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    PCOE-Sin socialismo no hay liberación de la mujer

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    Raúl Valdés Vivó
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    Mensaje por Raúl Valdés Vivó Sáb Mar 09, 2013 11:32 am

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    El capitalismo es un régimen de desigualdad. Existe una desigualdad económica, motivada por el hecho de que mientras que unos son dueños de los medios de producción(fábricas, centros de trabajo, comercio, tierras, etc.) otros deben vender lo único que poseen, su fuerza de trabajo, si es que no quieren morir de hambre.

    Esta desigualdad de extiende además al terreno de los derechos en la sociedad capitalista: mientras que los miembros de la clase dominante(burgueses) gozan de todos los derechos derivados de su posición de dominación de clase, otros del único derecho que gozan es el de servir de mano de obra para producir mayores ganancias al patrón. Incluso en la más democrática de las repúblicas burguesas, en regímenes de democracia-burguesa, los derechos de los obreros no pasan de ser formales y no reales y la burguesía siempre podrá eliminarlos de un plumazo si las necesidades de desarrollo del capitalismo así lo requieren.



    Por tanto en un régimen, el capitalismo, que se basa en la desigualdad entre las clases no podrá sino observarse una desigualdad entre el hombre y la mujer: en lo económico, en sus derechos, etc. pero siempre desde una perspectiva de clase. Es decir, la mujer en el capitalismo tal y como nos decía Lenin está doblemente oprimida: por ser mujer y por ser obrera.



    El feminismo burgués, debido a su carácter de clase, prescinde de la segunda de estas contradicciones y expone únicamente la opresión de la mujer en base al sistema patriarcal. Tal absurdo es consecuencia de la lucha ideológica entre las posiciones burguesas y las proletarias, que es uno de los tres pilares de la lucha de clases junto con la económica y política. Así, la burguesía, desde hace unas décadas a esta parte viene promocionando eclécticos e interclasistas movimientos de “emancipación” de la mujer que combaten los postulados marxistas y obreros sobre la igualdad real y la liberación de la mujer proletaria. Estos movimientos de carácter pequeño-burgués niegan la esencia de clase de la opresión a la mujer obrera, e igualan dentro de una sociedad de clases(que como ya explicamos, se basa en la desigualdad) a la mujer obrera y la mujer burguesa. Reflexionemos: ¿acaso Alicia Koplowitz o Angela Merkel son mujeres oprimidas por el capitalismo o ejercen su dominación de clase indistintamente sobre hombres y mujeres obreros? La respuesta es bien sencilla, y nos muestra que el problema de la emancipación de la mujer es una cuestión de clase que no se puede separar de la lucha por el socialismo, una lucha donde la mujer cumple un rol fundamental.

    Sin embargo la lucha de los comunistas por la liberación de la mujer no es una lucha paternalista, sino consecuentemente revolucionaria. La tarea de los comunistas es incorporar a la mujer a la lucha por el socialismo, por el derrocamiento del modo de producción capitalista y por la Dictadura del Proletariado. Es decir, la emancipación de la mujer es una tarea revolucionaria ligada a la lucha por el socialismo, que se da dentro del marco de la lucha ideológica: ideología proletaria contra ideología burguesa. La mujer al luchar contra la dominación ideológica de la burguesía en el terreno de su emancipación como miembro de una determinada clase social, la clase obrera, está combatiendo su propia situación de opresión de género puesto que sin la mujer obrera no puede haber socialismo, y viceversa.

    La incorporación de la mujer a la lucha política por el socialismo ha de producirse de forma sencilla y de un modo pedagógico, educando revolucionariamente a las mujeres obreras en la ciencia del marxismo-leninismo. Los comunistas somos exactamente iguales que los demás obreros, y si nosotros hemos comprendido aprendido a armarnos con el socialismo científico, el resto de elementos de nuestra clase también pueden hacerlo. En este sentido, es esencial la creación de cuadros comunistas femeninos que porten la ideología proletaria y la introduzcan entre nuestros hermanos de clase. La incorporación en masa de las mujeres al mundo laboral, no por los avances en la “igualdad” burguesa sino por las necesidades del modo de producción capitalista las hace una fuente a la que el Partido Comunista debe acceder para nutrirse de mujeres proletarias. El desarrollo del Partido Comunista, contando entre sus filas con el mayor número posible de mujeres, es el arma fundamental para el triunfo de la lucha de clases y la emancipación de la mujer obrera.



    La mujer obrera en el capitalismo está sometida a distintos niveles de opresión. En el plano económico el salario de la mujer suele ser menor al del hombre y la secular reclusión en el hogar hace que muchas de nuestras hermanas obreras sean dependientes totalmente del varón en lo económico, impidiendo todo intento de emancipación. Las mujeres al recibir peores salarios generan mayor plusvalía al empresario, de ahí que como comentamos anteriormente el acceso cada vez mayor de las mujeres obreras al mundo laboral sea una necesidad del sistema y no la destrucción de barreras de género. Es decir, lo que se nos presenta por parte del feminismo burgués como “emancipación” de la mujer en lo económico no es más que el claro ejemplo de esclavitud asalariada dentro del capitalismo, que las mujeres obreras reciben en mayor medida que los hombres.



