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    "La contrarrevolución permanente" - texto de Quibián Gaytán - mayo de 2013 - publicado en "Luminoso futuro"

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    pedrocasca
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    Mensaje por pedrocasca Miér Mayo 22, 2013 12:10 pm

    LA CONTRARREVOLUCIÓN PERMANENTE

    por Quibián Gaytán, del PCml de Panamá

    mayo de 2013 - publicado en el blog Luminoso futuro

    Lev Davidovich Bronstein, de siempre ha sido un enemigo irreconciliable de Lenin y el leninismo (vale remarcar, bolcheviques). En un folleto suyo de 1904 le tira una palanganada de injurias: “dictador”, de liderar una “teocracia ortodoxa“, de pretender instaurar un “centralismo autócrata asiático”; amén de calificarle de “revolucionario demócrata burgués” y “escisionista fanático”.

    Fanático seguidor de la concepción socialdemócrata de partido se opondrá, con no menos ardor, a la teoría leninista de partido por cuanto en ella Lenin se desenmascara, según él, por ser “partidario de un régimen cuartelario”, de “mezquindad organizativa”, “dictador queriendo sustituir al Comité Central”, “dictador queriendo instaurar la dictadura sobre el proletariado” para el cual “toda intromisión de elementos que pensaban de otra manera era un fenómeno patológico”.

    Luego de retornar del exilio político, después de la revolución de febrero, Lenin elaborando la línea política del Partido para transformarla en revolución socialista, pondrá particular empeño en la búsqueda de fuerzas políticas aliables (mencheviques internacionalistas de Martov, Socialrevolucionarios y aún el pequeño grupo de los Mezhroyadontsy de Trotzky). De los que sólo, en ese momento, los últimos terminaron afiliándose al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (b) y, eso, con algunas iniciales reticencias de Trotsky. Satisfecho su ego, y guardándose bajo el saco su odio viceral contra el que desde entonces será su “amado maestro”, entra en el Partido Obrero de Lenin en agosto de 1917. Como hemos visto, con el beneplácito de éste último y oficializado como miembro por Stalin en el VI Congreso del POSDR (b).

    A propuesta de los bolcheviques es nombrado Presidente del Soviet de Petrogrado (San Petersburgo); participa en la insurrección de Octubre y en el nacimiento del Estado Soviético. La prensa capitalista mundial, con doble intención y no para disgusto del mismo, le equiparará al Jefe de la Revolución.

    Así en 1923, gravemente enfermo Lenin, Bronstein, frustrado ya en sus aspiraciones de sucederle a la cabeza del Partido Comunista de Rusia (b), dadas sus maquinaciones fraccionalistas y antipartido, además de sacar a relucir la supuesta “amenaza de la burocratización del partido”, desempolva su podrida teoría de la “revolución permanente”. Con las que se lanzará al ataque contra el Partido Comunista de Rusia (bolchevique), contra la dictadura del proletariado y berreará sobre la “imposibilidad de construir el socialismo en un solo país”.

    Insemina, con ello, desconfianza hacia la Dirección partidaria, desconfianza en el campesino soviético, pesimismo y derrotismo en la clase obrera y la juventud.

    Derrotado ideológica y políticamente, expulsado de la URSS, deviene en enemigo desembozado del Poder Soviético y de la Internacional Comunista. Juntando a oportunistas, renegados del comunismo y agentes profesionales de las potencias imperialistas, clamará por la aplicación de la política del “derrotismo” como respuesta frente a la en perspectiva II Guerra Imperialista Mundial, el derrocamiento del poder soviético y el asesinato de los líderes soviéticos. “¡Por una revolución antiburocrática!”, dice él.

    Como fundamentación de esta franca traición a la Patria Socialista y al Poder Soviético, en su libro la Revolución Traicionada (1936), escrito con miras de restarle al Partido Comunista de la URSS cualquier muestra de apoyo y solidaridad por parte del proletariado comunista y revolucionario internacional, remarcará taimadamente “no existe el menor socialismo en la URSS”. De ahí la conclusión lógica y vaticinio político capitulacionista: el derrocamiento violento del poder soviético y la inevitabilidad de la derrota militar soviética de cara a la agresión de la Alemania nazi.

    Sus discípulos, también en Panamá, aplaudieron y apoyaron lo actuado por el trotskista falsamente arrepentido Kruschev, el anticomunista de vieja data Gorbatchov y el agente de la CIA Boris Yeltsin, enterradores del socialismo, puntales de la contrarrevolución y de la restauración capitalista en la URSS, en Europa del Este y en el Lejano Oriente, y les presentarán como auténticos realizadores de la “revolución política” propugnada por su maestro.

    Triunfante la contrarrevolución en la URSS y todos esos países otrora socialistas o democrático populares, restaurada en ellos la salvaje dictadura de los sectores más trogloditas y sedientos de sangre de la burguesía fascista y anuladas y destrozadas la conquistas sociales, políticas y culturales socialistas, los epígonos del “gran maestro revolucionario” corrieron a copar puestos claves del Estado burgués restaurado. Ocuparon ministerios y Directorios de Oficinas de asuntos económicos, principalmente, desde los cuales impusieron brutales privatizaciones en las empresas estatales y redujeron a la clase obrera anulando las protectoras legislaciones laborales socialistas, quitándoles su derecho de administración colectiva en las empresas y fábricas, reduciendo a niveles de hambre los salarios y sometiendo los precios a los mandatos del “libre mercado” de los Grandes Consorcios imperialistas, que cayeron sobre esos países como buitres.

    En fin, las promesas quiméricas y engañosas hechas a los trabajadores de un impulse superextraordinario de la economía socialista y de un reinado de la democracia socialista -después de eliminada la llamada “burocracia soviética” y el “terror stalinista”-, se convirtieron en todo lo contrario. Capitalismo salvaje restaurado, dictaduras fascistas, desenfrenado anticomunismo e impulsado desde las alturas del Estado mismo, esclavización asalariada de los trabajadores, miseria física y miseria social, desocupación masiva, prostitución generalizada. Prácticamente, las “sabias” predicciones de León Trotsky han devenido en un infierno para los trabajadores de dichos países de capitalismo restaurado.

    No sin plena razón Lenin le ha calificado, en su momento, de “el Judas Trotsky”.

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    Mensaje por pedrocasca Miér Mayo 22, 2013 12:18 pm

    En el Foro está el tema:

    "La clase obrera en los umbrales del siglo XXI" - texto de Quibián Gaytán, del PCml de Panamá- año 2006

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