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    "Nuevo biologismo, nuevo fascismo" - texto de Joan Senent Josa - publicado en 1976 en El Viejo Topo - Interesante

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    pedrocasca
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    Mensaje por pedrocasca Jue Ene 03, 2013 10:13 pm

    Nuevo biologismo, nuevo fascismo

    texto de Joan Senent Josa

    publicado en El Viejo Topo en octubre de 1976

    tomado en enero de 2013 de La web sense nom

    Dos cosas son inmutables: la inteligencia de los hombres bien nacidos y la estupidez de los plebeyos” - Confucio

    El hombre es la especie biológica cuyo programa genético es menos rígido, más “abierto”. Esta característica, adquirida en el curso de la evolución, le ha permitido a nuestra especie extraer de su medio informaciones cada vez más variadas, y acceder así a niveles de integración que le han conferido nuevas potencialidades, como por ejemplo la capacidad de adquirir el lenguaje y la de utilizar diferentes tipos de transmisión.

    Pero también sabemos que estas capacidades dependen del medio, de un medio en el cual el hombre esta situado de acuerdo con determinadas relaciones sociales. No es posible hablar del “hombre” en abstracto; el hombre es un producto histórico del trabajo y de condiciones sociales muy precisas. En la sociedad de clases, la naturaleza humana solo se da revestida de un carácter de clase y no hay naturaleza humana exterior a la división en clases.

    Distinguir en el hombre la parte que corresponde a los determinantes biológicos, a la herencia, de la que corresponde a los determinantes sociales, al medio, es extraordinariamente complicado, por no decir imposible, ya que ambos aspectos están integrados y ya que, incesantemente actúan uno sobre otro, en el curso del desarrollo infantil, primero, y después durante toda la vida del individuo. La genética moderna ha conseguido establecer una correspondencia entre fenotipo y genotipo para aquellos caracteres simples que dependen de cierto número de genes; pero cuando se trata de caracteres muy complejos, como por ejemplo la “agresividad” o lo que llamamos “inteligencia”, caracteres que actualmente despiertan un gran interés pero que están determinados por la interacción de numerosos genes, los genéticos se ven totalmente desbordados. Pero si bien es indudable que todos los individuos son genéticamente diferentes y que tanto las aptitudes intelectuales como las físicas tienen un componente genético, los actuales métodos de la genética no permiten distinguir la parte que corresponde a la herencia de la que corresponde al medio social.

    Es entonces cuando se recurre a los tests, dispositivos ideológicos que pretenden “resolver” las dificultades con que se encuentra la ciencia genética al tratar de dar respuesta al lugar que ocupan los determinantes biológicos en el comportamiento social del hombre. Desde Galton, con su “Genio hereditario”, hasta los trabajos de Burt, Eysenck, Jansen y otros muchos que han estudiado el carácter hereditario de la inteligencia basándose en el análisis de los QI de individuos de razas y clases sociales diferentes, los tests han sido el instrumento privilegiado que ha permitido elaborar un modelo biologista de la inteligencia, un modelo biologista de la teoría de la inadaptación y del fracaso escolar.

    Se ha discutido mucho sobre el valor y los límites de tales tests, sobre el valor de los datos empíricos en que se basan, sobre el problema de las condiciones en que se produce el examen psicológico, sobre los límites de una medida concebida para expresar diferencias genéticas interindividuales pero que a menudo ha sido utilizada para tratar de demostrar la existencia de deferencias genéticas inter-raciales o inter-clasistas; pero aunque estas críticas fuesen desestimadas, no sería posible extraer ninguna conclusión definitiva de los tests, pues nadie conoce su significación real. Las modernas técnicas estadísticas de análisis de datos biométricos y psicométricos (con una máquina que correlaciona los resultados de QI y los datos del medio social) no consigue lo mismo que la genética cuantitativa, determinar la proporción y el papel de los factores genéticos y de los factores sociales.

