Mediante la presente misiva, renuncio a mi militancia en el Partido Comunista Obrero Español, y por ende, también a mi posición de miembro del Comité Central y responsable de la Comisión Ideológica.
Esta decisión no es en absoluto precipitada ni irreflexiva, sino la culminación de un proceso de reflexión y lucha de dos líneas en mí mismo y en el seno de la ya mencionada organización. Las discrepancias con las directrices oficiales del partido por parte de los camaradas de las Islas Baleares comenzaron a fraguarse a principios de este mismo año y fueron adquiriendo una magnitud cada vez mayor, dada mi lenta y progresiva evolución ideológica en dirección a la Línea de la Reconstitución –evolución seguida también por otros camaradas del archipiélago-, y la deriva cada vez más derechista del PCOE.
Esta organización manifiesta un total desprecio por la teoría –lo cual se plasma en la ínfima importancia que se confiere a la lucha ideológica-, y concibe ésta, la teoría, como algo “dado”, que no se halla en constante contradicción y evolución, sustrayéndola así de las leyes de la dialéctica. No es casual que, amparándose en que el leninismo es el comunismo para la era del imperialismo, reniegue de toda necesidad de reelaborar y desarrollar la teoría a través de la lucha de dos líneas en torno al Balance de la práctica social pasada. Asimismo, el revisionismo es concebido como un agente externo, como algo que no surge del propio marxismo sino que es introducido en el Movimiento Comunista desde fuera del mismo por la burguesía. Negando una vez más la dialéctica, no comprenden que el revisionismo surge del propio marxismo, es su negación dialéctica, y su existencia es intrínseca a la del propio marxismo. La lucha de contrarios es una ley universal, y el comunismo no es ajeno a ella. Todas estas concepciones, que se plasman en la práctica de este destacamento, son en gran parte compartidas por casi la totalidad del putrefacto Movimiento Comunista, tanto internacional como estatal, y son herencia del ya clausurado Ciclo de Octubre (1917 – 1989), que legó una serie de limitaciones que afectan a lo más profundo de la teoría, y que necesitan ser superadas mediante la reconstitución ideológica del comunismo. Una de estas limitaciones, que cómo no, también es característica del PCOE y los demás destacamentos revisionistas del Estado, es la concepción del marxismo-leninismo como una teoría política más, o como una ciencia, y no como una cosmovisión totalizadora (Weltanschauung).
El campo del revisionismo sigue anclado en las caducas premisas ideológicas del Ciclo de Octubre, que llevaron al proletariado revolucionario a la derrota en la primera oleada de la Revolución Proletaria Internacional. Lejos de analizar las causas de esa derrota mediante la aprehensión crítica de la práctica social pasada, con el fin de rearmar al marxismo-leninismo para resituarlo en la posición de teoría de vanguardia capaz de guiar al proletariado revolucionario hacia su victoria definitiva; el PCOE ignora la realidad y toma un marxismo derrotado por el revisionismo como punto de partida para la revolución pendiente. No es de extrañar su manifiesta incapacidad para generar cualquier tipo de movimiento revolucionario, reduciéndose su práctica a participar en el movimiento espontáneo, en todo caso tratando de organizarlo –FUP, ACDT, CSC-, lo cual lleva inevitablemente a la práctica sindical y al economicismo.
Aun así, a diferencia de otros destacamentos del revisionismo, el PCOE comprende que el Nuevo Poder no surgirá espontáneamente al calor de una insurrección, sino que debe ser generado por el propio Partido Comunista antes de la instauración de la dictadura del proletariado. Pero lo que no comprende este partido, es que el Nuevo Poder nace en contraposición al viejo, enfrentado a él a través de las armas. La estrategia del Frente Único del Pueblo, elaborada por el PCOE, propone crear órganos de masas que aspiran a ser órganos de Nuevo Poder, pero en la práctica no son más que órganos de lucha sindical que exigen ciertas reformas al Estado burgués para mejorar las condiciones de vida de las masas obreras. El porqué de todo esto es evidente: el PCOE asume el paradigma espontaneísta-insurreccional y no comprende que el Nuevo Poder solo puede materializarse en forma masas revolucionarias armadas gestionando su propio poder político; y es a través de esta experiencia como las masas hondas se vinculan a la revolución y adquieren conciencia para sí. Incapaz de comprender esto, dado su rechazo dogmático de la estrategia militar proletaria universal, la Guerra Popular, y su defensa de la insurrección –táctica burguesa para la toma del poder-, el PCOE intenta crear órganos de Nuevo Poder que no son más que núcleos aristócrata-obreros organizados para reivindicar reformas “populares”; sindicalismo al fin y al cabo. Tan solo el Partido Comunista, una vez reconstituido, y a través de la Guerra Popular, podrá crear vacíos de poder que sean ocupados por el Nuevo Poder, ganando así a las masas hondas para la causa revolucionaria y tejiendo la base del nuevo Estado de dictadura del proletariado. Pero el PCOE, en una huida hacia adelante, y ante la evidencia de que el Frente Único del Pueblo no es capaz de encarnar de ningún modo el Nuevo Poder, vira aún más hacia el ala derecha del revisionismo proponiendo convertir el FUP en una plataforma electoral –de hecho esta decisión ya ha sido aprobada por el Comité Ejecutivo-.
