Libro de Victor Mazzi Trujillo publicado en 1976; hizo una selección donde rescató la poesía proletaria escrita en el Perú.
Introducción, selección y notas de Víctor Mazzi T.
Ediciones de la Biblioteca Universitaria.
Director: Francisco Carrillo.
Lima, 1976.
INTRODUCCIÓN
No resulta fácil efectivizar un trabajo expositivo de la poesía proletaria en el Perú, ya que de por sí ello constituye un hecho nada ordinario en los registros informativos de casi toda la literatura iberoamericana. Creemos sin embargo, haber logrado captar para su transmisión gran parte de la poesía representativa del proletariado peruano, cuya temática informa sus explícitos modos de pensar y sentir, tan distintos por cierto al frecuente quehacer de los laboratoristas del existencialismo conflictivo y al de los conservadores del idealismo metafísico. Poética obrera de índole colectiva que en múltiples oportunidades ha sido calificada (por obvios motivos) de clandestina, subversiva o informal y que ahora presentamos en nuestras páginas con su natural gravitación. Creación y mensaje del pueblo trabajador, no oficial ni particular, que de sus inicios asume una posición comunitaria y una ubicación clasista en defensa de sus propios intereses. Y que antes de penetrar de lleno a su exposición obligadamente debemos catalogarla con una breve reseña de su contexto histórico exterior a fin de conocer la confluencia de los factores que han hecho posible su desarrollo y crecimiento numérico en nuestras latitudes. Al mismo tiempo que alcanzamos la manifestación de sus propios fundamentos como de sus elementos de juicio, además de que ofrecemos una sucinta bio bibliografía correspondiente a los autores nacionales. Una vez concluida la jornada en cuanto a sus referencias y expuesta la variedad de las producciones, se ha de lograr, con seguridad, comprender cabalmente la poesía proletaria peruana que viene a configurar en su íntegra expresión todo un móvil de sensibilidad y acción de influjo revolucionario y, por cuya razón, modifica socialmente la composición de la actividad literaria.
SIGNIFICACIÓN
Si en primera instancia estudiamos el qué, el cómo y el por qué de la literatura y el arte proletarios, hemos de saber que su significado exterioriza una concepción y un punto de vista estético ideológico del proletariado intelectual o del intelectual proletario con profunda conciencia de clase al expresar y comunicar –con un estilo dialéctico materialista, movido por sus propios intereses- la vivencia y experiencia de la cuestión social y política de la clase obrera, cuya naturaleza siempre entrañe y perfile una fisonomía clasista en tanto se halle la sociedad dividida en clases. Vale decir: es un reflejo objetivo de la vida social –y no en abstracto- que obedece a la mecánica de la lucha de clases con un método que sólo se ha hecho posible a causa y consecuencia de las necesidades del proletariado. Y, por consiguiente, sus escritores y artistas representativos bien pueden serlo tanto por su origen social o por su posición ideológica, de acuerdo con el sentimiento y la conciencia revolucionaria de la clase obrera.
RAÍZ Y ASCENDENCIA
Veamos ahora dónde y cuándo originalmente se producen los primigenios pasos de sus fundamentos y enunciados. Aparecieron sin lugar a dudas, en Francia un poco antes de mediados del siglo pasado o sea, en el período de agitación revolucionaria de 1830 a 1848, frente a la explotación y expoliación impuestas por el régimen burgués de Luis Felipe de Orleáns. Concurren a su vislumbramiento, por un lado, Flora Tristán –autora peruana de la Unión Obrera- con su predica internacionalista y la novelista francesa George Sand (Aurora Dupin) con su adhesión moral; y, por otra parte, los destacados luchadores socialistas Louis Auguste Blanqui, Pierre Leroux, y Louis Blanc, pero quienes suscriben sus puntos de partida son Carlos Marx y Federico Engels al presentar el célebre Manifiesto del Partido Comunista en el que
“Se traza- dice Vladimiro Ilich Ulianov, Lenín- una nueva concepción del mundo, el materialismo consecuente, que también abarca la esfera de la vida social; la dialéctica, la doctrina más completa y profunda sobre el desarrollo; la teoría de la lucha de clases y del papel revolucionario del proletariado”.
En aquella etapa histórica en que se realizan manifestaciones e insurrecciones obreras tanto en Lyon como en París, se revelan los primeros acentos que dan inicio a la literatura y el arte proletarios. Así se yerguen, ante el auge del romanticismo galo, las composiciones de clamor y protesta del tonelero Vigier, autor del Himno Unión Universal Obrera, del tejedor Magu, del cerrajero Guilland, del peluquero Jasmin, del panadero Reboul, del zapatero Savinien Lapointe, del albañil tolonés Charles Poncy, a la vez que se editaba el poemario Canciones de Compañeros del carpintero Agricol Perdiguier, en las que se expusieron temas acerca de los problemas ocasionados por las formas de producción artesanal.
Y entre los años de 1849 y 1871 se hacen presentes los poetas de la Joven Alemania como Georg Herwegh, creador del Himno Unión General de Trabajadores Germanos y del libro Poemas de un Hombre Vivo, Ferdinand Freiligrath con su obra poética Los Muertos a los Vivos y junto a ellos el lírida Heinrich Heine con Romancero. Corresponde también mencionar en este mismo período a los poetas combatientes de la Comuna de París, Louis Michel, Clovis Hughes, J.B. Clement y Eugen Portier, autor de la Internacional, himno de los trabajadores del mundo, igualmente la insurgencia creadora del primer novelista obrero y comunard Jules Vallés.
POESÍA PROLETARIA RUSA
Con la publicación del cuaderno colectivo de poesía Sonidos Materiales de Alejo Maschirov, Alejandro Pomorsky y Basilio Alejandrovsky, en 1889, se origina la poética proletaria rusa. Brote germinal que se ha de desarrollar con el primer intento revolucionario de 1905 y en el que se cuenta la activa participación del novelista Máximo Gorka como de los poetas Eugenio Rodionov con su libro intitulado Versos, I Gavrilov con su poemario Al rayar el Alba, Jorge Nachaiev con sus Canciones Obreras y Damian Biedny con sus Fábulas. A los que seguirán en 1911 Canciones, del bardo campesino Klichcov, en 1915 Nuestras Canciones de Eugenio Tarasov y Felipe Schkuliev y en 1916 Caledonia Irisada de Iessenin.
