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El empobrecimiento de los trabajadores es un hecho hoy, durante la crisis, pero también lo ha sido durante el período previo de crecimiento económico. Crecimiento económico especialmente para los grandes empresarios y banqueros que por contra ha conllevado el empobrecimiento de los trabajadores.
La crisis económica del régimen capitalista ha reportado mayores daños a los trabajadores que a los empresarios y banqueros. A pesar de que han sido ellos quienes han provocado la explosión de esta crisis económica que corroe las entrañas de la sociedad, empujados por su propio sistema económico que no se fundamenta sino en la competencia empresarial, en producir todo lo posible para copar el mercado e incrementar lo máximo posible sus beneficios. Esto es desde la idea falseada de que “es posible mantener ese ritmo de producción y de consumo sin que se produjeran hundimientos económicos, sin saturar el mercado”. Creían, por ejemplo, que era posible producir viviendas hasta el infinito, reportándoles cuantiosos beneficios. La tozuda realidad ha demostrado que no es así. ¡Han producido por encima de las posibilidades de consumo de la sociedad!
Los beneficios que ha generado la época previa a la crisis también han quedado en manos privadas, en las manos de los grandes empresarios y banqueros. Beneficios creados por la fuerza de nuestro trabajo. Beneficios que los trabajadores no hemos visto. Mientras se enriquecían más y más, nos empobrecíamos realmente a pasos agigantados debido al crecimiento de los precios reales muy por encima de los salarios. Lo único que nos ha quedado es el endeudamiento, al que nos empujaron para incrementar artificialmente el consumo, que ahora nos ahoga por la reducción de los sueldos, la temporalidad y el desempleo.
Las alarmas sociales están saltando por todos lados. Cada vez más trabajadores requieren de la beneficencia, de los comedores sociales, de la ayuda de familiares…, incluso de rebuscar en los cubos de basura. Familias que sólo pueden hacer una o dos comidas al día, niños cuyo único sustento decente es el que reciben en el comedor escolar; cada vez más, aparecen noticias sobre niños malnutridos en los colegios. Porque de los 6 millones de desempleados 2,5 millones no tienen ingreso alguno, y a los que tienen ingresos solo les da para pagar el alquiler o la hipoteca de la vivienda. Pero, tener trabajo tampoco es garantía de bienestar; con los contratos precarios generalizados va a ser más difícil sobrevivir. Los niveles de pobreza se han alzado hasta el 21,8% de la población. La diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre ha crecido enormemente –ha pasado del valor de 5,2 en 2004 al 7,5 en 2011-. De lo producido por nuestras manos cada vez se quedan con una mayor porción extrayéndola de nuestro salario. Es vergonzosa la paradoja, se produce más de lo que se necesita pero aquellos que hacen el esfuerzo de producirlo tienen carencias en su vida porque se lo apropian los empresarios y banqueros. ¡Su enriquecimiento es nuestra explotación, es nuestra miseria!
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Los contratos temporales -sinónimos de inseguridad- se establecieron en el año 1984 y fueron profundizados mediante el Plan de Empleo Juvenil del año 1988, donde se establecen los famosos contratos basura -que ahora se quedan cortos-; el despido colectivo para empresas de menos de 25 trabajadores ya se establece en el año 1984. La progresión en el empeoramiento de las condiciones laborales ha tenido su colofón en las reformas llevadas a cabo durante la crisis (reformas laborales de 2010 y 2012) bajo la cínica excusa de crear empleo. Están transformando paulatinamente los contratos indefinidos en temporales mediante la drástica reducción de la indemnización y los nuevos tipos de contratos -facilitando el despido-; reduciendo los costes laborales mediante la generalización del contrato precario en prácticas o en formación; han dado a los empresarios la capacidad unilateral para modificar sustancialmente las condiciones laborales de los trabajadores, para el despido colectivo o individual, para descolgarse del convenio colectivo…, en función de sus necesidades técnicas, organizativas o productivas, es decir, su criterio particular. Aunque todavía no se ha producido por ley una reducción de los salarios generalizada, salvo a los trabajadores públicos (5% de su salario y supresión de una paga extra), de facto se ha producido una reducción del salario real del 5,4% en 2012 y del 3,2% en 2011. Y esta bajada salarial recae especialmente sobre los nuevos contratos que se producen. ¡Este es el concepto de progreso de los grandes empresarios y banqueros y de sus representantes políticos!Los cínicos representantes políticos de los grandes empresarios y banqueros, que han gestionado la sociedad desde los diferentes gobiernos que hemos tenido hasta ahora, han implantado reformas que han empeorado cada vez más las condiciones laborales de los trabajadores y por ende nuestras condiciones de vida. No solamente tenemos las reformas durante la presente crisis. Han practicado la política de la reforma de las leyes -estatuto de los trabajadores, pensiones, …- durante las décadas anteriores a la crisis, aunque en la actual crisis económica sean mayores esos atentados contra nuestros derechos. Han incrementado la explotación de los trabajadores; ¡están arrasando con todo aquello que nos beneficia y protege!
