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    El Campesino y la Crisis General del Capitalismo - Movimiento Gayones del campo, Venezuela - año 2010

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    Chus Ditas
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    Mensaje por Chus Ditas Miér Mayo 14, 2014 10:27 pm

    El Campesino y la Crisis General del Capitalismo

    Movimiento Gayones del campo - año 2010

    Dentro de este sistema, el campesinado pobre, no escapa a los efectos y a las consecuencias de la crisis general del capitalismo, éste, tiende progresivamente a desaparecer con el desarrollo de ese modo de producción, ya que impulsa un movimiento de largo plazo de urbanización y proletarización de la fuerza laboral, y disminución relativa de la población rural. Ha generado la migración de pobladores del campo a la ciudad para vender su fuerza de trabajo en condiciones mejores que las que puede generar en el campo al mismo tiempo la presión del capitalismo agrario ha expropiado al cam­pesinado pobre hasta convertirlo en un asalariado del campo.

    En 1996 el 46% de los trabajadores a nivel mundial estaban empleados en tareas agrícolas, mien­tras que en 2007 la proporción había bajado al 32%. Se calcula que unos 100 millones de personas abandonan el campo y se incorporan anualmente a la fuerza labo­ral urbana en el mundo (Economist Intelligence Unit, 2007.)

    Al proletarizarse los campesinos y artesanos al­deanos, cada vez más se convierten en compradores de las mercancías necesarias para su subsistencia; Las ma­terias primas agrícolas también son mercantilizadas, inclusive la tierra y el agua, entrando de forma definiti­va en el juego del capitalismo, dejando atrás las rela­ciones feudales, con sus respectivas clases.

    Traduciéndose esto en una mayor demanda mun­dial de alimentos; para intentar cubrir esta demanda el capitalismo en su fase de desarrollo, ha configurado la acumulación y exportación de capitales para su maxi­mización, así como la monopolización de los sectores estratégicos para la dominación, y uno de estos sectores fue la agricultura. Aunado a la monopolización de este sector, el capitalismo se valió de la llamada revolución verde de los años 1950 y 1960, desarrollando así las fuerzas productivas del agro.

    A partir de esta época, se produce una progresiva expansión de la producción. Le siguió la revolución en la genética, la introducción de las máquinas computarizadas, y la utilización de satélites para mejorar el ma­nejo de suelos, fertilizantes y control de los cultivos. Como resultado, entre 1961 y 2005 la producción de cereales (maíz, arroz, sorgo, trigo, entre otros) en el mundo creció a una tasa anual del 2,2%, y en los países dependientes a una tasa del 2,8%. Para el mismo perío­do la tasa anual de crecimiento de la producción de oleaginosas (palma aceitera, ajonjolí, canola, girasol, entre otras) en el mundo fue del 4%, y en los países dependientes del 4,4%. La de carne fue del 3% para el mundo y 4,8% para los países dependientes; y la de leche del 1,4 y 3,2%, respectivamente. Como resultado de los avances tecnológicos, la productividad también se incrementó. Desde 1970 al 2000 el producto agrícola mundial (medido en dólares estadounidenses) se duplicó, pasando de US$ 645.900 millones a US$ 1,3 billones, en tanto el aumento del trabajo agrícola fue del 40%, pasando de 898 millones a 1.300 millones de personas. Este incremento de la productividad explica que en el largo plazo se haya registrado una baja tendencial de los precios agrícolas (Astarita, 2008).

    El campesinado pobre ha sido uno de los más oprimidos, además de los constantes desplazamientos caracterizados anteriormente, a los campesinos se les ha implantado un patrón tecnológico neoliberal alta­mente dependiente y de altísimos costos, impulsado por las grandes trasnacionales como MONSANTO, Pionner, entre otras; han desplazado sus conocimientos ancestrales, han sido transculturizados, han sido los más desatendidos en cuanto al acceso a servicios públicos, educación, salud, vialidad. Han sido las más gran­des victimas por el uso de sustancias agro toxicas, con­taminando su sangre, su descendencia, su futuro. A su vez de las constantes represiones y masacres que viven los campesinos a nivel mundial, destacando el 17 de abril, fecha en que conmemoramos el DIA INTERNA­CIONAL DE LA LUCHA CAMPESINA, por la masa­cre de 1996 en Brasil donde murieron 17 campesinos, 69 fueron mutilados y hubo cientos de heridos en manos de la policía lacaya de los latifundistas. También debemos señalar en nuestro país los casi 220 campesi­nos asesinados a manos del sicariato, del fascismo, a manos del capitalismo.

