Por Cano Iglesias
Día tras día, semana tras semana, en los voceros de la gran burguesía se nos habla constantemente de corrupción. Largas listas con nombres de reconocidos políticos, banqueros y empresarios colman los noticieros de la prensa, radio o televisión. En definitiva, últimamente pareciese como si los medios de comunicación no tuviesen otros asuntos con los que informar.
Pero los periodistas y politólogos al servicio de los “mass media” se olvidan de una cuestión fundamental. Los escabrosos casos de corruptela tienen su origen en la total ausencia de democracia en todos sus aspectos, tanto en el plano económico como en el plano político. Es decir, en el propio modelo capitalista y en el Estado burgués, cuya expresión concreta en las naciones y pueblos de España es el Régimen Monárquico, el cual salvaguarda tal sistema productivo. Veamos:
La esencia del capitalismo se inscribe en la explotación del hombre por el hombre, la cual propicia en los seres humanos actitudes egoístas, que inequívocamente conducen al individualismo. Al vivir bajo esta visión una parte de la ciudadanía se realiza sumando ganancias, acumulando bienes y expropiando recursos naturales.
Teniendo clara esta primera premisa, el individualismo y la corrupción se relacionan en razón de que si somos individualistas nos alejamos más de los derechos de la colectividad, trayendo como consecuencia el mero interés personal, satisfaciendo nuestros egos y placeres, sin importar como conseguirlos. Es un hecho indiscutible.
Además, no podemos olvidar que en la división de la sociedad en distintas clases, consubstancial al propio capitalismo, descubrimos la mayor de las perversiones. Ésta es ni más ni menos que la desigual distribución de las recompensas materiales y simbólicas, generando así pobreza para una mayoría.
Los comunistas señalamos alto y claro que las élites se están enriqueciendo descaradamente con los dolorosos impuestos que pagamos los trabajadores, aun más en tiempos de latente crisis. Es indignante que los partidos políticos del turnismo nos impongan austeridad, materializada en recortes en lo público y, sin embargo, despilfarren en a saber qué tipo de masajes y demás lujos innecesarios a la par que costosos. Cada euro que nos roban es fruto de nuestro sudor y sangre. Repetimos, indignante.
A continuación, y no por ello menos importante, hay que recalcar el papel continuista de la Monarquía Parlamentaria con el franquismo, es decir, con la misma clase oligárquica de antaño, aquella que nos esclaviza, aquella que tienes más posibilidades de prosperar. Por lo tanto, los actuales poderes ejecutivo, legislativo y judicial en España se nutren en gran medida de los altos niveles del caciquismo en la dictadura fascista, perviviendo éste en nuestras actuales instituciones, ya que uno hubo una auténtica brecha entre los dos períodos. Se trata de una cuestión del carácter ideológico del Estado, que pertenece al poder económicamente dominante, el cual en la actualidad maneja la administración y el dinero público como si fuese un cortijo.
Irónicamente, hay quienes elaboran hipótesis acerca de lo que algunos expertos de la comunicación llaman “inicio de una nueva era”. Esa ” nueva era ” la sitúan tras la abdicación del anterior rey Juan Carlos de Borbón, el debilitamiento del bipartidismo ( que se hizo evidente con los resultados de las últimas elecciones al parlamento europeo ), e indudablemente, los múltiples casos de corrupción que se están dando, pero sin definir en que consiste realmente esa posible etapa. Es cierto que se han dado algunos movimientos judiciales en el sentido de combatir el soborno o el cohecho, pero son ocasionales y no tocan en lo esencial. Incluso el revisionismo, con Podemos a la cabeza, ha salido al centro de la actividad política en nuestro país con nuevas fórmulas. Sí, algo se está ” cocinando “, pero a muchos ya no nos pueden engañar. Este ciclo no es ni más ni menos que un lavado de cara del modelo impuesto para frenar el avance de las organizaciones marxistas y populares, las que luchamos en las calles codo con codo por un nuevo porvenir más justo e igualitario.
Seamos claros, la depravación es un ataque directo contra el proletariado, la mujer o el estudiantado, e incluso un daño a la integridad física de la mayoría social oprimida. Nos referimos, por ejemplo, a la llamada “Operación Carioca”, la cual salpica a políticos, empresarios y agentes de los cuerpos represores en la provincia de Lugo en una trama de prostitución, todo ello acompañado de asesinatos de varias meretrices. No caben medias tintas, la lucha contra la corrupción debe de ser tarea diaria de los marxistas leninistas aquí y en el resto del mundo.
Por ello, para los revolucionarios solo cabe una respuesta decidida y consecuente. Apelamos, como siempre, a la unidad de la izquierda transformadora por un sistema totalmente democrático, tanto en lo político como en lo económico. Combatir semejante panorama no es ni más ni menos que fortalecer las posiciones, y filas, del Partido Comunista, para la instauración de una República del pueblo, como camino inexcusable hacia la conquista socialista.
Éste es nuestro compromiso, trabajar unidos por la ruptura democrática y la planificación de la economía, porque la única manera de acabar con semejantes actitudes deshonestas es poniendo los medios de producción en mano de la clase obrera e impulsando la democracia participativa real.
Tened por seguro, compañeros, que el futuro poder obrero que construiremos todos juntos barrerá cualquier vestigio de actitudes mafiosas, indecentes, porque el bien común será de primer orden.
¡¡¡Ánimo, y a cumplir!!!
