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    Cómo vio Lenin el socialismo en la URSS - Martha Harnecker

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    Mensaje por Razion Jue Jul 11, 2013 12:06 am

    Marta Harnecker escribió:

    Cómo vio Lenin el socialismo en la URSS
    Martha Harnecker

    Introducción


    Una de las tareas urgentes de la izquierda es hacer una reflexión crítica de lo ocurrido en las sociedades que se autodenominaron socialistas y que hoy han regresado al capitalismo. Quiero aclarar desde un comienzo que éste no es el objetivo de este artículo para que no se creen expectativas falsas.

    En un breve espacio y sin comentarios personales, pretendo exponer algunos de los principales análisis que hizo Lenin -el más destacado dirigente de la primera revolución proletaria mundial- de los acontecimientos que fueron ocurriendo en la URSS entre febrero de 1917 y meses antes de su muerte, el 21 de enero de 1924. Estas ideas están desarrolladas en trece tomos y más de seis mil quinientas páginas. (1) Estimo útil que el lector conozca a través del propio Lenin las limitaciones que el dirigente bolchevique constató en ese arduo proceso de empezar a caminar hacia el socialismo en uno de los países más atrasados de Europa y sin el apoyo de la revolución socialista mundial que nunca llegó.

    Seguramente este trabajo no podrá satisfacer todos los interrogantes que abre. Si al menos sirviese para dar a conocer la complejidad de los temas abordados y motivar a la reflexión, estimulando la lectura crítica de Lenin, habrá cumplido su objetivo.

    1. Capitalismo monopolista de estado, antesala del socialismo

    En agosto de 1915, analizando los efectos de la guerra el dirigente bolchevique considera que la “dialéctica de la historia ha impulsado extraordinariamente a la humanidad hacia el socialismo” (2), porque dio gran impulso al desarrollo mundial del capitalismo. Sostiene que se ha inaugurado una nueva época histórica en la que han madurado por completo las condiciones objetivas para construir el socialismo (3): “(...) La pequeña y la mediana empresa han sido desplazadas y arruinadas, la concentración e internacionalización del capital asumen proporciones gigantescas. El capitalismo monopolista se convierte en capitalismo monopolista de Estado. Las circunstancias obligan a una serie de países a implantar la regulación social de la producción y de la distribución. Algunos países implantan el trabajo general obligatorio”. (4)

    El punto de referencia de Lenin es el capitalismo de estado alemán.

    2. Las dos premisas del socialismo: avances técnicos capitalistas y poder proletario

    Para Lenin el socialismo era inconcebible, en primer lugar, “sin la gran técnica capitalista basada en los últimos descubrimientos de la ciencia moderna” y “una organización estatal planificada” capaz de someter “a decenas de millones de personas al más estricto cumplimiento de una norma única en la producción y distribución de los productos” y, en segundo lugar, “sin la dominación del proletariado en el estado”. Para él estas premisas constituían el abecé del marxismo (5) y las sintetizará más tarde en su conocida expresión: “pode soviético más electrificación”. (6)

    3. Socialismo empezaría en los países capitalistas

    Y como la «desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo» el dirigente bolchevique planteaba que la victoria del socialismo podía ocurrir en unos pocos países capitalistas e inclusive en un solo país en forma aislada. (7)

    La idea de que la revolución podía empezar por un solo país ya había sido expuesta por Marx y Engels. Sus pronósticos eran que la revolución socialista iba a estallar a finales del siglo XIX empezando por Francia y terminando por Alemania. Ambos consideraban, sin embargo -igual que Lenin-, que para asegurar la victoria definitiva del socialismo se necesitaría la colaboración de los obreros de todos los países. (8 )

    Pero las cosas ocurrieron en forma diferente a lo que Marx y Engels esperaban, e incluso tomaron por sorpresa a Lenin: la revolución estalló primero en Rusia, uno de los países capitalistas más atrasados de Europa y esta revolución se transformó al cabo de unos pocos meses en una revolución socialista. (9)

    4. Revolución rusa de febrero: necesidad de avanzar hacia la revolución socialista

    El estallido revolucionario ruso en febrero de 1917, que terminó por entregar el poder a la burguesía en forma compartida con los soviets de obreros y soldados, fue considerado por Lenin como una «revolución inconclusa [...] la primera etapa de la primera de las revoluciones proletarias engendradas por la guerra». (10) Según él, eran los horrores de la guerra imperialista los que engendraban estas insurrecciones proletarias y la cura de estos males sólo podría realizarse si el proletariado tomaba el poder en Rusia y se adoptaban medidas radicales que todavía no eran socialistas, pero sí eran pasos hacia el socialismo.

    El dirigente bolchevique tenía plena conciencia de que la situación de atraso de su país le impediría implantar de inmediato el socialismo, pero veía también con absoluta claridad, que sólo dando pasos en ese sentido era como se iba a poder sacarlo de la crítica situación a la que la guerra lo había conducido.

    Y como consideraba que el capitalismo monopolista de estado era «la completa preparación material para el socialismo, la antesala del socialismo, un peldaño de la escalera de la historia entre el cual y el peldaño llamado socialismo no[había] ningún peldaño intermedio» (11); que el socialismo no era más que «el monopolio capitalista de estado puesto al servicio de todo el pueblo» (12) y por ello deja de ser monopolio capitalista, imaginaba lo que podría hacer «un estado democrático revolucionario: el trabajo general obligatorio implantado, regulado por los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos, no sería todavía el socialismo, pero ya no sería el capitalismo. Representaría un paso gigantesco hacia el socialismo, un paso después del cual sería imposible, si se mantuviese una democracia plena, retroceder hacia el capitalismo sin recurrir a una violencia inaudita contra las masas.» (13)

    Otras medidas en este sentido eran: la nacionalización de los bancos, la nacionalización de las grandes asociaciones monopolistas de los capitalistas (azúcar, petróleo, carbón, acero y otros rubros), la abolición del secreto comercial, la exigencia de agremiación y la organización obligatoria de la población en cooperativas de consumo. Si estas medidas no se adoptaban el país no podría salir de la crisis. (14)

    Desde el mes de abril, «mucho antes de la revolución de octubre», los bolcheviques comenzaron a declarar abiertamente y explicar al pueblo que la revolución no podía detenerse ahora en esa etapa, pues el país había seguido adelante, el capitalismo había avanzado y la ruina había «alcanzado proporciones nunca vistas, lo cual (quiérase o no) [exigía]dar pasos hacia el socialismo, (15) pues no [había] otro modo de avanzar, de salvar al país, agotado por la guerra, y de aliviar los sufrimientos de los trabajadores y explotados.» (16)

    a. Necesidad de conquistar una sólida mayoría popular

    Para llevar a cabo estas medidas era necesario observar extraordinaria prudencia y serenidad; había que conquistar una sólida mayoría popular convenciendo a las masas de que las medidas que se quería implantar eran factibles. (17)

    Lenin, que no sólo fue un gran estratega sino también un gran táctico, sabía que el problema no era contraponer el socialismo al capitalismo, que eso era demasiado general. Había que «formular el objetivo concreto de la ‘lucha revolucionaria de masas’ concreta, contra un mal concreto», es decir: el alto costo de la vida en ese momento, el peligro de la guerra y la propia la guerra. «El objetivo concreto de la ‘lucha revolucionaria de masas’ -decía- sólo puede consistir en medidas concretas de una revolución socialista y no en el ‘socialismo’ en general.» Y entre estas medidas concretas señalaba: la «cancelación de las deudas del estado y a la expropiación de los bancos y de todas las grandes empresas.» (18) Insistía, al mismo tiempo, en que no se trataba de implantar el socialismo por decreto, cuando nadie sabía lo que eso significaba y más bien había un rechazo hacia él; lo que había que hacer era ir creando en las masas, en su inmensa mayoría campesina, una conciencia de la necesidad de adoptar determinadas medidas para lograr los anhelos más sentidos por ellas: paz, pan, tierra y libertad.

