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    Organizacion Obreira - Radio -

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    Mensaje por ndk Miér Ene 09, 2013 6:04 pm

    Programa de radio sobre Organizacion Obreira

    Aviso para castellanoparlantes: está en gallego, pero se entiende bien.

    Conversa na Radio Piratona sobre as folgas que paralizaron Vigo no ano 1972 con Isidro Roman Lago e Victor Oia.
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    Mensaje por fusiles contra el patrón Miér Ene 09, 2013 9:39 pm

    Tengo una duda, creo tener entendido que Organización Obrera como tal ya no existe, que se integró en los años 70 en el PCEr. Que alguien me corrija si me equivoco.
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    Mensaje por ndk Jue Ene 10, 2013 12:11 am

    fusiles contra el patrón escribió:Tengo una duda, creo tener entendido que Organización Obrera como tal ya no existe, que se integró en los años 70 en el PCEr. Que alguien me corrija si me equivoco.
    Extracato de Las huelgas de los obreros de Vigo ponen a prueba nuestra línea sindical:
    La organización sindical de los Círculos Obreros (en Vigo se conocen como Organización Obreira desde los años setenta) lanza cientos de octavillas, agitativa y consignas de acción, entre los obreros llamando a la huelga general en el metal de toda la provincia que abarca a más de 25.000 obreros; y hacer de la asamblea el órgano soberano fuera de todo tinglado sindicalero legalista, a la unidad y la lucha en la calle.
    Supongo que por el prestigio que cogió el nombre de Organización Obreira entre los obreros en Vigo, decidieron no cambiarle el nombre por el de Círculos Obreros. Pero esto solo es una suposición.

    Para más información sobre lo que planteas, extracto de HISTORIA DEL PCE(r):
    2.6 Los intentos de reformar el partido revisionista desde dentro
    Las luchas de los aprendices de Barreras y Freire contra los patronos y las primeras batallas callejeras que tuvieron lugar en Vigo exigiendo la libertad de los presos políticos, fueron algunas de las actividades desarrolladas por las Juventudes Comunistas en aquellas fechas, al tiempo que se pusieron en marcha las reuniones de estudio del marxismo-leninismo, a modo de cursillos. También se sigue diariamente la lucha de liberación del pueblo vietnamita y se organizan jornadas de solidaridad en el centro y en los barrios de la ciudad. En las asambleas obreras que por todos estos motivos tuvieron lugar, así como en algunas reuniones amplias del partido revisionista y de Comisiones Obreras, entre los militantes más destacados del PCE y de las Juventudes se establece una coincidencia en las opiniones y criterios expresados por unos y otros, y se va generando una corriente de mutua simpatía que se iría transformando en discusiones y consultas para llegar a acuerdos de acción común. Las concepciones leninistas en materia de organización y el progresivo acercamiento entre la juventud revolucionaria y los militantes comunistas del partido carrillista de Galicia, les permite ir descubriendo formas de lucha diferentes y diametralmente opuestas a las propugnadas por la dirección; esto les llevará a oponerse de una manera frontal a las consignas de participación en las elecciones al sindicato fascista (que en Galicia, como en otros puntos del Estado, no agrupaba más que a los burócratas falangistas) y a proponer por su parte el boicot de la clase obrera a ese sindicato; oponen la comisión de delegados elegida en asamblea a los comités de empresa (entonces llamados enlaces jurados), la utilización de todos los métodos de lucha, pacíficos y violentos, a los encierros en iglesias y a los suplicatorios a los obispos y a otras autoridades, etc.

    Fue por entonces, a la par que dirigían la lucha de masas, cuando algunos comandos compuestos por los obreros más resueltos, y siguiendo la tradición de A Comisión Da Estaca de los años treinta, comienzan a realizar acciones de castigo contra confidentes y esquiroles; de este modo se logró neutralizar prácticamente a todos los colaboradores de la policía y de la patronal.