Los grandes empresarios y banqueros, desde su posición de posesión de las fábricas, máquinas, dinero…, y de su poder político, han hecho recaer lo negativo de la crisis y del crecimiento económico sobre los hombros de los trabajadores, aquellos que, a grandes rasgos, no poseemos más que nuestra fuerza para trabajar.
¿Hacia dónde nos encaminan?
Los lobbys empresariales y financieros se encuentran detrás de estas reformas. Están en línea con lo exigido en 2006 – cocinado antes de los primeros efectos de la crisis- por la UE en su famoso libro verde “modernizar el derecho laboral para afrontar los retos del siglo XXI”, aunque deberían haberlo nombrado como “explotar a los trabajadores como en el siglo XIX para afrontar los retos de competitividad y beneficios de los empresarios europeos en el siglo XXI”. Introducen el concepto de la Flexiseguridad. Flexibilidad para que las empresas puedan reestructurar las plantillas a bajo o ningún coste mediante tipos de contratos con una indemnización mínima o con ninguna (exactamente lo que exige la CEOE). Dicen que la propia regulación del mercado nos asegurará que los trabajadores siempre tengamos trabajo, ¿acaso no hemos tenido suficiente muestra de que no es así viendo las nefastas consecuencias de la crisis? ¿Acaso no vemos que incluso en los momentos de auge económico sigue existiendo la lacra del paro? Así crean una situación de inseguridad total a los trabajadores para poder obtener los recursos económicos suficientes para ellos y sus familias. Por contra, nuevamente salen beneficiados los empresarios y banqueros.
Pero realmente no se trata simplemente de su “bienestar”, más bien se debería hablar de una “vida entre todo tipo de lujos”. Ellos se aprovechan para vivir en la opulencia mientras que nosotros tenemos problemas para llegar a fin de mes en el mejor de los casos. En general, maximizar sus beneficios privados es su máximo objetivo. O ganan más para derrotar a sus competidores o sucumben frente a ellos.
La CEOE exige ahora que pueda transformar unilateralmente los contratos a tiempo completo por contratos a tiempo parcial, pide poder modificar el salario, horario y jornada con mayor facilidad de la que le permite la última reforma laboral. Desde hace varios años la CEOE y la UE piden la instauración del contrato único de indemnización progresiva –partiendo de indemnización cero-. El FMI exige la rebaja de los salarios en un 10% -mientras que los precios de los productos siguen subiendo-. La instauración de estas medidas nos serán presentadas por sus representantes políticos como una necesidad para salir de la crisis, para crear empleo ¿de qué tipo?, del tipo precario, mísero, insuficiente para la supervivencia de los trabajadores y sus familias. No muy diferente a como han exigido anteriormente la patronal y ha concedido, en mayor o menor medida, el Gobierno (sea del color que sea). En general, están empecinados en reducir los salarios reales de los trabajadores, incluidas las indemnizaciones, para poder producir a menor coste, para poder competir contra el resto de grandes empresarios y, así, poder dominar el mercado nacional y el internacional.
Por tanto, requieren los recortes laborales para sostener su competencia con respecto a otros países y a nivel nacional. Lo necesitan para copar el mercado de las exportaciones mediante la bajada de los costes laborales. Así es la política de Alemania para los países del sur de Europa. Como fiel defensora de los intereses de los grandes empresarios y banqueros, la UE aprieta a los trabajadores para conseguir una UE competitiva que domine las exportaciones (al igual que lo pretenden el resto de países capitalistas).
