El análisis de El Capital
texto de José A. Moral Santín
publicado en 1991 en nº 5 de la “Colección Debate”, colección del Centro de Estudios del PCE
en el Foro se publica en dos mensajes
---mensaje nº 1---
Voy a referirme a un tema que resulta un tanto problemático para enmarcarlo en un tiempo limitado. En realidad, esta temática sería por sí misma, como seguramente todas las demás, de un curso de varias sesiones. Yo voy a tratar, por tanto, de hacer una exposición lo más condensada y selectiva, en el sentido de tocar aquellos aspectos más significativos y relevantes en lo que es «El Capital» como obra científica, para que posteriormente, en el curso del debate, podamos profundizar aquellos aspectos que se consideren de mayor interés.
«El Capital» es una de las obras más conocidas en la historia del pensamiento moderno, y yo diría que además es una de las menos leídas. Es una de las obras sobre las que casi todo el mundo habla y de las que casi nadie ha leído. Si tuviésemos que hacer un porcentaje de la gente que ha leído «El Capital», entre los economistas, los tratadistas y los propios intelectuales marxistas -obviamente sería imposible-, pero yo creo que no llegaríamos al 1 por 100.
Sin duda, esto refleja ya bien lo que ha sido la obra de Marx. Una obra que ha ejercido una influencia enorme, por efecto de divulgación, por haber encarnado y haberse materializado en lo que ha sido toda la tradición del movimiento obrero y de los movimientos políticos de nuestra época, entendida ésta en un sentido amplio. Pero que, sin embargo, como obra científica, ha sido poco trabajada, poco estudiada y, generalmente, mal difundida y utilizada. Entre la propia tradición de los economistas, ya no sólo de los marxistas en general, entre los propios economistas marxistas podríamos hacer una relación histórica, y observaríamos que una buena parte de ellos, habrían cogido aspectos particulares de la obra de Marx. De lo que es el análisis y el cuerpo analítico de «El Capital», internándola luego y haciendo una listura con otros componentes: keynesianos, ricardianos, etcétera. Pero que, en general, ha habido un insuficiente y débil desarrollo y utilización científica, de lo que es el aparato analítico marxiano.
Esto tiene varias explicaciones. En primer lugar, tiene que ver con el propio proceso histórico en el que se produce esta obra. Como es conocido, sólo una parle de «El Capital» se publica mientras vive Marx, el primer tomo, supervisado por él, y, por tanto, con una garantía de que respondía genuinamente a su pensamiento. Otra parte importante, la mayor parte de lo que ha sido la obra, tanto previa de los «Manuscritos» y los borradores, como lo que estaba previsto que fuera aún para acabar, se publicó después de haberse muerto Marx, fue poco rigurosa, que incluso introdujo elementos de confusión importantes en la comprensión del cuerpo analítico marxiano.
Después -y esto es una precisión muy personal-, «El Capital» es una obra bastante más extensa de lo que debería de ser. Lo que es la exposición sistemática y articulada de «El Capital» podría hacerse, no me refiero a la parte de investigación, los «Manuscritos», que seguramente tenían que requerir ese espacio y mucho más, porque es un proceso distinto al de la exposición. Pero la exposición seguramente podía condensarse y sistematizarse de una manera mucho más limitada de lo que Marx lo hizo. Yo no sé si eso tiene que ver por aquello que él contaba, de que como le pagaban por hojas y de algo tenía que comer, pues procuraba hacer lo más extenso posible las exposiciones.
Por otro lado, «El Capital» es una obra intelectualmente difícil. Combina diversos niveles de abstracción, tiene el análisis y que, por ejemplo, comparándolo con lo que es el análisis neoclásico, el análisis económico convencional, o el keynesiano, o el propio ricardiano, pues es realmente compleja y difícil, El análisis neoclásico, que aparenta ser difícil, sobre todo porque está formulado en términos muy formalizados y matematizados, se mueve con unos supuestos muy elementales, muy de lógica formal, y que serían desprovistos de todo ese lenguaje hermético, etcétera, asequibles y expuestos en un curso muy breve, sin mayores dificultades.
«El Capital», de Marx, es una obra bastante más compleja, más ambiciosa y, sobre todo, que parte de una comprensión de la realidad más compleja. Marx entiende la realidad en términos más complejos que los que suelen expresar los modelos formales de la economía convencional al uso. Aclarado esto, se desprende que «El Capital» es necesario volver a leerlo, no solamente para sacar conclusiones políticas, sino para entender la realidad. Desde una óptica científica, sería bueno que «El Capital» volviese a ocupar el lugar que nunca tuvo, es decir, un lugar central en la formación intelectual de nuestra época.
Curiosamente, «El Capital», a pesar de haber sido poco leído, ha tenido una influencia enorme, y esa influencia ha impregnado el pensamiento económico en general. Hoy ya podríamos decir que muchas de las aportaciones y de los puntos de vista que Marx desarrolla en «El Capital», no son específicos del marxismo, de los marxianos, sino que han dado lugar a toda una serie de líneas de readmisión que muy frecuentemente han llevado a conclusiones distintas de las del propio Marx, pero que ha jugado un papel de revulsivo intelectual muy importante. Incluso yo diría que no sería posible entender la obra de Keynes, sin tener presente los retos que plantea intelectualmente «El Capital».
Muchos de los debates, de las reflexiones y análisis que la propia economía neoclásica convencional ha desarrollado, tienen muy frecuentemente, sin mencionarlo, a veces mencionándolo, como telón de fondo a Marx y «El Capital». Incluso diría que el diálogo de M. Weber es un diálogo permanente con «El Capital», es un diálogo discrepante, pero inspirado y que parte de polemizar con «El Capital». Por tanto, «El Capital» es una obra importante, pero podría serlo aún más.
Para situar cuál es el estatus -este primer punto que señalo en el guión-, «El Capital» en el marco de la obra intelectual de Marx, forma parte de un proceso histórico, también el pensamiento de Marx es un proceso histórico. Un proceso histórico que por exponerlo de una manera esquemática, que requeriría más matices, pero a modo de introducción podría servir, «El Capital» viene a ser la culminación de un proceso de maduración intelectual, que parte de la investigación y, sobre todo, de la conciencia de la filosofía, que son las primeras cuestiones que a Marx le preocupan. Que luego evoluciona en ese proceso que estoy definiendo un poco esquemáticamente, a reflexionar e investigar sobre los problemas del Estado, de la organización institucional de la sociedad, que posteriormente, y un tercer paso y último, Marx llega a la conclusión de que esos anteriores niveles, la formación de la conciencia de la sociedad, en la que por ejemplo la izquierda hegeliana con la que Marx en algún momento tuvo cierta simpatía, no exentas de controversias. Consideraba que desempeñaba una función central en la propia organización de la sociedad en su desenvolvimiento. Es decir, que las ideas eran, de alguna manera, el motor de la sociedad. Y que la propia organización social dependía de la forma en que los hombres pensaban el mundo. Marx llega luego a la conclusión de que eso no es así. Hay otro orden de carnación, de que la conciencia, la forma de pensar el mundo, está determinada por otro tipo de relaciones, que en un momento determinado las enfatiza bastante en torno a la organización político-institucional, al Estado. Y en este tercer momento, a lo que él llama las relaciones sociales de producción. Es decir, el sistema de relaciones sociales de producción, que serían el soporte, el fundamento último sobre el que se articularía la sociedad como un todo. Se formaría la propia conciencia, la propia forma de pensar el mundo de los hombres, y la propia forma de organizarse las instituciones y las relaciones de poder, las relaciones políticas.
