Foro Comunista

¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

    Los escritos tardíos de Marx sobre Rusia reexaminados - texto de Kevin B. Anderson - año 2007 - publicado en SpaiMarx

    avatar
    Chus Ditas
    Miembro del Soviet
    Miembro del Soviet

    Cantidad de envíos : 2863
    Reputación : 5816
    Fecha de inscripción : 24/03/2011

    Los escritos tardíos de Marx sobre Rusia reexaminados - texto de Kevin B. Anderson - año 2007 - publicado en SpaiMarx Empty Los escritos tardíos de Marx sobre Rusia reexaminados - texto de Kevin B. Anderson - año 2007 - publicado en SpaiMarx

    Mensaje por Chus Ditas Miér Mayo 07, 2014 10:16 pm

    Los escritos tardíos de Marx sobre Rusia reexaminados

    texto de Kevin B. Anderson - año 2007

    publicado en SpaiMarx

    Este año celebramos el 125 aniversario del prefacio al Manifiesto Comunista de Marx de 1882, de autoría compartida con Engels, en el que expone una vía alternativa hacia el comunismo para Rusia, basada en las aldeas agrícolas comunales rusas y diferente de la sugerida en El Capital Vol. I para Europa occidental. Este prefacio de 1882 es el punto culminante de los escritos tardíos de Marx sobre Rusia, textos que todavía no han sido asimilados en el marco de trabajo del marxismo, tal y como lo desarrollaron los marxistas después de Marx.

    Esta es una gran pérdida para quienes hoy día luchan contra el capital. En muchos lugares, especialmente en Latinoamérica, el movimiento anticapitalista está buscando vías “autónomas” hacia una nueva sociedad. A menudo, estos movimientos miran hacia las formas comunales indígenas anteriores al capitalismo como loci de resistencia. Sin embargo, demasiado a menudo esta búsqueda ha recaído en la ilusión del “socialismo en un solo país”, en la noción de que se puede instaurar el socialismo sin romper con la ley del valor en una gran parte del mundo capitalista desarrollado, incluyendo una o más de las regiones con mayor industrialización, como Norteamérica o la Europa occidental. En las discusiones sobre las vías alternativas para Rusia, Marx evita este tipo de políticas ilusorias sin desatender ni las particularidades de una tierra no industrializada como Rusia ni las condiciones históricas y sociales divergentes respecto a Occidente.

    Los escritos tardíos de Marx sobre Rusia, que abarcan de 1877 a 1882, han sido acogidos con cierta polémica, especialmente después de haber sido publicados bajo el comentario de diferentes académicos en la colección de Teodor Shanin, “Marx and the Russian Road” (1983). Un año antes, también fueron enfatizados en la selección de escritos del mismo período de Dunayevskaya “Rosa Luxemburg, women’s liberation and Marx’s philosophy of revolution”(1982).

    Desafortunadamente, el carácter parcial de la selección de ensayos recopilados en el libro de Shanin ha condicionado la polémica alrededor de los escritos tardíos de Marx sobre Rusia, oscureciendo tres aspectos cruciales:

    1) El énfasis que hace Marx en el potencial revolucionario de las formas comunales indígenas de los pequeños pueblos rusos, un potencial con condiciones: los rusos no iban a ser capaces de revolucionar su sociedad sin estar conectados con “una revolución proletaria en Occidente”.
    2) Marx habla de una auténtica revolución comunista en Rusia, no sólo de carácter democrático, una revolución que, dada la conexión con Occidente, fuera capaz de pasar de esquivar la etapa capitalista y moverse directamente hacia una nueva sociedad.
    3) Tal estallido revolucionario en Rusia podría servir como chispazo para el inicio de una revolución global contra el capital.

    I. Multilinealidad: la réplica de1877 a Mikhailovsky sobre Rusia y Roma

    En 1877 Marx esbozó una respuesta a un artículo sobre El Capital que el prominente populista Nikolai Mikhailosvsky había publicado ese mismo año en el diario ruso Otechestvennye Zapiski (Notas de la Patria). Lo que inquietó a Marx era que Mikhailovsky, con la intención de defenderle, le adscribió una teoría unilineal de la historia humana. Lo que quizá también contrarió a Marx fue la manera en que Mikhailovsky se distanció del marco dialéctico global del libro.

