La detención de un barco norcoreano en el Canal de Panamá con armas cubanas a bordo, las declaraciones de gobierno cubano y la teoría de Wallerstein sobre el sistema-mundo moderno
artículo de Rodolfo Crespo
tomado de Rebelion.org en agosto de 2013
Dedicado al compañero Ricardo Alarcón de Quesada, cuyo verbo encendido en el enfrentamiento al imperio y en la defensa de los oprimidos, siempre ha sido para todos fuente de inspiración y lucha.
¿Cuáles son los hechos?. El 16 de julio del 2013 poco antes de entrar en el canal de Panamá y cruzar hacia el océano Pacífico las autoridades panameñas detuvieron al buque norcoreano Chong Chon Gang con el pretexto que transportaba drogas, y una vez inspeccionado se detectó que entre su carga iba armamento cubano, armas que a decir verdad, tanto por su número como por su valor estratégico y/o potencia de fuego, no alterarían la correlación de fuerzas en ninguna región del planeta y mucho menos en la península coreana y el Lejano oriente asiático.
El suceso despertó reacciones mediáticas desmedidas en proporción a los pertrechos transportados. El gobierno cubano fue presentado como tramposo, violador de las normas y el derecho internacional teniendo en cuenta que la Resolución 1718 de la ONU, impide a Corea del Norte la exportación e importación de todo tipo de armas menos las de pequeño calibre, acordada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en octubre de 2006, como respuesta al primer ensayo nuclear del régimen de Pyongyang, y que fue ratificada y endurecida el pasado mes de marzo, tras su tercera prueba atómica.
El gobierno lacayo de Costa Rica fue todavía más infame, su ministro de Seguridad Pública Mario Zamora declaró que el paso del buque norcoreano con supuestos misiles por aguas de Centroamérica era “una afrenta”, ya que el istmo dispone de mecanismos que prohíben el tránsito de armas de destrucción masiva, considerando el suceso como un escenario de “amenazas no convencionales transitando por nuestros territorios” (1). Nada más alejado de la realidad, ni armas de destrucción masiva, ni cohetes operativos en su rampas de lanzamiento, ni nada por el estilo, todo el material iba en partes y piezas debidamente camuflado debajo de sacos de azúcar.
¿Entonces por qué tanto ruido alrededor de tal acontecimiento?.
En primer lugar, el gobierno de Panamá (si es que no fue inducido por el gobierno de EE. UU.) apreció un buen momento para sin arriesgar credibilidad alguna mostrarse como un fiel sirviente de los intereses norteamericanos en la región.
En segundo lugar, se presentaban pruebas reveladoras inobjetables contra el Gobierno de Corea del Norte que además de amenazar al mundo con una guerra nuclear y estar sancionado por organismos internacionales aún así se atreve a desafiarlo.
Y en tercer lugar, se trata de desacreditar al gobierno cubano, quien por un lado al llevar a cabo una serie de reformas de mercado en su economía ha llevado a algunos a pensar que tendencialmente se va acercando más al capitalismo, mientras por otro lado transportando subrepticiamente material bélico hacia Corea del Norte, los ha decepcionado, pues con tal proceder se acerca más a una lógica de no rebasamiento de la guerra fría, revelando al parecer que aún no ha superado la inercia ideológica de su ideario de izquierda de décadas anteriores.
Para valorar este tercer aspecto tenemos que remitirnos a la reacción de la parte cubana. ¿Cuál ha sido ésta, qué dijo el gobierno cubano?, ¿cómo valorarla?, ¿qué debió haber hecho?, ¿Qué esperaban las personas que se consideran antisistémicas de la reacción con que debería proceder o haber procedido el gobierno de la Habana?
Es bueno recordar, antes de abordar estas interrogantes, que en buena parte de todos aquellos ciudadanos que han asumido y asumen un actitud antisistémica, queda en el recuerdo de su memoria histórica la gallardía con que en otros tiempos, la Revolución Cubana abordó los conflictos con la potencia hegemónica del sistema-mundo moderno a partir de 1945: los EE. UU..