    Se puede afirmar que los elementos ideológicos de estas investigaciones coexisten, en la práctica real de la ciencia, con los componentes digamos “científicos” y no siempre es fácil trazar una “línea de demarcación”. De todos modos, podemos tratar de examinar, en primer lugar, las relaciones existentes entre estas investigaciones y la ideología dominante que siempre ha ejercido un papel considerable, una verdadera “explotación” ideológica de la Biología, y a continuación, podemos precisar, en el interior del biologismo moderno, el nuevo modelo biologista en la teoría de la inadaptación y del fracaso escolar.

    Desde el origen del proceso histórico de constitución de la Biología como ciencia, el analogismo biológico ha sido una de las construcciones más utilizadas por la ideología dominante. La aplicación de analogías orgánicas al Estado y los modelos bio-analógicos de las relaciones sociales han tratado siempre de legitimar, de normalizar, la estructura social, presentándola como un “estado natural” o como una estructura “orgánica” en “evolución gradual” en la que cualquier cambio cualitativo sería “contrario a las leyes de la naturaleza”.

    El analogismo biológico está ya presente en la sociedad esclavista de la antigua Roma y de la China, como ideología de la justificación del orden establecido. La división del trabajo entre los propietarios de esclavos y los esclavos se presentaba como si dependiese de “leyes naturales”. Confucio, para justificar la estructura socio-económica de su época y la existencia de esclavos, consideraba que estos últimos eran (por razones biológicas) intelectualmente inferiores a los propietarios de esclavos, quienes poseían un “genio innato”, por lo que, naturalmente, debían acceder al poder y dirigir los asuntos del Estado. Como veremos, se trata de un viejo debate que en la China de hoy y en su versión renovada, no ha perdido aún su interés.

    Esta philosophia perennis del pensamiento reaccionario se mantendrá durante toda la época del feudalismo para tomar más tarde un sólido y progresivo apoyo en la Biología, cuando esta se constituya como ciencia. Tomando como punto de apoyo esta ciencia, aparecerán (sobre todo en momentos de conflictos sociales agudos) diferentes teorías sobre la desigualdad biológica de las razas y de las clases sociales, y la clasificación de los individuos de razas y clases diferentes en función de sus capacidades intelectuales determinadas por la herencia.

    Ya a principios del siglo XVIII, el conde de Boulainvilliers trataba de demostrar que la nobleza francesa descendía de la antigua raza dominante de los francos, mientras que el resto de la población hallaría su origen entre los galos sometidos. Con el hundimiento de la nobleza durante la Gran Revolución, estas teorías biologistas racistas adoptarán nuevas formas de acuerdo con las nuevas formas de las luchas de clases que tendrán en la burguesía y el proletariado sus protagonistas esenciales.

    El celebre libro de Gobineau: “Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas” constituye la primera teoría racista moderna de gran influencia; se convierte en un arma ideológica en manos de la burguesía que en Francia lucha contra los progresos del proletariado (revolución de junio de l848) y será utilizada en USA contra la rebelión de los esclavos negros del Sur.

    La teoría de la evolución de Darwin, que abre el camino a los conceptos y a los métodos que permitirán a la Biología constituirse como ciencia, aparece en un momento histórico muy particular. Es el momento de la revolución industrial y de la constitución del capitalismo en Inglaterra, un momento durante el cual se agravan los conflictos sociales debido a la irrupción del proletariado. Es también el momento de la expansión colonial.

    Las clases dominantes encontraran en la teoría de la evolución, en los conceptos y leyes de la selección natural y de la lucha por la existencia, un sólido apoyo para sus concepciones biologistas de la historia. La ideología dominante recogerá estos conceptos de una Biología que accede a su constitución como ciencia para transferirlos al dominio de las relaciones sociales, al dominio de esta ciencia de la historia, inaugurada por Marx y que amenaza los intereses de las clases dominantes.

    El biologismo y el racismo científico hacen de este modo su aparición histórica.

    Podemos dar ya una primera respuesta (históricamente fechada) a una cuestión que nos interesa: ¿qué mecanismos presiden la elección de las prioridades y de las direcciones de numerosas investigaciones científicas en biología?.