Día tras día, semana tras semana, en los voceros de la gran burguesía se nos habla constantemente de corrupción. Largas listas con nombres de reconocidos políticos, banqueros y empresarios colman los noticieros de la prensa, radio o televisión. En definitiva, últimamente pareciese como si los medios de comunicación no tuviesen otros asuntos con los que informar.
Pero los periodistas y politólogos al servicio de los “mass media” se olvidan de una cuestión fundamental. Los escabrosos casos de corruptela tienen su origen en la total ausencia de democracia en todos sus aspectos, tanto en el plano económico como en el plano político. Es decir, en el propio modelo capitalista y en el Estado burgués, cuya expresión concreta en las naciones y pueblos de España es el Régimen Monárquico, el cual salvaguarda tal sistema productivo. Veamos:
La esencia del capitalismo se inscribe en la explotación del hombre por el hombre, la cual propicia en los seres humanos actitudes egoístas, que inequívocamente conducen al individualismo. Al vivir bajo esta visión una parte de la ciudadanía se realiza sumando ganancias, acumulando bienes y expropiando recursos naturales.
Teniendo clara esta primera premisa, el individualismo y la corrupción se relacionan en razón de que si somos individualistas nos alejamos más de los derechos de la colectividad, trayendo como consecuencia el mero interés personal, satisfaciendo nuestros egos y placeres, sin importar como conseguirlos. Es un hecho indiscutible.
Además, no podemos olvidar que en la división de la sociedad en distintas clases, consubstancial al propio capitalismo, descubrimos la mayor de las perversiones. Ésta es ni más ni menos que la desigual distribución de las recompensas materiales y simbólicas, generando así pobreza para una mayoría.
Los comunistas señalamos alto y claro que las élites se están enriqueciendo descaradamente con los dolorosos impuestos que pagamos los trabajadores, aun más en tiempos de latente crisis. Es indignante que los partidos políticos del turnismo nos impongan austeridad, materializada en recortes en lo público y, sin embargo, despilfarren en a saber qué tipo de masajes y demás lujos innecesarios a la par que costosos. Cada euro que nos roban es fruto de nuestro sudor y sangre. Repetimos, indignante.
A continuación, y no por ello menos importante, hay que recalcar el papel continuista de la Monarquía Parlamentaria con el franquismo, es decir, con la misma clase oligárquica de antaño, aquella que nos esclaviza, aquella que tienes más posibilidades de prosperar. Por lo tanto, los actuales poderes ejecutivo, legislativo y judicial en España se nutren en gran medida de los altos niveles del caciquismo en la dictadura fascista, perviviendo éste en nuestras actuales instituciones, ya que uno hubo una auténtica brecha entre los dos períodos. Se trata de una cuestión del carácter ideológico del Estado, que pertenece al poder económicamente dominante, el cual en la actualidad maneja la administración y el dinero público como si fuese un cortijo.
Irónicamente, hay quienes elaboran hipótesis acerca de lo que algunos expertos de la comunicación llaman “inicio de una nueva era”. Esa ” nueva era ” la sitúan tras la abdicación del anterior rey Juan Carlos de Borbón, el debilitamiento del bipartidismo ( que se hizo evidente con los resultados de las últimas elecciones al parlamento europeo ), e indudablemente, los múltiples casos de corrupción que se están dando, pero sin definir en que consiste realmente esa posible etapa. Es cierto que se han dado algunos movimientos judiciales en el sentido de combatir el soborno o el cohecho, pero son ocasionales y no tocan en lo esencial. Incluso el revisionismo, con Podemos a la cabeza, ha salido al centro de la actividad política en nuestro país con nuevas fórmulas. Sí, algo se está ” cocinando “, pero a muchos ya no nos pueden engañar. Este ciclo no es ni más ni menos que un lavado de cara del modelo impuesto para frenar el avance de las organizaciones marxistas y populares, las que luchamos en las calles codo con codo por un nuevo porvenir más justo e igualitario.
Seamos claros, la depravación es un ataque directo contra el proletariado, la mujer o el estudiantado, e incluso un daño a la integridad física de la mayoría social oprimida. Nos referimos, por ejemplo, a la llamada “Operación Carioca”, la cual salpica a políticos, empresarios y agentes de los cuerpos represores en la provincia de Lugo en una trama de prostitución, todo ello acompañado de asesinatos de varias meretrices. No caben medias tintas, la lucha contra la corrupción debe de ser tarea diaria de los marxistas leninistas aquí y en el resto del mundo.
Por ello, para los revolucionarios solo cabe una respuesta decidida y consecuente. Apelamos, como siempre, a la unidad de la izquierda transformadora por un sistema totalmente democrático, tanto en lo político como en lo económico. Combatir semejante panorama no es ni más ni menos que fortalecer las posiciones, y filas, del Partido Comunista, para la instauración de una República del pueblo, como camino inexcusable hacia la conquista socialista.
Éste es nuestro compromiso, trabajar unidos por la ruptura democrática y la planificación de la economía, porque la única manera de acabar con semejantes actitudes deshonestas es poniendo los medios de producción en mano de la clase obrera e impulsando la democracia participativa real.
Tened por seguro, compañeros, que el futuro poder obrero que construiremos todos juntos barrerá cualquier vestigio de actitudes mafiosas, indecentes, porque el bien común será de primer orden.
¡¡¡Ánimo, y a cumplir!!!