En este proceso, «El Capital» se sitúa en este último momento de la evolución histórica e intelectual de Marx. En segundo lugar -aclarando en orden sucesivo los problemas que aquí nos planteamos, Marx cuando llega a esta convicción, de manera temprana -señalando que la aportación de Engels es muy importante, al parecer, según los biógrafos intelectuales de esta pareja, el que llega con anterioridad de una manera más precisa, porque Marx empieza a ser materialista antes, pero el que llega a formular esto del sistema de relaciones de producción, como determinante en la estructuración social, es Engels- una vez que Marx llega a esta conclusión, se interesa vivamente y vuelca toda su energía intelectual y su esfuerzo investigador hacia el campo de la economía política. Para ello entra -de la mano de Engels también- en contacto intelectual con lo que era la mejor tradición de la ciencia económica. Era una ciencia joven, una ciencia históricamente recién formada, que encontraba en determinados círculos de economistas franceses, algunos alemanes, pero fundamentalmente lo que se ha venido denominando la escuela clásica de economía inglesa, el punto más maduro y dentro de ésta fundamentalmente a Ricardo.
Marx estudia de una manera amplia y exhaustiva todo lo que era la producción en las aportaciones de la economía de la época y se centra, a partir de un momento determinado, de una manera fundamental en Ricardo. Porque considera que Ricardo es el eslabón superior de lo que ha sido la formación de la ciencia económica. Sobre esto vamos a ver en Marx una curiosa relación con Ricardo. Marx, de alguna manera, es un continuador de la obra de Ricardo y, por otra parte, esa continuidad la hace desde la ruptura con toda una serie de supuestos con la obra de Ricardo.
Hay que tener presente que en las primeras décadas del siglo XIX, los años 20-30, se produce esto que los historiadores del pensamiento económico llaman la crisis de la escuela ricardiana, o de la escuela clásica. Un fenómeno curioso en el que, en un corto espacio de tiempo, la obra de Ricardo, que había alcanzado enorme prestigio y reconocimiento en los círculos académicos, intelectuales, de la época, es repudiada casi de una manera radical a partir de un momento dato. Es repudiada, entre otras cosas, porque en la obra de Ricardo estaba el germen de lo que iba a ser la teoría económica marxiana. Y porque la propia izquierda ricardiana, sin llegar a los límites ni a los niveles de Marx, tirando del hilo y del ovillo de la obra de Ricardo, va a llegar a posiciones tremendamente críticas, con relación a la viabilidad del capitalismo, a su naturaleza y a cuestionar toda una serie de supuestos que otra serie de economistas clásicos habían producido de una manera un tanto gratuita. Cosas como que el desarrollo tendía a ser crecientemente igualitario, equitativo, que las relaciones capital-trabajo eran unas relaciones de equidad, en las que salían mutuamente favorecidos los trabajadores y los capitalistas, que el capital tendía a desenvolverse de manera autoequilibrada, sin crisis y sin desequilibrios. En fin, toda esa serie de supuestos que dibujaban un escenario un tanto idílico del capitalismo, Aunque Ricardo en gran medida compartía esa serie de criterios, en Ricardo también estaban los gérmenes para poner en cuestión ese tipo de visión. Por tanto, aprovechando determinadas debilidades reales de su pensamiento, va a ser radicalmente cuestionado. Nos vamos a encontrar con la paradoja de que el gran economista de la economía burguesa ascendente, de la formación de la ciencia económica, Ricardo, va a ser repudiado por parte de la propia academia convencional y por parte de los intelectuales y pensadores convencionales y ortodoxos en relación con el sistema. En cambio, el gran continuador -insisto, rompiendo con una serie de supuestos importantes de la obra de Ricardo-, va a ser Marx. En este sentido, Marx es un discípulo, un continuador y al mismo tiempo un crítico radical de Ricardo.
La obra de Marx aparece en un momento en el que se produce una bifurcación, entre el proceso de la ciencia y los intereses de la burguesía ascendente. Ahí está la clave del repudio de Ricardo y de la economía clásica.
Es decir, la burguesía, como clase social, no solamente reivindica, sino que utiliza y potencia el desarrollo de la ciencia. Tanto de las ciencias físicas y naturales, que pone al servicio de la producción, del comercio, etcétera, y que, por tanto, no hay en esa etapa contradicción entre ciencia e intereses productivos y comerciales de la burguesía. Ni tampoco las ciencias sociales. Es decir, desde un primer momento, la burguesía necesita componer una nueva concepción del mundo, explicarse qué es este nuevo mundo que ha surgido de la revolución industrial y de las revoluciones burguesas en general. Configurar una visión laica y lo más objetiva del mundo, a efectos de conocerlo y de minarlo. El capital necesita dominar no solamente a la naturaleza, sino dominar a la sociedad, como fórmula para alcanzar su hegemonía y su pleno desarrollo.
En ese momento, las ciencias en general, las ciencias naturales y las ciencias sociales, coinciden básicamente con estos grandes intereses y con este proyecto progresista de transformación del mundo, que entraña el ascenso de la burguesía. Sin embargo, a partir justamente de estas primeras décadas del siglo XIX comienzan a cubrir esta sinfonía. Determinados aspectos de la producción científica empiezan a entrar en colisión con los intereses, con el orden social capitalista, con el orden social burgués.
Esto no se produce de una manera total. Las ciencias físicas y naturales, en general, siguen siendo favorecidas por la burguesía. Donde se produce la colisión fundamentalmente es en las ciencias sociales. Si las ciencias naturales en el pasado habían hecho colisión con la teología y con la concepción del mundo, del antiguo régimen, etcétera, ahora lo que entran en colisión con el orden burgués van a ser justamente las ciencias sociales, en su formación primera, en su formación original. Porque luego se continuaba promoviéndose ciencia social, pero ya como un objeto de investigación muy diferente de este primero.
Yo ahí no quisiera ser tan radical como lo ha sido Lukács. En el sentido en que el divorcio entre la ciencia y el orden burgués capitalista, a partir de un momento dado, es definitivo. Ni tan siquiera yo diría que con los fascismos, en los años 20-30. Hoy vemos cómo todavía, en gran medida, la burguesía no solamente sigue desarrollando potentemente las ciencias naturales, quizá no en el modelo de racionalidad alternativo que podía hacerse mucho más potente, pero que sigue desarrollando e impulsando el desarrollo de la ciencia. Sobre todo la ciencia aplicada y de la tecnología, incluso impulsando unas determinadas líneas de reflexión social, todo lo cuestionables que se quieran, pero no dejan de tener interés muchas veces, para los propios criterios del sistema, y para aquellos que luchan por su transformación.