Este viro derechista se evidenció también en el debate mantenido entre el Comité Ejecutivo y el Comité Regional de las Islas Baleares acerca de la naturaleza del Partido Comunista y la consideración como tal del PCOE. Desde hace algún tiempo, la postura oficial de la ya mencionada organización era la de no considerarse Partido Comunista, sino un destacamento de vanguardia llamado a ser Partido. Pero en el debate que transcurrió desde mayo hasta septiembre de este mismo año, el Comité Ejecutivo cambió su postura al respecto afirmando tajantemente que en el Estado español ya existe Partido Comunista (!), y que no es otro que el PCOE (!!). Aunque este cambio de postura fue meramente formal, pues en la práctica este partido siempre ha intentado actuar como si fuera el Partido Comunista, como si éste ya hubiera sido reconstituido. Esto se debe fundamentalmente a su concepción organicista del Partido, que no es concebido como una relación social, como la fusión dialéctica de la vanguardia ideológica y los sectores más avanzados del proletariado; sino simplemente como una organización de revolucionarios, se hallen o no vinculados a las masas proletarias, sean o no capaces de generar movimiento revolucionario.
A todo ello, debemos añadir el absoluto dogmatismo que caracteriza a este partido, que rechaza el debate y censura la autocrítica en pos de la unidad –bajo la línea revisionista, claro está-. Es más que conocida la postura anti-maoísta del PCOE, por lo que podría pensarse que ésta es fruto de un concienzudo estudio por parte de su militancia. En absoluto. El único documento elaborado por esta organización acerca del legado teórico y práctico de Mao y la Revolución China, titulado “Acerca del maoísmo”, fue elaborado por mí y no representa la culminación de un debate teórico en el seno del partido, pues jamás ha existido tal debate. Es un documento de pésimo valor teórico elaborado a partir de citas descontextualizadas y falsedades manifiestas, aunque en el momento de su elaboración no lo considerara así. De este modo, aunque paradójicamente todas las guerras revolucionarias en marcha a día de hoy (Filipinas e India) y las que más recientemente han tenido lugar (Perú y Nepal) sean de carácter maoísta, para el PCOE, el inmenso legado del maoísmo y la Revolución China no merece ser estudiado y aprehendido críticamente, sino dogmáticamente rechazado. Con ello, ignoran los aportes universales de Mao Tse-Tung como son la Guerra Popular como estrategia militar proletaria, las Revoluciones Culturales como forma de continuar la revolución en la etapa de dictadura del proletariado dirigiendo la sociedad hacia el comunismo, la lucha de dos líneas como reflejo de la lucha de clases en el seno del Partido, la continuidad de la lucha de clases durante el socialismo, etc.
Además, y como señalaba anteriormente, el debate interno es sistemáticamente censurado. De hecho, el Comité Ejecutivo tomó la decisión de cesar el debate en torno a la consideración del PCOE como Partido Comunista y la presentación del FUP a las elecciones municipales; y ante las repetidas peticiones de reabrirlo que emitimos los camaradas baleares, la respuesta fue siempre la misma. Pero su actitud de rehuir el debate no solo se da de puertas adentro, sino también hacia las demás organizaciones comunistas del Estado español, que el Comité Ejecutivo apuesta directamente por “ignorar”, considerando “inútil” la confrontación ideológica con ellas. Afirmaba el Secretario de Propaganda que las discusiones de carácter teórico son secundarias porque “todos sabemos que las organizaciones revolucionarias han de estar en las calles, barrios, centros de trabajo y estudiantiles”. Practicismo, sindicalismo y economicismo. Nada que debiera sorprendernos dado el estado de absoluta putrefacción en el que se encuentra el Movimiento Comunista.
