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    concepto de "educación comunista"

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    Mensaje por MISHA Jue Ene 14, 2016 4:37 pm

    Hola,

    a continuación, corto y pego la definición de "educación comunista", establecida por el Diccionario Soviético de Filosofía, disponible en el portal [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    Os animo a que le dediquéis un momento, dice cosas muy interesantes.

    Un saludo desde Madrid.



    Educación comunista

    Formación del hombre de la sociedad socialista y comunista, un hombre consciente, libre de las supervivencias del pasado, íntegramente desarrollado. La educación comunista constituye uno de los aspectos más importantes de la transformación de la sociedad al pasar del capitalismo al comunismo. No es posible construir el comunismo sin un cambio profundo de la conciencia de las personas, de sus ideas y de su mentalidad. El factor decisivo de la educación comunista es el cambio del género de vida social de los individuos, su participación en la edificación socialista y comunista. El trabajo práctico de la edificación comunista es la mejor escuela para educar al hombre en el sentido indicado; a su vez, la formación del nuevo hombre influye en alto grado sobre la transformación práctica de la sociedad. El proceso de la educación comunista no se produce de manera espontánea, por la influencia exclusiva de factores objetivos; tal educación exige una labor formativa sistemática, orientada hacia un fin concreto, y su éxito depende de su nexo con la vida, con el trabajo en pro de la sociedad. Su aspecto decisivo estriba en educar al hombre para que adopte una actitud comunista ante el trabajo, lo cual implica que el individuo comprenda el alto significado social del trabajo y que tenga conciencia de su deber ante el pueblo. El hombre educado en un espíritu comunista es unhombre para quien el trabajo se ha convertido en la primera necesidad vital y las elevadas cualidades morales han pasado a ser rasgos permanentes de su carácter y de su conducta. Uno de los objetivos importantes de la educación comunista consiste en formar una concepción científica del mundo, concepción que sólo puede alcanzarse aprovechando todas las conquistas de la cultura progresiva anterior, toda la riqueza de conocimientos acumulada por la humanidad. El estudio de la teoría marxista-leninista ayuda a los trabajadores a comprender las leyes del desenvolvimiento social, el significado histórico de su propia actividad. La educación comunista presupone la lucha sistemática contra las supervivencias del capitalismo en la conciencia de los individuos, entre ellas los prejuicios religiosos, contra la influencia de la ideología burguesa. Otra de las importantes facetas de la educación comunista es la de cultivar un gusto estético sano y vivo, ajeno a las representaciones morbosas y decadentes de la belleza, propias de la sociedad burguesa moderna. El programa del P.C.U.S. señala como eje de toda la labor de educación comunista durante el período de la amplia construcción de la nueva sociedad, el código moral del constructor del comunismo (Moral comunista, Desarrollo universal de la personalidad).
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    Mensaje por succo Dom Feb 14, 2016 6:39 pm

    Parece mas adoctrinamiento que educación...
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    Mensaje por pablo13 Dom Feb 14, 2016 6:57 pm

    succo escribió:Parece mas adoctrinamiento que educación...

    En las escuelas te adoctrinan para que seas un esclavo del sistema capitalista y te hacen creer que eso es lo que esta bien.
    Es decir, te adoctrinan desde pequeño para que seas servil al capitalismo y no logres pensar por vos mismo. El marxismo como materia de estudio se da distorsionado como si fuera algo utópico y te lo contrastan de una manera muy manipulada con el capitalismo. (Al menos es la experiencia que tuve a lo largo de mi formación como estudiante).
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    Mensaje por succo Dom Feb 14, 2016 11:18 pm

    pablo13 escribió:
    succo escribió:Parece mas adoctrinamiento que educación...

    En las escuelas te adoctrinan para que seas un esclavo del sistema capitalista y te hacen creer que eso es lo que esta bien.
    Es decir, te adoctrinan desde pequeño para que seas servil al capitalismo y no logres pensar por vos mismo. El marxismo como materia de estudio se da distorsionado como si fuera algo utópico y te lo contrastan de una manera muy manipulada con el capitalismo. (Al menos es la experiencia que tuve a lo largo de mi formación como estudiante).

    Tienes razón, pero eso no quiere decir que hagamos lo mismo, quitemos el crucifijo y el rey. Pongamos a nuestros santos... Marx tenía una máxima, critica a todo lo que existe. Pero parece que hemos sustituido la burocracia burguesa por una economía planificada, controlada por burocratas.
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    Mensaje por inmundo Lun Feb 15, 2016 12:56 am

    succo escribió:
    pablo13 escribió:
    succo escribió:Parece mas adoctrinamiento que educación...

    En las escuelas te adoctrinan para que seas un esclavo del sistema capitalista y te hacen creer que eso es lo que esta bien.
    Es decir, te adoctrinan desde pequeño para que seas servil al capitalismo y no logres pensar por vos mismo. El marxismo como materia de estudio se da distorsionado como si fuera algo utópico y te lo contrastan de una manera muy manipulada con el capitalismo. (Al menos es la experiencia que tuve a lo largo de mi formación como estudiante).

    Tienes razón, pero eso no quiere decir que hagamos lo mismo, quitemos el crucifijo y el rey. Pongamos a nuestros santos... Marx tenía una máxima, critica a todo lo que existe. Pero parece que hemos sustituido la burocracia burguesa por una economía planificada, controlada por burocratas.

    Es así, es una pesada herencia. La izquierda actual no sólo ha olvidado a Marx, sino que lo combate.
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    Mensaje por Danko Lun Feb 15, 2016 1:38 am

    El tono moralino y pacato de ese texto sobre la educación comunista plasmada en el Diccionario Soviético de Filosofía podría equivaler perfectamente al de un manual del Opus Dei o de la Falange de la época franquista. Por no mencionar lo ambiguo y subjetivo de su conceptualización. Lo de los "vicios burgueses" es un cajón de sastre donde puede caber todo. Luego ocurre lo que ocurre, que viene el señor del partido a censurar lo que no le gusta, desde penalizar la homosexualidad o a estigmatizar la música Rock como ocurrió en la URSS durante algunos años bajo el prisma de que aquello es "burgués" o "degenerado".  

    Estoy de acuerdo en aquellos puntos referidos a formar una concepción científica del mundo y a abolir los prejuicios religiosos, pero en los puntos referidos al arte y el gusto estético... echa para atrás. La gente tendrá el gusto estético que le salga de los huevos, sin que tenga que venir el burócrata del partido a decirnos qué estilo musical, literario, pictórico y cinematográfico nos debe gustar.

    Se crea arte todos los días, se innova, se cambia y los gustos estéticos evolucionan con los tiempos. Cualquier tipo de intento de intervención en este caso no es que sea anti-comunista, es que está destinado al fracaso.
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    Mensaje por pablo13 Lun Feb 15, 2016 11:52 pm

    Paso a dejar este articulo interesante que leí hace tiempo y supongo que puede aportar al tema. (Es muy largo, pero vale la pena leerlo, igual no es necesario leerlo todo ya que en la primera mitad expresa y explica de manera excelente el tema central).

