Colectivo de Prisioneras Políticas: "Manuelita Saenz"
Reclusión de mujeres: El Buen pastor
Bogota Colombia
Marzo 2011
Voy a tomar el aire de los muertos que me cubren
voy a evadir las ráfagas a viento
voy a llorar muy hondo mis derrotas
voy a saborear el café amargo que es la vida
voy a tenderme complacido
en los humeadle de las sangres y las flores.
¿Qué quien soy yo? ¿Cómo me llamo?
¿Que si estoy viva… herida?
¿O acaso, me han matado?
¿ Que quienes son los míos? ¿… mis compañeros?
¿Los que conmigo se deslizan en las sombras de lo oculto?
Soy toda hecha de silencios y lealtades
Piedra dura y muda
cimiento de las edificaciones del futuro.
¿Qué quien soy yo? ¿Como me llamo?
vuelve y juego en la apuesta de la vida soy la mujer de los mil nombres clandestinos
la que se atrevió a tropezar
en las trochas de la vida
quizás queriendo apurar los pasos de la historia.
Soy la mujer en sus manos temblorosas
las armas de los justos
la que se ardió como semilla
al agua, al sol, al viento
y en lsa heladas noches del infortunio
tras emboscadas
y abrió su cuerpo, su corazón, su ternura
para conjurar la tragedia de la guerra.
Soy la mujer que cargo
sobre sus hombros y su espalda
la agonía y los sufrimientos
de su pueblo.
La que hundió sus firmes pasos en la tierra
para probarla de rebeliones y esperanzas.
Soy la mujer que se arrastro como serpiente
y no dudo en cubrir su piel en barro
para sorprender las fortalezas enemigas.
La que sobrevivió y burlo
Las infernales hogueras del terror
La que se levanto de las cenizas
la que tuvo que dejar sus brazos y sus piernas
abandonadas y esparcidas
en medio del campo de batalla
la que no sabe ahora como hallarse
entre su nuevo cuerpo mutilado…
la que permaneció los tiempos necesarios
para fortalecerse de fracasos y derrotas.
Soy la mujer que se debate entre las dudas
de a que fuera
ofrenda y resultado de su vida.
La que lo dio todo sin quedarse nada,
la que se pasa entre la reja y la ventana
a contemplar el horizonte del futuro,
la que ve nubes grises
de pasar lento,
tan lento como la interminable
agonía de su pueblo y de sus días.
Soy la mujer que hoy habita
la prisión de la infamia
la que siempre supo
que hay un “otro mundo”
de felicidad, de paz y abundancia.
II
¿Qué quién soy? ¿Cómo me llamo?
Soy el puro “hueso seco” y el “aliento de la vida”.
Soy la mujer agotada y consumida
En la explotación y el trabajo.
Soy la mujer que se sentaba cada dia
A la mesa del hombre
Para no doblegarse a recoger
La indignidad de las migajas
La que se trajo y lleno de lagrimas
Ante la escasa comida para sus hijos.
La que se atrevió a desafiar en su abundancia
a las tiendas del consumo
La que se violento al solo poder.
Acariciar entre sus manos
La humilde panela con la que
Quizás soñaba endulzar la vida
Diaria panela necesaria
Que hubo de dejar allí
Adornando el altar de la opulencia
Por no poder disminuir
Se paga miserable;
Soy la que huyo de allí
A la vez: vacía y llena
De iras y rabias contenidas.
Soy la mujer que busco y rebuscó
Entre las basuras
La que sufre y se arrastra
En su miseria y su indigencia
Por las calles.
¿Qué puede ser otra y no la mujer que soy?
¿Acaso el hambre no ha carcomido mis entrañas?
¿Qué nuevamente,
Me han tirado la puerta en las narices?
¿Acaso no se habían cerrado
Ya mucho antes…
Desde siempre,
Todas las puertas a la vida?
¿Acaso no era esta
Estación probable
En la apuesta por la vida?
III
¿Qué quien soy ahora?
soy la mujer que ya no extraña tu presencia
la que se abraza a las dulces horas de la noche
porque solamente en ese
efímero instante,
se olvida que está presa.
Soy la mujer de la melancolía infinita,
la que aun se sobresalta
al escuchar el tronar de los cerrojos.
La que se despierta en madrugada
sola para acariciar su incertidumbre,
soy la que mato al olvido,
la soledad,
la indiferencia,
los recuerdos,
para quedarme en el silencio
y escuchar solo
la voz de mi conciencia
IV
soy la mujer de las heridas
que no sanan
la que se revolvió en la sangre
de sus muertos
la que se paró al borde de la fusa
y tomó entre muchos
los huesos de los suyos.
La que amo y lloro
en su orfandad,
a los hijos de los justos.
la que no olvida, ni perdona
la que no vende
ni acepta precio
al dolor de sus entrañas
¿Acaso es mercancía?
Soy la mujer para quien siempre fue un deber
no dejar morir
los sueños de sus muertos
V
Soy la mujer de la mirada llameante
la que en la apuesta por la vida
ha sido confinada,
a la sepultura de los vivos.
la que arrastra lastimosos pasos
sobre baldosas carcomidas de abandono
la que sueña
volver con paso firme
por las estrechas trochas de la vida
Soy la mujer que escupe fuego
a la ciudad de la ignominia,
la que se arde y quema en iras,
la que aun se retuerce
en las cenizas de sus sueños.
La que hoy te dice:
Compañera, Camarada:
No te abandones a la desesperanza.
Retoma el fuerte aliento de la vida
Eleva el fuego de la antorcha,
que es tu cuerpo.
cuerpo probado en la tortura,
en los fracasos y derrotas
y en las extenuantes
jornadas de lucha
Guía el camino al socialismo
y derrámanos con tu fertilidad política.
Han querido anticiparnos la muerte
pero el nuestro es compromiso consecuente.
Resérvanos un lugar
allende los muros que hoy nos contienen
Hombro a hombre lidiaremos
en las contiendas que devienen.