Por tanto, esta aseveración tajante de Lukács acerca del divorcio radical entre ciencia y burguesía, yo la limitaría un tanto. Pero lo cierto es que, efectivamente, el divorcio se produce algo así como aquello que se decía de la transición astillada. Yo no diría que es un divorcio radical, sino que sería una pareja mal avenida. Y ahí surge Marx, justamente en medio de esa situación, heredando la mejor tradición de la ciencia social, de la ciencia económica burguesa, de la ciencia económica ricardiana, apoyándose en ella para darle continuidad.
Ahí aparece también otra línea, que va a ser la escuela neoclásica, que es una línea ya de pensamiento económico y de análisis económico sumamente conservador, apologético, acrítico, que ha llegado hasta nuestros días.
Cuál es la aportación fundamental de Marx con relación a Ricardo, una vez que hemos establecido que Ricardo constituye un pilar básico en la formación del pensamiento y del análisis económico marxiano. ¿Que hay de diferente en Marx con relación a Ricardo? Luego veremos lo que hereda y lo que desarrolla, pero también vamos a ver ahora en qué sentido nuevo lo hace, con qué parámetros nuevos hace ese desarrollo. En primer lugar, para Marx, la economía política, la ciencia económica -para utilizar un término más convencional- no puede entenderse como una ciencia válida para todo tiempo y lugar, una ciencia que tenga como objeto de investigación un supuesto orden natural social -esto es de nuevo un debate muy actual-, sino que para Marx la diferencia de Ricardo, que entendía, esto que llamamos hoy capitalismo, algunos con orgullo redoblado en estos últimos tiempos, para Ricardo esencialmente era el orden natural, en general, para todos los economistas clásicos y para toda la tradición liberal de la época, que llega hasta nuestros días. Lo primero que hace Mm es romper con esta idea de orden natural y con esa idea de entender la historia, o bien como proceso de perfeccionamiento del orden natural, o bien como un desarrollo puramente cuantitativo de ese orden natural. Para Marx la historia es un proceso evolutivo, en el que se combinan etapas de cambio puramente cuantitativo, y momentos de rupturas, radicales y cualitativas. Esas rupturas radicales dan lugar a nuevas formas de organizar la sociedad, a lo que Marx llama modos de producción. De tal manera que en ese proceso evolutivo, ascendente, con una variable independiente, que sería el desarrollo de las fuerzas productivas, nos encontramos con distintos estadios, con distintos modos de organizar la sociedad. El eje, el fundamento articulador de esos distintos modos de producción, de esos distintos sistemas económicos sociales, la clave sería en cómo se organizan las relaciones de producción. Es decir, cómo está articulado el sistema de relaciones sociales de producción.
El capitalismo sería un modo de producción más en el proceso histórico, el modo de producción más elevado que se corresponde con un estadio también superior, con relación a los demás, en el desarrollo de las fuerzas productivas. De tal manera que el modo de producción capitalista, el sistema capitalista, no sería una realidad naturalista, sino que sería una realidad histórica, social e institucional. Esto es lo primero que Marx establece.
Una vez que esto queda claro, Marx señala que la economía política, en todo caso, deberá ser una ciencia de los modos de producción y que a cada modo de producción le corresponderá un sistema teórico y analítico, económico, propio y diferenciado. De tal manera que, para Marx, a diferencia de lo que sucede con Ricardo, pues lo que Ricardo pretendía determinar como leyes generales era el análisis general del orden natural, para Marx es sencillamente el análisis de un sistema concreto, que es el capitalismo. Que tiene sus leyes propias, sus modos de organización y de funcionamiento y de articulación propia. Y que, por tanto, lo que se trata es de estudiar lo específico. Luego hay una serie de rasgos generales en la lógica de los modos de producción, que en todo caso estudia el materialismo histórico. Esto interesa tenerlo claro, porque el resto de las economías, el keynesianismo al igual que la escuela clásica, la economía neoclásica, la economía liberal, en sus distintas variantes neoliberales, el neoricardianismo, etcétera, todos ellos pretenden hacer, poner sobre el tapete, y revelar las leyes generales del funcionamiento económico de la sociedad humana en abstracto. Ya sabéis que el modelo neoclásico es lo que se llama el modelo robinsoniano, es decir, Robinson Crusoe en la isla, administrando recursos escasos, como tiempo limitado, cuando el sol se pone, y unos recursos que tiene que ver cómo organiza de la manera racional más efectiva y productiva. Por tanto, en la ciencia económica se ha entendido esa definición de que la economía es la ciencia que trata la utilización de cómo administrar recursos para obtener las máximas utilidades. Eso valdría para el hombre de las cavernas, para un pirata del siglo XVII, y también para una señora que entra a rezar en una iglesia, y que tiene en cinco minutos, porque luego tiene que ir a hacer la compra, que rezar a varios santos que tiene allí, y ver cómo administra el tiempo. No solamente ver cómo administra el tiempo, ver cuáles son las herramientas más efectivas para alcanzar el objetivo que persigue, con tiempo escaso y recursos escasos.
Eso sería economía también. De tal manera que al final la economía sirve para todo. Lo que suele suceder en las ciencias es que aquello que sirve para todo, no sirve para nada. Por tanto, para Marx la ciencia económica tiene que ser una ciencia de lo específico de los modos de producción. Lo que él pretende hacer en «El Capital» es una ciencia del modo de producción capitalista. No pretende sentar principios generales, ni teorías, ni supuestos analíticos, válidos para otras sociedades. Aunque hay algunas cuestiones que podrían ser trasladables. En principio lo que él pretende es hacer una teoría, un análisis del modo de producción capitalista. Siendo más preciso, lo que él pretende, ya que para él el modo de producción capitalista es un concepto histórico, que aparece en un momento determinado, se desarrolla y tiende, como todo el resto de los modos de producción, a tener un fin histórico, por tanto, el objeto de «El Capital» es estudiar cómo está estructurado el capitalismo, cómo surge, cuál es su dinámica, las leyes de su dinámica y funcionamiento, y sus límites lógicos, sus límites internos. Es decir, aquellos aspectos inherentes a su propia naturaleza, que hacen que el capitalismo, en el curso de su desarrollo, tienda a su vez a alcanzar su culminación histórica y, por tanto, a entrar en un momento determinado en una fase de superación histórica.
Por tanto, el objeto de investigación es un objeto histórico, es un objeto concreto, es un objeto específico, y es un objeto que no tiene nada de naturalista, como sucedía con los clásicos. En segundo lugar, Marx va a diferenciar dos cuestiones en el análisis de «El Capital». Esto forma parte de la metodología científica de Marx, para cualquier otro medio de producción también sería trasladable. Es decir, lo que es la lógica de «El Capital» y lo que es la historia de «El Capital». No viéndolos de manera divorciada, sino combinada, pero tratándolos con autonomía. De lo que se trata es de ver cuál es la estructura de eso que llamamos capitalismo. Si hablamos del capitalismo, ¿qué es el capitalismo?, ¿una fábrica?, ¿un trabajador? Productores ha habido siempre, unidades de producción también. De lo que se trata, por tanto, es hablar con propiedad y utilizar el concepto de capitalismo, y hablar de modo de producción capitalista, tenemos que ver que es, dentro del cambio -porque Marx partía de que la historia es dinámica permanentemente, que las sociedades están en continuo cambio y transformación- por tanto, el capitalismo de igual manera y con mucha más razón. Para Marx el capitalismo era un modo de producción especialmente dinámico por razones que ahora veremos. Que es, por debajo de lo que es el cambio continuo de la sociedad, de la cultura, de la fenomenología, de la sociedad capitalista, ¿qué es lo que hay de común denominador, de permanente en ese cambio, que nos permita hablar de capitalismo? Eso es la lógica del capital, la estructura lógica. Ahora veremos, de una manera muy concisa, como acota lo que es específico, como estructural, del capitalismo. Luego está la historia, lo que cambia.