Un partido que no es Partido pero que intenta actuar como tal, un “Poder Popular” incapaz de generar e imponer poder, y una práctica pretendidamente revolucionaria que queda reducida a lucha sindical. Esto, camaradas, es el PCOE. Aunque no puedo finalizar la misiva sin hacer mención al hecho de que en esta organización existen numerosos camaradas honestos y valiosos para la causa revolucionaria del proletariado, y deseo que este texto les sirva como materia de reflexión.
En definitiva, y por todos los motivos expuestos, tras un periodo de varios meses de reflexión, debate con otros camaradas –tanto del PCOE como externos a él- y formación, considero inevitable la ruptura definitiva con las estructuras del revisionismo de cara a comenzar a trabajar activamente por la reconstitución ideológica y política del comunismo, única forma de emprender la segunda oleada de la Revolución Proletaria Internacional que conduzca a la autoemancipación del proletariado revolucionario y, con él, de toda la humanidad.
Antes de concluir, desearía señalar que he optado por utilizar esta fórmula –carta abierta- para anunciar mi dimisión, de cara a compartir mis reflexiones y críticas con el conjunto del Movimiento Comunista, por si pudieran resultar útiles a algunos camaradas. Asimismo, he de resaltar que este documento no constituye en esencia una crítica formal al PCOE, pues carece de la profundidad para ser considerado tal, sino simplemente un anuncio de dimisión exponiendo los diferentes puntos que me han impulsado a tomar esta decisión. La crítica profunda y abierta a este destacamento del revisionismo formulada desde la Línea de la Reconstitución sigue siendo una tarea pendiente que no dudo que otros camaradas acertarán más que yo en acometer, para lo cual podrán contar con mi modesta colaboración.
Esta decisión no es en absoluto precipitada ni irreflexiva, sino la culminación de un proceso de reflexión y lucha de dos líneas en mí mismo y en el seno de la ya mencionada organización. Las discrepancias con las directrices oficiales del partido por parte de los camaradas de las Islas Baleares comenzaron a fraguarse a principios de este mismo año y fueron adquiriendo una magnitud cada vez mayor, dada mi lenta y progresiva evolución ideológica en dirección a la Línea de la Reconstitución –evolución seguida también por otros camaradas del archipiélago-, y la deriva cada vez más derechista del PCOE.
Esta organización manifiesta un total desprecio por la teoría –lo cual se plasma en la ínfima importancia que se confiere a la lucha ideológica-, y concibe ésta, la teoría, como algo “dado”, que no se halla en constante contradicción y evolución, sustrayéndola así de las leyes de la dialéctica. No es casual que, amparándose en que el leninismo es el comunismo para la era del imperialismo, reniegue de toda necesidad de reelaborar y desarrollar la teoría a través de la lucha de dos líneas en torno al Balance de la práctica social pasada. Asimismo, el revisionismo es concebido como un agente externo, como algo que no surge del propio marxismo sino que es introducido en el Movimiento Comunista desde fuera del mismo por la burguesía. Negando una vez más la dialéctica, no comprenden que el revisionismo surge del propio marxismo, es su negación dialéctica, y su existencia es intrínseca a la del propio marxismo. La lucha de contrarios es una ley universal, y el comunismo no es ajeno a ella. Todas estas concepciones, que se plasman en la práctica de este destacamento, son en gran parte compartidas por casi la totalidad del putrefacto Movimiento Comunista, tanto internacional como estatal, y son herencia del ya clausurado Ciclo de Octubre (1917 – 1989), que legó una serie de limitaciones que afectan a lo más profundo de la teoría, y que necesitan ser superadas mediante la reconstitución ideológica del comunismo. Una de estas limitaciones, que cómo no, también es característica del PCOE y los demás destacamentos revisionistas del Estado, es la concepción del marxismo-leninismo como una teoría política más, o como una ciencia, y no como una cosmovisión totalizadora (Weltanschauung).