    En sus actuaciones, los jóvenes revolucionarios gallegos no perdieron de vista en ningún momento la agitación y la lucha por los derechos nacionales de Galicia. En abril de 1971 fue realizada una manifestación en conmemoración de aniversario de Os Mártires de Carral, que simbolizan la larga lucha del pueblo gallego por su dignidad y sus libertades nacionales. Dicha manifestación fue duramente reprimida por la policía, produciéndose varios heridos y detenidos. En respuesta a la represión policial, el 29 de abril un comando incendió un autobús y cuatro furgonetas estacionadas en el aparcamiento del cuartel de la policía en Vigo.

    Todas estas experiencias organizativas y de lucha política y sindical fueron sintetizadas en un documento que sirvió de plataforma para proseguir la crítica y la oposición a la dirección del PCE. El objetivo del núcleo revolucionario, formado en torno a los hombres más conscientes y a la sección juvenil del partido revisionista, no era otro en un principio que el de corregir lo que se consideraban errores de algunos responsables, y de ahí que propusieran reformar el partido desde dentro. Esta ingenuidad sólo podía explicarse por su falta de experiencia y por la generosidad y honestidad de aquellos obreros conscientes que realmente querían hacer la revolución. Pero los burócratas corrompidos del partido carrillista no podían entenderlo así y comenzaron a realizar por su parte una labor orientada a debilitar y aislar al núcleo revolucionario.

    En el verano de 1971, los jefecillos revisionistas enviaron a un par de elementos de su absoluta confianza a parlamentar con el comité de las Juventudes y tratar de convencerles de que, efectivamente, sería posible resolver todos los problemas en el seno de la organización carrillista. Lo más importante para estos elementos era retenerlos, para después dividirlos y enfrentarlos. Por su parte, los jóvenes revolucionarios, fundándose en los principios del marxismo-leninismo que su lucha cotidiana corroboraba, les hicieron varias propuestas encaminadas, todas ellas, a implantar en el partido revisionista el centralismo democrático, la organización por células para hacer la militancia verdaderamente efectiva y desterrar las prácticas reformistas y suplicatorias en las luchas reivindicativas de los trabajadores. Al mismo tiempo, proponían organizar a las masas obreras al margen de las vías institucionales del fascismo y de la burguesía llamada evolucionista.

    Estas propuestas fueron entonces aceptadas por la dirección carrillista, y conforme con ello, Hierro Chomón fue integrado en el Comité Central del PCE de Galicia; a su vez, Abelardo Collazo se incorporó al comité local de Vigo. Con estas concesiones la dirección revisionista consideraba que ya habían sido resueltos los principales problemas que estaban planteados. Pero el efecto fue totalmente contrario a sus propósitos ya que la lucha ideológica se llevó, con todas las consecuencias, al seno mismo de aquellos cónclaves, particularmente al Comité Local de Vigo que se reunía con cierta periodicidad. La seriedad y tenacidad con que Abelardo Collazo mantenía las justas posiciones marxistas-leninistas hizo desatar la ira de aquellos jerifaltes. La lucha ideológica rebasó el marco del comité local, donde querían encerrarla los oportunistas, y Abelardo comienza a destacar como el principal artífice del movimiento de oposición al revisionismo en Galicia.

    Al principio del verano de 1971, las Juventudes Comunistas se pronuncian públicamente, en asambleas, contrarias a la participación en las elecciones sindicales, porque dichas elecciones apuntalan unas instituciones que no agrupan a ningún obrero y sólo sirven para reprimirlos; también critican el Pacto para la Libertad porque ponía a las masas populares al servicio del llamado sector evolucionista de la oligarquía. La histérica reacción de los dirigentes revisionistas por estas manifestaciones públicas, les hace comprender cada vez mejor que los supuestos errores que venían criticando no eran tales, sino que constituían un abandono en toda la línea de los principios marxistas-leninistas y, por consiguiente, una traición a la causa obrera y popular.

