Mi duda es esa ¿por qué es necesaria la revolución? ¿Por qué es posible y no una utopía? ¿Por qué se afirma rotundamente que ocurrirá?
Muchas gracias por adelantado.
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porque en el sistema capitalista la calidad de vida es mala, y cada vez peorJDanton escribió: ¿por qué es necesaria la revolución?
porque en países como la URSS era aún más complicada una revolución y se hizoJDanton escribió: ¿Por qué es posible y no una utopía?
porque el pueblo suele artarse de la vida de mierda que provoca el capitalismoJDanton escribió: ¿Por qué se afirma rotundamente que ocurrirá?
JDanton escribió:Mi duda es esa ¿por qué es necesaria la revolución? ¿Por qué es posible y no una utopía? ¿Por qué se afirma rotundamente que ocurrirá?
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JDanton escribió:Mi duda es esa ¿por qué es necesaria la revolución? ¿Por qué es posible y no una utopía? ¿Por qué se afirma rotundamente que ocurrirá?
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Defensiva estratégica escribió:JDanton escribió:Mi duda es esa ¿por qué es necesaria la revolución? ¿Por qué es posible y no una utopía? ¿Por qué se afirma rotundamente que ocurrirá?
Muchas gracias por adelantado.
Realmente la pregunta que planteas tiene su enjundia, aunque las respuestas que han sido asumidas por el MCI en general son realmente caducas por el déficit dialéctico del materialismo (vulgar) que profesan. Esta posición mayoritaria postula que el capitalismo, por sus contradicciones internas, lleva inequívocamente al Comunismo; con más o menos esfuerzo, antes o después, pero, en definitiva, a él. Esta tesis del derrumbe se deriva de la incomprensión, por parte de muchos de los propios marxistas (desde el s.XIX), de las ideas de Marx. En concreto, dos: la determinación que, en última instancia, ejerce sobre la vida social la faceta económica (producción de la vida material); y, también, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Ambas ideas combinadas, y vistas desde la perspectiva de un materialismo vulgar (el de la II Internacional, por ejemplo) conducían a una conclusión clara: el capitalismo iba a colapsar por sus propias dinámicas objetivas internas. En otras palabras, la revolución y el comunismo serían inevitables, con lo que nos valdría conocer las leyes objetivas que rigen el movimiento de la material social para conducirlo hacia el objetivo deseado.
Lo anterior, que responde a cuestiones ideológicas, tiene un reflejo en lo político: la insurrección como corolario de ese desarrollo pacífico -o al menos no en términos de guerra de clases- del capitalismo en el que las masas, no se sabe muy bien cómo, asimilan por puro hartazgo vital la cosmovisión revolucionaria del proletariado y marchan convencidas a edificar el comunismo. Esto, a su vez, nos lleva a las vías de acumulación -aparentemente indefinida, pues algunos llevan tres décadas- de fuerzas: las reivindicaciones espontáneas y parciales de la clase como punto de partida de la revolución.
Hay que hacer notar que estos elementos, que forman parte del paradigma de octubre, tienen su explicación histórica. El proletariado, corto aún en práctica revolucionaria propia, va configurando su modelo teórico-práctico de revolución a partir del material que han legado las revoluciones burguesas, que es precisamente, el asimilado como ley objetiva de la revolución por el revisionismo: acumulación pacífica de fuerzas, crisis económica e insurrección de masas. Ese modelo, que habría que seguir desarrollando para hacerse una idea en desarrollo del mismo, fue históricamente necesario y lógico, y cosechó algún relativo éxito; pero, a medida que la lucha de clases avanzaba, los viejos mecanismos sociales se agotaron e hizo falta desarrollar los nuevos. Este relevo de los instrumentos revolucionarios es completamente natural: Engels, a finales del s.XIX, ya señala los límites históricos de la insurrección y la lucha callejera; Lenin a principios del XX también introduce teóricamente la conversión del sindicato en su contrario en la era del Imperialismo. De este modo, las herramientas de la revolución dependen cada vez más de la conciencia revolucionaria del proletariado y de la edificación consciente del comunismo (el comunismo como movimiento que supera contradicciones y no como ideal, Marx dixit), no así de los factores -como en un principio- espontáneos derivados de la simple situación económica del proletariado. Ahora bien, ¿qué oponer a estas ideas refutadas por la historia?