Con el triunfo de la revolución bolchevique de 1917 y la consiguiente transformación social y económica se constituyeron de inmediato organizaciones de difusión científica y literaria como la Prolecult y la RAAP (Asociación de Escritores Proletarios) que tuvieron entre otras tareas la de discutir los iniciales planteamientos estéticos como de cohesionar los ejércitos de la literatura y el arte proletarios con el decidido comando de Cartas sobre Literatura Proletaria, Anatoly Vasilevich Lunascharsky. Organismos donde se preocuparon de cuestiones esenciales como el espíritu del partido en el arte, la influencia de la revolución sobre el desarrollo de la cultura, la importancia del arte en la lucha de clases del proletariado y la relación entre la ideología y la obra. Y con estas motivaciones emergieron calificados poetas obreros como Vladimiro Kirilov, Gregorio Sannicov, Miguel Guerasimov, Sergio Obradovich, Nicolás Tijonov, Elías Selvinsky, Miguel Syletov, Nicolás Polataiev, Basilio Casin, Alejandro Biseminsky, Josef Utkin, Alejandro surcov y juntamente con ellos los narradores Juri Lebedinsky, Dimitri Furmanov, Serigio Semoniov, Hedor Gladkov, Alejandro Yarov, A. Serafimovich, Alejandro Nieverov, Nicolás Liaschcov, Vladimiro Bajmettev, Alejo Novicov, Pablo Nisovoy, Hedor Panferov y Artemio Viesely.
POESIA PROLETARIA EUROPEA
Así mismo merece citarse –a riesgo de dilatar la enumeración- la concurrencia de poetas y escritores europeos que comenzaron a insurgir durante el período de la revolución proletaria rusa y la nueva agitación de los pueblos como respuesta de la clase trabajadora a la clase capitalista; ya que los teóricos burgueses, de antiguo, no sólo le han negado capacidad para asumir el poder y conducir la economía de su país, sino que le han negado también en los dominios de la creación literaria la capacidad para cultivar y generar una literatura y un arte propios. Respuestas que se encuentran sustentadas en las obras del poeta Francis André y del escritor Stijn Streuvels, ambos belgas de nacimiento, de los narradores franceses Georges Navel y M. Constantin-weyer, de los novelistas italianos Vasco Pratolini y Elio Vittorini, de los poetas alemanes Gerrit Engelke, Karl Bröger, Max Barthel, Heinrich Lersch, Bertold Brecht y de los escritores Ernest Toller y Oscar María Graf, del prosista noruego Knut Hamrun, del narrador rumano Panait Istrati, de los noveladores ingleses George Gissing, D.H. Lawrence y el cuentista Allan Sillatoé, de los poetas antifascitas españoles Miguel Hernández, Arturo Serrano Plaja, Victoriano Crémer, Julio Mateu, Manuel Pacheco, Salustiano Masó, Manuel Pilares, Nuria Pares, Eladio Cabañero y Juan Cervera Sánchez.
POESÍA PROLETARIA LATINOAMERICANA
En nuestra América también emergen desde el fondo de los suburbios y de los recodos de los poblados una pléyade de aedos y narradores proletarios, naturalmente como consecuencia del impacto de la victoriosa revolución de los trabajadores rusos y el creciente influjo del sindicalismo combativo en la ciudad de Buenos Aires en 1923, esgrimiendo el barrio obrero de Boedo. Movimiento en que,
“De sus comienzos –expresa uno de sus co-fundadores- el grupo asumió posiciones inequívocas acerca de los problemas, no sólo de la literatura y el arte, sino de la sociedad, señalando y denunciando por todos los medios de difusión en alcance las lacras y las injusticias del régimen capitalista”.
Se fundó el grupo Boedo a iniciativa del buido escritor Elías Castelnuovo y lo conformaron el recio poeta Alvaro Yunque, el vigoroso narrador Leonidas Barletta, los poetas Gustavo Riccio, Juan Guijarro, Nicolás Olivari, Raúl Gonzáles Tuñon, José Portogalo, los hermanos Rodolfo y Juan Sebastián Tallón, los novelistas Roberto Arlt, Enrique Amorío y Ernesto L. Castro, los escritores Roberto Mariano, Luis Emilio Soto, Salas Subirat, Armando Stiro, Pedro Godoy y Aristíbulo Echegaray, el escultor Agustín Riganelli, el pintor y escenógrafo Abraham Vigo y el consagrado cantante Felipe Romito.
Dos décadas después aparecerá el gran poeta José Pedroni y años más tarde, en 1958, se producirá la revelación de los líridas Juan Gelman, Rosario Mase, Héctor Negro, Juana Bignozzi, Hugo Ditarante, Guillermo B. Arispe, Alberto Wainer, Silvain y Navalesi, quienes darán fundación y actividad al grupo literario El Pan duro. A los que seguirán cronológicamente los miembros del grupo “Barrilete” con el comando de Roberto R. Santoro y C. Patiño y la presencia de Humberto Constantini, Juan Alberto Vásquez y Julio Huasi. Actualmente prosiguen esa renovada brega los poetas obreros y miembros del grupo literario El Ladrillo con Oscar R. F. García, Jorge Alejandro Boccanera (Primer Premio de Poesía Casa de las Américas 1975), Eugenio Mandrini, María del Carmen Colombo y María del Carmen Vitullo.
La creatividad de la poesía proletaria en Cuba cuenta con autores valiosos como Manuel Navarro Luna, Regino Pedroso, Félix Pita Rodríguez y el extraordinario poeta Nicolás Guillén. A los que le debemos agregar los nombres de los novelistas obreros Carlos Lobería y Carlos Montenegro. Y en la actualidad es notable el mensaje revolucionario de los aedos obreros galardonados en el Concurso Literario de la revista Trabajo, 1961, José García Maku, portuario de la bahía de Matanzas, José Irene Valdez, trabajador del Matadero Nacional Lawton La Habana, Guillermo Andreu Alonso, Lalita Curbelo Barbarán y Elsa Tormo Landa.
En Chile se dan primigeniamente las obras de los poetas proletarios como Zoilo Escobar, Carlos Pesoa Véliz, Francisco Pezoa, José Domingo Gómez Rojas y Manuel Rojas, el penúltimo muerto en prisión por sus ideales y el último, renombrado autor de cuentos y novelas de la vida obrera. Y de manera más reciente podemos mencionar a Juan Negro, Gerardo Seguel, Jesús Brito, Victoriano Vicario, Raúl Mellado y Rogel Castor.
En México hallaremos voces como la de Carlos Gutiérrez Cruz, Jesús Sansón Flores, Rubén Bonifaz Nuño y la contemporánea del poeta Efraín Huertas.
POESÍA PROLETARIA PERUANA
Existen, en primer término, algunos trabajos poéticos así como referencias a sus autores que pertenecen al pasado y que hoy llegan, indudablemente, a constituir notables anticipaciones de la poesía proletaria en el Perú. No todo pues ha sido por suerte literatura de clérigos durante la época de la colonia ni tampoco de gravísimos doctores en los albores de la república. Alcanzamos ejemplares, muestras de poesía testimonial y denunciatoria de otros períodos de nuestra historia en los poemas inolvidables de Juan del Valle y Caviedes (1652-1694), de Gabriel Aguilar y Narvarte (1773-1805) y de Constantino Carrasco (1841-1877).
