—El juego geopolítico ruso-chino
artículo de Immanuel Wallerstein
publicado en La Jornada de México en junio de 2014
traducción de Ramón Vera Herrera
Los gobiernos, los políticos y los medios en el mundo occidental parecen incapaces de entender los juegos geopolíticos que juegue alguien situado en cualquier otra parte. Sus análisis en torno al nuevo acuerdo proclamado por Rusia y China son un pasmoso ejemplo de esto.
El 16 de mayo, Rusia y China anunciaron que habían firmado un tratado de amistad que durará por siempre, pero que no es una alianza militar. Simultáneamente anunciaron uno sobre gas, en el que ambos países construirán un gasoducto para exportar gas ruso a China. China prestará a Rusia el dinero para que pueda construir su parte del gasoducto. Parece que Gazprom (principal productor de gas y petróleo en Rusia) hizo algunas concesiones en el precio a China, punto que había estado deteniendo el acuerdo por algún tiempo.
Si uno lee los medios del 15 de mayo, están llenos de artículos que explican por qué un acuerdo así sería poco probable. Al día siguiente, cuando sin embargo se concretó el acuerdo, los gobiernos de Occidente, los políticos y los medios se dividieron entre quienes pensaron que era una victoria geopolítica del presidente ruso Vladimir Putin (y lo deploraron) y aquellos que argumentaron que esto no haría mucha diferencia geopolítica.
Es bastante claro, a partir de las discusiones y los votos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas durante los últimos años, que Rusia y China comparten una aversión por las varias propuestas puestas a consideración por Estados Unidos (y con frecuencia secundadas por varios países europeos) para autorizar el involucramiento directo en la lucha civil en Ucrania y en los múltiples conflictos en Medio Oriente (lo que abriría en última instancia el camino a un involucramiento militar).
Las sanciones unilaterales que Estados Unidos impuso a Rusia debido a su presunto comportamiento en Ucrania y la amenaza de más sanciones sin duda han apresurado el deseo de Rusia por encontrar salidas adicionales para su gas y petróleo. Y esto, a su vez, condujo a hablar mucho de una revivida Guerra Fría entre Rusia y Estados Unidos. Pero ¿es esto en realidad el punto central del nuevo acuerdo de Rusia y China?.
A mí me parece que ambos países están realmente interesados en una restructuración diferente de las alianzas entre los Estados. Lo que Rusia busca en realidad es un acuerdo con Alemania. Y lo que China realmente busca es un acuerdo con Estados Unidos. Y su táctica es anunciar esta alianza para siempre entre ellos.
Alemania claramente está dividida acerca de la perspectiva de incluir a Rusia en una esfera europea. La ventaja de Alemania en un arreglo así sería consolidar su base de consumidores en Rusia para su producción, garantizar sus necesidades energéticas e incorporar la fuerza militar rusa a su planeación global de largo plazo. Dado que esto haría inevitable la creación de una Europa post-OTAN, existe oposición a la idea no sólo en Alemania, sino por supuesto en Polonia y en los Estados bálticos. Desde el punto de vista de Rusia, el objetivo del tratado de amistad Rusia-China es fortalecer la posición de aquellos en Alemania favorables a trabajar con Rusia.
China, por otra parte, está fundamentalmente interesada en domar a Estados Unidos y reducir su papel en Asia oriental, pero dicho esto quiere reforzar, no debilitar, sus vínculos con Estados Unidos. China busca invertir en Estados Unidos a tasas de ganga y piensa que ahora es la oportunidad. Quiere que Estados Unidos acepte su emergencia como potencia regional dominante en Asia oriental y sudoriental. Y quiere que Estados Unidos utilice su influencia para evitar que Japón y Corea del Sur se conviertan en potencias nucleares.
Por supuesto que lo que China quiere no está en consonancia con el lenguaje ideológico que prevalece en Estados Unidos. Sin embargo, parece haber dentro de Estados Unidos un respaldo callado para una evolución de las alianzas, especialmente al interior de las principales estructuras corporativas. Justo como Rusia quiere utilizar el tratado de amistad para dar aliento a que ciertos grupos en Alemania se muevan en la dirección que les parece más útil, así China busca hacer lo mismo en Estados Unidos.
¿Funcionarán estos juegos geopolíticos?. Posiblemente, pero no hay la certeza, para nada. No obstante, desde la perspectiva de Rusia y China, tienen todo qué ganar y muy poco qué perder con esta táctica. La cuestión real es cómo evolucionará en el futuro cercano el debate interno en Alemania y en Estados Unidos. Y en cuanto al argumento de que el mundo está regresando a la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia, piensen que este argumento es sólo la contratáctica de aquellos que entienden el juego que están jugando Rusia y China e intentan contrarrestarlo.
artículo de Immanuel Wallerstein
publicado en La Jornada de México en junio de 2014
traducción de Ramón Vera Herrera
Los gobiernos, los políticos y los medios en el mundo occidental parecen incapaces de entender los juegos geopolíticos que juegue alguien situado en cualquier otra parte. Sus análisis en torno al nuevo acuerdo proclamado por Rusia y China son un pasmoso ejemplo de esto.