    Marx empieza el borrador de tres páginas de su carta a Otechestvennye Zapiski negando el hecho de haber pasado por alto la posibilidad de un desarrollo basado en la comuna rural rusa. Añade: “El capitulo [de El Capital] sobre la acumulación primitiva no pretende más que trazar el camino por el cual, en Europa occidental, el orden económico capitalista emergió del útero del orden económico feudal”. Aquí, Marx cita el texto de la edición francesa de 1872-75, en la que había alterado el texto de El Capital apuntando a una perspectiva más multilineal, a propósito de la “expropiación del productor agrícola”: “Ésta ha sido sólo llevada a cabo de forma radical en Inglaterra… Mas todos los países de Europa Occidental están siguiendo el mismo desarrollo.”

    Marx también responde implícitamente a las restricciones de Mikhailovsky en relación a la dialéctica hegeliana. Hacia el final de la polémica sobre la acumulación primitiva en El Capital, Marx añade que la tendencia histórica de la producción capitalista “se dice que consiste en el hecho de que ésta ‘alberga su propia negación con la inexorabilidad de un proceso natural’; que ha creado por sí misma los elementos de un nuevo orden económico”. Esto hace referencia a la conclusión de la obra, donde el capital era “negado” por la revuelta del trabajo, proceso que Marx caracterizó como “la negación de la negación”. Desde entonces, anti-hegelianos como el estructuralista marxista Louis Althusser, junto algunos no marxistas, han cuestionado el uso de Marx del concepto central hegeliano de la negatividad en esta crucial coyuntura, alegando que había tratado de “probar” sus leyes económicas mediante silogismos hegelianos.

    En 1877, Marx respondió a la anterior acusación tal como sigue: “No aporto prueba alguna sobre este punto por la sencilla razón que este postulado apenas resume con brevedad las largas exposiciones dadas previamente en los capítulos sobre la producción capitalista”. Así, su recurso al lenguaje hegeliano en el final de El Capital tan sólo era una indicación metodológica. Parece sugerir que la dialéctica encaja en El Capital, no porque Marx impusiera la dialéctica a la realidad, sino porque la realidad es en sí misma dialéctica.

    Volviendo a Rusia, Marx escribe: “Si Rusia está tendiendo a convertirse en una nación capitalista como las naciones de Europa occidental”, entonces y sólo entonces, 1) Deberá expropiar a su campesinado y hacerlos trabajadores, y 2) Tendrá que someterse a las “leyes sin piedad” del capitalismo. Si Rusia no adopta el paso 1, nunca se dará el paso 2.

    Marx da otro ejemplo de una vía alternativa de desarrollo que no acabe en el capitalismo, la de la antigua Roma: “En diferentes puntos de El Capital, he hecho alusiones al destino que acaeció a los plebeyos de la antigua Roma. Ellos eran originalmente campesinos libres, cada uno arando su propio trozo de tierra para sí mismo. En el curso de la historia romana fueron expropiados…¿Qué ocurrió? Los proletarios romanos se convirtieron, no en trabajadores asalariados, sino en una muchedumbre de parados más abyectos que los llamados blancos pobres del sur de los Estados Unidos; y lo que se desarrolló a su lado no fue un modo de producción capitalista, sino un modo esclavista de producción”.

    Aunque dibujó estos paralelismos entre Roma y el sur de Estados Unidos, su interés se orientaba en otra dirección: hacia las diferencias radicales entre las formas sociales romanas y las formas sociales modernas.

    El argumento principal de Marx en su carta a Mikhailovsky era que, a diferencia de lo que éste defendía, no había desarrollado “una completa teoría filosófico-histórica” de la sociedad generalizable para todas las épocas y lugares: “De modo que acontecimientos asombrosamente semejantes, ocurriendo en contextos históricos diferentes, llevan a resultados totalmente dispares. Mediante el estudio de cada uno de estos desarrollos por separado, uno encontrará fácilmente la clave de tal fenómeno, pero esto nunca debe de ser atribuido a la llave maestra de la teoría histórico-filosófica general, la virtud suprema de la cual consiste en ser supra-histórica”. (punto y aparte)

    Además, no era inevitable la conversión de Rusia al capitalismo según el rechazo a lo que Marx llama “una teoría histórico-filosófica del curso general fatalmente impuesta a todos los pueblos, sean cuales sean las circunstancias históricas en las que éstos se encuentren.”. De este modo, Marx está negando 1) haber desarrollado una teoría unilineal de la historia, 2) tener un modelo determinista del desarrollo social, o 3) que en particular, Rusia estuviera atada al desarrollo (capitalista?) de la misma manera que el capitalismo occidental.