    El partido bolchevique -absolutamente minoritario en febrero del 17-, gracias a un «paciente y persistente trabajo de ‘esclarecimiento’ adaptado a las necesidades prácticas de las masas» (19), logró, en pocos meses, alcanzar una abrumadora mayoría en los Soviets, condición necesaria para el asalto al poder y para iniciar la implantación de los primeros pasos hacia el socialismo.

    Resumiendo, el mismo Lenin que insiste en que la «etapa de la revolución burguesa ha terminado» contra los que pretenden apoyar al gobierno burgués con el pretexto de que éste todavía no ha realizado las tareas que le son propias, y que defiende la necesidad imperiosa de luchar por un gobierno proletario que conduzca al país hacia el socialismo, es quien reafirma, una y otra vez, desde sus tesis de abril, que la tarea inmediata del proletariado no es la introducción o implantación del socialismo (20) sino dar una serie de pasos prácticos que no son todavía socialistas pero que sí conducen al socialismo. El partido bolchevique supo interpretar a las masas rusas, tomó sus banderas y luchó consecuentemente por ellas. (21) Supo transformarse en fuerza dirigente de esas masas y, con su apoyo, conquistar el poder. (22)

    Para lograr este objetivo tuvo que hacer concesiones al campesinado ruso: abandonó el programa agrario elaborado y defendido por ese partido durante toda una década, para adoptar el programa agrario de los socialistas revolucionarios que recogía las propuestas del conjunto del campesinado surgidas al calor de las discusiones en los soviets campesinos.

    La primera medida adoptada por el gobierno proletario al día siguiente del triunfo de la revolución, 26 de octubre de 1917, fue aprobar un decreto reconociendo las viejas reivindicaciones de todo el campesinado.

    b. Más fácil comenzar que continuar

    Años más tarde Lenin reconoce, sin embargo, que en comparación con los países adelantados, a los rusos les fue más fácil comenzar la revolución proletaria, pero, en cambio, les será más difícil continuarla y llevarla hasta el final, en el sentido de la completa organización de una sociedad socialista.

    «Nos fue fácil comenzar -explica-, en primer lugar, porque el inusual [...] atraso político de la monarquía zarista dio una fuerza inusual a la acometida revolucionaria de las masas. En segundo lugar, porque el atraso de Rusia fusionó de un modo peculiar la revolución proletaria contra la burguesía con la revolución campesina contra los terratenientes. Así comenzamos en octubre y si no hubiéramos comenzado así, no habríamos alcanzado entonces la victoria con tanta facilidad.» (23)

    5. La certeza inicial del advenimiento del socialismo en los paÍses avanzados

    Y cuando esa revolución triunfa, Lenin sostiene que ésta marchará «con paso firme y seguro hacia la victoria del socialismo», aunque agrega un planteamiento que se repetirá a lo largo de todas sus obras posteriores: que esa victoria sólo será consolidada por los «obreros de vanguardia de los países más civilizados.» (24)

    «No está lejano el día -dirá Lenin en enero de 1918- en que los trabajadores de todos los países se unirán en un solo estado que abarque a toda la humanidad para construir, con el esfuerzo común, un nuevo edificio socialista.» (25)

    «No cabe duda -insistirá en esos días- de que la revolución socialista en Europa debe comenzar y comenzará. Todas nuestras esperanzas en la victoria final del socialismo se fundan en esa certidumbre y en esta previsión científica.» (26)

    Pero ¿qué entender por esta victoria final subrayada por el propio Lenin?

    Pocos días después -en el Tercer Congreso de toda Rusia de los Soviets- explicita más su pensamiento: «Estamos lejos de haber completado siquiera el período de transición del capitalismo al socialismo. (27) Jamás hemos abrigado la esperanza de que podríamos terminarlo sin la ayuda del proletariado internacional», pero era necesario emprender ese camino y así lo hizo la República de los Soviets, por lo que debe ser calificada como socialista. (28)

    Pocas semanas después dice: «Si examinamos la situación desde el punto de vista histórico mundial, indudablemente no habría esperanza de victoria final de nuestra revolución si no hubiera movimientos revolucionarios en otros países. Cuando el partido bolchevique hizo frente solo a la tarea, lo hizo convencido de que la revolución estaba madurando en todos los países y que, al final [...] la revolución socialista mundial llegaría, pues ya llega; maduraría, pues ya madura [...]. Nuestra salvación de todas estas dificultades -repito- está en la revolución de toda Europa» (29), o por lo menos, de varios países avanzados, que no incluyen a Rusia.» (30)

    Nunca nos hemos forjado «ilusiones de que con las fuerzas del proletariado y de las masas revolucionarias de un solo país, por grande que fuera el heroísmo que manifestaran, por elevado que fuese su grado de organización y disciplina, se pudiera derrocar al imperialismo internacional: eso únicamente se puede hacer con los esfuerzos conjuntos del proletariado de todos los países», afirma Lenin en otro texto. Y expresa que mientras esto no ocurra la «tarea inmediata» del nuevo estado soviético es «retener este poder, esta antorcha del socialismo, para que se desprendan de ella las chispas que aviven el creciente incendio de la revolución socialista [mundial].» (31)

    6. De medidas muy mensuradas al comunismo de guerra

    Siempre se ha asociado el socialismo soviético a la supresión de la propiedad privada de los medios de producción, sin embargo parece desconocerse que la intención inicial de los bolcheviques fue tomar medidas bastante mesuradas y que lo que provocó la radicalización de la revolución fue la estrategia seguida por las clases dominantes.

    a) No suprimir de inmediato la propiedad privada

    Veamos a continuación un ejemplo que expone el propio Lenin acerca de esto.

