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    La limitación y la irracional sustancia de la producción capitalista

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    La limitación y la irracional sustancia de la producción capitalista Empty La limitación y la irracional sustancia de la producción capitalista

    Mensaje por Andaluz Lun Mar 03, 2014 6:32 pm

    Comparto con vosotros este texto que acabo de hacer. El texto me ha quedado creo algo incompleto, igual debería añadir algún ejemplo más y pulirlo un poco, pero bueno lo comparto con ustedes a ver que les parece. No quería centrarme tanto en los aspectos irracionales e injustos del capitalismo, sino en como limita la producción de los bienes útiles para la humanidad y en cambio orienta esas fuerzas productivas hacia otros fines innecesarios:


    En ninguna forma que adopte el capitalismo se puede alcanzar realmente la igualdad en las relaciones laborales entre los que detentan el capital y los que no. Los que no poseen los medios de producción se ven siempre obligados a vender su fuerza de trabajo, su personalidad o sus conocimientos, dependiendo de la rama económica a la que se quieran dedicar, a los que los poseen. Si no lo hacen, al disponer, por lo general, de menos recursos no podrán aguantar tanto tiempo (si se quiere disponer de una independencia y bienestar económico) como los otros, que suelen poseer además mayor oferta humana para cubrir los puestos de trabajo que ofrecen. En esta desigualdad de condiciones la mayor parte de la población se ve sometida a una continua angustia, más o menos consciente, por ser esclavo de esa dinámica injusta que le impide ser libre.

    A parte de la acumulación del capital por parte de la burguesía también hay que tener en cuenta la orientación de gran parte de la producción, cuando no la mayoría, hacia fines inútiles:

    Para empezar, parte de la producción capitalista de los países del primer mundo se orienta hacia la producción de productos y bienes innecesarios, muchos de los cuales tienen además la llamada obsolescencia programada. Estos productos solo tienen razón de ser en un mundo ensimismado en un absurdo consumismo, que ya no convive con los problemas de subsistencia que aún padece la mayor parte del mundo y que solo persigue el enriquecimiento material desmesurado, siguiendo el modelo de las élites a las que pretende imitar.

    Dentro de esta categoría podemos encontrar por ejemplo los recursos que se dedican a la industria del ocio y el entretenimiento, ésta necesita constantemente sacar nuevos productos para cubrir unas necesidades artificiales en el cliente que nunca llega a cubrir del todo, siempre necesitará más y más para saciar su aburrimiento. También encontramos los productos eléctricos, electrónicos, farmacéuticos que tienen una obsolescencia programada, es decir que su tiempo de vida está limitado intencionadamente por el fabricante para así obligar al cliente a consumir frecuentemente. A parte de la obsolescencia la misma publicidad ya crea necesidades adicionales, que se materializan cuando hay bienestar económico, tales como comprarse nuevos coches, nuevos electrodomésticos, más tecnología y productos de todo tipo para seguir dependiendo del vendedor y hacerse más esclavo del salario.

    Por el contrario la producción de ciertos recursos más necesarios para el conjunto de la humanidad se ve limitada, ya sea por su menor beneficio o por aumentar los precios. Algo tan básico como la comida es el mayor ejemplo de esto. En un mundo en el que la industrialización está tan avanzada como para producir suficientes alimentos para todo el mundo sin demasiadas complicaciones, se da la paradoja de que cientos de millones de personas sufren de desnutrición cuando no mueren de hambre. En vez de orientar primero la producción hacia todo aquello que garantice una vida digna, tanto material como culturalmente, la producción se ve limitada hacia aquello que pueda continuar la reproducción de los capitales.

    Otra categoría sería la de cómo a través de los intermediarios los capitalistas multiplican sus ganancias de forma injusta, produciendo algo en una parte del mundo donde abundan los miserables para venderlo a un precio 10, 20, 30 veces o más caro en el primer mundo. Algunos dirán que es justo pues el que invierte su capital en tales procesos puede arriesgarse a perderlo, pero cuando este proceso ha sido repetido sistemáticamente durante décadas esas élites ya no tienen nada que perder, solo pueden acumular más y más aunque de vez en cuando la operación no salga como se desea. Esta gente se vale de la miseria de las personas que producen en esos países y de los intermediarios asalariados que mueven sus mercancías hasta su lugar de venta. Se infla el precio de tal manera para producir ganancias que repercuten solo en gran medida en el que es dueño del proceso, negando además la creación de ese tipo de industrias bajo condiciones laborales favorables en los países del primer mundo, porque no podrían competir en un sistema capitalista ya que no estarían orientadas a producir beneficios desorbitados sino a cubrir las necesidades que la sociedad reclame.

    También habría que tener en cuenta la enorme cantidad de recursos destinados a aguantar las fuerzas represoras del estado y de la burguesía, tales como la policía y sobre todo el ejército. Éste último viene absorbiendo desde el S.XX cada vez más recursos para su constante modernización, que es en la mayoría de los casos innecesaria y sólo sustentada por el interés e influencia de la industria armamentística, que podrían destinarse a otros fines más útiles. Los políticos y todo el cuerpo de enchufados que les siguen son otro de los problemas endémicos que arrastra el Estado, de ellos no solo hay que tener en cuenta el robo que por lo general efectúan a la sociedad, sino su tradicional alianza, o mejor dicho sumisión, en la mayoría de los casos con la burguesía. Aún cuando partan de buenas intenciones la naturaleza misma del poder y de querer transformar las cosas solo desde arriba los terminará convirtiendo a la mayoría en ayudantes pasivos de la explotación, en el mejor de los casos, o colaboradores activos de ésta.

    Tenemos en definitiva los medios y la industria necesaria para crear un mundo que garantice el bienestar a toda la humanidad, pero tenemos al mismo tiempo un sistema económico que no solo limita la producción útil y hace que los beneficios recaigan en unas élites, sino que crea además un sistema de valores que hace que el ideal de vida sea el de poseerlo todo, cuanto más mejor, que convierte a los desposeídos del capital en ilusos imitadores de la burguesía.

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