Durmiendo con el enemigo
Por Nick Cooney - traducido del último numero de la revista Bite Back.
Todos hemos oído las historias (unas veces de risa, otras de miedo) sobre lo lejos que esta dispuesto a llegar el gobierno para conseguir información sobre militantes por la liberación animal: pagando a compañeros de piso para que informen de donde andan los activistas, teniendo al cartero registrando los nombres de todos aquellos que les escriben cartas, mirando en el cubo de la basura, etc. Parece ser que ahora han dado un paso mas en su absurdo
Intrusión
No estoy seguro de como llamarlo, pero en cualquier caso este pasado otoñó descubrí que la mujer con la que había estado liado durante los dos últimos meses era en realidad una detective privada (trabajando codo con codo con el FBI) que había sido contratada para investigarme.
Todo comienza en el Animal Rights-2006, la conferencia nacional y anual sobre liberación animal en USA. Una mujer joven se acerca a la mesa de Hugs for Puppies diciendo que ha estado trabajando un grupo bienestarista local pero que quería participar más activamente y unirse a Hugs.
Con mucho flirteo de por medio, esa noche acabamos hablando durante mucho rato y quedamos para otro día. Cada fin de semana de las siguientes seis semanas ella vino a Philadelphia a visitarme. Teníamos una relación íntima, romántica y sexual, e incluso la lleve a una boda familiar.
A parte de salir conmigo también participaba en manifestaciones, repartía octavillas y se ofrecía voluntaria para redactar algún trabajo de investigación.
Un día de manifestaciones paso algo muy raro. Después de dos manifestaciones en casas particulares, volví a mi coche para dirigirme a la tercera convocatoria y resulta que mi coche no arrancaba. Al levantar el capó me di cuenta de que el tapón del aceite había sido sacado y puesto peligrosamente sobre algunos cables. El aceite había sido esparcido por todo el motor y el coche no arrancaba porque el tanque estaba vació. Si hubiese estado conduciendo, hubiese provocado un fallo en el motor, o en el peor de los casos, el aceite se hubiese encendido por el calor del motor prendiendo fuego al coche.
Ya que ningún mecánico había tocado mi coche en un mes, estaba claro que alguien había manipulado mi coche después de que yo lo dejase solo ese día de manifestaciones muy anunciadas. Simplemente no me di cuenta de que era la mujer con la que había ido en el coche la que había hecho que eso pasara.
Volvamos atrás en el tiempo hasta dos meses después de nuestro primer encuentro. Ella me llama y me dice que corta conmigo, mencionando el hecho de que a menudo yo salia de la ciudad sin decirle a donde iba, lo cual hacia que ella no confiase mas en mi.
Intenta que le explique a donde voy y que hago, pero cuando ve que es inútil da por terminada la relación.
Una semana más tarde, por medios de los que no puedo hablar aquí, descubro la realidad.
Una pequeña agencia de investigación en el centro de Pennsylvania la había contratado para investigarme, primero haciéndola trabajar con el grupo bienestarista local (durante seis meses) para conseguir algo de credibilidad, y luego enviándola a la conferencia para contactar conmigo. Su jefe estaba en comunicación constante con la oficina antiterrorista del FBI en Philadelphia, transmitiéndole todo lo que ella vio y escucha y compartiendo información que ellos pensaban que podría ser útil en la investigación.
También vale la pena comentar que, por teléfono, ella intentaba conseguir mi consentimiento/apoyo a su idea de manipular una supuesta prueba contra mi en un caso de vandalismo.
Un amigo de un amigo, me dijo ella, trabajaba donde la prueba estaba guardada y podia hacerla desaparecer pero ella quería que yo lo autorizase. Naturalmente yo me negué, pero podáis imaginaros como habría acabado la cosa si yo no fuese el ciudadano respetuoso con la ley que soy.
Moraleja de la historia: vete con cuidado con lo que hablas en la cama. La mujer que me investigo hizo un trabajo increíblemente bueno vendiéndose como real, revelando intensamente historias personales, mostrándose muy emocional y en general haciendo todo lo posible para engañarme y hacer que me importase de verdad.
No es sorprendente que el FBI o las empresas explotadoras que intentan proteger traten de utilizar nuestro amor y afecto hacia los demás contra nosotros. Estoy compartiendo esta historia con vosotros con la esperanza de que nadie caiga en una trampa similar, y si lo hace que solamente acabe con unos pocos sentimientos dolorosos y no con la cárcel.
Nick Cooney es uno de los compañeros que ha sufrido los Últimos golpes represivos contra el movimiento de liberación en los estados unidos, siendo detenido por el FBI el año pasado acusado de amenazas terroristas. No llego a ser encarcelado.
Extraido de Accion Vegana