    «Uno de los primeros decretos promulgados a fines de 1917, fue el del monopolio estatal de la publi­cidad. ¿Qué implicaba ese decreto? Implicaba que el proletariado, que había conquistado el poder político, suponía que habría una transición más gradual hacia las nuevas relaciones económico-so­ciales: no la supresión de la prensa privada, sino el establecimiento de cierto control estatal que la conduciría por los canales del capitalismo de estado. El decreto que establecía el monopolio es­tatal de la publicidad presuponía al mismo tiempo la existencia de periódicos privados como regla general, que se mantendría una política económica que requeriría anuncios privados, y que subsisti­ría el régimen de propiedad privada, que continua­rían existiendo una cantidad de empresas privadas que necesitaban anuncios y propaganda. Eso fue lo que significó el decreto sobre el monopolio esta­tal de la publicidad privada y no podía significar nada más [...]» «¿Pero qué suerte corrió el decreto sobre el mono­polio de la publicidad privada, promulgado en las primeras semanas del poder soviético? Desapareció poco tiempo después. Recordando hoy el desarrollo de la lucha y las condiciones en las que se ha de­sarrollado desde entonces, causa gracia pensar que hayamos sido tan cándidos como para hablar de im­plantar, a fines de 1917, el monopolio estatal de la publicidad privada. ¡Qué publicidad privada po­día haber en un período de enconada lucha! El ene­migo, es decir, el mundo capitalista, respondió a este decreto del poder soviético con la continua­ción de la lucha, haciéndola cada vez más aguda, llevándola hasta el límite. El decreto presuponía que el poder soviético, la dictadura del proleta­riado, era tan firme que no podía existir ningún otro sistema económico; presuponía que la necesi­dad de someterse a él sería tan evidente para la masa de los empresarios privados y los patronos individuales, que ellos aceptarían la lucha en el terreno que nosotros, como poder estatal, elegía­mos. Dijimos que les permitiríamos continuar con sus publicaciones privadas, con las empresas pri­vadas, la libertad de hacer propaganda, que es ne­cesaria para estas empresas privadas, subsistirá, sólo que el estado fijará un impuesto sobre los anuncios. La propaganda será concentrada en manos del estado. El sistema de la publicidad privada no será eliminado; por el contrario, ustedes disfru­tarán de los beneficios que siempre resultan de la adecuada concentración de la publicidad. Pero en la práctica resultó que tuvimos que librar la lu­cha en un terreno completamente diferente. El ene­migo, o sea la clase capitalista, respondió a este decreto del poder estatal rechazando totalmente a ese poder estatal. La publicidad dejó de ser el problema, pues todo lo burgués y capitalista que supervivía en nuestro régimen concentró todos sus esfuerzos en la lucha contra los fundamentos mis­mos del poder estatal. Y nosotros, que habíamos dicho a los capitalistas:’sométanse a las normas estatales, sométanse al poder estatal, y en lugar de la total eliminación de las condiciones que co­rresponden a los viejos intereses, hábitos y con­cepciones de la población, gradualmente se harán los cambios mediante las normas estatales’, en­contramos que nuestra propia existencia estaba en peligro.» (32)

    La estrategia empleada por los capitalistas no fue la de aceptar esa transformación gradual en la que pensaron los bolcheviques sino la de oponerse al poder estatal soviético como tal, obligando al nuevo estado a romper las viejas relaciones mucho más allá de lo previsto. El decreto sobre el mono­polio de la publicidad quedó reducido a letra muerta.

    «[...] la resistencia de la clase capitalista -ex­plica el dirigente bolchevique- obligó a nuestro estado a trasladar la lucha a un plano completa­mente diferente. No se trataba ya de los problemas triviales, ridículamente triviales, de los que tu­vimos la candidez de ocuparnos a fines de 1917, sino del problema de ser o no ser, de aplastar el sabotaje de la anterior clase de empleados y de rechazar los ejércitos de guardias blancos, apoya­dos por la burguesía de todo el mundo.» (33)

    ¿Por qué Lenin usa este ejemplo? Porque resulta ilustrativo de las intenciones que tenía el estado soviético de seguir un camino gradual, sin grandes rupturas, en la adopción de las nuevas relaciones sociales, adaptándose, en la medida de lo posible, a las condiciones existentes en el país, intenciones que no pudieron llevarse a la práctica porque la estrategia de la contrarre­volución fue otra.

    Al respecto dice: «En aquel entonces la burguesía nos respondió con una estrategia acertada desde su punto de vista. Lo que dijo fue: ‘ante todo lucharemos por el pro­blema fundamental: determinar si ustedes son real­mente el poder del estado o sólo creen serlo; el problema, desde luego no será resuelto con decre­tos, sino por medio de la violencia y la guerra, y lo más probable es que esta guerra será librada no sólo por nosotros, nosotros, los capitalistas expulsados de Rusia, sino por todos los que quieren el sistema capitalista. Y si llega a ocurrir que interesa lo suficiente al resto del mundo entonces nosotros, los capitalistas rusos, obtendremos el apoyo de la burguesía internacional.’ La burguesía actuaba correctamente desde el punto de vista de la defensa de sus intereses. Mientras le quedara siquiera un ápice de esperanza de poder resolver el problema fundamental empleando el medio más efectivo -la guerra-, la burguesía no podía ni debía conformarse con las concesiones parciales que le ofrecía el poder soviético, y que tendían a una transición más gradual al nuevo régimen. ‘¡Nada de transición, nada nuevo!’ fue la respuesta de la burguesía.» (34)

    «Este problema -agrega más adelante- sólo podía resolverlo la guerra que, por ser una guerra civil, resultó sumamente enconada. Cuanto más dura se hacía la lucha, menos lugar quedaba para un paso cauteloso.» (35)

    «Suponíamos -afirma Lenin- que al introducir la producción estatal, habíamos creado un sistema económico de producción y distribución diferente del anterior. Suponíamos que los dos sistemas -el de producción estatal y distribución estatal y el de producción privada y distribución privada- com­petirían y entre tanto organizaríamos la producción estatal y la distribución estatal, y paso a paso la arrancaríamos del sistema antagónico. Dijimos que nuestra tarea no era tanto la expropiación de los expropiadores como implantar el registro y el control, elevar la productividad del trabajo y ajustar la disciplina. Dijimos esto en marzo y abril de l9l8, pero no nos preguntamos sobre los vínculos de nuestra economía con el mercado y el comercio.» (36)

    La estrategia del enemigo junto a la grave situación de crisis en que se encontraba el país, producto de la guerra civil, obligaron a modificar la estrategia económica de los bolcheviques. La nueva política económica se denominó «comunismo de guerra» y se caracterizó por medidas mucho más radicales como la requisa de todos los excedentes agrícolas para repartirlos entre la población azotada por el hambre y, especialmente, entre los soldados que luchaban en el frente. (37)

    7. El viraje estratégico de 1921

    El «comunismo de guerra» se mantiene hasta 1921, momento en que se produce el viraje hacia la lla­mada «nueva política económica».

    El progreso del movimiento revolucionario no con­dujo al triunfo de la revolución en Europa como esperaban los bolcheviques, pero al menos logró impedir que el primer estado prole­tario fuera estrangulado por las potencias impe­rialistas. Lo que provocó la radicalización de la revolución.

