«El impedir la victoria del fascismo depende ante todo de la actitud combativa de la propia clase obrera, de la cohesión de sus fuerzas en un ejército combatiente que luche unido contra la ofensiva del capital y del fascismo. El proletariado, al establecer su unidad de lucha, paralizaría la influencia del fascismo sobre los campesinos, sobre la pequeña burguesía urbana, sobre la juventud y los intelectuales, conseguiría neutralizar a una parte y hacer pasar a su lado a la otra». (Georgi Dimitrov; La ofensiva del fascismo y las tareas de la Komintern en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo, Informe ante el VIIº Congreso de la Internacional Comunista, 1935)
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Repasando las consecuencias del VIIº Congreso de la Komintern de 1935 en la estrategia y tácticas de los partidos comunistas, esta vez ponemos en vuestras manos un memorable discurso del marxista-leninista español José Díaz – entendemos que los españoles y todos los comunistas en general mantienen una deuda muy elevada por haber ignorado su obra, y en su lugar haberse sumergido en el estudio de otras figuras, muchas veces incluso antimarxistas–. En este discurso pronunciado por el comunista sevillano a escasos meses de la celebración del VIIº Congreso de la Komintern, explica a los oyentes las conclusiones extraídas por el autor sobre lo que significaba esas directrices para los partidos comunistas, y la importancia en concreto para España. Si bien la Komintern y sus respectivos partidos habían pecado de aislacionismo con las masas, sectarismos analíticos, sobreestimación de las fuerzas y ciertos tópicos no del todo errados del periodo previo a 1935, el Partido Comunista de España –PCE– no era menos.
Fueron las consultas sobre la Komintern entre Georgi Dimitrov y Iósif Stalin tras la salida del primero de la cárcel en 1934, los debates internacionales y la culminación propia del VIIº Congreso de la Komintern de 1935, lo que implantó una nueva línea en el Movimiento Comunista Internacional; lo que también impulsó al Partido Comunista de España a cambiar su situación. Ya previamente en 1932, la Komintern aún cuando mantenía cierto lenguaje izquierdista, ayudó al PCE a liberarse de las técnicas deficientes de la dirección del por entonces Secretario General José Bullejos que precisamente resultaban en las peores deficiencias que se podían encontrar en los análisis y estrategias de la Komintern, pero en un grado superior.
Pero volviendo a 1935, el autor apunta a la importancia de este giro positivo que significaba la nueva línea de la Komintern. Explica la necesidad que había en reformular una nueva línea que fuera en consonancia con «los cambios que se han operado en la situación internacional» en el momento, siendo a la vez un eufemismo como haría Georgi Dimitrov, a la hora de no criticar la línea del VIº Congreso de la Komintern de 1928 en varios temas, siendo sin embargo por otro lado verdad el hecho que en 1935: «hoy el enemigo inmediato al que hay que vencer, al que hay que aniquilar, es el fascismo», cosa que no sucedía en 1928, y que refleja que era necesario un cambio no por viejos errores de la vieja línea, sino por la necesidad de adaptación a nuevas situaciones objetivas: «a una nueva situación corresponde, forzosamente, una nueva táctica». Aquí se señala y destaca por encima de todo:
–La notoria presión fascista en el país, y la influencia de las teorizaciones que profundizan la pasividad y desmovilización ante tal peligro evidente. La necesidad de materializar en la práctica una unión obrera mediante el frente único, y un bloque popular antifascista, que detuviera el avance fascista, en la que el partido comunista –pese a la débil posición en la que se encontraba en 1935– debía liderar dicho frente popular y resolver las tareas de la revolución democrática hasta sus últimas consecuencias: «el bloque popular antifascista tiene otras tareas muy esenciales que realizar, otros deberes que cumplir. Sobre todo, en España. No se trata de volver al bloque del 14 de abril, para luego desembocar en noviembre del 1933. Se trata de una amplia lucha de masas contra la reacción y el fascismo, para poder destruir su base material e influencia política y abrir ancho cauce a un régimen democrático, en la senda hacia el poder obrero y campesino», y, posteriormente, finalizando en la revolución socialista: «nosotros luchamos por la dictadura del proletariado, por los soviets. Lo declaramos paladinamente, porque nosotros como partido del proletariado, no renunciamos a nuestros objetivos».
–El más que detectable sentimiento obvio de que las varias guerras iniciadas por los países fascistas –que son esencia de cualquier imperialismo– en los años 30, es sólo el preludio de unos objetivos belicistas mayores, entre los que apuntaban sí o sí a la Unión Soviética.
–El cambio objetivo de ciertos extractos tanto de la base como de la dirigencia socialdemócrata y anarquista respecto a la política del partido comunista el frente único y el frente popular, conscientes una vez más, con la experiencia práctica de esos días, del destino final de los trabajadores en Austria tras el advenimiento del fascismo en 1934. Llegada correspondida precisamente por la colaboración de clase con la burguesía. La necesidad de la búsqueda de una construcción de un partido proletario único en España, sobre todo en tal situación de ofensiva fascista, partiendo siempre bajo las condiciones esgrimidas por Dimitrov para tal unión con las secciones izquierdistas de las demás organizaciones obreras.
–Abrir los ojos a las masas de la situación interna del gobierno: casos de corrupción como el asunto «estraperlo», clausura de periódicos obreros, aplicación arbitraria de leyes como la «Ley de vagos y maleantes», las largas penas de presión a los autores de la insurrección de octubre de 1934 y la exaltación pública de los corruptos etc. Situación del gobierno, que el autor repite que pese a las teorizaciones, no caerá por inercia de sus nefastas acciones, sino por la acción de las masas populares y su fuerza motriz; el proletariado y su partido.