Respecto a la tesis del derrumbe, el balance del pasado ciclo revolucionario, recuperando el verdadero contenido revolucionario del marxismo, ya ha arrojado resultados: el capitalismo no conoce de ninguna ley objetiva que asegure, independientemente de la voluntad del sujeto, su colapso o desaparición. El modo de producción capitalista (MPC) ha demostrado ser, además de la última forma de sociedad clasista, la más adaptativa y flexible: ninguna crisis (económica, política, guerras, etc.) puede hacerlo caer por su propio impulso; además, el capitalismo sabe recuperarse y fortalecerse. Por otro lado, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, enunciada por Marx, era precisamente eso: una tendencia y no una ley objetiva que sancionara científicamente la misión histórica dada por el comunismo al proletariado. Por otro lado, existen otras tendencias que condicionan el desarrollo de la revolución. Aunque es cierto que el MPC genera la tendencia al socialismo (vía socialización de las fuerzas productivas), también genera su contratendencia, la restauración capitalista desde el monopolio en una sociedad que no ha podido eliminar aún la división social del trabajo y la apropiación, en mayor o menor medida, velada o explícita, de trabajo ajeno. De esto se sobreentiende por qué también la insurrección es un método inoperante: como el capitalismo no va a morir de agonía, no es posible un último golpe de fuerza que lo remate; es necesaria su destrucción, tan violenta como consciente, así como la construcción de los nuevas contenidos y formas (Comunismo) que ha de adoptar la materia social.
Por todo ello, la conclusión del estudio marxista de la propia historia de la RPM es sencilla: en la revolución proletaria es el factor consciente, subjetivo, el que permite edificar destruyendo y adquiere cada vez más importancia; tal destrucción no debe ni puede depender, pues, de un estallido espontáneo o semiespontáneo, sino que debe hacerlo de la guerra revolucionaria que dirige el Partido Comunista de forma consciente y planificada.
JDanton escribió:Mi duda es esa ¿por qué es necesaria la revolución? ¿Por qué es posible y no una utopía? ¿Por qué se afirma rotundamente que ocurrirá?
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Defensiva estratégica escribió:
Realmente la pregunta que planteas tiene su enjundia, aunque las respuestas que han sido asumidas por el MCI en general son realmente caducas por el déficit dialéctico del materialismo (vulgar) que profesan. Esta posición mayoritaria postula que el capitalismo, por sus contradicciones internas, lleva inequívocamente al Comunismo; con más o menos esfuerzo, antes o después, pero, en definitiva, a él. Esta tesis del derrumbe se deriva de la incomprensión, por parte de muchos de los propios marxistas (desde el s.XIX), de las ideas de Marx. En concreto, dos: la determinación que, en última instancia, ejerce sobre la vida social la faceta económica (producción de la vida material); y, también, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Ambas ideas combinadas, y vistas desde la perspectiva de un materialismo vulgar (el de la II Internacional, por ejemplo) conducían a una conclusión clara: el capitalismo iba a colapsar por sus propias dinámicas objetivas internas. En otras palabras, la revolución y el comunismo serían inevitables, con lo que nos valdría conocer las leyes objetivas que rigen el movimiento de la material social para conducirlo hacia el objetivo deseado.
Lo anterior, que responde a cuestiones ideológicas, tiene un reflejo en lo político: la insurrección como corolario de ese desarrollo pacífico -o al menos no en términos de guerra de clases- del capitalismo en el que las masas, no se sabe muy bien cómo, asimilan por puro hartazgo vital la cosmovisión revolucionaria del proletariado y marchan convencidas a edificar el comunismo. Esto, a su vez, nos lleva a las vías de acumulación -aparentemente indefinida, pues algunos llevan tres décadas- de fuerzas: las reivindicaciones espontáneas y parciales de la clase como punto de partida de la revolución.