    «[...] el proletariado de todos los países capitalistas estaba de nuestro lado -explica Lenin-. Aun en los casos en que estaba manifiesta­mente bajo la influencia de los mencheviques y eseristas -en los países europeos se llaman de otro modo- se negaban a apoyar la lucha contra no­sotros. Y, en fin de cuentas, los dirigentes se vieron obligados a hacer concesiones a las masas y los obreros hicieron fracasar esa guerra. No fuimos nosotros los que vencimos, pues nuestras fuerzas armadas eran insignificantes: se ganó la victoria porque las potencias no pudieron emplear contra nosotros todas sus fuerzas armadas. El curso de una guerra depende de los obreros de los países avanzados hasta tal punto que no puede ser librada contra su voluntad, y, en suma, con su resistencia pasiva y semipasiva, hicieron fracasar la guerra contra nosotros. Este hecho incontesta­ble da la respuesta exacta al problema de dónde está la fuente que dio al proletariado ruso la fuerza moral para resistir tres años y medio, y vencer. La fuerza moral de los obreros rusos residía en que conocían, sentían y palpaban la ayuda y el apoyo que el proletariado de todos los países avanzados de Europa les prestaba en esta lucha.» (38)

    El término de la guerra civil, la firma de la paz con los estados capitalistas, las escasas posibi­lidades de que ocurran nuevos estallidos revolucionarios en Europa, crean -según Lenin- una situación de relativo equilibrio entre «las fuerzas que venían librando una lucha abierta, armada, por la hegemonía de una u otra clase dirigente. Es un equilibrio entre la sociedad burguesa, la burgue­sía internacional en su conjunto, por un lado, y la Rusia soviética por el otro. [...] un equili­brio relativo y muy inestable. [...] Sabemos perfectamente bien, por supuesto, que nuestra burguesía internacional es en la actualidad mucho más fuerte que nuestra República. Y sólo una singular combinación de circunstancias le impiden continuar la guerra contra nosotros.» (39)

    Esta nueva situación obliga a los bolcheviques a reexaminar su estrategia. Saben que para construir el socialismo en su país ya no pueden contar -al menos en ese momento- con el apoyo de los países más avanzados y que las potencias capitalistas de Europa occidental, «en parte deliberadamente y en parte espontáneamente, hicieron cuanto estaba a su alcance» para arruinar todo lo posible al país. Si bien no lograron derrocar al nuevo sistema creado por la revolución tampoco «le permitieron dar en­seguida un paso adelante, que justificara las previsiones de los socialistas, que permitiera a éstos desarrollar con enorme rapidez las fuerzas productivas, desarrollar todas las posibilidades que, en su conjunto, habrían producido el socia­lismo, demostrar a todos y a cada uno en forma evidente y palpable que el socialismo encierra gi­gantescas fuerzas, y que la humanidad ha entrado en una nueva etapa de desarrollo, cuyas perspecti­vas son extraordinariamente brillantes.» (40)

    La revolución rusa debe entonces enfrentar la construcción del so­cialismo a partir de dos situaciones que no habían sido previstas ni por Marx y Engels, ni por los bolcheviques.

    a. Dos situaciones no previstas

    La primera, de orden internacional: edificar el socialismo sin contar, quizá durante un período relativamente largo, con el apoyo económico y el desarrollo tecnológico de los países más adelanta­dos.

    La segunda, de orden interno: empezar a construir el socialismo, no sólo en uno de los países más atrasados de Europa sino, además, en un país arruinado por siete años de guerra, cuyas fuerzas productivas se hallan reducidas al mínimo: la ma­yoría de sus mejores obreros muertos en la guerra civil, y una parte importante de los restantes, desplazada a tareas de gobierno; sus fábricas pa­ralizadas por falta de materia prima debido a la guerra y al bloqueo económico imperia­lista; sus campos reducidos a una ínfima producti­vidad debido a una errada pero comprensible polí­tica de requisa de todos los excedentes agrícolas, para hacer frente al hambre que hacía estragos en la población civil y entre los soldados en el frente; su nivel cultural bajísimo con un alto grado de analfabetismo.

    b. La situación social interna

    Los bolcheviques tienen que tener además en cuenta cuál es la situación social y política interna.

    Lenin la analiza de la siguiente manera: en primer lugar, el proletariado, que hacía ya tres años y medio había tomado el poder y que durante este tiempo había ejercido su dominación, había sufrido y resistido la extenuación, la indigencia, y las pri­vaciones más que ninguna otra clase.

    En segundo lugar, el campesinado pequeño -que constituía la aplastante mayoría de la población y que con el apoyo de la clase obrera, había logrado suprimir la dominación de los terratenientes defendiendo por ello la revolución- (41) estaba particularmente cansado y había comenzado a vacilar. Sobre esa clase había recaído el peso de la revolución, y en los últimos años, ese peso era cada vez mayor: a la política de requisa de excedentes se agregaba un año de mala cosecha, y la muerte del ganado a causa de la falta de fo­rraje. En tales circunstancias se comprende que haya caído «en la desesperación.»

    Por otra parte, el ejército -cuya base numérica más importante era el campesinado- no lograba «encontrar empleo adecuado para su fuerza de tra­bajo» transformándose en un elemento anárquico. (42)

    Lenin sintetiza la situación de los sectores populares de la siguiente manera en marzo de 1921: «En este país atrasado, los obreros, que han hecho sacrificios inauditos, y las masas campesinas, tras siete años de guerra, están en un estado de total agotamiento. Este agotamiento está muy próximo a la pérdida completa de la capacidad de trabajo. [...]» (43)

    Por otra parte, los terratenientes y los ca­pitalistas, derrotados en la guerra -y que en su gran mayoría se habían marchado al extranjero a la espera de nuevas opor­tunidades (44)- apuestan a que las vacilaciones del campesinado, por los motivos ya señalados, lleven cuesta abajo la revolución.

    Eso explica según Lenin lo que ocurrió en la fortaleza naval de Kronstadt donde los marineros de la Flota Roja se habían sublevado contra el poder soviético.

    «Fue un intento de arrebatar el poder político a los bolcheviques realizado por un abigarrado conglomerado o mezcolanza de elementos variados, aparentemente justo a la derecha de los bolcheviques o quizás inclusive a su ‘izquierda’, no se sabe verdaderamente, tan imprecisa es la mezcla de grupos políticos que han intentado tomar el poder en Kronstadt. Indudablemente, al mismo tiempo, los generales blancos -todos ustedes lo saben- desempeñaron aquí un importante papel [...] En este caso se pusieron de manifiesto las activi­dades de los elementos anárquicos pequeñoburgueses, con su consigna de libertad de comercio y su invariable hostilidad a la dictadura del proleta­riado. Este estado de ánimo tuvo una amplia influencia en el proletariado, en las empresas de Moscú, en varios centros de provincia. Sin duda alguna, esta contrarrevolución pequeño­burguesa es más peligrosa que Denikin, Iudénich y Kolchak juntos, porque el nuestro es un país donde el proletariado constituye una minoría, donde la propiedad campesina está arruinada y donde, ade­más, la desmovilización del ejército, ha liberado a una extraordinaria cantidad de elementos poten­cialmente sediciosos.» (45)

    c. Necesidad de un viraje estratégico

    Del análisis de la situación concreta de Rusia y de la correlación de fuerzas a nivel mundial se de­duce la necesidad de un viraje en la conducción de la revolución. Se hace necesaria una tregua para aliviar la situación del campesinado y salvaguardar la revolución, porque si no «se corre el riesgo de rodar hacia atrás como la Revolución Francesa [...]» (46)

    De lo que se trata ahora es de poner en práctica una estrategia de «construcción del edificio socialista en un país pequeño campesino» (47) , dirá Lenin en diversos textos. Y en un país pequeño-campesino que no puede contar, en ese momento, con el apoyo de países económica y tecnológicamente más avanzados.

