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    Articulo sobre la Bulgaria Socialista

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    Mensaje por andresuru Sáb Mayo 09, 2015 11:34 pm

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    socialista - Articulo sobre la Bulgaria Socialista Empty Re: Articulo sobre la Bulgaria Socialista

    Mensaje por Dlink Dom Mayo 10, 2015 2:16 pm

    Quizá deberías exponer el artículo:

    Bulgaria tras 25 años de comunismo: el ayer y hoy
    El 10 de noviembre de 1989 caía el régimen comunista búlgaro de Todor Zhivkov

    Un país obsoleto. Un país en el que el calendario parece seguir marcando los años 80 y el tiempo no hubiera transcurrido. Los más mayores hablan sin tapujos de la época comunista, pero lo hacen con nostalgia y tristeza. En esta ocasión, tienen claro que cualquier tiempo pasado fue mejor.

    El tiempo se ha detenido. El dios Cronos pulsó el botón de Pause de su mando a distancia para detener al país en el tiempo. No ha habido avance. Entrar en Bulgaria es retroceder 20 o 30 años, es volver la vista a una época pasada, en la que lo único que ha seguido su curso ha sido la naturaleza. El azote de las plantas y los árboles que pueblan el país es la única muestra de viveza. Pero hay más. Edificios que rompen la hegemonía socialista, construcciones modernas que luchan por sacar adelante un país de contrastes, en el que lo moderno apenas surge entre la maleza transgresora de lo anticuado.

    El mayor problema que se aprecia en el país es la falta de mantenimiento. Las ciudades parece absorbidas por la naturaleza, dejadas que fluyan a su libre albedrío, mientras el tiempo parece no seguir su curso. Las aceras se levantan, los árboles no se tallan, las fachadas no se pintan y los transeúntes divagan ajenos a lo que figura a su alrededor.

    Los búlgaros hablan con nostalgia de aquellos años 80. Época de esplendor, los mejores años para el país. Echan la vista atrás comparando el hoy y el ayer y los ojos se les llenan de lágrimas. No ven esperanza de mejora, de un futuro alentador que pueda devolver al país la vida que tenía en su época dorada.

    El pseudo-comunismo búlgaro

    Los jubilados búlgaros son los que más saben de ello. Han pasado por aquella etapa en la que el Partido Comunista de Todor Zhivkov llevó al país a su mejor momento. Zhivkov gobernó la República Popular de Bulgaria entre 1946 y 1989. Concretamente, su monopolio acabó el 10 de noviembre de 1989, un día después de la caída del muro de Berlín.

    Compartir mesa, mantel y almuerzo con los jubilados búlgaros es un ejercicio de retrotracción. Adentrarse en un pequeño pueblo para tener constancia del paso del tiempo y escuchar las cautivadoras conversaciones de cualquiera de ellos que hayan vivido en los años 80 en Bulgaria, es una tarea muy enriquecedora. Un salón de una antigua casa de pueblo en lo más profundo del país. El suelo repleto de alfombras para aislar del frío invernal. Una estufa junto al sofá. Vino casero, ensalada de pepino y tomate, queso de oveja, lutenica y un chupito de whisky (como así lo toman con las comidas) no pueden faltar en la mesa. Tzetza (78 años), Violeta (70) y Toshko (81) están sentados y degustando la exquisita gastronomía búlgara. No quieren fotos, ni salir en la “prensa”, pero no les importa hablar y contar sus experiencias, “pero sin salir, ¿eh?” recalcan con amabilidad. Observan el techo de la habitación, y con la mirada perdida comienzan a pensar en un pasado mejor.

    “No llegamos a tener comunismo en sí”, asegura Toshko, “sino que más bien podemos llamarlo pseudo-comunismo” ya que nunca llego a funcionar el ideal comunista. Su mujer, Tzetza, trabajaba en una fábrica de muñecas. Todo el mundo tenía un trabajo en los años 80. Tras más de 30 años trabajando, hoy solo le queda una pensión de 184 levas mensuales (94 euros). “Con eso tenemos que vivir los jubilados en Bulgaria”, se lamenta mientras mira al resto. Violeta explica que la pensión media puede rondar las 400 levas (unos 200 euros). “Me da mucha pena ver en lo que se ha convertido Bulgaria”, se lamenta Violeta con los ojos llenos de lágrimas mientras Toshko aprovecha para ir a rescatar del cajón en el que todo cabe una de sus nóminas de cuando trabajaba como maquinista de tren.

    Todor Zhivkov, el bueno de la película

    La libertad. ¿Se consideraban libres en la época de Zhivkov? “Quizás es una de las cosas que teníamos en contra”, reflexiona Violeta, “pero, ¿qué es la libertad?, ¿acaso hoy somos más libres bajo el sistema capitalista?”, se pregunta bajo una mirada fija y segura. Eso sí, “Bulgaria es un país en el que hoy en día los policías acaban siendo políticos”, compara con el pasado Violeta, dejando caer el sistema corrupto con el que conviven hoy en día.

    Al hablar de Zhivkov se les encoje el alma. Cierran los ojos, vuelven al pasado y responden sin ningún tipo de duda que el que fuera dirigente del país era “un hombre bueno”, afirma Tzetza. “Fuera bueno o fuera malo –interrumpe Toshko– tanto Zhivkov como el comunismo, era una época en la que vivíamos, en la que teníamos algo, porque hoy no tenemos nada”. Sin duda, no es el único que piensa de ese modo ya que Karbovski, el Jordi Évole de Bulgaria, realizó un reportaje en verano en el que hablaba para referirse a Zhivkov como el hombre “en cuyo tiempo se vivía”, poniendo de manifiesto que hoy en día no se vive bien en el país balcánico.