Se podrá advertir –mucho después que nuestros anticipadores y a cinco lustros más o menos del presente siglo [XX]- los primerizos tanteos de acercamiento de parte de poetas postmodernistas e indigenistas hacia un pronunciamiento de solidaridad con el proletariado, tanteos de orden doctrinario que se han de desvanecer en una poemática de esguinces vanguardistas y estilizaciones a modo de cada quien; ya que esos mismos tanteos obedecían, más que un aproximado sentimiento de clase, a un instante de carácter intelectivo, tal conforme se evidencia en obras de Armando Bazan, Esteban Pavletich, Serafín Delmar, Magda Portal, Juan José Lora y otros autores insertos en selecciones informativas correspondientes a Alberto Guillén y Luis Alberto Sánchez.
Recién y solamente con los planteamientos estéticos y políticos (basados en la dialéctica materialista) tanto de José Carlos Mariátegui como de César Vallejo, será posible la apertura del sentido poético proletario o sea de una poesía de la clase obrera en oposición a la decadente lírica burguesa, como veremos párrafos adelante.
Algunos otros propósitos también se darán o se dan, a partir de 1950 a nuestros días, originados emotivamente en las vertientes literarias de la pequeña burguesía progresista, bajo las no dilucidadas denominaciones de poesía social-realista, poesía comprometida y poesía de realismo continuo, en las que muchos escritores (de producciones tamizadas y formalistas) han tratado o tratan de volcar o decantar su emoción o adhesión política sin lograr suscitar la atención en el oído colectivo del proletariado ni adecuarse al decurso de la temática ideológicamente proletaria. De ahí que no haya sido posible a ningún autor de tan disímil poesía (de sentido ecléctico y corte político liberal) ingresar al fondo del sentimiento y el carácter de la vida del mundo obrero, menos compartir solidariamente problemas, afanes e ideales propios dentro de la lucha de clases, debido a que otros son su motivos, diferentes sus fervores y distintos sus reclamos. Y para confirmación de nuestro aserto concederemos algunas líneas a la opinión autorizada y valedera de Luis Monguió sobre el asunto:
“Así como la poesía indigenista, indianista, no era poesía indígena, india, sino obra generalmente de no indios, la poesía social no ha sido tampoco poesía proletaria sino poesía proletarista, escrita generalmente no por proletarios sino por escritores de clase media y aun alta”
CESAR VALLEJO Y LA POESIA PROLETARIA
César Vallejo, el extraordinario y fervoroso innovador de la poesía contemporánea, si no fue –en el exacto sentido de la palabra- un obrero, es el jalón más representativo de la poesía y la narrativa proletarias. Puesto que él, desde que dio el paso inicial de su itinerario creador, estuvo identificado con los trabajadores de la ciudad y el campo, anduvo con ellos, sufrió con ellos y murió por ellos. Escritor consciente de su misión, de su tiempo y de los problemas de la clase obrera, comprendió y supo doctrinariamente que no existe otra posibilidad para la liberación de los oprimidos que la acción beligerante de la misma masa explotada. Y es así como alguna vez cuando el autor del surrealismo André Bretón proponía como fórmula de lucha intelectiva “suscitar desde el punto moral e intelectual, una crisis de conciencia”, Vallejo –que tenía conciencia de clase- se encargó de objetarle: “Bretón olvida que no hay más que una revolución: la proletaria y que esta revolución la harán los obreros y no los intelectuales con sus crisis de conciencia”. Asimismo sabía que la afloración de ismos literarios no eran más que una “confusión de lenguas, provenientes del individualismo exacerbado qué están en la base de la economía y la política burguesa”. De tal manera que también haya sido uno de los primeros en plantear y asumir con entendimiento histórico y dialéctico la defensa de toda la literatura proletaria, expresando:
“El signo más importante [de la surgente poesía proletaria] está en que ella devuelve a las palabras su contenido social universal, llenándolas de un substratum colectivo nuevo más exuberante y más puro y dotándolas de una expresión y de una elocuencia más diáfanas y más humanas. El obrero al revés del patrono, aspira al entendimiento social de todos, a la cabal comprensión de seres e intereses. Su literatura habla, por eso, un lenguaje que quiere ser común a todos los hombres. A la confusión de lenguas del mundo capitalista, quiere el trabajador sustituir el esperanto de la coordinación y la justicia social, la lengua de las lenguas, ¿logrará la literatura proletaria este renacimiento y esta depuración del verbo, forma suprema ésta y la más fecunda del instinto de solidaridad de los hombres? Sí lo logrará. Ya lo está logrando”.
Defensa desde el punto de vista marxista leninista que César Vallejo asumió como poeta, narrador, ensayista y hombre entregado a cumplir con su militancia de clase. Tanto que bastará recorrer las estremecidas páginas de sus obras para hallarnos con conceptos, imágenes, metáforas y criaturas que pertenecen a una entidad o identidad socialmente proletaria y ebullendo en el alto grado de su sensibilidad ideológica.
No se equivocará José Carlos Mariátegui cuando expresa refiriéndose a César Vallejo: “Se presenta, en su arte, como precursor del nuevo espíritu, de la nueva conciencia”. Precursor de la conciencia y el carácter que trae el proletariado en su impulso revolucionario y en su literatura realista. Y, desde entonces, tampoco se equivocará el insigne Luis Monguió cuando estudia a César Vallejo y confirma que nuestro poeta “puso su persona, inteligencia y su pluma al servicio de la clase obrera y sus intereses”.
UBICACIÓN Y ACTITUD CLASISTA
Los aedos representantes de la poesía proletaria en el Perú no irrumpen en los dominios de la literatura nacional sino hasta poco después de iniciada la organización del proletariado y de fundamentada su base social y política por la orientación y el análisis sociológico de José Carlos Mariátegui y la obra teórica y práctica de César Vallejo. A partir de ellos se darán los pasos iniciales con la canción protesta y la edición del ensayo Monografía de Morococha efectuado por el trabajador minero y sindicalista revolucionario Gamaniel E. Blanco en 1930 y la impresión en 1931 de la primera novela proletaria peruana El Tungsteno de César Vallejo. Continuando con los trabajos poéticos del mismo César Vallejo publicados póstumamente en 1939 y la aparición del primigenio libro de versos Alborada de Augusto Mateu Cueva ese mismo año así como las sucesivas ediciones de sus obras Gualda y Rosicler en 1940 y Lampadas del minero en 1941. A los que se agregarán de inmediato los poetas cusqueños Luis Nieto y Arturo Castro Loaiza, el primero con su poemario Mariátegui y el segundo con Camarada Vallejo, ambos volúmenes publicados en 1942.
