Hasta hace poco desconocidas, las siglas CUP (Candidatura d'Unitat Popular) han emergido y se han abierto camino en los Ayuntamientos catalanes, especialmente en el de Girona, en el que el pasado 22-M obtuvo tres concejales, desplazando a Esquerra Republicana. "La CUP es un partido antipartido", según Xavier Casals, historiador y politólogo de la Universidad de Barcelona, que destaca "su frescura política, la flexibilidad, el no tener líderes y su democracia participativa". En las últimas elecciones consiguieron 101 concejales y multiplicaron por cinco sus anteriores resultados. En las cuatro circunscripciones lograron 62.103 votos. El 11 de junio -cuando se constituyan los Ayuntamientos- gobernarán por primera vez en una población con mayoría absoluta.
El éxito de este partido está siendo objeto de estudio. Gemma Ubasart, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid, explica que las claves se deben buscar tanto en el contenido como en la forma. "La gente busca soluciones de izquierdas a la crisis, pero también se piden formas de participación ciudadana y transparencia, que la política esté al servicio de la ciudadanía, no que sea un trabajo", apunta.
La CUP defiende una ideología de izquierdas, independentista y ecologista, cosa que la aproxima a grandes partidos de más calado como Esquerra Republicana o Iniciativa Verds (ICV). Eso le ha permitido captar electores de estas formaciones, que no están precisamente en su mejor momento.
Las primeras CUP empezaron a emerger con la democracia, aunque surgieron con otras siglas. Se trataba de experiencias atomizadas y minoritarias. No fue hasta las elecciones municipales de 2003 cuando la CUP consiguió los primeros concejales en Torà (Segarra), Vilafranca del Penedès y Valls (Alt Camp). En 2007, presentó 50 candidaturas y obtuvo 20 concejales bajo las siglas de CUP. La formación dio el despegue definitivo en las elecciones de mayo, presentando 90 listas y consiguiendo 101 concejales. La principal consecuencia derivada de este éxito es que la CUP gobernará por primera vez un Ayuntamiento, y lo hará con mayoría absoluta. Será en el municipio de Viladamat (Alt Empordà). Además, fue la formación más votada en Arenys de Munt (Maresme) y Alfés (Segrià) y está en negociaciones para poder gobernar en coalición en Navàs (Bages) y Celrà (Gironès). Pero, sin duda, donde la CUP dio la campanada fue en Girona, consiguiendo entrar con tres concejales y ocupando el lugar de ERC, que se quedó fuera del Consistorio.
Uno de los motivos del éxito de la CUP, coinciden los expertos, es el crecimiento de la desafección política. "Hay una falta de sintonía entre los políticos y los electores, además de un incumplimiento reiterado de los programas", apunta Arcadi Oliveres, activista y presidente de Justícia i Pau. Según Xavier Casals, existe una "creciente percepción de que los partidos tradicionales son entes que solo velan por sus intereses". Para Gemma Ubasart, la desafección existente es con la clase política, y no con la política, ya que "si la gente encuentra sus espacios y canales para participar y votar, lo hace. Y prueba de ello son las consultas soberanistas y las acampadas".
Precisamente, este carácter participativo y asambleario es el alma máter de la CUP, que no tiene un líder visible. Y sus miembros no son políticos profesionales, ni tampoco quieren serlo. Con ello quieren promover la renovación constante y el no apalancamiento en el cargo. Eso sí, sus candidatos son muy conocidos en los municipios donde se presentan, porque "son personas que forman parte de entidades y están implicadas en la vida social de la localidad", destaca Oliveres.
La CUP también ha sabido canalizar la simpatía creciente hacia el soberanismo de la sociedad y el descontento de la población por una crisis cuyo final no vislumbran. "La CUP ofrece ideas revolucionarias que tienen una acogida cada vez mejor", apunta Oliveres. Pero para Lluís Sales, miembro del Secretariado Nacional de la CUP, detrás de todo ello también hay un trabajo de base y de "hormiguita" localmente y que se ha ganado el reconocimiento público de dirigentes de CiU y de ERC. Con todo, el nicho de electores de la CUP no está solo en los votantes tránsfugas de ERC o ICV. También están captando abstencionistas, votos en blanco y de otros micropartidos como Escons en blanc.
La CUP agita sus resultados para demoler las críticas que recibe y que hacen referencia a la juventud de sus miembros o a la falta de programa. "Muchos rozamos ya los 40 años y allí donde hemos tenido un concejal hemos subido en votos, cosa que demuestra que hemos trabajado bien. Los resultados hablan por sí solos".
La CUP ha conseguido combinar el elemento protesta con propuestas arriesgadas. Ahora que empezarán a gobernar, tendrán el reto de no perder la credibilidad y la confianza que les han dado los votantes.
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