Entonces, de lo que se trata es de combinar la relación, la articulación que hay entre la estructura permanente de eso que llamamos capitalismo, con el cambio, con la dinámica continua de la sociedad y del sistema capitalista. Se trata de explicar el cambio, a partir de la estructura, de la articulación lógica. Es decir, de entender el sentido, la tendencia de los cambios, a partir de la comprensión previa de lo que es la estructura lógica del capitalismo.
En realidad, este no es un método que se distancie mucho del que utilizan otras ciencias, incluso ciencias físicas en su sentido más avanzado. Si hacemos una comparación, esto tiene mucho que ver, entre esta metodología y, por ejemplo, la teoría de la relatividad de Einstein, de hecho hay ya estudios comparativos significativos en este sentido, hay un paralelismo metodológico en la forma de enfocar este problema.
Lo que esencialmente nos dice Marx es lo siguiente: si queréis entender el movimiento del capital, si queréis entender sus tendencias, a dónde va, cómo va a evolucionar históricamente y cuáles son los límites de su propio desarrollo, estudiad, aislad primero lo que es estructural en el capitalismo, analizarlo, comprendedlo, porque ahí tenéis las claves para entender la dinámica del capital.
En este sentido, cuando se habla de Marx profeta, efectivamente una de las cosas que frecuentemente le oímos decir a los economistas conservadores y a los economistas convencionales, es que Marx era un científico pésimo. Esto es una de las muchas cosas que dicen de Marx. Pero tenía una intuición histórica genial. En esta línea se mueve, por ejemplo, Leontiev, que tiene gran respeto a la obra de Marx. Leontiev dijo que Marx fue capaz de descubrir, de profetizar cosas realmente impresionantes para su época. Por ejemplo, las tendencias de lo que iba a ser toda la revolución tecnoindustrial; la creciente concentración del capital, los procesos que llamamos de monopolización y olipolización; el proceso de internacionalización del capital; la creciente polarización social entre capital y asalariamiento de la población, etcétera. Entonces Leontiev, realmente impresionado, dice que es impresionante la intuición que tiene Marx para prever el desarrollo del futuro del capitalismo. De tal manera, que ningún científico social de su época, economista social, fue capaz de llegar tan lejos en sus previsiones.
Muy por el contrario, generalmente, las previsiones de los economistas de la época tenían poco que ver con lo que ha sido luego el desarrollo del capital, Y aquí hay un malentendido, pues Marx no es ningún profeta, ni hace intuición. Todas esas tendencias de lo que ha sido, que han sido verificadas históricamente por el desarrollo del capitalismo, Marx las entiende de una manera lógicamente rigurosa, de la previa comprensión de cómo está estructurado el capitalismo y de las leyes que de esa estructura se derivan. Esto debería entenderse con claridad.
Incluso luego podemos hablar de las profecías incumplidas. Por ejemplo, eso del agotamiento del capitalismo, de los límites del capitalismo. Ahí Marx creo que pecó de optimista, desde su punto de vista, y desde los que compartimos con él el ideario de una nueva sociedad. Pero incluso el problema ahí habría que ver de si es un problema de que no se ha cumplido, eso que algunos llamarían la profecía, o que los tiempos que necesita la realización, el desarrollo de esas tendencias lógicas, son insuficientes. Y hay que verlos en plazos mayores de los que el propio Marx previno.
¿Cuál es esa estructura básica de la que Marx habla? También aquí quiero señalar otra cuestión, antes de entrar a reseñar muy escuetamente esa estructura, lo que Marx acota, delimita, como estructura lógica del capitalismo. En la época de Marx era muy frecuente decir que ese era un texto muy abstracto. Los populistas rusos, por ejemplo, le hacían la crítica de que eso se refería a Inglaterra, ya sabemos, ese país con una cultura masificada y que le da por hacer fábricas y producir industrialmente. Los rusos que tenemos una tradición cultural, es otro pueblo, tenemos otra idiosincrasia. Eso no va con nosotros. Pero dentro de Inglaterra había quien le criticaba a Marx de que él estaba hablando de una sociedad que no era la de la época tampoco. Porque Marx hace un modelo de capitalismo, donde se refleja eso que él entiende por la estructura del capitalismo, que tiene poco que ver en su forma más abstracta con lo que era la sociedad inglesa de la época, que era la sociedad, por cierto, puntera, el laboratorio con el que Marx investigaba y contrastaba su obra. Era la punta de lanza del desarrollo del capitalismo en aquella época.
Esa crítica en aquel momento se decía que «El Capital» de Marx era una obra que se refería al futuro, porque hablaba de unas ideas que todavía no se habían alcanzado ni en Inglaterra tan siquiera, que era una sociedad para el futuro. Entonces, que sería válido para cuando llegase esa sociedad.
La crítica que se ha escuchado después, desde finales del siglo XIX, es que era una obra antigua. «El Capital» de Marx, ya se sabe, fue escrito a mediados del siglo XIX, es una obra antigua. Entonces resulta que «El Capital» de Marx en su momento se considera una obra vanguardista, que hablaba de la sociedad del futuro. Y, luego, pocas décadas más tarde, se la ha considerado una obra del pasado, ya sabemos lo que se nos dice, de que era muy válida para entender la sociedad y poder analizar cambio la sociedad del siglo XIX, y menos de la sociedad de los robots y la informática, etcétera. Vamos a ver que, efectivamente, aclarada esta paradoja, vamos a ver qué es lo que entiende Marx por capitalismo, y si tiene algo que ver con esto que llaman el 2000. Lo que Marx abstrae, porque hace dejación de toda una serie de aspectos, de elementos y de referencias, y lo que a través del método de abstracción, lo que él trata a través de un proceso laborioso, riguroso, muy problemático -de seguir me refiero-, él abstrae toda una serie de elementos que considera que son los centrales, que definen la centralidad estructural de lo que es el capitalismo. Al final se queda con muy pocas cosas, que luego de nuevo, cuando empieza a articularlas más y más, se van complicando. Pero las que se quedan son las siguientes: en primer lugar, Marx entiende que en la sociedad capitalista, hablar de capitalismo significa hablar de divorcio entre medios de producción y productores. Es decir, la diferencia de otros modos de producción anteriores, donde los productores eran, en algunos casos, objetos mismos, eran medios de producción como los esclavos, que eran comprados y vendidos como lo podía ser una máquina o un animal. O, en el caso de los siervos, que estaban vinculados, tenían una vinculación a la tierra, etcétera. Pero el siervo al mismo tiempo gestiona y detenta el modo de producción básico, que era la tierra. Pues en el capitalismo se produce un divorcio, aparece un fenómeno nuevo, en esta relación entre productores y medios de producción, se produce un divorcio entre éstos.
texto de José A. Moral Santín
publicado en 1991 en nº 5 de la “Colección Debate”, colección del Centro de Estudios del PCE
en el Foro se publica en dos mensajes
---mensaje nº 1---
Voy a referirme a un tema que resulta un tanto problemático para enmarcarlo en un tiempo limitado. En realidad, esta temática sería por sí misma, como seguramente todas las demás, de un curso de varias sesiones. Yo voy a tratar, por tanto, de hacer una exposición lo más condensada y selectiva, en el sentido de tocar aquellos aspectos más significativos y relevantes en lo que es «El Capital» como obra científica, para que posteriormente, en el curso del debate, podamos profundizar aquellos aspectos que se consideren de mayor interés.