Abiertos ya los diques literarios repuntará el cauce expresivo clasista con el surgimiento de autores y obras como del que esto escribe con su plaqueta Reflejos de carbón (CIP 1947), de Jorge Bacacorzo con Pan y Rebeliones (Arequipa 1947), de Carlos Loayza G. y José Guerra con Tonos del Alba (CIP-1947) de Augusto Mateu Cueva con Antena Proletaria (CIP-1947), de Oswaldo Jiménez Rojas con De Acero Somos (CIP-1948) y la concurrencia de los narradores obreros Miguel de la Matta, Julián Huanay, quien da a conocer su novela El Retoño (Lima 1950), y de Oscar Silva con su obra parcialmente editada.
Corriente literaria obrera que años más tarde aumentará su caudal creativo con el incremento de nuevos valores y que por entonces hallará su centro de cohesión, difusión y dinámica generadora con el Grupo Intelectual Primero de Mayo. Entidad única en su género y que en veinte años de existencia ha venido conformando a lo largo y ancho del país un hecho y una acción programática de afirmación proletaria según se desprende de su Acta de fundación:
"En Lima, a los siete días del mes de julio de mil novecientos cincuenta seis, hemos acordado constituir un movimiento cultural de raíz eminentemente clasista, a escala nacional, en el cual nos agruparemos todos los proletarios amantes del arte y la cultura resueltos a plasmar un medio propio de expresión artística, una presencia inconfundible de la conciencia, el punto de vista y la emoción estética de la clase trabajadora en el campo de la creación artística.
Estamos convencidos que en la clase trabajadora y sus organismos de lucha están dadas las bases y el espíritu de la sociedad del futuro; por tanto, es correctamente lógico propugnar la vertebración de un movimiento artístico que naciendo del seno mismo de la clase trabajadora, promueva sus legítimos representantes y portavoces en el mundo del arte y la cultura.
Acta que suscribieron los miembros del primer Cuerpo Directivo del Grupo Intelectual Primero de Mayo: Leoncio Bueno, Víctor Mazzi, Eliseo García, José Guerra y Carlos Loayza. Y al que se asociaron y activaron con sus trabajos literarios y artísticos los poetas los poetas proletarios Eusebio Arias Vivanco, Algemiro Pérez Contreras, Víctor Ladera Prieto, Miguel Carrillo Natteri, Pedro Durán Quevedo, Benjamín Inocente Alcántara, Emilio Saldarriaga, Moisés León Paitán, Miguel Herrera Gallegos, Luis Cohayla, Hugo Villanueva, Rosa Del Carpio, Jorge Bacacorzo, Gladys Basagoitia, Eduardo Ibarra, Artidoro Velapatiño, Alberto Alarcón, Julio Carmona; los narradores Julián Huanay y José Gutiérrez O.; los ensayistas Emilio Costilla Larrea y Arturo Aranda; los pintores Alberto Andía, Jorge Imana Garrón (boliviano) y Guillermo Deisler (chileno) y muchos otros escritores más.
Poetas, escritores y artistas que a través de veinte años han logrado en su empeño de reconsiderar los valores materiales y espirituales de la clase obrera y contribuir tanto con sus obras como con su servicio militante a una movilización de conciencias. Tarea que hasta nuestros días vienen realizando sus más significativos representantes sin dar señales de abandono de posición y conducta ideológica. Buena prueba de todo ello constituyen las ediciones de sus ocho cuadernos literarios: Prólogo del Alba (1957), Nacimiento del Canto (1957), Cuaderno de Mayo (1958), Esta Voz… (1961), Perú es tu Hora (1964), Las Montañas de Marzo (1965), Sinfonía Candente (1967), Columna de Luz (1970) y, especialmente, la revista poética Canto y Seña (1975). Además de los poemarios individuales que se consignan en el rubro de Notículas Bio bibliográficas del presente volumen.
BALANCE TEMPORAL
Si se toma en cuenta a los anticipadores de la poesía proletaria en el Perú, habrá ante todo que considerar que sus motivaciones de creación obedecen a épocas diferentes que les tocara vivir, a una realidad no parecida a la de nuestros días y que, por eso mismo, insurgen con rastros aún no definidos en los poemas de Juan del Valle y Caviedes y de Gabriel Aguilar y Navarte. De ahí que aquellas muestras literarias sólo sean previas formas larvales en tono satírico o solemne como lumínicas señales de tanta explotación o expoliación sufrida por los trabajadores en un sistema oscurantista y feudal.
No menos se podría decir acerca de la poesía que trae consigo Constantino Carrasco, sobrepasando una etapa romanticota y alcabalera de una burguesía aristocrática y parleramente elitista. Hecho raro y curioso de la sensibilidad de Constantino Carrasco que se caracteriza por su don intuitivo y la versatilidad de sus asuntos.
Sólo así, y después del impacto revolucionario de los trabajadores rusos y la consiguiente agitación social de los pueblos oprimidos como del germinal desarrollo del movimiento sindical en nuestro país, se delineará una fisonomía literaria clasista encarnada en los perfiles ideológicos de José Carlos Mariátegui y César Vallejo. Y a partir de ellos –y sus cursores- se podrá advertir una significación clara y precisa de objetivos y motivos de exposición encuadrada primeramente en una temática angustiada y doliente reflejando toda una situación de privaciones y desencantos debido al maquinismo absorbente y la ciudad asfixiante.
Hasta que trasmontando un itinerario natural y complejo la poesía de la clase obrera se expresará en formas diversas y de un modo diferente, asumiendo una actitud y una conducta ideológica adecuada al sentido de una visión no sólo de los aconteceres nacionales sino también de asuntos exteriores, sin dejar de plantear desde luego sus reivindicaciones y anhelos culturales que son también aspiraciones sociales y humanas en general de los trabajadores de todos los países subdesarrollados en cualquier lado del mundo capitalista.
Y ampliando el radio de la ley y categoría dialéctica del desarrollo expresivo de nuestra cada vez creciente clase y literatura obrera, continúa creadoramente en su avanzada una nueva hornada de jóvenes aedos proletarios. Ellos, todos y cada uno generacionalmente, traen en sus aportes una tonalidad y un modo de reflejar hechos, circunstancias e incidentes, tanto de sus vivencias como de sus experiencias propias, sin dejar por ello de compartir con sus antecesores una vibrante actitud antimetafísica y una decidida conducta antifascita, reafirmando así –con su energética concepción de clase- características exclusivas y definitorias del crucial momento que les ha tocado vivir en la posta misma de combate.
