III República: Democracia para la mayoría
La agudización de la crisis capitalista provoca inevitablemente en una sociedad de clases la agudización de la lucha de clases. Lucha en la que el Estado se presenta, sin disimulo alguno y violentamente, como el Estado de un puñado de familias económicamente poderosas: el gran capital.
Se dan situaciones paradójicas: personas que necesitan casas no las tienen y bancos que no las necesitan las tienen casi todas. Se demuestra así, que el derecho a la propiedad privada no es realmente un derecho universal: se concentra en manos de unos pocos y obliga al resto a entregar sus vidas y almas al gran capital porque no poseen nada más para poder vivir. Por si esto no bastara, la Constitución vigente acaba de ser reformada para dar prioridad al pago de la deuda contraída con los especuladores, en detrimento de la satisfacción de las acuciantes necesidades de la mayoría.
El capitalismo que se ha desarrollado en España hasta nuestros días tiene a la Monarquía su principal valedor político. Abolirla supone asestar un duro golpe a la gran burguesía dominante en España. Construir sobre sus ruinas una República Democrática nos ayudará a liberarnos del yugo de la miseria y a cambiar la correlación de fuerzas ganando posiciones en la lucha de clases para así empezar a satisfacer ampliamente las necesidades de la clase obrera y del conjunto de las masas populares.
Una monarquía restaurada por el franquismo
La monarquía parlamentaria española es la continuación política del fascismo bajo las condiciones particulares impuestas por el imperialismo exterior a la oligarquía financiera española para permitirle exportar capital al resto del mundo. Por otra parte, esa misma oligarquía española necesitaba ensanchar su régimen político para fomentar una aristocracia obrera que no obstaculizase sus planes en el exterior.
La figura del Rey ha sido aprovechada por grupos económicos para realizar estas aventuras internacionales de saqueo y expolio, de exportar dichos capitales a las zonas de influencia política del reino de España (sobretodo Latinoamérica).
Acabar con la monarquía es debilitar a la oligarquía imperialista y practicar el Internacionalismo con el Tercer Mundo.
Una monarquía al servicio del capital financiero
El Estado de la monarquía borbónica representa la organización política de los grupos económicamente dominantes (el gran capital financiero español en connivencia con el norteamericano y el europeo) quienes imponen su voluntad al conjunto de la sociedad. Esto se hace más tangible cuando los representantes de esa clase dominante, al imponer condiciones de vida de miseria al resto de la sociedad para frenar la caída de su tasa de ganancia, generan en ésta un rechazo frontal tal que, temeros de perder sus privilegios históricos, emplean la brutalidad y el recorte de libertades para imponer sus intereses. Los políticos corruptos son los servidores de la oligarquía corruptora.
¿Qué república defendemos?
La República no la entendemos como nuestro fin, sino como un régimen político que liberará las fuerzas democráticas encerradas en la sociedad y, por medio del desarrollo democrático, proporcionará a las masas mejores condiciones para elevar la lucha económica a la lucha política, consiguiendo una participación política cada vez mayor y más directa de las amplias masas, sin lo cual es imposible el paso al socialismo.
Nuestro objetivo como obreros conscientes, como comunistas, no es reformar la propiedad privada, sino abolirla; no es paliar los antagonismos de clase, sino azuzarlos; no es reformar la sociedad existente, sino establecer una nueva.
Nuestra fuerza: la unidad.
Necesitamos una amplia unidad de la clase obrera y del resto de sectores populares para vencer al enemigo común: el gran capital y la oligarquía financiera representada políticamente por la monarquía. Necesitamos la unidad de toda la clase obrera de todas las nacionalidades de España, de nacionalistas y no nacionalistas, de asalariados y profesionales, de pequeña burguesía y campesinos, etc.; unidad de todos ellos en torno a la clase obrera.
- Derogación de la monarquía y de la Constitución de 1978.
- Elección directa por el pueblo de todos los órganos de poder del Estado.
- Sistema electoral estrictamente proporcional.
- Revocabilidad de los cargos políticos.
- Retribución de los cargos políticos con un salario igual a la media general.
- Soberanía nacional y derecho de autodeterminación.
- Separación plena de la iglesia y del Estado.
- Nacionalización de las grandes empresas y servicios públicos, bajo control popular.
- Persecución de los mayores defraudadores a la Hacienda Pública, progresividad fiscal e impuesto sobre las grandes fortunas.
- Subsidio de paro indefinido, mientras no haya empleos dignos para todas y todos.
- No al pago por el pueblo de la deuda generada por la especulación del capital financiero.
- Recuperación de los salarios y de los derechos laborales y sindicales recortados desde el Estatuto de los Trabajadores.
- Salida de la OTAN y de la Unión Europea.
¡Por la República Democrática y el Socialismo!