    Caracterización de la Situación Agroalimentaria Nacional

    La división internacional del trabajo, determinó en Venezuela, unas características muy particulares de su formación económico social, que ha logrado a ex­pensas de la minería, constituirse en una formación ca­pitalista dependiente con una importante industria de alta rentabilidad, con rezagos feudales y zonas de comunidades indígenas muy periféricas, pero con un 93% de la población concentrada en zonas urbanas, planteando una terrible debilidad estructural que amenaza, con la posibilidad de estancamiento de los avances democráticos y se transforma en el talón de Aquiles para una verdadera revolución socialista.

    Debemos observar como nuestros vecinos lati­noamericanos, en su gran mayoría poseen una agricul­tura que se autoabastece y en muchos casos es exporta­dora de productos agrícolas, al contrario de Venezuela, que depende de la importación de un alto porcentaje de los alimentos, situación que estamos obligados a super­ar, ya que la soberanía agroalimentaria es un elemento indispensable para la viabilidad de la revolución socia­lista.

    Para superar esta debilidad debemos analizar las condiciones subjetivas y objetivas del campesinado nacional, que tiene un gran peso estratégico para crear las condiciones materiales de sostenimiento para la po­blación, partiendo de la estadística de que solo el 7% de nuestra población es rural, lo que representa que apenas 1.960.000 personas aproximadamente de los 28.000.000 de venezolanos viven en la zona rural del país, socavando así la capacidad de producción alimen­taria.

    De este 7% un porcentaje pequeño se pueden definir como campesinos: "personas que poseen un pe­dazo de tierra y lo trabajan ellos con su familia, pudien­do contratar de forma temporal alguna mano de obra o contratándose ellos como trabajadores temporales en otras unidades de producción", otro porcentaje se com­pone del proletariado rural, siendo esta ultima la clase que más crece. Entre la burguesía y el proletariado están las capas medias integradas por personas que for­man parte directa o indirecta del proceso productivo, pero ni son obreros, ni tienen una gran propiedad capitalista sobre los medios de producción, poseen algunos medios de producción con los que trabajan directamen­te. En el sector rural existen, además de la burguesía y el proletariado agrícola, terratenientes, pequeños y me­dianos productores y desde luego un campesinado po­bre, como expresiones del derrocado régimen de pro­ducción feudal.

    Es claro que en el siglo XX la población campe­sina e indígena ha descendido de manera vertiginosa, mientras que los sectores urbanos, en especial la pequeña burguesía y el proletariado han ido creciendo, acom­pañados de un enorme ejercito industrial de reserva, con una burguesía que esta cuantitativa y cualitativa­mente estancada dependiendo del imperialismo para subsistir, sin un proyecto nacional ni interés en construirlo debido a su carácter de burguesía importadora asociada al gran capital.

    El campesino es aliado estratégico del proletariado para la construcción del socialismo

    Es por ello que el campesinado juega un rol importantísimo en la construcción de la nueva sociedad, ya que es el aliado estratégico del proletariado y junto con la intelectualidad revolucionaria tienen un papel trans­cendental en la orientación del rumbo de la revolución Venezolana, entendida en el sentido histórico.

    Para que el campesinado asuma su rol en el mar­co de la revoluci6n socialista es necesario, profundizar su nivel organizativo y tecnológico para poder asumir la gran responsabilidad de proveer los alimentos a más del 90% de la población que se dedica a otras labores, lo que requiere un gran impulso no solo en el desarrollo tecnológico, sino también en los elementos organi­zativos e ideológicos, debe estructurar organizaciones combativas que en el quehacer diario puedan disciplinar y cohesionar esas fuerzas dispersas, que no solo deben producir los alimentos, sino que además cumplan una función de resguardo territorial y ubicación estratégica para las contiendas que están por venir, en la preparación del camino para el socialismo científico

    Se debe partir de la organización de los propios campesinos, orientados por una vanguardia organizada, coherente y dispuesta a ensayar modelos organizativos que puedan luchar contra las tendencias reformista y anarquistas que impiden la concreción de una verdade­ra organización, este proceso debe transitar por el ca­mino de las más amplias alianzas y, en la lucha diaria, demostrar la vía correcta para el logro de triunfos estratégicos, esta vía no es otra que la constitución de or­ganizaciones con un profundo sustento ideológico; sustentadas en el marxismo leninismo y la experiencia de la acción concreta en los diversos escenarios de confrontación, que debe llevar a los consejos de campesi­nos en alianza con la clase obrera hacia la toma del po­der.


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