    Mijaíl Kalinin sobre la Educación Comunista (2 de Octubre de 1940)

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

    Camaradas: Hace 20 años, precisamente el 2 de octubre de 1920, Lenin pronunció un discurso sobre la educación comunista en el III Congreso de la Unión de Juventudes Comunistas de Rusia. Dirigiéndose al Komsomol, Lenin dijo que era poco probable que nuestra generación, educada en la sociedad capitalista, pudiese llevar a cabo la edificación de la sociedad comunista. Esto debería ser tarea de la juventud. Pues bien; hoy, mientras aplaudían, recordé estas palabras y me di cuenta de que delante de mi se encuentran antiguos jóvenes del Komsomol, esa generación a la que se dirigía Lenin. Y que esos jóvenes, ya convertidos en adultos y con experiencia en la vida, participan activamente en la edificación socialista. Y uno mis aplausos a los vuestros para felicitaros especialmente a vosotros, los constructores del socialismo. En nuestro país se presta gran atención a la educación comunista. No en vano la palabra “educación” se destaca en las columnas de nuestra prensa. No obstante, y pretendemos dar una definición relativamente clara y concisa de lo que es en general la educación, tropezamos con dificultades considerables. No pocas veces se confunde la educación con la enseñanza. Está claro que la educación tiene mucha similitud con la enseñanza, pero de ningún modo son sinónimos. Ciertos pedagogos autorizados consideran que la educación es un concepto mucho más amplio que la instrucción. La educación tiene sus particularidades. A mi entender, la educación consiste en ejercer una acción determinada, de manera sistemática y con un objetivo definido sobre la psicología del alumno, con el fin de inculcarle las cualidades deseadas por el educador. Me parece que esta definición (que naturalmente no es obligatoria para nadie) abarca en términos generales todo lo entendemos por educación, a saber: difundir una determinada concepción, una determinada moral y ciertas normas de convivencia humana, forjar determinados rasgos del carácter y de la voluntad, crear ciertos hábitos y ciertos gustos, desarrollar ciertas cualidades físicas, etc. La educación constituye una de las tareas más difíciles. Los mejores pedagogos la consideran tanto una ciencia como un arte. Se refieren a la educación escolar, que, por supuesto, es relativamente limitada. Más allá de esta existe la escuela de la vida, en la cual hay un proceso ininterrumpido de educación de las masas, donde el educador es la propia vida, el Estado y el Partido, es el alumno, millones de personas adultas, diferentes unas de las otras por su experiencia política. Esa educación es mucho más complicada. Voy a hablar precisamente de esa educación, de la educación de las masas

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                                                            I

    En su libro “Anti-Dühring”, Engels dice: “…los hombres, ya sea consciente o inconscientemente, toman sus ideas morales, en última instancia, de las condiciones prácticas en que se basa su situación de clase: de las relaciones económicas en las que producen e intercambian sus productos… La moral ha sido siempre una  moral de clase; o justificaba la dominación y los intereses de la clase dominante, o representaba, cuando la clase oprimida se volvía bastante poderosa, la rebelión contra esa dominación y defendía los intereses del futuro de los oprimidos”. Así pues, en la sociedad de clases nunca existió ni puede existir una educación que esté al margen o por encima de las clases. En la sociedad burguesa, está impregnada hasta la médula de la hipocresía y de los intereses egoístas de las clases dominantes y tiene un carácter profundamente contradictorio, que refleja los antagonismos de la sociedad capitalista. El ideal de los capitalistas es que los obreros y los campesinos sean siervos sumisos que soporten sin protestar el yugo de la explotación. Partiendo de estas consideraciones, los capitalistas no quieren desarrollar en los trabajadores y los campesinos el valor y el coraje, no quieren darles la menor instrucción, pues es más fácil dominar gente atrasada y embrutecida. Pero con esa gente no se puede alcanzar la victoria en las guerras de conquistas, y ese mismo pueblo, sin conocimientos elementales, no pueden trabajar con las máquinas. Principio del formularioLa competencia entre los capitalistas, las condiciones de los avances técnicos, la carrera armamentística, etc., por un lado, y, por otro lado, la lucha de los trabajadores y los campesinos por su instrucción, obligan a la burguesía a proporcionar a los trabajadores por lo menos algunas migajas de conocimientos; y las guerras de rapiña le obligan a inculcarles valor, firmeza y otras cualidades peligrosas para la burguesía.

    Así, a pesar de esas contradicciones que, como ya se ha dicho, residen en la propia naturaleza de la sociedad burguesa, las clases dominantes llevan a cabo una lucha desesperada para subyugar a las masas populares, utilizando para ello todos los medios, desde la represión hasta el engaño sutil.
    En la sociedad burguesa, el trabajador se encuentra, desde la cuna hasta la tumba, sometido a la constante influencia de las ideas, sentimientos y hábitos que convienen a la clase dominante. Esta influencia se ejerce por innumerables vías y adquiere a veces formas apenas perceptibles. La iglesia, la escuela, el arte, la prensa, el cine, el teatro y diversas organizaciones, todo esto sirve de instrumento para llevar a la conciencia de las masas la ideología burguesa, sus costumbres, sus hábitos.  Tomemos, por ejemplo, el cine. Refiriéndose a las películas norteamericanas, un director de cine burgués escribe: “Muchas de las películas modernas constituyen una especie de narcótico destinado a personas que están tan fatigadas que sólo desean sentarse en un sillón y ser alimentadas a cucharaditas”.  Tal es la esencia de educación burguesa.  A esta educación, elaborada durante siglos y destinada a fortalecer la posición de la clase capitalista dominante y a conseguir que los oprimidos se resignen a su situación, el Partido Comunista -el destacamento de vanguardia del proletariado- opone sus principios educativos dirigidos en primer lugar contra la dominación de la burguesía y en favor de la dictadura del proletariado.