Basta recordar, para citar algún ejemplo, de la bizarría de la bravura cubana para enfrentar al hegemón del momento, la postura que sostuvo en los acontecimientos relacionados con la crisis de los misiles del Caribe en octubre de 1962 y que Che, en su carta de despedida cuando se disponía a marchar de la Isla para brindar en otras tierras el concurso de sus modestos esfuerzos, catalogaría la actitud del pueblo cubano y de su máximo líder en aquellos días peligrosos y tristes como “luminosos”, valorando la resolución con que se negaron a dejar inspeccionar, primero en tierra y después en aguas nacionales, los cohetes nucleares que vergonzosamente los soviéticos pactaron retirar como solución a la crisis originada por la presencia de los mismos en suelo cubano, y que recientemente en un ensayo de Nardo Vázquez Izquierdo sobre la crisis estructural del capitalismo y la actitud que la izquierda había sostenido históricamente frente al sistema, el autor considerara la misma “una de las pruebas más brillantes de comportamiento radical en la izquierda antisistémica en la historia del sistema-mundo capitalista” (2).
Sin embargo, esta vez al ser detectadas las encubiertas armas en el carguero norcoreano Chong Chon Gang debajo de 10 mil toneladas de azúcar, no salió en persona ningún miembro del gobierno cubano a plantarle cara al imperio, fue un comentarista del noticiero local quien se encargó de leer una escueta nota del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde además de restarle importancia al material incautado hacía énfasis en lo obsoleto del mismo “fabricado a mediados del siglo pasado” como desmarcándose que ello constituyera una violación de las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU a Corea del Norte, al hacer hincapié que el mismo era “para ser reparado y devuelto a nuestro país”, y concluía ratificando que la “República de Cuba reitera… el respeto al Derecho Internacional”(3), en otras palabras, ni era para tanto, ni había que exagerar, el asunto era de poca monta.
Esta narración de los hechos nos constata el pobre enfrentamiento a la potencia hegemónica por parte de los Estados que en teoría pudieran ser (y en determinado periodo histórico fueron) los abanderados en la lucha contra el sistema-mundo capitalista, aún cuando es evidente el retroceso relativo de la hegemonía norteamericana, queda así (parece ser) para los libros de historia la época en que el enfrentamiento dialéctico entre la Revolución Cubana y el gobierno de EE. UU. abrían los telediarios y ocupaban las portadas de los principales periódicos del mundo.
Pero ¿por qué, aunque por detrás las violen (como es éste caso) por delante ¡hasta la izquierda “antisistémica” en el poder!, se jacta de respetar las resoluciones de la ONU, una de las organizaciones que reglamentan e institucionalizan el ordenamiento en el sistema-mundo moderno?.
En el mencionado ensayo de Nardo Vázquez Izquierdo aparece una sugerente respuesta basada en el análisis que desde la década de 1970 viene desarrollando el compañero Immanuel Wallerstein: “más allá de los errores cometidos por los cuadros de los movimientos antisistémicos y revolucionarios (cuya cuota de responsabilidad no los eximirá del juicio de la historia), y más allá de las nefastas tácticas particulares que hayan empleado en el marco de la estrategia general por transformar el sistema burgués, el imperativo categórico que se interpuso en su camino fue de índole objetiva, no de elección y planificación subjetiva” (4).
Y es que desde hace aproximadamente cinco siglos vivimos en un sistema que no solo “da prioridad a la incesante acumulación de capital” sino que entre sus instituciones claves esta “el sistema interestatal, formado por Estados supuestamente soberanos, limitados no obstante por el marco y las ‘reglas’ de ese sistema interestatal” (5) y quiénes actúan de otra manera o intentan saltarse dichas reglas son duramente castigados.
¿Ha ocurrido eso en el caso de Cuba?, ¿tiene eso qué ver con su débil actitud plasmada en la declaración del 16 de julio de 2013 por su Ministerio de Relaciones Exteriores, en contraposición a la postura viril que sostuvo el Comandante Castro en 1962 durante la Crisis de los Misiles, que llevó a Ernesto Guevara a decir que “pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días”?
Lo que si nadie puede ignorar es que, siempre que las constricciones sistémicas (de las que hasta ahora la izquierda nunca ha sido capaz de liberarse) han llevado a los movimientos antisistémicos a temperar su actividad también han aparecido en otras partes del sistema fuerzas que han recogido el testigo y han intensificado la acción contra el mismo.