    A partir de aquel momento, consecuente con las críticas al revisionismo y con la práctica que venía desarrollando entre las amplias masas, el comité de las Juventudes Comunistas de Vigo abandona los esfuerzos para reformar el partido revisionista y se fija como objetivo inmediato reagrupar el máximo de fuerzas en tomo a los principios del marxismo-leninismo, con el fin de poner de nuevo en pie el verdadero Partido Comunista que venía precisando la clase obrera; este Partido debería recoger las experiencias de las luchas de las masas en los últimos años y seguir las tradiciones revolucionarias del PCE que encabezara José Díaz durante la guerra civil. La escisión ya era una realidad, aunque formalmente siguieran manteniendo relaciones y vínculos con el partido carrillista. La fracción revolucionaria tenía ya su estructura orgánica independiente -que adopta el nombre de Organización Obreira- y realizaba una labor de propaganda y agitación al margen de los revisionistas. Y si aún no se había producido la escisión, era porque pensaban arrastrar a algunos militantes honrados que todavía confiaban en la banda carrillista y seguían sus consignas.

    En el verano de 1971 llegaron a Vigo, los primeros números de Bandera Roja, periódico que despertó la simpatía general por compartir el mismo objetivo de reconstrucción del Partido y la misma lucha de principios contra el revisionismo. También llegaron los primeros folletos; serían trascendentales la Carta a un camarada de Lenin, las Cuestiones del leninismo de José Stalin y varios folletos de la Revolución Cultural. El folleto de Lenin reafirmaba las críticas contra el burocratismo y la política de tertulia de los revisionistas, definía el papel del partido del proletariado y destacaba la figura del revolucionario profesional; el segundo era la síntesis necesaria del leninismo al que habían renunciado los revisionistas, y los folletos chinos hicieron comprender los problemas de principios que había provocado la ruptura en el movimiento comunista internacional.

    Pero lo más importante fueron los contactos que siguieron a la recepción de aquellos materiales. En una primera reunión con camaradas de la OMLE discutieron sobre la situación política y la línea a seguir para la reconstrucción del Partido; estaban de acuerdo en todo y los camaradas de Organización Obreira se reafirman en sus críticas a la política revisionista. Pero surgen diferencias a la hora de decidir el camino a seguir en la ruptura y esto dificulta la fusión. La OMLE tenía experiencia en este tipo de procesos y planteó la necesidad de la ruptura expresa y abierta con los carrillistas para trabajar de una vez y de forma consecuente en la consolidación de la alternativa, de una línea política y de una organización proletaria independiente.

    En general, estaba muy clara la necesidad de la ruptura; como comentaba Abelardo Collazo por entonces, lo verdaderamente revolucionario era, en efecto, no hacer concesiones al revisionismo y trabajar para la fusión con la OMLE. La unión quedó pendiente de un conocimiento más estrecho en la práctica revolucionaria, ya que en el terreno de los principios las coincidencias eran totales.

    La lucha ideológica dentro del partido revisionista adquiere a partir de entonces mayor virulencia y los carrillistas, que no se atrevían a utilizar la violencia contra el fascismo, amenazaron con emplearla contra los maoístas, como ellos comienzan a llamar a los camaradas de Organización Obreira. Hasta que en enero de 1972 los carrillistas plantean, como venían haciendo en otras partes, utilizar a la clase obrera para reforzar su pacto con la burguesía; pretenden lanzar una huelga general sin ninguna preparación y procurando evitar sobresaltos a los patronos, a los que quieren convencer de la necesidad del pacto. Con tales planteamientos, como siempre, el único perjudicado sería el movimiento de masas. Organización Obreira denuncia esa maniobra como liquidadora y los acontecimientos se precipitan: en una asamblea multitudinaria celebrada en Zamans para discutir los problemas que acarreaba la convocatoria, los jóvenes comunistas denunciaron ante los obreros allí concentrados -los más conscientes de cada una de las fábricas de Vigo- aquella maniobra como liquidadora y a los carrillistas como vendeobreros. Se tuvieron que ir de la asamblea en medio del abucheo general. De momento aquellos manejos habían sido abortados. Pero lo más importante fue que la escisión se materializó definitivamente; la Organización Obreira empezaría a partir de aquel momento a firmar sus proclamas.

