarla en los hechos, por difícil que parezca”. (p. 2)
Pero ese número especial no habla más sobre el tema de “cómo concretarla en los hechos”, además de subrayar el principio crucial de que “Dicha revolución, para que sea una revolución de veras, tiene que ser la obra consciente y resuelta de millones” y que “Solo se puede hacer cuando el sistema esté en una crisis profunda y las masas estén convencidas de que no hay otra alternativa”. (p. 2)
Entiendo que el propósito de este número especial no fue hablar sobre ese tema detalladamente; y en unidad con la orientación que subraya el número especial, de que ese es un tema que hay que abordar con seriedad, he leído otros escritos y charlas que tratan sus ideas sobre eso. A base de eso, creo que un resumen fiel de la posición básica que presentan sobre cómo se podría hacer la revolución en un país como Estados Unidos es lo siguiente:
En términos generales, hay dos tipos de países diferentes en el mundo—una pequeña cantidad de países imperialistas, como Estados Unidos, y una gran cantidad de países oprimidos del tercer mundo—y hay dos caminos a la revolución correspondientes:
La guerra popular prolongada en los países del tercer mundo, donde la guerra es la forma de lucha principal más o menos desde el comienzo y durante todo el proceso revolucionario, y donde tal guerra, por parte de los revolucionarios, empieza en pequeña escala y acumula fuerzas poco a poco, con la fuerza concentrada en las zonas rurales, y cada vez más rodea el bastión de poder del viejo sistema, en las ciudades, y luego, cuando surjan las condiciones necesarias, libra las luchas finales, centradas en las zonas urbanas, para derrotar decisivamente al viejo gobierno; y lo que se ha llamado el “camino de octubre” en los países imperialistas. (Esto, según tengo entendido, se basa en el hecho de que la primera revolución victoriosa que resultó en el establecimiento de un estado socialista duradero ocurrió en octubre de 1917 en Rusia, con la dirección de Lenin y los bolcheviques, y creó la Unión Soviética). Ese modelo del “camino de octubre” comprende un período relativamente largo de lucha política (esencialmente no militar), en el que la meta es, como lo dijo Lenin, preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución; y solo cuando se haya dado un cambio mayor y cualitativo en la situación objetiva, de tal manera que toda la sociedad esté sumida en una crisis profunda y grandes cantidades de personas hayan llegado al punto de estar listas para luchar y morir por un cambio radical—solo en tal situación se podría iniciar una lucha armada sobre una base correcta y con posibilidades de salir victoriosa. Además, cuando se iniciara esa lucha armada, en tales circunstancias revolucionarias, consistiría, primero, de insurrecciones populares, que se dieran simultáneamente, en varias zonas urbanas, y las fuerzas revolucionarias que surgieran tomarían y se mantendrían a la ofensiva con el objetivo de derrotar rápidamente a las fuerzas del viejo orden y establecer un nuevo gobierno revolucionario en la mayor cantidad de territorio posible. Luego, ante la muy gran posibilidad de que las clases dominantes tumbadas, y otras fuerzas reaccionarias, se reorganizaran y desataran una embestida armada contra el nuevo gobierno revolucionario, ese gobierno tendría que librar una guerra civil para derrotar completa y decisivamente a esas fuerzas reaccionarias tumbadas.
De lo que he visto, en ese modelo de la revolución que se ha teorizado en cuanto a los países imperialistas, la lucha por conquistar el poder—que seguiría todo un período caracterizado por trabajo ideológico, político y organizativo—se ha descrito con la formulación ia/gc (o sea, insurrección armada, seguida por guerra civil).
Estoy firmemente de acuerdo con el énfasis que ese modelo da al hecho de que, para salir victoriosa una revolución en un país imperialista, y especialmente en una gran potencia imperialista, se necesitaría una situación revolucionaria, no solo problemas, y ni siquiera problemas serios, para la clase dominante sino una crisis profunda, que afectara a toda la sociedad y todas las instituciones gobernantes, entre ellas la maquinaria de represión de la clase dominante, y que llevara a una resistencia militante de parte de grandes cantidades de personas del fondo de la sociedad y de otras capas también. No cabe duda de que sería incorrecto y hasta suicida tratar de librar una lucha revolucionaria por el poder, o siquiera iniciar alguna clase de acciones militares de menor escala, sin tales condiciones.