    “Era bueno, vivíamos bien e hizo mucho por este país”, comenta Tzetza. Realmente, tienen claro que “en aquella época era todo casi perfecto, todos teníamos trabajo, no se podía no trabajar” describe Violeta. “De hecho, había una brigada del trabajo que iba a tu casa y te decía que dónde ibas a trabajar, que no te podías quedar en casa sin hacer nada”, puntualiza.

    Además de su jornada laboral de ocho horas, también tenían sus vacaciones. “Recuerdo que cuando nos íbamos a la playa [al Mar Negro] teníamos pagado el alojamiento que eran edificios que tenía la propia empresa allí”, esclarece Violeta. Es decir, “no teníamos que pagar nada, y allí había otros trabajadores de la propia empresa, por lo que también dábamos trabajo”, prosigue, “era un sistema perfecto”.

    Entonces, ¿qué estaba prohibido en el comunismo búlgaro? Reflexionan, piensan y responden sin vacilar: la iglesia y la religión. “Los comunistas querían un pueblo culto, un pueblo que pensase por si mismos y no se dejase adoctrinar”, evidencia Violeta. Sin duda, este ha podido ser uno de los puntos clave de la caída comunista en Bulgaría, tal y como asegura Tchecko, un joven cura católico de la localidad de Pleven para quien “ese fue el mayor error del comunismo”. “Eso hizo que la gente comenzase a rechazar el sistema poco a poco, que fueran viéndolo con malos ojos y fueran echándose hacia atrás”, justifica. No duda en afirmar que “si se hubiese dejado entrar a la Iglesia, el sistema habría sido perfecto”.

    Un pueblo culto, con libertad para pensar por si mismo. Esa era una de las metas del comunismo. “Claro, piensa que en los años 80 todo el mundo tenía estudios, todo estaba pagado por el Estado, la gente era intelectual” revela Violeta. “Pues sí, el pueblo estaba obligado a estudiar, no había otra alternativa”, añade Toshko. “En el colegio, llegabas el primer día y todos teníamos los libros encima de la mesa”, interrumpe la nieta de Tzetza que se dejaba asomar por el salón en ese momento. A sus 28 años, tuvo que emigrar a España porque sus padres no veían futuro en Bulgaria. De visita al pueblo para ver a los abuelos, ve un país “atrasado” sobre todo si “se compara con España”. Ver Bulgaria hoy le produce una “profunda tristeza”.

    El triunfo del sistema comunista

    En el comunismo, todo era de todos. Nadie acumulaba riqueza y la gente vivía únicamente con lo que realmente necesitaba para su día a día. “Al menos esa era la teoría, y la verdad es que nos iba bien”, declara Toshko. De este modo, podía considerarse el comunismo como una “sociedad de bienes” en la que “todo es para todos”, puntualiza Violeta. “No necesitábamos gran cosa para vivir, teníamos lo que necesitábamos, no más, lo suficiente y de verdad que no queríamos más, ¿para qué?”, delibera esta jubilada.

    Pero claro, de este modo, cuando tú tenías muchos bienes, tenías que repartirlos con el resto. “Cierto –interrumpe Violeta–, de hecho, mi abuelo tenía muchas tierras y al llegar el comunismo se las quitaron y pasaron a formar parte de los bienes del Estado. Solo le dejaron una pequeña parte que era la que el necesitaba para producir”.

    Esa era la clave. Compartir todo y coger solamente lo que necesitas. No más. “Esa era la esencia del comunismo”, garantiza Tzetza. Pero, entonces, ¿cuánto dinero tenia el Estado? Los tres se miran esbozando una ligera sonrisa de lamento. “Claro que no lo sabíamos”, barrunta Toshko, “pero tampoco nos hacía falta saberlo. Vivíamos bien, éramos felices con lo que teníamos. Vivíamos”. Entonces, si el sistema no era transparente y no conocían la riqueza que acumulaba el país, ¿es posible que alguien se hiciera rico con ello? [Los tres jubilados estallan a reir] “¿Y por qué te crees que el país está como está ahora?”, interpela Toshko.

    La disparidad, la clave de la Bulgaria contemporánea

    De modo que tienen claro que el problema de la actualidad en Bulgaria es la desigualdad. “Hoy hay muchos ricos en Bulgaria”, expresa Violeta, “y el problema es que la inmensa mayoría de ellos no declara su riqueza, por lo tanto apenas se generan impuestos, por lo que no hay dinero para el país”.

    Pero por otro lado, basta dar una vuelta por algunas de las ciudades del norte para palpar que también hay muchos pobres, cuyo capital aporta muy poco a la economía del país. “Creo que ésta es la auténtica clave del problema de hoy”, reflexiona Tzetza. “Por eso el país se ha hundido”, añade Toshko. “Los jóvenes han emigrado del país, hay muchos pueblos abandonados, la población está envejeciendo y el país, …, el país, …”, Violeta se detiene, cierra los ojos mientras dos lágrimas recorren su rostro. “Me da mucha pena ver lo que era esta país, todo lo que teníamos y ahora nada, …, nada”, sentencia.

    -Alejando Castellón. 11 de Noviembre de 2014
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    Mensaje por Argentum Miér Ene 17, 2018 8:22 pm

    Muy interesante, uno de los países mas olvidados hasta para nosotros, los Marxistas-Leninistas. Un país que logró ponerse tercero en niveles de alfabetización mundial y elevar 7 veces el número de personal científico en un par de años son logros innegables.

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