PTD - Unión Proletaria.
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La agudización de la crisis capitalista provoca inevitablemente en una sociedad de clases la agudización de la lucha de clases. Lucha en la que el Estado se presenta, sin disimulo alguno y violentamente, como el Estado de un puñado de familias económicamente poderosas: el gran capital.
Se dan situaciones paradójicas: personas que necesitan casas no las tienen y bancos que no las necesitan las tienen casi todas. Se demuestra así, que el derecho a la propiedad privada no es realmente un derecho universal: se concentra en manos de unos pocos y obliga al resto a entregar sus vidas y almas al gran capital porque no poseen nada más para poder vivir. Por si esto no bastara, la Constitución vigente acaba de ser reformada para dar prioridad al pago de la deuda contraída con los especuladores, en detrimento de la satisfacción de las acuciantes necesidades de la mayoría.
El capitalismo que se ha desarrollado en España hasta nuestros días tiene a la Monarquía su principal valedor político. Abolirla supone asestar un duro golpe a la gran burguesía dominante en España. Construir sobre sus ruinas una República Democrática nos ayudará a liberarnos del yugo de la miseria y a cambiar la correlación de fuerzas ganando posiciones en la lucha de clases para así empezar a satisfacer ampliamente las necesidades de la clase obrera y del conjunto de las masas populares.
Una monarquía restaurada por el franquismo
La monarquía parlamentaria española es la continuación política del fascismo bajo las condiciones particulares impuestas por el imperialismo exterior a la oligarquía financiera española para permitirle exportar capital al resto del mundo. Por otra parte, esa misma oligarquía española necesitaba ensanchar su régimen político para fomentar una aristocracia obrera que no obstaculizase sus planes en el exterior.
La figura del Rey ha sido aprovechada por grupos económicos para realizar estas aventuras internacionales de saqueo y expolio, de exportar dichos capitales a las zonas de influencia política del reino de España (sobretodo Latinoamérica).
Acabar con la monarquía es debilitar a la oligarquía imperialista y practicar el Internacionalismo con el Tercer Mundo.
Una monarquía al servicio del capital financiero
El Estado de la monarquía borbónica representa la organización política de los grupos económicamente dominantes (el gran capital financiero español en connivencia con el norteamericano y el europeo) quienes imponen su voluntad al conjunto de la sociedad. Esto se hace más tangible cuando los representantes de esa clase dominante, al imponer condiciones de vida de miseria al resto de la sociedad para frenar la caída de su tasa de ganancia, generan en ésta un rechazo frontal tal que, temeros de perder sus privilegios históricos, emplean la brutalidad y el recorte de libertades para imponer sus intereses. Los políticos corruptos son los servidores de la oligarquía corruptora.
¿Qué república defendemos?
La República no la entendemos como nuestro fin, sino como un régimen político que liberará las fuerzas democráticas encerradas en la sociedad y, por medio del desarrollo democrático, proporcionará a las masas mejores condiciones para elevar la lucha económica a la lucha política, consiguiendo una participación política cada vez mayor y más directa de las amplias masas, sin lo cual es imposible el paso al socialismo.
Nuestro objetivo como obreros conscientes, como comunistas, no es reformar la propiedad privada, sino abolirla; no es paliar los antagonismos de clase, sino azuzarlos; no es reformar la sociedad existente, sino establecer una nueva.
Nuestra fuerza: la unidad.
Necesitamos una amplia unidad de la clase obrera y del resto de sectores populares para vencer al enemigo común: el gran capital y la oligarquía financiera representada políticamente por la monarquía. Necesitamos la unidad de toda la clase obrera de todas las nacionalidades de España, de nacionalistas y no nacionalistas, de asalariados y profesionales, de pequeña burguesía y campesinos, etc.; unidad de todos ellos en torno a la clase obrera.
- Derogación de la monarquía y de la Constitución de 1978.
- Elección directa por el pueblo de todos los órganos de poder del Estado.
- Sistema electoral estrictamente proporcional.
- Revocabilidad de los cargos políticos.
- Retribución de los cargos políticos con un salario igual a la media general.
- Soberanía nacional y derecho de autodeterminación.
- Separación plena de la iglesia y del Estado.
- Nacionalización de las grandes empresas y servicios públicos, bajo control popular.
- Persecución de los mayores defraudadores a la Hacienda Pública, progresividad fiscal e impuesto sobre las grandes fortunas.
- Subsidio de paro indefinido, mientras no haya empleos dignos para todas y todos.
- No al pago por el pueblo de la deuda generada por la especulación del capital financiero.
- Recuperación de los salarios y de los derechos laborales y sindicales recortados desde el Estatuto de los Trabajadores.
- Salida de la OTAN y de la Unión Europea.
¡Por la República Democrática y el Socialismo!
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