                                                       II

    La educación comunista difiere radicalmente de la educación burguesa no sólo con respecto a sus objetivos, lo cual es comprensible sin necesidad de demostración, sino también por sus métodos. La educación comunista está indisolublemente ligada al desarrollo de la conciencia política y de la cultura en general y la elevación del nivel intelectual de las masas. Este es el objetivo deseado por todos los Partidos Comunistas.  A pesar de que el objetivo final de todos los partidos comunistas es el mismo, a pesar de esto, y siendo la situación de la clase obrera en la Unión Soviética diferente de la situación de los trabajadores en los países capitalistas, la educación en nuestro país debe corresponder precisamente a estas condiciones diversas. La clase obrera es en nuestro país la fuerza dominante y dirigente, tanto en el aspecto material como en el espiritual. Marx y Engels dijeron: “La clase que dispone de los medios de producción, dispone también, en virtud de eso mismo, de los medios de producción intelectuales”. “Los individuos que forman la clase dominante poseen, además, una consciencia y, en virtud de eso, piensan; y cómo ejercen su dominio precisamente como clase y determinan toda una época histórica determinada dada, se hace evidente que ejercen este control en todas las esferas, es decir, que dominan también como seres pensantes, como productores de ideas, regulan la producción y la distribución de las ideas de su tiempo; y esto significa que sus ideas son las ideas dominantes de la época”. No se puede decir lo mismo de la clase obrera fuera de la Unión Soviética. Para nosotros, la educación comunista se concibe siempre de un modo concreto. En nuestras condiciones, debe estar subordinada a las tareas que se le presentan al Partido y al Estado soviético. El objetivo principal y fundamental de la educación comunista es proporcionar la mayor ayuda a nuestra lucha de clases. Veo que esto os causa un poco de extrañeza, que queréis percibir el sentido de la tesis: educar al pueblo en el afán de proporcionar toda la ayuda a la lucha de clases en nuestro país, en un país donde se liquidaron las clases explotadoras. En mi opinión, en este caso no se requiere explicación especial. Bastará recordaros la magnífica respuesta dada por el camarada Stalin al Komsomol Ivanov. “…Dado que no vivimos en una isla -escribía el camarada Stalin- sino “en un sistema de Estados”, gran parte de los cuales mantiene una actitud hostil hacia el país del socialismo, con el consiguiente peligro de una intervención y de una restauración, nosotros proclamamos franca y honradamente que la victoria del socialismo en nuestro país aún no es definitiva”. Los acontecimientos de este último año confirman prácticamente, con hechos concretos, las ideas expuestas en la respuesta del camarada Stalin. Es cierto que nuestra lucha de clases tiene cosas diferentes de la lucha de clases que se desarrolla fuera de la URSS. Yo diría que es una lucha de clases que se eleva a un grado más alto, que sus resultados positivos son más eficaces. Pero, por supuesto, es también mucho más compleja. Las tesis de Marx y Engels de que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes”, en relación a la clase obrera de la Unión Soviética nos obliga a mucho. No podemos limitarnos solamente a una crítica del régimen burgués. Lo fundamental ahora es la lucha por logros prácticos en todos los aspectos de la política, la economía, la cultura, la ciencia, el arte, etc. Está claro también que la educación comunista se debe desarrollar en nuestro país en este sentido.


                                                          III

    ¿Cuáles son las tareas que nos proponemos hoy en día como fundamentales en el campo de la educación comunista? ¿Son estas tareas basadas en nuevos principios, en comparación con los principios de aquellas de las que hablaba Lenin, hace veinte años, en el III Congreso del Komsomol? Está claro que la situación en la Unión Soviética ha cambiado considerablemente a lo largo de este tiempo. Pero en el fondo, las tareas de la educación comunista presentadas por Lenin hace veinte años siguen siendo de actualidad hoy en día. No estaría de más que esas tareas fuesen recordadas con mayor frecuencia a los que quieren representar de manera abstracta los trazos de la sociedad comunista. Estos aficionados a “teorizar”, a cavilar “profundamente” sobre los rasgos peculiares del hombre del futuro, asociando el comunismo a un porvenir nebulosamente bueno, esta gente lleva también la misma abstracción al problema de la educación comunista. En mi opinión, esto no es adentrarse en el futuro, sólo dedicarse a adivinaciones. Camaradas, la elevada productividad del trabajo es uno de los factores más importantes de la construcción comunista y un arma poderosa en las manos de los trabajadores de la URSS por su lucha contra del capitalismo. Lenin decía: “La productividad del trabajo es, en última instancia, lo más importante y decisivo para el triunfo del nuevo régimen social. El capitalismo logró una productividad del trabajo sin precedentes bajo el feudalismo. Y el capitalismo podrá ser y será derrotado porque el socialismo consigue una nueva productividad del trabajo, muchísimo más alta… El comunismo representa una mayor productividad del trabajo en relación con el capitalismo, obtenida voluntariamente por trabajadores conscientes y unidos que tienen a su servicio una técnica moderna”. Es esto, camaradas, en lo que se debe pensar y de lo que se debe hablar, esta es la dirección que se debe dar antes que nada a la educación comunista: luchar por una productividad elevada del trabajo. ¿Pero tal vez esta manera de presentar el tema, esta dirección práctica de la educación comunista es, digámoslo entre nosotros, algo de mi propia cosecha? No, camaradas, no se trata de algo de mi propia cosecha. Cuando, para prepararme para el informe, tracé mentalmente el esquema, recurrí a las principales fuentes y, en un primer momento, a nuestra Constitución. En el artículo 12 se lee: “El trabajo en la URSS es, para todos los ciudadanos aptos al mismo, un deber y una cuestión de honor, de acuerdo con el principio: “el que no trabaja no come”. En la URSS se aplica el principio del socialismo: “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”. Y vosotros mismos sabéis, camaradas, que la Constitución no es sólo la expresión jurídica de los derechos y deberes de los ciudadanos, sino también un poderoso factor para la educación del pueblo. Este artículo de la Constitución nos habla directamente de la grandeza del trabajo. Y se comprende: ya hace tiempo -como señaló el camarada Stalin- que en nuestro país se está produciendo una transformación radical en la actitud de los hombres hacia el trabajo. La emulación socialista “hace que el trabajo, que era considerado como una carga vergonzosa y pesada, se convierta en una cuestión de honor, en una cuestión de gloria, en una cuestión de valor y heroísmo.” Este hecho encontró en la Constitución su brillante expresión, su expresión estalinista. Se me podría objetar que una cosa es la grandeza del trabajo en nuestro país y otra, la lucha por una elevada productividad del trabajo. No, camaradas, no hay tal diferencia. El mismo planteamiento de la cuestión de la grandeza del trabajo implica también la necesidad de promover por todos los medios el aumento de la productividad del trabajo. Y esto es fundamental. Están dirigidas para la realización de esta tarea medidas tan importantes del Partido y del Poder Soviético como el establecimiento del título de “Héroe del Trabajo Socialista”, la institución de la Orden de la “Bandera Roja del Trabajo”, y de las medallas “Por el Heroico Trabajo” y “Por el Trabajo Destacado”. Por otra parte, el Gobierno Soviético y el Partido condecoran con frecuencia a aquellos que se han destacado especialmente en el trabajo con una distinción tan elevada como la “Orden de Lenin” o con las órdenes de la “Estrella Roja” o de la “Placa de Honor”.

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    El alto título de “Héroe del Trabajo Socialista” se equipara al de “Héroe de la Unión Soviética”. Este título, así como las órdenes y medallas, no sólo se otorgan por el trabajo, ni por el mero hecho de que una persona trabaje, pero si por haber logrado altos índices en la productividad laboral, por conseguir  logros excepcionales en la lucha por una mayor productividad del trabajo.

    Este mismo objetivo se persigue mediante el decreto del Presidium del Soviet Supremo de la URSS de 26 de junio 1940.

    Exteriormente parecen dos cosas diametralmente opuestas: por un lado, la concesión del título de “Héroe del Trabajo Socialista”, las condecoraciones, comenzando por la “Orden de Lenin” y terminando por las medallas; y por otra parte, el decreto con el cual se introduce la aplicación del elemento punitivo para fortalecer la disciplina laboral. Pero en el fondo, se trata de dos medidas del mismo género. O más bien, son medidas destinadas a alcanzar los mismos resultados.

    Al estimular y premiar a los mejores representantes del trabajo socialista, de una parte, y al castigar a los desorganizadores de la producción, de lo contrario, el Partido y el Gobierno Soviético demuestran con eso cual es la dirección que debe dar a la educación comunista de los obreros de la URSS.