Con prontitud nos introduciremos en la táctica del PCE durante las elecciones de febrero de 1936 y la guerra civil mediante las obras de José Díaz.
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Repasando las consecuencias del VIIº Congreso de la Komintern de 1935 en la estrategia y tácticas de los partidos comunistas, esta vez ponemos en vuestras manos un memorable discurso del marxista-leninista español José Díaz – entendemos que los españoles y todos los comunistas en general mantienen una deuda muy elevada por haber ignorado su obra, y en su lugar haberse sumergido en el estudio de otras figuras, muchas veces incluso antimarxistas–. En este discurso pronunciado por el comunista sevillano a escasos meses de la celebración del VIIº Congreso de la Komintern, explica a los oyentes las conclusiones extraídas por el autor sobre lo que significaba esas directrices para los partidos comunistas, y la importancia en concreto para España. Si bien la Komintern y sus respectivos partidos habían pecado de aislacionismo con las masas, sectarismos analíticos, sobreestimación de las fuerzas y ciertos tópicos no del todo errados del periodo previo a 1935, el Partido Comunista de España –PCE– no era menos.
Fueron las consultas sobre la Komintern entre Georgi Dimitrov y Iósif Stalin tras la salida del primero de la cárcel en 1934, los debates internacionales y la culminación propia del VIIº Congreso de la Komintern de 1935, lo que implantó una nueva línea en el Movimiento Comunista Internacional; lo que también impulsó al Partido Comunista de España a cambiar su situación. Ya previamente en 1932, la Komintern aún cuando mantenía cierto lenguaje izquierdista, ayudó al PCE a liberarse de las técnicas deficientes de la dirección del por entonces Secretario General José Bullejos que precisamente resultaban en las peores deficiencias que se podían encontrar en los análisis y estrategias de la Komintern, pero en un grado superior.
Pero volviendo a 1935, el autor apunta a la importancia de este giro positivo que significaba la nueva línea de la Komintern. Explica la necesidad que había en reformular una nueva línea que fuera en consonancia con «los cambios que se han operado en la situación internacional» en el momento, siendo a la vez un eufemismo como haría Georgi Dimitrov, a la hora de no criticar la línea del VIº Congreso de la Komintern de 1928 en varios temas, siendo sin embargo por otro lado verdad el hecho que en 1935: «hoy el enemigo inmediato al que hay que vencer, al que hay que aniquilar, es el fascismo», cosa que no sucedía en 1928, y que refleja que era necesario un cambio no por viejos errores de la vieja línea, sino por la necesidad de adaptación a nuevas situaciones objetivas: «a una nueva situación corresponde, forzosamente, una nueva táctica». Aquí se señala y destaca por encima de todo:
–La notoria presión fascista en el país, y la influencia de las teorizaciones que profundizan la pasividad y desmovilización ante tal peligro evidente. La necesidad de materializar en la práctica una unión obrera mediante el frente único, y un bloque popular antifascista, que detuviera el avance fascista, en la que el partido comunista –pese a la débil posición en la que se encontraba en 1935– debía liderar dicho frente popular y resolver las tareas de la revolución democrática hasta sus últimas consecuencias: «el bloque popular antifascista tiene otras tareas muy esenciales que realizar, otros deberes que cumplir. Sobre todo, en España. No se trata de volver al bloque del 14 de abril, para luego desembocar en noviembre del 1933. Se trata de una amplia lucha de masas contra la reacción y el fascismo, para poder destruir su base material e influencia política y abrir ancho cauce a un régimen democrático, en la senda hacia el poder obrero y campesino», y, posteriormente, finalizando en la revolución socialista: «nosotros luchamos por la dictadura del proletariado, por los soviets. Lo declaramos paladinamente, porque nosotros como partido del proletariado, no renunciamos a nuestros objetivos».
–El más que detectable sentimiento obvio de que las varias guerras iniciadas por los países fascistas –que son esencia de cualquier imperialismo– en los años 30, es sólo el preludio de unos objetivos belicistas mayores, entre los que apuntaban sí o sí a la Unión Soviética.
–El cambio objetivo de ciertos extractos tanto de la base como de la dirigencia socialdemócrata y anarquista respecto a la política del partido comunista el frente único y el frente popular, conscientes una vez más, con la experiencia práctica de esos días, del destino final de los trabajadores en Austria tras el advenimiento del fascismo en 1934. Llegada correspondida precisamente por la colaboración de clase con la burguesía. La necesidad de la búsqueda de una construcción de un partido proletario único en España, sobre todo en tal situación de ofensiva fascista, partiendo siempre bajo las condiciones esgrimidas por Dimitrov para tal unión con las secciones izquierdistas de las demás organizaciones obreras.
–Abrir los ojos a las masas de la situación interna del gobierno: casos de corrupción como el asunto «estraperlo», clausura de periódicos obreros, aplicación arbitraria de leyes como la «Ley de vagos y maleantes», las largas penas de presión a los autores de la insurrección de octubre de 1934 y la exaltación pública de los corruptos etc. Situación del gobierno, que el autor repite que pese a las teorizaciones, no caerá por inercia de sus nefastas acciones, sino por la acción de las masas populares y su fuerza motriz; el proletariado y su partido.
Con prontitud nos introduciremos en la táctica del PCE durante las elecciones de febrero de 1936 y la guerra civil mediante las obras de José Díaz.
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