Ya que no he visto este libro en las bibliotecas del foro lo he subido yo. Voy a dejar una partecita de la introducción expuesta aquí y un enlace a Dropbox para que os bajéis el libro completo. Tiene 304 páginas, está en excelente calidad de PDF. Es la edición del 98 de la editorial Trotta
Sin más dilaciones,aquí el link:
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En el inicio de la DI hay, como en el origen de la Teoría Crítica
(TC), una experiencia histórica dolorosa, dramática para Horkheimer
y Adorno: la humanidad —escriben en 1944— no sólo no ha avanzado hacia el reino de la libertad, hacia la plenitud de la Ilustración,
sino que más bien retrocede y «se hunde en un nuevo género de barbarie» (infra, p. il)*. Horkheimer y Adorno se proponen comprender
las razones de este drama, de esta sombría «regresión» (p. 53), que
significaba para ellos el «fin de la Ilustración» (p. 52)^, más aún, «la
autodestrucción de la Ilustración» (p. 53). Impelidos, sin duda, por la
trágica experiencia de la barbarie, calan hondo en su análisis y llegan
al convencimiento de la existencia de una paradoja en la Ilustración
misma, paradoja que formulan en la conocida doble tesis: «El mito es
ya Ilustración; la Ilustración recae en mitología» (p. 56), y como tal se
convierte en la tesis central de la DI. Horkheimer y Adorno la desarrollan, en efecto, en el primer ensayo o capítulo del libro, al que ellos
mismos consideran la «base teórica» de los siguientes (Ibid). No en
vano llevó, en la edición original de 1944, el título que después pasó a
ser el título del libro. Pero, ¿qué significa realmente esta tesis?
1. El mito es ya Ilustración
o En el principio era el dominio
En una de las conferencias que Horkheimer dio en la Columbia University el mismo año de la aparición de los Fragmentos y que más
tarde se convertirían en el cuerpo de su Eclipse of Reason (1947)
—traducida al alemán y conocida desde entonces como Crítica de la
razón instrumental (1967)— hallamos la clave para la comprensión de
esta primera tesis: «La enfermedad de la razón —escribe Horkheimer— radica en su propio origen, en el afán del hombre de dominar
la naturaleza» *. Es decir, la Ilustración nace bajo el signo del dominio.
Su objetivo fue, desde un principio, «liberar a los hombres del miedo
y constituirlos en señores» (p. 59). Y su programa: «el desencantamiento del mundo» (Ibid.) para someterlo bajo su dominio. La Ilustración disuelve los mitos e introniza el saber de la ciencia, que no aspira ya a «la felicidad del conocimiento» (p. 60), a la verdad, sino a la
explotación y al dominio sobre la naturaleza desencantada. En el
proceso de Ilustración el conocimiento se torna en poder y la naturaleza queda reducida a «pura materia o sustrato de dominio» (p. 65).
La Ilustración opera según el principio de identidad: no soporta lo diferente y desconocido. Y ello marca el curso de la desmitologización,
de la Ilustración, que termina reduciendo todo a la «pura inmanencia»
(p. 70). La Ilustración se relaciona con las cosas «como el dictador
con los hombres» (p. 64): las conoce en la medida en que puede manipularlas, someterlas. En este proceso, la «mimesis» (p. 66) es desplazada por el dominio, que ahora se convierte en «principio de todas
las relaciones» (p. 64).
Pero esta «enfermedad de la razón», esta querencia de la Ilustración al dominio, que ha determinado el curso de la entera «civilización europea» (p. 68), está presente ya —según la tesis— en el mito
mismo. En el mito hay ya un mojnento de Ilustración, mejor, el mito
es ya el primer estadio de la Ilustración: «Los mitos que caen víctimas
de la Ilustración eran ya producto de ésta» (p. 63). En ellos late ya la
aspiración al dominio. Los mitos, en efecto, querían «narrar, nom-
brar, contar el origen» y, por tanto, «explicar» (p. 63), es decir, en definitiva, controlar y dominar, tal y como se hace explícito con el
paso del mito a las mitologías, de la narración a la doctrina, de la contemplación a la racionalización. Se impone la lógica discursiva, el
cálculo. La «sustitución en el sacrificio» (p. 65) es ya un paso en ese
sentido. Al final, «el mito se disuelve en Ilustración y la naturaleza en
"mera objetividad» (p. 64).