Hay que hacer notar que estos elementos, que forman parte del paradigma de octubre, tienen su explicación histórica. El proletariado, corto aún en práctica revolucionaria propia, va configurando su modelo teórico-práctico de revolución a partir del material que han legado las revoluciones burguesas, que es precisamente, el asimilado como ley objetiva de la revolución por el revisionismo: acumulación pacífica de fuerzas, crisis económica e insurrección de masas. Ese modelo, que habría que seguir desarrollando para hacerse una idea en desarrollo del mismo, fue históricamente necesario y lógico, y cosechó algún relativo éxito; pero, a medida que la lucha de clases avanzaba, los viejos mecanismos sociales se agotaron e hizo falta desarrollar los nuevos. Este relevo de los instrumentos revolucionarios es completamente natural: Engels, a finales del s.XIX, ya señala los límites históricos de la insurrección y la lucha callejera; Lenin a principios del XX también introduce teóricamente la conversión del sindicato en su contrario en la era del Imperialismo. De este modo, las herramientas de la revolución dependen cada vez más de la conciencia revolucionaria del proletariado y de la edificación consciente del comunismo (el comunismo como movimiento que supera contradicciones y no como ideal, Marx dixit), no así de los factores -como en un principio- espontáneos derivados de la simple situación económica del proletariado. Ahora bien, ¿qué oponer a estas ideas refutadas por la historia?
Respecto a la tesis del derrumbe, el balance del pasado ciclo revolucionario, recuperando el verdadero contenido revolucionario del marxismo, ya ha arrojado resultados: el capitalismo no conoce de ninguna ley objetiva que asegure, independientemente de la voluntad del sujeto, su colapso o desaparición. El modo de producción capitalista (MPC) ha demostrado ser, además de la última forma de sociedad clasista, la más adaptativa y flexible: ninguna crisis (económica, política, guerras, etc.) puede hacerlo caer por su propio impulso; además, el capitalismo sabe recuperarse y fortalecerse. Por otro lado, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, enunciada por Marx, era precisamente eso: una tendencia y no una ley objetiva que sancionara científicamente la misión histórica dada por el comunismo al proletariado. Por otro lado, existen otras tendencias que condicionan el desarrollo de la revolución. Aunque es cierto que el MPC genera la tendencia al socialismo (vía socialización de las fuerzas productivas), también genera su contratendencia, la restauración capitalista desde el monopolio en una sociedad que no ha podido eliminar aún la división social del trabajo y la apropiación, en mayor o menor medida, velada o explícita, de trabajo ajeno. De esto se sobreentiende por qué también la insurrección es un método inoperante: como el capitalismo no va a morir de agonía, no es posible un último golpe de fuerza que lo remate; es necesaria su destrucción, tan violenta como consciente, así como la construcción de los nuevas contenidos y formas (Comunismo) que ha de adoptar la materia social.
Por todo ello, la conclusión del estudio marxista de la propia historia de la RPM es sencilla: en la revolución proletaria es el factor consciente, subjetivo, el que permite edificar destruyendo y adquiere cada vez más importancia; tal destrucción no debe ni puede depender, pues, de un estallido espontáneo o semiespontáneo, sino que debe hacerlo de la guerra revolucionaria que dirige el Partido Comunista de forma consciente y planificada.
JDanton escribió:Defensiva estratégica escribió:JDanton escribió:Mi duda es esa ¿por qué es necesaria la revolución? ¿Por qué es posible y no una utopía? ¿Por qué se afirma rotundamente que ocurrirá?
Muchas gracias por adelantado.
Realmente la pregunta que planteas tiene su enjundia, aunque las respuestas que han sido asumidas por el MCI en general son realmente caducas por el déficit dialéctico del materialismo (vulgar) que profesan. Esta posición mayoritaria postula que el capitalismo, por sus contradicciones internas, lleva inequívocamente al Comunismo; con más o menos esfuerzo, antes o después, pero, en definitiva, a él. Esta tesis del derrumbe se deriva de la incomprensión, por parte de muchos de los propios marxistas (desde el s.XIX), de las ideas de Marx. En concreto, dos: la determinación que, en última instancia, ejerce sobre la vida social la faceta económica (producción de la vida material); y, también, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Ambas ideas combinadas, y vistas desde la perspectiva de un materialismo vulgar (el de la II Internacional, por ejemplo) conducían a una conclusión clara: el capitalismo iba a colapsar por sus propias dinámicas objetivas internas. En otras palabras, la revolución y el comunismo serían inevitables, con lo que nos valdría conocer las leyes objetivas que rigen el movimiento de la material social para conducirlo hacia el objetivo deseado.