Pero para mí el problema es que, incluso con tales condiciones, ese modelo de ia/gc no parece realista. En particular, no me parece de ninguna manera probable que las insurrecciones urbanas, incluso si participaran enormes cantidades de personas y si ocurriesen simultáneamente en varias ciudades, saldrían victoriosas aun en la lucha contra una parte relativamente pequeña de las fuerzas militares del viejo orden, que casi seguramente seguirían muy fuertes, organizadas, entrenadas y equipadas. Por su naturaleza, las insurrecciones revolucionarias tendrían que derrotar y desintegrar esas fuerzas poderosas del viejo orden en un plazo muy corto, lo que requeriría entrar en combates decisivos y de gran escala más o menos desde el comienzo. Sin embargo, por definición, las fuerzas revolucionarias tendrían que empezar, en efecto, “desde una salida parada” y sin tiempo o experiencia para forjar la clase de fuerzas que tendrían la posibilidad de ganar tales combates. Lo que es más, aun si de alguna manera las fuerzas revolucionarias salieran victoriosas en esas insurrecciones iniciales, parece que cualquier gobierno que establecieran sería muy vulnerable al poder concentrado de las fuerzas de la violencia reaccionaria que quedaran y que se hubieran reorganizado. En esas circunstancias, ¿cómo sería posible mantener el nuevo gobierno revolucionario, defender su territorio y satisfacer las necesidades de la población y los requisitos de las nuevas fuerzas de defensa del estado revolucionario? Una vez más, que fuera posible hacer todo eso parecería muy poco probable y, al contrario, ese nuevo gobierno revolucionario sería derrotado y sus fuerzas serían pulverizadas muy rápidamente.
Me parece que esos son serios problemas, con respecto a lo que entiendo es el modelo del “camino de octubre” para hacer la revolución en los países imperialistas. Los planteo en vista de (y porque aprecio) el hecho de que la revolución es un tema sumamente serio y hay que abordarla con mucha seriedad, con el mismo espíritu con que el número especial de Revolución (#84, 8 de abril de 2007) dice que “si la revolución es necesaria—y lo es—entonces hay que ver cómo concretarla en los hechos, por difícil que parezca”. Así que el interrogante queda pendiente: incluso en las mejores circunstancias posibles, en un país imperialista poderoso como Estados Unidos, ¿sería posible hacer la revolución, y si sería, cómo?
RESPUESTA del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos
No cabe duda de que las cuestiones que plantea esta carta son sumamente importantes. La clase de problemas que señala se presentarían muy agudamente, en realidad, al punto de librar una lucha revolucionaria por el poder en un país imperialista. Son problemas relacionados con la cuestión fundamental de si la clase de lucha revolucionaria de la que habla esta carta podría salir victoriosa. Son problemas que destacan la necesidad de una concepción estratégica—o en aspectos importantes una reconcepción—como parte de desarrollar la orientación básica que, en la esfera de la teoría y el enfoque estratégico, podría arrojar luz sobre el camino a una revolución exitosa.
El año pasado, en la charla “Forjar otro camino” (que Revolución acaba de publicar como serie y que se encuentra en revcom.us), Bob Avakian llama la atención al hecho de que hay “‘dos cosas que no sabemos hacer’—es decir, responder a la represión y ganar cuando se presente el momento… Lo digo para recalcar la necesidad de esforzarnos en esto—de una manera apropiada y no de maneras poco apropiadas”.
Continúa, hablando del tema de ganar cuando llegue la hora:
“Tenemos que abordar la cuestión de ganar de una manera muy seria y no infantil, y no de una manera que ayude a la reacción, con su concentración de poder [encarnada en la clase dominante imperialista], a aplastar todo intento de crear un mundo nuevo”.
Para subrayar más esa orientación, Avakian incluye en “Forjar otro camino” una declaración publicada en Revolución titulada “Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”, que empieza así:
“La revolución es un asunto sumamente serio y hay que abordarla de manera seria y científica, y no con expresiones subjetivas e individualistas de frustración, alardes, poses y acciones que van en contra del desarrollo de un movimiento revolucionario de masas cuya meta es un mundo radicalmente diferente y mucho mejor, y cuyos medios coinciden fundamentalmente con esa meta y sirven para plasmarla en realidad. La revolución, y especialmente la revolución comunista, es y tiene que ser la acción de las masas populares, organizadas y dirigidas para librar una lucha cada vez más consciente para abolir todos los sistemas y las relaciones de explotación y opresión, y llevar a la humanidad a trascenderlas”. (Volvemos a publicar “Puntos esenciales” en este número de Revolución).