    Con la aparición de la Biología, el antiguo “analogismo biológico” hallará por fin una base “científica” y la ideología dominante desempeñara un papel determinante en la orientación de las investigaciones en Biología encaminadas a demostrar la superioridad de una raza sobre otra, de una clase social sobre otra, por medio del estudio de las determinantes biológicas. El biologismo y el racismo científico concentrarán sus primeros esfuerzos en el plano de la inteligencia.

    Esta explotación de la Biología por la ideología dominante, que pretende legitimar las normas sociales impuestas por el capitalismo y por el colonialismo, tendrá múltiples efectos.

    En primer lugar, en el ámbito de las ciencias sociales, que por aquella época están en crisis, sobre todo a partir del momento en que se produce la disolución de la economía clásica en una economía vulgar o economismo. En esta coyuntura, la sociología se separa de la economía para constituirse en disciplina autónoma. La nueva sociología solo puede constituirse de la manera puesta en evidencia por Marx con respecto a Lange en relación a Darwin, es decir, transfiriendo brutalmente conceptos científicos de la Biología al dominio del materialismo histórico. Frente al marxismo, la sociología se apoya en el darwinismo, en busca de una cientificidad de la que carece. Curiosamente, este discurso sociológico también tendrá su variante “de izquierdas” con Kropotkin y el pensamiento anarquista, que utilizarán ciertas nociones de etología (la ayuda mutua, la sociabilidad de los animales) para atacar los logros científicos contenidos en la doctrina de Marx. Nos encontramos, pues, con la misma base teórica y política sobre la que se basa el darwinismo social; una representación bioanalógica de las relaciones sociales, basada en la ignorancia de la especifica complejidad de la realidad histórico-social y, al mismo tiempo, una reducción de esta complejidad a la elementalidad de un esquema biológico. En pocas palabras, los determinantes biológicos explicarían el comportamiento social del hombre.

    En el ámbito de la filosofía, la opción dominante es en este momento el positivismo, abanderado del progreso científico y técnico con el que la ciencia se convierte en la base y el motor de la historia en sustitución de la lucha de clases. A nivel filosófico, el biologismo constituye una variante de este posibilismo, empirismo o pragmatismo. Entre los científicos, este discurso biologista que a menudo acompaña sus investigaciones, está presente en su “filosofía espontánea”; de hecho, en estas filosofías de la ciencia no se encuentra más que una simple caricatura de las filosofías elaboradas por los filósofos profesionales.

    Estos múltiples efectos de la explotación de la Biología por la ideología dominante, de la que ciertos investigadores son instrumentos dóciles, desembocarán finalmente en las teorías del racismo y del nacionalismo, que buscarán un renovado apoyo en las nuevas aportaciones de la ciencia genética y que conducirán al fascismo.

    Chamberlain, que puede ser considerado como el fundador del racismo moderno, será la figura puente entre la antigua reacción y el fascismo posterior.

    En la actualidad, asistimos a una nueva ofensiva del biologismo, ofensiva ideológica por supuesto, pero que a menudo presenta todo un programa político y se basa en una tecnología adecuada.

    Ante todo, la nueva revolución de las ciencias biológicas que tiene lugar tras la segunda guerra mundial: la Biología viene a ocupar un lugar central o axial entre las ciencias. Ni una sola disciplina o ciencia biológica escapará a la explotación de la ideología dominante.

    En este nuevo biologismo se encuentran de nuevo todos los elementos del antiguo.

    Además de las manifestaciones del biologismo procedentes de las propias ciencias biológicas, en particular de la etología y la genética, hoy, lo mismo que ayer, en la época de la economía clásica y del nacimiento de una sociología basada en el darwinismo, ciertas disciplinas, por ejemplo la Psicología y la Lingüística, se apoyan en gran manera en la Biología, buscando una cientificidad de la que carecen. Demasiado a menudo ignoran la naturaleza histórico-social del hombre para basarse exclusivamente en sus determinantes biológicos. El biologismo se manifiesta también en otros terrenos, como en la economía; en ciertos discursos sociológicos las categorías económicas ya han sido sustituidas por conceptos biológicos.