    Sólo el socialismo romperá la desigualdad de la mujer obrera y el hombre en lo económico. En una sociedad sin clases, en el que el sistema tiene como misión asegurar las necesidades de la clase obrera, las relaciones de dependencia de la mujer con el varón se destruyen. Únicamente en el socialismo se produce la emancipación de la mujer en lo económico al no estar atadas a la amenaza del paro, ni al mantenimiento por parte del varón y la mujer es realmente libre de desarrollar su vida como desee. Pero esto es consecuencia de las nuevas relaciones de producción en el socialismo, donde la clase obrera controla el poder político y económico del Estado lo cual sirve para ir destruyendo paulatinamente todas las aberraciones de la antigüa sociedad capitalista. Por tanto como vemos una y otra vez, es el socialismo el que garantizará la igualdad real y la emancipación de la mujer obrera. El socialismo acaba de un plumazo con la desigualdad entre el hombre y la mujer en el tema de los salarios, de ahí la necesidad que tiene la mujer obrera de luchar doblemente contra el capitalismo: como obrera y como mujer.



    Asimismo el rol patriarcal, es decir, el papel de la mujer dentro de la familia es una de las claves que explican la sumisión de la mujer obrera. El trabajo doméstico es una forma más de esclavitud laboral, sin embargo ni está remunerada ni goza del reconocimiento social necesario. Por tanto el Partido debe luchar resueltamente contra la minusvalorización del trabajo doméstico y por educar revolucionariamente a los obreros y las obreras en la lucha contra el patriarcado y sus reminiscencias. Porque sin eliminar este rasgo ideológico de la sociedad burguesa nunca podremos construir una sociedad socialista desarrollada, sin luchar contra esta contradicción no podremos emancipar a una parte muy importante de las masas obreras: las trabajadoras.

    La pobreza y la marginalidad femeninas, cuyo máximo exponente es la prostitución, también debe ser combatida sin cuartel por el Partido Comunista y la clase obrera. La mujer obrera privada de desenvolvimiento económico se ve obligada en la sociedad burguesa a recurrir a estas actividades para asegurar su existencia. Además supone una fuente de lucro para elementos burgueses de toda calaña. El Partido debe luchar por la erradicación de esta actividad, por la dignificación de las mujeres que cayeron en las garras miserables de esta profesión porque son víctimas del modo de producción capitalista y de la sociedad burguesa. En el socialismo, además de estar prohibida esta actividad, la mujer no necesita humillarse para poder continuar su existencia pues el Estado y la sociedad socialista garantizan su plena emancipación económica.



    La mujer además, debe gozar de plenos derechos sobre su propio cuerpo. En el capitalismo, los burgueses necesitan lo que denominamos “ejércitos industriales de reserva”, es decir, obreros que estén dispuestos a pelear por un puesto de trabajo entre ellos pues así los salarios serán más bajos. Además necesitan la reproducción de esta fuerza de trabajo y que sea cada vez más numerosa, pues cuanto más crezca la desocupación podrán agitar la bandera del miedo al paro forzoso y pagar cada vez menores salarios con el fin de obtener más plusvalía. De ahí que necesiten leyes que controlen la natalidad y que penalicen el aborto. En el socialismo, la mujer tiene absoluto derecho sobre su propio cuerpo y es el Estado socialista el que debe garantizar a la mujer las mejores condiciones para llevar a cabo esta práctica. Debemos denunciar asimismo el carácter clasista de la lucha por el aborto, pues la mujer burguesa debido a su situación económica siempre podrá eludir la legislación burguesa vigente con respecto a este tema. En este sentido y en el Estado Español hace unas décadas era famoso escuchar aquello de “van a Londres de compras”, refiriéndose a jóvenes señoritas de extracción burguesa.



    La lucha por esta doble emancipación de la mujer en el terreno de clase y de género debe ser obra de las obreras mismas. Sin embargo esta doble lucha no se puede separar por cuestiones de género pues contribuye a debilitar a las fuerzas obreras, ni se puede convertir en una lucha parcial pues contribuye al afianzamiento de la ideología burguesa. La lucha por el socialismo es pues, la lucha por la liberación de la mujer, pues ambas forman parte dialécticamente de una misma lucha.



    El Partido Comunista Obrero Español llama pues a las obreras a unirse a las filas de su partido, el Partido Comunista, con el fin de desarrollarse como cuadros y contribuir a la lucha por el socialismo en el Estado Español. Una lucha, la lucha por el socialismo, que es la única garantía para la mujer de su propia emancipación como miembro de una clase social determinada y como mujer. Dentro del capitalismo no puede haber ninguna igualdad real para la mujer obrera, ni ninguna emancipación, puesto que en el capitalismo por muchos derechos formales que tengan las mujeres, seguirán estando sometidas a la esclavitud asalariada.



    Urge pues, por tanto, mandar el capitalismo y por ende al patriarcado al basurero de la historia.



    COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL

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