Conforme a esa orientación, en “Forjar otro camino” y sobre la base de lo que se dice en “Puntos esenciales”, Avakian llama a estudiar y bregar en la esfera de la teoría y concepción respecto al problema de ganar cuando surja el momento. Como dice:
“En charlas previas he hablado de que hay dos pistas en relación con el problema de ganar, en relación con la conquista del poder cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones. En vista de lo que acabo de leer (el texto completo de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución’), y con esto como plantilla y fundación—y desde un punto de vista estratégico y no inmediato—, debemos entender el papel y la relación dialéctica de estas dos pistas. Son pistas separadas, y solo con un cambio cualitativo de la situación (como explica lo que acabo de leer de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria’) podrán confluir. Hasta ese entonces, solo se pueden desarrollar correctamente—y hay que desarrollarlas—como pistas separadas.
“La primera pista, que es el principal enfoque y contenido ahora, es el trabajo político, ideológico y organizativo, guiado por la orientación estratégica del frente único bajo la dirección del proletariado, con la meta de hacer preparativos políticos para cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario en una escala masiva. Esto es lo que quiere decir ‘acelerar mientras se aguarda’ el desarrollo de una situación revolucionaria.
“La segunda pista se refiere al desarrollo de la teoría y la orientación estratégica para poder responder y ganar cuando las dos pistas puedan y deban confluir, con un cambio cualitativo del terreno político objetivo con el surgimiento de una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario (como he explicado aquí y se presenta en forma concentrada en ‘Puntos esenciales’). Lo apropiado ahora es prestarle atención a la esfera de la teoría, el pensamiento y el conocimiento estratégicos, y aprender de una manera profunda y global de toda clase de experiencia. Es necesario estudiar todas esas diversas experiencias y sintetizarlas desde una perspectiva estratégica correcta, para acumular los conocimientos y así profundizar la comprensión teórica y la concepción estratégica”.
Y, ampliando un punto que señaló Mao Tsetung, Avakian ha destacado la orientación fundamental de que es sumamente importante no dejarse restringir por la superstición y la convención—ni tampoco por lo que, hasta este momento, se ha considerado cierto—, sino que hay que abordar todos los problemas con el pensamiento crítico y creativo, basado en los principios y métodos científicos.
Defender unos principios básicos
En vista de eso, a continuación se presentan unos puntos esenciales de orientación subrayados por más estudio y conceptualización teórica.
* El análisis de, y la distinción entre, los dos tipos de países y los dos enfoques (caminos) estratégicos a la revolución correspondientes, que menciona la carta del lector, siguen siendo válidos e importantes en lo esencial. Por otro lado, unos cambios importantes que se han dado en el mundo, y en los países del tercer mundo en particular—lo que incluye especialmente la enorme migración de campesinos de las zonas rurales a las urbanas, que continúa, y el enorme crecimiento de las barriadas urbanas en muchos de estos países—apuntan a la necesidad de hacer más trabajo teórico para forjar un conocimiento más profundo de esos sucesos importantes, del proceso y las dinámicas generales de que forman una parte y las implicaciones de esto para la lucha revolucionaria, incluso donde, en los países del tercer mundo, la concepción y el enfoque (camino) estratégicos básicos seguirían siendo iguales en lo fundamental: es decir, la guerra popular prolongada, para rodear las ciudades desde el campo, y luego finalmente derrotar el poder de las clases dominantes reaccionarias, concentrado en las ciudades.
* En cuanto a los países imperialistas (y las cuestiones que plantea esta carta de un lector se enfocan en ese tipo de país), sigue siendo cierto, y un punto de orientación decisivo, que para que exista la base para librar una lucha seria por el poder revolucionario, y la posibilidad de ganar tal lucha, tiene que haber un cambio mayor y cualitativo en la situación objetiva, y como parte de esto en los sentimientos políticos, el estado de ánimo y las acciones de las masas. Como dice “Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”:
“Este sistema se basa en la explotación, aquí y por todo el mundo. Carece completamente de valor y nada podrá mejorar fundamentalmente hasta derrocarlo…
“En un país como Estados Unidos, solo se puede hacer una revolución para tumbar este sistema cuando se dé un cambio mayor y cualitativo en la situación objetiva, de modo que toda la sociedad esté en una profunda crisis, debido fundamentalmente a la naturaleza y al funcionamiento del sistema, y cuando junto con eso surja un pueblo revolucionario, de millones y millones de personas, consciente de la necesidad de un cambio revolucionario y resuelto a luchar por él. En tal lucha, el pueblo revolucionario y quienes lo dirigen tendrán que enfrentar la fuerza represiva violenta de la maquinaria del estado que encarna e impone el sistema de explotación y opresión, y para triunfar, la lucha revolucionaria tendrá que enfrentar y derrotar esa fuerza represiva violenta del viejo orden de explotación y opresión.