    Finalmente, y al igual que antaño con el positivismo, en el dominio filosófico aparece hoy una nueva filosofía del progreso científico y técnico. Este neopositivismo, actualmente hegemónico, viene a ser, como toda filosofía de la ciencia, una filosofía de la historia. Una historia cuya base y motor son las ciencias (la “revolución científica y técnica”). Una historia que posee una ética (“la ética del conocimiento” de Monod, “el ideal de la ciencia” de Lorenz). Una historia que exige una política que busque soluciones “científicas” y “técnicas” a partir de la Biología para resolver los problemas planteados por la lucha de clases.

    Veamos el caso de la Genética, la ciencia que nos interesa particularmente ahora. En l953, Darlington escribía: “Los materiales de la herencia contenidos en los cromosomas son la sustancia viva que en última instancia determina el curso de la historia”, y también: “la estructura de una sociedad se basa en la sustancia de los cromosomas y en las modificaciones que sufre”.

    Las investigaciones de Shockley, Herrnstein, Jensen, Eysenck y muchos otros, partían del mismo apriorismo idealista de Darlington para tratar de demostrar que las diferencias de QI entre razas y clases sociales diferentes, dependían en un 80% de los determinantes genéticos y, en segundo lugar, que los resultados de los tests de QI demostraban la superioridad intelectual de los niños de los medios más favorecidos sobre los niños de familia proletaria.

    Evocaba, al principio de este texto, la imposibilidad de contestar a esta pregunta: ¿en qué proporción las diferencias de QI existentes entre grupos raciales y sociales pueden atribuirse a los determinantes biológicos o a los determinantes sociales?.

    Si todos los trabajos sobre el carácter hereditario de la inteligencia carecen de base empírica interpretable y si los presupuestos metodológicos de los mismos son falsos, podemos preguntarnos por que la comunidad científica continua planteándose con tanta persistencia una pregunta sin posible respuesta.

    ¿Qué mecanismos presiden la elección de las prioridades y de las direcciones de ciertas investigaciones en Genética? Parece evidente que la ideología dominante tiene en este punto un papel determinante. Mientras que antiguamente los resultados de estas investigaciones trataban de legitimar las normas sociales impuestas por el capitalismo y el colonialismo (en USA, la sujeción de los antiguos esclavos negros), en la actualidad el problema surge de nuevo, en los mismos EE.UU. y en otras partes, en estrecha relación con los conflictos raciales y sociales existentes. Es interesante constatar, por ejemplo, que existe un gran numero de trabajos consagrados al QI de la comunidad negra americana y muy pocos sobre el QI de los asiáticos inmigrados.

    En el interior de las propias universidades americanas hubo, no hace mucho tiempo, una fuerte reacción contra este tipo de investigaciones que desembocaban naturalmente en propuestas de tipo eugenésico. Se desplegó entonces un contraataque de unos 50 genéticos y psicólogos bastante conocidos (como Monod), que firmaron una “resolución para la libertad científica concerniente al comportamiento y a la herencia”. Uno no sabe de que asombrarse más; de que los científicos salgan en defensa de unas investigaciones que comportan graves errores conceptuales y metodológicos o que en la sociedad americana, en la que el 80 % de los presupuestos para investigación proviene de fuentes militares, todavía se crea en la existencia de una “libertad de investigación” sin condicionamientos económicos, políticos e ideológicos.

    El biologismo actual se explica, pues, por esta explotación a que esta sometida la Biología por la ideología dominante y sirve intereses muy precisos de las clases que están en el Poder; estos intereses exigen una política que trata de elaborar soluciones científicas basadas en la Biología para resolver los problemas planteados por los conflictos sociales. Las investigaciones biológicas se orientan hacia el descubrimiento de los mecanismos y de las exigencias orgánicas que explicarían el comportamiento de los individuos, y poco a poco van sustituyendo al análisis de los individuos desde el punto de vista histórico-social.