    Camaradas, probablemente son pocos entre vosotros los que trabajaban en las fábricas antes de la Revolución. Cada año que pasa, sigue habiendo un número más pequeño de estas personas entre nosotros. Por eso cabe suponer que no se conoce muy bien cuál era la actitud con el trabajo en los viejos tiempos pre-revolucionarios. Pero, por desgracia, esta actitud todavía se hace sentir entre nosotros con bastante fuerza.

    En aquella época, nosotros, los revolucionarios, no apreciábamos mucho los antiguos trabajadores, buenos especialistas, que tenían estado trabajando en la fábrica durante 40 años. Se trataba de trabajadores calificados, conocedores de su oficio, verdaderos paladines de la disciplina en el trabajo, al que nunca faltaban. Cuando había alguna huelga, era preciso empujarlos a la fuerza fuera de la fábrica, ya que no se atrevían a abandonar el trabajo por su cuenta, temerosos de socavar las buenas relaciones que tienen con sus jefes. En aquellos viejos tiempos no apreciábamos a estos trabajadores. ¿Por qué? Porque se agotaban para los capitalistas.

    Muy diferente es la situación ahora, con el socialismo. Hoy en día, estos hombres que han pasado 40 años trabajando en la fábrica, que constituyen un modelo de disciplina en el trabajo, que son conocedores de su oficio y cuya productividad laboral es muy elevada, estos hombres no los promovemos, los condecoramos con órdenes y medallas, los honramos y los premiamos como los mejores ciudadanos soviéticos.

    Aquí tenéis, dicho sea de paso, un ejemplo concreto de dialéctica. Antes negábamos esta actitud hacia el trabajo. Ahora “negamos” esta “negación”. Resulta, como veis, una “negación de la negación”, una afirmación de la actitud socialista hacia el trabajo.

    ¿Por qué modificamos radicalmente nuestro criterio acerca de estos trabajadores? ¿Por qué los consideramos ahora como los ciudadanos más útiles y más valiosos para la Unión Soviética? Porque ocupan las posiciones de vanguardia en la lucha de clases, una lucha que alcanzó el nivel más alto de su desarrollo. Pues no se debe entender la lucha de clases sólo en el sentido de una lucha en el frente, con las armas en la mano. No, la lucha de clases sigue ahora por otros caminos. Y la lucha por la máxima productividad del trabajo es, en la actualidad, uno de los principales caminos de la lucha de clases. Si en tiempos anteriores al régimen soviético alguien trabajaba bien, ayudaba con eso objetivamente al capitalismo, apretaba aún más las cadenas de su propia esclavitud y las de la esclavitud de la clase obrera en su conjunto. Pero ahora, en la sociedad socialista, si el hombre trabaja bien, se coloca a sí mismo por este hecho al lado del socialismo, y sus logros, además de desbrozar el camino que conduce al comunismo, también rompe las cadenas de la esclavitud del proletariado mundial. Es un activo luchador por la causa del comunismo.

    ¿Es mucho lo que hemos logrado en cuanto a la elevación de la productividad del trabajo en nuestro país? Yo no diría que en este aspecto hemos logrado muy buenos resultados. En teoría, se considera que la productividad del trabajo socialista debe superar gran parte al del trabajo en el régimen capitalista. ¿Qué piensa usted, camarada Stcherbákov (Destacado dirigente bolchevique), es o no es así? (Stcherbákov: “Así es, así es” Júbilo en la sala.) Pero, ¿y en la práctica? En la práctica aún no alcanzamos la más alta productividad del trabajo que existe en Europa, sin mencionar ahora a los Estados Unidos. Por lo tanto, tenemos que empeñarnos aún más en conseguir una mayor productividad laboral. El incremento de la productividad del trabajo nos permitirá ver más claramente el perfil de la futura sociedad comunista.

    Pues bien, camaradas, una mayor productividad del trabajo no sólo significa una cantidad mayor, sino también mejor calidad de la producción. Hay entre nosotros personas inclinadas a considerar el comunismo de manera abstracta, sin dar a este concepto un contenido concreto. Pero, ¿qué significa el comunismo? Significa producir tanto como sea posible y de la mejor calidad posible. Y al decir esto no me refiero solamente a la producción del trabajo físico, sino también la del trabajo intelectual, la producción de ingenieros, arquitectos, escritores, maestros, médicos, artistas, pintores, músicos, cantantes, etc.

    Debemos decir abiertamente que estamos muy descontentos con la calidad de muchos de nuestros productos. Y es característico el hecho de que todos los maldecimos cuando nos entregan algún objeto de mala calidad; pero al mismo tiempo nosotros mismos no nos ponemos a pensar en como son los productos que otros reciben de nuestras manos. En resumen, cada uno de nosotros quiere que haya de todo en abundancia y que sea de buena calidad. Pero yo os pregunto: ¿cómo se va a lograr eso si cada uno no procura en su puesto trabajar más y mejor? Debemos, de una vez, meter en nuestra cabeza esa vieja  verdad que dice: que lo que siembras, cosecharás.

    Y tampoco aquí, en el terreno de la lucha por la calidad de producción, nos limitamos únicamente a las medidas de estímulo. Como sabéis, el decreto del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, publicado el 10 de julio de 1940, establece que:

    “La producción de artículos de calidad deficiente o incompleta, y la producción de artículos que violen las normas obligatorias, constituye un delito contra el Estado equivalente al sabotaje.”

    Los directores, ingenieros jefes y jefes de las secciones de control técnico de las empresas industriales, que sean responsables de la producción de artículos de calidad deficiente o incompleta, serán entregados a los tribunales, que les aplicarán penas de prisión de 5 a 8 años.

    No hace falta decir que este decreto afecta en su totalidad a ciertas personas y les hace sentir duramente su culpabilidad en la producción de artículos de baja calidad, pero al mismo tiempo, proporciona a los dirigentes de las empresas un arma poderosa para luchar contra la influencia dañina de algunos que los rodean. Porque, ¿cómo acostumbraban a razonar muchos de ellos? Razonaban así:. ¿Para que vamos a armar escándalos, perturbar nuestras relaciones con las organizaciones sociales, con los compañeros, etc, si al fin de cuentas pasarán en masa los artículos de fabricación defectuosa? Y de hecho pasaban. Esta actitud de la producción defectuosa tiene profundas raíces en nuestra producción.

    Y son, precisamente, estas raíces las que tenemos que cortar, destruir. Debemos hacerlo en interés de la sociedad socialista y de cada uno de nosotros en particular. Una de dos: o construimos el comunismo, o sólo hablamos de comunismo, mientras avanzamos tranquilamente -si es que podemos expresarnos así- desperezándonos y bostezando. Pero recordar que avanzar así hacia el comunismo es muy arriesgado, que así se puede retrasar demasiado la transición al comunismo.

    Hablar del comunismo y al mismo tiempo no relacionar la cuestión de modo concreto y material con problemas de un interés tan palpitante como la calidad de la producción, es transportar agua en un colador.