«El Capital» es una de las obras más conocidas en la historia del pensamiento moderno, y yo diría que además es una de las menos leídas. Es una de las obras sobre las que casi todo el mundo habla y de las que casi nadie ha leído. Si tuviésemos que hacer un porcentaje de la gente que ha leído «El Capital», entre los economistas, los tratadistas y los propios intelectuales marxistas -obviamente sería imposible-, pero yo creo que no llegaríamos al 1 por 100.
Sin duda, esto refleja ya bien lo que ha sido la obra de Marx. Una obra que ha ejercido una influencia enorme, por efecto de divulgación, por haber encarnado y haberse materializado en lo que ha sido toda la tradición del movimiento obrero y de los movimientos políticos de nuestra época, entendida ésta en un sentido amplio. Pero que, sin embargo, como obra científica, ha sido poco trabajada, poco estudiada y, generalmente, mal difundida y utilizada. Entre la propia tradición de los economistas, ya no sólo de los marxistas en general, entre los propios economistas marxistas podríamos hacer una relación histórica, y observaríamos que una buena parte de ellos, habrían cogido aspectos particulares de la obra de Marx. De lo que es el análisis y el cuerpo analítico de «El Capital», internándola luego y haciendo una listura con otros componentes: keynesianos, ricardianos, etcétera. Pero que, en general, ha habido un insuficiente y débil desarrollo y utilización científica, de lo que es el aparato analítico marxiano.
Esto tiene varias explicaciones. En primer lugar, tiene que ver con el propio proceso histórico en el que se produce esta obra. Como es conocido, sólo una parle de «El Capital» se publica mientras vive Marx, el primer tomo, supervisado por él, y, por tanto, con una garantía de que respondía genuinamente a su pensamiento. Otra parte importante, la mayor parte de lo que ha sido la obra, tanto previa de los «Manuscritos» y los borradores, como lo que estaba previsto que fuera aún para acabar, se publicó después de haberse muerto Marx, fue poco rigurosa, que incluso introdujo elementos de confusión importantes en la comprensión del cuerpo analítico marxiano.
Después -y esto es una precisión muy personal-, «El Capital» es una obra bastante más extensa de lo que debería de ser. Lo que es la exposición sistemática y articulada de «El Capital» podría hacerse, no me refiero a la parte de investigación, los «Manuscritos», que seguramente tenían que requerir ese espacio y mucho más, porque es un proceso distinto al de la exposición. Pero la exposición seguramente podía condensarse y sistematizarse de una manera mucho más limitada de lo que Marx lo hizo. Yo no sé si eso tiene que ver por aquello que él contaba, de que como le pagaban por hojas y de algo tenía que comer, pues procuraba hacer lo más extenso posible las exposiciones.
Por otro lado, «El Capital» es una obra intelectualmente difícil. Combina diversos niveles de abstracción, tiene el análisis y que, por ejemplo, comparándolo con lo que es el análisis neoclásico, el análisis económico convencional, o el keynesiano, o el propio ricardiano, pues es realmente compleja y difícil, El análisis neoclásico, que aparenta ser difícil, sobre todo porque está formulado en términos muy formalizados y matematizados, se mueve con unos supuestos muy elementales, muy de lógica formal, y que serían desprovistos de todo ese lenguaje hermético, etcétera, asequibles y expuestos en un curso muy breve, sin mayores dificultades.
«El Capital», de Marx, es una obra bastante más compleja, más ambiciosa y, sobre todo, que parte de una comprensión de la realidad más compleja. Marx entiende la realidad en términos más complejos que los que suelen expresar los modelos formales de la economía convencional al uso. Aclarado esto, se desprende que «El Capital» es necesario volver a leerlo, no solamente para sacar conclusiones políticas, sino para entender la realidad. Desde una óptica científica, sería bueno que «El Capital» volviese a ocupar el lugar que nunca tuvo, es decir, un lugar central en la formación intelectual de nuestra época.
Curiosamente, «El Capital», a pesar de haber sido poco leído, ha tenido una influencia enorme, y esa influencia ha impregnado el pensamiento económico en general. Hoy ya podríamos decir que muchas de las aportaciones y de los puntos de vista que Marx desarrolla en «El Capital», no son específicos del marxismo, de los marxianos, sino que han dado lugar a toda una serie de líneas de readmisión que muy frecuentemente han llevado a conclusiones distintas de las del propio Marx, pero que ha jugado un papel de revulsivo intelectual muy importante. Incluso yo diría que no sería posible entender la obra de Keynes, sin tener presente los retos que plantea intelectualmente «El Capital».
Muchos de los debates, de las reflexiones y análisis que la propia economía neoclásica convencional ha desarrollado, tienen muy frecuentemente, sin mencionarlo, a veces mencionándolo, como telón de fondo a Marx y «El Capital». Incluso diría que el diálogo de M. Weber es un diálogo permanente con «El Capital», es un diálogo discrepante, pero inspirado y que parte de polemizar con «El Capital». Por tanto, «El Capital» es una obra importante, pero podría serlo aún más.
Para situar cuál es el estatus -este primer punto que señalo en el guión-, «El Capital» en el marco de la obra intelectual de Marx, forma parte de un proceso histórico, también el pensamiento de Marx es un proceso histórico. Un proceso histórico que por exponerlo de una manera esquemática, que requeriría más matices, pero a modo de introducción podría servir, «El Capital» viene a ser la culminación de un proceso de maduración intelectual, que parte de la investigación y, sobre todo, de la conciencia de la filosofía, que son las primeras cuestiones que a Marx le preocupan. Que luego evoluciona en ese proceso que estoy definiendo un poco esquemáticamente, a reflexionar e investigar sobre los problemas del Estado, de la organización institucional de la sociedad, que posteriormente, y un tercer paso y último, Marx llega a la conclusión de que esos anteriores niveles, la formación de la conciencia de la sociedad, en la que por ejemplo la izquierda hegeliana con la que Marx en algún momento tuvo cierta simpatía, no exentas de controversias. Consideraba que desempeñaba una función central en la propia organización de la sociedad en su desenvolvimiento. Es decir, que las ideas eran, de alguna manera, el motor de la sociedad. Y que la propia organización social dependía de la forma en que los hombres pensaban el mundo. Marx llega luego a la conclusión de que eso no es así. Hay otro orden de carnación, de que la conciencia, la forma de pensar el mundo, está determinada por otro tipo de relaciones, que en un momento determinado las enfatiza bastante en torno a la organización político-institucional, al Estado. Y en este tercer momento, a lo que él llama las relaciones sociales de producción. Es decir, el sistema de relaciones sociales de producción, que serían el soporte, el fundamento último sobre el que se articularía la sociedad como un todo. Se formaría la propia conciencia, la propia forma de pensar el mundo de los hombres, y la propia forma de organizarse las instituciones y las relaciones de poder, las relaciones políticas.