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Por tanto, la tendencia no es a que los recortes laborales producidos durante la crisis vayan a ser suprimidos cuando ésta remita, sino que la tendencia se dirige a hacerlos permanentes y a ahondar en esta línea. A desregularizar el mercado laboral para producir a menor coste a costa del empobrecimiento y de la mayor explotación de la clase trabajadora. A desregularizar el mercado laboral para acrecentar sus beneficios y hundir a su competidor.
¿Qué proponemos frente a esta situación?
Es inadmisible que produciéndose en la sociedad bienes y servicios suficientes como para que todos podamos vivir cómodamente, amplias capas de los trabajadores y de otras capas de la sociedad sufran carestía. Es inadmisible que la forma de salida de esta paradójica crisis, donde sobran productos, recaiga sobre las condiciones de vida de los trabajadores, produciéndose su empeoramiento.
Por tanto, de inmediato, establecemos una línea roja que no se debe traspasar. Las condiciones de vida de los trabajadores son incuestionables para nosotros. Esto supone la supresión de todas las reformas laborales emprendidas, igualar al alza las condiciones laborales que existen a día de hoy diferenciadas entre los trabajadores, acabar con la temporalidad, con los salarios bajos y con las extenuantes jornadas laborales que impiden al trabajador desarrollarse y poder participar en la vida política, conseguir la conciliación entre la vida laboral y la familiar… El objetivo es crear un marco legislativo que defienda y fomente el empleo estable bajo condiciones que permitan unas condiciones de vida dignas. Toda empresa que decida cerrar por la existencia de pérdidas debe ser analizada para su viabilidad real con el objeto de ser nacionalizada o, en caso contrario, obligada a recolocar a los trabajadores en otras empresas. Aquellas empresas que amenacen o decidan deslocalizarse a otros países para acrecentar la explotación sobre los trabajadores, y sus beneficios, serán nacionalizadas. Aquellas empresas que no cumplan estas condiciones en otros países igualmente pasarán a ser propiedad colectiva.
Dada la raíz del problema de la crisis económica, es necesaria la racionalización de la producción. Esto se consigue mediante el control directo de las cuentas y de la gestión de la empresa por la organización representativa y democrática de los trabajadores. Supone la participación directa de los trabajadores en la gestión del control económico a nivel de empresa mediante su Comité de Empresa y su Asamblea de Trabajadores, empleando las diferentes herramientas a su alcance para lograr ejercer un control total sobre la misma.
La producción no puede basarse en el desarrollo de los sectores que generan mayor rentabilidad a las empresas, sino en los sectores que se requieren desarrollar para cubrir las necesidades humanas, en la proporción y forma adecuada. Por tanto, para salir de la crisis es necesario fundarla en el desarrollo e inversión en I+D+i para la mejora de la producción y de nuevas tecnologías en todos los ámbitos necesarios productivos para la inversión pública y la creación de empleo estable; para alcanzar el pleno empleo y acabar con el intolerable desempleo. También debe incluirse el criterio del desarrollo sostenible implantando avances tecnológicos que permitan proteger el medio ambiente.
La financiación de las nacionalizaciones, de la creación de nuevas empresas públicas productivas y de la inversión en I+D+i, debe provenir de lo que producimos los trabajadores pero se apropian los grandes empresarios y banqueros. Así, se deben incrementar los impuestos relativos a los beneficios empresariales y financieros y al patrimonio de las grandes fortunas, entre otros.
Pero, evidentemente, este criterio chocará frontalmente con los fundamentos del régimen capitalista, cuya producción se basa en obtener los máximos beneficios posibles para poder competir y controlar el mercado, para el enriquecimiento de una minoría de la sociedad lo que conlleva el empobrecimiento de la mayoría. La gestión democrática de la economía, en sus diferentes niveles, por la mayoría de la sociedad, los trabajadores, y su gestión hacia cubrir necesidades vitales y mejorar progresivamente las condiciones de vida del conjunto de la sociedad. Estos son los nuevos criterios de gestión de una necesaria nueva sociedad.