    En marzo de 1921 Lenin define así la situación de su país:

    «Rusia salió de la guerra en un estado que se pa­rece más bien al de un hombre golpeado hasta de­jarlo semimuerto: siete años estuvieron golpeán­dola ¡y gracias a Dios que puede andar con mule­tas! [...]» (48)

    «[...] Pensábamos invertir nuestras reservas de oro en obtener medios de producción. Lo mejor sería fa­bricar nuestras propias máquinas, pero aún si las compramos con eso no reconstruiremos nuestra in­dustria. Para hacerlo es preciso que haya un obrero y un campesino que puedan trabajar; y en la mayoría de los casos no están en condiciones de hacerlo: están agotados, extenuados. Hay que ayu­darlos y hay que invertir las reservas de oro en artículos de consumo, a pesar de lo que decía nuestro viejo programa. Ese programa era teórica­mente correcto, pero prácticamente inconsistente. [...] Si recibimos mercancías para el campesino, será, por cierto, una violación del programa, una irregularidad, pero debemos tener una tregua, por­que el pueblo está extenuado hasta tal punto que no puede trabajar». (49)

    «Debemos satisfacer al campesinado medio económi­camente», afirma Lenin y agrega en forma dramá­tica: «de otro modo, dado que la revolución mun­dial se retarda, será imposible -económicamente imposible- mantener el poder del proletariado en Rusia». (50) «[...] el problema esencial, vital, es la actitud de la clase obrera hacia los campesi­nos» (51) Hay que esforzarse por atraer al campesi­nado, por consolidar la alianza de los obreros y campesinos.

    En este contexto, lo principal es estimular el desarrollo agrícola sin el cual es imposible pensar en desarrollo industrial alguno, y, para lograrlo, lo primero que hay que hacer es abandonar la política de requisa de excedentes que desestimulan la producción campesina y que ha creado un gran malestar dentro de ese sector de la población, sin cuyo apoyo es imposible salvar la revolución rusa. (52) Esa política es reemplazada por un impuesto en especies en marzo de 1921.

    El dirigente bolchevique fundamenta este viraje estratégico de la siguiente manera:

    «No hay duda de que en un país donde la inmensa mayoría de la población está formada por pequeños productores agrícolas, puede realizarse una revolución socialista sólo mediante toda una serie de medidas de transición especiales, que serían superfluas en países capitalistas altamente desarrollados, donde los trabajadores asalariados en la industria y la agricultura constituyen la vasta mayoría. Los países capitalistas desarrollados tienen una clase de trabajadores asalariados rurales formada a lo largo de muchas décadas. Sólo esta clase puede apoyar social, económica y políticamente una transición directa al socialismo. Sólo en países donde esta clase está suficientemente desarrollada es posible pasar directamente del capitalismo al socialismo, sin necesidad de medidas de transición especiales en todo el país. En muchos trabajos escritos, en todas nuestras intervenciones públicas y en toda la prensa hemos subrayado que éste no es el caso de Rusia, que aquí los obreros industriales son una minoría y los pequeños agricultores son una vasta mayoría. En un país así, la revolución socialista puede triunfar sólo con dos condiciones.

    »Primero, si es apoyada oportunamente por una revolución socialista en uno o varios países avanzados. Como ustedes saben, hemos hecho mucho más que en el pasado para lograr esta condición, pero eso no basta para que llegue a ser una realidad.

    »La segunda condición es el acuerdo entre el proletariado, que ejerce su dictadura, es decir, tiene en sus manos el poder estatal, y la mayoría de la población campesina [...]. Sabemos que mientras no estalle la revolución en otros países, sólo el acuerdo con el campesinado puede salvar la revolución socialista en Rusia.» (53)

    En los primeros meses de 1921 Lenin piensa que se puede satisfacer económicamente al campesinado me­dio mediante la sustitución del sistema de requisa de excedentes por el de la libertad de intercambio de productos entre el campo y la ciudad.

    Esta medida presuponía «realizar en todo el país un intercambio más o menos socialista, de produc­tos industriales y productos agrícolas, y por me­dio de este intercambio de mercancías restablecer la gran industria, como único fundamento de la or­ganización socialista». (54)

    Pero en octubre de ese mismo año, debe reconocer que en lugar de producirse el intercambio físico de mercancías este intercambio «tomó la forma de compraventa» (55), de «comercio».

    «Ahora nos vemos obligados -concluye- a retroceder un poco más, no sólo al capitalismo de estado, sino a la regulación estatal del comercio y de la circulación monetaria. Sólo por este camino, más largo aún que el previsto, podemos restaurar la vida económica.» (56)

    En esas circunstancias, la reanimación del comer­cio interior pasa a ser el eslabón decisivo (57).Sólo si esto se logra se podrá avanzar en la cons­trucción de las nuevas relaciones de producción.

    d. Un desenlace incierto

    «Desde el punto de la estrategia -dice- el pro­blema fundamental es el siguiente: [...] ¿a quién seguirá el campesinado?, ¿al proletariado que quiere construir la sociedad socialista, o al ca­pitalista que dice: ‘Retrocedamos, es más seguro; no sabemos nada de ese socialismo que han inven­tado’?»

    «He aquí a qué se reduce la guerra actual: ¿quién vencerá, quién se aprovechará primero de la situa­ción?» (58)

    Y más adelante agrega: «Todo el problema es quién tomará la dirección». O los capitalistas «logran organizarse primero, en­tonces echarán a los comunistas y no habrá discu­sión posible»; o «el poder estatal proletario de­mostrará estar capacitado con el apoyo del campe­sinado, para mantener a los capitalistas con la rienda corta, de modo de dirigir el capitalismo por los canales estatales y crear un capitalismo que se subordine al estado y lo sirva.»

    «El desenlace de la lucha -agrega- depende de que tengamos éxito en organizar a los pequeños campe­sinos sobre la base del desarrollo de sus fuerzas productivas con la ayuda del poder proletario para ese desarrollo, pues de lo contrario lo harán los capitalistas.» (59)

    Pero, a pesar de las enormes dificultades que afronta el poder soviético para llevar adelante la revolución en medio de un total aislamiento internacional, el último texto publicado de Lenin, en marzo de 1923 -pocos días antes de sufrir «un segundo ataque que lo abatió brutalmente, privándolo del uso de la palabra» (60)-, refleja optimismo. El máximo dirigente de la revolución rusa dice que «la victoria definitiva» del socialismo a nivel mundial «está plena y absolutamente asegurada» y que mientras ello ocurra el gobierno soviético debe seguir la siguiente política para salvarse, para impedir que los estados contrarrevolucionarios de Europa occidental lo aplasten: «tratar de construir un estado en el cual los obreros sigan dirigiendo a los campesinos», en que conserven su confianza. [...]