    La mayoría de los miembros de las Juventudes Comunistas se organizaron en Organización Obreira, así como los verdaderos comunistas del PCE. Los contactos con la OMLE continuarían periódicamente y la colaboración se iba estrechando; en Bandera Roja comenzaron a publicarse crónicas y artículos enviados de Galicia. Abelardo Collazo fue el responsable de mantener estos contactos durante todo el período.

    Desde entonces, el revisionismo en Galicia pasó a ser un fenómeno marginal, enquistado en la pequeña burguesía urbana, clase que le dio cobijo, y en sectores de la aristocracia obrera.

    2.7 La Huelga General Revolucionaria de Vigo y la fusión de Organización Obreira con la OMLE

    Las victoriosas luchas sociopolíticas que comenzaron en los astilleros Barreras en febrero de 1972 fueron ya dirigidas por Organización Obreira, lo mismo que las acciones de solidaridad con los obreros asesinados en Ferrol durante las luchas de marzo y las que volvieron a reproducirse en mayo en Barreras y en otros astilleros de Vigo. La situación en las fábricas había dado un vuelco en poco tiempo y la combatividad de los obreros iba en aumento al haber logrado arrinconar a los revisionistas con sus prácticas reformistas. Además, las acciones de castigo que venía desarrollando Organización Obreira contra confidentes y negreros sacudían el miedo e infundían ánimo en fábricas y tajos.

    Las relaciones entre la OMLE y Organización Obreira habían ido afianzándose cada vez más, sobre la base del marxismo-leninismo y la lucha común. La colaboración desinteresada e incondicional de la OMLE fue ganando poco a poco la confianza de los miembros de Organización Obreira y convenciéndoles de su carácter comunista; pero su fuerza fundamental residía en el plan político concreto que venía aplicando para la reconstrucción del Partido. Dos organizaciones comunistas se habían encontrado y no tenía sentido la existencia de ambas por separado si verdaderamente lo eran; esto, que se había planteado así ya en los primeros contactos, cada vez era mejor comprendido en Organización Obreira. La escisión era a estas alturas un hecho irreversible y no había ya ningún obstáculo para la fusión. Los acontecimientos de septiembre se iban a encargar de sellar la hermandad de los comunistas gallegos con la OMLE.

    En setiembre de 1972, los revisionistas lanzan de nuevo su huelga general, intentando manipular en beneficio de su política de reconciliación el clima de lucha que se respiraba en todas partes. La huelga programada por los revisionistas -decía en octubre de aquel año Bandera Roja- sin ningún motivo ni objetivo claro, no buscaba otra cosa (a la vez que demostrar a la burguesía su 'influencia') que destruir la unidad y combatividad alcanzada y hacer abortar el movimiento de solidaridad con los obreros procesados por los sucesos de El Ferrol. La convocatoria sólo es seguida en Citroen, donde aún tienen algunos adeptos entre la aristocracia obrera de esta factoría. El gobierno respondió con la mayor brutalidad: decenas de despedidos, detenidos y torturados, la ciudad tornada por los antidisturbios y las fuerzas del ejército acuarteladas.

    Organización Obreira, que había denunciado la maniobra política que escondía aquel llamamiento, impulsó y dirigió las luchas de solidaridad con los represaliados de Citroen, organizando la Huelga General Revolucionaria que, a partir del 11 de setiembre y durante 15 días, movilizaría a más de 30.000 obreros, que recogen y hacen suyas las consignas antifascistas y antirrevisionistas de las octavillas y los mítines: ¡Ni un solo despido, ni una sola detención! ¡Todos a la huelga desde este momento! ¡Ánimo, compañeros de Citroen, contáis con el apoyo de los obreros y el pueblo! ¡Contra las maniobras capitalistas y su régimen fascista! ¡Hoy por Citroen, contra la represión y explotación fascista de los banqueros, terratenientes e industriales! ¡Ni la magistratura, ni el sindicato vertical, ni el gobernador, ni ninguna otra autoridad fascista, harán nada por nuestros compañeros despedidos y detenidos! (Bandera Roja, noviembre de 1972).