“Antes del desarrollo de una situación revolucionaria—y como la clave para hacer surgir un pueblo revolucionario en un país como Estados Unidos—, quienes ven la necesidad de una revolución y quieren contribuir a ella tienen que concentrar sus esfuerzos en elevar la conciencia política e ideológica de las masas y en forjar una gran resistencia política a las principales maneras en las que la naturaleza explotadora y opresiva de este sistema se concentra en las medidas y acciones de la clase dominante y sus instituciones y dependencias—todo esto con el objetivo de habilitar a más y más gente a captar la necesidad y la posibilidad de la revolución, cuando surjan las condiciones necesarias por medio del desenvolvimiento de las contradicciones del sistema, así como del trabajo político e ideológico de los revolucionarios”.
Nuevas e importantes conclusiones
Por otro lado, el estudio y la conceptualización teórica también apuntan en nuevas e importantes direcciones:
* Aun con una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario, es casi seguro que no se podría resolver la clase de problemas que plantea y subraya la carta con la estrategia de insurrecciones urbanas simultáneas que conducirían rápidamente al establecimiento de un gobierno revolucionario y luego, probablemente, a una guerra civil para derrotar decisivamente a las fuerzas que quedaran de la clase dominante tumbada y las demás fuerzas reaccionarias. Es casi seguro que un enfoque estratégico distinto para esta cuestión sería necesario, una vez que las condiciones necesarias se habrían presentado, en la forma de una crisis revolucionaria en la sociedad y el surgimiento de un pueblo revolucionario (una vez más, ver “Puntos esenciales”).
Una posible excepción a esa conclusión sería el desarrollo de una situación parecida en lo esencial a lo que pasó en la “Revolución de Octubre” en Rusia. En esa situación, entre los factores básicos que llevaron al éxito de la insurrección figuraron:
la realidad de que Rusia, aunque era una potencia imperialista con un imperio extenso, al mismo tiempo era un país muy atrasado con un nivel de desarrollo industrial mucho menor que el de los demás países imperialistas y con relaciones feudales generalizadas, especialmente en el inmenso campo, donde la mayoría de la sociedad todavía vivía y donde sufría enormemente;
una situación de intensa explotación y pobreza de la gran mayoría de la población y un gobierno autocrático sumamente represivo que detentaba el poder (encabezado por un monarca absoluto, el zar);
además, la intensificación de todo esto, y la miseria y angustia aun más extrema de las masas, como resultado de la participación de Rusia durante varios años en la I Guerra Mundial, y las enormes consecuencias de eso para la población de Rusia y para los soldados rasos del ejército ruso;
el hecho de que un levantamiento popular tumbó al gobierno del zar, junto con la intriga burguesa e imperialista, a comienzos de 1917 (la revolución de febrero) y que el nuevo gobierno burgués que llegó al poder como consecuencia de la revolución de febrero no estaba dispuesto a retirarse de la guerra, y fundamentalmente no lo podía hacer, a pesar del amplio y creciente descontento con la guerra y la creciente demanda popular de que Rusia saliera de la guerra.
En tales circunstancias, a base de fortalecer los lazos y raíces con los trabajadores explotados (proletarios) en los principales centros urbanos de Rusia—y como el nuevo gobierno burgués estaba cada vez más vulnerable (por las razones que señalamos aquí) y sectores de su ejército se pusieron del lado de la revolución—Lenin y los bolcheviques (comunistas rusos) pudieron dirigir insurrecciones populares que tumbaron al gobierno burgués y lo remplazaron con un estado proletario (gobierno soviético) muy rápidamente y con una lucha militar relativamente pequeña. Fue una revolución auténtica, en la que las masas participaron en una insurrección—y no un mero golpe de estado realizado por un puñado de conspiradores—, pero en las circunstancias que reinaban en Rusia en aquella época (que resumimos aquí brevemente, en algunos de sus aspectos esenciales), el gobierno burgués, cuyos cimientos eran débiles y cada día más podridos, en un sentido fundamental no pudo movilizar una fuerza significativa para suprimir la insurrección en las primeras etapas, y el viejo gobierno cayó relativamente fácil y rápidamente.
En resumen, se produjo una combinación excepcional de circunstancias que llevó a la victoria de esta Revolución de Octubre, en la forma de insurrecciones urbanas populares más o menos simultáneas.
