Con un mitin militar-civil fue celebrado en la capital el 25 de junio, “Día de lucha contra el imperialismo yanqui”, por cumplirse 60 años desde el inicio de la guerra de Corea por los agresores norteamericanos.
La actividad contó con la participación de más de 120 mil personas, entre ellas cuadros de órganos del Partido, las Fuerzas Armadas y el Poder, agrupaciones sociales, ministerios y organismos centrales, oficiales y soldados del Ejército Popular de Corea, funcionarios de sectores de ciencias, educación, cultura, arte, salud pública, publicación e información, trabajadores capitalinos, jóvenes y estudiantes.
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También acudieron a ella el representante de la sucursal en Pyongyang del Frente Democrático Nacional Antiimperialista y compatriotas radicados en el exterior que se encontraban de visita en la patria socialista.
Fueron invitados titulares y otros integrantes de distintas embajadas acreditados en Pyongyang y huéspedes extranjeros.
La tribuna estuvo ocupada por altos dirigentes del Partido, Ejército y Estado como Choe Yong Rim, Kim Yong Chun, Choe Thae Bok, Kim Ki Nam y Yang Hyong Sop; los vicepremieres Kang Nung Su y Han Kwang Bok; Kim Yong Dae, presidente del Comité Central del Partido Social-Demócrata de Corea; responsables de órganos del Partido, las Fuerzas Armadas y el Poder, agrupaciones sociales, ministerios, organismos centrales, rectores y directores de centros de enseñanza superior, e innovadores laborales.
En su discurso, Kim Ki Nam, secretario del CC del Partido del Trabajo de Corea, comentó que seis decenios atrás, exactamente el 25 de junio del 1950, el imperialismo yanqui, movido por la ambición de estrangular a nuestra incipiente República y dominar al mundo, desencadenó la guerra más brutal en toda la historia humana, movilizando a ella a más de dos millones de efectivos (sus fuerzas agresivas, las tropas de 15 países satélites y el ejército títere surcoreano) y colosales materiales bélicos.
Sin embargo, bajo la orientación del Presidente Kim Il Sung, el ejército y el pueblo coreanos hicieron gala de un incomparable coraje, heroísmo colectivo y unidad monolítica, derrotaron a los yanquis que se jactaban de su “supremacía mundial” y a la alianza imperialista, preservaron honrosamente la soberanía nacional y las conquistas de la revolución, y motivaron el inicio de la decadencia norteamericana, precisó con gran orgullo.
Lejos de sacar debidamente las lecciones de su ignominiosa derrota en la guerra, EE.UU. sigue ocupando a Corea del Sur, insiste perversamente en su política hostil hacia la RPDC y somete a la nación coreana a intolerables desdichas y sufrimientos, indicó. Los yanquis son enemigos irreconciliables y jurados de la nación coreana, por haberla agredido y saqueado sistemáticamente y haberle causado infortunios siglo tras siglo, sentenció.
Siguió diciendo que frente a su porfiado intento de aislar y sofocar a nuestra República, pese a nuestro sincero esfuerzo por evitar el catástrofe de un nuevo conflicto y consolidar la paz, nosotros seguiremos fortaleciendo el potencial de contención nuclear de carácter defensivo, a fin de salvaguardar la dignidad nacional y los máximos intereses del Estado. Si Norteamérica y sus acólitos surcoreanos llegan a desatar una guerra, lo aprovecharemos exhaustivamente para aniquilar sin piedad a aquellos agresores y provocadores, añadió. También declaró que en este justiciero batallar perderemos solamente la Línea de Demarcación Militar y obtendremos la reunificación, paz y prosperidad de la nación.
Se refirió a la necesidad de enardecer más el gran auge revolucionario en todos los dominios de la construcción socialista, para abrir, cueste lo que cueste y de par en par, la puerta a la gran potencia próspera en el 2012, año del centenario del nacimiento del Presidente Kim Il Sung.
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Finalmente llamó a todos a esforzarse denodadamente por el triunfo definitivo en la confrontación con los yanquis y sus títeres surcoreanos, la reintegración de la patria y la causa de Juche, unidos compactamente en torno al Dirigente Kim Jong Il.
También intervino Kim Pae Jong, general del Ejército Popular de Corea, quien subrayó que, si los agresores yanquis y la banda de traidores surcoreanos se atreven a estallar una nueva conflagración, el heroico EPC logrará decisivas victorias en el enfrentamiento y culminará infaliblemente la sagrada causa de la reintegración nacional.
Representando a la clase obrera, Ri Kwang Myong, ingeniero principal de la Fábrica Textil de Pyongyang, reafirmó la voluntad de los proletarios de defender firmemente sus centros laborales, empuñando el fusil en una mano y el martillo en la otra, y, tan pronto como se inicie la guerra, tomar la justa venganza y ajustar totalmente las cuentas con los agresores.
Como representante de los agricultores, Kim Myong Yon, presidenta del Comité de Administración de la Granja Cooperativa Especializada en Vegetales de Jangchon, municipio de Sadong, declaró que todos los granjeros acatarán unánimemente la política de Songun del PTC, unidos monolíticamente en torno a la Dirección de la Revolución contra el viento y la marea, se vengarán de los yanquis y los fantoches surcoreanos mediante el considerable incremento de la producción anual y contribuirán sustancialmente a elevar la calidad de la vida poblacional y a la edificación de una potencia económica.
Por su parte, Kim Myong Chol, estudiante del Instituto Superior Pedagógico Kim Hyong Jik, patentizó la disposición de cinco millones de jóvenes y estudiantes de la Corea de Songun a inmolarse como los héroes de la pasada guerra que sacrificaron su única vida en aras de la también única patria, arrasar a los invasores del suelo patrio y aunar sin falta a la patria.
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A los discursos les siguió una manifestación antiyanqui. Los manifestantes desfilaron por avenidas principales de la capital, flameando banderas de la República y lanzando sucesivas consignas que reflejaban su determinación de liquidar todas las cuentas con los yanquis y obligarles a pagar cien y mil veces por las tragedias y sufrimientos que causaron a la nación coreana.
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