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¿Quién alimenta el "odio social"?
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Desde el Partido Popular y Convergència i Unió, se acusa a Ada Colau y a Pablo Iglesias -representantes de Barcelona en Comú y de Podemos- de lanzar un discurso de "odio social". Se quejan de que, en campaña electoral, no todo vale. Pretenden pues que, durante los 15 días de campaña, olvidemos los muchos años que llevan gobernando para beneficio de los grandes capitalistas y en detrimento de la mayoría de la población. No les gusta el discurso de "odio social", cuando son sus hechos los que han alimentado ese odio que millones de personas sienten hacia ellos, por el crecimiento escandaloso de las desigualdades económicas, por el enriquecimiento de los más ricos, por el empobrecimiento del pueblo y por responder a la protesta de éste con palos, multas y penas de cárcel. En definitiva, por traicionar la soberanía popular.
Resulta revelador que el candidato del PP a la alcaldía de Barcelona reproche a Ada Colau que sustituya "el discurso de la lucha de clases comunista por el discurso del odio social de Pablo Iglesias y Podemos". Los representantes de la burguesía acogen con simpatía las ocurrencias posmodernas de los actuales representantes del pueblo, porque desvían la atención de la raíz de los problemas sociales y de su solución. Sin embargo, les preocupa que aquellos prejuicios pequeñoburgueses contra el comunismo ya no basten para determinar una actitud apaciguadora ante las contradicciones sociales. Y es que éstas se han agudizado tanto en los últimos años que han empezado a resquebrajar la alianza tácita entre la oligarquía financiera y las capas medias. Importantes sectores de la pequeña burguesía y de los estratos superiores de la clase obrera, así como sus representantes más leales, han tomado nota de este hecho y se han pasado al campo opositor. Por vez primera desde hace tiempo, un partido de masas convoca a la lucha social a "los de abajo" (incluida la clase de los trabajadores asalariados, cuya existencia niegan o desprecian).
Como los políticos burgueses no pueden evitar el crecimiento de la conflictividad social, puesto que viene determinado por el agravamiento de la crisis económica estructural de su régimen capitalista, les inquieta que "el discurso del odio social de Pablo Iglesias y Podemos" desborde los límites ideológicos de éstos y desemboque en una verdadera lucha de clases del proletariado contra la burguesía; como dicen ellos, en una "lucha de clases comunista". La archisabia y archiexperimentada burguesía sabe de qué está preñada la sociedad contemporánea: a los comunistas nos corresponde unirnos con independencia crítica a la gestación de lo nuevo, para hacer posible cuanto antes el alumbramiento del socialismo.
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Desde el Partido Popular y Convergència i Unió, se acusa a Ada Colau y a Pablo Iglesias -representantes de Barcelona en Comú y de Podemos- de lanzar un discurso de "odio social". Se quejan de que, en campaña electoral, no todo vale. Pretenden pues que, durante los 15 días de campaña, olvidemos los muchos años que llevan gobernando para beneficio de los grandes capitalistas y en detrimento de la mayoría de la población. No les gusta el discurso de "odio social", cuando son sus hechos los que han alimentado ese odio que millones de personas sienten hacia ellos, por el crecimiento escandaloso de las desigualdades económicas, por el enriquecimiento de los más ricos, por el empobrecimiento del pueblo y por responder a la protesta de éste con palos, multas y penas de cárcel. En definitiva, por traicionar la soberanía popular.
Resulta revelador que el candidato del PP a la alcaldía de Barcelona reproche a Ada Colau que sustituya "el discurso de la lucha de clases comunista por el discurso del odio social de Pablo Iglesias y Podemos". Los representantes de la burguesía acogen con simpatía las ocurrencias posmodernas de los actuales representantes del pueblo, porque desvían la atención de la raíz de los problemas sociales y de su solución. Sin embargo, les preocupa que aquellos prejuicios pequeñoburgueses contra el comunismo ya no basten para determinar una actitud apaciguadora ante las contradicciones sociales. Y es que éstas se han agudizado tanto en los últimos años que han empezado a resquebrajar la alianza tácita entre la oligarquía financiera y las capas medias. Importantes sectores de la pequeña burguesía y de los estratos superiores de la clase obrera, así como sus representantes más leales, han tomado nota de este hecho y se han pasado al campo opositor. Por vez primera desde hace tiempo, un partido de masas convoca a la lucha social a "los de abajo" (incluida la clase de los trabajadores asalariados, cuya existencia niegan o desprecian).
Como los políticos burgueses no pueden evitar el crecimiento de la conflictividad social, puesto que viene determinado por el agravamiento de la crisis económica estructural de su régimen capitalista, les inquieta que "el discurso del odio social de Pablo Iglesias y Podemos" desborde los límites ideológicos de éstos y desemboque en una verdadera lucha de clases del proletariado contra la burguesía; como dicen ellos, en una "lucha de clases comunista". La archisabia y archiexperimentada burguesía sabe de qué está preñada la sociedad contemporánea: a los comunistas nos corresponde unirnos con independencia crítica a la gestación de lo nuevo, para hacer posible cuanto antes el alumbramiento del socialismo.