Lo anterior, que responde a cuestiones ideológicas, tiene un reflejo en lo político: la insurrección como corolario de ese desarrollo pacífico -o al menos no en términos de guerra de clases- del capitalismo en el que las masas, no se sabe muy bien cómo, asimilan por puro hartazgo vital la cosmovisión revolucionaria del proletariado y marchan convencidas a edificar el comunismo. Esto, a su vez, nos lleva a las vías de acumulación -aparentemente indefinida, pues algunos llevan tres décadas- de fuerzas: las reivindicaciones espontáneas y parciales de la clase como punto de partida de la revolución.
Hay que hacer notar que estos elementos, que forman parte del paradigma de octubre, tienen su explicación histórica. El proletariado, corto aún en práctica revolucionaria propia, va configurando su modelo teórico-práctico de revolución a partir del material que han legado las revoluciones burguesas, que es precisamente, el asimilado como ley objetiva de la revolución por el revisionismo: acumulación pacífica de fuerzas, crisis económica e insurrección de masas. Ese modelo, que habría que seguir desarrollando para hacerse una idea en desarrollo del mismo, fue históricamente necesario y lógico, y cosechó algún relativo éxito; pero, a medida que la lucha de clases avanzaba, los viejos mecanismos sociales se agotaron e hizo falta desarrollar los nuevos. Este relevo de los instrumentos revolucionarios es completamente natural: Engels, a finales del s.XIX, ya señala los límites históricos de la insurrección y la lucha callejera; Lenin a principios del XX también introduce teóricamente la conversión del sindicato en su contrario en la era del Imperialismo. De este modo, las herramientas de la revolución dependen cada vez más de la conciencia revolucionaria del proletariado y de la edificación consciente del comunismo (el comunismo como movimiento que supera contradicciones y no como ideal, Marx dixit), no así de los factores -como en un principio- espontáneos derivados de la simple situación económica del proletariado. Ahora bien, ¿qué oponer a estas ideas refutadas por la historia?
Respecto a la tesis del derrumbe, el balance del pasado ciclo revolucionario, recuperando el verdadero contenido revolucionario del marxismo, ya ha arrojado resultados: el capitalismo no conoce de ninguna ley objetiva que asegure, independientemente de la voluntad del sujeto, su colapso o desaparición. El modo de producción capitalista (MPC) ha demostrado ser, además de la última forma de sociedad clasista, la más adaptativa y flexible: ninguna crisis (económica, política, guerras, etc.) puede hacerlo caer por su propio impulso; además, el capitalismo sabe recuperarse y fortalecerse. Por otro lado, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, enunciada por Marx, era precisamente eso: una tendencia y no una ley objetiva que sancionara científicamente la misión histórica dada por el comunismo al proletariado. Por otro lado, existen otras tendencias que condicionan el desarrollo de la revolución. Aunque es cierto que el MPC genera la tendencia al socialismo (vía socialización de las fuerzas productivas), también genera su contratendencia, la restauración capitalista desde el monopolio en una sociedad que no ha podido eliminar aún la división social del trabajo y la apropiación, en mayor o menor medida, velada o explícita, de trabajo ajeno. De esto se sobreentiende por qué también la insurrección es un método inoperante: como el capitalismo no va a morir de agonía, no es posible un último golpe de fuerza que lo remate; es necesaria su destrucción, tan violenta como consciente, así como la construcción de los nuevas contenidos y formas (Comunismo) que ha de adoptar la materia social.
Por todo ello, la conclusión del estudio marxista de la propia historia de la RPM es sencilla: en la revolución proletaria es el factor consciente, subjetivo, el que permite edificar destruyendo y adquiere cada vez más importancia; tal destrucción no debe ni puede depender, pues, de un estallido espontáneo o semiespontáneo, sino que debe hacerlo de la guerra revolucionaria que dirige el Partido Comunista de forma consciente y planificada.