El proceso de Ilustración es, pues, un proceso de «desencantamiento del mundo» que se revela como un proceso de progresiva racionalización, abstracción y reducción de la entera realidad al sujeto
bajo el signo del dominio, del poder. En cuanto tal, este proceso,
que quiso ser un proceso liberador, estuvo viciado desde el principio y
se ha desarrollado históricamente como un proceso de alienación,
de cosificación.
2. La Ilustración recae en mitología
o La venganza de la naturaleza
Esta segunda tesis parece, de entrada, contradecir la anterior, pero en
realidad no es sino la otra cara de la misma. La Ilustración se inició
bajo el signo del dominio y de la reductio ad hominem (cf. p. 62) y ha
aplicado con tal furia y consecuencia estos principios que el proceso
de la entera civilización europea, dominado por ella, ha terminado por
eliminar no sólo el mito, sino todo «sentido» que trascienda los hechos brutos: «En el camino de la ciencia moderna —escriben Horkheimer y Adorno— los hombres renuncian al sentido» (p. 61). Con lo
cual, la Ilustración misma ha caído víctima de su propia lógica re-^
ductora y ha retornado a la mitología, a la necesidad y la coacción de
la que pretendía liberar a los hombres. Horkheimer y Adorno lo expresan con gran fuerza en uno de los pasajes más logrados de la DI:
«La propia mitología ha puesto en marcha el proceso sin fin de la
Ilustración, en el cual toda determinada concepción teórica cae con
inevitable necesidad bajo la crítica demoledora de ser sólo una creencia, hasta que también los conceptos de espíritu, de verdad, e incluso
el de Ilustración, quedan reducidos a magia animista... Como los
mitos ponen ya por obra la Ilustración, así queda ésta atrapada en
cada uno de sus pasos más hondamente en la mitología» (p. 67). La
recaída de la Ilustración en mitología es la recaída del espíritu, que
emergió con ella, bajo el dominio ciego de la naturaleza. Ésta se
venga así de la explotación a que ha sido sometida por el hombre en
el exterior y de la represión que ha sufrido en el interior del mismo sujeto, configurado según el principio de la autoconservación y el do-
minio. En definitiva, la naturaleza se rebela y se venga por haber
sido olvidada por el espíritu en el proceso de Ilustración, que, por lo
mismo, ha sido al mismo tiempo un proceso de alienación, de cosificación. En el inicio de este proceso —dicen Horkheimer y Adorno en
uno de los aforismos en la última parte de la DI— hubo «una pérdida
del recuerdo» (p. 275) que lo hizo posible. En el fondo, concluyen,
«toda reificación es un olvido» (Ibid.)
Ésta es, en síntesis, la tesis de la DI, su «base teórica», su contenido.
Los cuatro ensayos que siguen no añaden ningún contenido nuevo;
sólo tienen la función de «verificar» la tesis básica en la realidad histórica. Los dos primeros, de forma directa y expresa. En ellos se
pone de manifiesto la «dialéctica de la Ilustración» en dos momentos
históricos claves de la civilización europea: la Ilustración griega (representada por la Odisea de Homero) y la Ilustración moderna
(reflejada en la obra de Sade). Los dos capítulos siguientes recogen
material de dos proyectos de investigación del Instituto de Investigación Social sobre dos fenómenos de la realidad político-social de
aquel momento, en los que la «dialéctica de la Ilustración» se manifestaba en toda su crudeza: la cultura de masas (en la sociedad avanzada de Estados Unidos) y el antisemitismo (a uno y otro lado del océ-
ano). Por último, en el libro se recogen una serie de aforismos que
contienen ráfagas de pensamiento sobre puntos o destellos de la dialéctica de la Ilustración y son, a la vez, esbozos de lo que podría ser
aquel «concepto positivo» de Ilustración (p. 56) que Horkheimer y
Adorno pretendían justamente preparar con su DI y que expresamente anuncian como una «antropología dialéctica» (p. 57). Los
aforismos cierran, pues, el libro enlazando con el prólogo donde se explicitaba ese objetivo que en ellos sólo quedaba esbozado. Más allá de
estas relaciones entre los ensayos que la componen, la DI no contiene
otra unidad. Conscientemente quisieron sus autores, por eso, que
apareciera bajo el título de Fragmentos filosóficos.
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