Por supuesto, si un pueblo revolucionario y su dirección se encontraran en una situación muy parecida a la que se produjo en Rusia en 1917, entonces parecería tonto, y de hecho criminal, no aprovecharla para tumbar rápidamente al viejo orden podrido y establecer un nuevo poder revolucionario, muy posiblemente por medio de insurrecciones urbanas populares, como sucedió en Rusia. Pero es importante tener presente que sería poco probable que se volvieran a surgir circunstancias muy parecidas en un país imperialista, en particular en un país imperialista altamente desarrollado y poderoso. Además, es importante tener presente que, aunque esos sucesos de octubre de 1917 en Rusia llevaron a la victoria rápida de la revolución socialista, en la etapa muy inicial, después el nuevo gobierno revolucionario tuvo que librar una guerra civil de varios años contra las fuerzas reaccionarias reorganizadas, especialmente unos oficiales y soldados del viejo ejército reaccionario que contaban con el apoyo de varios países imperialistas, algunos de los cuales invadieron el territorio de la nueva república soviétiva en el curso de la guerra civil.
En pocas palabras, todo esto apunta a la conclusión de que, en el futuro, sería muy poco probable que las revoluciones en los países imperialistas salieran victoriosas, una vez que la lucha por el poder llegara a ser el orden del día, si intentaran seguir el curso de los levantamientos insurreccionales de la Revolución de Octubre en Rusia.
* Con respecto al “camino de octubre” en conjunto, hay unos aspectos esenciales que sí tienen vigencia todavía, y otros aspectos importantes que casi seguramente no la tendrían, y que no se podrían aplicar en una lucha victoriosa por el poder.
Lo que todavía tiene vigencia, en el sentido básico, es que el camino revolucionario en los países imperialistas requiere todo un período de trabajo político, ideológico y organizativo para preparar el terreno para el surgimiento, con el tiempo, de una crisis revolucionaria profunda y un pueblo revolucionario (preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución, como lo dijo Lenin).
Nadie puede predecir, de antemano, precisamente cuánto tiempo duraría tal período (y, por supuesto, variaría de un país a otro). Pero, como subraya “Forjar otro camino” (y otras obras), el papel de los revolucionarios no es simplemente esperar, pasivamente, hasta que surja casi por arte de magia una situación revolucionaria, sino “acelerar mientras se aguarda” el desarrollo de tal situación. Tienen que llevar a cabo el trabajo ideológico y político general para repolarizar la sociedad, lo máximo posible, en una dirección que, desde el punto de vista estratégico, sea más favorable para la revolución y preparar las filas del pueblo en crecimiento, en la base de la sociedad y de otras capas, así como preparar el partido de vanguardia mismo, para cuando surja una situación revolucionaria.
Por otro lado, tal situación revolucionaria no es algo que los revolucionarios pueden “mandar surgir” por su voluntad o únicamente con sus esfuerzos. Como “Puntos esenciales” deja bien sentado, esto ocurre “por medio del desenvolvimiento de las contradicciones del sistema, así como del trabajo político e ideológico de los revolucionarios”. Por un lado, y esto es muy importante, sería incorrecto y en realidad dañino para la revolución, tener e imponer a la realidad una “fórmula” estereotipada de cómo se desarrolla una situación revolucionaria y de cómo es cuando surja. Por otro lado, es cierto que tal situación revolucionaria se caracterizará por ciertos rasgos y características específicos que no son fundamentalmente las impresiones subjetivas de la vanguardia revolucionaria, sino que son las expresiones objetivas de la profunda agudización de las contradicciones de la sociedad y del mundo entero.
Esto se relaciona al hecho de que, en términos básicos, los criterios que formuló Lenin, en el período de la Revolución Rusa, de lo que caracteriza una situación revolucionaria y de las condiciones necesarias y esenciales para librar una lucha para conquistar el poder en los países como Rusia (es decir, en términos generales, los países imperialistas) siguen siendo válidos y todavía se aplicarían. Lenin dijo que en una situación revolucionaria:
la clase dominante está enredada en una crisis profunda, entre cuyas características figuran serios conflictos en el seno de la clase dominante misma, así que cada vez más no puede gobernar como hasta entonces;
estas grietas y fisuras en el seno de la clase dominante ofrecen más posibilidades para que irrumpe la indignación suprimida de las masas populares y, por estas y otras razones, las masas no están dispuestas a vivir como hasta entonces sino que están dispuestas a cambiar la sociedad de una manera radical;
---fin del mensaje nº 1---