Chosica, Abril de 1976.
http://ensayosvictormazzitrujillo.blogspot.com.es/2008/03/poesa-proletaria-del-per-1930-1976.html
Introducción, selección y notas de Víctor Mazzi T.
Ediciones de la Biblioteca Universitaria.
Director: Francisco Carrillo.
Lima, 1976.
INTRODUCCIÓN
No resulta fácil efectivizar un trabajo expositivo de la poesía proletaria en el Perú, ya que de por sí ello constituye un hecho nada ordinario en los registros informativos de casi toda la literatura iberoamericana. Creemos sin embargo, haber logrado captar para su transmisión gran parte de la poesía representativa del proletariado peruano, cuya temática informa sus explícitos modos de pensar y sentir, tan distintos por cierto al frecuente quehacer de los laboratoristas del existencialismo conflictivo y al de los conservadores del idealismo metafísico. Poética obrera de índole colectiva que en múltiples oportunidades ha sido calificada (por obvios motivos) de clandestina, subversiva o informal y que ahora presentamos en nuestras páginas con su natural gravitación. Creación y mensaje del pueblo trabajador, no oficial ni particular, que de sus inicios asume una posición comunitaria y una ubicación clasista en defensa de sus propios intereses. Y que antes de penetrar de lleno a su exposición obligadamente debemos catalogarla con una breve reseña de su contexto histórico exterior a fin de conocer la confluencia de los factores que han hecho posible su desarrollo y crecimiento numérico en nuestras latitudes. Al mismo tiempo que alcanzamos la manifestación de sus propios fundamentos como de sus elementos de juicio, además de que ofrecemos una sucinta bio bibliografía correspondiente a los autores nacionales. Una vez concluida la jornada en cuanto a sus referencias y expuesta la variedad de las producciones, se ha de lograr, con seguridad, comprender cabalmente la poesía proletaria peruana que viene a configurar en su íntegra expresión todo un móvil de sensibilidad y acción de influjo revolucionario y, por cuya razón, modifica socialmente la composición de la actividad literaria.
SIGNIFICACIÓN
Si en primera instancia estudiamos el qué, el cómo y el por qué de la literatura y el arte proletarios, hemos de saber que su significado exterioriza una concepción y un punto de vista estético ideológico del proletariado intelectual o del intelectual proletario con profunda conciencia de clase al expresar y comunicar –con un estilo dialéctico materialista, movido por sus propios intereses- la vivencia y experiencia de la cuestión social y política de la clase obrera, cuya naturaleza siempre entrañe y perfile una fisonomía clasista en tanto se halle la sociedad dividida en clases. Vale decir: es un reflejo objetivo de la vida social –y no en abstracto- que obedece a la mecánica de la lucha de clases con un método que sólo se ha hecho posible a causa y consecuencia de las necesidades del proletariado. Y, por consiguiente, sus escritores y artistas representativos bien pueden serlo tanto por su origen social o por su posición ideológica, de acuerdo con el sentimiento y la conciencia revolucionaria de la clase obrera.
RAÍZ Y ASCENDENCIA
Veamos ahora dónde y cuándo originalmente se producen los primigenios pasos de sus fundamentos y enunciados. Aparecieron sin lugar a dudas, en Francia un poco antes de mediados del siglo pasado o sea, en el período de agitación revolucionaria de 1830 a 1848, frente a la explotación y expoliación impuestas por el régimen burgués de Luis Felipe de Orleáns. Concurren a su vislumbramiento, por un lado, Flora Tristán –autora peruana de la Unión Obrera- con su predica internacionalista y la novelista francesa George Sand (Aurora Dupin) con su adhesión moral; y, por otra parte, los destacados luchadores socialistas Louis Auguste Blanqui, Pierre Leroux, y Louis Blanc, pero quienes suscriben sus puntos de partida son Carlos Marx y Federico Engels al presentar el célebre Manifiesto del Partido Comunista en el que
“Se traza- dice Vladimiro Ilich Ulianov, Lenín- una nueva concepción del mundo, el materialismo consecuente, que también abarca la esfera de la vida social; la dialéctica, la doctrina más completa y profunda sobre el desarrollo; la teoría de la lucha de clases y del papel revolucionario del proletariado”.
En aquella etapa histórica en que se realizan manifestaciones e insurrecciones obreras tanto en Lyon como en París, se revelan los primeros acentos que dan inicio a la literatura y el arte proletarios. Así se yerguen, ante el auge del romanticismo galo, las composiciones de clamor y protesta del tonelero Vigier, autor del Himno Unión Universal Obrera, del tejedor Magu, del cerrajero Guilland, del peluquero Jasmin, del panadero Reboul, del zapatero Savinien Lapointe, del albañil tolonés Charles Poncy, a la vez que se editaba el poemario Canciones de Compañeros del carpintero Agricol Perdiguier, en las que se expusieron temas acerca de los problemas ocasionados por las formas de producción artesanal.
Y entre los años de 1849 y 1871 se hacen presentes los poetas de la Joven Alemania como Georg Herwegh, creador del Himno Unión General de Trabajadores Germanos y del libro Poemas de un Hombre Vivo, Ferdinand Freiligrath con su obra poética Los Muertos a los Vivos y junto a ellos el lírida Heinrich Heine con Romancero. Corresponde también mencionar en este mismo período a los poetas combatientes de la Comuna de París, Louis Michel, Clovis Hughes, J.B. Clement y Eugen Portier, autor de la Internacional, himno de los trabajadores del mundo, igualmente la insurgencia creadora del primer novelista obrero y comunard Jules Vallés.
POESÍA PROLETARIA RUSA
Con la publicación del cuaderno colectivo de poesía Sonidos Materiales de Alejo Maschirov, Alejandro Pomorsky y Basilio Alejandrovsky, en 1889, se origina la poética proletaria rusa. Brote germinal que se ha de desarrollar con el primer intento revolucionario de 1905 y en el que se cuenta la activa participación del novelista Máximo Gorka como de los poetas Eugenio Rodionov con su libro intitulado Versos, I Gavrilov con su poemario Al rayar el Alba, Jorge Nachaiev con sus Canciones Obreras y Damian Biedny con sus Fábulas. A los que seguirán en 1911 Canciones, del bardo campesino Klichcov, en 1915 Nuestras Canciones de Eugenio Tarasov y Felipe Schkuliev y en 1916 Caledonia Irisada de Iessenin.