Por lo que veo tienes una línea muy parecida a la del MAI (Movimiento anti-imperialista). ¿Cómo puedo explicarle a un socialdemócrata proletario con tendencias comunistas que la revolución no es utopía?(Ese lenguaje es muy técnico y difícil de dar a los que no son vanguardia teórica)¿Por qué se dice que el capitalismo es la última forma de sociedad clasista? Gracias por tu respuesta, es la que más me ha valido.
Ashandarei escribió:Suscribo por completo el primer párrafo, aunque luego realices una especie de pirueta teórica para justificar que el insurreccionalismo es per se reflejo de esas concepciones derivadas de la ideología burguesa y de cómo se realizaban las revoluciones en aquella época. Si bien es totalmente cierto lo que dices sobre lo que sería el "derrumbe espontáneo" del capitalismo, lo cual está demostrado falso y superado, asumir que el insurreccionalismo se encuentra caduco por ende es falso, lo cual TAMPOCO quiere decir que esta vía de la toma del poder (OJO, insurreccionalismo liderado por el partido comunista como órgano de vanguardia del proletariado, no ese insurreccionalismo del que mucho habláis en el que las masas espontáneamente se levantan. Negar el papel dirigente que tuvieron los bolcheviques en la insurrección de Octubre es cuanto menos una patada a la historia.) se encuentre totalmente caduda, simplemente decir que cada país deberá llegar a la toma de poder dependiendo de las condiciones concretas de su país, lo que no se puede asumir es la GPP como aporte universal y necesario para toda la RPM y el insurreccionalismo como teoría caduca (y eso suponiendo que no existan otras formas aún no formuladas de lucha revolucionaria dirigido por el Partido).
Por último, sólo añadir que si bien es cierto que el comunismo no "va a llegar" caído del cielo, desarrollado por las contradicciones internas del propio desarrollo del sistema capitalista, sí que siempre se van a originar las ideas, dentro del sistema capitalista, de intento de superación de éste, lo cual siempre dará lugar a intentos del proletariado a luchar por derrumbar el sistema, lo cual sí puede llevar a pensar que es bastante posible que se llegue al comunismo necesariamente (pero NO de forma espontánea, sino dirigida precisamente por quienes han logrado asumir dichas ideas). (Aquí ya lo hablamos hace bastantes meses, esa teoría sólo podía venir de la intelectualidad burguesa y especialmente por la época concreta en que se realizó el estudio del capitalismo y de los avances que tenía la filosofía, la economía, la ciencia política...).
Defensiva estratégica escribió:JDanton escribió:Defensiva estratégica escribió:JDanton escribió:Mi duda es esa ¿por qué es necesaria la revolución? ¿Por qué es posible y no una utopía? ¿Por qué se afirma rotundamente que ocurrirá?
Muchas gracias por adelantado.
Realmente la pregunta que planteas tiene su enjundia, aunque las respuestas que han sido asumidas por el MCI en general son realmente caducas por el déficit dialéctico del materialismo (vulgar) que profesan. Esta posición mayoritaria postula que el capitalismo, por sus contradicciones internas, lleva inequívocamente al Comunismo; con más o menos esfuerzo, antes o después, pero, en definitiva, a él. Esta tesis del derrumbe se deriva de la incomprensión, por parte de muchos de los propios marxistas (desde el s.XIX), de las ideas de Marx. En concreto, dos: la determinación que, en última instancia, ejerce sobre la vida social la faceta económica (producción de la vida material); y, también, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Ambas ideas combinadas, y vistas desde la perspectiva de un materialismo vulgar (el de la II Internacional, por ejemplo) conducían a una conclusión clara: el capitalismo iba a colapsar por sus propias dinámicas objetivas internas. En otras palabras, la revolución y el comunismo serían inevitables, con lo que nos valdría conocer las leyes objetivas que rigen el movimiento de la material social para conducirlo hacia el objetivo deseado.