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El empobrecimiento de los trabajadores es un hecho hoy, durante la crisis, pero también lo ha sido durante el período previo de crecimiento económico. Crecimiento económico especialmente para los grandes empresarios y banqueros que por contra ha conllevado el empobrecimiento de los trabajadores.
La crisis económica del régimen capitalista ha reportado mayores daños a los trabajadores que a los empresarios y banqueros. A pesar de que han sido ellos quienes han provocado la explosión de esta crisis económica que corroe las entrañas de la sociedad, empujados por su propio sistema económico que no se fundamenta sino en la competencia empresarial, en producir todo lo posible para copar el mercado e incrementar lo máximo posible sus beneficios. Esto es desde la idea falseada de que “es posible mantener ese ritmo de producción y de consumo sin que se produjeran hundimientos económicos, sin saturar el mercado”. Creían, por ejemplo, que era posible producir viviendas hasta el infinito, reportándoles cuantiosos beneficios. La tozuda realidad ha demostrado que no es así. ¡Han producido por encima de las posibilidades de consumo de la sociedad!
Los beneficios que ha generado la época previa a la crisis también han quedado en manos privadas, en las manos de los grandes empresarios y banqueros. Beneficios creados por la fuerza de nuestro trabajo. Beneficios que los trabajadores no hemos visto. Mientras se enriquecían más y más, nos empobrecíamos realmente a pasos agigantados debido al crecimiento de los precios reales muy por encima de los salarios. Lo único que nos ha quedado es el endeudamiento, al que nos empujaron para incrementar artificialmente el consumo, que ahora nos ahoga por la reducción de los sueldos, la temporalidad y el desempleo.
Las alarmas sociales están saltando por todos lados. Cada vez más trabajadores requieren de la beneficencia, de los comedores sociales, de la ayuda de familiares…, incluso de rebuscar en los cubos de basura. Familias que sólo pueden hacer una o dos comidas al día, niños cuyo único sustento decente es el que reciben en el comedor escolar; cada vez más, aparecen noticias sobre niños malnutridos en los colegios. Porque de los 6 millones de desempleados 2,5 millones no tienen ingreso alguno, y a los que tienen ingresos solo les da para pagar el alquiler o la hipoteca de la vivienda. Pero, tener trabajo tampoco es garantía de bienestar; con los contratos precarios generalizados va a ser más difícil sobrevivir. Los niveles de pobreza se han alzado hasta el 21,8% de la población. La diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre ha crecido enormemente –ha pasado del valor de 5,2 en 2004 al 7,5 en 2011-. De lo producido por nuestras manos cada vez se quedan con una mayor porción extrayéndola de nuestro salario. Es vergonzosa la paradoja, se produce más de lo que se necesita pero aquellos que hacen el esfuerzo de producirlo tienen carencias en su vida porque se lo apropian los empresarios y banqueros. ¡Su enriquecimiento es nuestra explotación, es nuestra miseria!
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Los contratos temporales -sinónimos de inseguridad- se establecieron en el año 1984 y fueron profundizados mediante el Plan de Empleo Juvenil del año 1988, donde se establecen los famosos contratos basura -que ahora se quedan cortos-; el despido colectivo para empresas de menos de 25 trabajadores ya se establece en el año 1984. La progresión en el empeoramiento de las condiciones laborales ha tenido su colofón en las reformas llevadas a cabo durante la crisis (reformas laborales de 2010 y 2012) bajo la cínica excusa de crear empleo. Están transformando paulatinamente los contratos indefinidos en temporales mediante la drástica reducción de la indemnización y los nuevos tipos de contratos -facilitando el despido-; reduciendo los costes laborales mediante la generalización del contrato precario en prácticas o en formación; han dado a los empresarios la capacidad unilateral para modificar sustancialmente las condiciones laborales de los trabajadores, para el despido colectivo o individual, para descolgarse del convenio colectivo…, en función de sus necesidades técnicas, organizativas o productivas, es decir, su criterio particular. Aunque todavía no se ha producido por ley una reducción de los salarios generalizada, salvo a los trabajadores públicos (5% de su salario y supresión de una paga extra), de facto se ha producido una reducción del salario real del 5,4% en 2012 y del 3,2% en 2011. Y esta bajada salarial recae especialmente sobre los nuevos contratos que se producen. ¡Este es el concepto de progreso de los grandes empresarios y banqueros y de sus representantes políticos!Los cínicos representantes políticos de los grandes empresarios y banqueros, que han gestionado la sociedad desde los diferentes gobiernos que hemos tenido hasta ahora, han implantado reformas que han empeorado cada vez más las condiciones laborales de los trabajadores y por ende nuestras condiciones de vida. No solamente tenemos las reformas durante la presente crisis. Han practicado la política de la reforma de las leyes -estatuto de los trabajadores, pensiones, …- durante las décadas anteriores a la crisis, aunque en la actual crisis económica sean mayores esos atentados contra nuestros derechos. Han incrementado la explotación de los trabajadores; ¡están arrasando con todo aquello que nos beneficia y protege!