En este proceso, «El Capital» se sitúa en este último momento de la evolución histórica e intelectual de Marx. En segundo lugar -aclarando en orden sucesivo los problemas que aquí nos planteamos, Marx cuando llega a esta convicción, de manera temprana -señalando que la aportación de Engels es muy importante, al parecer, según los biógrafos intelectuales de esta pareja, el que llega con anterioridad de una manera más precisa, porque Marx empieza a ser materialista antes, pero el que llega a formular esto del sistema de relaciones de producción, como determinante en la estructuración social, es Engels- una vez que Marx llega a esta conclusión, se interesa vivamente y vuelca toda su energía intelectual y su esfuerzo investigador hacia el campo de la economía política. Para ello entra -de la mano de Engels también- en contacto intelectual con lo que era la mejor tradición de la ciencia económica. Era una ciencia joven, una ciencia históricamente recién formada, que encontraba en determinados círculos de economistas franceses, algunos alemanes, pero fundamentalmente lo que se ha venido denominando la escuela clásica de economía inglesa, el punto más maduro y dentro de ésta fundamentalmente a Ricardo.
Marx estudia de una manera amplia y exhaustiva todo lo que era la producción en las aportaciones de la economía de la época y se centra, a partir de un momento determinado, de una manera fundamental en Ricardo. Porque considera que Ricardo es el eslabón superior de lo que ha sido la formación de la ciencia económica. Sobre esto vamos a ver en Marx una curiosa relación con Ricardo. Marx, de alguna manera, es un continuador de la obra de Ricardo y, por otra parte, esa continuidad la hace desde la ruptura con toda una serie de supuestos con la obra de Ricardo.
Hay que tener presente que en las primeras décadas del siglo XIX, los años 20-30, se produce esto que los historiadores del pensamiento económico llaman la crisis de la escuela ricardiana, o de la escuela clásica. Un fenómeno curioso en el que, en un corto espacio de tiempo, la obra de Ricardo, que había alcanzado enorme prestigio y reconocimiento en los círculos académicos, intelectuales, de la época, es repudiada casi de una manera radical a partir de un momento dato. Es repudiada, entre otras cosas, porque en la obra de Ricardo estaba el germen de lo que iba a ser la teoría económica marxiana. Y porque la propia izquierda ricardiana, sin llegar a los límites ni a los niveles de Marx, tirando del hilo y del ovillo de la obra de Ricardo, va a llegar a posiciones tremendamente críticas, con relación a la viabilidad del capitalismo, a su naturaleza y a cuestionar toda una serie de supuestos que otra serie de economistas clásicos habían producido de una manera un tanto gratuita. Cosas como que el desarrollo tendía a ser crecientemente igualitario, equitativo, que las relaciones capital-trabajo eran unas relaciones de equidad, en las que salían mutuamente favorecidos los trabajadores y los capitalistas, que el capital tendía a desenvolverse de manera autoequilibrada, sin crisis y sin desequilibrios. En fin, toda esa serie de supuestos que dibujaban un escenario un tanto idílico del capitalismo, Aunque Ricardo en gran medida compartía esa serie de criterios, en Ricardo también estaban los gérmenes para poner en cuestión ese tipo de visión. Por tanto, aprovechando determinadas debilidades reales de su pensamiento, va a ser radicalmente cuestionado. Nos vamos a encontrar con la paradoja de que el gran economista de la economía burguesa ascendente, de la formación de la ciencia económica, Ricardo, va a ser repudiado por parte de la propia academia convencional y por parte de los intelectuales y pensadores convencionales y ortodoxos en relación con el sistema. En cambio, el gran continuador -insisto, rompiendo con una serie de supuestos importantes de la obra de Ricardo-, va a ser Marx. En este sentido, Marx es un discípulo, un continuador y al mismo tiempo un crítico radical de Ricardo.
La obra de Marx aparece en un momento en el que se produce una bifurcación, entre el proceso de la ciencia y los intereses de la burguesía ascendente. Ahí está la clave del repudio de Ricardo y de la economía clásica.
Es decir, la burguesía, como clase social, no solamente reivindica, sino que utiliza y potencia el desarrollo de la ciencia. Tanto de las ciencias físicas y naturales, que pone al servicio de la producción, del comercio, etcétera, y que, por tanto, no hay en esa etapa contradicción entre ciencia e intereses productivos y comerciales de la burguesía. Ni tampoco las ciencias sociales. Es decir, desde un primer momento, la burguesía necesita componer una nueva concepción del mundo, explicarse qué es este nuevo mundo que ha surgido de la revolución industrial y de las revoluciones burguesas en general. Configurar una visión laica y lo más objetiva del mundo, a efectos de conocerlo y de minarlo. El capital necesita dominar no solamente a la naturaleza, sino dominar a la sociedad, como fórmula para alcanzar su hegemonía y su pleno desarrollo.
En ese momento, las ciencias en general, las ciencias naturales y las ciencias sociales, coinciden básicamente con estos grandes intereses y con este proyecto progresista de transformación del mundo, que entraña el ascenso de la burguesía. Sin embargo, a partir justamente de estas primeras décadas del siglo XIX comienzan a cubrir esta sinfonía. Determinados aspectos de la producción científica empiezan a entrar en colisión con los intereses, con el orden social capitalista, con el orden social burgués.
Esto no se produce de una manera total. Las ciencias físicas y naturales, en general, siguen siendo favorecidas por la burguesía. Donde se produce la colisión fundamentalmente es en las ciencias sociales. Si las ciencias naturales en el pasado habían hecho colisión con la teología y con la concepción del mundo, del antiguo régimen, etcétera, ahora lo que entran en colisión con el orden burgués van a ser justamente las ciencias sociales, en su formación primera, en su formación original. Porque luego se continuaba promoviéndose ciencia social, pero ya como un objeto de investigación muy diferente de este primero.
Yo ahí no quisiera ser tan radical como lo ha sido Lukács. En el sentido en que el divorcio entre la ciencia y el orden burgués capitalista, a partir de un momento dado, es definitivo. Ni tan siquiera yo diría que con los fascismos, en los años 20-30. Hoy vemos cómo todavía, en gran medida, la burguesía no solamente sigue desarrollando potentemente las ciencias naturales, quizá no en el modelo de racionalidad alternativo que podía hacerse mucho más potente, pero que sigue desarrollando e impulsando el desarrollo de la ciencia. Sobre todo la ciencia aplicada y de la tecnología, incluso impulsando unas determinadas líneas de reflexión social, todo lo cuestionables que se quieran, pero no dejan de tener interés muchas veces, para los propios criterios del sistema, y para aquellos que luchan por su transformación.
Por tanto, esta aseveración tajante de Lukács acerca del divorcio radical entre ciencia y burguesía, yo la limitaría un tanto. Pero lo cierto es que, efectivamente, el divorcio se produce algo así como aquello que se decía de la transición astillada. Yo no diría que es un divorcio radical, sino que sería una pareja mal avenida. Y ahí surge Marx, justamente en medio de esa situación, heredando la mejor tradición de la ciencia social, de la ciencia económica burguesa, de la ciencia económica ricardiana, apoyándose en ella para darle continuidad.