Lo anterior, que responde a cuestiones ideológicas, tiene un reflejo en lo político: la insurrección como corolario de ese desarrollo pacífico -o al menos no en términos de guerra de clases- del capitalismo en el que las masas, no se sabe muy bien cómo, asimilan por puro hartazgo vital la cosmovisión revolucionaria del proletariado y marchan convencidas a edificar el comunismo. Esto, a su vez, nos lleva a las vías de acumulación -aparentemente indefinida, pues algunos llevan tres décadas- de fuerzas: las reivindicaciones espontáneas y parciales de la clase como punto de partida de la revolución.
Hay que hacer notar que estos elementos, que forman parte del paradigma de octubre, tienen su explicación histórica. El proletariado, corto aún en práctica revolucionaria propia, va configurando su modelo teórico-práctico de revolución a partir del material que han legado las revoluciones burguesas, que es precisamente, el asimilado como ley objetiva de la revolución por el revisionismo: acumulación pacífica de fuerzas, crisis económica e insurrección de masas. Ese modelo, que habría que seguir desarrollando para hacerse una idea en desarrollo del mismo, fue históricamente necesario y lógico, y cosechó algún relativo éxito; pero, a medida que la lucha de clases avanzaba, los viejos mecanismos sociales se agotaron e hizo falta desarrollar los nuevos. Este relevo de los instrumentos revolucionarios es completamente natural: Engels, a finales del s.XIX, ya señala los límites históricos de la insurrección y la lucha callejera; Lenin a principios del XX también introduce teóricamente la conversión del sindicato en su contrario en la era del Imperialismo. De este modo, las herramientas de la revolución dependen cada vez más de la conciencia revolucionaria del proletariado y de la edificación consciente del comunismo (el comunismo como movimiento que supera contradicciones y no como ideal, Marx dixit), no así de los factores -como en un principio- espontáneos derivados de la simple situación económica del proletariado. Ahora bien, ¿qué oponer a estas ideas refutadas por la historia?
Respecto a la tesis del derrumbe, el balance del pasado ciclo revolucionario, recuperando el verdadero contenido revolucionario del marxismo, ya ha arrojado resultados: el capitalismo no conoce de ninguna ley objetiva que asegure, independientemente de la voluntad del sujeto, su colapso o desaparición. El modo de producción capitalista (MPC) ha demostrado ser, además de la última forma de sociedad clasista, la más adaptativa y flexible: ninguna crisis (económica, política, guerras, etc.) puede hacerlo caer por su propio impulso; además, el capitalismo sabe recuperarse y fortalecerse. Por otro lado, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, enunciada por Marx, era precisamente eso: una tendencia y no una ley objetiva que sancionara científicamente la misión histórica dada por el comunismo al proletariado. Por otro lado, existen otras tendencias que condicionan el desarrollo de la revolución. Aunque es cierto que el MPC genera la tendencia al socialismo (vía socialización de las fuerzas productivas), también genera su contratendencia, la restauración capitalista desde el monopolio en una sociedad que no ha podido eliminar aún la división social del trabajo y la apropiación, en mayor o menor medida, velada o explícita, de trabajo ajeno. De esto se sobreentiende por qué también la insurrección es un método inoperante: como el capitalismo no va a morir de agonía, no es posible un último golpe de fuerza que lo remate; es necesaria su destrucción, tan violenta como consciente, así como la construcción de los nuevas contenidos y formas (Comunismo) que ha de adoptar la materia social.
Por todo ello, la conclusión del estudio marxista de la propia historia de la RPM es sencilla: en la revolución proletaria es el factor consciente, subjetivo, el que permite edificar destruyendo y adquiere cada vez más importancia; tal destrucción no debe ni puede depender, pues, de un estallido espontáneo o semiespontáneo, sino que debe hacerlo de la guerra revolucionaria que dirige el Partido Comunista de forma consciente y planificada.
Por lo que veo tienes una línea muy parecida a la del MAI (Movimiento anti-imperialista). ¿Cómo puedo explicarle a un socialdemócrata proletario con tendencias comunistas que la revolución no es utopía?(Ese lenguaje es muy técnico y difícil de dar a los que no son vanguardia teórica)¿Por qué se dice que el capitalismo es la última forma de sociedad clasista? Gracias por tu respuesta, es la que más me ha valido.
