Por Armando Chacón
Suiza es un país pacífico con uno de los más altos niveles de vida en el mundo. A pesar de que lo más pintoresco del país son las vacas, los quesos y los chocolates, la agricultura representa una parte mínima de la economía.
Y es que su riqueza está basada en una población altamente educada que sustenta una verdadera economía del conocimiento. La esperanza de escolaridad es de 16 años.
Sólo con una población altamente educada puede entenderse una economía dedicada a actividades de muy alto valor agregado, como la industria farmacéutica, la química y la de instrumentos de precisión (incluyendo la relojería y los instrumentos musicales).
En el campo de la ciencia, la aeronáutica y el espacio, Suiza es la sede de muchos de los proyectos más importantes del mundo, incluyendo el acelerador de partículas hadrones del Centro Europeo de Investigación Nuclear.
Se han otorgado 113 premios Nobel en todos los campos por proyectos ligados a personas y organizaciones ubicadas en Suiza. En el campo de los servicios, el país tiene una gran influencia mundial en los servicios financieros, los seguros y el turismo.
En Suiza casi todo es muy bonito y funciona muy bien. El ingreso medio es de más de 46,000 dólares al año. El consumo promedio de 10% de la población más rica es de apenas 2.5 veces que 10% de la población más pobre.
Los altos ingresos y nivel educativo de la población se notan en todas partes. Mucha gente anda a pie, en bici, en moto y en autobús.
No se necesitan topes ni semáforos porque todo mundo respeta las indicaciones y el sistema de glorietas. Casi nunca se ven policías y nadie toca el claxon. Las calles son planitas y la gente es incapaz de tirar basura ni cigarros, ni chicles. Existe un supermercado donde puedes llevarte lo que quieras y dejar el dinero en un buzón o anotarlo en un cuadernito.
También ayuda a la innovación el que un tercio de la población venga de otros países. Por ejemplo, un emprendedor mexicano radicado en Suiza está lanzando una máquina que hace tortillas instantáneamente a partir de capsulitas como las de las populares cafeteras automáticas suizas. Si esa innovación hubiera ocurrido antes, las enchiladas estarían patentadas en Suiza.