Otro 14 de abril. Y van ya 83 desde que se proclamase la II República española. Llega la fecha en la que los partidos comúnmente llamados de “izquierdas” y que, en muchos casos, se autodenominan “comunistas”, inflan sus pechos, entre elogios a sí mismos, mencionando una y otra vez la palabra “República”. Y así, nos venden la moto de que tenemos que querer a la República y que tenemos que luchar por una Tercera edición. Pero, estos partidos que se autoproclaman “comunistas”, u olvidan que el programa político de un PARTIDO COMUNISTA, debe ser revolucionario y ayudar a la elevación de la conciencia de clase, o es que a lo mejor no es que lo olviden, sino que no lo quieren ver, o no les interesa verlo. Hoy en día hasta a la burguesía, le podría convenir y, en muchos casos, así lo demanda para sus intereses económicos y comerciales, que España, dejara de ser un Estado monárquico (véase los ejemplos de autodeterminación de Cataluña o País Vasco que, aunque se trata de un tema más profundo que aquí no entraremos a tratar, sí que cabe mencionar que el resultado de dicha autodeterminación, poco o nada tiene que ver con la clase trabajadora y, aunque insistan en lo contrario, se trata únicamente de un conflicto inter-burgués en el que los obreros son usados en la defensa de intereses ajenos a los suyos. Aclarar que no significa esto que estemos en contra de la independencia ni mucho menos). Proclamar la República no es, en ningún momento un acto revolucionario, una república podría y, de hecho, así suele (porque tenemos a muchos países de ejemplo, no hay que irse muy lejos) existir bajo un sistema capitalista. Estos supuestos marxistas de palabra y no de hechos, no son en manera alguna socialistas, sino demócratas pequeñoburgueses con una fraseología casi socialista. Algo básico que debe saber un marxista es que la sociedad está dividida en clases; que los intereses de ambas clases son completamente antagónicos; que en ningún momento de la historia, éstos se han visto conciliados entre sí y que la lucha de clases es el hilo conductor de dicha historia (libres y esclavos; señores y siervos; maestros y oficiales). Y, en un sistema capitalista, no se suprimen esos papeles de opresores y oprimidos, sino que se enmascara como ‘Democracia’ y, monárquica o republicana, se trata de una Democracia Burguesa, compuesta por unas leyes burguesas, escritas por burgueses, las cuales, sólo y únicamente, atienden a sus intereses. El Estado es, siempre, un sistema opresor, en el que existen opresores y oprimidos que, además, dispone de un cuerpo de seguridad armado que lo defiende a capa y espada. Ésta es una cuestión muy básica y, de hecho, es algo de lo que el capitalismo es muy consciente. El proletariado es, en este sistema, la clase explotada, pero a diferencia de otras etapas anteriores de la historia, el capitalismo disfraza a la clase trabajadora con una ‘libertad jurídica’ y su función es crear toda la riqueza a través de la explotación de su fuerza de trabajo. Mientras sigamos bajo el yugo de un sistema capitalista, seguiremos sufriendo las graves consecuencias del capitalismo, y más a día de hoy, inmersos en una de las crisis cíclicas del capital. Además, este sistema, en su tendencia al monopolio, tiende a proletarizar a cada vez más capas y a expropiarlas de sus medios de vida. El proletariado no es dueño ni de sí mismo, ni de su destino bajo este yugo. Y, para que esto deje de suceder, la única vía es la expropiación de esos medios de producción concentrados y monopolizados por esa clase poseedora, que se corresponde con una minoría irrisoria del total de la población mundial, mediante la llamada Dictadura Revolucionaria del Proletariado, es decir, un Estado Socialista, que permita eliminar las contradicciones creadas por el capital y nos lleve a la desaparición de las clases, es decir, al Comunismo. Pero, para ello, es necesario redundar en que hay que tenerconciencia de clase para sí, donde la vanguardia teórica y las masas se fusionen en movimiento revolucionario. Los programas políticos de todos esos partidos republicanos autodenominados ‘comunistas’ y, por tanto, el contenido ideológico predominante en la actualidad del Movimiento Comunista Español, no cumple esa labor que es indispensable en un verdadero programa revolucionario. Esto sucede porque este entramado de siglas y letras distintas (IU, PCE, PCPE, IA, CR, PTE...) han realizado un análisis erróneo de la teoría revolucionaria, tergiversándola y cambiándola a su gusto y necesidades, de manera que, después de 83 años, nada han aprendido ni cambiado de los errores cometidos en el pasado y continuarán 83, 100 o 200 años más en la misma senda, puesto que su discurso se ha rebajado hasta el infinito permitiendo que el capitalismo, ante el descampado que vislumbra, se crezca y se refuerce, mientras que las amplias masas, descontentas ante la situación, sin saber muy bien qué hacer, desgastan sus esperanzas gritando en las calles junto a las banderas que alimentan una y otra vez a aquel monstruo feroz que nos explota a todos. Éste es el bucle constante que se repite una y otra vez, y España es bien testigo de ello durante estos 30 años atrás. Cuando la gente no puede más, se harta y sale a la calle, después de un tiempo, se cansa y vuelven a sus casas. La culpa de ello se reduce a una cuestión: no existe un referente ideológico.
Por ello, la Juventud Comunista de Almería, considera que el primer frente de lucha activa que nos permita dar un salto a próximos objetivos y metas, es el de la lucha ideológica. Es estrictamente necesario que el comunismo rescate aquellos que son sus pilares teóricos básicos y que los lleve a la práctica, analizando etapas pasadas en las que se cometieron errores y extrapolando todo esto a nuestra actualidad para, así, elaborar una teoría netamente revolucionaria apta a nuestras luchas de hoy y de mañana. Y esto será posible tan sólo mediante la crítica y la autocrítica y a través de la formación y del debate. Claro que somos conscientes de las oscuridades que atraviesan ahora mismo muchos sectores de la población por culpa de la crisis e sobreproducción capitalista y, nunca negaremos que un trabajador tiene y debe luchar por sus intereses más inmediatos, pero tan sólo de esta manera, nunca conseguirá alcanzar un siguiente escalón. Es algo que viene demostrándose durante todo el siglo XX. Si bien, el capitalismo a veces se muestra generoso en cesión de derechos, al día siguiente vuelve a demostrarnos que es propietario de los mismos y que con tal de mantener su equilibrio y conveniencias, nos puede dar o quitar según le plazca a la burguesía, para así hacernos parecer que existen salidas a la situación dentro del Sistema. Por tanto, hacemos hincapié en la necesidad de esa ideología revolucionaria, el estudiarla en toda su profundidad, sistematizando en dicho proceso, el debate para el desarrollo de las ideas que explican el mundo y la sociedad en el seno de la vanguardia, de forma que sea posible la RECONSTITUCIÓN IDEOLÓGICA DEL COMUNISMO que permita la existencia de un verdadero PARTIDO COMUNISTA que disponga de un PROGRAMA POLÍTICO que de verdad consiga la emancipación de la clase trabajadora y, por último, la desaparición de las clases y de la figura opresora del Estado.
“Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando el orden social existente. Con la Revolución Comunista, los proletarios no tienen nada que perder, sino sus cadenas. Por el contrario, tienen todo un mundo entero que ganar” (Karl Marx, Manifiesto Comunista)
Abril de 2013
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