    Me acuerdo como si fuera ahora, pero lo que os voy a contar ocurrió hace 40 años, o tal vez 39 o 38; como veis, la antigüedad de mis recuerdos giran en torno de los 40 años. (Risas.) En nuestra organización clandestina surgió la discusión siguiente: ¿Debe o no debe el obrero revolucionario hacer las cosas bien, es decir, preocuparse por la calidad de su producción? Algunos dijeron: “No podemos, orgánicamente no podemos dejar que salga de nuestras manos un objeto mal hecho; es algo que nos repugna, que degrada nuestra dignidad de hombres “. Otros, sin embargo, dijeron: “No es asunto nuestro la calidad de la producción. Esto es problema de los capitalistas. Nosotros trabajamos para ellos y de todas formas ellos nos obligan a hacer las cosas bien. Y en la medida en que los capitalistas nos obliguen -dijeron- haremos las cosas bien. Pero no debemos hacer alarde de nuestra iniciativa, no debemos poner demasiado afán en el trabajo”.

    Como podéis ver, compañeros, incluso antes de la Revolución, en la época del capitalismo, una parte de los trabajadores que luchaban contra los capitalistas consideraba que no podían hacer mal las cosas; era algo que les repugnaba, como si les pesase en la conciencia. Y en nuestras condiciones, en la sociedad socialista, cuando no trabajamos para los capitalistas, sino para nosotros mismos, ¿acaso repugna a todos producir objetos mal hechos, acaso le pesa en la conciencia? Desafortunadamente, no podemos decir que sea así. No obstante, sería mucho mejor que los hombres sintiesen más remordimientos, que sintiesen mayor repugnancia en producir artículos de mala calidad.

    Y cuando hablamos de educación comunista, esto quiere decir antes de nada que es necesario inculcar en la mente de los trabajadores  la idea de que deben realizar su trabajo por lo menos con un mínimo de escrupulosidad. Tenemos que inculcarles la idea de que quién se considera un bolchevique o simplemente un honrado ciudadano soviético, debe producir con un mínimo de escrupulosidad, de modo que sus artículos sean de buena calidad.

    Por lo tanto, la lucha por el comunismo es la lucha por una mayor productividad del trabajo, tanto en lo que se refiere a la cantidad como a la calidad de la producción. Esta es la primera de las tesis fundamentales sobre la educación comunista de los obreros de la URSS.

                                                           IV

    Camaradas, en el artículo 131 de la Constitución de la URSS, leemos:

    “Todo ciudadano de la URSS tiene la obligación de proteger y consolidar la propiedad común, socialista, como base sagrada e inviolable del régimen soviético, como la fuente de la riqueza y el poder de la Patria, como fuente de una vida acomodada y culta para todos los trabajadores.

    Las personas que atenten contra la propiedad común, socialista, son enemigos del pueblo”.

    Por su valor intrínseco, la cuestión de la protección y consolidación de la propiedad común es un asunto de mayor importancia de lo que parece externamente. La actitud cuidadosa para con la propiedad común es un rasgo comunista. Tengo la impresión de que en la historia de la humanidad no existió una sociedad más cuidadosa que la comunista. Y es natural, pues solamente en la sociedad comunista los recursos se encuentran en manos de los productores que disponen de ellos. No creo que haya una especial necesidad de demostrar que el productor es más económico en el gasto que el explotador o el usurpador de bienes ajenos.

    La historia no habituó al pueblo a tener cuidado con la propiedad común, al contrario, siempre fueron muchos los que aman malgastarla. La especulación constituía uno de los rasgos característicos del viejo sistema de gobierno; el erario público era una vaca lechera para los funcionarios. Se comprende que tal orden de cosas fomentase la negligencia, incluso en relación a los bienes personales y su lapidación, sabiendo que la actitud negligente hacia los bienes comunes se extendía desde la parte superior a la inferior.

    Pero esta depreciación del patrimonio nacional y del trabajo humano que veíamos en el pasado es, sólo, una travesura infantil si la comparamos con la forma por la cual se pierde el trabajo humano en la sociedad capitalista contemporánea. Podemos decir sin temor a equivocarnos que actualmente se tira a la basura millones de horas de trabajo con el propósito de destruir el trabajo anterior. ¡Y cuántos valiosísimos dones de la naturaleza, tan limitados en el mundo, están siendo destruidos! Solamente por este crimen contra la humanidad, el capitalismo merece ser destruido cuanto antes.

    En el balance general de la producción del Estado, la economía es una de las parcelas en el haber de patrimonio nacional. Y esta parcela tiene que aumentar de año en año, como resultado de la elevación de nuestro nivel cultural.

    Camaradas, el artículo 131 de la Constitución nos proporciona abundante material para la educación comunista. Se trata de un artículo dirigido contra la concepción burguesa, que dice: “Esta es mi casa y no quiero saber nada más. En mi refugio antiaéreo no permitiré que nadie entre”…este artículo nos obliga a cuidar la propiedad común, a colocar los intereses comunes por encima de los intereses individuales, porque sólo en la comunidad, sólo en la sociedad socialista es que está verdaderamente protegida la situación de cada uno.

    En el primer año de existencia del Poder Soviético, Lenin dijo:

    “Administra con cuidado y escrupulosamente el dinero, gestiona la economía, abandona la pereza, no robes, observa la mayor disciplina en el trabajo: estas son precisamente las palabras de orden que, ridiculizadas con razón por el proletariado revolucionario cuando la burguesía encubría con ellas su dominio como clase explotadora, se transforman hoy en día, tras el derrocamiento de la burguesía, en las palabras de orden principal y propias del momento”.

    En cuanto a los ladrones, dilapidadores de la propiedad común, los bellacos y otros “guardianes de las tradiciones del capitalismo”, contra ellos debemos dirigir las medidas de represión. Para esos fines sirven en particular, la disposición aprobada el 7 de agosto 1932 por el Comité Ejecutivo Central y el Consejo de Comisarios del Pueblo de la URSS “Sobre la protección de los bienes de las empresas del Estado, de los Koljoses y de las cooperativas y la consolidación de la propiedad común (socialista )” y del decreto del Presidium del Soviet Supremo de la URSS del 10 de agosto 1940 “Sobre la responsabilidad criminal por los pequeños hurtos en la producción y los actos de mala conducta “.

    Por lo tanto, camaradas, debemos primero aprender a trabajar de acuerdo a nuestra capacidad, a cuidar de los bienes comunes; y cuando tengamos producido mucho y aprendido a cuidar de los frutos de nuestro trabajo, entonces podremos proporcionar de todo, de acuerdo a las necesidades.

    Esta es otra de las partes integrantes de la educación comunista.

                                                               V

    El estímulo de amor a la Patria, a la Patria socialista, el estimulo del patriotismo soviético es también un elemento indispensable de la educación comunista.

    La palabra “patriota” apareció por primera vez durante la Revolución Francesa de 1789-1793. En aquella época se llamaban República, en oposición a los traidores, a los monárquicos que habían traicionado a la patria.

