Friedrich Engels
CARTA A WERNER SOMBART
En Breslau[*]
CARTA A WERNER SOMBART
En Breslau[*]
Londres, 11 de marzo de 1895
Muy señor mío:
En respuesta a sus líneas del 14 último, permítame que le agradezca su amable envío de su trabajo sobre Marx; ya lo leí con mucho interés en el «Archiv» [1], que me había mandado amistosamente el doctor H. Braun, y me ha alegrado encontrar finalmente tal comprensión de El Capital en una universidad alemana. Por supuesto, no puedo identificarme con su interpretación de los puntos de vista de Marx. En particular, me parece que la definición de la noción del valor que se da en las págs. 576 y 577 es demasiado amplia: en primer término, yo la limitaría históricamente, subrayando que es válida para el grado de evolución económica de la sociedad en la que sólo se ha podido y se puede hablar de valor, para las formas de la sociedad en que existe el cambio de mercancías, es decir, una producción mercantil; el comunismo primitivo no conocía el valor. En segundo lugar, me parece que la definición lógica también podría ser más estrecha. Sin embargo, eso nos llevaría demasiado lejos. Lo que usted dice es justo en términos generales.
Pero, en la pág. 586, usted apela a mí personalmente y me ha hecho reír el modo gentil con que usted pone la boca de la pistola en mi pecho. Pero puede estar tranquilo, «no procuraré demostrarle lo contrario». Los razonamientos lógicos con ayuda de los cuales Marx pasa de los diversos valores de P/C = P/(c + v) producidos en las empresas capitalistas aisladas a una cuota de ganancia general igual, son absolutamente ajenos a la conciencia de los capitalistas individuales. Por cuanto estos razonamientos poseen cierta pareja histórica o cierta realidad existente fuera de nuestra conciencia, adquieren esa realidad, por ejemplo, con el paso de las diversas partes constitutivas de la plusvalía producida por el capitalista A por encima de la cuota de ganancia [general], es decir, por encima de su parte en la plusvalía global, al bolsillo del capitalista B, cuya plusvalía normaliter[**] es inferior a los dividendos que le tocan. Pero este proceso se opera objetivamente, en las cosas, de modo inconsciente, y sólo ahora podemos formarnos una idea del trabajo que ha costado llegar a la correcta comprensión del mismo. Si para crear la cuota media de ganancia fuese necesaria la colaboración consciente de distintos capitalistas, si el capitalista individual estuviese consciente de que produce plusvalía y en qué proporciones y que, en muchos casos, debe ceder una parte de la misma, la relación entre la plusvalía y la ganancia estaría suficientemente clara desde el comienzo, y Adán Smith o, incluso Petty, la hubieran señalado.
Según la concepción de Marx, toda la marcha de la historia --trátase de los acontecimientos notables-- se ha producido hasta ahora de modo inconsciente, es decir, los acontecimientos y sus consecuencias no han dependido de la voluntad de los hombres; los participantes en los acontecimientos históricos deseaban algo diametralmente opuesto a lo logrado o, bien, lo logrado acarreaba consecuencias absolutamente imprevistas. Aplicado a la economía: cada capitalista procura sacar la mayor ganancia. La Economía política burguesa ha descubierto que ese afán de lograr la mayor ganancia tiene como resultado la cuota de ganancia general igual, o sea, la ganancia aproximadamente igual para cada uno de ellos. Pero, ni los capitalistas ni los economistas burgueses se dan cuenta de que el objetivo real de ese afán es, en definitiva, el reparto proporcional en tanto por ciento de la plusvalía global sobre el capital global.
¿Cómo se produce, pues, el proceso de nivelación? Es un problema de extraordinario interés, del que el propio Marx no dice mucho. Pero toda la concepción de Marx no es una doctrina, sino un método. No ofrece dogmas hechos, sino puntos de partida para la ulterior investigación y el método para dicha investigación. Por consiguiente, aquí habrá que realizar todavía cierto trabajo que Marx, en su primer esbozo, no ha llevado hasta el fin. En lo tocante a esta cuestión encontramos indicaciones, ante todo, en las páginas 153-156, tomo III, parte I, que tienen igualmente importancia para la exposición que hace usted de la noción del valor y prueban que este concepto ha poseído o posee más realidad que la que usted le atribuye. En el comienzo del cambio, cuando los productos se fueron transformando paulatinamente en mercancías, se cambiaban aproximadamente con arreglo a su valor. El único criterio de la confrontación cuantitativa del valor de dos artículos era el trabajo invertido para producirlos. En consecuencia, el valor tenía una existencia inmediatamente real. Sabemos que esta realización inmediata del valor en el cambio ha cesado, no existe más. Creo que no le costará mucho trabajo advertir, al menos en rasgos generales, los eslabones intermediarios que llevan desde este valor inmediatamente real al valor bajo la forma de producción capitalista; este último está tan profundamente oculto que nuestros economistas pueden negar tranquilamente su existencia. La exposición auténticamente histórica de este proceso que, hay que reconocerlo, requiere un estudio minucioso de la materia, pero cuyos resultados serían particularmente remunerativos, sería un complemento valioso para El Capital [2].
Para concluir debo agradecerle una vez más por la buena opinión que tiene de mí y que le lleva a pensar que yo podría hacer del III tomo algo mejor de lo que es ahora. No obstante, no comparto ese juicio y creo que he cumplido con mi deber publicando a Marx en las formulaciones de Marx mismo, aunque, posiblemente, eso obligue al lector a tensar un poco más sus facultades de pensar por su propia cuenta...
Se publica de acuerdo con el manuscrito.
Traducido del alemán.
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[*] Nombre polaco actual: Wrocław. (N. de la Edit.)
[**] Normalmente. (N. de la Edit.)
[1] Trátase del artículo de W. Sombart Contribución a la crítica del sistema económico de Carlos Marx publicado en la revista Archiv für sociale Gesetzgebung und Statistik («Archivo de la legislación social y estadísticas»), t. VII, 1894.
[2] En mayo de 1895, F. Engels escribió los Apéndices para el tercer tomo de «El Capital»: La ley del valor y la cuota de ganancia y La Bolsa.