El campo del revisionismo sigue anclado en las caducas premisas ideológicas del Ciclo de Octubre, que llevaron al proletariado revolucionario a la derrota en la primera oleada de la Revolución Proletaria Internacional. Lejos de analizar las causas de esa derrota mediante la aprehensión crítica de la práctica social pasada, con el fin de rearmar al marxismo-leninismo para resituarlo en la posición de teoría de vanguardia capaz de guiar al proletariado revolucionario hacia su victoria definitiva; el PCOE ignora la realidad y toma un marxismo derrotado por el revisionismo como punto de partida para la revolución pendiente. No es de extrañar su manifiesta incapacidad para generar cualquier tipo de movimiento revolucionario, reduciéndose su práctica a participar en el movimiento espontáneo, en todo caso tratando de organizarlo –FUP, ACDT, CSC-, lo cual lleva inevitablemente a la práctica sindical y al economicismo.
Aun así, a diferencia de otros destacamentos del revisionismo, el PCOE comprende que el Nuevo Poder no surgirá espontáneamente al calor de una insurrección, sino que debe ser generado por el propio Partido Comunista antes de la instauración de la dictadura del proletariado. Pero lo que no comprende este partido, es que el Nuevo Poder nace en contraposición al viejo, enfrentado a él a través de las armas. La estrategia del Frente Único del Pueblo, elaborada por el PCOE, propone crear órganos de masas que aspiran a ser órganos de Nuevo Poder, pero en la práctica no son más que órganos de lucha sindical que exigen ciertas reformas al Estado burgués para mejorar las condiciones de vida de las masas obreras. El porqué de todo esto es evidente: el PCOE asume el paradigma espontaneísta-insurreccional y no comprende que el Nuevo Poder solo puede materializarse en forma masas revolucionarias armadas gestionando su propio poder político; y es a través de esta experiencia como las masas hondas se vinculan a la revolución y adquieren conciencia para sí. Incapaz de comprender esto, dado su rechazo dogmático de la estrategia militar proletaria universal, la Guerra Popular, y su defensa de la insurrección –táctica burguesa para la toma del poder-, el PCOE intenta crear órganos de Nuevo Poder que no son más que núcleos aristócrata-obreros organizados para reivindicar reformas “populares”; sindicalismo al fin y al cabo. Tan solo el Partido Comunista, una vez reconstituido, y a través de la Guerra Popular, podrá crear vacíos de poder que sean ocupados por el Nuevo Poder, ganando así a las masas hondas para la causa revolucionaria y tejiendo la base del nuevo Estado de dictadura del proletariado. Pero el PCOE, en una huida hacia adelante, y ante la evidencia de que el Frente Único del Pueblo no es capaz de encarnar de ningún modo el Nuevo Poder, vira aún más hacia el ala derecha del revisionismo proponiendo convertir el FUP en una plataforma electoral –de hecho esta decisión ya ha sido aprobada por el Comité Ejecutivo-.
Este viro derechista se evidenció también en el debate mantenido entre el Comité Ejecutivo y el Comité Regional de las Islas Baleares acerca de la naturaleza del Partido Comunista y la consideración como tal del PCOE. Desde hace algún tiempo, la postura oficial de la ya mencionada organización era la de no considerarse Partido Comunista, sino un destacamento de vanguardia llamado a ser Partido. Pero en el debate que transcurrió desde mayo hasta septiembre de este mismo año, el Comité Ejecutivo cambió su postura al respecto afirmando tajantemente que en el Estado español ya existe Partido Comunista (!), y que no es otro que el PCOE (!!). Aunque este cambio de postura fue meramente formal, pues en la práctica este partido siempre ha intentado actuar como si fuera el Partido Comunista, como si éste ya hubiera sido reconstituido. Esto se debe fundamentalmente a su concepción organicista del Partido, que no es concebido como una relación social, como la fusión dialéctica de la vanguardia ideológica y los sectores más avanzados del proletariado; sino simplemente como una organización de revolucionarios, se hallen o no vinculados a las masas proletarias, sean o no capaces de generar movimiento revolucionario.