Ahí aparece también otra línea, que va a ser la escuela neoclásica, que es una línea ya de pensamiento económico y de análisis económico sumamente conservador, apologético, acrítico, que ha llegado hasta nuestros días.
Cuál es la aportación fundamental de Marx con relación a Ricardo, una vez que hemos establecido que Ricardo constituye un pilar básico en la formación del pensamiento y del análisis económico marxiano. ¿Que hay de diferente en Marx con relación a Ricardo? Luego veremos lo que hereda y lo que desarrolla, pero también vamos a ver ahora en qué sentido nuevo lo hace, con qué parámetros nuevos hace ese desarrollo. En primer lugar, para Marx, la economía política, la ciencia económica -para utilizar un término más convencional- no puede entenderse como una ciencia válida para todo tiempo y lugar, una ciencia que tenga como objeto de investigación un supuesto orden natural social -esto es de nuevo un debate muy actual-, sino que para Marx la diferencia de Ricardo, que entendía, esto que llamamos hoy capitalismo, algunos con orgullo redoblado en estos últimos tiempos, para Ricardo esencialmente era el orden natural, en general, para todos los economistas clásicos y para toda la tradición liberal de la época, que llega hasta nuestros días. Lo primero que hace Mm es romper con esta idea de orden natural y con esa idea de entender la historia, o bien como proceso de perfeccionamiento del orden natural, o bien como un desarrollo puramente cuantitativo de ese orden natural. Para Marx la historia es un proceso evolutivo, en el que se combinan etapas de cambio puramente cuantitativo, y momentos de rupturas, radicales y cualitativas. Esas rupturas radicales dan lugar a nuevas formas de organizar la sociedad, a lo que Marx llama modos de producción. De tal manera que en ese proceso evolutivo, ascendente, con una variable independiente, que sería el desarrollo de las fuerzas productivas, nos encontramos con distintos estadios, con distintos modos de organizar la sociedad. El eje, el fundamento articulador de esos distintos modos de producción, de esos distintos sistemas económicos sociales, la clave sería en cómo se organizan las relaciones de producción. Es decir, cómo está articulado el sistema de relaciones sociales de producción.
El capitalismo sería un modo de producción más en el proceso histórico, el modo de producción más elevado que se corresponde con un estadio también superior, con relación a los demás, en el desarrollo de las fuerzas productivas. De tal manera que el modo de producción capitalista, el sistema capitalista, no sería una realidad naturalista, sino que sería una realidad histórica, social e institucional. Esto es lo primero que Marx establece.
Una vez que esto queda claro, Marx señala que la economía política, en todo caso, deberá ser una ciencia de los modos de producción y que a cada modo de producción le corresponderá un sistema teórico y analítico, económico, propio y diferenciado. De tal manera que, para Marx, a diferencia de lo que sucede con Ricardo, pues lo que Ricardo pretendía determinar como leyes generales era el análisis general del orden natural, para Marx es sencillamente el análisis de un sistema concreto, que es el capitalismo. Que tiene sus leyes propias, sus modos de organización y de funcionamiento y de articulación propia. Y que, por tanto, lo que se trata es de estudiar lo específico. Luego hay una serie de rasgos generales en la lógica de los modos de producción, que en todo caso estudia el materialismo histórico. Esto interesa tenerlo claro, porque el resto de las economías, el keynesianismo al igual que la escuela clásica, la economía neoclásica, la economía liberal, en sus distintas variantes neoliberales, el neoricardianismo, etcétera, todos ellos pretenden hacer, poner sobre el tapete, y revelar las leyes generales del funcionamiento económico de la sociedad humana en abstracto. Ya sabéis que el modelo neoclásico es lo que se llama el modelo robinsoniano, es decir, Robinson Crusoe en la isla, administrando recursos escasos, como tiempo limitado, cuando el sol se pone, y unos recursos que tiene que ver cómo organiza de la manera racional más efectiva y productiva. Por tanto, en la ciencia económica se ha entendido esa definición de que la economía es la ciencia que trata la utilización de cómo administrar recursos para obtener las máximas utilidades. Eso valdría para el hombre de las cavernas, para un pirata del siglo XVII, y también para una señora que entra a rezar en una iglesia, y que tiene en cinco minutos, porque luego tiene que ir a hacer la compra, que rezar a varios santos que tiene allí, y ver cómo administra el tiempo. No solamente ver cómo administra el tiempo, ver cuáles son las herramientas más efectivas para alcanzar el objetivo que persigue, con tiempo escaso y recursos escasos.
Eso sería economía también. De tal manera que al final la economía sirve para todo. Lo que suele suceder en las ciencias es que aquello que sirve para todo, no sirve para nada. Por tanto, para Marx la ciencia económica tiene que ser una ciencia de lo específico de los modos de producción. Lo que él pretende hacer en «El Capital» es una ciencia del modo de producción capitalista. No pretende sentar principios generales, ni teorías, ni supuestos analíticos, válidos para otras sociedades. Aunque hay algunas cuestiones que podrían ser trasladables. En principio lo que él pretende es hacer una teoría, un análisis del modo de producción capitalista. Siendo más preciso, lo que él pretende, ya que para él el modo de producción capitalista es un concepto histórico, que aparece en un momento determinado, se desarrolla y tiende, como todo el resto de los modos de producción, a tener un fin histórico, por tanto, el objeto de «El Capital» es estudiar cómo está estructurado el capitalismo, cómo surge, cuál es su dinámica, las leyes de su dinámica y funcionamiento, y sus límites lógicos, sus límites internos. Es decir, aquellos aspectos inherentes a su propia naturaleza, que hacen que el capitalismo, en el curso de su desarrollo, tienda a su vez a alcanzar su culminación histórica y, por tanto, a entrar en un momento determinado en una fase de superación histórica.
Por tanto, el objeto de investigación es un objeto histórico, es un objeto concreto, es un objeto específico, y es un objeto que no tiene nada de naturalista, como sucedía con los clásicos. En segundo lugar, Marx va a diferenciar dos cuestiones en el análisis de «El Capital». Esto forma parte de la metodología científica de Marx, para cualquier otro medio de producción también sería trasladable. Es decir, lo que es la lógica de «El Capital» y lo que es la historia de «El Capital». No viéndolos de manera divorciada, sino combinada, pero tratándolos con autonomía. De lo que se trata es de ver cuál es la estructura de eso que llamamos capitalismo. Si hablamos del capitalismo, ¿qué es el capitalismo?, ¿una fábrica?, ¿un trabajador? Productores ha habido siempre, unidades de producción también. De lo que se trata, por tanto, es hablar con propiedad y utilizar el concepto de capitalismo, y hablar de modo de producción capitalista, tenemos que ver que es, dentro del cambio -porque Marx partía de que la historia es dinámica permanentemente, que las sociedades están en continuo cambio y transformación- por tanto, el capitalismo de igual manera y con mucha más razón. Para Marx el capitalismo era un modo de producción especialmente dinámico por razones que ahora veremos. Que es, por debajo de lo que es el cambio continuo de la sociedad, de la cultura, de la fenomenología, de la sociedad capitalista, ¿qué es lo que hay de común denominador, de permanente en ese cambio, que nos permita hablar de capitalismo? Eso es la lógica del capital, la estructura lógica. Ahora veremos, de una manera muy concisa, como acota lo que es específico, como estructural, del capitalismo. Luego está la historia, lo que cambia.
