Conversaciones con Josep Almudéver, uno de los últimos brigadistas internacionales de la guerra civil española
“Franco me fusiló el día 18 de enero de 1938”
artículo de Carlos de Urabá - publicado en Rebelión - año 2014
Josep Almudever (Marsella, 1919) a estas alturas de su existencia no ha perdido ni un ápice el espíritu combativo de los brigadistas internacionales. Este es un caso excepcional pues a pesar de su avanzada edad continúa firme y en guardia sin que sus convicciones se hayan alterado en lo más mínimo. Los testimonios de la Guerra Civil española permanecen muy frescos en su mente y es capaz de recordar hasta los más nimios detalles de los sucesos históricos que se desarrollaron hace más de 75 años. Una lucidez tan prodigiosa es muy difícil de encontrar puesto que la mayoría de los protagonistas de esos acontecimientos ya han fallecido.
Josep Almudever desde muy temprana edad empezó a manifestar un espíritu rebelde que contradecía las normas de la sociedad conservadora de la época. A los 5 años demostrando un alto grado de irreverencia negaba ya la existencia de Dios y se oponía a las injusticias que condenaban al pueblo a la miseria. En esa España de principios del siglo XX en la que reinaba la ignorancia y la sumisión al orden establecido él se dedicó a la tarea de instruirse hasta alcanzar un nivel de educación privilegiado. Tan alto nivel cultural le permitió convertirse en un precoz maestro que impartía clases a los analfabetos del pueblo natal de sus padres, Alcásser (Valencia).
En la actualidad y, aunque el inexorable paso del tiempo le ha mermado sus facultades, mantiene un estado físico envidiable. Sobre todo, sus ideas permanecen inalterables, claras y contundentes. Y es que estamos hablando de un hombre casi centenario que se niega a renunciar a su alma adolescente que le permite vivir optimista e ilusionado. Incluso llega hasta el punto de predecir los sucesos del futuro que por fuerza tienen que conducirnos a un destino libertario.
Haciendo honor a su apodo de “petit”, en 1936, siendo un menor de edad, se alistó voluntariamente en la columna “Pablo Iglesias” del Partido Socialista de Valencia. Se lo jugó todo en defensa de los principios humanistas de su amada República amenazados por el golpe de estado dirigido por el traidor general Francisco Franco. Dos años después ingresó en la 129 brigada Batería Italiana Carlos Roselli de las Brigadas Internacionales. Allí estuvo combatiendo hasta que el Comité de no Intervención los desmovilizó y tuvieron que abandonar el territorio español rumbo a Francia.
Es entonces cuando el régimen franquista para sembrar la zozobra y el terror le envía una carta a su familia anunciándole que: “Josep Almudéver ha sido fusilado en Castellón a las 5 de la mañana del día 18 de enero de 1938 por el atroz delito de traición a la patria” El día que por sorpresa regresó a Alcásser los vecinos y familiares cayeron presa de un ataque de pánico pues creyeron que se trataba de un ánima en pena.
En Marsella, obsesionado con las penalidades que afligían al pueblo español, y ya licenciado de las Brigadas Internacionales- a sabiendas de que la guerra estaba prácticamente perdida- se puso en contacto con el consulado español exigiendo que se le enviara nuevamente al frente para sumarse a la resistencia. Contra todo pronóstico volvió en un barco inglés que logró romper el bloqueo impuesto al puerto de Valencia por las tropas franquistas y sus aliados las potencias del eje.
Josep Almudéver justo un día antes de la caída de Valencia en manos del ejército fascista se alistó en el arma de aviación. Pero al comprobar que era imposible revertir la derrota tuvo que huir de Alcásser en compañía de su padre al puerto de Alicante -al ser declarado éste zona internacional-. Esperaron un buque que nunca llegó y por desgracia el 1 abril de 1939 fue detenido y confinado en el tristemente célebre campo de concentración de Albatera (él es el último superviviente) donde compartió torturas, hambre y grandes penalidades junto a los otros 17.000 presos republicanos. Todavía hoy le persiguen las pesadillas causadas por el trauma que le supuso –obligado por los carceleros falangistas-el contemplar los fusilamientos de sus compañeros que agonizantes lanzaban espantosos alaridos. Y quizás lo más cruel es que él no sabía si al día siguiente sería el próximo en pasar al paredón.
El día 26 de octubre de 1939 se desmantela el campo de Albatera y es transferido a Portacelli; luego a la Cárcel Modelo hasta agosto de 1942. Por subvertir el orden y trasgredir los artículos 238 y 242 se le condena a muerte. Sentencia que posteriormente es conmutada por la de 30 años y más adelante se le rebaja a 12 años y un día hasta que sale en libertad condicional de la prisión provisional de Aranjuez el 19 noviembre de 1942.