    Pero, más tarde, este término fue utilizado en provecho de sus fines egoístas por los reaccionarios y por las castas superiores que estaban en el poder. Por eso, tanto en Europa como en la Rusia zarista, las personas más honradas que se desvivían por las necesidades del pueblo, adoptaron una actitud de desconfianza contra la palabra “patriotismo”, en la que veían una expresión de chovinismo nacional y, de soberbia infundada por las capas gobernantes. Por último, bajo la bandera del patriotismo los sátrapas zaristas saquearon los pueblos adjuntos.

    Las centurias negras monopolizaron el “patriotismo”, demostrando sus “sentimientos patrióticos” con los pogromos de la calle y golpeando a los trabajadores, los intelectuales y los judíos. Y en general, en torno a este “patriotismo” se agruparon muchos elementos sospechosos y aventureros procedentes de las sobras de la sociedad.

    La palabra “patriotismo” fue degradada a los ojos de la gente. Una persona honrada no podía incluirse entre los “patriotas”.

    Los pueblos que habían sido trasladados a Rusia, oprimidos, explotados, despojados y burlados a cada paso por funcionarios y colonos, odiaban naturalmente el Estado ruso.

    Como contrapartida al “patriotismo” de los Caballeros de knut (látigo)  y garrote, se iba desarrollando rápidamente un movimiento progresista cuyo extremo era dirigido contra de la autocracia.

    De un modo general -la lucha de las fuerzas progresistas contra la reacción abarcó la literatura, la música y la pintura, donde, al menos con alusiones, se podría expresar la repulsa ante la realidad de aquella época. Con el paso del tiempo, poco a poco se fueron incorporando a esta lucha las secciones democráticas de la población, gracias a la cual adquirió un carácter más radical. Este proceso formaba y agrupaba a los adversarios de la autocracia, los adversarios de la llamada Rusia oficial. Al mismo tiempo, creaba el baluarte nacional de un gran pueblo, baluarte compuesto por sus mejores representantes. Aparecieron una gran cantidad de escritores, críticos y publicistas geniales dotados de gran talento, que levantaron muy alto nuestra literatura y la incorporaron al patrimonio de la literatura mundial. Y esto no ocurrió solamente con la literatura, sino también con la música, la pintura y las ciencias, empezaron a destacar representantes brillantes en la calidad de  verdaderos patriotas de la cultura nacional rusa.

    Estos hombres, celosos de su honor, de su dignidad y de su reputación social, se apartaban resueltamente de ese “patriotismo” oficial y mezquino. Para ellos, por encima de todo estaba la tarea de servir a su propio pueblo y despertar en él un verdadero patriotismo. Y no ahorraban sus fuerzas ni su talento en beneficio de este gran objetivo. Sus contemporáneos y las generaciones posteriores aprenderán de ellos, seguirán su ejemplo y se contagiarán de su elevado patriotismo. La actividad profundamente patriótica de estos hombres llenó un gran número de atractivas y brillantes páginas en la historia del pueblo ruso. Y aunque no gozasen de las simpatías de la Rusia oficial, el pueblo en cambio los rodeaba del respeto que se había ganado y siempre veneró y continuará venerando su memoria luminosa.

    Y fue este proceso de lucha de las fuerzas del progreso contra las fuerzas de la reacción, este proceso de crecimiento y consolidación de los valores culturales que permitió que al menos los elementos más conscientes de las nacionalidades oprimidas pudiesen ver a otra Rusia, la noble Rusia, amante de la libertad, enemiga de la opresión, culta, dotada de talento y ayuda a desarrollar los conocimientos entre las masas de la población. El movimiento obrero revolucionario que se había desencadenado, colocó en la orden del día, como tarea del momento, la de agrupar de verdad a los proletarios y trabajadores de todas las nacionalidades del imperio ruso en su lucha contra el zarismo y el capitalismo. Los esfuerzos de Lenin y Stalin por crear un partido de la clase obrera para toda Rusia, son el cual era inconcebible la emancipación del pueblo ruso y de las nacionalidades oprimidas, la incansable prédica de la política nacional leninista-estalinista, la lucha de los bolcheviques contra cualquier manifestación de chovinismo de gran potencia y el nacionalismo local, todo eso contribuyó para estrechar los lazos entre las nacionalidades oprimidas y el pueblo ruso, obligó a los elementos más conscientes de aquellas a conocer la literatura, la ciencia y el arte ruso, a conocer a los luchadores revolucionarios rusos y con eso los iba incorporando a la cultura rusa, los convertía en partidarios de la lucha común y solidaria, es decir, en personas cuyos pensamientos se extendían ya por toda Rusia.

    La predicación del patriotismo soviético no puede hacerse de manera aislada, desvinculándola del pasado de nuestro pueblo. Esta prédica debe estar llena de orgullo patriótico por los logros de nuestro pueblo, pues el patriotismo soviético es el heredero directo de la obra creadora de nuestros antepasados, que impulsaron el desarrollo de nuestro pueblo.

    La vida soviética lo ilustra con una claridad sorprendente. Basta señalar sólo un dato: el entusiasmo con que los pueblos emancipados reviven en su memoria las imágenes de sus personajes épicos y de sus héroes históricos. Estos héroes son representados en sus mejores producciones artísticas, que luego llevan para mostrar en Moscú, corazón de las repúblicas soviéticas, como si cada uno de ellos quisiese decir a todos los pueblos de la URSS: ¡Mirad, no soy un miembro de la gran unión de los pueblos por el favor de alguien, no soy una persona sin hogar ni familia; aquí tenéis mi genealogía de la que me siento orgulloso y quiero que vosotros, mis hermanos en el trabajo y en la defensa de los mejores ideales de la humanidad, la admiréis!

    Por consiguiente, el patriotismo soviético tiene sus orígenes en un pasado remoto, a partir de la época popular: el patriotismo soviético se nutre de todo lo que ha de mejorar al pueblo y considera como el mayor de los honores salvaguardar todos sus logros.

    La Gran Revolución Proletaria no hizo solamente grandes destrucciones; ella también marca el comienzo de un trabajo creador de proporciones nunca vistas. Al mismo tiempo, la Revolución pasó como un poderoso huracán purificador por las cabezas de decenas de millones de personas, dándoles ánimo y confianza en sus propias fuerzas. Estas personas se sienten ahora como si fueran héroes legendarios capaces de vencer a todos los enemigos de las masas trabajadoras.

    Y ya surgió la época soviética que vinculó el arte popular de nuestra época al hilo del arte popular de un pasado remoto, cortado por el capitalismo, enemigo de este aspecto de la producción espiritual. El proceso de la transformación socialista de la sociedad pone de manifiesto una gran cantidad de temas de contenido atractivo y rico, dignos del pincel de grandes artistas. El pueblo ya va seleccionando los mejores elementos de estos temas y poco a poco va trazando los esbozos para las epopeyas de esta gran época y de sus grandes héroes, como Lenin y Stalin.

    Nuestros escritores y artistas no deben estar detrás del pueblo, pues jamás podrán disponer de un material tan abundante ni tan grato como en nuestra época. Sólo ahora tienen posibilidades ilimitadas de servir al pueblo y de inculcar a las masas profundos sentimientos patrióticos basados en las grandes hazañas de las generaciones actuales.