    Los comentaristas, desde 1960, han disentido de manera importante sobre el significado del rechazo de Marx a un marco de trabajo unilineal en 1877. Algunos lo consideraron como una ruptura con su pasado de tendencia demasiado unilateral. En “Marx and the Russian road“, Teodor Shanin lo caracteriza como un desplazamiento del “determinismo unilineal” en El Capital, mientras que Haruki Wada argumenta que Marx “experimentó un cambio significativo después de escribir la primera edición alemana de El Capital. En “Karl Marx y los orígenes intelectuales del materialismo dialéctico” (1966), James White, por su parte, afirma que “impuso retrospectivamente en El Capital una interpretación completamente diferente a la del espíritu con el que lo había concebido”.

    Desde una posición igualmente unilateral, otros académicos han mantenido que no ocurrió cambio fundamental alguno: también en “Marx and the Russian road“, Derek Sayer y Philip Corrigan argumentan persuasivamente que “Shanin sobreestima… la extensión de la brecha entre el ‘Marx maduro’… y lo que iba antes”, pero después minimizan la extensión de los cambios cuando describen los escritos tardíos sobre Rusia como “más que una ruptura radical, un esclarecimiento de la ‘manera’ en que sus textos de ‘madurez’ debían ser leídos por primera vez. En “Rosa Luxemburgo, women’s liberation and Marx’s philosophy of revolution”, Dunayevskaya evita estas interpretaciones unilaterales, escribiendo que en su última década, “estaba claro que Marx trabajaba en descifrar nuevos caminos a la revolución sin echar por tierra el trabajo de toda una vida de análisis del desarrollo del capitalismo en Europa occidental, a diferencia de lo que algunos de los actuales estudios sociológicos querrían que creyésemos”.

    II. La carta de 1881 a Zasulich: la realidad concreta de las formas comunales rusas

    En la carta de 1877 Marx resalta su punto de vista multilineal pero no analiza la situación de Rusia más allá de lo expuesto en El Capital Vol. I. En los borradores de su carta de marzo del 1881 a la revolucionaria rusa Vera Zasulich, sin embargo, Marx empieza a hacer tal análisis.

    En una carta del 16 de febrero de 1881, Zasulich, que se definía a sí misma como miembro del “partido socialista” ruso, pregunta a Marx si “la comuna rural, liberada de los exorbitantes impuestos pagados a la nobleza y la arbitraria administración, es capaz de desarrollarse hacia un horizonte socialista” o si “la comuna está destinada a perecer” y los socialistas rusos necesitan esperar el desarrollo capitalista, el surgir del proletariado y, en un futuro lejano, la revolución socialista. Los seguidores rusos de Marx mantienen la última opinión, añade.

    En su respuesta, con fecha del 8 de marzo, Marx se refiere de nuevo a los pasajes citados más arriba de la edición francesa de El Capital situando el objeto de estudio de la discusión sobre la acumulación primitiva en la Europa occidental, y antes de finalizar apunta: “La ‘inevitabilidad histórica’ de este desarrollo está por tanto explícitamente restringida a los países de la Europa occidental”. Marx termina la carta con algunos comentarios sobre Rusia: “… pero el estudio especial que he hecho de ello… me ha convencido de que la comuna es el punto de apoyo para la regeneración social en Rusia. Pero para que ésta funcione como tal, las influencias perniciosas que la acosan por todos lados deben ser antes eliminadas y acto seguido deben asegurarse las condiciones normales para su desarrollo espontáneo.”

    Marx indica que basa su juicio en gran parte en las marcadas diferencias entre la estructura social de las aldeas rusas y su propiedad comunal y la aldea medieval en la Europa Occidental. Añade que en sus recientes estudios de la sociedad rusa le habían “convencido de que la comuna es punto de apoyo para la regeneración social en Rusia.”

    A. Rusia y multilinealidad

    En los borradores preparatorios más significativos, Marx aborda con más profundidad estas cuestiones y otros aspectos descartados de su respuesta a Zasulich. Igual que en la carta de 1877, la multilinealidad es uno de los grandes temas de estos borradores.