    Sin duda el cuerpo presenta las condiciones de funcionamiento propias de un organismo y es más fácil controlar esos ““cuerpos dóciles” (como diría Foucault) exclusivamente sometidos a los mecanismos biológicos, que controlar los mecanismos histórico-sociales a los que están sometidos estos cuerpos, estos individuos.

    Lo que pretende el Poder, finalmente. es recuperar el control de estos últimos mecanismos que a menudo se le escapa, por medio del control de los “cuerpos dóciles”, clasificados por la Ciencia.

    Como hemos visto, es una historia muy vieja y es así como en la actualidad ciertas investigaciones en Genética podrían garantizar una forma de “cientificidad” a las formas de control de la normalidad ejercidas por los soportes institucionales (instituciones, técnicas, agentes).

    Toda una tecnología coercitiva del comportamiento esta ya a punto de nacer. No es extraño, por ejemplo, que para combatir la “amenaza disgénica” que, según William Shockley pondría en peligro a la población americana, proponga una solución radical: la esterilización “voluntaria” de todo individuo que tenga un QI demasiado bajo. De esta manera, seria posible evitar la regresión intelectual en los Estados Unidos. Otras técnicas eugenistas, como la fecundación artificial, las manipulaciones genéticas, etc., han sido igualmente propuestas por otros autores.

    Es interesante constatar que incluso en los países que se consideran socialistas empiezan a aparecer ciertas propuestas eugenéticas. En la Unión Soviética, por ejemplo, se empiezan a oír voces científicas que proponen modelos sociales extraídos de las investigaciones en Genética. Entre los modelos de la edificación de la sociedad que proponen, algunos se basan en la determinación de los genotipos humanos.

    Solo conociendo el genotipo se podrá resolver “científicamente“ el principio “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”: el conocimiento del genotipo, afirman, creara la posibilidad de darle a cada individuo el lugar que le corresponde en la sociedad.

    En China, los debates en torno a estos problemas han tenido una enorme importancia política. pues la antigua ideología confuciana había sido resucitada por personajes como Liu Chao-Chi o Lin-Piao, que defendían la teoría del “genio innato” y proponían un nuevo modelo social según el cual debería organizarse una nueva división del trabajo y un nuevo sistema de Poder según las capacidades “innatas” de los individuos. Parece evidente que el Poder no dispone todavía de medios, ni por otra parte, tiene obligación de utilizar toda esta tecnología coercitiva. Ha sido un psicólogo francés (M. E. Reuchlin) quien ha escrito: “Una hipótesis que debe descartarse, por lo menos a esta escala del tiempo, es la de una manipulación directa y controlada del substrato orgánico de la herencia humana”.

    Existen efectivamente dispositivos ideológicos más ligeros y eficaces, técnicas de vigilancia (los tests QI) al alcance de los agentes (los psicólogos) que deben ejercer este poder de normalización garantizado por la Ciencia y que exige la institución escolar.

    De este modo, ciertas investigaciones en Genética encontraran su aplicación en el terreno escolar, terreno privilegiado que debería desempeñar un papel clave en la aparición histórica de una nueva estratificación socio-económica, de una nueva división del trabajo basada en el QI hereditario. Ciertos autores, como el que he citado más arriba, hablan ya de “una selección genética que actúa a favor de las clases socio-profesionales más elevadas”. Así, la Escuela, que durante tanto tiempo ha sido presentada por la ideología dominante como esta institución abierta y democrática que exigían las clases populares, hoy desenmascarada en sus verdaderas funciones de reproducción y de selección social, recibe del biologismo de hoy un nuevo modelo de la inadaptación y del fracaso escolar, por medio del cual, y con ayuda de los tests de QI y otros tests, se podría realizar una selección genética, “científica” y socialmente “justa“; el control por el Poder, de los “cuerpos dóciles” clasificados por la Ciencia.
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    Mensaje por pedrocasca Jue Ene 03, 2013 10:29 pm

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