    [...] Si logramos que la clase obrera siga dirigiendo al campesinado -afirma-, podremos, mediante estrictas economías en la vida de nuestro estado, utilizar todo ahorro para el desarrollo de nuestra gran industria maquinizada, para el desarrollo de la electrificación, de la extracción hidráulica de la turba, para terminar la construcción de la central hidroeléctrica de Vóljov, etc.

    »En esto y sólo en esto residen nuestras esperanzas. Sólo entonces podremos, hablando en sentido figurado, apearnos de un caballo para montar otro, pasar del mísero caballo campesino, del mujik, del caballo de una economía calculada para un país arruinado, al caballo que el proletariado está buscando y debe buscar: el caballo de la gran industria maquinizada, la electrificación [...]» (61)

    8. Capitalismo de estado y gran industria: la base

    material del socialismo

    En ese momento repite lo que ya había planteado en los inicios de la revolución: la necesidad de «acrecentar las fuerzas productivas y restaurar la gran industria, como única base de la sociedad socialista [...].» (62)

    «La única base real para multiplicar nuestros recursos y crear la sociedad socialista, es una y sólo una: la gran industria -dice-. Sin grandes fábricas como las que ha creado el capitalismo, sin una gran industria altamente desarrollada, es imposible el socialismo en general, y mucho menos en un país campesino [...].» (63)

    a. Especialistas burgueses

    Pero debido a que la URSS estaba detrás del más atrasado de los países de Europa occidental, «en cuanto a la organización de un buen capitalismo de estado, en cuanto [al] nivel cultural y al grado de preparación de la producción material para la implantación» del socialismo, (64) el desarrollo de la gran industria no era posible sin «la inmediata, amplia y múltiple utilización de los especialistas de la ciencia y la técnica» heredados del capitalismo. (65)

    El poder soviético se vio así obligado a recurrir a estos especialistas y para atraerlos debió darles un trato especial, un salario muy por encima del salario del obrero. Lenin no oculta que esto es «contemporizar», que es apartarse «de los principios la Comuna de París» (66) y considera que esto no se le debe ocultar al pueblo, hacerlo «sería descender al nivel de los políticos burgueses [...]. En cambio, explicar francamente cómo y por qué se ha retrocedido un paso [...] significa educar a las masas y aprender de la experiencia, aprender con ellas a construir el socialismo. [...]» (67). Según el dirigente bolchevique debían marchar hacia el socialismo precisamente a través la dirección capitalista de los trusts, a través de la gran producción maquinizada, a través de empresas de varios millones de rublos de circulación por año. (68)

    La idea era utilizar a los especialistas burgueses controlados por comisarios obreros o comités obreros. Estos tenían el derecho, no sólo de apelar a sus órdenes, sino también de lograr su destitución por medio de los órganos del poder soviético.

    b. Dictadura en la producción

    Pero, además de esta asesoría burguesa, Lenin consideraba que la gran industria exigía la existencia de «una unidad de voluntad estricta y absoluta», para dirigir «el trabajo común de centenares, millares y decenas de millares de personas» (69) y que la tarea del partido debería consistir en «guiar» a las masas «por el camino que las ayudase a coordinar las discusiones en las reuniones públicas sobre las condiciones del trabajo con la subordinación incondicional a la voluntad del dirigente soviético, dictador durante el trabajo», insistiendo en que se debía aprender a combinar la democracia en las reuniones públicas con la «disciplina férrea durante el trabajo.» (70)

    9. Deformaciones burocráticas del estado

    Y mientras tanto ¿qué había ocurrido con la otra premisa del socialismo: la dominación del proletariado en Estado? ¿Se logró crear un nuevo estado como lo imaginaba Lenin en El estado y la revolución?

    El dirigente bolchevique se dio muy pronto cuenta de que el atraso del pueblo ruso dificultaba enormemente su participación activa en los soviets. En marzo de 1919 sostiene que «el bajo nivel cultural hace que [éstos], que son por su programa órganos de gobierno de los trabajadores, sean en realidad órganos de gobierno para los trabajadores, por medio del sector avanzado del proletariado, pero no por medio de las masas trabajadoras.» (71) Y esta situación no es superada a lo largo de los años.

    Por otra parte, no sólo la participación popular activa no es la esperada, sino que el aparato mismo ha cambiado muy poco. En uno de sus últimos textos Lenin sostiene que éste es «en máximo grado una supervivencia del pasado [y que ha] sufrido en mínimo grado transformaciones sustanciales.» (72) Días antes lo había descrito como «una mezcolanza burguesa y zarista» que no había sido posible cambiar en el curso de los cinco últimos años, tanto por no contar con la ayuda de los países avanzados, como por la necesidad de concentrarse la mayor parte del tiempo en las «acciones militares y en la lucha contra el hambre.» (73)

    Si leemos sus últimos escritos encontraremos en ellos una constante preocupación por la «úlcera burocrática» que lo afecta. (74) En enero de 1922, en su último texto acerca del papel de los sindicatos, llega a plantear que no se puede «renunciar de ningún modo a la lucha huelguística» siempre que ésta esté dirigida contra las desviaciones burocráticas del estado proletario, aclarando, sin embargo, que esta lucha es muy distinta a la que se realizaba bajo el régimen capitalista. En ese caso se luchaba por destruir el estado burgués, y en este caso se lucha por fortalecer el poder proletario al luchar contra las «deformaciones burocráticas» de este estado, contra sus enormes debilidades, contra «todo género de resabios del viejo régimen capitalista y sus instituciones, etcétera.» (75)

    Pero, no sólo el «burocratismo» había penetrado en el aparato soviético, sino también en «el aparato partidario», debido al estrecho entrelazamiento entre ambos aparatos (76), ya que «la dirección del partido lo es también del aparato soviético». (77)

    10. Errores cometidos frente las nacionalidades y las minorÍas nacionales

    Por último, Lenin murió preocupado por la cuestión nacional.