    Debe subrayarse, sin embargo, que Marx no propone nada parecido a la autarquía para Rusia, sino una nueva unidad de lo arcaico y lo moderno, que aproveche las ventajas de los mayores logros de la modernidad capitalista: “Precisamente porque es contemporánea a la producción capitalista, la comuna rural tendría que apropiarse para sí misma de todos sus logros positivos y hacerlo sin tener que pasar por sus horribles vicisitudes… ¿No iban acaso los admiradores rusos del capitalismo a negar que tal desarrollo es teóricamente posible? En tal caso les preguntaría: ¿tuvo Rusia que pasar por una larga incubación de la industria mecánica, al estilo occidental, antes de poder usar máquinas, barcos de vapor, trenes, etc…? Dejemos que expliquen también cómo hicieron los rusos para introducir, en un abrir y cerrar de ojos, toda esa maquinaria de intercambio (bancos, crédito, empresas, etc.) resultante del trabajo de siglos en occidente”.

    B. Rusia, India y más allá

    Un segundo tema de los borradores, que sí aparece en la carta que Marx finalmente envió a Zasulich, es el que concierne al abanico de cuestiones abordadas en los cuadernos de 1879-82 sobre antropología y sobre la India junto con las reflexiones sobre Rusia. Marx aludió, por ejemplo, a la noción del antropólogo Lewis Henry Morgan de que en el futuro la civilización occidental reviviría una forma superior del comunismo arcaico. También menciona, no sin ser crítico, el trabajo de Henry Sumner Maine alrededor de las formas comunales en la India e Irlanda, que demostró: “1) que las comunidades primitivas tuvieron una vitalidad mayor que las semíticas, griegas, romanas, etc. y, en consecuencia (aún de manera más decisiva), tuvieron mayor vitalidad que las modernas sociedades capitalistas; 2) que las causas de su declive yacen en las condiciones económicas que les impidieron ir más allá de cierto nivel de desarrollo, hecho ocurrido en contextos históricos no análogos a los de la comuna Rusa del presente”.

    En este segundo tema de los borradores, Marx se centró en los rasgos en común entre las comunas rusas y las de otros lugares y épocas. Ciertamente, Marx no había desplegado aún una teoría del desarrollo social o la revolución en ese país, mucho menos para territorios colonizados como Asia, África o América Latina. De hecho, menciona la India brevemente, tan sólo para contrastarla con una Rusia políticamente independiente. Al mismo tiempo, aquí y en El Capital, esquivó la aplicación de la lógica de la acumulación primitiva a la India, tanto como a Rusia. Del mismo modo que, en Rusia, el desarrollo de la moderna propiedad privada capitalista en la India implicó una transición que partía de la propiedad comunal, en vez de la propiedad privada feudal de Europa occidental.

    El amplio repaso, de 1879 a 1882, que encontramos en las anotaciones de Marx sobre las formas comunales -incluyendo las formas contemporáneas de Rusia, Argelia, India, Indonesia y Latinoamérica- sugiere, sin embargo, que estaba buscando nuevos focos de resistencia anticolonial y anticapitalista en las formas comunales de estas variadas sociedades.

    C. El futuro de la revolución rusa y mundial

    Un tercer tema presente en los borradores de la carta a Zasulich está en relación con las recomendaciones para la revolución en Rusia y la forma que tal revolución debiera asumir, cuestiones apenas insinuadas en la carta finalmente enviada. En este caso, Marx sopesa las fortalezas de las formas comunales rusas frente a las amenazas del Estado y el capital.
    A nivel internacional, sin embargo, otros factores coyunturales operaron en una dirección más positiva: “la contemporaneidad de la producción Occidental, que domina el mundo del mercado, permite a Rusia incorporar a la comuna todos los logros positivos del sistema capitalista, sin tener que someterse a su humillante tributo”.

    ¿Cuál iba a ser el carácter de la revolución rusa y cómo afectaría al desarrollo futuro de esa sociedad? “Para salvar la comuna rusa”, escribe, “es necesaria una revolución rusa… si la revolución tiene lugar en el momento oportuno, si concentra todas sus fuerzas en asegurar que la comuna rusa pueda desenvolverse libremente, ésta se desarrollará pronto como un elemento regenerador de la sociedad rusa y como un elemento de superioridad por encima de esos países esclavizados por el régimen capitalista”.

    Pero la cuestión en 1881 era si las formas comunales podrían dar a luz nuevos tipos de socialismo. 1) aun cuando fueran arrojadas a la crisis al ser desplazadas por el capitalismo, y 2) si serían capaces de tomar ventaja de los logros de la modernidad capitalista. Esta cuestión tiene implicaciones no sólo para Rusia, sino también para la India y otras sociedades no occidentales recogidas en los extractos de los cuadernos de 1879-82.