    A mi me parece que Maiakovski constituye un excelente ejemplo de cómo se debe servir al pueblo soviético. Maiakovski se consideraba un combatiente de la Revolución, y en realidad, la naturaleza de su arte lo acredita como tal. Su aspiración era la de fundir con el pueblo revolucionario, no sólo el contenido, sino también la forma de su producción poética, y los historiadores del futuro dirán con toda certeza que sus obras pertenecían a la gran época en que las relaciones entre los hombres se habían transformado por completo. Por eso considero que Maiakovski, al dirigirse a las generaciones futuras, tenía todo el derecho de decir:

    “Yo llegaré hasta vosotros
    en un lejano comunista,
    pero no
    como un héroe legendario cantado por Essenin.

    Mi canto llegará
    a través de las espaldas de los siglos
    y sobre las cabezas
    de los poetas y de los gobiernos.

    Mi canto llegará, pero no como una flecha
    en una caza de Cupido, no como llega
    al numismático las moneda manchada, ni cómo la luz de una estrella apagada.

    Mi canto
    con el trabajo,
    romperá la multitud de los años y llegará,
    ponderable,
    grosero,
    visible, como a nuestros días
    llegó el acueducto construido
    por los esclavos de Roma”.

    Imagen

    En esta orgullosa declaración percibimos la voz majestuosa de nuestra época, de nuestras generaciones que transforman el mundo sobre nuevas bases.

    Camaradas, la historia nos ha dado una tarea honrada y de responsabilidad: llevar nuestra lucha de clases al triunfo total de comunismo.

    “Debemos marchar hacia adelante de tal manera que la clase obrera del mundo entero pueda decir al vernos: Ahí va mi destacamento de vanguardia, mi brigada de choque, mi Poder obrero, ahí va mi Patria…”(Stalin).

    Pero para eso debemos educar a todos los trabajadores de la URSS en un espíritu de ardiente patriotismo, de amor sin límites a su Patria. Y no me refiero a un amor abstracto y platónico, sino un amor impetuoso, activo, apasionado, indómito; un patriotismo sin piedad para con los enemigos y que no se detenga delante de ninguna especie de sacrificios en holocausto a la Patria.

    Ahí tenéis la tercera tarea fundamental de la educación comunista de los obreros de la URSS.

                                                        VI

    Juzgo necesario detenerme todavía en la cuestión del espíritu colectivo. No hay necesidad de demostrar de un modo especial que la formación del espíritu colectivo debe ocupar un lugar predominante en la educación comunista. No me refiero aquí a los fundamentos teóricos del espíritu colectivo, sino a la introducción de hábitos sociales en la producción y en la vida cotidiana, la creación de condiciones en las que el espíritu colectivo forme parte integrante de nuestras costumbres, de nuestras normas de conducta, para que nuestros actos sean no sólo meditados y tengan un carácter consciente, como se produzcan de manera instintiva y orgánica. Voy a aclarar mi idea con algunos ejemplos.

    Aquellos que hayan leído “La América de una planta” por Ilf y Petrov, recordarán con toda certeza sus interesantes observaciones durante el viaje.

    Si sucede alguna desgracia a alguno de los viajeros, no le faltará la ayuda voluntaria de los demás. Y es característico que los norteamericanos, a pesar de su lema: “el tiempo es oro”, no regateen su tiempo en tales casos. La necesidad de ofrecer cualquier tipo de asistencia se entiende como un deber social.

    Otro ejemplo. En la antigua aldea rusa, en la época de mayor actividad, cuando cada familia se apresuraba en adelantarse a las demás en la cosecha, si alguna campesina, generalmente sólo en el trabajo y con muchos hijos, se atrasaba en la cosecha, los demás campesinos, al pasar a su lado de regreso al trabajo, tenían por costumbre prestarle ayuda colectiva.

    Ahí tenéis, camaradas, en que sentido entiendo la educación del espíritu colectivo como norma habitual de los hombres. En la antigüedad, estas costumbres se iban creando de manera espontánea. Pero yo me refiero a la necesidad de cultivarlas en el pueblo de una forma consciente.

    El espíritu colectivo no debe ser confundido con el espíritu de la manada. Así, por ejemplo, cuando en los tiempos antiguos, una multitud de campesinos golpeaba a un ladrón de caballos, o una turba de acreedores de un banco en quiebra, enojada, rompía las ventanas de las oficinas del banco, en mi opinión, esas acciones no podían ser consideradas como manifestaciones del espíritu colectivo. Eran manifestaciones que tenían cierto carácter de manada. Por lo contrario, el espíritu colectivo engendra siempre la acción racional.

    En la vida práctica de nuestra sociedad, el espíritu colectivo desempeña un gran papel, ya que se basa en el colectivismo. Nosotros oponemos a la sociedad capitalista el comunismo colectivista, pues estamos convencidos de su enorme superioridad. Del éxito que tengamos en la empresa de dirigir la producción y la vida social e individual a los hábitos de vida colectivos, depende también en gran medida del éxito de la edificación comunista.

    El espíritu colectivo en el trabajo, la cooperación en el trabajo es la base de producción. En cuanto a la industria socialista, esto no requiere una demostración especial. Es algo obvio, que los trabajadores y todo el que esté ligado a la producción de la fábrica puede entender fácilmente. Si en la sociedad capitalista el trabajo de cualquier proletario es totalmente despersonalizado y, al ser materializado en un objeto, desaparece del campo visual no sólo del trabajador, sino también del fabricante, al que sólo le interesa el lucro, por el contrario, en nuestro país, el trabajo materializado está a la vista del trabajador, ya que no sólo se manifiesta en el lugar de su producción, como también en el consumo, en el uso. Por lo tanto, cualquier productor con un poco de perspicacia puede ver los resultados de su trabajo. No obstante, con nuestro trabajo educativo debemos ampliar y profundizar la capacidad de cada trabajador para realizar su participación individual en el trabajo común, en el trabajo colectivo.

    Pero, dónde debemos centrar nuestra atención principalmente es en la educación del espíritu colectivo, es en el campo, en el pueblo koljosiano. El pueblo koljosiano está experimentando una gran escuela de espíritu colectivo sin poseer hábitos de trabajo colectivos. Aunque en el pasado las palabras “sociedad” e “intereses sociales” se pronunciasen a veces en las asambleas rurales, en el fondo su contenido colectivo era muy escaso. Bajo la capa de las palabras “intereses sociales” se ocultan los asuntos privados de los Kulaks.

    Cuando los campesinos tomaron el camino de la colectivización, aparecieron problemas muy difíciles, en oposición a todo el pasado, debían romper, o mejor, debían guiar su psicología en un sentido diametralmente opuesto, debían pasar del trabajo para si al trabajo para todos. No se trata de un proceso fácil y este sólo se puede desarrollar con éxito bajo una presión considerable y con la ayuda del Estado.

    El paso del trabajo individual y simple al trabajo colectivo, más elevado y más complejo, requiere de las personas mucho más capacidad de organización. Y vemos que, a medida que se va eliminando el espíritu de la propiedad privada y se acumulan en los campesinos koljosianos hábitos colectivistas, se reúne también experiencia organizadora en la aplicación de métodos colectivos de trabajo.