El 16 de mayo, Rusia y China anunciaron que habían firmado un tratado de amistad que durará por siempre, pero que no es una alianza militar. Simultáneamente anunciaron uno sobre gas, en el que ambos países construirán un gasoducto para exportar gas ruso a China. China prestará a Rusia el dinero para que pueda construir su parte del gasoducto. Parece que Gazprom (principal productor de gas y petróleo en Rusia) hizo algunas concesiones en el precio a China, punto que había estado deteniendo el acuerdo por algún tiempo.
Si uno lee los medios del 15 de mayo, están llenos de artículos que explican por qué un acuerdo así sería poco probable. Al día siguiente, cuando sin embargo se concretó el acuerdo, los gobiernos de Occidente, los políticos y los medios se dividieron entre quienes pensaron que era una victoria geopolítica del presidente ruso Vladimir Putin (y lo deploraron) y aquellos que argumentaron que esto no haría mucha diferencia geopolítica.
Es bastante claro, a partir de las discusiones y los votos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas durante los últimos años, que Rusia y China comparten una aversión por las varias propuestas puestas a consideración por Estados Unidos (y con frecuencia secundadas por varios países europeos) para autorizar el involucramiento directo en la lucha civil en Ucrania y en los múltiples conflictos en Medio Oriente (lo que abriría en última instancia el camino a un involucramiento militar).
Las sanciones unilaterales que Estados Unidos impuso a Rusia debido a su presunto comportamiento en Ucrania y la amenaza de más sanciones sin duda han apresurado el deseo de Rusia por encontrar salidas adicionales para su gas y petróleo. Y esto, a su vez, condujo a hablar mucho de una revivida Guerra Fría entre Rusia y Estados Unidos. Pero ¿es esto en realidad el punto central del nuevo acuerdo de Rusia y China?.
A mí me parece que ambos países están realmente interesados en una restructuración diferente de las alianzas entre los Estados. Lo que Rusia busca en realidad es un acuerdo con Alemania. Y lo que China realmente busca es un acuerdo con Estados Unidos. Y su táctica es anunciar esta alianza para siempre entre ellos.
Alemania claramente está dividida acerca de la perspectiva de incluir a Rusia en una esfera europea. La ventaja de Alemania en un arreglo así sería consolidar su base de consumidores en Rusia para su producción, garantizar sus necesidades energéticas e incorporar la fuerza militar rusa a su planeación global de largo plazo. Dado que esto haría inevitable la creación de una Europa post-OTAN, existe oposición a la idea no sólo en Alemania, sino por supuesto en Polonia y en los Estados bálticos. Desde el punto de vista de Rusia, el objetivo del tratado de amistad Rusia-China es fortalecer la posición de aquellos en Alemania favorables a trabajar con Rusia.
China, por otra parte, está fundamentalmente interesada en domar a Estados Unidos y reducir su papel en Asia oriental, pero dicho esto quiere reforzar, no debilitar, sus vínculos con Estados Unidos. China busca invertir en Estados Unidos a tasas de ganga y piensa que ahora es la oportunidad. Quiere que Estados Unidos acepte su emergencia como potencia regional dominante en Asia oriental y sudoriental. Y quiere que Estados Unidos utilice su influencia para evitar que Japón y Corea del Sur se conviertan en potencias nucleares.
Por supuesto que lo que China quiere no está en consonancia con el lenguaje ideológico que prevalece en Estados Unidos. Sin embargo, parece haber dentro de Estados Unidos un respaldo callado para una evolución de las alianzas, especialmente al interior de las principales estructuras corporativas. Justo como Rusia quiere utilizar el tratado de amistad para dar aliento a que ciertos grupos en Alemania se muevan en la dirección que les parece más útil, así China busca hacer lo mismo en Estados Unidos.
¿Funcionarán estos juegos geopolíticos?. Posiblemente, pero no hay la certeza, para nada. No obstante, desde la perspectiva de Rusia y China, tienen todo qué ganar y muy poco qué perder con esta táctica. La cuestión real es cómo evolucionará en el futuro cercano el debate interno en Alemania y en Estados Unidos. Y en cuanto al argumento de que el mundo está regresando a la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia, piensen que este argumento es sólo la contratáctica de aquellos que entienden el juego que están jugando Rusia y China e intentan contrarrestarlo.