Desde mi punto de vista, antes que nada, hay que pensar en la línea de masas. Es decir, ¿a qué sectores del proletariado tenemos que transformar e incorporar al movimiento revolucionario (por incipiente y prepartidario que sea)? En este sentido, tú pones el ejemplo de un proletario socialdemócrata con tendencias comunistas. Yo me planteo: ¿lo pones como ejemplo particular o como el obstáculo a que, según tú criterio, nos enfrentamos ahora principalmente los comunistas?
Personalmente considero que la línea de masas en el momento actual se dirige fundamentalmente a la vanguardia teórica. Es más, mientras en la vanguardia teórica no sea hegemónica la línea revolucionaria no estaremos en condiciones de ganar para el comunismo ni a la vanguardia práctica (los obreros más avanzados, dirigentes naturales de la clase en su lucha espontánea) ni al proletariado en general. En otras palabras, sin ideología reconstituida no podemos atraer hacia nosotros y transformar a sectores más lejanos a la conciencia revolucionaria. Como decía Lenin, las masas aprenden mediante su experiencia, y su experiencia revolucionaria no puede tener lugar sin Partido Comunista; a su vez, éste es inconcebible sin una teoría revolucionaria hegemónica en la vanguardia.
De cualquier modo, que la vanguardia teórica sea el objetivo principal de la línea de masas no quiere decir que se dé la espalda al resto de la clase. Simplemente se entiende que la actividad de la vanguardia dirigida a las amplias masas no va a producir feedback, no va a dar frutos directamente. Desde luego, habrá elementos individuales que presenten mayor receptividad con los que haya que establecer vínculos (principalmente ideológicos), pero son tan escasos proporcionalmente que no es posible establecer estrategias generales ni gastar fuerzas en ese trabajo.
Aun así, la prueba más obvia que le puedes dar a tu socialdemocráta de que la revolución no es utópica, a día de hoy, es que hay en marcha procesos revolucionarios, más allá de las limitaciones que puedan presentar: las guerras populares de India y Filipinas.
Después te planteas por qué se dice que el capitalismo es la última forma de sociedad clasista. Explicado muy sucintamente, es porque el capitalismo presenta, por primera vez en la historia de las sociedades clasistas, la posibilidad material de acabar con todo antagonismo social. Divide a la humanidad en dos campos irreconciliables e irreformables: una minoría de apropiadores del trabajo ajeno y una absoluta mayoría de desposeídos. Esta mayoría, el proletariado, es la clase absolutamente desposeída. Su liberación es imposible si no libera consigo a la humanidad en conjunto. Pero hay que insistir en un punto: que el capitalismo sea la última forma de sociedad clasista y el proletariado la última clase no implica, como decía antes, más que la posibilidad de construir el comunismo. Como ha demostrado la experiencia (acabada en fracaso) del ciclo revolucionario del pasado siglo, el capitalismo es totalmente capaz de vencer a las sociedades en transición al comunismo si éstas no están preparadas ideológico-políticamente. En otras palabras, y en coherencia con el pensamiento de Marx, la superación del capitalismo y la sociedad de clases en general depende de la lucha de clases y no de una supuesta necesidad histórica inevitable.Ashandarei escribió:Suscribo por completo el primer párrafo, aunque luego realices una especie de pirueta teórica para justificar que el insurreccionalismo es per se reflejo de esas concepciones derivadas de la ideología burguesa y de cómo se realizaban las revoluciones en aquella época. Si bien es totalmente cierto lo que dices sobre lo que sería el "derrumbe espontáneo" del capitalismo, lo cual está demostrado falso y superado, asumir que el insurreccionalismo se encuentra caduco por ende es falso, lo cual TAMPOCO quiere decir que esta vía de la toma del poder (OJO, insurreccionalismo liderado por el partido comunista como órgano de vanguardia del proletariado, no ese insurreccionalismo del que mucho habláis en el que las masas espontáneamente se levantan. Negar el papel dirigente que tuvieron los bolcheviques en la insurrección de Octubre es cuanto menos una patada a la historia.) se encuentre totalmente caduda, simplemente decir que cada país deberá llegar a la toma de poder dependiendo de las condiciones concretas de su país, lo que no se puede asumir es la GPP como aporte universal y necesario para toda la RPM y el insurreccionalismo como teoría caduca (y eso suponiendo que no existan otras formas aún no formuladas de lucha revolucionaria dirigido por el Partido).