Con el triunfo de la revolución bolchevique de 1917 y la consiguiente transformación social y económica se constituyeron de inmediato organizaciones de difusión científica y literaria como la Prolecult y la RAAP (Asociación de Escritores Proletarios) que tuvieron entre otras tareas la de discutir los iniciales planteamientos estéticos como de cohesionar los ejércitos de la literatura y el arte proletarios con el decidido comando de Cartas sobre Literatura Proletaria, Anatoly Vasilevich Lunascharsky. Organismos donde se preocuparon de cuestiones esenciales como el espíritu del partido en el arte, la influencia de la revolución sobre el desarrollo de la cultura, la importancia del arte en la lucha de clases del proletariado y la relación entre la ideología y la obra. Y con estas motivaciones emergieron calificados poetas obreros como Vladimiro Kirilov, Gregorio Sannicov, Miguel Guerasimov, Sergio Obradovich, Nicolás Tijonov, Elías Selvinsky, Miguel Syletov, Nicolás Polataiev, Basilio Casin, Alejandro Biseminsky, Josef Utkin, Alejandro surcov y juntamente con ellos los narradores Juri Lebedinsky, Dimitri Furmanov, Serigio Semoniov, Hedor Gladkov, Alejandro Yarov, A. Serafimovich, Alejandro Nieverov, Nicolás Liaschcov, Vladimiro Bajmettev, Alejo Novicov, Pablo Nisovoy, Hedor Panferov y Artemio Viesely.
POESIA PROLETARIA EUROPEA
Así mismo merece citarse –a riesgo de dilatar la enumeración- la concurrencia de poetas y escritores europeos que comenzaron a insurgir durante el período de la revolución proletaria rusa y la nueva agitación de los pueblos como respuesta de la clase trabajadora a la clase capitalista; ya que los teóricos burgueses, de antiguo, no sólo le han negado capacidad para asumir el poder y conducir la economía de su país, sino que le han negado también en los dominios de la creación literaria la capacidad para cultivar y generar una literatura y un arte propios. Respuestas que se encuentran sustentadas en las obras del poeta Francis André y del escritor Stijn Streuvels, ambos belgas de nacimiento, de los narradores franceses Georges Navel y M. Constantin-weyer, de los novelistas italianos Vasco Pratolini y Elio Vittorini, de los poetas alemanes Gerrit Engelke, Karl Bröger, Max Barthel, Heinrich Lersch, Bertold Brecht y de los escritores Ernest Toller y Oscar María Graf, del prosista noruego Knut Hamrun, del narrador rumano Panait Istrati, de los noveladores ingleses George Gissing, D.H. Lawrence y el cuentista Allan Sillatoé, de los poetas antifascitas españoles Miguel Hernández, Arturo Serrano Plaja, Victoriano Crémer, Julio Mateu, Manuel Pacheco, Salustiano Masó, Manuel Pilares, Nuria Pares, Eladio Cabañero y Juan Cervera Sánchez.
POESÍA PROLETARIA LATINOAMERICANA
En nuestra América también emergen desde el fondo de los suburbios y de los recodos de los poblados una pléyade de aedos y narradores proletarios, naturalmente como consecuencia del impacto de la victoriosa revolución de los trabajadores rusos y el creciente influjo del sindicalismo combativo en la ciudad de Buenos Aires en 1923, esgrimiendo el barrio obrero de Boedo. Movimiento en que,
“De sus comienzos –expresa uno de sus co-fundadores- el grupo asumió posiciones inequívocas acerca de los problemas, no sólo de la literatura y el arte, sino de la sociedad, señalando y denunciando por todos los medios de difusión en alcance las lacras y las injusticias del régimen capitalista”.
Se fundó el grupo Boedo a iniciativa del buido escritor Elías Castelnuovo y lo conformaron el recio poeta Alvaro Yunque, el vigoroso narrador Leonidas Barletta, los poetas Gustavo Riccio, Juan Guijarro, Nicolás Olivari, Raúl Gonzáles Tuñon, José Portogalo, los hermanos Rodolfo y Juan Sebastián Tallón, los novelistas Roberto Arlt, Enrique Amorío y Ernesto L. Castro, los escritores Roberto Mariano, Luis Emilio Soto, Salas Subirat, Armando Stiro, Pedro Godoy y Aristíbulo Echegaray, el escultor Agustín Riganelli, el pintor y escenógrafo Abraham Vigo y el consagrado cantante Felipe Romito.
Dos décadas después aparecerá el gran poeta José Pedroni y años más tarde, en 1958, se producirá la revelación de los líridas Juan Gelman, Rosario Mase, Héctor Negro, Juana Bignozzi, Hugo Ditarante, Guillermo B. Arispe, Alberto Wainer, Silvain y Navalesi, quienes darán fundación y actividad al grupo literario El Pan duro. A los que seguirán cronológicamente los miembros del grupo “Barrilete” con el comando de Roberto R. Santoro y C. Patiño y la presencia de Humberto Constantini, Juan Alberto Vásquez y Julio Huasi. Actualmente prosiguen esa renovada brega los poetas obreros y miembros del grupo literario El Ladrillo con Oscar R. F. García, Jorge Alejandro Boccanera (Primer Premio de Poesía Casa de las Américas 1975), Eugenio Mandrini, María del Carmen Colombo y María del Carmen Vitullo.
La creatividad de la poesía proletaria en Cuba cuenta con autores valiosos como Manuel Navarro Luna, Regino Pedroso, Félix Pita Rodríguez y el extraordinario poeta Nicolás Guillén. A los que le debemos agregar los nombres de los novelistas obreros Carlos Lobería y Carlos Montenegro. Y en la actualidad es notable el mensaje revolucionario de los aedos obreros galardonados en el Concurso Literario de la revista Trabajo, 1961, José García Maku, portuario de la bahía de Matanzas, José Irene Valdez, trabajador del Matadero Nacional Lawton La Habana, Guillermo Andreu Alonso, Lalita Curbelo Barbarán y Elsa Tormo Landa.
En Chile se dan primigeniamente las obras de los poetas proletarios como Zoilo Escobar, Carlos Pesoa Véliz, Francisco Pezoa, José Domingo Gómez Rojas y Manuel Rojas, el penúltimo muerto en prisión por sus ideales y el último, renombrado autor de cuentos y novelas de la vida obrera. Y de manera más reciente podemos mencionar a Juan Negro, Gerardo Seguel, Jesús Brito, Victoriano Vicario, Raúl Mellado y Rogel Castor.
En México hallaremos voces como la de Carlos Gutiérrez Cruz, Jesús Sansón Flores, Rubén Bonifaz Nuño y la contemporánea del poeta Efraín Huertas.
POESÍA PROLETARIA PERUANA
Existen, en primer término, algunos trabajos poéticos así como referencias a sus autores que pertenecen al pasado y que hoy llegan, indudablemente, a constituir notables anticipaciones de la poesía proletaria en el Perú. No todo pues ha sido por suerte literatura de clérigos durante la época de la colonia ni tampoco de gravísimos doctores en los albores de la república. Alcanzamos ejemplares, muestras de poesía testimonial y denunciatoria de otros períodos de nuestra historia en los poemas inolvidables de Juan del Valle y Caviedes (1652-1694), de Gabriel Aguilar y Narvarte (1773-1805) y de Constantino Carrasco (1841-1877).