Los grandes empresarios y banqueros, desde su posición de posesión de las fábricas, máquinas, dinero…, y de su poder político, han hecho recaer lo negativo de la crisis y del crecimiento económico sobre los hombros de los trabajadores, aquellos que, a grandes rasgos, no poseemos más que nuestra fuerza para trabajar.
¿Hacia dónde nos encaminan?
Los lobbys empresariales y financieros se encuentran detrás de estas reformas. Están en línea con lo exigido en 2006 – cocinado antes de los primeros efectos de la crisis- por la UE en su famoso libro verde “modernizar el derecho laboral para afrontar los retos del siglo XXI”, aunque deberían haberlo nombrado como “explotar a los trabajadores como en el siglo XIX para afrontar los retos de competitividad y beneficios de los empresarios europeos en el siglo XXI”. Introducen el concepto de la Flexiseguridad. Flexibilidad para que las empresas puedan reestructurar las plantillas a bajo o ningún coste mediante tipos de contratos con una indemnización mínima o con ninguna (exactamente lo que exige la CEOE). Dicen que la propia regulación del mercado nos asegurará que los trabajadores siempre tengamos trabajo, ¿acaso no hemos tenido suficiente muestra de que no es así viendo las nefastas consecuencias de la crisis? ¿Acaso no vemos que incluso en los momentos de auge económico sigue existiendo la lacra del paro? Así crean una situación de inseguridad total a los trabajadores para poder obtener los recursos económicos suficientes para ellos y sus familias. Por contra, nuevamente salen beneficiados los empresarios y banqueros.
Pero realmente no se trata simplemente de su “bienestar”, más bien se debería hablar de una “vida entre todo tipo de lujos”. Ellos se aprovechan para vivir en la opulencia mientras que nosotros tenemos problemas para llegar a fin de mes en el mejor de los casos. En general, maximizar sus beneficios privados es su máximo objetivo. O ganan más para derrotar a sus competidores o sucumben frente a ellos.
La CEOE exige ahora que pueda transformar unilateralmente los contratos a tiempo completo por contratos a tiempo parcial, pide poder modificar el salario, horario y jornada con mayor facilidad de la que le permite la última reforma laboral. Desde hace varios años la CEOE y la UE piden la instauración del contrato único de indemnización progresiva –partiendo de indemnización cero-. El FMI exige la rebaja de los salarios en un 10% -mientras que los precios de los productos siguen subiendo-. La instauración de estas medidas nos serán presentadas por sus representantes políticos como una necesidad para salir de la crisis, para crear empleo ¿de qué tipo?, del tipo precario, mísero, insuficiente para la supervivencia de los trabajadores y sus familias. No muy diferente a como han exigido anteriormente la patronal y ha concedido, en mayor o menor medida, el Gobierno (sea del color que sea). En general, están empecinados en reducir los salarios reales de los trabajadores, incluidas las indemnizaciones, para poder producir a menor coste, para poder competir contra el resto de grandes empresarios y, así, poder dominar el mercado nacional y el internacional.
Por tanto, requieren los recortes laborales para sostener su competencia con respecto a otros países y a nivel nacional. Lo necesitan para copar el mercado de las exportaciones mediante la bajada de los costes laborales. Así es la política de Alemania para los países del sur de Europa. Como fiel defensora de los intereses de los grandes empresarios y banqueros, la UE aprieta a los trabajadores para conseguir una UE competitiva que domine las exportaciones (al igual que lo pretenden el resto de países capitalistas).