Por último, sólo añadir que si bien es cierto que el comunismo no "va a llegar" caído del cielo, desarrollado por las contradicciones internas del propio desarrollo del sistema capitalista, sí que siempre se van a originar las ideas, dentro del sistema capitalista, de intento de superación de éste, lo cual siempre dará lugar a intentos del proletariado a luchar por derrumbar el sistema, lo cual sí puede llevar a pensar que es bastante posible que se llegue al comunismo necesariamente (pero NO de forma espontánea, sino dirigida precisamente por quienes han logrado asumir dichas ideas). (Aquí ya lo hablamos hace bastantes meses, esa teoría sólo podía venir de la intelectualidad burguesa y especialmente por la época concreta en que se realizó el estudio del capitalismo y de los avances que tenía la filosofía, la economía, la ciencia política...).
¡Vaya, así que analizar desde el materialismo histórico es una especie de pirueta teórica! Como comprenderás, la insurrección como instrumento revolucionario no es un absoluto ahistórico. Y su origen y desarrollo es el que es: estrategia militar de la burguesía revolucionaria que el proletariado hereda necesariamente al carecer de práctica revolucionaria propia. Pero tal herencia ha sido ya superada. Te refugias en Octubre (que está configurada de un modo particularísimo -te recomiendo de nuevo, pues creo que no lo has leído, este texto: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] obviando todo lo que pasó después. Todos los conatos insurreccionales en la europa del primer tercio del s.XX, dirigidos o no por sus PCs, fueron aplastados sin mayor complicación. Y es que esto no me lo invento yo, como decía ya el propio Engels a finales del s. XIX, la insurrección como medio militar de toma del poder caduca por el propio desarrollo de la lucha de clases. Y, por si fuera poco, sólo hay que ver qué queda del MCI en pie: un par de guerras populares dirigidas por maoístas. Las insurrecciones son una antigualla histórica, y querer resucitarla es reaccionario. De cualquier modo, desarrollar por qué la Guerra Popular es la vía militar universal del proletariado requeriría otro hilo distinto.
En el segundo párrafo dices que es posible que el comunismo llegue por necesidad, aunque no espontáneamente. Bueno, sí puede entenderse como una necesidad, pero en todo caso subjetiva y no objetiva. Es decir, el comunismo es una posibilidad a la que tiende el proletariado y no una necesidad en el sentido de ley objetiva independiente del sujeto. Pero como decía en el otro mensaje, también existe una contratendencia, por lo que al final depende de la lucha de clase revolucionaria que ha de dirigir el PC desde la conciencia.
Aun así, la historia no es un callejón sin salida. Tal es la agresividad del imperialismo que tranquilamente podría acabar con buena parte de la humanidad en una tercera guerra mundial antes de que el proletariado hubiera logrado su objetivo revolucionario. Por eso no se puede decir que, en última instancia, es casi seguro que llegue el comunismo.
JDanton escribió:Muchas gracias por tu respuesta pero ahora me han surgido más dudas ¿Por qué se toma a la GPP como la verdadera vía al socialismo cuando no ha tenido éxito en ningún país (Perú por excesos y Nepal por traición) y las demás experiencias (Turquía, Filipinas, India) son incapaces de avanzar, especialmente el paso de campo a ciudad. ¿Estas experiencias se consideran parte del ciclo de octubre o de uno nuevo) Gracias de nuevo.
Flashy escribió:La revolución no se producirá, porque la gente vive con miedo. Miedo a perder lo poco que tienen y no les importa lo que les pase, no ya a sus vecinos, sino a sus propias parejas, hijos y padres. Cada uno mira por su culo, de modo que sin la unión del pueblo, toda revolución es imposible. La endoculturación es el arma definitiva del capitalismo. El consumismo extremo se ha apoderado del planeta.