    La huelga comenzó poniendo en práctica un procedimiento de lucha arrinconado por varias décadas de represión y reformismo: el piquete. Varios grupos de centenares de obreros, encabezados por agitadores experimentados, recorrían las distintas fábricas a las horas más apropiadas, entrada o salida del trabajo, promoviendo las asambleas allí mismo, en las que acordaba sumarse a la huelga; el compromiso quedaba sellado con la votación a mano alzada y generalmente por unanimidad.

    La organización de los comunistas, Organización Obreira, garantizaba la continuidad de la lucha a través de una ingeniosa red de contactos personales y vínculos de todo tipo. Era relativamente fácil convocar a diario manifestaciones de miles de obreros en un determinado punto de la ciudad, cogiendo por sorpresa a la policía. Cuando ésta llegaba a la zona de concentración los obreros levantaban barricadas que impedían su paso. Ante tal situación, los mandos de la represión optaron por ocupar la ciudad calle por calle y esquina por esquina. Y aparecieron los comandos, grupos de cientos de obreros que hostigaban a la policía en todas partes, desatando una verdadera guerrilla y lucha de barricadas. Imponentes murallas fuego y todo tipo de obstáculos se levantaban en las calles que comunicaban el centro de la ciudad con los barrios obreros; unas veces se impedía así el paso de la policía y otras servían como maniobras de distracción que favorecían las manifestaciones y asambleas en zonas libres de antidisturbios. Y cuando el enfrentamiento era inevitable, se llegaba hasta el cuerpo a cuerpo de la forma más natural, pese a lo desproporcionado de las fuerzas: fusiles contra puños y piedras. Y los obreros comenzaron a pedir armas, algo que no ha dejado de oírse desde entonces en todas las grandes luchas de masas desencadenadas en España año tras año.

    ¡Abajo el fascismo! era el grito unánime en todas las gargantas de aquel joven proletariado vigués que por primera vez había saltado a la calle para impedir que se consumaran los manejos de la burguesía y para que fueran readmitidos los despedidos de Citroen, y puestos en libertad los detenidos. Con este grito arrastraron tras de sí toda la ciudad; pequeños comerciantes cancelaban deudas a los obreros y ofrecían víveres; en muchos bares no se servía a la policía que ocupaba la ciudad y los pescadores cedían su lote a los huelguistas.

    La lucha había tomado tal magnitud y ésta se reflejaba en la conciencia de todo el pueblo de tal forma que los fascistas tuvieron que maniobrar y hacer concesiones para poner fin a aquellas jornadas revolucionarias. Habían intentado por todos los medios aislarlas, con la colaboración rastrera de los carrillistas. Y tuvieron que inventarse y airear a un hombre bueno y hacer promesas públicas de readmitir a todos los despedidos y liberar a los detenidos para que se pusiera fin a la huelga. La represión, en cambio, se desencadenó al reintegrarse todos al trabajo, aunque los detenidos fueron liberados.

    Aquella represión obligó a Abelardo Collazo –que en aquellas históricas jornadas de barricadas se había consagrado como líder reconocido e indiscutible del proletariado gallego- a pasar a la clandestinidad. Muchos fueron detenidos, torturados y luego condenados a largas penas de prisión.