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Por tanto, la tendencia no es a que los recortes laborales producidos durante la crisis vayan a ser suprimidos cuando ésta remita, sino que la tendencia se dirige a hacerlos permanentes y a ahondar en esta línea. A desregularizar el mercado laboral para producir a menor coste a costa del empobrecimiento y de la mayor explotación de la clase trabajadora. A desregularizar el mercado laboral para acrecentar sus beneficios y hundir a su competidor.
¿Qué proponemos frente a esta situación?
Es inadmisible que produciéndose en la sociedad bienes y servicios suficientes como para que todos podamos vivir cómodamente, amplias capas de los trabajadores y de otras capas de la sociedad sufran carestía. Es inadmisible que la forma de salida de esta paradójica crisis, donde sobran productos, recaiga sobre las condiciones de vida de los trabajadores, produciéndose su empeoramiento.
Por tanto, de inmediato, establecemos una línea roja que no se debe traspasar. Las condiciones de vida de los trabajadores son incuestionables para nosotros. Esto supone la supresión de todas las reformas laborales emprendidas, igualar al alza las condiciones laborales que existen a día de hoy diferenciadas entre los trabajadores, acabar con la temporalidad, con los salarios bajos y con las extenuantes jornadas laborales que impiden al trabajador desarrollarse y poder participar en la vida política, conseguir la conciliación entre la vida laboral y la familiar… El objetivo es crear un marco legislativo que defienda y fomente el empleo estable bajo condiciones que permitan unas condiciones de vida dignas. Toda empresa que decida cerrar por la existencia de pérdidas debe ser analizada para su viabilidad real con el objeto de ser nacionalizada o, en caso contrario, obligada a recolocar a los trabajadores en otras empresas. Aquellas empresas que amenacen o decidan deslocalizarse a otros países para acrecentar la explotación sobre los trabajadores, y sus beneficios, serán nacionalizadas. Aquellas empresas que no cumplan estas condiciones en otros países igualmente pasarán a ser propiedad colectiva.
Dada la raíz del problema de la crisis económica, es necesaria la racionalización de la producción. Esto se consigue mediante el control directo de las cuentas y de la gestión de la empresa por la organización representativa y democrática de los trabajadores. Supone la participación directa de los trabajadores en la gestión del control económico a nivel de empresa mediante su Comité de Empresa y su Asamblea de Trabajadores, empleando las diferentes herramientas a su alcance para lograr ejercer un control total sobre la misma.
La producción no puede basarse en el desarrollo de los sectores que generan mayor rentabilidad a las empresas, sino en los sectores que se requieren desarrollar para cubrir las necesidades humanas, en la proporción y forma adecuada. Por tanto, para salir de la crisis es necesario fundarla en el desarrollo e inversión en I+D+i para la mejora de la producción y de nuevas tecnologías en todos los ámbitos necesarios productivos para la inversión pública y la creación de empleo estable; para alcanzar el pleno empleo y acabar con el intolerable desempleo. También debe incluirse el criterio del desarrollo sostenible implantando avances tecnológicos que permitan proteger el medio ambiente.
La financiación de las nacionalizaciones, de la creación de nuevas empresas públicas productivas y de la inversión en I+D+i, debe provenir de lo que producimos los trabajadores pero se apropian los grandes empresarios y banqueros. Así, se deben incrementar los impuestos relativos a los beneficios empresariales y financieros y al patrimonio de las grandes fortunas, entre otros.
Pero, evidentemente, este criterio chocará frontalmente con los fundamentos del régimen capitalista, cuya producción se basa en obtener los máximos beneficios posibles para poder competir y controlar el mercado, para el enriquecimiento de una minoría de la sociedad lo que conlleva el empobrecimiento de la mayoría. La gestión democrática de la economía, en sus diferentes niveles, por la mayoría de la sociedad, los trabajadores, y su gestión hacia cubrir necesidades vitales y mejorar progresivamente las condiciones de vida del conjunto de la sociedad. Estos son los nuevos criterios de gestión de una necesaria nueva sociedad.