    El partido bolchevique había defendido desde muy temprano el derecho de las naciones oprimidas a su separación del estado opresor y, al mismo tiempo, proponía la más completa igualdad para las minorías nacionales dentro de una misma nación. (78) El dirigente bolchevique, por su parte, no sólo era partidario de la autodeterminación sino de la más completa igualdad de idiomas, y para lograrlo llegó a proponer incluso, «la abolición de un idioma oficial». (79) Atribuía la hostilidad existente contra el idioma ruso a su implantación forzada a la población no rusa. (80)

    Sin embargo, una vez en el poder, no todos los dirigentes bolcheviques fueron coherentes con estos planteamientos. De hecho, en uno de sus últimos escritos Lenin expresa duras críticas a la forma violenta y ultrajante en que Stalin manejó las reivindicaciones nacionalistas de Georgia. (81) Para evitar este tipo de abusos piensa que «se debe elaborar un código minucioso», e insiste en que para que éste tenga éxito debe ser redactado por personas provenientes de las naciones oprimidas. Es tal la importancia que otorga a esta cuestión que llega a plantearse la posibilidad de «dar marcha atrás en lo que se refiere a la conformación de la unión de repúblicas socialistas soviéticas», limitando los acuerdos sólo a los «asuntos militares y diplomáticos» y restableciendo en todos los demás aspectos la total independencia de los diferentes comisariatos del pueblo.» (82) Distingue entre la «necesidad de unirse contra los imperialistas de Occidente, defensores del mundo capitalista», medida que aprueba calurosamente, y la adopción de actitudes imperialistas hacia nacionalidades oprimidas, «aunque sólo sea en cuestiones de detalle[...].» (83)

    11. Reflexiones finales

    No quisiera terminar esta breve exposición sin sugerir algunos temas de reflexión que surgen de los planteamientos desarrollados por Lenin. ¿Es posible construir el socialismo en países atrasados sin el triunfo de una revolución socialista en algunos de los países avanzados, es decir, sin el apoyo económico, técnico y cultural proveniente de ellos? ¿En qué se diferencia la situación de un obrero de una gran industria capitalista y de una gran industria socialista, en lo que a la esfera de la producción se refiere? ¿Cómo se crea el sujeto social protagónico de la nueva sociedad si por una parte el desarrollo industrial exige una sujeto disciplinado, sometido a la autoridad personal de los dirigentes de la economía y, por otro, no existe una participación popular masiva en los soviets, que, además, van perdiendo dinamismo y relevancia? ¿Cuál es el verdadero origen de las desviaciones burocráticas, no tendrá que ver en ello, más un exceso de centralismo que el atraso cultural del pueblo?

    NOTAS

    1. Utilizo aquí la edición argentina de las Obras completas de Lenin de la Editorial Cartago, 1970-1971.

    2. Lenin, La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla (10-14 sept. 1917), t.26, p.442.

    3. Lenin, Conferencia de las secciones del POSDR en el extranjero (19 feb. 1915), t. 22, p. 253.

    4. Lenin, «Resolución sobre la situación actual», en Séptima Conferencia (de abril) de toda Rusia del POSDR (24-29 de abril de 1917), en Obras completas, t. 25, p. 273.

    5. Lenin, Infantilismo «de izquierda» y la mentalidad pequeñoburguesa (5 mayo 1918), t.29, p.99.

    6. Lenin, Conferencia del PC(b)R de la Provincia de Moscú (20-22 noviembre 1920, O.C., t.34, p.124.

    7. Lenin, La consigna de los estados Unidos de Europa (23 agosto 1915), t. 22, p. 449. Un año después ha llegado a la conclusión -según él «indiscutible» de que «el socialismo no puede triunfar simultáneamente en todos los países. Triunfará primero en uno o varios países, mientras los demás seguirán siendo, durante algún tiempo, burgueses o preburgueses» (El programa militar de la revolución proletaria, (sep.1916) t.24, p.83.

    8. Lenin, Tercer Congreso de toda Rusia de los Soviets, (enero 1918), t. 28 p. 150).

    9. Recordemos aquí que semanas antes del triunfo de febrero había afirmado: «.... nosotros, los de la vieja generación quizá no lleguemos a ver las batallas decisivas de esa futura revolución» (Informe de la Revolución de 1905 (enero 1917), t.24 p. 274).

    10. Lenin, VII Conferencia (abril) de toda Rusia del POSDR (b) (24-29 abril de 1917), t.25, p.274.

    11. Lenin, Ibidem.

    22. Op. cit. p. 441.

    33. Op. cit. p. 443.

    44. Lenin, Las tareas del proletariado en la actual revolución, (7 de abril de 1917) t. 24, p.491.

    55. Lenin aclara en otro texto el contenido de estos pasos. Se trata de «pasos condicionados y determinados por el nivel técnico y cultural: en la agricultura basada en las haciendas campesinas es imposible ‘implantar’ la gran producción mecanizada; en la fabricación del azucares imposible suprimirla [...]». (Lenin, La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla (10-14 sept. 1917), t.26 p.442.

    66. Lenin, La revolución proletaria y el renegado Kautsky, (oct. nov. 1918), t. 30 pp. 150.

    77. Lenin, VII Conferencia de toda Rusia del POSDR (24-29 abril) t. 25 p. 276.

    88. Lenin, Posición de principios respecto a la guerra, (dic. 1916), t. 24 p. 162. Se trata de un artículo dirigido a los socialdemócratas suizos.

    99. Lenin, Cartas sobre la táctica (8-13 de abril 1917), t. 24 p. 464.

    20. Lenin, Las tareas del proletariado en la actual revolución, (7 de abril 1917), t. 24, p. 437.

    21. Lenin, A los ciudadanos de Rusia, (25 octubre 1917), t. 27, p. 347.

    22. Lenin, X Congreso del PC (b), (15 marzo de 1921), t.35 p.57.

    23. Lenin, La tercera internacional, (15 abril 1919), t. 31, p. 179.

    24. Lenin, A la población, (5 nov. 1917), t. 27 p. 409.

    25. Lenin, Tercer Congreso de toda Rusia de los Soviets, t. 28 p. 159. Igual cosa afirma en marzo en el Cuarto Congreso extraordinario de toda Rusia de los Soviets, t. 28 p. 405.

    26. Lenin, Para la historia de una paz infortunada (7 enero 1918). t.28 p. 119. en abril de 1919, sostiene: «ahora solo unos cuantos meses nos separan de la victoria sobre los capitalistas en el mundo entero», (Sesión Plenaria del Consejo central de Sindicatos de toda Rusia), t.31 p. 170.

    27. En los textos más teóricos Lenin usará los términos con mayor precisión y dirá: período de transición del capitalismo al comunismo.

    28. Lenin, Tercer Congreso de toda Rusia de los Soviets, (Informe sobre la actividad del Consejo de Comisarios del Pueblo, 11 enero 1918) t. 28, p. 144.

    29. Lenin, Séptimo Congreso Extraordinario del PC (b)R (7 marzo 1918), t. 28 p.301.

    30. Lenin, VI Congreso Extraordinario de los Soviets, (8 nov. 1918) t. 29 p. 471.

    31. Lenin, Discurso en la reunión conjunta del CEC de toda Rusia..., (29 jul. 1918) t. 29 pp. 330-331.

    32. Op.cit. pp.535-536.

    33. Op.cit. pp.536-537.

    34. Op.cit. pp.537-538.(Las negritas son de M.H.)

    35. Op.cit. p.538.

    36. Op.cit. p.534.

    37. Op.cit. p.539.

    38. Lenin Discurso en el Congreso de los obreros del Transporte (27 marzo 1921) t.35, p.128.

    39. Lenin, III Congreso de la Internacional Comunista, p.38l.

    40. Lenin, Mejor poco, pero mejor (2 marzo 1923) t.36, p.534.

    41. Disminuyó el número de los grandes pro­pietarios de tierras y el de los campesinos sin tierra. El campo ruso se hizo más pequeño burgués.