    Si la Huelga General Revolucionaria supuso un salto cualitativo en la conciencia de clase del proletariado gallego, no fueron menores las consecuencias para su joven organización de vanguardia. Desde el comienzo mismo de las luchas, la OMLE había apoyado con todas sus fuerzas al movimiento; los contactos entre las dos organizaciones eran diarios y el peso de la agitación, al caer el aparato de propaganda, fue llevado por la OMLE, proporcionando miles de octavillas. Y lo que es más importante, mientras el revisionismo y los grupos oportunistas intentaban por todos los medios ahogar el movimiento, únicamente la OMLE promovió en todas partes la solidaridad con el proletariado de Vigo, para impedir que el aislamiento de la lucha hiciese catastrófico su final. Dos organizaciones comunistas se daban la mano en medio de los grandes combates de la lucha de clases y así lo comprendieron los camaradas de Organización Obreira que se incorporaron de inmediato a la gran tarea común de todos los comunistas: la reconstrucción del Partido de la clase obrera en España.

    A la fusión se llegó en el curso mismo de las movilizaciones y Organización Obreira adoptaría a partir de entonces el nombre de Organización de Marxistas-Leninistas de Galicia. La lucha común había propiciado la unidad. La lucha de clases del proletariado de Vigo -decía en aquellas fechas en un documento interno de la OMLG- contra el fascismo y el revisionismo, no sólo ha afectado de manera clara y directa a la situación interna de la OMLG, sino que ha puesto de manifiesto la necesidad del partido revolucionario del proletariado. Ha deslindado radicalmente los campos del marxismo-leninismo con el oportunismo de izquierda, aliado natural del revisionismo, y ha marcado la línea a seguir al proletariado, de toda España en su lucha antifascista y antimperialista. Esta línea a seguir, línea de lucha y de unidad, es la que iba a propiciar el buen fin en la tarea de reconstrucción del Partido, como pronosticaba Bandera Roja comentando esta fusión en febrero de 1973: Nuestra Organización (OMLE-OMLG) y los núcleos comunistas marxistas-leninistas de otras nacionalidades, que han hecho causa común de la tarea de reconstrucción del Partido de la clase obrera de España, vienen marcando el camino, a través de una dirección única centralizada y sentando las bases políticas, ideológicas y orgánicas que permitirán alcanzar ese objetivo inmediato en el menor tiempo posible.

    La decisión de los comunistas gallegos de incorporarse a las tareas de reconstrucción del Partido, sobre la base de una dirección centralizada y unidos a los comunistas de todo el Estado, trasciende los límites de la propia nacionalidad y se convierte en ejemplo de unidad para la clase obrera en todas las nacionalidades del Estado. Abelardo Collazo, que había sido el más entusiasta defensor de la fusión, sería también el más implacable crítico de las posiciones vacilantes y pequeñoburguesas que aparecieron en la OMLG a la hora de afrontar las nuevas responsabilidades que exigía la lucha contra el Estado fascista.

    Él mismo tuvo que incorporarse de inmediato a las labores de dirección de la OMLE, y comenzó a desarrollar una intensa actividad de propaganda y educación en reuniones de cuadros a escala estatal o con los comités regionales y locales de la Organización en todas partes, explicando las experiencias de las luchas de Vigo y animando a todos en la gran tarea de reconstrucción del Partido Comunista.

    Abelardo Collazo, Hierro Chomón -que había salido de la cárcel de Jaén por un indulto general- y otros, forman la delegación de la Organización de Galicia a la I Conferencia Nacional, a la que aportan todas sus experiencias. Salidas de ella las líneas fundamentales de la estrategia y de la táctica para la revolución en España y concretado más aún el camino a seguir para la reconstrucción del Partido, se refuerza en Galicia el Comité Nacional de la OMLG, y se comienza a editar su órgano de propaganda: Setembre Roxo.

    Un nuevo impulso registra la actividad revolucionaria en Galicia, orientada por las conclusiones de la I Conferencia. La Organización se extiende a Ferrol, segundo centro industrial de la nacionalidad, a Santiago y a la comarca agropesquera de O Salnés; una nueva generación de comunistas se incorpora a la reconstrucción del Partido.
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    Mensaje por ndk Jue Ene 10, 2013 12:18 am

    Dejo el texto completo antes mencionado Las huelgas de los obreros de Vigo ponen a prueba nuestra línea sindical PCE(r):


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