Se podrá advertir –mucho después que nuestros anticipadores y a cinco lustros más o menos del presente siglo [XX]- los primerizos tanteos de acercamiento de parte de poetas postmodernistas e indigenistas hacia un pronunciamiento de solidaridad con el proletariado, tanteos de orden doctrinario que se han de desvanecer en una poemática de esguinces vanguardistas y estilizaciones a modo de cada quien; ya que esos mismos tanteos obedecían, más que un aproximado sentimiento de clase, a un instante de carácter intelectivo, tal conforme se evidencia en obras de Armando Bazan, Esteban Pavletich, Serafín Delmar, Magda Portal, Juan José Lora y otros autores insertos en selecciones informativas correspondientes a Alberto Guillén y Luis Alberto Sánchez.
Recién y solamente con los planteamientos estéticos y políticos (basados en la dialéctica materialista) tanto de José Carlos Mariátegui como de César Vallejo, será posible la apertura del sentido poético proletario o sea de una poesía de la clase obrera en oposición a la decadente lírica burguesa, como veremos párrafos adelante.
Algunos otros propósitos también se darán o se dan, a partir de 1950 a nuestros días, originados emotivamente en las vertientes literarias de la pequeña burguesía progresista, bajo las no dilucidadas denominaciones de poesía social-realista, poesía comprometida y poesía de realismo continuo, en las que muchos escritores (de producciones tamizadas y formalistas) han tratado o tratan de volcar o decantar su emoción o adhesión política sin lograr suscitar la atención en el oído colectivo del proletariado ni adecuarse al decurso de la temática ideológicamente proletaria. De ahí que no haya sido posible a ningún autor de tan disímil poesía (de sentido ecléctico y corte político liberal) ingresar al fondo del sentimiento y el carácter de la vida del mundo obrero, menos compartir solidariamente problemas, afanes e ideales propios dentro de la lucha de clases, debido a que otros son su motivos, diferentes sus fervores y distintos sus reclamos. Y para confirmación de nuestro aserto concederemos algunas líneas a la opinión autorizada y valedera de Luis Monguió sobre el asunto:
“Así como la poesía indigenista, indianista, no era poesía indígena, india, sino obra generalmente de no indios, la poesía social no ha sido tampoco poesía proletaria sino poesía proletarista, escrita generalmente no por proletarios sino por escritores de clase media y aun alta”
CESAR VALLEJO Y LA POESIA PROLETARIA
César Vallejo, el extraordinario y fervoroso innovador de la poesía contemporánea, si no fue –en el exacto sentido de la palabra- un obrero, es el jalón más representativo de la poesía y la narrativa proletarias. Puesto que él, desde que dio el paso inicial de su itinerario creador, estuvo identificado con los trabajadores de la ciudad y el campo, anduvo con ellos, sufrió con ellos y murió por ellos. Escritor consciente de su misión, de su tiempo y de los problemas de la clase obrera, comprendió y supo doctrinariamente que no existe otra posibilidad para la liberación de los oprimidos que la acción beligerante de la misma masa explotada. Y es así como alguna vez cuando el autor del surrealismo André Bretón proponía como fórmula de lucha intelectiva “suscitar desde el punto moral e intelectual, una crisis de conciencia”, Vallejo –que tenía conciencia de clase- se encargó de objetarle: “Bretón olvida que no hay más que una revolución: la proletaria y que esta revolución la harán los obreros y no los intelectuales con sus crisis de conciencia”. Asimismo sabía que la afloración de ismos literarios no eran más que una “confusión de lenguas, provenientes del individualismo exacerbado qué están en la base de la economía y la política burguesa”. De tal manera que también haya sido uno de los primeros en plantear y asumir con entendimiento histórico y dialéctico la defensa de toda la literatura proletaria, expresando:
“El signo más importante [de la surgente poesía proletaria] está en que ella devuelve a las palabras su contenido social universal, llenándolas de un substratum colectivo nuevo más exuberante y más puro y dotándolas de una expresión y de una elocuencia más diáfanas y más humanas. El obrero al revés del patrono, aspira al entendimiento social de todos, a la cabal comprensión de seres e intereses. Su literatura habla, por eso, un lenguaje que quiere ser común a todos los hombres. A la confusión de lenguas del mundo capitalista, quiere el trabajador sustituir el esperanto de la coordinación y la justicia social, la lengua de las lenguas, ¿logrará la literatura proletaria este renacimiento y esta depuración del verbo, forma suprema ésta y la más fecunda del instinto de solidaridad de los hombres? Sí lo logrará. Ya lo está logrando”.
Defensa desde el punto de vista marxista leninista que César Vallejo asumió como poeta, narrador, ensayista y hombre entregado a cumplir con su militancia de clase. Tanto que bastará recorrer las estremecidas páginas de sus obras para hallarnos con conceptos, imágenes, metáforas y criaturas que pertenecen a una entidad o identidad socialmente proletaria y ebullendo en el alto grado de su sensibilidad ideológica.
No se equivocará José Carlos Mariátegui cuando expresa refiriéndose a César Vallejo: “Se presenta, en su arte, como precursor del nuevo espíritu, de la nueva conciencia”. Precursor de la conciencia y el carácter que trae el proletariado en su impulso revolucionario y en su literatura realista. Y, desde entonces, tampoco se equivocará el insigne Luis Monguió cuando estudia a César Vallejo y confirma que nuestro poeta “puso su persona, inteligencia y su pluma al servicio de la clase obrera y sus intereses”.
UBICACIÓN Y ACTITUD CLASISTA
Los aedos representantes de la poesía proletaria en el Perú no irrumpen en los dominios de la literatura nacional sino hasta poco después de iniciada la organización del proletariado y de fundamentada su base social y política por la orientación y el análisis sociológico de José Carlos Mariátegui y la obra teórica y práctica de César Vallejo. A partir de ellos se darán los pasos iniciales con la canción protesta y la edición del ensayo Monografía de Morococha efectuado por el trabajador minero y sindicalista revolucionario Gamaniel E. Blanco en 1930 y la impresión en 1931 de la primera novela proletaria peruana El Tungsteno de César Vallejo. Continuando con los trabajos poéticos del mismo César Vallejo publicados póstumamente en 1939 y la aparición del primigenio libro de versos Alborada de Augusto Mateu Cueva ese mismo año así como las sucesivas ediciones de sus obras Gualda y Rosicler en 1940 y Lampadas del minero en 1941. A los que se agregarán de inmediato los poetas cusqueños Luis Nieto y Arturo Castro Loaiza, el primero con su poemario Mariátegui y el segundo con Camarada Vallejo, ambos volúmenes publicados en 1942.