    42. Op.cit. p.132.

    43. Lenin, Informe sobre la sustitución de la requisa de exceden­tes por un impuesto en especie (15 marzo 1921) en el X Congreso del PC(b)R, t. 35, p.67.

    44. Lenin advierte, sin embargo, que no se les debe perder de vista porque son algo más que refugiados, representan a «los agentes del capital mundial, que trabajan para él y junto a él». Lenin, Discurso en el Congreso de los obreros del Transporte, Op.cit. pp.133-134.

    45. Lenin, Informe sobre la actividad política del CC del PC(b)R (8 marzo 1921) en: X Congreso del PB(b)R, t.35, p.28.

    46. Op.cit. p. 135.

    47. Lenin, Ante el IV Aniversario de la revolución de octubre (18 oct. 1921), t. 35 p. 491.

    48. Lenin, Informe sobre la sustitución de la requisa de exceden­tes por un impuesto en especie (15 marzo 1921) en el X Congreso del PC(b)R, t. 35, pp.66-67.

    49. Op.cit. p 67.

    50. Lenin, Informe sobre la sustitución de la requisa..., p.68.

    51. Lenin, La política interna y exterior de la República, Informe del CEC de toda Rusia y del CCP (23 de dic. 1921) en: IX Congreso de toda Rusia de Soviets, t 36, p.75.

    52. Este tema específicamente será desarrollado en forma amplia en el libro Instrumentos leninistas...

    53. Lenin, Informe sobre la sustitución de la requisa de excedentes por un impuesto en especie. (15 marzo 1921) en X Congreso del PC(b), t. 35 pp. 57-58.

    54. Lenin, Informe sobre la Nueva Política Económica (29 oct. 1921) en: VII Conferencia del Partido en la Provincia de Moscú, t.35, p.541.

    55. Ibid.

    56. OP. cit. p.542.

    57. Lenin, La importancia del oro (5 nov.1921) t.35, p.557.

    58. Lenin, La nueva política económica y las tareas de las comisio­nes de educación política (19 oct. 1921) t. 35, p.501 Las cursivas son de M.H.

    59. Op.cit. p.505.

    60. Gerard Walter, Lenin, Barcelona, Grijalbo, 1967, p. 444.

    61. Lenin, Mejor poco, pero mejor (2 marzo 1923), t. 36 p. 536-537.

    62. Lenin, VII Conferencia del Partido en la Provincia de Moscú (31 de octubre-de 1921), O.C., t.35, p.299.

    63. Lenin, X Conferencia de toda Rusia del PC(b)R (26-28 mayo 1921), Obras completas, t.35, p.299.

    64. Lenin, Infantilismo «de izquierda» y la mentalidad pequeñoburguesa (5 mayo 1918), t.29, p.99

    65. Lenin, Proyecto de programa del PC(b)R (25-27 de febrero de l919), t. 30, p.470. Lenin considera que no hay nada de marxismo en quienes «no ven que el socialismo es imposible sin aprovechar las conquistas de la técnica y la cultura creadas por el gran capitalismo. [...] únicamente son dignos de llamarse comunistas quienes comprenden que es imposible crear o implantar el socialismo sin aprender de los organizadores de los trusts. Pues el socialismo no es una fantasía, sino la asimilación y aplicación por la vanguardia proletaria que ha conquistado el poder, de lo que ha sido creado por los trusts. [ y para el proletariado necesita] a los especialistas altamente calificados del capitalismo. ( Infantilismo «de izquierda» y la mentalidad pequeñoburguesa (5 mayo 1918), t.29, p.104.

    66. Lenin, Las tareas inmediatas del poder soviético, (28 mayo 1918), t.28, p.456. Ver misma idea en : Discurso pronunciado en el I Congreso de toda Rusia de Consejos de Economía Nacional (28 de mayo 1918), t. 28. p.170.

    67. Lenin, Las tareas inmediatas del poder soviético, (28 mayo 1918), t.28, p.457.

    68. Op.cit. p.102.

    69. Lenin, Las tareas inmediatas del poder soviético (28 mayo 1918), t.28, p.476 . Lenin cita estos textos dos años más tarden su «Discurso sobre la construcción económica» (31 de marzo 1920), en IX Congreso del PC(b)R ( 29 de marzo-6 de abril de 1920), t.33, p.59.,

    70. Lenin, Op.cit. p.478.

    71. Lenin, Informe sobre el programa del partido (19 de marzo 1919) en VIII Congreso del PC(b)R, t.31, p.51.

    72. Lenin, ¿Qué debemos hacer con la inspección obrera y campesina? (9 de enero de 1923), Obras completas, t.36, pp.510-511.

    73. Lenin, El problema de las nacionalidades de la «autonomización» (30 de diciembre de 1922), Obras completas, t.36, p.485.

    74. Lenin,, X Congreso del PC (b)R (16 de marzo de 1921), en Obras completas, t. 35, p.35.

    75. Lenin, Sobre el papel y las funciones de los sindicatos (30 de diciembre de 1921-4 de enero de 1921), Obras completas, t, 36, pp. 109-110.

    76. Lenin, Informe en la Asamblea General de los comunistas de Zamoskvorechien (29 de noviembre de 1920) O.C., t.34, p.143.

    77. Lenin, Conferencia del PC(b)R de la Provincia de Moscú (20-22 noviembre 1920, O.C., t.34, p.126.

    78. «¡Nada de privilegios para ninguna nación, para ningún idioma! ¡Ni la menor opresión, ni la más mínima injusticia respecto a una minoría nacional!: tales son los principios de la democracia obrera», afirmaba en 1913. (Lenin, La clase obrera y el problema nacional (3 de mayo de 1913), t.19, p.294).

    79. Lenin, Una vez más sobre la separación de las escuelas por nacionalidades (17 de dic. 1913), t.20, p.330.

    80. Lenin, Notas críticas sobre el problema nacional (oct-dic. 1913), t.20, p.348. Ver también: Lenin, Cómo se corrompe a los obreros con el nacionalismo refinado (10 mayo 1914), t.21, p.201.

    81. «Se entiende que la responsabilidad política de esa campana nacionalista auténticamente gran rusa debe imputarse a Stalin y Dzerzhinski.» (31 de diciembre), Continuación de las notas sobre El problema de las nacionalidades o de la «autonomización», O.C. t.36, p.489.

    82. Ibidem.

    83. Op.cit., p.490.

    Otros escritos de esta autora:Martha Harnecker

    En mi caso particular encontré el texto de manera casual, y no conocía mucho de la autora, aunque hay varios hilos en el foro de ella.

    Saludos

      Fecha y hora actual: Vie Nov 22, 2024 1:03 am