A todo ello, debemos añadir el absoluto dogmatismo que caracteriza a este partido, que rechaza el debate y censura la autocrítica en pos de la unidad –bajo la línea revisionista, claro está-. Es más que conocida la postura anti-maoísta del PCOE, por lo que podría pensarse que ésta es fruto de un concienzudo estudio por parte de su militancia. En absoluto. El único documento elaborado por esta organización acerca del legado teórico y práctico de Mao y la Revolución China, titulado “Acerca del maoísmo”, fue elaborado por mí y no representa la culminación de un debate teórico en el seno del partido, pues jamás ha existido tal debate. Es un documento de pésimo valor teórico elaborado a partir de citas descontextualizadas y falsedades manifiestas, aunque en el momento de su elaboración no lo considerara así. De este modo, aunque paradójicamente todas las guerras revolucionarias en marcha a día de hoy (Filipinas e India) y las que más recientemente han tenido lugar (Perú y Nepal) sean de carácter maoísta, para el PCOE, el inmenso legado del maoísmo y la Revolución China no merece ser estudiado y aprehendido críticamente, sino dogmáticamente rechazado. Con ello, ignoran los aportes universales de Mao Tse-Tung como son la Guerra Popular como estrategia militar proletaria, las Revoluciones Culturales como forma de continuar la revolución en la etapa de dictadura del proletariado dirigiendo la sociedad hacia el comunismo, la lucha de dos líneas como reflejo de la lucha de clases en el seno del Partido, la continuidad de la lucha de clases durante el socialismo, etc.
Además, y como señalaba anteriormente, el debate interno es sistemáticamente censurado. De hecho, el Comité Ejecutivo tomó la decisión de cesar el debate en torno a la consideración del PCOE como Partido Comunista y la presentación del FUP a las elecciones municipales; y ante las repetidas peticiones de reabrirlo que emitimos los camaradas baleares, la respuesta fue siempre la misma. Pero su actitud de rehuir el debate no solo se da de puertas adentro, sino también hacia las demás organizaciones comunistas del Estado español, que el Comité Ejecutivo apuesta directamente por “ignorar”, considerando “inútil” la confrontación ideológica con ellas. Afirmaba el Secretario de Propaganda que las discusiones de carácter teórico son secundarias porque “todos sabemos que las organizaciones revolucionarias han de estar en las calles, barrios, centros de trabajo y estudiantiles”. Practicismo, sindicalismo y economicismo. Nada que debiera sorprendernos dado el estado de absoluta putrefacción en el que se encuentra el Movimiento Comunista.
Un partido que no es Partido pero que intenta actuar como tal, un “Poder Popular” incapaz de generar e imponer poder, y una práctica pretendidamente revolucionaria que queda reducida a lucha sindical. Esto, camaradas, es el PCOE. Aunque no puedo finalizar la misiva sin hacer mención al hecho de que en esta organización existen numerosos camaradas honestos y valiosos para la causa revolucionaria del proletariado, y deseo que este texto les sirva como materia de reflexión.
En definitiva, y por todos los motivos expuestos, tras un periodo de varios meses de reflexión, debate con otros camaradas –tanto del PCOE como externos a él- y formación, considero inevitable la ruptura definitiva con las estructuras del revisionismo de cara a comenzar a trabajar activamente por la reconstitución ideológica y política del comunismo, única forma de emprender la segunda oleada de la Revolución Proletaria Internacional que conduzca a la autoemancipación del proletariado revolucionario y, con él, de toda la humanidad.
Antes de concluir, desearía señalar que he optado por utilizar esta fórmula –carta abierta- para anunciar mi dimisión, de cara a compartir mis reflexiones y críticas con el conjunto del Movimiento Comunista, por si pudieran resultar útiles a algunos camaradas. Asimismo, he de resaltar que este documento no constituye en esencia una crítica formal al PCOE, pues carece de la profundidad para ser considerado tal, sino simplemente un anuncio de dimisión exponiendo los diferentes puntos que me han impulsado a tomar esta decisión. La crítica profunda y abierta a este destacamento del revisionismo formulada desde la Línea de la Reconstitución sigue siendo una tarea pendiente que no dudo que otros camaradas acertarán más que yo en acometer, para lo cual podrán contar con mi modesta colaboración.
¡Rompamos con las estructuras del revisionismo!
¡Por la lucha de dos líneas en torno al Balance!
¡Por la reconstitución ideológico-política del comunismo!
Camarada Luis
¡Por la lucha de dos líneas en torno al Balance!
¡Por la reconstitución ideológico-política del comunismo!
Camarada Luis