Para concluir recordar que, “el sistema-mundo en el que vivimos desde hace más de 400 años se encuentra en su otoño, las tendencias seculares que lo van erosionando, comienzan a llegar a sus asíntotas sin que pueda sobrepasarlas, metiéndolo en un período de caos, desorden (palpable ya por doquier) y desintegración.
Cuando un sistema goza de una vida pletórica, es saludable y funciona “normalmente” el mismo cuenta con mecanismos que tratan de restaurar (y de hecho lo logran) el equilibrio que sus contradicciones internas van alterando, y poco se puede hacer contra él, por muy voluntariosas y fuertes que sean las acciones; en esta situación las fluctuaciones que se producen en sus seno por grandes que sean “tienen efectos relativamente menores… Es por eso que a largo plazo las revoluciones francesa y rusa podrían percibirse como ‘fracasos’. Ciertamente lograron menos en cuanto a transformación social de lo que sus partidarios esperaban. Pero cuando los sistemas se alejan mucho del equilibrio, cuando se bifurcan, las pequeñas fluctuaciones pueden tener efectos serios. Ésta es una de las razones principales por las que el resultado es tan impredecible. No podemos siquiera imaginar la multitud de pequeños detalles que tendrían un impacto crucial.”
“...traduzco este marco conceptual al lenguaje antiguo de la filosofía griega. Opino que cuando los sistemas funcionan normalmente el determinismo estructural pesa más que el libre albedrío individual y colectivo. Pero en tiempos de crisis y transición el factor libre albedrío se vuelve fundamental…”.
Es por ello que podemos decir, con más o menos categorismo, que estamos entrando (estamos ya) en una época auténticamente revolucionaria, que la “locomotora de la historia” de la que hablaba Marx, al referirse a las revoluciones, ha echado a andar y que, como decía Fidel Castro y Che inmortalizaría con su inconfundible timbre de voz “su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia por la que ya han muerto más de una vez inútilmente”.
A lo dicho sólo resta hacer una advertencia, esa nueva sociedad libre y fraterna, esa “verdadera independencia” de la que hablaba el comandante Guevara, no está escrita en el muro, las situaciones caóticas producen por sí solas nuevos sistemas ordenados, pero eso no garantiza que el nuevo sistema que sustituya al capitalismo sea mejor, “en situaciones caóticas derivadas de una bifurcación el resultado es inherentemente impredecible. No sabemos, no podemos saber, como terminará todo esto. Lo que sí sabemos es que el sistema presente no puede sobrevivir como tal”, lo que sí podemos aseverar es que el nuevo tipo de sistema que se instaure dependerá de nosotros, de lo que seamos capaces de obtener, y eso tiene mucho que ver con la estrategia que elijamos.”(6).
Evidentemente una tenue y minúscula reacción como la de los cubanos ante los sucesos en el buque norcoreano Chong Chon Gang en el Canal de Panamá en julio del 2013, ni ayudan mucho a la lucha contra el sistema burgués, ni tampoco generan tantas simpatías entre los desposeídos de este mundo, cuya moral se acrecienta tanto cuando alguien en alguna parte del sistema levanta, sino sus armas, aunque sea su airada voz de protesta y rebeldía contra el orden de los dueños del sistema-mundo capitalista.
Notas:
1. “El barco norcoreano interceptado en Panamá transportaba armamento cubano”. El País. 17 julio 2013
2. Vázquez Izquierdo, Nardo. “La crisis estructural del capitalismo y la actitud de la izquierda”.
3. Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores. Periódico Granma. Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba 17 de julio 2013.
4. Vázquez Izquierdo, Nardo. “La crisis estructural del capitalismo y la actitud de la izquierda”
5. Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Editorial Akal 2004. Madrid. España. página 398.
6. Vázquez Izquierdo, Nardo. “La crisis estructural del capitalismo y la actitud de la izquierda”. Las cursivas en el interior de la cita corresponden a Wallerstein, para la ubicación bibliográfica de dichas referencias dirigirse al ensayo en cuestión.