    Esta última parte de los escritos tardíos de Marx sobre Rusia era un prefacio, de autoría compartida con Engels, de la segunda edición rusa de 1882 del Manifiesto Comunista. En “Rosa Luxemburg, women’s liberation and Marx’s philosophy of revolution“, Dunayeskaya lo llama “el más importante de los escritos sobre esta materia.” También fue el último ensayo que Marx publicó sobre el tema poco antes de su muerte el año siguiente. Con fecha del 21 de enero de 1882, fue traducido al ruso y publicado casi de inmediato en Narodnya Volya, un diario populista, y de nuevo ese mismo año en una nueva traducción del Manifiesto de Georgi Plekhanov. El prefacio también apareció en alemán en 1882, pero ha sido ignorado durante mucho tiempo por los marxistas occidentales. Éste da cuenta del auge de un movimiento revolucionario serio en un período en el que el resto de Europa estaba relativamente inactiva: “Rusia forma la vanguardia de la acción revolucionaria en Europa”.

    III. 1882: Un nuevo tipo de revolución comunista y las conexiones con el proletariado occidental

    ¿Cuál sería el carácter de esa revolución? En ese sentido, Marx y Engels esbozan las posibilidades revolucionarias contenidas en la forma comunal de la aldea rusa, gobernada por su asociación comunal (obshchina): “¿Puede la obshchina rusa, como forma de la comuna primigenia, aunque muy erosionada, pasar directamente a la superior forma comunista de propiedad comunal? ¿O debe someterse en primer lugar al mismo proceso de disolución que marca el desarrollo histórico de occidente? Hoy en día hay sólo una respuesta posible: “Si la revolución rusa se convierte en la señal para una revolución proletaria en occidente, de manera que se complementen entre ellas, servirá entonces la propiedad campesina comunal de la tierra como punto de partida para un desarrollo comunista”.

    Dos puntos destacan aquí. En primer lugar, la última frase deja clara como el agua una cuestión a la que Marx hizo alusión en los borradores de la carta a Zasulich: que la revolución rusa basada en sus formas comunales agrarias sería una condición necesaria, pero no suficiente, para el desarrollo del socialismo en el país. También era necesaria una revolución de las clases trabajadoras occidentales, que permitiría compartir los logros de la modernidad capitalista con la Rusia tecnológicamente atrasada, (en “Marx and the Russian Road“, Wada argumenta poco convincentemente que Engels introdujo esta condición en el prefacio de 1882 y que Marx firmó un texto con el que estaba en desacuerdo). Al mismo tiempo, sin embargo, una revolución rusa no necesitaría seguir otra revolución en occidente; podría ser, de hecho, “el punto de partida” de la revolución en Occidente.

    Un segundo punto implícito en los borradores de la carta a Zasulich también es clarificado aquí: una revolución rusa podría llevar a un “desarrollo comunista”. Ésta es una cuestión de suma importancia. En su poco cuidada revisión de estos textos, Paresh Chattopadhay comete una equivocación cuando afirma que los escritos tardíos sobre Rusia “no contienen referencia alguna a una revolución ‘proletaria’ o ‘socialista’ en Rusia,” que sólo hacen referencia a “la ‘revolución rusa’ simplemente” (ver su artículo de 2006 “Passage to Socialism: The Dialectic of Progress in Marx” en Historical Materialism 14:3, pp. 45-84). El lenguaje de Marx y Engels sobre el “desarrollo comunista” más allá de las formas comunales rusas refutaría este punto de vista.

    En el prefacio de 1882 al Manifiesto, Marx y Engels escriben que Rusia no necesitaría pasar por un desarrollo capitalista independiente para recoger los frutos del comunismo moderno, a condición de que éste se convirtiera en la chispa para un alzamiento de la clase trabajadora del mundo tecnológicamente desarrollado. Ésta es una afirmación diferente y más radical que la hecha por Marx a finales de la década de 1850, cuando alabó a los movimientos nacionales de resistencia en China y la India, básicamente por su potencial de transformación democrática en esas tierras.

    Aquí, en el prefacio de 1882, Marx y Engels están argumentado que una transformación comunista es posible en una tierra tecnológicamente atrasada como Rusia. ¿Discernió también Marx tales posibilidades en lugares como la India, las formas comunales de la cual también había estado estudiando? Creo que la preponderancia de evidencias al respecto debe inclinarnos a considerarlo así.


      Fecha y hora actual: Lun Nov 18, 2024 5:27 pm