El rey Leopoldo ejecutó uno de los mayores crimenes de la historia contemporánea, un genocidio que se cobro la vida de entre 5 y 10 millones de personas.
Por Alvaro Peredo, en 1 de agosto de 2008
El rey Leopoldo II ejecutó uno de los mayores crímenes de la historia contemporánea, un genocidio que se cobro la vida de entre 5 y 10 millones de personas. La explotación de una espantosa magnitud, fué rodeada en Belgica y Europa, como una campaña publica altruista y civilizadora de una África “salvaje” y no “civilizada”.
Las primeras historias que llegaron a Europa sobre el Congo, estaban relacionadas con las románticas y valerosas exploraciones de los exploradores pioneros, que una vez más volvían a “descubrir” mundos que permanecían inexplorados. La historias sobre Livingston y Stanley se hicieron muy famosas, quizá por que formaban parte de un plan de relaciones públicas que tenía como fín último, conquistar primero y explotar después los vastos recursos del Congo ó quizá por que simplemente fueron utilizadas por los dirigentes belgas para sus fines personales.
Hoy en día, la mayoría de la gente común, relacionaria a Livingston y Stanley con el Congo o con algún país exótico de Africa en vez de con Leopoldo II y el posterior genocidio que allí se cometió. Los artículos, reportajes e historias que escribieron novelistas como Joseph Conrad o Mark Twain entre otros (que no han sido tan promocionadas como las del “doctor Livingston supongo”), vienen a describirnos una parte mas cercana a la realidad de la vida de los congoleños, sus “amos” y las grotescas condiciones de vida que les impusieron mientras una pequeña élite belga que obtuvo “riquezas más allá de lo que es capaz de soñar la avaricia”. [1]
Leopoldo II, rey de Bélgica había enviado a finales del siglo XIX, emisarios por todo el mundo para que reportaran la existencia de regiones ricas a las que poder colonizar y como explotar. Deseaba, como el resto de aristocratas de la época, un parte del mundo para él, no como parte de un nuevo y gran imperio a formar, sino para establecer una especie de “coto privado” en el que explotar valiosos recursos con los que equipararse en riqueza al resto de monarcas contemporáneos.
Cuando en 1872, Henry M. Stanley dió con David Livingstone, el hecho se publicitó de manera desmesurada dando fama internacional y para siempre a la frase anteriormente mencionada. Esta desmesurada publicidad tenía probablemente intenciones mas oscuras. Leopoldo publicitó las historias contadas por Stanley y Livingstone sobre la “crueldad esclavista de los árabes” y el grado de retraso y escasa civilización de los pueblos contactados con el fin de que su intención de colonizar aquellos vastos territorios adquiriera el motivo de una intervención altruista de erradicación del comercio de esclavos mientras al mismo tiempo se enseñaban la civilización europea y su moral cristiana supuestamente superior en todos los aspectos a aquellas sociedades “primitivas” compuestas por poco mas que “salvajes”.
Este simple pretexto, junto con el interés “absolutamente humanitario” de Leopoldo II, quedó formalizado en 1876 durante la “Conferencia Geográfica” que se desarrolló en Bruselas y en la que se convenció a muchas e importantes personas de diversos ámbitos (desde geógrafos a militares pasando como no, por hombres de negocios) sobre los buenos fines que perseguía tan conmovedora obra.
Este pretexto no es ni mucho menos nuevo. “Los imperios se visten con un aura de benevolencia” [2] desde mucho antes que el Imperio Romano, el cual sentó en gran manera las bases para este tipo de pretextos que tenían por objeto convencer a los más rehacios, a aceptar las políticas agresivas y beligerantes del Imperio sobre otros pueblos y culturas.
Leopoldo II financia tan “altruista” empresa valiéndose de un numeroso compendio de engaños gracias a los cuales obtiene aportaciones económicas y prestamos provenientes de empresas, instituciones e incluso del propio Estado belga. Dichos prestamos jamás serían devueltos.
Las exploraciones de Stanley en Centrofrica entre 1879 y 1884 dieron resultados satisfactorios para las partes implicadas y se fundaron diversas estaciones a lo largo del rio Congo. También firmó varios tratados con gobernantes locales estableciendo la “Asociación Internacional del Congo”, una organización tapadera de las verdaderas ambiciones de Leopoldo II.
A finales de la década, en 1878, el rey Leopoldo II establece un consorcio de banqueros para financiar la exploración y colonización del Congo. La “Conferencia de Berlin” (noviembre 1844 – febrero 1845), los Estados y monarquías europeas reconocen la Asociación Internacional del Congo, que pasa a llamarse “Estado Libre del Congo”.
Mientras Leopoldo II dictaba normas arbitrarias que expropiaban propiedades y recursos a los pueblos congoleños, fomentaba a que su brutal ejercito privado (la Fuerza Pública) cometiera todo tipo de atrocidades incluído el sistemático uso de torturas, secuestros, asesinatos etc con el fin de aterrorizar a la población, sometiéndola a trabajos forzados o a “vender” sus tierras, el resto de Europa se dedicaba a calificar sus acciones como de lucha contra el comercio de esclavos e incluso como defensa del libre comercio .
La “lucha contra el comercio de esclavos” y contra la “escasa civilización” de los congoleños, convirtió a Leopoldo II en apenas un par de décadas, en uno de los hombres mas ricos del mundo.
En la década de 1890, se construye una red de medios de transporte para una más extensa explotación y distribución de los recursos minerales, haciendo uso de trabajadores forzados. La construcción de estas infraestructuras, orientadas exclusivamente al interés personal, se cobró la vida de una incontable cantidad de seres humanos, en una tremenda agonía de la que no se salvaban ni siquiera los niños de mas corta edad.
Los esclavos de todas las condiciones, también fueron explotados para el desarrollo de caucho y la obtención de marfil. Un año después se conquista Katanga (1891 – 1892), región de enormes riquezas minerales y que será un foco de la rivalidad entre las grandes potencias hasta nuestros días. Entre 1895 y 1897 estallaron diversos motines contra la Fuerza Pública que serán reprimidos en poco tiempo y con la aconstumbrada dureza.
Leopoldo II creó su propia empresa para la obtención de marfil y caucho, concediéndo tierras a diversas empresas e intereses privados a cambio de un porcentaje sobre los beneficios. Era el empresario del momento en el paraíso del libre comercio, es decir de la libre explotación.
Entre 1885 y 1906 el único comercio que existió en el Congo fue el de abalorios y camisetas de algodón que se cambiaban por inmensas tierras fértiles o incluso a cambio de años de trabajo, todo ello cuando no se recurría al terror sobre la población, el saqueo, la destrucción de aldeas y pueblos, chantajes y atroces castigos para aquellos que no cumplían con las ordenes o las tremendas jornadas de trabajo que exigía el monarca para mejorar la productividad.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Mujeres, niños , mutilados como ejemplo para motivar la producción de caucho