Para completar su hazaña no da su brazo a torcer y en el año 1943 se enrola en las filas de la Agrupación Guerrillera de Levante donde dirigió el Comité Comarcal de Catarroja hasta el año 1947. En el combate contra la dictadura franquista sus dos compañeros de Silla, que cumplían funciones de inteligencia, fueron descubiertos y fusilados. Almudéver logra escapar por los pelos del cadalso y se ve obligado a partir a Barcelona donde le prestan la ayuda necesaria para clandestinamente cruzar los Pirineos y exiliarse en Francia.
Para Almudéver los sacrificios padecidos en su lucha guerrillera hacen parte de los gajes del oficio; para él son galones que luce orgulloso en su conciencia pues con toda las fuerzas de su alma tan sólo pretendía entregar su vida en honor a su amada República. Él pertenece a la estirpe de aquellos personajes que les mueven los ideales utópicos o el romanticismo revolucionario. Es decir, gentes que son capaces de despreciar su propia vida por la justicia y la libertad de su pueblo. Porque el bien común está por encima de los intereses individuales. Y este es el caso de los miles de brigadistas abandonaron sus países de origen y solidariamente renunciaron a sus trabajos, a sus familias, novias o esposas e hijos y se marcharon a rescatar a España de las garras del fascismo.
Almudéver aunque parezca mentira insiste en que su misión todavía no ha terminado porque España se encuentra sometida a las veleidades de un gobierno ilegítimo representado por la Monarquía Borbónica. Y él, tal y como lo hiciera en su juventud, está listo a engrosar las filas de la insurrección con tal de ayudar a instaurar la III República. Fiel a los versos del poeta peruano Cesar Vallejo que escribió en su obra “España aparta de mí este cáliz”: “Niños del mundo si cae España, si la madre España cae-digo es un decir- ¡salid, niños del mundo; id a buscarla!
Este brigadista impenitente nos deja perplejos: con 95 años todavía sigue realizando sus ejercicios físicos en una bicicleta estática, con sus 95 años cultiva en su huerto tomates, lechugas y cebollas, con sus 95 años a cuestas se pasea alegremente por los campos del Ariege, una región del sur de Francia situada al pie de las montañas pirenaicas. Su mirada se pierde en el horizonte tal vez soñando con revivir las antiguas epopeyas con sus camaradas de armas.
Este albañil de profesión e intelectual ilustrado, no hace más que leer y releer libros. Estudioso de la historia de la España y de la realidad política actual lanza un furibundo alegato contra el sistema monárquico heredero del dictador Franco. Almudéver sigue activo, no tiene un minuto de descanso y ahora se dedica a impartir conferencias a donde le llamen dispuesto a refrescar la memoria de los estudiantes en los institutos y universidades. Su rutina se resume al continuo aprendizaje y, en especial este año 2014, en dar los últimos toques de sus memorias que pronto serán publicadas en España.
Realmente estamos ante un verdadero fenómeno, una figura integra que merece todo nuestro respeto. Su valentía y dignidad lo honran.
Este extraordinario caso nos debe hacer reflexionar aún más hoy cuando la crisis económica e institucional corroe España. Y es que desde la Casa Real hasta la casta política monárquica se dedican por entero a la corrupción y el desfalco. Sin ningún escrúpulo los servidores públicos pisotean los principios éticos y morales aprovechándose de la inmunidad que les otorga el voto ciudadano, que no es más que una patente de corso para robar a manos llenas las arcas del estado.
De ahí que el ejemplo del Brigadista Almudéver nos devuelva la confianza en el ser humano que sin contemplaciones se entrega al compromiso revolucionario. Josep cual poeta enamorado abre un libro de Miguel Hernández y recita altivo uno de sus versos: “Cantando espero a la muerte/ que hay ruiseñores que cantan/ encima de los fusiles/ y en medio de las batallas”.
Almudéver asevera que no se rinde, que todavía le quedan alientos si es necesario para cruzar los Pirineos a pie y unirse a la resistencia contra ese sistema feudal monárquico que vampiriza a sus “súbditos” Es increíble que las élites franquistas, la aristocracia, los militares y clérigos aún permanezcan en el poder y, lo peor de todo, avalados por los partidos de izquierda que traicionaron los principios de la clase obrera y el proletariado. Su corazón late más fuerte que nunca cuando levanta el puño en alto y pronuncia el clásico lema brigadista “¡Por vuestra libertad y por la nuestra!” Tanta vitalidad nos deja anonadados más aún cuando las nuevas generaciones criadas bajo este sistema capitalista burgués lo único que buscan es el goce y el placer.
Aconsejo a los lectores observar con toda la atención este documental que rodamos en su casa de la Tour-du-Crieu en el Ariege (Francia) donde se refleja con toda la magnitud su irreverente personalidad. Dejando a un lado las descripciones retóricas o las lisonjas fugaces las imágenes valen más que mil palabras. Este es nuestro humilde homenaje al glorioso brigadista y guerrillero Josep Almudéver cuyo recuerdo permanecerá eternamente en nuestros corazones.