“Economía política del Sistema Euro”
texto de Michel Husson
publicado en Viento Sur n° 125, noviembre de 2012
Este artículo pretende mostrar cómo la actual crisis de la zona euro tiene que ver con los fallos originarios de concepción del “sistema euro” cuyas contradicciones, reveladas por la crisis financiera, tienen naturaleza estructural. Esta demostración se realiza utilizando una metodología estadística y analítica que da al estudio un carácter “técnico”. Pero es una etapa necesaria para llegar a un diagnóstico más sólido sobre las posibles salidas a la actual crisis, o más bien de su dimensión específicamente europea. Esta crisis tiene raíces más profundas que el síntoma en que se encarna, esto es, una crisis de las deudas soberanas. De ahí que sólo existan dos salidas que ofrezcan una respuesta adaptada a la naturaleza estructural de la crisis europea: o un estallido del sistema euro, o su refundación radical. Las demás se limitan a alargar las contradicciones en el tiempo, o a programar una regresión socialmente inaceptable.
El sistema euro designa aquí al conjunto constituido por la moneda única y las reglas que han acompañado a su implantación (que en su mayor parte afectan al conjunto de la Unión Europea), sobre todo el pacto presupuestario, las funciones encomendadas al Banco Central Europeo (BCE), la estrechez del presupuesto europeo y el rechazo de la armonización.
El análisis se apoya en once países, a saber: los países miembros de la zona euro desde su constitución en 1999, excepto Luxemburgo, y a los que se añade Grecia, que se integró en 20011. Se distinguen dos grandes grupos de países. El “Norte” agrupa a cinco países: Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia y Holanda. El “Sur” comprende a España, Grecia, Irlanda, Italia y Portugal. El undécimo país es Francia, puesto aparte en la medida en que ocupa por lo general una posición intermedia.
1. Una construcción incoherente
El paso al euro se combinó con dos reglas esenciales: la fijación de normas presupuestarias (3% del PIB para el déficit, 60% para la deuda en curso) y las modalidades de funcionamiento del BCE: independencia, un único objetivo (el control de la inflación) y prohibición de financiar los déficits públicos. En estas condiciones en que desaparecía el instrumento del tipo de cambio, el salario se convertía en la única variable de ajuste, por lo que hoy día se habla de “devaluación interna” para designar las políticas de austeridad salarial.
Esta construcción se basaba en una hipótesis subyacente, que algunos economistas recusaron entonces, y que muchos han descubierto más tarde. Esta hipótesis era que las disciplinas presupuestarias y salariales, combinadas con la liberalización de los movimientos de capitales, bastarían para asegurar la convergencia de las economías que formaban parte de la zona euro.
Las cosas no han ocurrido como se había previsto, y es objeto de este artículo comprender los encadenamientos que han conducido a la actual crisis que afecta a los mismos fundamentos del sistema euro. Partiremos de una aparente paradoja: los países del Sur han visto degradarse su competitividad precio, a la vez que ha retrocedido la participación salarial sobre la renta nacional en estos países. Esta constatación apunta un importante fenómeno que servirá de punto de partida: las tasas de inflación no han convergido, a pesar del descenso generalizado de la participación salarial sobre la renta nacional (Husson, 2010). Esta última tendencia implica que los salarios reales han progresado menos deprisa que la productividad del trabajo, o dicho de otra manera, que la competitividad medida por los costes laborales no presenta a priori motivo para degradarse por culpa de un descontrol de los salarios. La disciplina salarial ha operado, aunque no ha bastado para asegurar la convergencia de las tasas de inflación.
El texto completo se puede leer y descargar desde el enlace: (18 páginas de muy buen formato pdf)
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texto de Michel Husson
publicado en Viento Sur n° 125, noviembre de 2012
Este artículo pretende mostrar cómo la actual crisis de la zona euro tiene que ver con los fallos originarios de concepción del “sistema euro” cuyas contradicciones, reveladas por la crisis financiera, tienen naturaleza estructural. Esta demostración se realiza utilizando una metodología estadística y analítica que da al estudio un carácter “técnico”. Pero es una etapa necesaria para llegar a un diagnóstico más sólido sobre las posibles salidas a la actual crisis, o más bien de su dimensión específicamente europea. Esta crisis tiene raíces más profundas que el síntoma en que se encarna, esto es, una crisis de las deudas soberanas. De ahí que sólo existan dos salidas que ofrezcan una respuesta adaptada a la naturaleza estructural de la crisis europea: o un estallido del sistema euro, o su refundación radical. Las demás se limitan a alargar las contradicciones en el tiempo, o a programar una regresión socialmente inaceptable.
El sistema euro designa aquí al conjunto constituido por la moneda única y las reglas que han acompañado a su implantación (que en su mayor parte afectan al conjunto de la Unión Europea), sobre todo el pacto presupuestario, las funciones encomendadas al Banco Central Europeo (BCE), la estrechez del presupuesto europeo y el rechazo de la armonización.
El análisis se apoya en once países, a saber: los países miembros de la zona euro desde su constitución en 1999, excepto Luxemburgo, y a los que se añade Grecia, que se integró en 20011. Se distinguen dos grandes grupos de países. El “Norte” agrupa a cinco países: Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia y Holanda. El “Sur” comprende a España, Grecia, Irlanda, Italia y Portugal. El undécimo país es Francia, puesto aparte en la medida en que ocupa por lo general una posición intermedia.
1. Una construcción incoherente
El paso al euro se combinó con dos reglas esenciales: la fijación de normas presupuestarias (3% del PIB para el déficit, 60% para la deuda en curso) y las modalidades de funcionamiento del BCE: independencia, un único objetivo (el control de la inflación) y prohibición de financiar los déficits públicos. En estas condiciones en que desaparecía el instrumento del tipo de cambio, el salario se convertía en la única variable de ajuste, por lo que hoy día se habla de “devaluación interna” para designar las políticas de austeridad salarial.
Esta construcción se basaba en una hipótesis subyacente, que algunos economistas recusaron entonces, y que muchos han descubierto más tarde. Esta hipótesis era que las disciplinas presupuestarias y salariales, combinadas con la liberalización de los movimientos de capitales, bastarían para asegurar la convergencia de las economías que formaban parte de la zona euro.
Las cosas no han ocurrido como se había previsto, y es objeto de este artículo comprender los encadenamientos que han conducido a la actual crisis que afecta a los mismos fundamentos del sistema euro. Partiremos de una aparente paradoja: los países del Sur han visto degradarse su competitividad precio, a la vez que ha retrocedido la participación salarial sobre la renta nacional en estos países. Esta constatación apunta un importante fenómeno que servirá de punto de partida: las tasas de inflación no han convergido, a pesar del descenso generalizado de la participación salarial sobre la renta nacional (Husson, 2010). Esta última tendencia implica que los salarios reales han progresado menos deprisa que la productividad del trabajo, o dicho de otra manera, que la competitividad medida por los costes laborales no presenta a priori motivo para degradarse por culpa de un descontrol de los salarios. La disciplina salarial ha operado, aunque no ha bastado para asegurar la convergencia de las tasas de inflación.
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