    Estas son las condiciones en las que se va realizando la educación comunista en el campo.

    Es evidente que los simples apoyos al colectivismo, que la simple propaganda de sus ventajas en comparación al trabajo individual ya no bastan. El propagandista, agitador y educador debe informar a koljosianos métodos de trabajo más eficaces, o, por lo menos, citarles ejemplos concretos de trabajo eficaz, analizando las causas de su eficacia.

    Tanto es así, que incluso un trabajo tan complicado como la educación del espíritu colectivo, para lograr su máxima eficacia, debe adaptarse al trabajo práctico. En otras palabras, la educación del espíritu colectivo se debe hacer de una manera concreta. El educador, al mismo tiempo que explica el significado de tal o cual proceso práctico, va adquiriendo a su vez materiales prácticos para su propio desarrollo teórico. Esto, dígase de paso, nos sirve de ejemplo tangible de la unidad de la teoría con la práctica.

    Ahí tenéis el cuarto elemento de la educación comunista.

                                                      VII


    La cultura es un factor que aumenta la fertilidad de cualquier trabajo positivo. Cuanto más complejo y cualificado es determinado trabajo, mayor cultura requiere. La cultura es tan necesaria como el aire, la necesitamos en toda su amplitud, es decir, desde la cultura elemental, literalmente indispensable para cada hombre, hasta la llamada gran cultura. Se dice de hecho: un hombre de gran cultura.

    La cultura constituye cierto índice del grado de desarrollo de la persona. Y como las personas desarrolladas son objeto de una atención preferente, algunos se dedican a copiar los aspectos externos de la cultura. De esa gente se solía decir: “ese se adorna con plumas de pavo real”. Sin embargo, mi opinión es que este juicio es erróneo y perjudicial para el desarrollo de la cultura. Por supuesto, en su gran mayoría, los hombres se apropian primero de los aspectos externos. Pero en la medida en que el hombre trata de adquirir los aspectos externos de la cultura, estos contribuyen a su vez a elevar el nivel general de su cultura.

    ¿Por qué experimentamos, ahora, con particular agudeza, la necesidad de elevar el nivel cultural general? En estos veinte y tres años de existencia del régimen soviético nuestra economía ha logrado progresos considerables. Se disparó el nivel técnico de la producción, las máquinas se han vuelto más complicadas y exigen un tratamiento más cuidadoso, más esmerado. Si revisamos una tras otra, las diversas ramas de la industria, en todas las partes escucharemos el mismo clamor: necesitamos más trabajadores altamente preparados. Paralelamente se comprende que también en las oficinas las exigencias también han crecido en igual medida.

    El campo koljosiano, a su vez, presenta una demanda colosal de hombres de alto nivel cultural. El conductor del tractor, el conductor de la máquina combinada, el mecánico, el agrónomo, el zootécnico, además de los conocimientos de su especialidad, debe tener por lo menos una cultura elemental. Tomemos otras especialidades, aunque sea de mozo de cuadra. Un campesino no tendrá grandes dificultades para ser palafrenero cuando se trata de uno o dos caballos. Pero cuando la caballería es de 20 o 40 caballos, entonces ya se requiere una cierta experiencia organizativa y cierta cultura. Lo mismo ocurre en las demás ramas de la economía koljosiana. La cultura es indispensable para seguir avanzando.

    No estará demás recordar también las necesidades de la defensa del país. En este caso las necesidades culturales no crecen día a día, sino de hora en hora.

    Aparte de lo que se ha dicho, la cultura también es el esmero en la producción y la manera de vivir.

    Imaginad, camaradas, un ingeniero, un buen ingeniero. Es una persona instruida y que ha estudiado mucho. Dirige una fábrica y se considera un trabajador valioso. ¡Pero si pasáis por la oficinas de su fábrica os exponéis a romperos la cabeza a cada paso! (Risas). ¿Se le puede llamar a eso cultura? Si un ingeniero de este tipo no le presta atención a este tipo de cosas, quiere decir que todavía carece de la cultura más elemental, quiere decir que aún no tiene el apego debido a su producción ni a su fábrica.

    Entiendo la lucha por la cultura en el sentido más amplio de esta expresión, incluyendo, por ejemplo, la preocupación de que los grifos no goteen, de que en Moscú haya menos insectos, en las casas, etc. Pues los insectos son algo intolerable, son una vergüenza, y mientras esto ocurre mucha gente se pregunta: ¿Cómo debe ser como el hombre de la época del comunismo, cuáles deberían ser sus cualidades distintivas? (Risas) Hay quien se dedica a hablar por los codos sobre la educación de la infancia, mientras que en sus casas se organizan auténticos viveros de insectos. Pero, ¿qué es esto? ¿cómo decir que tales personas son cultas? Se trata de unos blandos aristócratas, restos de la antigua sociedad rusa. (Risas).

    Camaradas, aún podría detenerme en toda una serie de cuestiones relativas a la educación comunista, como, por ejemplo, el papel del Partido, los sindicatos, el Komsomol, las organizaciones deportivas, los centros de educación superior, las escuelas y la literatura, el arte, el cine, el teatro, la familia, etc. Pero esto nos llevaría demasiado lejos y dejaríamos al margen de nuestro campo visual lo más importante, lo que determina las tareas y el contenido comunista de los trabajadores de la URSS en la etapa actual de la lucha de clases.

    Creo que son los marcos principales a los que acabo de referirme los que deben determinar la actitud que debe adoptarse con la educación comunista por todas nuestras organizaciones e instituciones y por todos aquellos que tienen relación directa con esta cuestión. Deben resolver todas las cuestiones de carácter práctico desde el punto de vista del contenido principal y el objetivo fundamental de la educación comunista.

    Si nuestra educación tiene una excelente apariencia externa, pero es abstracta, es decir, no está vinculada a objetivos concretos, no está materialmente vinculada a la lucha por el desarrollo del Estado socialista y por la consolidación de sus posiciones en la actual lucha de clases, lo que obtendremos será una parodia de la educación.

    Dada la compleja situación internacional del momento, nuestro pueblo debe prepararse, movilizarse y agudizar como nunca su vigilancia, para que nuestro Estado socialista esté preparado para enfrentar cualquier sorpresa o eventualidad. Este debe ser el punto central de la actividad de todas nuestras organizaciones sociales, de la literatura, del arte, del cine, del teatro, etc. Así será, camaradas, que cumpliremos de verdad con los deseos del Partido, las indicaciones del camarada Stalin y los preceptos de Lenin en lo que respecta a la educación comunista de las masas en el período histórico actual. (Atronadores aplausos. Todos los presentes se ponen en pie).

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    concepto de "educación comunista" Empty Re: concepto de "educación comunista"

    Mensaje por succo Mar Feb 16, 2016 10:21 pm



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    Lenin si tenía capacidad, este texto no es panfleto, me encanta eso del incentivo..
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    Mensaje por militiano Miér Feb 17, 2016 7:13 pm

    dos cosas diferentes , una es el conceptos de educación desde el punto de vista marxista y otro concepto es la educación en contenidos comunistas, dos cosas diferentes, y lo que se expone es simplemente como dicen cumpas , es adoctrinamiento

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