Abiertos ya los diques literarios repuntará el cauce expresivo clasista con el surgimiento de autores y obras como del que esto escribe con su plaqueta Reflejos de carbón (CIP 1947), de Jorge Bacacorzo con Pan y Rebeliones (Arequipa 1947), de Carlos Loayza G. y José Guerra con Tonos del Alba (CIP-1947) de Augusto Mateu Cueva con Antena Proletaria (CIP-1947), de Oswaldo Jiménez Rojas con De Acero Somos (CIP-1948) y la concurrencia de los narradores obreros Miguel de la Matta, Julián Huanay, quien da a conocer su novela El Retoño (Lima 1950), y de Oscar Silva con su obra parcialmente editada.
Corriente literaria obrera que años más tarde aumentará su caudal creativo con el incremento de nuevos valores y que por entonces hallará su centro de cohesión, difusión y dinámica generadora con el Grupo Intelectual Primero de Mayo. Entidad única en su género y que en veinte años de existencia ha venido conformando a lo largo y ancho del país un hecho y una acción programática de afirmación proletaria según se desprende de su Acta de fundación:
"En Lima, a los siete días del mes de julio de mil novecientos cincuenta seis, hemos acordado constituir un movimiento cultural de raíz eminentemente clasista, a escala nacional, en el cual nos agruparemos todos los proletarios amantes del arte y la cultura resueltos a plasmar un medio propio de expresión artística, una presencia inconfundible de la conciencia, el punto de vista y la emoción estética de la clase trabajadora en el campo de la creación artística.
Estamos convencidos que en la clase trabajadora y sus organismos de lucha están dadas las bases y el espíritu de la sociedad del futuro; por tanto, es correctamente lógico propugnar la vertebración de un movimiento artístico que naciendo del seno mismo de la clase trabajadora, promueva sus legítimos representantes y portavoces en el mundo del arte y la cultura.
Acta que suscribieron los miembros del primer Cuerpo Directivo del Grupo Intelectual Primero de Mayo: Leoncio Bueno, Víctor Mazzi, Eliseo García, José Guerra y Carlos Loayza. Y al que se asociaron y activaron con sus trabajos literarios y artísticos los poetas los poetas proletarios Eusebio Arias Vivanco, Algemiro Pérez Contreras, Víctor Ladera Prieto, Miguel Carrillo Natteri, Pedro Durán Quevedo, Benjamín Inocente Alcántara, Emilio Saldarriaga, Moisés León Paitán, Miguel Herrera Gallegos, Luis Cohayla, Hugo Villanueva, Rosa Del Carpio, Jorge Bacacorzo, Gladys Basagoitia, Eduardo Ibarra, Artidoro Velapatiño, Alberto Alarcón, Julio Carmona; los narradores Julián Huanay y José Gutiérrez O.; los ensayistas Emilio Costilla Larrea y Arturo Aranda; los pintores Alberto Andía, Jorge Imana Garrón (boliviano) y Guillermo Deisler (chileno) y muchos otros escritores más.
Poetas, escritores y artistas que a través de veinte años han logrado en su empeño de reconsiderar los valores materiales y espirituales de la clase obrera y contribuir tanto con sus obras como con su servicio militante a una movilización de conciencias. Tarea que hasta nuestros días vienen realizando sus más significativos representantes sin dar señales de abandono de posición y conducta ideológica. Buena prueba de todo ello constituyen las ediciones de sus ocho cuadernos literarios: Prólogo del Alba (1957), Nacimiento del Canto (1957), Cuaderno de Mayo (1958), Esta Voz… (1961), Perú es tu Hora (1964), Las Montañas de Marzo (1965), Sinfonía Candente (1967), Columna de Luz (1970) y, especialmente, la revista poética Canto y Seña (1975). Además de los poemarios individuales que se consignan en el rubro de Notículas Bio bibliográficas del presente volumen.
BALANCE TEMPORAL
Si se toma en cuenta a los anticipadores de la poesía proletaria en el Perú, habrá ante todo que considerar que sus motivaciones de creación obedecen a épocas diferentes que les tocara vivir, a una realidad no parecida a la de nuestros días y que, por eso mismo, insurgen con rastros aún no definidos en los poemas de Juan del Valle y Caviedes y de Gabriel Aguilar y Navarte. De ahí que aquellas muestras literarias sólo sean previas formas larvales en tono satírico o solemne como lumínicas señales de tanta explotación o expoliación sufrida por los trabajadores en un sistema oscurantista y feudal.
No menos se podría decir acerca de la poesía que trae consigo Constantino Carrasco, sobrepasando una etapa romanticota y alcabalera de una burguesía aristocrática y parleramente elitista. Hecho raro y curioso de la sensibilidad de Constantino Carrasco que se caracteriza por su don intuitivo y la versatilidad de sus asuntos.
Sólo así, y después del impacto revolucionario de los trabajadores rusos y la consiguiente agitación social de los pueblos oprimidos como del germinal desarrollo del movimiento sindical en nuestro país, se delineará una fisonomía literaria clasista encarnada en los perfiles ideológicos de José Carlos Mariátegui y César Vallejo. Y a partir de ellos –y sus cursores- se podrá advertir una significación clara y precisa de objetivos y motivos de exposición encuadrada primeramente en una temática angustiada y doliente reflejando toda una situación de privaciones y desencantos debido al maquinismo absorbente y la ciudad asfixiante.
Hasta que trasmontando un itinerario natural y complejo la poesía de la clase obrera se expresará en formas diversas y de un modo diferente, asumiendo una actitud y una conducta ideológica adecuada al sentido de una visión no sólo de los aconteceres nacionales sino también de asuntos exteriores, sin dejar de plantear desde luego sus reivindicaciones y anhelos culturales que son también aspiraciones sociales y humanas en general de los trabajadores de todos los países subdesarrollados en cualquier lado del mundo capitalista.
Y ampliando el radio de la ley y categoría dialéctica del desarrollo expresivo de nuestra cada vez creciente clase y literatura obrera, continúa creadoramente en su avanzada una nueva hornada de jóvenes aedos proletarios. Ellos, todos y cada uno generacionalmente, traen en sus aportes una tonalidad y un modo de reflejar hechos, circunstancias e incidentes, tanto de sus vivencias como de sus experiencias propias, sin dejar por ello de compartir con sus antecesores una vibrante actitud antimetafísica y una decidida conducta antifascita, reafirmando así –con su energética concepción de clase- características exclusivas y definitorias del crucial momento que les ha tocado vivir en la posta misma de combate.
Chosica, Abril de 1976.
http://ensayosvictormazzitrujillo.blogspot.com.es/2008/03/poesa-proletaria-del-per-1930-1976.html