Entonces, de lo que se trata es de combinar la relación, la articulación que hay entre la estructura permanente de eso que llamamos capitalismo, con el cambio, con la dinámica continua de la sociedad y del sistema capitalista. Se trata de explicar el cambio, a partir de la estructura, de la articulación lógica. Es decir, de entender el sentido, la tendencia de los cambios, a partir de la comprensión previa de lo que es la estructura lógica del capitalismo.
En realidad, este no es un método que se distancie mucho del que utilizan otras ciencias, incluso ciencias físicas en su sentido más avanzado. Si hacemos una comparación, esto tiene mucho que ver, entre esta metodología y, por ejemplo, la teoría de la relatividad de Einstein, de hecho hay ya estudios comparativos significativos en este sentido, hay un paralelismo metodológico en la forma de enfocar este problema.
Lo que esencialmente nos dice Marx es lo siguiente: si queréis entender el movimiento del capital, si queréis entender sus tendencias, a dónde va, cómo va a evolucionar históricamente y cuáles son los límites de su propio desarrollo, estudiad, aislad primero lo que es estructural en el capitalismo, analizarlo, comprendedlo, porque ahí tenéis las claves para entender la dinámica del capital.
En este sentido, cuando se habla de Marx profeta, efectivamente una de las cosas que frecuentemente le oímos decir a los economistas conservadores y a los economistas convencionales, es que Marx era un científico pésimo. Esto es una de las muchas cosas que dicen de Marx. Pero tenía una intuición histórica genial. En esta línea se mueve, por ejemplo, Leontiev, que tiene gran respeto a la obra de Marx. Leontiev dijo que Marx fue capaz de descubrir, de profetizar cosas realmente impresionantes para su época. Por ejemplo, las tendencias de lo que iba a ser toda la revolución tecnoindustrial; la creciente concentración del capital, los procesos que llamamos de monopolización y olipolización; el proceso de internacionalización del capital; la creciente polarización social entre capital y asalariamiento de la población, etcétera. Entonces Leontiev, realmente impresionado, dice que es impresionante la intuición que tiene Marx para prever el desarrollo del futuro del capitalismo. De tal manera, que ningún científico social de su época, economista social, fue capaz de llegar tan lejos en sus previsiones.
Muy por el contrario, generalmente, las previsiones de los economistas de la época tenían poco que ver con lo que ha sido luego el desarrollo del capital, Y aquí hay un malentendido, pues Marx no es ningún profeta, ni hace intuición. Todas esas tendencias de lo que ha sido, que han sido verificadas históricamente por el desarrollo del capitalismo, Marx las entiende de una manera lógicamente rigurosa, de la previa comprensión de cómo está estructurado el capitalismo y de las leyes que de esa estructura se derivan. Esto debería entenderse con claridad.
Incluso luego podemos hablar de las profecías incumplidas. Por ejemplo, eso del agotamiento del capitalismo, de los límites del capitalismo. Ahí Marx creo que pecó de optimista, desde su punto de vista, y desde los que compartimos con él el ideario de una nueva sociedad. Pero incluso el problema ahí habría que ver de si es un problema de que no se ha cumplido, eso que algunos llamarían la profecía, o que los tiempos que necesita la realización, el desarrollo de esas tendencias lógicas, son insuficientes. Y hay que verlos en plazos mayores de los que el propio Marx previno.
¿Cuál es esa estructura básica de la que Marx habla? También aquí quiero señalar otra cuestión, antes de entrar a reseñar muy escuetamente esa estructura, lo que Marx acota, delimita, como estructura lógica del capitalismo. En la época de Marx era muy frecuente decir que ese era un texto muy abstracto. Los populistas rusos, por ejemplo, le hacían la crítica de que eso se refería a Inglaterra, ya sabemos, ese país con una cultura masificada y que le da por hacer fábricas y producir industrialmente. Los rusos que tenemos una tradición cultural, es otro pueblo, tenemos otra idiosincrasia. Eso no va con nosotros. Pero dentro de Inglaterra había quien le criticaba a Marx de que él estaba hablando de una sociedad que no era la de la época tampoco. Porque Marx hace un modelo de capitalismo, donde se refleja eso que él entiende por la estructura del capitalismo, que tiene poco que ver en su forma más abstracta con lo que era la sociedad inglesa de la época, que era la sociedad, por cierto, puntera, el laboratorio con el que Marx investigaba y contrastaba su obra. Era la punta de lanza del desarrollo del capitalismo en aquella época.
Esa crítica en aquel momento se decía que «El Capital» de Marx era una obra que se refería al futuro, porque hablaba de unas ideas que todavía no se habían alcanzado ni en Inglaterra tan siquiera, que era una sociedad para el futuro. Entonces, que sería válido para cuando llegase esa sociedad.
La crítica que se ha escuchado después, desde finales del siglo XIX, es que era una obra antigua. «El Capital» de Marx, ya se sabe, fue escrito a mediados del siglo XIX, es una obra antigua. Entonces resulta que «El Capital» de Marx en su momento se considera una obra vanguardista, que hablaba de la sociedad del futuro. Y, luego, pocas décadas más tarde, se la ha considerado una obra del pasado, ya sabemos lo que se nos dice, de que era muy válida para entender la sociedad y poder analizar cambio la sociedad del siglo XIX, y menos de la sociedad de los robots y la informática, etcétera. Vamos a ver que, efectivamente, aclarada esta paradoja, vamos a ver qué es lo que entiende Marx por capitalismo, y si tiene algo que ver con esto que llaman el 2000. Lo que Marx abstrae, porque hace dejación de toda una serie de aspectos, de elementos y de referencias, y lo que a través del método de abstracción, lo que él trata a través de un proceso laborioso, riguroso, muy problemático -de seguir me refiero-, él abstrae toda una serie de elementos que considera que son los centrales, que definen la centralidad estructural de lo que es el capitalismo. Al final se queda con muy pocas cosas, que luego de nuevo, cuando empieza a articularlas más y más, se van complicando. Pero las que se quedan son las siguientes: en primer lugar, Marx entiende que en la sociedad capitalista, hablar de capitalismo significa hablar de divorcio entre medios de producción y productores. Es decir, la diferencia de otros modos de producción anteriores, donde los productores eran, en algunos casos, objetos mismos, eran medios de producción como los esclavos, que eran comprados y vendidos como lo podía ser una máquina o un animal. O, en el caso de los siervos, que estaban vinculados, tenían una vinculación a la tierra, etcétera. Pero el siervo al mismo tiempo gestiona y detenta el modo de producción básico, que era la tierra. Pues en el capitalismo se produce un divorcio, aparece un fenómeno nuevo, en esta relación entre productores y medios de producción, se produce un divorcio entre éstos.
---fin del mensaje nº 1---
Última edición por pedrocasca el Lun Oct 29, 2012 8:44 pm, editado 1 vez